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Aprendiendo con mi amiga

en Lésbicos

Hola, soy una mujer casada de 32 años la cual, por motivos de trabajo de mi marido, he tenido que estar siempre de un sitio para otro y sin ningún lugar de residencia fijo, por lo que en todo momento, mi círculo de amistades ha sido siempre muy reducido y de corta duración.

Actualmente nos hemos tenido que venir a vivir a esta otra ciudad y como en ocasiones anteriores me vuelvo a encontrar de nuevo más sola que la una, siendo mi vida actual muy monótona y aburrida, puesto que mi marido se pasa todo el día fuera por cuestión de trabajo y yo aquí todavía no conozco a casi nadie.

Algunos días suelo irme por ahí de tiendas y a pasear un poco para intentar distraerme, y fue así como en uno de esos días y cuando más cargada de bolsas venía me encontré con una vecina de la comunidad, la cual muy amablemente me ayudó a entrar en la portería y después también en el ascensor. Era una mujer guapa, elegante y muy bien vestida, la cual desprendía una fragancia que poco a poco fue invadiendo aquel pequeño habitáculo. Entonces me preguntó a qué piso iba y al contestarle que al cuarto, picó en él y a la vez también en el quinto, por lo que supuse que sería allí donde vivía. Al llegar a mi piso, intenté salir como pude con todas las bolsas y me despedí de ella, no sin antes haberle dado las gracias por su gran amabilidad. Era curioso, puesto que en los días que llevaba allí, solo había visto a algunos vecinos pero nunca había entablado ningún tipo de conversación con ninguno de ellos.

No obstante, me gustó conocer a aquella preciosa señora, ya que se le veía una persona culta y con mucha clase. Al día siguiente volví a salir de nuevo y al regresar, vi a dicha señora que caminaba delante de mí en dirección a nuestra casa. Entonces aligeré un poco el paso para tratar de acercarme más a ella y así poder entrar las dos juntas en la portería, con la intención de establecer con ella algunas palabras más. Al llegar abrió la puerta y yo entré a continuación.

Entonces en cuanto me vio, me saludó y me dijo que hoy me veía mucho menos cargada que el día anterior, a lo que yo le contesté que eso había sido fruto del aburrimiento, ya que al no saber qué hacer me había dado por comprar. Entonces ella se puso a reír y me preguntó si era nueva allí, puesto que nunca hasta entonces me había visto, y al decirle que sí, me comentó que si quería podíamos salir juntas algún día. Yo le dije que de acuerdo, pero que me avisase antes para poder hacer mis planes.

Así pasaron dos días, y al tercero, cuando estaba en mi casa escuchando música, sonó el timbre de la puerta. Al abrir vi que era ella, la cual me invitaba a salir para el día siguiente. Yo enseguida le dije que sí, y a continuación la hice pasar por si quería tomar algo y escuchar música allí conmigo. Ella entonces accedió y la llevé hasta el salón, ofreciéndole a continuación una copa, la cual se empezó a tomarse allí sentada en el sofá junto a mí. Luego me puse yo otra  y así pudimos brindar por nuestra recién creada amistad.

Entonces me preguntó si estaba casada, y al decirle que sí, se extrañó de que siempre me encontrase tan sola tal y como yo le había contado, por lo que tuve que explicarle que más que nada era por asuntos de trabajo de mi marido. A continuación, una vez acabamos nuestras copas correspondientes, nos despedimos y quedamos para el día siguiente. Esa misma noche, al llegar mi esposo a casa, le estuve contando que había conocido a una vecina y que habíamos quedado para dar una vuelta, a lo que él me dijo que se alegraba mucho por mí y que tratase de disfrutar lo máximo posible ya que nosotros no podíamos hacerlo juntos. Entonces una vez dicho esto nos fuimos a la cama aunque por muy sexi que me había puesto, solo fue para dormir, puesto que él me dijo que venía muy cansado y además se había traído trabajo a casa. Eso se repetía ya bastante a menudo, por lo que nuestra vida  sexual estaba ya bastante deteriorada.

