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Siempre por carnaval

en Hetero: Infidelidad

Pertenecemos, mi mujer y yo, una asociación cultural, con local propio, es un lugar de reunión, con actividades más o menos culturales, jugar a las cartas, bailes o jornadas gastronómicas en fechas señaladas, etc; pero también participa en actividades del municipio. Una de estas actividades es el CARNAVAL.

El relato esta situado unos años atrás, la fecha del carnaval fue a principios de febrero, algo temprana. Aunque para la asociación comenzaba en septiembre del año anterior, con reuniones para seleccionar el disfraz etc, meses de preparación y ensayo que culminaba en la cabalgata.

Por aquel entonces la asociación contaba con aproximadamente, 50 socios, 24 parejas y dos singles. Aquel año se había afiliado una nueva pareja, José Luis, 38 años, y su mujer, Pamela, 33 años. Lo curioso, que hasta aquel año, con mis 42 años, era el mas joven de los socios.

Desde que se unieron a la asociación hubo un gran revuelo, no tanto por José Luis, al ser abogado era colaborador con algunos de los socios, sino por ella, y no precisamente por ser propietaria de una tienda de ropa, sino por su juventud, por sus curvas, muchas y muy bien puestas, y su forma de vestir provocativa, con prendas cortas y ajustadas. Para las féminas era un putón, para los machos era un manjar para la vista y un calentón para la bragueta. Pero a parte de su forma de vestir y de su físico era bastante apocada, incluso diría que tímida. Pero la cuestión era que estaba en boca de todos (metafóricamente).

Dentro del carnaval una de las actividades era el viernes, dos días antes de la cabalgata, se hacia un baile de mascaras para los socios, debido a las fechas, la mayoría de los disfraces eran más o menos de abrigo, el mismo José Luis iba de romano, y yo de Robín Hood, pero para echar mas leña al fuego a Pamela se le ocurrió ir vestida de Eva (sin Adán), cuando se quito el abrigo las miradas lascivas de los hombres y las miradas reprobadoras de las mujeres se fijaron en el modelito, un body entero de color carne y tres hojas, una tapaba su entrepierna y las otras dos sus tetas (que hacia que resaltasen mas aun). Fue la comidilla de la fiesta. José Luis parecía estar en otro mundo, no se enteraba de nada.

Al día siguiente, el sábado, por la noche, el consistorio ofrecía una fiesta de disfraces con música. Mi mujer y yo como cada año, nos disfrazábamos, íbamos un rato, para estar frescos al día siguiente en la cabalgata. Aunque ese año seria distinto, al tener mi hija 18 meses, mi mujer no saldría en la cabalgata. Aquella noche íbamos conjuntados en los disfraces, mi hija iba de Caperucita Roja, mi mujer de la Abuelita, y yo de Lobo Feroz.

Por casualidad,  nos apalancamos al lado de José Luis y Pamela, aunque en esta ocasión iban de egipcios, mi mujer y Pamela comentaban los disfraces que se veían, y José Luis y yo sobre la cabalgata del día siguiente, pronto mi hija se puso penosa, nos íbamos a ir pero mi mujer dijo que me quedara un poco mas, y así lo hice.

Al irse mi mujer, Pamela se puso a hablar con José Luis y conmigo, era la primera vez que mantenía una conversación con Pamela, hasta entonces lo máximo habían sido palabras de saludo o despedida. José Luis vio entre la gente un conocido y se disculpo y se marcho. Entre Pamela y yo se creo un silencio embarazoso. Dio la casualidad que dicho silencio lo rompimos los dos a la vez.

-          “¿Quieres...?” comencé a decir yo.

-          “Mañana...” dijo ella.

-          “Perdona, decías” dije

-          “Solo iba a decir que mañana tendremos que estar temprano para maquillarnos...” dijo “¿Y tu?”

-          “Si que tendremos que estar temprano, te preguntaba si querías tomar algo” dije señalando el bar cercano.

-          “Si vamos, podremos tomarnos algo y poder hablar sin gritar” dijo.

Nos dirigimos al bar, aunque había menos ruido la conversación se hacia difícil. Seguimos hablando de la cabalgata del día siguiente, su conversación era fluida y divertida. Fuimos interrumpidos por José Luis.

-          “Os he visto venir aquí” dijo José Luis.

-          “Si estamos tomando algo, ¿Que quieres tu?” dijo Pamela.

-          “No, venía a decirte que como yo no salgo mañana en la cabalgata no necesito irme pronto a dormir, así que me voy a dar una vuelta con unos amigos, ¿No te importa verdad?” pregunto José Luis.

-          “No cariño, vete” dijo Pamela dándole un beso en la boca.

José Luis se fue y quedamos Pamela y yo.

-          “Ves por eso no me gusta salir en la cabalgata, en la fiesta del sábado tengo que irme pronto para descansar” dijo Pamela.

-          “Si, pero mañana, después de la cabalgata te encontraras mejor” dije.

Seguimos hablando de los pros y las contras de salir en la cabalgata, los cubatas de ron con cola fueron cayendo, y haciendo su efecto.

-          “Perdona un momento, ahora vengo” dijo Pamela

Se levanto y fue al baño, unos segundos después volvía.

-          “Hay cola” dijo

-          “Si quieres podemos ir a mi casa, está aquí cerca” lo dije porque sabía que su casa estaba algo lejos, y si estaba necesitada no llegaría.

-          “Tengo una idea mejor” dijo “Mi tienda esta aquí cerca, acompáñame”.

La seguí, llegamos a la tienda, y abrió, fue directa al baño.

-          “Si que lo necesitaba” dijo al salir del baño.

-          “¿Puedo?” dije señalando el baño.

-          “Si, claro” dijo.

