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Un amigo para todo

en Hetero: Infidelidad

Estaba en plenas vacaciones de verano, en la casa de la playa de mis tíos, cuando me llamaron del departamento de personal, mi contrato temporal con la empresa espiraba en 20 días, imaginaba que me darían el finiquito.

Decidí que cuanto antes me diesen la noticia mejor, cogí el coche y me di un palizón de más de 500 kilómetros. Tras descansar en mi piso de alquiler, al día siguiente me presente en el departamento de personal, fui directo al despacho del jefe de personal, delante de su puerta estaba su secretaria, una mujer de unos 30 años, de pelo castaño recogido en un moño, con gafas. Bajo la chaqueta se percibía un cuerpo delgado, sus tetas proporcionalmente a su cuerpo parecían algo grandes.

-         Buenos días... – salude a la secretaria, encima de la mesa ponía: “Estela García. Secretaria de Personal” - ...Estela.

-         Buenos días, ¿Qué desea?

-         Me llamo José Antonio, ayer recibí una llamada.

-         Si, un momento – dijo levantándose, me dio la espalda.

Su silueta por detrás era impresionante, pues tenia una cintura muy estrecha, un trasero redondito con muslos bien contorneadas.

Rebusco entre unos papeles hasta que encontró lo que buscaba.

-         Aquí lo tengo – se levanto - puede esperar un momento.

Se levanto y se dirigió a la puerta, sus andares eran sensuales.

Entro en el despacho, estuvo unos minutos y volvió a salir.

-         Ya esta todo aclarado, el señor Vicente Soriano, le recibirá.

Se refería  al jefe de personal.

Entre en el despacho.

-         Buenos días, señor... – me corto.

-         Déjese de formalismos, siéntese, Estela le ha dicho algo.

-         ¿Su secretaria? ¡No!

-         Señor José Antonio, ¿Esta usted contento en la empresa?

-         Sí por su puesto.

-         Tiene 26 años, supongo que se habrá planteado su futuro no solo laboral sino social, me refiero a formar una familia.

Aquella era la pregunta que más temía, pues hablando con otros compañeros sabía que la política de la empresa en lo referente a la familia era bastante rígida, casi todos lo contratos indefinidos eran para empleados con familia.

-         Si tengo 26 años. En este momento no tengo novia, mi trabajo me ocupa demasiado tiempo – dije, nada mas terminar la frase me di cuenta que acababa de hacer un reproche a la empresa.

-         Si lo comprendo, hasta ahora ha estado en varias oficinas. Y el puesto de trabajo que tenemos en mente es precisamente uno en el que deberá visitar las oficinas, lo que significa que estamos buscando un perfil de una persona implicada en la empresa, y sobretodo sin ataduras familiares por el momento, en el futuro con las promociones todo sé vera. Creemos que usted encaja en ese perfil.

Hubo un silencio, no sabia que responder, había ido a la entrevista convencido que me iban a dar la patada; pero en cambio me estaban ofreciendo trabajo.

-         No espero que me contestes ahora, sé que estas en plenas vacaciones, cuando vuelvas de vacaciones, el día...

-         El lunes, día 12.

-         Por supuesto estamos hablando de un contrato indefinido.

Simplemente asentí con la cabeza. Le abría dado la contestación afirmativa; pero por prudencia decidí esperar a la vuelta de vacaciones. Salí del despacho sin mirar a nadie, solo pensando en salir, aquel día, 2 de agosto, tendría que ponerlo con letras en mi calendario personal, como día importante, auque en ese momento no sabia lo importante que seria.

Estuve dando vueltas con el coche sin destino. Cuando me di cuenta era tarde, fui a comer a un bar, después fui al piso. Me plantee volver a la casa de la playa; pero como era viernes y tenia ganas de celebrarlo. Decidí salir por la noche a celebrarlo, fui a cenar a un buen restaurante, a la salida me encontré con unos conocidos, que iban muy bien acompañados, me uní a ellos, fuimos a una disco cercana a mi piso.