Yo durante toda la noche estuve pensando en aquella cita y estaba muy nerviosa ya que era la primera vez desde hacía mucho tiempo que iba a salir con alguien, aunque solo fuese a pasear, pero al final cansada ya de tanto pensar, Morfeo se apoderó de mí y ya no me desperté hasta el día siguiente.

Mi marido como siempre se fue a trabajar muy temprano, entonces yo empecé a prepararme para cuando viniese a buscarme mi nueva amiga e intenté ponerme bien guapa para estar un poco a su altura, ya que ella viste con mucho gusto y además está muy bien. Al cabo de un rato llamaron a la puerta y era ella. Así que como yo estaba preparada, decidimos marcharnos las dos. Al principio solo estuvimos dando vueltas por las calles, pero luego entramos en una cafetería en la cual estuvimos desayunando. Una vez acabamos, decidimos entrar en unos grandes almacenes. Allí empezamos a elegir prendas de todo tipo, tanto de calle como de ropa íntima. Primero las cogíamos cada una por nuestro lado y después en los probadores, nos dejábamos ver la una a la otra para poder dar nuestra opinión. A ella se le veía que no tenía ningún tipo de reparos en exhibirse ante mí aún en ropa interior, pero yo tan solo la llamaba cuando me probaba la ropa de calle.

Así pude comprobar que además de ser guapa, tenía también un cuerpo estupendo y lleno de curvas, por lo que cada vez me parecía más extraño que no hubiese tenido todavía ninguna relación con ningún hombre según me había dicho. Después decidimos irnos a comer y entre risas y bromas llegamos a los postres y nos fuimos contando las dos algunas cosas más.

Luego al acabar, decidimos irnos ya para casa. Durante el camino le pregunté en qué puerta vivía ella, y al decirme que su piso era todo al revés que el mío, me surgió la curiosidad de saber cómo se vería todo visto desde una perspectiva diferente. Cuando llegamos cargadas con nuestras bolsas y entramos en el ascensor, vi que directamente ella picó al quinto, así que cuando la puerta se abrió estábamos en su rellano, por lo que yo me dirigí hacia la escalera para bajar hasta mi piso. Entonces ella me dijo que quería invitarme a tomar algo en su casa y así de paso, enseñarme el piso. Una vez accedí pasamos las dos hacia el interior. Poco a poco me fue enseñando todo, y aunque en el fondo era igual que el mío, al verlo todo en diferente sitio, la sensación era un poco rara aunque lo tenía todo muy bien decorado. No obstante lo que más me impactó fue el ver un grandísimo espejo en el techo de su habitación sobre su cama, aunque por prudencia no quise decirle nada. Al acabar nos fuimos al salón y allí tomando nuestras copas correspondientes, me preguntó que me había parecido todo. Entonces sí que le comenté sobre el espejo en el techo, a lo que ella me dijo que ya hacía tiempo que lo había hecho instalar porque no me podía llegar a imaginar el morbo que se sentía cuando te veías desnuda y tendida en la cama reflejada en él, tanto que en más de una ocasión empezaba a acariciarse las tetas y acababa masturbándose a solas como una loca, teniendo unos orgasmos sublimes y placenteros. En ese momento yo me puse muy nerviosa ante aquella declaración imprevista. Entonces ella al darse cuenta, quiso rebajar aquella tensión. Para ello cogió sus bolsas y empezó a sacar de ellas una por una todas las prendas que se había comprado, entre ellas un bonito conjunto de braguita y sujetador, que según me dijo era lo único que no le acababa de convencer y quería saber mi opinión al respecto antes de devolverlo. Para ello, con aquellas dos mini prendas negras en la mano, se fue para su habitación y yo me quedé allí en el salón. Al momento oí que me llamaba y me fui para allá. Al llegar me quedé petrificada. Allí estaba ella, de pie, medio desnuda, con aquel cuerpo escultural, en sujetador y con aquellas mini braguitas ante mí.

