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De reprimida a insaciable.

en Confesiones

Hola, me llamo Julián. Soy un joven de 29 años bien parecido, al cual desde siempre se le ha dado muy bien el tema de las mujeres. Quizás por eso durante años, he podido estar con muchas chicas aunque solo como rollos de una noche.

No obstante desde hace muy poco decidí cambiar y dejar de ser aquél pica flor de años anteriores, para convertirme en todo un joven responsable y serio, sobre todo en el tema amoroso. Todo ese cambio he querido hacerlo tras conocer a una chica muy simpática y bonita, que a su vez es también muy estricta y seria en sus convicciones de la vida, sobre todo en el terreno sexual. Por eso, al ser los dos tan diferentes en ese aspecto, no sabía si podría aguantar mucho con esa forma de vida junto a ella, aunque yo por mi parte, como me gustaba un montón, quería intentarlo.

Desde que la conocí aquel día en aquella discoteca no he vuelto a salir más con ninguna otra chica, por lo que debido a sus pensamientos bastante anticuados, mi testosterona está por las nubes, y solo consigo bajarla masturbándome en la soledad de mi habitación, cuando llego después de haberla visto o de haber estado con ella. Lo peor de todo esto es que a mí me gusta muchísimo, y además está pero que muy buena. Tiene unas piernas de ensueño, seguidas de unos muslos muy bien dibujados y apretados, además de unas hermosas tetas con su buen canalillo en medio, digno del mejor sibarita de las buenas “cubanas”. También tiene unos labios muy bien perfilados y carnosos y unos ojos verdes brillantes, a los cuales es difícil aguantarles su fija mirada.

Con todo eso delante de mí día tras día, os podéis imaginar que suelo llegar a casa muy caliente, teniendo que acabar siempre como ya os dije, haciéndome una buena paja pensando en ella o en algún momento clave que pasamos juntos durante ese día. Ella aunque vistiendo y de físico es muy moderna, tiene la fija idea desde siempre de no hacer casi nada en cuestión de sexo, hasta el día de la boda, y eso en estos días que corren como comprenderéis, está fuera de lugar, aunque es de respetar, como lo estoy haciendo yo cada día, eso sí, esperando hacerla cambiar de opinión cuanto antes.

De momento ya he conseguido que de los típicos besos en la mejilla y de los pequeños contactos en los labios, hayamos pasado de vez en cuando (sobre todo cuando consigo calentarla bien) a unos buenos y largos besos con lengua incluida, que a mí por lo menos me saben a gloria, aunque a la vez, como me ponen como una moto, luego, al no haber continuidad, no hay quien me baje la tremenda erección que me provoca. Además la chica besa ya muy bien y aprende muy rápido todo lo que se propone, por eso no pierdo nunca la esperanza de que poco a poco algún día llegue a cambiar en otras cuestiones, ya que de ser así sería considerada por mí como toda una mujer diez.

Yo como ya os dije anteriormente, he estado con muchas chicas hasta ahora, pero ella aún con la edad que tiene ha hecho su estreno conmigo en todos los sentidos, por eso al no haber probado todavía nada del sexo, no lo echa en falta y eso precisamente es lo que yo tengo que conseguir de ella, que llegue a probar todos y cada uno de los placeres de la vida, para que así pueda llegar a saber  si realmente le gustan o no, aunque sé que eso me va a costar bastante. Así he ido pasando el tiempo junto a ella y le he seguido siendo fiel en todo momento, quizás a la espera tal vez de ese premio que creo que me tengo ya más que merecido y que ella aun viendo que solo vivo para su persona, no acaba de querer darme.

Hoy después de un tiempo de no saber nada de él, he recibido un mensaje de un amigo de toda la vida, el cual me invitaba a ir el fin de semana a bailar y a cenar junto a otros amigos que también conocía. Entonces le contesté que se lo agradecía mucho pero que no podía porque ahora salía con una chica y quería estar con ella. A lo que él me contestó que no había ningún problema, ya que podía llevarla también a ella, puesto que alguno de los otros amigos llevarían  también a sus respectivas parejas. Entonces le contesté que bueno, que se lo diría a ella y si aceptaba, le volvería a llamar para confirmarlo.