Desde que entre en la disco tenia claro que aquella noche tenía que ser especial, tontee con una camarera de la barra, con una joven que estaba en el grupo de conocidos, el alcohol hizo que me lanzase. Me fije en una mujer que tenía un vestido azul muy ceñido con un gran escote, pelo castaño claro largo. Al estar cerca me pareció que era Estela la secretaria de personal, estaba ya algo cargado por eso dudaba, además llevaba el pelo largo y no llevaba gafas. Que importaba, lo importante era que estaba muy buena, resulto ser Estela.

-         ¡Guau! Que cambio.

Me miro y sonrió.

-         ¿Qué haces por aquí?

-         He venido con unos amigas, estamos celebrando mi cumpleaños – dijo dando un hipido, ella también parecía que había bebido mas de la cuenta.

-         Felicidades, yo también estoy de celebración…por lo de mi contrato.

Me presento a sus amigas. Nos acercamos a la barra, pedimos unos combinados. Estábamos hablando...

Sentí un grito, me desperté, al girar me caí en el suelo. Me dolía la cabeza, estaba en slip, era mi piso, el salón comedor, entraba mucha luz, lo que significaba que era de día, Había ropa en el suelo en dirección a mi habitación. No recordaba nada. Me levante, por inercia seguí el rastro de la ropa, justo delante de la puerta había un sujetador, al abrir la puerta me encontré a Estela sentada en la cama. Lo único que vi fueron sus tetas.

-         Ahhhhhhhhhhhhhhh – dio un grito, cogió la sabana y se tapo.

Por mi parte me di la vuelta, la cabeza me iba a estallar no era capaz de recordar lo sucedido, estaba hablando en la barra de la disco, comenzó la música lenta, Estela y yo salimos a bailar, nos agarramos y... no era capaz de recordar.

-         ¿Te encuentras bien? – dije sin darme la vuelta.

-         ¿Dónde estoy?

-         En mi piso.

-         ¿Qué ha sucedido?

-         No lo se solo recuerdo que estábamos bailando...

-         ¡Dios! Dije algo de ir a tu piso.

-         No recuerdo nada me he despertado en el sofá...

-         Entonces no ha pasado nada.

-         No lo se, estaba muy bebido para hacer nada.

-         ¡Dios! Mi marido, ¿Que hora es?

-         No se - mire hacia el reloj de la mesita de noche - son las doce.

-         Mierda, y ahora que le digo. ¿Tienes teléfono?

-         En el salón.

-         ¿Mi ropa?

-         Esta… por todos los lados.

Se levanto, siempre cubriéndose con la sabana. Fue al comedor. Descolgó el teléfono.

-         Adela.

-         ...

-         Si estoy bien. Te tengo que pedir un favor, si llama mi marido le dices que he pasado la noche en tu casa y que voy para casa.

-         ...

-         No ya te contare.

-         ...

-         ¡Que Susy también te ha llamado!

-         …

-         No recuerdo bien lo que sucedió anoche.

-         ...

-         Vale.

-         ...

-         Recuerda lo que te he dicho.

Colgó, el teléfono.

-         Parece ser que salimos juntos de la disco, y nos acompañaba mi amiga Susy y otro que estaba contigo.

-         Seria cualquiera con los que iba, intentare saber quién era.

Se levanto fue recogiendo su ropa.

-         ¿El baño?

-         La puerta de enfrente de la habitación.

Estela entro en el  baño, aproveche para entrar en la habitación, coger ropa y vestirme. Cuando salió del ya se había vestido, y se había arreglado.

-         No tengo coche, a la disco fui en el coche de Adela. Podrías llevarme a casa.

-         Por supuesto – dije rápidamente, aunque no sabia si podría conducir.

Nos fuimos, tuvimos que andar un poco porque yo había dejado el coche cerca de la disco. Conduje hasta su casa.

-         No pares, sigue unos metros – dijo Estela al llegar a su casa.

Unos metros más adelante paré.