Entonces ella al darse cuenta de mi nerviosismo, se puso a reír y me preguntó si no había visto nunca a una mujer desnuda, a lo que yo le contesté que en esa situación y ante una mujer tan guapa como ella no.

En ese momento ella empezó a reírse mientras a la vez iba dando vueltas sobre sí misma para que yo la viese mejor y pudiese opinar, y vaya si la vi, puesto que en cada giro que daba, por un lado podía verle en todo su esplendor aquellas redondeadas tetas que tenía junto al gran canalillo que se las separaba, y por el otro, aquella diminuta tirita de tela la cual hacía de límite entre aquellas dos preciosas nalgas respingonas que tenía y que presumiblemente me las imaginaba duras y suaves a la vez.

Tanto me gustó todo lo que vi, que aun no gustándome las mujeres, reconozco que me estaba poniendo muy caliente ante aquella situación, notando ya como mi entrepierna empezaba a latir y a mojarse aunque de manera  diferente a lo que había sentido hasta entonces. Fue así ya como  un poco sorprendida conmigo misma, que decidí decirle que le quedaba muy bien pero que si no le importaba me tenía ya que marchar y que ya quedaríamos para otro día. Entonces ella me acompañó hasta la puerta y me dijo que podía subir cuantas veces quisiera para así poder seguir conociéndonos mejor.

A continuación cogí todas mis bolsas y me dirigí a mi piso. Al llegar me di una ducha rápida y me preparé para estar bien guapa para cuando llegase mi marido. En cuanto llegó preparé la cena y mientras comíamos le estuve contando todo lo que había hecho con mi nueva amiga ese día: ir de compras, pasear, comer, etc. Aunque del resto de cosas no me atreví a contarle nada, aunque en realidad tampoco había mucho que contar. Entonces yo como había venido bastante caliente del piso de arriba, me empecé a insinuar con él para ver si me podía echar un buen polvo, pero como en veces anteriores, todo fueron escusas y no conseguí nada de él, así que cogí y me fui sola a la cama.

Por mucho que intentaba dormirme no podía hacerlo. Era demasiada la calentura que llevaba dentro, así que como en otras ocasiones tuve que empezar a acariciarme, primero por las tetas, para acabar en mi caliente coño, aunque en esta ocasión tuviese el aliciente de poder pensar a la vez en aquel precioso cuerpo casi desnudo de mi amiga, el cual seguía aún vivo en mi retina. Entonces con una mano me fui acariciando suavemente las tetas y con la otra empecé a frotarme aquel botoncito de oro llamado clítoris y de vez en cuando iba introduciéndome los dedos en mi ardiente coño. Y así, con el pensamiento de aquellas nalgas y aquellas tetas de mi amiga, empecé a ir acelerando cada vez más el movimiento de entrar y salir de mis húmedos dedos, hasta que al final, tras un fuerte temblor en todo mi cuerpo, llegué a correrme como una loca como hacía tiempo que no lograba hacerlo.

Una vez acabé, decidí ponerme a dormir y cuando lo iba consiguiendo, sentí como mi marido se acostaba también junto a mí. Al día siguiente estaba muy contenta. Aquel orgasmo aunque fuese en solitario había sido genial, así que como me sentía feliz me puse a arreglar todo el piso y después me fui a hacer la compra. Al regresar volví a coincidir con mi amiga, la cual venía de hacer un poco de footing según me dijo, ya que quería mantener su figura lo mejor posible. Entonces le comenté que si quería, luego podía bajar a tomar café a mi casa, a lo que ella contestó que de acuerdo. Así que una vez llegó la hora se vino para acá. En esta ocasión traía puesto al igual que yo, una ropa muy cómoda. Una blusa con botones, unos tejanos y unas zapatillas deportivas. Luego nos dirigimos al salón, y una vez allí empezamos a hablar sin parar de todo un poco. En uno de esos momentos llegó a preguntarme como había reaccionado mi marido al verme puesta toda la ropa y en especial aquel modelito tan sexi que sabía que me había comprado, a lo que yo le contesté que no había podido seducirle ni tan solo con la ropa interior, puesto que solo llegar me dijo que estaba muy cansado y que se iba a la cama, por lo que todas las prendas estaban aún en las bolsas de las tiendas.