Al día siguiente se lo estuve comentando a mi novia, la cual me contestó que por ella no había ningún inconveniente, así que en ese momento llamé a mi amigo y le comuniqué que contara con nosotros. Luego nos fuimos a tomar algo y mientras lo hacíamos, le fui contando así por encima un poco de la vida de cada uno de ellos, por lo menos lo que yo sabía. Al llegar  el fin de semana me arreglé para la ocasión y después me fui a buscar a mi novia. Cuando llegué y la vi, me quedé muy impactado ya que se había puesto preciosa. Mucho más que siempre. Llevaba puesto unos zapatos de tacón con unas finas medias negras, seguidas de una faldita muy corta, la cual dejaba al descubierto sus bonitas piernas y una blusa ajustada, la cual hacía ver o más bien imaginar sus grandes tetas con aquellos botones redondeados y abultados que tenía de pezones.

Así que después de unos minutos que tardé en reaccionar y tras decirle lo guapa y sexi que estaba, la besé en la mejilla y a continuación decidimos los dos marchar hacia nuestra cita. Al llegar, nuestro amigo ya nos estaba esperando, así que tras saludarnos los dos, le presenté a mi novia, a la cual él todavía no había tenido el gusto de conocer. Después fueron llegando los demás y cuando ya estábamos todos, nos pusimos en camino hacia la discoteca. Una vez entramos nos quedamos en uno de los reservado que tenía, y después cada uno se puso a bailar a su manera todo lo que iba sonando. Así bailando estuvimos todos un buen rato hasta que ya cansados, nos fuimos a sentar y nos tomamos unas consumiciones.

Entonces los que iban en parejas se fueron poniendo cómodos en aquellos sofás y poco a poco empezaron a besarse y a darse el lote sin parar. Mi novia y yo sin quererlo habíamos quedado sentados justo enfrente de ellos, por lo que parecía que estábamos presenciando una película porno auténtica. Entonces yo, ante todo aquello intentaba besarla una y otra vez, pero ella no me dejaba pasar de la mejilla o de algún leve contacto en la boca. Entonces, acercándose a mi oído me dijo que como podían hacer todo aquello delante de nosotros y con tanta gente por allí, a lo que yo le contesté que no estaban haciendo nada malo, al revés, que eso era lo más natural del mundo entre unas parejas de novios que se querían y se deseaban, y que como podía ver, no estaban haciendo ningún mal a nadie. Entonces se quedó como pensativa aunque no dijo nada y siguió bebiendo su consumición, la cual se le estaba ya acabando, por lo que a continuación le pedí otra para ella y a su vez otra también para mí.

Luego nos fuimos los dos a bailar otra vez, y mientras lo hacíamos me di cuenta de que ella todo el rato seguía mirando todavía a aquellas parejas que estaban dándose el lote en el reservado una y otra vez. Entonces pensé que se podía estar poniendo cachonda ante aquellas fabulosas vistas, y como habían empezado ya a poner canciones lentas, me fui pegando cada vez más a ella y le puse una pierna en medio de las suyas, para que con el vaivén del baile, pudiera ir notando como poco a poco mi polla iba creciendo, para así calentarla aún más.

Así estuvimos durante unas canciones más y ella aunque de reojo, seguía sin dejar de mirarles. Entonces disimuladamente me fui acercando a sus labios y en una de las vueltas que dimos, por fin se encontraron, aunque tan solo con un leve contacto. Pero mi sorpresa llegó cuando tal vez debido a su grado ya de calentura, empezó a darme ella otros varios más y además ya muy seguidos unos de otros. Entonces yo, incrédulo de mí, se los fui devolviendo aunque le dejaba a ella que fuese teniendo la iniciativa. Y así poco a poco y con paciencia, vi cómo se le iban enrojeciendo sus mejillas y casi sin forzar la situación, fue abriendo los labios como si fuesen pétalos de rosa, para darme toda su lengua, la cual fue entrelazando con la mía hasta llegar a darnos unos auténticos besos de película.