-         Gracias por traerme.

Salió del coche y se marcho. La vi entrar en su casa. Volví a mi piso, hice unas llamadas y al final conseguí saber que fue Miguel, un amigo, que junto con la amiga de Estela los que nos trajeron al piso.

Aquella misma tarde volví a la casa de la playa, no podía dejar de pensar en Estela, me había gustado.

Una semana más tarde, el lunes volví al trabajo, y lo primero que hice fue presentarme en la oficina de personal, Estela al verme se puso nerviosa.

-         Buenos días Estela.

-         Buenos días José Antonio.

-         Venia a firmar el contrato.

-         Sí por supuesto.

Puso los papeles delante de mí los mire y los firme.

-         Bueno ya soy empleado de pleno derecho de la empresa.

-         Sí por supuesto.

Me gire para irme.

-         José Antonio, tienes un minuto.

-         Sí, por…

-         Tenemos que hablar. Vamos a tomar un café.

Bajamos al bar de la empresa. Estuvimos hablando, le dije que no recordaba nada. Ella se tranquilizo. Un cuarto de hora después nos despedíamos como amigos.

En los siguientes meses nos vimos en bastantes ocasiones, por motivos de trabajo, pues ella era mi enlace con la central sobre los informes de las distintas oficinas. También era la que me proporcionaba los billetes de avión, tren, etc. para mis traslados. Eso hizo que tuviéramos bastante contacto sobretodo por teléfono. Se creo una cierta amistad, algo mas que de compañeros de trabajo.

Justo un año después de aquel incidente estaba yo en la central, me acorde que Estela celebraba su cumpleaños por esas fechas. Decidí hacerle una visita.

-         Buenos días.

-         Buenos días, que haces aquí. Acabas de terminar tus vacaciones y aun no tenemos un destino para ti.

-         Lo sé, venía a felicitarte.

-         ¡Felicitarme!

-         ¿Es tu cumpleaños?

-         Sí el domingo. Como lo has sabido.

-         Si de algo me acuerdo de aquella noche es que me dijiste que era tu cumpleaños.

-         Es verdad. Gracias.

Tras hablar unos instantes nos despedimos.

Al ser viernes salía a las tres. Como todos los viernes que estaba en la central había quedado con Miguel para ir a comer. En la salida me encontré a Estela.

-         Te vas a casa.

-         Si, voy a coger el autobús.

-         ¡No has traído coche!

-         No vengo en coche, normalmente Rodri, mi marido viene a buscarme, él trabaja de ocho a tres todos los días; pero este fin de semana tiene un congreso fuera, volverá mañana.

-         Para tu cumpleaños.

-         Si, para estar el domingo en mi cumpleaños.

-         Si quieres te llevo.

-         Supongo que recordaras que vivo al otro lado de la ciudad.

-         Lo sé, pero tengo que ir a buscar a un amigo. El que nos llevo a mi piso cuando…

-         No me lo recuerdes, si no te causa molestia.

-         De ninguna forma.

Salimos en coche pasamos a recoger a Miguel.

-         Buenas tardes, tú eres… - dijo Miguel.

-         Sí que lo es; pero no se lo recuerdes – dije.

-         Buenas tardes – respondió Estela.

Durante el trayecto Miguel no dejo de hablar de su trabajo. Estábamos llegando a casa de Estela.

-         ¡Anda si vives junto a tu amiga la calienta pollas!

-         ¿Cómo? ¿Quién?

-         Si tu amiga Susy

La cara de Estela cambio de color se puso blanca.

-         Susy no vive por aquí – dijo casi balbuceando.

-         Pero si la traje aquella noche, después de dejaros en el piso, Susy y yo nos liamos, y… esa es la casa – señalo justo la casa de Estela – decidimos venir a su casa; pero al llegar aquí, me dijo que estaba su marido, y me dejo... caliente.

Estela estaba temblando, comprendí que aquella noche Susy había ido a la casa de Estela, y con un poco de imaginación se podía pensar que se había acostado con el marido de Estela.