Entonces me levanté para preparar los cafés y mientras tanto ella iba diciéndome que todos los hombres eran iguales y que por eso ella los detestaba tanto y pasaba de ellos. Yo entonces me quedé un poco pensativa ante aquella declaración, pero aun así no dije nada, aunque ella sí que una vez traje los cafés y nos los empezamos a tomar, me dijo que por qué no traía toda la ropa y me la probaba allí ante ella para que así por lo menos alguien pudiese opinar, cosa que hice a continuación sin pensar nada raro.

Entonces mientras ella seguía tomando su café yo me dirigí a mi habitación y me fui quitando poco a poco toda la ropa para empezar con mi desfile particular ante ella. Primero empecé con la ropa de calle, la cual según me dijo toda pasaba el examen con un notable alto. A continuación con ella sentada ya al borde de la cama saqué de una de las bolsas el sujetador y el tanga que también me había comprado para él. Entonces de espaldas a ella, me puse aquellas dos mini prendas. Yo en aquel momento estaba nerviosísima ante aquella situación, pero aun así, aquel morbo me hacía seguir adelante, aunque solo fuese una prueba ante una amiga. Luego miré hacia atrás y vi que ella estaba expectante aunque a la vez se le veía muy tranquila. A continuación me di la vuelta con mis dos manos cruzadas sobre mi entrepierna y ella me comentó que si no las quitaba de ahí no iba a poder darme su opinión, por lo que tuve que obedecerla dejando todo mi cuerpo a la vista, ante aquellos ojos presumiblemente lujuriosos.

Luego me indicó que me volviese para así poder verme también por detrás. Su impresión al principio fue tan solo de alabar mi cuerpo ya que empezó por decirme que tenía unas tetas muy bonitas y además unas nalgas redondeadas y respingonas como a ella siempre le habían gustado y que con este conjunto las dos cosas me quedaban más que favorecidas, así que su nota en esta ocasión era de un sobresaliente.

A continuación me comentó que cada vez se podía creer menos que mi marido se pudiera perder cada día un cuerpo tan estupendo como el mío, cosa que yo le agradecí inmensamente ya que hacía mucho tiempo que nadie sabía apreciarme ni me piropeaba de aquella manera. Una vez acabado el desfile me volví a vestir y nos fuimos otra vez al salón. Allí fue donde de nuevo volvió a decirme que tenía un cuerpo divino y que si no fuese porque estaba casada y no me gustaban las mujeres, ella misma intentaría ligar conmigo como lo haría cualquier hombre.

Yo hasta entonces no la había visto nunca tan directa ni en esa faceta de lesbianismo, no obstante hice como si no la hubiese escuchado y no dije nada. Entonces ella insistió y tras ofrecerle una copa me preguntó si no había probado nunca de hacerlo con una mujer o por lo menos si lo había llegado a pensar, a lo que yo rotundamente le contesté que no.

Dicho esto me dijo que todo eso era cuestión de la mente, y que para saber si algo te gusta o no, había que llegar a probarlo. A continuación me comentó que si ella estuviese en mi situación actual, lo primero que haría como mínimo sería comprarse un buen vibrador para sus momentos de soledad, puesto que así me daría cuenta de que los hombres para nada son imprescindibles en cuestión de sexo. Entonces le dije que en eso sí que estaba de acuerdo con ella y que ya lo había pensado en más de una ocasión y que al final me lo acabaría comprando. A partir de ahí nuestra conversación se fue centrando cada vez más en el sexo. Luego quiso hacer una prueba conmigo y me hizo cerrar los ojos. A continuación me explicó que si no veía a la persona y me centraba solo en el placer, mi mente me haría creer cualquier cosa y no me daría reparo nada.

