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Búscate un amante I

en Hetero: Infidelidad

Cuando mis padres se separaron y me tuve que ir a vivir con mi abuela, mi vida cambio, tuve que adaptarme a la nueva situación: un nuevo instituto y nuevos compañeros. Entre los nuevos compañeros estaba Paco, era el típico empollón, siempre estudiando y siempre sacando muy buenas notas. Por mi parte era un buen estudiante, los profesores decían de mi que si estudiase sacaría muy buenas notas.

Durante el curso había ido varias veces a casa de Paco, conocía a sus padres, el padre, el señor Francisco reputado abogado, de unos 45 años, de carácter serio y dictatorial; la madre, la señora Felicia, de 38 años, sus labores, se conserva muy bien, de joven había sido una belleza con un cuerpazo, de carácter afable aunque siempre distante y altanera.

Estábamos en casa de Paco en el salón, comparando los ejercicios que al día siguiente, viernes, teníamos que exponer en clase, su padre estaba en el despacho y su madre en un sillón leyendo. Faltaban dos meses para finalizar el curso, y la semana siguiente tendríamos la semana blanca, ósea una semana de vacaciones para preparar los exámenes.

-         ¿Qué piensas hacer la semana que viene? – pregunto Paco.

-         No se, había pensado ir a ver a mi madre, pero estará fuera. Así que me quedare en casa estudiando.

-         ¿Por qué no te vienes conmigo a la casa de campo? – dijo Paco en voz baja.

-         ¿Y tus Padres? – respondí en voz baja.

-         Ellos estarán conformes – dijo en voz baja antes de dirigirse a su madre – ¡mama! ¿Puede venir José Antonio a la casa de campo la semana que viene?

-         Por supuesto – respondió la madre de Paco – si el quiere.

-         Por mi parte no hay inconveniente; pero mi abuela.

-         No te preocupes por tu abuela, luego hablare con ella, nos conocemos hace tiempo. No se si lo sabrás pero tu madre y yo estudiamos juntas.

Era la primera vez que cruza unas palabras con la madre de Paco, que no fueran saludos.

-         No lo sabía.

-         Si mis padres, los abuelos de Paco eran amigos de tus abuelos, ella siguió estudiando y yo me dedique al negocio familiar, hasta que me case.

Recordé que Paco me había dicho que sus abuelos maternos habían tenido una droguería.

La madre de Paco siguió hablando y recordando los tiempos de colegio.

-         ¿Te quedas a cenar?

-         No se si mi abuela...

-         Ahora mismo saldremos de dudas.

Se levanto, fue directa al teléfono, lo descolgó y llamo.

-         Buenas noches, soy Felicia, se acuerda de mi.

-         ...

-         Si, exacto.

-         ...

-         Si mucho tiempo, ¿Como esta?

-         ...

-         Me alegro, le llamaba porque su nieto José Antonio esta aquí.

-         ...

-         Si esta estudiando con mi hijo Paco, van a la misma clase.

-         ...

-         ¿Se puede quedar a cenar?

-         ...

-         No se preocupe después mi marido, Francisco, lo acerca en el coche, será un momento.

-         ...

-         Si, un día de estos pasare por allí a verla, buenas noches.

Colgó el teléfono.

-         Todo resuelto, te quedas a cenar.

-         ¡Mama! No le has preguntado si puede venir a la casa de campo.

-         Paco tienes razón.

Volvió a descolgar el teléfono y llamo.

-         Soy yo otra vez.

-         ...

-         No, es que la semana que viene aprovechando que tiene unas mini vacaciones para estudiar, nosotros nos iremos a la casa que tenemos en el campo. Y mi hijo ha invitado a su nieto a venir.

-         ...

-         No, esta cerca, un par de horas.

-         ...

-         Vale, a eso de las seis de la tarde pasaremos a recogerlo.

-         ...

-         Si, buenas noches, nuevamente.

Volvió a colgar el teléfono.

-         Solucionado, te quedas a cenar y mañana te vienes con nosotros.

Con paso firme se dirigió al despacho donde estaba el padre de Paco.

-         Voy a preparar la cena, tenemos invitado, no te demores.

Felicia se fue a la cocina, y comenzó a preparar la cena.