Entre en el baño y unos minutos después salí, Pamela estaba sentada en una silla frente el mostrador, donde había una botella de cava, y había servido dos copas.

-          “Te apetece” me dijo.

Por un momento no pensé en la copa de cava, sino en ella, claro que me apetecía y a quién no.

-          “¿El qué?” dije algo despistado.

-          “El cava, ¿En que estabas pensando?” lo dijo pasándose la lengua por los labios.

La experiencia me decía que era el momento, debía decir algo que me permitiera saber su disponibilidad.

-          “Estaba pensando en el disfraz que llevabas ayer, el de Eva” dije.

-          “¿Te gusto? Lo tengo en la tras tienda” dijo.

-          “Si mucho, aunque pensaba como te quedaría el disfraz de Eva al natural” dijo.

-          “Te gustaría verlo” dijo con una gran sonrisa en la cara.

-          “Pagaría por verlo” dije.

Entro en la trastienda, salió poco después llevaba algo en la mano.

-          “Has dicho que pagarías por verlo, vete preparando” dijo, y se metió en un probador.

Al salir quede impresionado, Pamela salió casi desnuda, solo iba tapada por las 3 hojas.

-          “Yo he cumplido, ahora te toca a ti” dijo.

-          “Tengo que hacer” dije.

-          “Póntelo…” dijo y me tiro algo “Es el disfraz de Adán, y como yo tengo puesto el de Eva”.

Cogí lo que me tiro, lo mire y era un tanga con una hoja. Entre en el probador, me quite el disfraz de lobo y me puse el tanga y salí. Hacia algo de frio.

-          “Somos Adán y Eva” dijo Pamela acercándose a mi “¿Tienes frio?”

-          “Si un poco” dije, temblé al sentir su mano en mi paquete.

-          “Ven en la tras tienda hay una habitación que está muy caliente” dijo dirigiéndose a la tras tienda.

La seguí y efectivamente me condujo a una habitación pequeña, con una cama.

-          “Cierra la puerta, para que se mantenga el calorcito” dijo.

Fui a cerrar la puerta.

-          “Uy, hay una corriente de aire” dije quitándome el tanga, quedando desnudo, y cerrando la puerta.

Cuando me gire Pamela se había quitado las prendas que llevaba quedando desnuda.

-          “La corriente de aire me ha quitado las hojas” dijo tumbándose en la cama.

Me acerque a la cama, me arrodille junto a ella, acaricie sus pechos, puse mi dedo en su boca y ella me lo chupo. Mordisquee sus pezones, y baje mi mano a su entrepierna, la deslice por su vello púbico, para llegar a su rajita acaricie su clítoris, y sus labios vaginales, sentí como su coño se humedecía al igual que mi polla comenzaba  a endurecerse. Pamela gimió al sentir mis dedos dentro de su vagina.

-          “Métemela, quiero sentirte dentro de mi” dijo jadeando.

-          “Todo a su tiempo, antes juguemos un poco” dije, dándole un mordisco al pezón.

-          “Bruto, me vas a dejar marca” dijo.

Seguí acariciando su entrepierna, ella siguió gimiendo, cada vez más fuerte.

-          “Si, estoy a punto de llegar, métemela, YA” dijo gritando.

Me coloque en medio de sus piernas, mi polla estaba preparada, la puse en posición y lentamente se la metí. Pamela mordía la almohada. Se estremeció y dio un grito.

-          “YAAAAA, córrete tu” dijo alcanzando el orgasmo.

No pare seguí penetrándola, una y otra vez.

-          “Quiero ponerme encima, quiero cabalgar” dijo, me deje caer a su lado.

Ella se sentó encima de mí dejándose caer lentamente, empalándose con mi polla, con movimientos rítmicos, me excito hasta correrme, ella alcanzo un nuevo orgasmo al sentir mi leche en su interior. Se dejo caer sobre mí. Tras unos minutos de de descanso me levante. Nos miramos.

-          “No creas que… es la primera vez, bueno la primera vez que lo hago con otro que no sea mi marido, desde que me case, lo necesitaba” dijo.

-          “Mejor no digas nada, mañana nos vemos” dije, salí me volví a poner el disfraz de lobo y me marche.

Al día siguiente en la cabalgata, no nos dijimos nada, pero ella seguía con su rol de mujer fatal, haciendo que los hombres de la asociación se calentasen. Los comentarios eran de los más dispar (esa lo que necesita es un buen polvo; le metía la polla hasta los huevos; que caliente esta está pidiendo ser follada; etc.), y yo pensaba para mi llegáis tarde.

Al terminar la cabalgata, Pamela, se acerco a mí con disimulo.

-          “Lo de anoche queda entre tú y yo, fue un calentó, la bebida, nunca más” dijo.

Durante el año no volví a hablar con Pamela, lo máximo saludos y despedidas, y llego de nuevo el carnaval, la noche del baile de mascaras se me acerco Pamela.

-          “Mañana cierro la tienda, a las nueve te espero” dijo y se marcho.

Tuve dudas, pero el sábado a las nueve estaba en la tienda, entre y ella cerro detrás de mí.

-          “Vamos a la habitación” dijo.

En esta ocasión no bebidas, ni juegos de palabras, directamente nos metimos en la cama y follamos, como el año anterior nos entregamos el uno al otro, nos vaciamos, hasta quedar satisfechos.

Han pasado cuatro años, desde aquella primera vez y cada año en sábado de carnaval nos juntamos y follamos, el resto del año somos como desconocidos. Este año nada ha cambiado hemos sido unos desconocidos, y se acerca el sábado de carnaval, se que esa noche me espera una mujer caliente con un coño húmedo, que ha esperado un año para sentir mi polla dentro.

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