Estela bajo del coche.

-         ¿Te encuentras bien?

-         Si, si.

La vi entrar en su casa.

-         ¿Qué ha pasado? ¿Por qué entra en la casa de Susy?

-         No es la casa de Susy, es la suya.

-         Dios, esa pécora no solo es una calienta pollas, también es una guarra.

-         Tú lo has dicho.

Fuimos a comer, después me fui a casa, decidí descansar, me tumbe; pero no podía dejar de pensar en Estela, así que decidí ir a verla.

Llame a la puerta y me abrió Estela, estaba casi desnuda, solo llevaba puesta la camisa y las bragas.

-         Eres tu.

-         Si soy yo, como estas.

-         Bien, como voy a estar… – dijo, estaba bajo los efectos del alcohol – mi mejor amiga me la pega con mi marido.

En eso se vino hacia delante derrumbándose. La cogí como pude y la entre en la casa. Busque su habitación, y la deje sobre la cama. Fui a la cocina, había una botella de whisky vacía y otra a medias. Estaba claro que no había comido nada, busque en la cocina para preparar algo de cenar, cuando se despertara necesitaría comer algo.

Estuvo casi cinco horas durmiendo, cerca de las diez de la noche se despertó.

-         Gracias.

-         Deberías darte una ducha, he preparado algo para cenar.

Me hizo caso, se ducho, se puso un pijama y salió a cenar. Mientras cenábamos hablamos.

-         Te puedes creer, durante un año me he sentido mal por no saber que había sucedido entre nosotros, y el muy cabrón me la estaba pegando. La semana pasada hicimos 6 años de casados. Y ella, la muy zorra decía que era amiga mía, sabía mis entradas y salidas para follar con él.

Tras la cena, seguimos hablando, aunque era un monologo de Estela. Decidí que lo mejor era irme.

-         Bueno, como veo que estas mejor me voy.

-         Por favor, quédate esta noche.

-         Estas segura.

Me miro, su sonrisa fue mas una mueca.

-         Como amigo, hay una habitación de invitados.

-         Vale, como amigos.

Pensé la noche es muy larga y todo puede suceder, pero no sucedió. La escuche llorar, levantarse varias veces y deambular de un lado a otro. Por la mañana tenia ojeras muy pronunciadas. Pase toda la mañana con ella, entre los dos hicimos la comida, parecía mas tranquila; pero al finalizar de comer.

-         Ese llegará sobre las seis de la tarde.

Lo de “ese” sonó muy mal.

-         Quieres que me quede.

-         Me gustaría que te quedases; pero no quiero darle pie a lo que no es.

-         Si será mejor que me vaya, si necesitas algo ya sabes mi teléfono.

-         Gracias eres un amigo.

A mi me gustaba ser un amigo; pero me habría gustado mas meterme entre sus piernas, Estela hacia que me excitara solo con tenerla cerca.

Sobre las once de la noche llamaron a la puerta de mi piso, era Estela.

-         Buenas noches – dije, en su rostro había señales de haber llorado – no te quedes en la puerta, pasa.

Como una autómata entro y se sentó en el sofá.

-         Quieres tomar algo. ¿Has cenado?

-         Gracias, pero no necesito nada solo que alguien me escuche.

-         Pues venga dale a la sin hueso.

Sonrió.

-         Tu siempre con tus gracias.

Hubo un silencio.

-         Se lo he dicho.

-         El que.

-         Que sabía lo de Susy y él.

-         Lo habrá negado.

-         No, no lo ha negado. Salí de casa, llevo horas dando vueltas sin saber a dónde ir.

-         Bueno ya estás aquí, tranquilízate.

-         Te necesito – dijo echándose encima mío.

-         Aquí me tienes.

La vida das muchas vueltas, es imprevisible, hace extraños compañeros de viaje.

-         Lo que necesito ahora no es un amigo – dijo besándome – necesito... un amante.