-         Que bien, pasaremos una semana juntos, en estas fechas en la casa de campo se esta bien, pero es aburrido, en verano se pasa mejor pues esta la piscina, y suelen estar los vecinos..., uno de los vecinos tiene una hija, que esta buenísima...

En eso salió la madre de Paco.

-         Ayudadme a poner la mesa, de cena hay algo de fiambre y una tortilla. ¿Supongo que te gusta la tortilla?

-         Si mucho gracias.

Entre Paco y yo pusimos la mesa, media hora después estábamos cenando.

Paco y yo hablábamos de lo que íbamos a hacer la semana de vacaciones, mientras los padres de Paco estaban en silencio cenando. Al finalizar el padre de Paco me llevo a casa siguiendo las indicaciones que le di.

Al día siguiente Paco y yo nos vimos en el instituto, seguimos haciendo planes. Y por la tarde me vinieron a buscar, efectivamente la casa de campo estaba a unas dos horas. Entramos a la casa, había una especie de recibidor,  me dio un olor fuerte a cerrado.

-         No hemos venido desde las fiestas de Navidad – dijo Paco al verme arrugar la nariz – deja la maleta, te enseñare la casa.

Deje la maleta en el suelo. Al frente había unas escaleras.

-         Las escaleras llevan al segundo piso, donde están nuestras habitaciones, después subiremos, ahora te enseñare el reto de la casa.

Me señalo una puerta a mano derecha.

-         Esa puerta da al garaje y a un jardín.

Por esa puerta fue por donde entraron los padres de Paco. Este abrió una puerta corredera, que daba al salón. Era un salón grande, con comedor y al final una cocina abierta tipo americana. Al fondo se veía una puerta y a nuestra derecha un pequeño pasillo con tres puertas. Los padres entraron en la puerta de la izquierda con las maletas.

-         Esa es la habitación de mis padres – dijo Paco señalando a la puerta donde entraron sus padres - la de la izquierda es otra algo mas pequeña, y enfrente el cuarto de baño.

Me cogió del brazo y me arrastró al comedor.

-         La puerta de allí al fondo da a la piscina.

La abrió daba al exterior, a mano derecha había una pequeña edificación. Le iba a preguntar pero Paco se me adelanto.

-         Ese edificio es una especie de loft, lo uso yo en verano

Desde dentro el padre de Paco, nos llamo.

-         Chicos, subir las maletas, que vamos a ir a cenar al pueblo.

-         Venga vamos arriba a dejar las maletas en nuestras habitaciones.

Recogimos las maletas y subimos al segundo piso.

-         Aquí están nuestras habitaciones, esta primera es la tuya, la siguiente es la mía.

Había tres puertas mas, las mire, Paco me miro y sonrió.

-         La de enfrente es el cuarto de baño, de esta planta, y las otras dos son también habitaciones.

Dejamos las maletas en la habitación y bajamos. Los padres de Paco ya nos estaban esperando, fuimos al pueblo andando, aunque antes de llegar había un restaurante donde nos quedamos a cenar. Tras la cena nuevamente a la casa, los padres de Paco se fueron directamente a su habitación. Mientras Paco y yo nos quedamos viendo la televisión, aunque no por mucho tiempo ya que estábamos cansados. Pero el mismo cansancio no me permitía dormir, salí fuera de la habitación, Paco estaba totalmente dormido. Baje las escaleras, pensando en ir a la cocina. La puerta que daba a las habitaciones de los padres de Paco estaba abierta y se escuchaba hablar, fue la curiosidad la que me hizo acercarme.

-         Cariño, venga tengo muchas ganas, hace mucho que no lo hacemos – dijo Felicia.

-         Feli, los chicos nos pueden oír.

-         Fran, no pongas escusas, venga estoy que ardo, toca veras.

No los podía ver porque estaba oscuro pero me imaginaba a Felicia cogiéndole la mano y poniéndola en su entrepierna.

-         Estate quieta, Feli, estoy cansado.

-         Siempre la misma cantinela. Cualquier día te vas a enterar.

-         ¡Que! ¿Te acostaras con otro?

-         Por ejemplo.

-         Si tanta ganas tienes búscate un amante que sea joven, y por favor se discreta.

