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Trío inesperado, aunque estupendo.

en Trios

Hola amigos. Me llamo Pascual y os quiero contar a todos, una historia muy morbosa que vivieron Luisa, Mateo y Rosa este verano pasado, y de los cuales tengo su plena aprobación para hacerlo.

Todo ocurrió un día cuando a Luisa y Mateo, los cuales son una pareja madura de unos 40 y pico de años, se les ocurrió de repente, alquilar una casa rural en la montaña, para pasar allí su próximo mes estival de vacaciones que iban a tener.

Cuando llegó el momento se pusieron a hacer las maletas, y sin decir nada a nadie, emprendieron el viaje.

Al llegar, pudieron comprobar que todo aquello era maravilloso, y que la casita que habían elegido, era mucho más bonita aún que lo que habían visto de ella en las fotos. Además, vieron que tenía una buena piscina, por lo que ambos se pusieron muy contentos.

Después, una vez sacaron su ropa de las maletas y la guardaron en su sitio, quisieron darse una buena ducha conjunta para tratar de relajarse un poco. Luego decidieron dar una vuelta de reconocimiento al resto de la casa, así como a todo su entorno. Así descubrieron también que tenía un solárium y unos paisajes de ensueño a su alrededor.

Una vez instalados, quisieron comunicar a algunos familiares donde se encontraban, entre los cuales estuvo Rosa, una prima de Luisa, la cual se había quedado viuda hacía un tiempo, y desde entonces no salía nunca de casa ni se iba de vacaciones.

Dicha prima al enterarse, se alegró mucho por ellos y les deseó que se lo pasaran lo mejor posible ahora que podían, ya que después, les podía pasar como a ella, que estaba siempre sola, aburrida y sin ganas de salir a la calle. Luisa entonces le contestó que eso era porque ella quería, ya que ahora estaba suelta y libre y podía hacer con su vida lo que quisiera.

Su prima, al oírle decir eso le comentó que no tenía amigas para salir, y que cuando lo hacía con otra pareja en alguna ocasión, siempre pensaba que era un estorbo para ellos. Entonces Luisa estuvo tentada a invitarla para que se fuese allí con ellos, pero no se atrevió a hacerlo hasta consultarlo primero con su marido.

Después, una vez lo hizo y vio que la idea también a él le parecía bien, volvió a llamarla y se lo propuso. Al principio Rosa se mostró muy reacia y le contestó que no, pero una vez que su prima le estuvo explicando lo bonito y tranquilo que era todo aquel lugar, al final acabó aceptando su proposición.

La verdad es que, desde siempre, los tres se habían llevado muy bien. Rosa era una mujer amable, de su misma edad, y que todavía se conservaba muy bien físicamente. Además, era una amante de la naturaleza y de los animales al igual que ellos.

Así que en unos días se presentó allí para alegría de todos. Al principio ambos se encontraban un poquito raros en la casa, y ninguno se atrevía a ponerse o a estar como a cada uno les gustaría, por eso, decidieron sentarse a hablar y a partir de ahí, cada cual hacía ya o se vestía como le daba la gana.

Rosa entonces empezó a pasearse por la casa en zapatillas y tan solo con una simple camiseta larga. Luisa se decantó por unos pantaloncitos cortos y una camiseta muy ajustada, la cual le hacía resaltar aún tal vez sin pretenderlo, aquellos abultados pezones que tenía. Y Mateo por su parte, se puso unas bermudas y una camiseta de tirantes, a la cual tenía desde siempre mucho cariño.

En lo referente a las tareas de la casa, Rosa se ofreció a hacer de cocinera, puesto que se le daba muy bien, y ellos serían los encargados de la limpieza en general. Así fueron transcurriendo los primeros días con ella. Luego en uno de ellos, decidieron los tres hacer una caminada por el monte y al regresar, se pusieron a tomar unos refrescos para calmar la sed. Después estuvieron comiendo y luego tras los postres y los cafés, llegó la hora de la siesta y cada uno se fue a su habitación a descansar, las cuales estaban en la planta de arriba, justo enfrente del lavabo, el cual era a compartir y de la puerta de acceso al solárium.