Después animado y extrañado al mismo tiempo, seguimos bailando y me decidí a ponerle una mano sobre una de sus tetas y la otra sobre sus nalgas, con la cual trataba de acercarla lo más posible hacia mí, para que pudiese darse cuenta de lo caliente que me había puesto y del tamaño tan considerable que estaba adquiriendo ya mi polla. Entonces ella se dio cuenta de la situación y para lograr taparme todo aquél bulto, se pegó aún más a mí y así seguimos bailando unas canciones más.

A continuación, como ella seguía aún mirando a aquellas parejas del reservado, las cuales estaban ya en un estado mucho más avanzado que antes en sus acciones, le propuse que nos fuésemos a sentar, pensando que tal vez así podría hacer algo más con ella. Yo sabía que a sus 25 años, debido a sus pensamientos retrógrados que tenía, nunca había disfrutado realmente del sexo en pareja, aunque también sabía que ya no era virgen, debido a un descuido que había tenido un día jugando en su habitación con un vibrador que tenía, ya que según me había comentado, ella a sí misma sí que solía darse placer en su soledad. Por eso hoy, tras verla más alegre y caliente de lo normal, quería intentar con ella dar un paso más adelante. Así que una vez nos sentamos en nuestro sitio privilegiado, le puse mi brazo por encima del hombro y así, juntando bien nuestras caras, seguimos besándonos, ya que ella me dejaba ir haciendo y de momento no me rechazaba.

A continuación como vi de reojo que todavía no había dejado de mirarles, le dije al oído que porque no trataba ella de hacerme a mí, lo que aquellas chicas le iban haciendo a sus respectivos novios, a lo que me contestó que si estaba loco. Que ella se moriría de vergüenza haciendo todo aquello y que no se atrevía. Entonces le dije que yo tenía la solución para eso. Tan solo tenía que cerrar sus ojos y dejarse llevar por la situación. Que pensara que allí no había nadie más que nosotros y que a partir de ahí, todo fluiría con normalidad. A continuación le cogí una mano tras darle un cálido beso en la boca y se la puse justo encima de mi paquete, a la vez que yo le puse otra mano en toda su entrepierna. Entonces cuando notó todo aquel bulto, intentó enseguida retirar su mano, pero al estar bajo la mía, no pudo hacerlo, así que la dejó allí y así, poco a poco se fue acostumbrando a su dureza y a su tamaño, cosa que hasta entonces aún no había llegado a sentir. Yo por mi parte seguía dándole unos suaves masajes por toda su zona genital, los cuales, por la forma en que iba abriendo ella sus piernas, parecía que le gustaban bastante, y lo más importante es que ya no protestaba por nada.

Así me fui dando cuenta de que ya por sí misma me iba sobando toda la polla al igual que los huevos. En ese momento yo me sentía en la gloria al ver que después de tanto tiempo, estaba ya consiguiendo bastante de ella. Así estuvimos un buen rato al igual que las parejas de enfrente, hasta que al final, decidimos marcharnos del local para irnos todos a cenar. Una vez llegamos al restaurante entre risas y bromas, fuimos pasando para el interior. Allí nos recibieron muy amablemente y nos indicaron que ya teníamos todo preparado, así que nos fuimos sentando alrededor de una gran mesa rectangular, y a continuación, nos fueron sirviendo todos los platos. Después tras los postres, nos trajeron los cafés, momento en el cuál aprovechamos para hablar de todo lo acontecido durante la noche y de si nos lo habíamos pasado bien en general. Entonces mi novia y yo les comentamos que había estado muy bien. Y después, al cabo de un rato, nos despedimos todos de todos hasta una próxima ocasión.