Sentí movimiento imagine que Felicia se estaba levantando, en silencio corrí a la cocina, abrí el grifo y me llene un vaso de agua.

-         ¿Quién esta ahí? – pregunto Felicia.

-         Soy yo, José Antonio.

Felicia estaba imponente, llevaba un camisón fino que se trasparentaba su cuerpo desnudo, sin sujetador ni bragas, fue una visión de segundos pues rápidamente se coloco bien la bata cerrando la visión.

-         ¿Qué haces aquí?

-         No podía dormir, decidí tomar un vaso de agua.

Fue un segundo lo que aparto su vista de mis ojos, estoy seguro que miro mi paquete que lo tenia bastante abultado.

-         A mi me sucede lo mismo.

Se produjo un silencio, mientras ella se llenaba el vaso de agua.

-         Podías haber ido al baño de arriba.

-         Lo hice pero no encontré vasos.

-         Ah, es bueno saberlo mañana mismo subiré unos cuantos.

Y se fue hacia su habitación, yo la seguí, mirando su trasero como se movía rítmicamente de un lado a otro, haciendo que aun me excitara más. La entrar en la habitación me despidió con un movimiento de su mano. Yo respondí de igual forma. Desde ese momento comencé a ver a Felicia con otros ojos, a pensar en ella de otra forma, aunque siguiese siendo la madre de mi amigo Paco, era una mujer madura muy deseable.

Me costo dormir, ya no solo era por el cansancio sin también por lo escuchado entre los padres de Paco y lo visto.

Cuando me desperté era tarde, me vestí de forma sport, con un chándal, baje al salón estaba vacío, salí al jardín de la piscina, en una tumbona con un bikini amarillo estaba Felicia.

-         Buenos días.

-         Buenos días, ya despertaste.

-         Si, estaba cansado y me costo dormir anoche.

-         ¿Por qué?

-         Debe ser por el cambio – dije, aunque me habría guastado contestarle “por tu cuerpo serrano morena”.

-         Paco se ha ido con su padre al pueblo hace rato, a por víveres para hacer la comida y la cena, no creo que tarden mucho.

Me quede parado, sin saber que hacer.

-         Si quieres puedes tomar el sol, no te digo que te des un baño porque el agua esta realmente fría.

-         No he traído bañador.

Deje volar la imaginación, esperaba que me contestase: “Aquí no te hace falta, nadie nos vera” y diese ejemplo desnudándose ella.

Se levanto, se dirigió hacia mí, al estar a mi altura.

-         Ven, acompáñame.

Entonces se encamino hacia el loft de la piscina. Nuevamente mi imaginación se disparo, aunque no había visto el loft por dentro si que me lo había descrito Paco, y era lo mas parecido a un picadero, allí follaríamos hasta caer rendidos. Entro en el loft, yo la seguí. Una vez dentro me señalo un armario.

-         En ese armario, en uno de los cajones hay bañadores, seguro que alguno te sirve.

-         Gracias.

Fui al armario, antes de llegar me había quitado la chaqueta del chándal, y la camiseta quedándome desnudo de cintura hacia arriba. Mire hacia tras, Felicia no se había marchado me estaba mirando, al ser descubierta se puso nerviosa.

-         Bueno será mejor que me vaya.

Y salió; pero dejo la puerta entreabierta, estaba seguro que ella seguía mirando. Decidí dar un espectáculo, me quite el pantalón y el slip quedándome desnudo, no es que fuese un exhibicionista; pero pensar que ella me podía ver desnudo me excitaba. Busque un bañador, había varios que me podían servir, escogí uno tipo pantalón. Y salí. Felicia en ese momento se dejaba caer en la tumbona, eso era síntoma que me había estado espiando.

Me acerque a ella, me puse enfrente, tapándole el sol, ella me miro, mi imaginación estaba muy caliente, imagine que se sentaría en la tumbona me bajaría el pantalón y me comería la polla.

-         Al fondo tienes tumbonas y toallas – dijo señalando la otro lado de la piscina.

Fui a donde me indicaba, cogí una tumbona y una toalla, y volví para ponerme junto a ella. Entonces ella se levanto.

-         Ya he tomado bastante el sol, voy a cambiarme. Y preparar las cosas para hacer la comida.