Luego ya en sus habitaciones como el día era muy caluroso, a Luisa y Mateo se les ocurrió ponerse desnudos sobre la cama para mitigar el calor. Entonces Mateo, al ver desnuda a su mujer allí junto a él, se fue poniendo muy cachondo y su polla se fue endureciendo y creciendo tanto, que llegaba a alcanzarle ya unas medidas más que considerables. Luisa en ese momento al darse cuenta de todo aquello, solo pensó que no podía dejar perder esa ocasión, así que con una sus manos, se apoderó de aquella gran barra de carne palpitante y empezó a hacerle suavemente una estupenda paja, mientras que, con su otra mano, ella misma se iba acariciando su entrepierna, e iba introduciéndose los dedos en su ya húmedo coño.

Luego, como cada vez se iba poniendo más y más caliente, fue acercando poco a poco su boca a la polla de su marido y empezó a hacerle una mamada con tantas ganas, que enseguida notó como él, iba estando ya a punto de correrse. Por eso paró por un momento y se puso a cuatro patas sobre la cama.

Entonces él con su polla muy tiesa, empezó desde atrás a lamerle toda la zona genital hasta que seguidamente y tras los continuos gemidos de ella pidiéndole más, empezó a metérsela poco a poco en su ardiente raja, la cual notó ya muy lubricada.

 Así, tras los continuos gemidos de ella y unas cuantas embestidas más por su parte, fue consiguiendo meterle toda la polla hasta el fondo, para al final, correrse dentro de ella como un loco, la cual no paraba gemir, sin acordarse para nada ninguno de los dos, que en la habitación de al lado se encontraba Rosa, que aún sin pretenderlo, había estado escuchando todos aquellos gemidos, con los cuales se había puesto tan caliente, que había tenido que empezar a tocarse las tetas, para acabar, masturbándose como una colegiala, metiéndose los deditos sin parar en su hambriento coño, hasta conseguir correrse a tope allí en la soledad de su habitación.

Luego, pasados los orgasmos por ambas partes, y de vuelta a la calma, se pusieron todos a dormir la siesta ahora ya más relajados. Después, cuando se levantaron, estuvieron hablando de muchas cosas los tres, pero en ningún momento nada de lo que anteriormente había pasado. A continuación, estuvieron tomando unas bebidas y luego se fueron a dar una vuelta por el pueblo hasta la hora de cenar.

Cuando regresaron lo estuvieron haciendo y al terminar se pusieron a jugar a las cartas hasta que, al entrarles sueño, se fueron a dormir. Al día siguiente cuando se encontraban las dos mujeres en la cocina, Rosa le comentó a su prima lo bien que se lo debía de pasar con su marido, ya que aún sin pretenderlo, ayer les había estado escuchando desde su habitación, y ella no había parado de gemir una y otra vez como una loca y según le había parecido, se había llegado a correr en varias ocasiones.

Entonces Luisa, aunque algo extrañada, se puso a reír y le contestó que sí, que tenía razón, que los dos se lo solían pasar muy bien, porque él estaba siempre dispuesto y ambos eran muy fogosos. Al oír todo aquello, a Rosa le cambió el semblante y le contestó a Luisa que no podía imaginarse la envidia sana que le daba todo eso, ya que, desde la muerte de su marido, no había vuelto a tener ningún tipo de relaciones sexuales con ningún hombre, y eso, para una mujer como ella, que también era muy caliente, le resultaba muy difícil y duro de llevar.

Entonces al oír aquella declaración tan sincera de su prima, Luisa se quedó un poco tocada y sorprendida a la vez, e incluso llegó a sentir hasta pena por ella. Pero cuando se disponía ya a animarla un poco, entró de repente en la cocina Mateo, el cual debía de haberse acabado de levantar, y ya no pudo hacerlo.

Él al verlas allí juntas, les dio los buenos días a ambas, además de un beso en la boca a su esposa, junto a una palmadita en las nalgas. Tras haberse levantado, Mateo todavía no había ido al lavabo a mear, por eso, su polla estaba en plena erección matutina y se le podía notar un gran bulto entre sus piernas. De todo eso, su mujer se dio cuenta enseguida al igual que Rosa, la cual, aunque con disimulo, no dejaba de mirarle aquél grandísimo bulto, con los ojos desorbitados.