Luego al quedarnos solos, mi novia me comentó que se sentía muy rara y confusa por todo lo que había pasado y que por favor, la llevase a casa. Yo obedecí enseguida y la acompañé hasta el coche. Durante el viaje no dijo ni una sola palabra, tan solo pronunció un “para”, cuando en un semáforo que nos tuvimos que parar y le puse una mano sobre un muslo, como para darle ánimo, y al igual ella lo interpretó como otra cosa. Entonces al llegar a su casa no quiso tampoco que subiese, y con un beso suave en la boca, nos despedimos. La verdad es que yo me quedé un poco frustrado, ya que esperaba conseguir ese día algo más al verla tan lanzada, pero como ya estaba acostumbrado, me conformé, y al llegar a casa con aquél gran calentón que llevaba encima, tuve que acabar como siempre masturbándome como si fuese un quinceañero. Después me acosté y seguí pensando en ella hasta que me dormí.

Durante los días siguientes nos fuimos mandando mensajes y en uno de ellos me ponía que había estado meditando mucho sobre nuestra situación y sobre lo ocurrido ese día, y aunque para ella iba a ser muy difícil lo que trataba de hacer, quería hablar conmigo muy seriamente del tema. Entonces yo le contesté que de acuerdo, que podíamos hablar de todo, el  fin de semana. Entonces al volvernos a ver yo iba ya con un poco de miedo por lo que podría llegar a decirme, aunque enseguida se me fue quitando cuando ella empezó a hablar. Primeramente me pidió que la perdonase y que a partir de ahora me prometía que todo iba a cambiar entre nosotros, aunque eso sí, yo le tenía que ayudar en todo y además darle un poco de tiempo. Entonces me puse muy contento y le di un fuerte abrazo seguido de un beso en la boca, aceptado de muy buen grado por ella. Ese día, aun sin yo saber nada de todo aquello, habíamos decidido ir los dos al cine por la tarde, así que al acercarse la hora nos fuimos muy agarraditos para allá. Al entrar vimos que había muy poca gente en la sala, y al no estar las entradas numeradas, decidimos irnos para la última fila, tras haber puesto yo antes la excusa de que desde allí se veía mucho mejor.

Al cabo de un momento se apagaron las luces y al empezar la película, le pasé mi brazo por encima de su hombro. Entonces ella se acurrucó a mí dejando nuestros rostros bastante pegados. A continuación fue pasando la película y poco a poco nos fuimos desinteresando de ella. Ahora nuestro mayor deseo era el de hacer cumplir aquella promesa que ella se había propuesto. Para ello, y para tratar de ayudarla un poco, busqué lentamente sus labios y una vez se encontraron, se los besé suavemente una y otra vez, notando ya como ella se iba entregando cada vez más a todo aquello. Así estuvimos durante un buen rato sintiendo como sus labios se habían vuelto ya húmedos y carnosos de tantos besos seguidos. Entonces, como mi polla estaba a punto de reventar, separé mis piernas en la butaca y cogiendo una de sus manos, se la coloqué junto a la mía en toda la polla. En ese momento pensé que la iba a retirar enseguida como en la otra ocasión, pero me equivoqué por completo, ya que al momento noté como me la iba apretando y se iba haciendo ella dueña de la situación. Entonces ya mucho más animado quise también corresponderle poniéndole mi mano en toda su zona genital. A continuación y casi al unísono, seguimos los dos con nuestros mutuos movimientos, aunque siempre todo por encima de la ropa. La verdad es que estaba maravillado con aquel  cambio tan fabuloso que había dado mi novia. Ahora ya se acercaba bastante a la chica que desde el primer día había querido ver en ella. No obstante allí no se podía hacer muchas cosas más, así que seguimos dándonos placer de esa manera hasta que terminó la película, la cual casi no vimos ninguno de los dos. A continuación salimos de la sala y nos dirigimos hacia el parking para buscar el coche. Después en el ascensor seguimos besándonos y siempre con su plena aprobación. Yo la verdad es que alucinaba con aquel cambio y mi polla cada vez iba creciendo más bajo mis pantalones. El bulto que allí se había generado ya no se podía ocultar de ninguna manera y ella se dio cuenta, por lo que se puso a reír y me dijo que lo mejor sería que nos fuésemos cuanto antes para el coche para disimular.