Seguidamente me pidió que pensara en mi ídolo y que imaginase que él iba a besarme. Entonces noté unos labios muy suaves sobre los míos, los cuales a través de unos leves contactos más, me fueron poniendo muy caliente y húmeda a la vez. Yo por un lado sabía que era mi amiga la que me estaba besando, pero para seguir el juego continué imaginando que el que lo hacía era mi ídolo soñado. Aquella sensación era nueva para mí, pero a la vez me encantaba, aunque naturalmente no se lo quise decir a mi amiga. Entonces quiso repetirlo todo, pero con los ojos abiertos para ver si sentía lo mismo, así que sentadas una junto a la otra, nos miramos fijamente a los ojos y poco a poco fuimos acercando nuestros labios, para empezar dándonos unos pequeños contactos y acabar entrelazando nuestras lenguas como nunca lo había hecho. Mi cuerpo era ya todo un temblor continuo y más aún cuando noté una de sus manos sobre mis tetas y a continuación también sobre mi entrepierna, la cual debía de estar ya toda mojada debido a la excitación del momento. Entonces cogió una de las mías y empezó a acariciarse con ella sus tetas. Así pude notar que las tenía bien duras y a la vez muy suaves, con unos pezones muy grandes por lo que podía llegar a notar.

A partir de ahí empezamos las dos a sobarnos ya sin complejos todo lo que pudimos, aunque ella lo hacía con mucha más maestría. Después cuando las dos teníamos ya los labios muy carnosos y suaves debido a los continuos besos y mordisqueos que nos íbamos dando, me preguntó si me estaba gustando y que si quería que diésemos el paso siguiente. Yo en ese momento me encontraba muy aturdida con todo aquello ya que nunca había hecho nada igual, por eso no supe cómo reaccionar, pero era ya tanta mi calentura y la falta que tenía de sexo que ya no lo podía disimular.

Entonces como dice el refrán que el que calla otorga, ella debió de entenderlo así, puesto que enseguida empezó a desabrocharme uno a uno cada botón de mi blusa, dejando al descubierto bajo el sujetador mis dos preciosas y redondeadas tetas, las cuales estaban desde hacía tiempo muy faltas de caricias. A continuación seguimos besándonos mientras nos acariciábamos mutuamente. Luego me aconsejó que pasáramos al dormitorio, ya que allí en la cama podíamos estar las dos mucho más cómodas.

Así que cogiéndome de la mano y sin dejar de besarme nos fuimos para allá. Tan solo llegar me empezó a quitar el sujetador y también los pantalones, dejándome tan solo con las braguitas puestas. Pero fue entonces cuando me dio por mirar la hora ya que había pasado mucho tiempo, y me llevé un gran susto al comprobar que mi marido estaba a punto de llegar, así que disculpándome ante mi amiga le expliqué la situación y una vez me despedí de ella, me puse a poner todo en orden. A continuación volví a ponerme otra vez el sujetador y me dispuse a esperar impaciente a mi marido, tan solo con un albornoz puesto encima de aquel mini conjunto.

Toda aquella situación me había dejado muy caliente y con la miel en los labios, al igual que le habría pasado a mi amiga, la cual seguro que estaría ahora masturbándose sin parar pensando en mí. Al cabo de un ratito sentí que la puerta de entrada se abría y fui corriendo a recibirle. Él se quedó bastante sorprendido y más aún cuando empecé a besarle sin parar y me quité ante él el albornoz para calentarlo un poco más y que pudiese ver mi nuevo modelito. Después sin dejarlo reaccionar seguí besándolo, a la vez que le iba palpando y acariciando la polla, la cual estaba ya muy dura y a punto de reventar, así que se la saqué del pantalón como pude y empecé a hacerle una soberbia mamada.