Entonces, para bajar aquella tensión del momento, Luisa entre risas le comentó a su marido que, por favor, se fuese al lavabo a mear, para que así se le bajase todo aquello, y que ellas después le llevarían el desayuno a la mesa. Una vez lo hizo y acabaron los tres, como el día se presentaba bueno y además con mucho sol, decidieron darse un buen baño en la piscina.

Para ello, se fueron a sus habitaciones a ponerse los bañadores.

La primera en bajar con él puesto fue Luisa, mientras que su prima se quedó aún, poniéndose su bikini. Una vez lo hizo, antes de bajar quiso ir al lavabo y al abrir de repente la puerta, se encontró de frente a Mateo, el cual estaba meando con toda la polla en su mano y fuera de las bermudas. Entonces por un momento se quedaron los dos sin saber cómo reaccionar.

Por un lado, estaba él con su polla en la mano, la cual, aunque flácida, tenía unas medidas muy considerables, y por el otro ella frente a él, con sus ojos fuera de las órbitas, sin poder dejar de mirar todo aquel trozo de carne, que la casualidad le había permitido ver.

Seguidamente y tras volver ambos a la realidad, se disculparon por la situación y él entonces muy avergonzado, se marchó para la piscina. A continuación, Rosa al quedarse a solas, hizo lo que había ido a hacer allí, aunque aquella visión de antes, no se le iba de la cabeza. Después seguidamente bajó también a la piscina.

Al llegar, vio que Mateo estaba ya en el agua y no paraba de jugar con su esposa, la cual, al verla llegar, enseguida la invitó a que se uniese con ellos al juego. Una vez lo hizo, se pasaron así un buen rato entre bromas y risas. Entonces Rosa se dio cuenta de que ya no veía a Mateo como al principio, y cada roce que se iban dando en el agua, aunque fuesen involuntarios, para ella eran una gran fuente de calentura y de morbo constante que la estaban haciendo sentir lo que desde hacía tiempo no sentía.

Luego, como vio que Mateo no le había contado nada a su prima de lo de antes en el lavabo, ella tampoco quiso comentarle nada al respecto. Así a partir de ahí, los días fueron pasando con mucha normalidad, aunque a Rosa no se le iba de la cabeza en ningún momento, aquella polla que, aunque flácida le había visto a Mateo en el lavabo y también se la había podido imaginar bien tiesa y dura aquel mismo día en la cocina.

Por eso empezó a pensar ya en cómo podría llegar a vérsela tiesa y dura, pero sin ningún impedimento, ya que él siempre solía estar junto a su prima. Pero he aquí que el destino a veces es caprichoso y en uno de esos días en que ella se encontraba haciendo la comida y Mateo se había ido arriba al solárium, a Luisa le dio por hacer limpieza general en la casa. Así que una vez que acabó con la planta de arriba e iba a empezar con la de abajo, como Rosa ya había terminado de preparar la comida, le comentó a su prima que, para no molestarla, se iba a ir a su habitación a leer un rato.

Entonces una vez arriba, al pasar junto a la puerta del solárium, vio que estaba un poco entreabierta, y sigilosamente se paró y se asomó con mucho cuidado para no ser vista. Así pudo ver allí a Mateo tumbado en una hamaca, y tomando el sol en bañador. Ella se encontraba justo detrás de él, o sea que era casi imposible que pudiera verla desde allí, así que, una vez se aseguró bien de que su prima seguía abajo limpiando, decidió seguir espiándolo.

En ese instante vio como Mateo tomó su móvil y aunque al principio no sabía muy bien qué podía estar mirando, sí que vio como poco a poco empezaba a tocarse todo el paquete, aunque por encima del bañador. Rosa al ver todo aquello, empezó a ponerse muy nerviosa y   caliente a la vez, y enseguida comprendió que debía de estar mirando alguna de esas páginas porno, puesto que seguía tocándose cada vez más, habiendo conseguido ya que aquel bulto hubiese aumentado considerablemente.

Luego, debido a la calentura, Rosa empezó a tocarse las tetas y a pellizcarse los pezones sin parar allí detrás de la puerta, y tras comprobar de nuevo que Luisa seguía abajo, volvió y continuó con su magreo particular, al igual que iba haciendo Mateo, el cual seguía sosteniendo su móvil con una mano, mientras que con la otra se iba agarrando la polla, la cual tenía ya fuera del bañador y empezaba a hacerse lentamente una buena paja.