Me dejo con la palabra en la boca. Decidí que lo mejor era olvidarme de ella. Pero unos minutos bastaron para que volviese a mi mente aquella mujer. Su habitación daba a la piscina a través de unos ventanales que tenían unas cortinas finas, debido a la luz del sol se trasparentaban permitiendo vislumbrar lo del interior de la habitación. Así pude ver como se quitaba el bikini, quedando desnuda. Aunque solo fuese una visión de la silueta hizo que se me pusiera la polla tiesa, haciendo que el paquete se abultara, tuviera que acariciármela.

Cuando me di cuenta ya era tarde, Felicia me estaba observando, intente disimular. Se acerco.

-         Cuando te canses… de tomar el sol, vienes a echarme una mano.

No supe que decir, en sus labios se había dibujado una sonrisa, se giro y se marcho, moviendo las caderas. Se había puesto un vestido ajustado, que marcaba sus curvas.

Media hora después me vestía y me dirigía a la cocina, allí estaba ella preparando una ensalada.

-         Ya has terminado… - lo dijo mirándome descaradamente el paquete.

-         Si – dije algo nervioso.

En ese momento llegaron Paco y su padre. Este beso a Felicia, y no me paso desapercibido el apretón que le pego en el culo.

Paco y yo preparamos la mesa, su padre se sentó en el sofá mirando la tele, y Felicia termino de hacer la comida. Mientras comíamos no podía dejar de mirar a Felicia, mis pensamientos iban dirigidos a los recuerdos de la mañana.

Por la tarde Paco y yo estuvimos estudiando, y por la noche hicimos una barbacoa. Por la noche como la noche anterior me costaba dormir, así que decidí beber un vaso de agua, fui al baño y allí había vasos, pensé como hacer para bajar a la primera planta y espiar a Felicia. Cogí el vaso y baje, en la cocina estaba Felicia.

-         Tampoco puedes dormir.

-         Sí, he bajado a beber agua.

-         Deje vasos arriba.

-         Si pero el agua esta natural y quería algo fresco.

-         En la nevera tienes agua.

Felicia estaba impresionante, en esta ocasión no se recoloco la bata, por lo que me permitía intuir su cuerpo.

Cuando me marchaba inspiro haciendo que sus pechos creciesen y se marcasen.

-         Que tengas buenos sueños.

-         Los tendré – dije inconscientemente.

-         Los tendrás – creí escuchar de Felicia.

No me fui a mi habitación, antes pase por el baño, y me masturbe pensando en Felicia.

El domingo me levante a la par que todos, y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo comimos en el. Por la tarde, tras dormir una buena siesta despedimos al padre de Paco, el volvía a la ciudad tenía que trabajar, así que nos quedábamos en la casa Paco, Felicia y yo.

Por la noche Felicia se fue pronto a la cama, y a media noche nos fuimos Paco y yo. Nuevamente me costaba dormirme, mas pensando que Felicia estaba en la habitación de abajo sola. Nuevamente decidí bajar en esta ocasión no cogí el vaso.

En la cocina estaba Felicia, en esta ocasión solo llevaba puesto el camisón.

-         Buenas noches, nuevamente nos encontramos en mitad de la noche – dijo Felicia.

-         Si parece cosa del destino.

-         No traes el vaso.

-         No, cogeré uno de la cocina.

Pase por delante de ella, se le marcaban los pezones, eso hacía que me excitara hasta el extremo de que se me pusiera tiesa.

-         Tengo un dolor en la espalda, parece que tengo una contractura.

-         Quieres que te de un masaje – la tutee apropósito.

-         Sabes dar masajes.

-         Un poco.

-         Inténtalo.

Comencé a darle un masaje sobre los hombros, la tira derecha del camisón se cayó a un lado, permitiéndome ver su pecho. Había llegado el momento clave, si me iba entonces todo quedaría en nada; pero si seguía podrían suceder dos cosas, que me rechazase y me diera un guantazo, con lo que haría el ridículo más grande, o por el contrario terminase en la cama con ella. Recordé los consejos de mi tía Carmen (Relatos de Verano: La profesora) si no lo intentaba siempre me quedaría la duda, y en el supuesto de que me diese el guantazo seguro que solo quedaría en eso, a mi no me interesaba que se supiera; pero a ella seguro que tampoco.