Hacía tiempo que no la había podido tener dentro de mi boca y ahora que la tenía, trataba de tragármela toda lo máximo posible. En alguna de sus embestidas notaba ya como chocaba en mi garganta una y otra vez. Después me lo llevé al dormitorio, en el cual hacía tan solo un momento podría haber estado haciendo el amor con mi amiga y me dejé penetrar por mi coño en todas las posiciones que quiso. Era maravilloso poder sentir después de tanto tiempo aquella polla entrando y saliendo de mi raja sin parar. Mientras tanto yo seguía pensando que mi amiga jamás me podría ofrecer aquella sensación de sentirme penetrada, por eso creía que debería de ser algo muy diferente el hacerlo con ella. Entonces, entre mis pensamientos y el gustazo que me estaba proporcionando aquella polla, en una de sus embestidas, noté como mi cuerpo se estremecía todo por completo y a continuación una descarga de leche caliente dentro de mí, siendo todo unido lo que me provocó el mejor orgasmo que hasta entonces había sentido. Después estuvimos cenando y tras ver un poco la tele, nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente mi marido antes de irse a trabajar me preguntó extrañado por mi reacción de la noche anterior, a lo que yo le contesté que tan solo había sido porque me sentía muy feliz por haber encontrado una buena amiga y así poder salir con ella y también porque quería hacerlo feliz a él y así romper con nuestra monotonía de siempre. Entonces me miró con cara de vicioso y me dijo que si esa había sido realmente la razón, que no dejara de verla y de estar con ella, ya que según había podido comprobar, a los dos nos iba muy bien. Dicho esto se fue a trabajar y yo, siguiendo el consejo de mi amiga, esa misma mañana me fui a un sex-shop cercano y me compré el mejor vibrador que me aconsejó el dependiente para mis ratos de soledad, el cual aún no he llegado a estrenar, aunque estoy deseando hacerlo.

A primera hora de la tarde mi amiga llamó a la puerta y era para invitarme a seguir con lo que habíamos dejado a medias el día anterior y que tan caliente y frustrada a la vez la había dejado, al no poder realizarlo, teniendo que acabar ella sola en su casa pensando en mí, masturbándose sin parar hasta correrse, aunque eso sí, me dijo que subiera tan solo si realmente quería disfrutar a tope con una mujer, si no que no lo hiciera y seguiríamos siendo las dos solo buenas amigas como hasta ahora. Entonces se fue y yo me quedé un poco pensativa ya que por un lado, a mí me gustaba que me penetrasen a tope con una buena polla y eso creía que ella nunca me lo iba a poder dar, pero por otro, lo que habíamos hecho juntas me había encantado y sabía que eso había sido tan solo el principio.

Así que como estaba tan falta de sexo y mis ganas de descubrir cosas nuevas estaban a flor de piel, pensé que por intentarlo no perdía nada y además tras haberla dejado con la miel en los labios creía que se lo debía. Así que como en la noche anterior me había ido tan bien con mi nuevo modelito decidí ponérmelo otra vez para ofrecérselo a ella como regalo. Después me puse encima tan solo una bata y con ella bien cruzada y atada a la cintura, me fui decidida para allá procurando que no me viesen el resto de vecinos. Al llegar noté que se alegró mucho de que hubiese ido, aunque vi que se extrañó bastante al verme en bata y se quedó un poco parada por lo que una vez la saludé con un beso en la mejilla, la tuve que coger de la mano y sin mediar palabra me la llevé directa al dormitorio.