En ese momento, los ojos de Rosa se encontraban más abiertos que nunca, tratando de no perderse ningún detalle. Así que aquella calentura fue apoderándose de todo su cuerpo y su mano derecha fue bajando por su vientre hasta llegar a su entrepierna, en la cual empezó a darse unos suaves masajes, hasta que seguidamente la fue introduciendo por debajo de sus braguitas para empezar a meterse las falanges de sus dedos una y otra vez, en su chorreante coño, sin dejar de mirar aquella polla tan grande que tenía Mateo.

Luego al final y sin poder aguantarse más, cerró los muslos de golpe y mordiendo fuertemente su camiseta para impedir que saliese de su boca algún que otro gemido, se corrió de forma brutal allí tras la puerta. Por su parte Mateo, después de habérsela meneado a gusto, también se corrió casi al unísono, dejándose toda la mano llena de aquella leche caliente y pegajosa, la cual estoy casi seguro de que, si Rosa hubiese tenido la oportunidad, habría estado encantada de lamérsela con su lengua y de tragársela toda sin ningún problema.

Después de correrse y antes de que la pudiesen ver, se fue rápidamente a su habitación y se cerró por dentro. Una vez allí, todavía no se creía lo que acababa de pasarle, por eso, tumbada en la cama, trató de rememorarlo todo de nuevo, lo que propició que se volviera a correr otra vez de nuevo de tan solo pensarlo.

Así, día tras día fue pasando el tiempo y su relación con ellos seguía intacta, ya que casi todo lo que le había pasado hasta entonces había sido en plan particular, por eso nadie le había comentado nada al respecto. En uno de esos días, Luisa y Mateo decidieron salir solos a dar una vuelta, mientras que Rosa se quedaba en casa haciendo la comida. Entonces cuando regresaron, él la saludó con mucha prisa y subió rápido para arriba (tal vez a su habitación). Por su parte Luisa entró en la cocina muy eufórica y alterada y con unas ganas tremendas de felicitar a su prima por lo bien que olía lo que había preparado.

Entonces la agarró y le dio un fuerte abrazo, seguido de unos cuantos besos en la cara, de los cuales uno, al moverse tanto y saltar al mismo tiempo, se lo dio casi en los labios, por lo que, aunque las dos sabían que había sido algo fortuito, Luisa se disculpó enseguida.

En ese momento Rosa le dijo que no pasaba nada ya que, en realidad, no había sido ni tan solo un beso y aunque nunca la había besado una mujer, creía que eso no era nada malo e incluso en alguna ocasión había llegado a pensar qué se debía de sentir al hacerlo. Luisa al oír aquello se quedó un poco sorprendida, y debido a que con su marido solía ver alguna que otra película de lesbianas, reconoció que ella también lo había llegado a pensar alguna vez.

Por eso, al estar Mateo en la planta de arriba pensó para ella que tal vez había llegado el momento para ambas de comprobarlo. Así que entre bromas y risas empezó a pensar como se lo propondría, puesto que no sabía como iba a reaccionar. Entonces, una vez lo hizo y se pusieron de acuerdo, cerraron la puerta de la cocina y se pusieron una frente a la otra. Luego cerraron los ojos y así poco a poco, fueron acercando sus labios. Los de Rosa hacía mucho tiempo que nadie los había besado, por eso al primer contacto que tuvieron, Luisa se dio cuenta de que estaban temblorosos. Por eso le dijo a su prima, que sería mejor que abriesen los ojos de nuevo y que se calmara, después ya poco a poco tratarían de disfrutar las dos del momento, si es que había algo que disfrutar.

Luego volvieron a intentarlo de nuevo, aunque entonces ya, mirándose a los ojos y de forma muy sensual. Una vez lo hicieron, se contaron entre ellas qué les había parecido, y al coincidir ambas en que les había gustado, decidieron probar de nuevo, pero entonces ya, con lengua incluida como habían visto hacer en las películas.

Así, cuando más animadas estaban, oyeron que bajaba Mateo a toda prisa por las escaleras, el cual, una vez abrió la puerta de la cocina, le dio un beso en la boca a su mujer junto a un abrazo muy fuerte, y a continuación, las invitó a bajar al pueblo para pasear un rato y tomar alguna cosa, y ellas aceptaron enseguida.