El vehículo lo habíamos dejado en una plaza que había allí en un rincón, la cual estaba bastante alejada del resto, y una vez nos montamos en él, intenté seguir besándola, aun pensando que me iba a rechazar. Pero no fue así. Ella seguía con su risa nerviosa dejándose hacer y hasta tratando de colaborar devolviéndome los besos que le daba. Así que como por allí no había nadie, me decidí a proponerle que estaríamos mejor en los asientos traseros. Ella entonces al principio, se lo pensó un poco, pero enseguida, debido a la calentura que debía ya de tener, accedió. Entonces nos sentamos, y al estar ya más anchos y relajados, decidimos seguir por donde lo habíamos dejado. Yo veía que a ella le faltaba aun ese momento de decisión debido tal vez a sus antiguas ideas, y sabía que por sí sola no lo iba a conseguir, por eso decidí ayudarla tal y como ella me lo había pedido antes. Entonces le tomé la barbilla y mirándole a los ojos, fui poco a poco acercando mis labios a los suyos, iniciando después una serie de besos con lengua que nos fue animando un montón a los dos.

Después al ver que ella estaba tan a gusto, le puse una mano sobre sus tetas y se las fui sobando todo lo que pude, a la vez que con la otra empecé a masajearle su coño, el cual pensé que debía de estar ya más que mojado al igual que sus braguitas. Y así seguí durante un rato hasta que empecé a notar como poco a poco ella iba abriendo cada vez más sus piernas para facilitarme mejor la labor y a la vez empezaba a jadear ya como una loca. Entonces pensé que era el momento adecuado y le llevé una de sus manos a mi zona genital, la cual junto a la mía le hice que me la fuera masajeando bien a fondo, tanto mi polla como mis huevos. Ella entonces siguió palpando toda aquella zona y a la vez, no paraba de besarme. Yo creo que por fin estaba realmente disfrutando y gozando del sexo como nunca lo había hecho. Yo por mi parte tenía la polla a punto de estallar, así que sin que ella se diese mucha cuenta, me desabroché el pantalón y me bajé la cremallera, sacando a continuación como pude todo aquel pedazo de carne duro y largo al exterior. Entonces volví a cogerle otra vez su mano y le hice que me la tocara para que por primera vez supiera como era el tacto de una buena polla. Ella aun con reparo lo hizo, y empezó a palparla y a apretarla de arriba abajo, al igual que hizo también con mis huevos. Parecía como si me estuviese tomando medidas tanto en longitud como en grosor, y eso me ponía a mí aún más caliente. Entonces le fui indicando los movimientos a seguir, y ella tan solo me comentó que no creía que todo aquello pudiese llegar a entrar en un agujero tan pequeño, a lo que yo le contesté que si ya le había entrado en su día aquel vibrador, eso sería lo de menos. Así que una vez contestada su pregunta, siguió con aquél vaivén típico del sube y baja, hasta que yo ya no podía más.

Fue entonces cuando decidí que diera el siguiente paso, y para ello le dije que se agachase un poco, y cogiéndole la cabeza por la nuca, se la fui llevando poco a poco hasta mi ya palpitante polla. Ella asombrada de verla tan de cerca, empezó a mirarla con más detenimiento puesto que era la primera vez que la veía, ya que en el cine solo la había podido palpar, y tras mirarla y tocarla por todos los lados, al igual que hizo también con mis huevos, le dije que porque no le daba unos besitos para que así notase mejor su tacto. Entonces ella con cara de curiosidad, acercó sus labios y le dio un beso en la parte de abajo cerca de los huevos. Entonces le dije que había estado bien pero que tenía que hacerlo más para arriba. Y así lo fue haciendo como si de un juego se tratara hasta llegar a la punta. Entonces como aún estaba cubierta por la piel, le dije que la podía bajar si quería verla mejor, y al hacerlo, apareció ante sus sorprendidos ojos, aquella gran cabeza rosada en todo su esplendor. Entonces sí que vi en ella esa cara de lujuria que hasta entonces le había faltado. Así que seguidamente le indiqué que sacara su lengua y que la fuese lamiendo como si fuese un helado, y ella debido quizás a la calentura que tendría encima, empezó a hacerlo sin decir nada al respecto.