Una vez allí, estando ya una frente a la otra a los pies de la cama y mirándonos fijamente a los ojos, me desabroché el cinturón de la bata y la dejé caer al suelo, quedándome medio desnuda allí ante ella. Entonces mi amiga quiso seguir teniendo la iniciativa como siempre, y de un empujón me hizo caer de espaldas encima de la cama. A continuación, y si dejar de mirarme se empezó a desabrochar uno a uno todos los botones de su blusa y seguidamente se fue quitando también los pantalones. Luego ya en braguitas y sujetador se subió a la cama y se puso de rodillas sobre mí. Así empezó a besarme en los labios de forma muy sensual, mientras iba quitándome el sujetador y las braguitas y me acariciaba las tetas una y otra vez. A continuación me las empezó a lamer con la lengua a la vez que me iba chupando también los pezones, los cuales había conseguido ponerme ya bastante abultados y duros. Después fue bajando por mi cuerpo sin dejar de besarme hasta llegar a mi vientre y luego a mi coño. Una vez ahí, empezó a lamerme los labios exteriores hasta que noté como con sus dedos me los iba abriendo para así poder ir introduciéndome  poco a poco su lengua mucho mejor. Luego cuando vio que ya lo tenía bien húmedo y abierto intentó meterme su lengua mucho más hasta el fondo de mi orificio y empezó a frotarme con ella también el botoncito del clítoris, cosa que hizo que me fuera corriendo poco a poco y que fuese disparándole parte de mi flujo en su boca, el cual ella iba saboreando sin ningún tipo de reparo. Después empezó a lamerme la aureola del culo y a la vez fue metiéndome sus dedos tanto en el coño como en el culo, y todo eso aunque era nuevo para mí, me resultó algo fabuloso.

Aquella sensación de sentirme penetrada por los dos sitios a la vez era inmejorable, por lo que sin poder contenerme, tuve al momento un orgasmo sorprendente. A continuación fue ella la que se quitó el sujetador y las braguitas y poniéndose en mi posición me dijo que ahora si quería, había llegado el momento de que yo le diese placer a ella. Entonces después de lo que ella me había hecho sentir, me vi en la obligación de devolverle dicho placer. Así que volvimos a repetir todo de nuevo aunque en esta ocasión era ella la protagonista. Para mí aquel sabor de su coño era nuevo, pero aun así no me desagradaba en absoluto, y es más, hasta me iba tragando parte del flujo que le iba consiguiendo sacar de él.

Después ya, una vez conseguí que se corriera y siguiendo las dos desnudas, hicimos varias posturas más, entre ellas el sesenta y nueve y la tijera, y así tras unos cuantos frotamientos más, nos volvimos a correr otra vez las dos. Luego mi amiga me preguntó qué me había parecido la experiencia, y yo sinceramente le contesté que había estado muy bien y que había disfrutado mucho con ella, pero que había echado en falta el tener dentro de mí una buena polla y sentirme penetrada, cosa que eso  ella, nunca me podría llegar a dar. Entonces me preguntó con cara de viciosa cuando regresaba mi marido por si teníamos tiempo para seguir, y al contestarle que vendría dentro de unas dos horas, me dijo que cerrase los ojos por un momento y que no los abriese hasta que ella me lo dijera.

Entonces yo que estaba ya muy entregada, así lo hice. A continuación oí como abría la puerta del armario y también uno de los cajones. Después al cabo de un instante escuché que me decía que ya podía abrirlos. Al hacerlo me quedé alucinada con lo que llegué a ver. Allí estaba mi amiga frente a mí, desnuda al completo y con un arnés puesto en la cintura, del cual sobresalía una inmensa y colorida polla de silicona. Ella al ver mi cara de sorpresa me dijo tan solo si tenía suficiente con todo lo que veía, ya que estaba dispuesta a demostrarme que para pasárselo bien dos mujeres, no se necesitaba para nada los atributos de ningún hombre. Entonces noté que en el fondo ella se sentía poderosa ante mí con todo aquello entre sus piernas, y así en plan un poco dominante me hizo arrodillar ante ella y empezó a darme con aquella grandísima polla en las mejillas y a metérmela poco a poco en la boca.