De lo ocurrido allí ninguna le comentó nada, por lo que para Rosa todo seguía como hasta entonces con ellos, aunque ahora ya tenía una cosa más en la que pensar para calentarse, cada vez que quisiese masturbarse en la soledad de su habitación.

No obstante, tras haberse avivado tanto su calentura, empezaba ya a echar en falta una buena polla entre sus piernas, pero eso aún tendría que esperar, por lo menos hasta que regresase a su casa de nuevo.

A falta de una semana tan solo para dejar aquel bonito lugar, hubo un día en el que fue Rosa la que quiso bajar sola hasta el pueblo, tal vez para intentar poner sus ideas algo más claras. Así que llegado el momento se puso en camino a primera hora y durante el trayecto fue pensando en todo lo que le había ocurrido allí en aquellos días.

Una experiencia rara, aunque a la vez gratificante, puesto que le había hecho volver a sentirse viva. Luisa y Mateo por su parte, al encontrarse solos en casa después de tanto tiempo, quisieron hacer algo fuera de lo corriente, así que decidieron bañarse desnudos en la piscina. Una vez lo hicieron, y tras unos cuantos besos y sobeteos mutuos, se fueron calentando y así se pasaron un buen rato. Luego al salir del agua, se tomaron una copa, y tras una buena ducha conjunta, se fueron al salón.

Rosa por su parte, cansada ya de dar vueltas por el pueblo y con las ideas ya más claras, decidió volver a casa con ellos, los cuales estaban ya sentados en el sofá, con tan solo el albornoz puesto. Mateo no paraba de besar a Luisa por todo el cuerpo, aunque se iba centrando más en el cuello ya que sabía que eso la ponía muy cachonda.

 Así se pasó un buen rato mientras, además, le iba tocando también aquellas grandiosas tetas que tenía, hasta que empezó a soltar los primeros gemidos. Luego Luisa empezó también a jugar poco a poco con su polla, la cual fue adquiriendo enseguida unas dimensiones impresionantes ya que como sabéis su marido estaba muy bien dotado.

Entonces siguió con un sube y baja continuo, propiciándole una paja en toda regla. A continuación, y sin poder aguantarse más, bajó su cabeza y con su lengua empezó a lamerle todo su suave y rosado glande, el cual empezaba a ir soltando ya sus primeras gotas de líquido.

Fue entonces, cuando más animados se encontraba los dos, que irrumpió de pronto en el salón Rosa, la cual se encontró de lleno ante aquella escena sin saber como reaccionar, y se quedó allí como petrificada sin decir nada, aunque aún así no dejaba de mirarlos. Luisa, por el contrario, reaccionó muy tranquila ante su prima e incluso siguió chupándosela a su marido con la lengua, la cual iba deslizándole desde la base hasta el glande, en el cual al llegar continuaba lamiéndoselo en círculo, para después poco a poco ir introduciéndose todo aquel trozo de carne, hasta el fondo de su garganta y todo eso, sin dejar de mirar con cara muy morbosa y provocativa a su impresionada prima.

Ante aquello, Rosa ya de vuelta a la realidad, se disculpó ante ellos e hizo la intención de abandonar lo más rápido posible el salón, pero Luisa entonces le pidió que por favor no lo hiciera. Luego, mirando a su marido como pidiéndole permiso (el cual no entendía lo que estaba pasando), la invitó a que se sentase allí junto a él.

Una vez cada una de su lado, Luisa empezó otra vez a besar a Mateo ante los incrédulos ojos de Rosa. Luego, al llevar de nuevo la mano a su polla, cogió también la de su prima, la cual notó muy temblorosa por a la emoción que eso le causaba y se la puso justo encima de ella y a todo lo largo.

Entonces Rosa, al notar aquel tacto tan suave y caliente, de pronto hizo el gesto de querer retirarla (aunque lo estuviese deseando) pero Luisa, que sabía muy bien el hambre que estaba pasando, no se lo permitió. Seguidamente y mirando de nuevo a Mateo, se la hizo abarcar bien fuerte con los dedos y así empezaron las dos juntas a meneársela.

