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Mi paciente favorito (parte ii)

en Hetero: General

CONTINUACIÓN DEL RELATO: Mi paciente favorito I

Durante todo ése tiempo estuve nerviosísima y pensativa, pero estaba más que decidida. Para mí era muy importante y por suerte, el jóven aún seguía

allí como siempre. Llegado el día, actué como si todo fuese normal, esperando eso sí, el momento oportuno que disimuladamente dejé para el final.

De nuevo cogí mi carrito y me dirigí hacia su habitación. Todo seguía muy tranquilo. El jóven había ya mejorado mucho y en breves días saldría del

hospital pero de momento seguía igualmente sedado por las noches para que durmiese y descansase mejor. Yo sabía bien lo que tenía que hacer. Hoy

por fin quería dar el paso definitivo. Por primera vez en mi vida tenía la oportunidad de poder sentir dentro de mí, toda una gran polla de verdad y no

una de silicona como hasta entonces y no la iba a desaprovechar. Ahora ya no me conformaba tan sólo con mi consolador, a pesar de lo que me jugaba,

porque imaginaba que el placer de lo real debía de ser muy diferente y además mucho más bueno. Así que una vez que comprobé que no había nadie

por allí que pudiese perturbar nuestra intimidad, me dediqué otra vez a darle placer a aquél jóven, no sin antes haber cerrado bien la puerta, además de

la cortina. El carrito lo puse bien cerca de la cama para disimular y hacerlo servir de coartada por si me pillaban infraganti.

Seguidamente empecé a masturbarlo y a chupársela como el otro día, a la vez que me iba tocando también el clítoris para ir calentándome.

Poco a poco me fuí poniendo como una moto, al igual que él, ya que por lo que podía notar y ver, aquello cada vez estaba más tieso, duro y largo. Así

que sin pensar en las consecuencias, por fin me decidí. Me quité las zapatillas y las braguitas y me desabroché la parte de abajo de la bata. Me subí a la

cama y me puse de rodillas con la bata remangada encima del jóven, al cuál le había bajado ya el pantalón del pijama. Me lubriqué bien con saliba,

aunque ya estaba muy mojada y empecé a acercar aquella gran polla a la entrada de mi coño. al principio me dolía un poco, así que empecé a bajar con

suavidad y así poco a poco, me fuí metiendo centímetro a centímetro toda aquella gran barra de carne, hasta que noté como sus huevos chocaban ya en

mis nalgas. Una vez lo conseguí, me relajé y quise vivir el momento. Quería saber qué se sentía al tener todo aquello dentro de mí. Después con

cuidado empecé a subir y a bajar despacio y luego fuí aumentando más el ritmo.

Así estuve un buen rato hasta que ya me dolían hasta las piernas debido a la posición, pero no me importaba. Mientras, con una mano le iba acariciando

los huevos y con la otra me tocaba las tetas yo misma. Aquello todo junto era maravilloso. Ahora ya no sentía ningún dolor y todo era un inmenso placer.

Allí estaba yo, sola, cabalgando sobre aquél jóven que aún sin él saberlo, me estaba proporcionando mi primera experiencia sexual con un hombre.

Luego descansé un ratito y pensé en aquellas películas que solía ver en las que también dejaban que se la metieran por el culo, y éso yo también

quería probarlo. Por éso me decidí a cambiar de orificio. Entonces me subí un poco hacia arriba y me lubriqué con mucha más saliba todo mi agujero.

Luego puse la cabeza de su polla en la entrada y empecé a presionar para intentar que entrase, pero era imposible. Aquella polla era demasiado grande

y gorda para mi virginal culo. Así que empecé a lubricarlo mucho más y decidí meterme uno de mis dedos para que así, jugando con él allí dentro

poco a poco se fuese dilatando mi esfinger, y así después ya más tranquila pudiera ir metiéndome dos, que más o menos supuse que debía de ser la

medida de grosor de aquella descomunal polla.

Cuando ví que mis dos dedos entraban y salían ya sin ningún problema comprendí que con un poco de suerte había llegado el momento de la

penetración real en mi ano. Entonces se la cogí con una mano y la llevé a la entrada de mi agujero. Después intenté separar mis nalgas con las manos

y poco a poco fuí bajando, sintiendo como aquella barra de carne se iba abriendo camino dentro de mi culo. La sensación hasta ése momento era mucho

más placentera que cuando lo había hecho por el coño, quizás fuese debido a la presión que hacía mi esfinger sobre la polla de aquél jóven, pero al

principio he de reconocer que fué un poco más doloroso, aunque ahora que estaba ya dilatado era una maravilla.

No sé cuantas veces llegué a correrme. Iba subiendo y bajando sin parar como antes por aquella polla una y otra vez, sintiendo cada centímetro dentro

de mí y hasta sus palpitaciones hasta que él me inundó sin más, todo mi culo de un líquido viscoso y caliente al no poder aguantarse más.

Fué fantástico sentir aquella descarga de sémen dentro de mí y como poco a poco al estar mi culo ya lleno, iba deslizándose ya por mis muslos. Y así,

mordiendo una toalla del hospital desde hacía ya un rato para evitar los ruidos producidos por mis contínuos orgasmos, acabé mi tarea y cumplí ése

gran deseo que durante años había estado echando en falta y que por cuestión de oportunidad o tal vez por timidez, no había podido nunca llegar

a cumplir.

Hoy empieza mi cuarta semana aquí como enfermera y al atlético jóven le han dado ya por fin el alta médica. Así que le hemos quitado ya todos los

vendajes y he podido comprobar que es un chico muy bien parecido. Ahora que ya no está sedado he podido estar hablando con él durante un buen

rato sobre su vida. Me ha contado que durante unos años estuvo estudiando una carrera y que no tenía novia ni tampoco salía nunca de marcha por

ahí, por lo que según dijo, a sus años todavía seguía siendo vírgen. También me contó que a partir de ahora intentaría empezar una nueva vida, para

ver si así encontraba de una vez a una buena chica para salir con ella, divertirse y tal vez así empezar una relación.

Yo lo estuve escuchando todo el tiempo con mucha atención, y tras comprobar que no se había enterado de nada de todo lo ocurrido entre nosotros

allí en el hospital debido a los sedantes, decidí no decirle nada y que se quedase todo en una experiencia más de mi vida.

No obstante mientras lo miraba, por mi cabeza en ése momento tan sólo rondaba una sencilla frase y no era otra que aquella que dice......................

¡¡ si tú supieras ¡¡......

FIN

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