Luego me dijo que se la fuese chupando y lamiendo hasta dejársela  bien lubricada, y yo imaginándome ya lo que quería hacer conmigo la fui obedeciendo en todo. Después me hizo poner a cuatro patas sobre la cama y desde atrás empezó a lamerme el coño y a masajearme las nalgas hasta que noté aquella larga y gruesa polla en la entrada de mi raja, y poco a poco me la fue metiendo hasta el fondo, haciéndome gritar de placer en cada embestida que me daba. A continuación me cogió las tetas y siguió dándome por detrás como una loca. Luego me hizo cambiar de posición y así, puesta de espaldas sobre la cama y con las piernas abiertas y levantadas, empezó de nuevo a penetrar mi abiertísimo y ya chorreante coño. En aquella posición podía ver su cara cuando me metía una y otra vez aquella inmensa polla dentro de mi cuerpo y la verdad es que me daba también mucho morbo el verme reflejada  en aquel gran espejo del techo. Luego empezó a acariciarme las tetas y me dijo que yo me fuera frotando el clítoris para sentir más placer, y cuando más excitada me encontraba, me preguntó si alguna vez mi marido o cualquier otro me había dado por el culo, y al decirle que no, me sacó la polla del coño y se dirigió otra vez a aquél mágico cajón.

Entonces regresó con un bote de lubricante en la mano y me pidió sobre todo que me relajase mucho. A continuación y en esa misma posición me puso un cojín bajo las nalgas y empezó a lubricarme bien toda aquella zona. Al principio empezó dándome unos suaves besos en mis redondeadas nalgas y después siguió lamiendo con su lengua toda aquella oscura aureola de mi culo, para así poco a poco, ir presionando con la punta de ella hasta lograr que fuese entrándome en el culo. Luego metió uno de sus dedos y empezó con un mete y saca que me estaba volviendo loca de gusto. A continuación fue intentando meterme dos dedos y una vez lo consiguió, cogió con una mano aquella prodigiosa polla y la puso justo en la entrada de mi virginal culo.

Después empezó a empujar con mucho cuidado y al estar ya bien lubricado y dilatado a la vez, enseguida como por arte de magia, noté como entraba en él toda la cabeza y a continuación centímetro a centímetro todo lo demás, hasta empezar a notar ya como sus muslos chocaban en mis nalgas. Aquella sensación aunque algo dolorosa al principio era maravillosa y más aún cuando mi amiga empezó a acariciarme a la vez el clítoris y a meterme uno de sus dedos en el coño.

Yo jamás había sido penetrada por detrás y mucho menos por mis dos orificios a la vez, o sea que estaba como en la gloria y no quería que aquello acabase nunca, aunque tras tantas embestidas y mete y saca por todos los lados por parte de mi amiga, acabé corriéndome como una loca y sacando todo el líquido que llevaba almacenado dentro de mí durante tanto tiempo. Creo que ese fue el mayor orgasmo de mi vida sin duda alguna y todo se lo debía a ella. Entonces le pedí que me dejase por un momento su arnés para poder devolverle yo todo el placer que había recibido de ella y una vez lo hizo cumplí con mi obligación.

A pesar de no gustarme las mujeres, sí que reconocía que me encantaba todo aquello que ella me hacía. Después al acabar todo nos dimos una ducha rápida y decidimos las dos que para las próximas ocasiones podíamos quedar en alguna habitación de hotel para así no dar pie a habladurías innecesarias de algún vecino y estar las dos más tranquilas de cara a miradas indiscretas. También me comentó que la próxima vez que quedásemos llevase conmigo mi nuevo vibrador, ya que así podríamos realizar las dos, dobles penetraciones mucho más reales que con los dedos, ya que según me dijo eso era lo máximo del placer y quería que lo probase.

Esa noche al llegar mi marido decidí no decirle nada de todo aquello, y aunque fui muy amable y cariñosa con él, no me insinué para nada en cuestión de sexo ya que pensé en el giro tan brutal que había dado mi vida en ese aspecto y creí que a partir de ahora entre lo poco que él pudiera darme, lo mucho que me iba a seguir dando mi amiga y lo que yo quisiera darme a solas con mi nuevo juguetito, mis días de aquí en adelante iban a ser más que satisfactorios y llenos de nuevas sensaciones y experiencias.

FIN

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