Luego, al comprobar que su prima estaba ya entregada del todo la dejó seguir sola, mientras ella continuaba besándolo sin parar y acariciaba sus pectorales. Después Luisa empezó a chupársela con ganas y en una de las veces se la ofreció a su prima, la cual, con lo caliente que estaba y la falta de polla que tenía, no se hizo de rogar y tras mirarla, se abalanzó sobre ella, empezando a lamérsela y a metérsela dentro de la boca, hasta lo más profundo de su garganta.

Así se pasaron un buen rato las dos, chupando y chupando a la vez aquella polla, y en una de esas chupadas que le iban dando en el glande, sus labios y sus lenguas se volvieron a encontrar de nuevo, continuando así con aquel morreo que ambas habían dejado a medias aquel día, ante la sorprendida cara de Mateo, el cual, aunque se iba dejando hacer, no entendía nada de todo aquello.

Luego, cuando vieron que ya estaba muy a tope, decidieron ambas dar el siguiente paso. Para ello lo llevaron a la habitación, y una vez allí dejaron caer ya sus albornoces y entre los dos fueron desnudando también poco a poco a Rosa. De esa manera pudieron comprobar, lo bien que se conservaba todavía y el cuerpo tan bonito que tenía. Después, como los dos sabían que ella era la más necesitada, la tumbaron en la cama y empezaron a besarla y a acariciarla hasta que su cuerpo empezó ya a retorcerse y a pedirle a Mateo que por favor le metiera cuanto antes toda aquella polla en su coño, puesto que lo tenía a punto de estallar, debido a toda la calentura acumulada que tenía.

Entonces él, mirando a su mujer, hizo que Rosa se pusiese a cuatro patas, y desde atrás le empezó a lamer toda la zona genital, al igual que hizo con el interior de sus muslos, para luego poco a poco, ir introduciéndole todo aquél trozo de carne, hasta lograr que sus huevos chocasen contra sus nalgas.

Ella tras todo aquello que estaba viviendo se encontraba en la gloria y no paraba de gemir y de pedirle más y más a Mateo, por eso éste, mirando a su esposa, le indicó que le ofreciese también su coño. Para ello cambiaron de posición y la pusieron de espaldas y al borde de la cama. Una vez así, él siguió con sus embestidas y Luisa, tras ponerse de rodillas sobre la cara de su prima, le ofreció toda su chorreante raja, la cual, aunque ninguna era lesbiana, enseguida se la empezó a chupar y a lamer como una auténtica experta, al igual que hizo también con toda la aureola de su culo.

Así se pasaron los tres un buen rato hasta que al final, decidieron ir alternándose entre ellas ya que Mateo iba aguantando como un campeón y demostraba que podía con las dos. No obstante, aunque su polla seguía bien tiesa y dura, ya no podía aguantar mucho más sin eyacular, así que tras unas cuantas embestidas más sobre sus coños, decidió que se pusiesen las dos de rodillas ante él con la boca abierta, y así, tras empezar a pajearse frenéticamente, se corrió sin contemplaciones sobre sus caras, echándole unos cuantos disparos de leche caliente en la boca de ambas. A continuación, les dejó caer el resto sobre las tetas, para que pudiesen   con sus dedos, ir chupándosela la una a la otra en plan morboso.

Luego, cuando todo acabó, estuvieron comentando sobre lo sucedido, y la verdad es que tras meditarlo muy bien, a ninguno les había parecido mal la experiencia. Así que, a partir de ahí, los últimos días en la casa los pasaron de esa forma tan dinámica y liberal.

Al regresar a la ciudad, cada cual volvió a su casa y a su vida cotidiana. No obstante, y aunque sin proponérselo, los tres habían cambiado ya su mentalidad, por eso en alguna ocasión habían vuelto a juntarse de nuevo para revivirlo todo.

 Para Rosa, ellos eran la vía de escape a su soledad. Además, tenía el beneplácito de su prima para disfrutar de la polla de Mateo cuando se encontraban. Y para Luisa y Mateo, ella era la forma que tenían de poder ir realizando todo lo que iban viendo en aquellas películas que tanto les gustaba de tríos y lesbianas.

Así que por eso, al final decidieron ir viéndose con asiduidad aunque con la máxima discreción, para así, poder seguir disfrutando del sexo sin ningún tipo de obligaciones por ambas partes.

FIN.

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