-         No sabes lo que dices, estas alterada, debes recapacitar, la venganza no es el mejor camino.

-         No es venganza. Lo necesito para sentirme mujer.

-         Estas segura.

-         Yo si; pero veo que tu tienes dudas.

-         Ninguna duda, me gustas y mucho, no sabes cómo me pones cuando estas cerca de mí.

-         Demuéstramelo, fóllame.

Me abrace a ella, nos besamos apasionadamente. Materialmente la arrastre a la habitación, entre besos y caricias nos desnudamos, agarre con fuerza sus tetas, chupe sus pezones, estaba tan excitado que pensé que mi polla iba a reventar. Ella gemía de placer, se dejo caer en la cama, tirando de mi, haciendo que cayera sobre ella.

-         Hace un año cuando te conocí en la oficina, no podía imaginar que terminaría follando contigo.

-         Pues yo si que lo imagine, lo que era impensable es que se hiciera realidad.

Mi polla rozaba sus muslos. Con una mano pellizcaba sus pezones, con la otra mano acariciaba su cuerpo, en dirección a su entrepierna. Cuando por fin metí mi mano entre sus piernas. Estaba muy húmeda, acaricie su clítoris con los dedos. Introduje mi dedo índice en su vagina, dio un respingo, con del dedo pulgar seguí acariciando su clítoris. Su cuerpo se estremecía, jadeaba cada vez mas rápido, apretó sus piernas apresándome la mano, no por ello deje de acariciar su clítoris.

-         Ya estoy llegando, métemela, quiero sentirla dentro.

De pronto su cuerpo se arqueo, su respiración pareció pararse, alcanzo su primer orgasmo. Se relajo, se abrió de piernas, me coloque entre ellas, le agarre de los muslos, enfrente mi polla a la entrada de su vagina, y un pequeño empujón le metí la polla, cada vez mas a dentro hasta que estuvo totalmente dentro, me deje caer sobre ella, agarrando sus pechos, ella cruzo sus piernas en mi espalda y apretó. Nuevamente los gemidos fueron en aumento, a cada empujón mío, hasta que alcanzo un nuevo orgasmo.

Me deje caer a su lado, y seguí acariciando sus pechos.

-         Ha sido increíble, pero tú ...

-         Tranquila la noche es larga.

-         Pero aun tienes mas ganas.

-         ¿Y tú?

-         Muchas, hacia tiempo que no… con mi marido se había convertido en algo rutinario.

Volví a meter mi mano en su entrepierna y acariciar su clítoris y sus labios vaginales. Ella me agarro la polla, la acaricio.

-         Déjame que me ponga encima – dijo Estela.

No me dejo responder, se coloco encima mío, introduciéndose mi polla en su vagina. La cogí por la cintura, ella se movía hacia delante y hacia tras, sus tetas se movían rítmicamente al verlas mi excitación iba en aumento, le agarre los pezones pellizcándolos con los dedos, sus gemidos fueron en aumento, al igual que sus movimientos. Me faltaba poco para corroerme, hice que se echara sobre mi, aumente mis movimientos pélvicos, hasta que me corrí, ella alcanzo un nuevo orgasmo al sentir mi leche. Tras unos minutos abrazados nos separamos.

-         Creo que ha sido la mejor terapia, puedo quedarme a pasar la noche junto a ti.

-         Por mi no hay ningún inconveniente.

Nos volvimos a abrazar y nos quedamos dormidos.

Por la mañana al despertarme ella estaba junto a mi, acaricie sus pezones, que lentamente se fueron poniendo duros. Abrió los ojos.

-         Buenos días.

-         Buenos días. ¿Como te sientes?

-         Bien, muy bien. Estaba pensando en como puede cambiar la vida de una persona de un día para otro.

-         Y ahora que piensas hacer.

-         Hoy es mi cumpleaños, cumplo 33 años, debería celebrarlo.

-         ¿Cómo piensas celebrarlo?

-         Follando contigo nuevamente, te parece bien.

-         Me encanta esa celebración.