Luego ya se fue animando y lo fue haciendo a todo lo largo, incluyendo también los huevos. Yo ya me estaba poniendo muy excitado y más aún cuando le dije y empezó a metérsela en la boca, empezando a chuparla y a succionarla como si le fuera la vida en ello. Entonces le pregunté si le estaba gustando aquella nueva experiencia, y ella, levantando su mirada y con cara de viciosa, me contestó que le encantaba. A continuación cuando más entregados estábamos los dos, oímos unas voces muy cerca de nosotros y ella asustada, dejó al momento de chupármela por miedo de quienes  pudiesen ser. Entonces ya no quiso continuar más, dejándome a medias, al igual que se tuvo que quedar ella, ya que con los pantalones tan ajustados que llevaba, no le pude hacer muchas más cosas que darle unos buenos masajes por toda su zona genital. A continuación cuando volvimos a retomar la compostura, arranqué el coche y me dispuse a llevarla a su casa, en la cual vivía desde hacía tiempo con una amiga suya. Durante el viaje no me miró ni me dijo nada en todo momento, aunque sus sonrojadas mejillas delataban su actual calentura. Por eso como casi todavía no se me había bajado la erección, al llegar, tenía pensado pedirle que me dejase subir un momento a su casa con la excusa de ir a tomar algo, ya que nunca lo había hecho hasta entonces, pero mi gran sorpresa fue cuando al llegar, fue ella la que me preguntó si quería subir. Entonces antes de que se arrepintiese, le dije enseguida que sí, y saliendo muy rápido del coche, nos fuimos los dos para arriba. Al abrir la puerta me dijo que estábamos solos, ya que su compañera estaría fuera todo el fin de semana. Después nos fuimos directamente a su habitación y tras prepararnos unas bebidas y poner una buena música suave, junto a una luz tenue e insinuante para la ocasión, empezamos a bailar hasta que poco a poco nos fuimos calentando de nuevo. Luego seguimos besándonos sin parar y nos fuimos también quitando algunas prendas, hasta quedarnos solo en ropa interior. Entonces la tumbé sobre la cama y seguí besándola en la boca, luego comencé a tocarle las tetas, las cuales tenían ya unos pezones muy grandes y duros como jamás los había notado, por lo que tras quitarle el sujetador, me fui a por ellos y se los empecé a chupar y a succionar como si fuese un niño.

Yo veía como ella estaba alucinando con todo aquello, por lo que seguí con los besos por todo su bajo vientre, y a continuación le fui separando las piernas y le metí mi cabeza entre sus muslos para ir besándoselos por toda su parte interna. Entonces su reacción no fue otra que la de cogérmela por la nuca con sus dos manos para ir acercándosela hasta su entrepierna, la cual debía de estar ya más que caliente. Yo ante aquella señal, tan solo pude hacer una cosa, y fue empezar a lamerle y a chuparle aquellos labios rasurados, los cuales iba humedeciendo con mi lengua mientras además, se los iba abriendo con mis dedos para poder profundizar mejor y darle mucho más placer. Para ella todo aquello era nuevo, por lo que no paraba de pedirme aunque con gestos como aquél, que le diese más y más. Entonces como mi polla estaba ya al máximo, me quité el slip y me puse sobre ella para tratar de hacerle el típico 69 y seguir a continuación comiéndole el coño y metiéndole mis deditos por aquella preciosa rajita.