Bese su cuello, su reacción fue un gemido de placer, baje las manos rodeándola, agarrando sus pechos, masajeándolos, pellizcándole los pezones. Ella giro la cara, entreabriendo su boca, buscando mi boca. Nuestras bocas se juntaron y nuestras lenguas bailaron juntas, su camisón había caído hasta la cintura dejando sus pechos al descubierto, por lo que me permitía magrearlos directamente. Sentí su mano en mi paquete, acariciándolo, metiendo su mano por debajo del pantalón del pijama, agarrándome la polla.

-         Vamos a la habitación, aquí nos puede ver mi hijo Paco.

Con una mano se cogió el camisón para que no cayera al suelo, pero no se lo volvió a colocar, con la otra me cogió de la muñeca y me arrastro a su habitación.

Dentro de la habitación dejo caer el camisón, quedando desnuda solo con las bragas, me quito la camiseta, y me bajo los pantalones del pijama, quedando su cara frente mi polla, me beso la polla.

-         Espero que sepas cumplir.

Hice que se pusiera de pie, bese su boca, y la empuje lentamente para que cayera sobre la cama, y yo tras ella. Tumbado en la cama, su muslo acariciaba mi polla. La bese nuevamente, me deslice hacia abajo, pasando por sus pechos, chupe sus pezones, sus gemido iban en aumento, cogió la almohada y se la puso sobre la cabeza y boca para ahogar los gemidos que se habían trasformado en gritos, llegue a su entrepierna, lentamente tire de sus bragas hacia abajo, apareció su vello púbico, era un triangulo perfecto bien recortado. Una vez que le quite las bragas hice que se abriera de piernas, pensé en mojarme el dedo, pero al pasarlo por su clítoris y los labios vaginales comprobé que estaban muy húmedos. Con los dedos acariciaba su clítoris y sus labios vaginales, e introducía lentamente un dedo o dos en su vagina, en eso se quito la almohada de la cara.

-         Métemela, la quiero dentro – dijo entre jadeos.

Seguí acariciando, su clítoris era bastante grande así que acerque mi boca a él, lo acaricie con la lengua, y le di un pequeño mordisco. Sus jadeos aumentaron de ritmo, de pronto su cuerpo se estremeció, había alcanzado un orgasmo. Comencé a subir, besando su barriga, me pare en sus pechos para deleitarme con ellos. Ella entrecruzo sus piernas en mi espalda, mi polla estaba a la entrada de su vagina, lentamente mi polla entro y salió, arrancándole gemidos de placer, recorriendo su vagina. Sus gritos eran apagados por la almohada, no tardo en alcanzar otro orgasmo.

-         Dios, es increíble, quiero ponerme arriba, quiero cabalgar.

No dije nada, simplemente me deje caer a su lado, ella me acaricio la polla.

-         Esta muy rica.

Se situó encima dejándose caer, quedando mi polla dentro de su vagina, le agarre las tetas, ella siguió jadeando, intentando que ser silenciosa, cada vez más rápido, se dejo caer encima mío, estaba a punto de correrme, seguí empujando, de pronto ella se estremeció, yo me corrí haciendo que mi leche entrara en su vagina, ella alcanzo un tercer orgasmo. Permanecimos abrazados unos minutos, se separo de mí.

-         No creí que pudiera ser así, es mas no creo que nunca haya tenido algo parecido con mi marido.

-         Puede ser el tiempo que no follabas.

-         Nos escuchaste el otro día.

-         Si, os escuche.

-         También le escuchaste cuando dijo que si lo hacia fuera con un joven, no creí que llegara a hacerlo, pero cuando te vi por la mañana en la piscina sentí algo, me excite, desee hacerlo. Cuando esta noche bajaste, estaba segura que no podría resistirme.

Guarde silencio.

-         Sera mejor que te vayas, por si Paco bajase.

Cogí mi pijama, me lo puse, y salí.

-         Solo te pido que seas discreto, no debe salir de aquí – dijo Felicia cuando estaba en la puerta.

Me metí en la cama pensando en lo sucedido, estaba claro que Felicia había decidido cruzar la línea de la infidelidad, para su satisfacción sexual. Me quede dormido.

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