Y volvimos a follar como la noche anterior. Terminamos exhaustos. Estela desnuda se fue al baño, sentí como salía del baño dirección al salón. Me levante y la segui. Se habia sentado en el sofá, tenia el teléfono delante de ella.

Cogio el telefono.

-         Adela soy Estela.

-         ...

Me acerque a ella, acaricie su cuerpo.

-         Gracias, tenemos que hablar.

-         ...

Ella seguía hablando mientras mis dedos escudriñaban su entrepierna, se le escapo un medio gemido.

-         No estoy en casa.

-         ...

-         Te llamo desde casa de un amigo.

-         ...

-         Termino de hacer un par de cosas y voy para allí – dijo guiñándome un ojo.

Colgó el teléfono.

-         Aun tienes ganas, eres un semental.

Mi respuesta fue ponerme de pie, mi polla quedo a la altura de sus ojos, volvía a tener un tamaño considerable.

-         Veo que si que tienes ganas – dijo cogiéndome y acariciándome la polla.

Le cogí de la cabeza acercándola a mi polla, ella no se corto, se la metió en la boca y me la chupo. A la vez me acariciaba la base de mi polla y los testículos.

-         Quiero saborear tu leche.

No tardo mucho en conseguirlo, me corrí. Aunque no salió mucha leche si la suficiente para que ella la saboreara, dejándome la polla limpia de cualquier resto.

-         Que rica que esta, voy a ducharme.

-         ¿Quieres que lo haga contigo?

-         Dejemos que descanse – dijo tocándome la polla - tengo que ir a ver a Adela.

-         Quieres que vaya contigo.

-         Te lo agradezco; pero no hace falta.

-         Vale, ya sabes aquí me tienes par lo que quieras... nunca mejor dicho – dije sonriendo.

Me beso.

-         Gracias, tu serás mi amigo para todo... nunca mejor dicho.

Se metió en el baño, cuando salió estaba arreglada.

-         Nos vemos mañana en el trabajo – dijo como despedida.

-         Si necesitas algo... ya sabes – dije poniendo la mano y los dedos en forma de teléfono.

Su respuesta fue una sonrisa y un beso apasionado en los labios.

El lunes nada mas llegar a la oficina fui a ver a Estela, no estaba en su sitio, una compañera dijo que había llamado que no vendría, pues tenia que resolver unos asuntos particulares.

Estuve tentado de pedir un permiso para ir a verla; pero al llegar a mi mesa un compañero me dijo que había llamado una mujer, que luego llamaría, pensé en Estela.

Los minutos me parecieron horas y las horas días. Tras la comida la llame a casa.

-         Estela, estas bien.

-         José Antonio, me alegro que me llames, ahora mismo estaba pensando en ti.

-         Por que no me has vuelto a llamar.

-         Yo no te he llamado, anoche no podía dormir, pensando en todo lo sucedido. Estaba amaneciendo cuando me dormí. Hace un rato que me he despertado.

-         Te encuentras bien.

-         Si, aunque algo sola.

-         ¿Quieres que vaya?

-         Te lo agradecería.

Fui a ver a mi jefe, le dije que tenia unos asuntos personales que resolver, que me tomaba la tarde libre. Cogí el coche y me fui a su casa. Llame a la puerta, me abrió Estela, que se me abrazo, nos besamos, nos acariciamos. Entramos en la casa.

-         Que ha sucedido.

-         Como te dije ayer, fui a ver a Adela, ella es abogada le conté lo sucedido, vino conmigo. Estuvimos hablando con Rodri. Me dijo que fue solo aquella vez. Pero no le creí. Decidimos darnos un tiempo.

-         ¿Donde esta?

-         Se ha marchado, supongo que aun hotel o a casa de algún amigo.

-         Bueno, como veo que estas bien, será mejor que me marche.

-         Quédate, te necesito.

-         Necesitas al amigo o al ...

-         A los dos, ven conmigo.

Fui tras ella hasta la habitación.

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