Ella entonces instintivamente al ver aquel pedazo de polla tan cerca de su boca, empezó a chupármela y a querer  tragársela toda como una loca, llegando incluso a  tener arcadas al hacerla chocar una y otra vez contra su garganta. A mí me parecía increíble ver como una persona podía haber llegado a cambiar tanto en cuestión de sexo, en tan solo unos pocos días, pero a la vez, estaba más que contento por verla a ella tan feliz y entregada. Así estuvimos un buen rato chupándonos el uno al otro y sintiendo como nuestros jugos nos iban inundando la boca. Yo por mi parte ya no podía aguantarme más, así que decidí cambiar de posición y la puse a ella al borde de la cama con las piernas bien abiertas. Después tras besarla varias veces en la boca y en el cuello, le pregunté si estaba dispuesta a querer sentir por primera vez dentro de ella una verdadera polla, ya que hasta entonces solo había probado su vibrador de silicona. Entonces me miró con las mejillas encendidas y su cara de viciosa y me dijo que lo estaba deseando y que además quería cumplir la promesa que me había hecho, pero que por favor, la tratase con mucha delicadeza.

Entonces bajé a su entrepierna y le empecé a lamer otra vez todo su coño para que se le fuera lubricando bien con mi saliva y sus jugos. Luego le indiqué queme la chupase  un poco más y cuando vi que ya la tenía  bien dura y bien larga, la cogí con una de mis manos y se la puse sobre su rosada raja. Así seguí frotándosela por encima de ella a todo lo largo, para ir dándole confianza, y poco a poco, al pasársela justo por el centro, presionaba con más fuerza para que se le fuera clavando y metiendo dentro un poco la punta. Entonces como por arte de magia, en una de las veces, aquella rosada rajita se tragó de golpe toda la cabeza de mi polla y tras un leve quejido, puso sus manos sobre mis caderas, para así ser ella quien dirigiese la penetración. A continuación me hizo parar un poco, y con la polla dentro, empezó con una mano a frotarse el clítoris, y al cabo de unos cuantos frotamientos más, volvió a poner sus manos en mi cintura y fue atrayéndome poco a poco hacia ella para que así pudiera ir metiéndose toda mi ya palpitante polla. Y así empujando con mucho cuidado, fue consiguiendo que entrase centímetro a centímetro, todo aquel pedazo de carne por primera vez en su hambriento coño.

Entonces casi por inercia empezó a moverse acompasadamente y a tocarse el clítoris sin parar, poniendo esa cara de viciosilla que tanto me gustaba ya, y pidiéndome cada vez más, por lo que tuve que empezar a bombear todo lo que pude hasta hacer chocar mis huevos en sus suaves nalgas. A continuación la hice poner a cuatro patas para que probase una nueva postura y así desde atrás, seguí metiéndosela sin parar un solo momento. A la vez, le iba tocando también sus grandes tetas y le iba masajeando las nalgas y toda la espalda. Así estuvimos un buen rato logrando que ella se corriese varias veces hasta que ya no pudiendo aguantarme más, decidí parar y dándole la vuelta otra vez, continué meneándomela delante de ella, para correrme a continuación sobre sus tetas. En un momento mi polla que ya no podía más, descargó todo un río de leche, del cual recogí un poco con la punta de los dedos y se la puse sobre sus labios para que por primera vez también, probase su sabor. Entonces ella sacó su lengua en plan provocativo y empezó a lamérselos con una sensualidad pasmosa, demostrándome así que no le daba ningún tipo de reparo.

Yo entonces ante aquella situación, tan solo se me ocurrió darle un apasionado beso en la boca para que así nuestras lenguas entrelazadas y unidas a aquellas gotas de semen, fueran entre ellas fusionándose para hacernos sentir a ambos mucho mejor su sabor, el cual he de deciros, que no nos desagradó a ninguno de los dos.

Luego, tras dar por finalizada aquella estupenda y tan esperada sesión de sexo con ella, nos fuimos a asear, y una vez nos arreglamos, viendo lo feliz y contenta que  estaba, la besé en la boca y le dije: “gracias, gracias por todo”… Y también por haber cumplido la promesa de cambiar. Me has hecho el hombre más feliz del mundo. Ahora sí que eres ya para mí, la mujer más completa que jamás he conocido, pero no creas que ya lo sabes todo sobre el sexo, ya que aún te quedan muchas cosas más por descubrir. Aunque si tú quieres, yo…! Ya me encargaré de enseñártelas!

FIN

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