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Mi viaje a zaragoza ( i parte)

en Trios

Hola, soy Emilia ,"Emi" para los amigos. La historia que os voy a contar a continuación me ocurrió un día cuando íbamos camino de Zaragoza a pasar un

fin de semana con mi amiga Ana, la cual nos había invitado para vernos y de paso conocer todo aquello, ya que aún no había estado por aquella zona.

Ella se había trasladado allí por razones de estudios y aunque habíamos sido muy buenas amigas y estábamos siempre juntas, ahora desde hacía un

tiempo no nos veíamos debido a la distancia.

Dicho día habíamos salido muy pronto de Barcelona para coger el fresquito de la mañana y llevábamos ya un buen rato de coche, por lo que empecé a

tener unas tremendas ganas de hacer "pipí" y así se lo hice saber a mi compañero de viaje que no era otro que mi novio Roberto, el cual dijo que en la

próxima gasolinera pararíamos para poder aliviarme, así que tuve que seguir aguantándome hasta que por fin vimos una y tomamos la salida.

Roberto aparcó el coche en el estacionamiento y dijo que me esperaba en la cafetería. Yo, salí corriendo hacia los servicios, los cuales indicaban que

estaban en la parte de atrás. Cuando llegué, ví que los de los hombres y los de las mujeres estaban unidos pero no me importó y me metí enseguida en

el de las mujeres. Entonces cerré bien la puerta con el cerrojo, me bajé las bragas y me senté en la taza, dejando que fuera saliendo todo aquél líquido

que había tenido retenido en mi interior durante tanto tiempo. Luego ya más aliviada y siguiendo sentada todavía con las bragas en los tobillos, empecé

a fijarme en el interior de aquel wc. Ví que en la puerta habían pintadas obcenas de todo tipo y fuí leyendo algunas de ellas, pero lo que más me llamó la

atención fué un agujero de unos nueve centímetros de diámetro que había a la derecha, a la altura de mi cabeza. Estaba en la pared prefabricada y

aunque me extrañó, no llegué a pensar nada raro hasta que al ir a coger un trozo de papel para limpiarme, ví que aparecía una gran polla negra por él.

De momento me quedé muy sorprendida pero no hice aspavientos ni dije nada, tan sólo me quedé mirando por todos los lados aquella gran barra de

carne que no paraba de moverse, como si me estuviese invitando a que la tocase.

Mi asombro cada vez era mayor, al igual que mi curiosidad y mi excitación, ya que aunque ya había visto la polla de mi novio, la de él no era negra y

además no tenía aquellas dimensiones. Así que fuí fijándome mejor y empecé a pensar en aquella situación.

Allí estaba yo, sola, con la puerta cerrada a cal y canto y con las bragas bajadas. Al otro lado alguien que no sabía ni quien era, pero que me ofrecía un

buen rabo de regalo, sin miradas indiscretas y además en la más estricta intimidad. Así que pensé en dejar mi pudor a un lado y con lo excitada que ya

estaba no me lo pensé dos veces. Llevé una mano hasta aquella impresionante polla negra que casi no podía ni abarcarla y empecé a tocarla y a

acariciarla. Noté que estaba muy dura y caliente y que tenía un glande muy abultado y de un color un poco más claro que el resto. Poco a poco me fuí

animando y a la vez me llevé la otra mano a mi entrepierna.

Luego para darle más placer a mi amante secreto, empecé con un movimiento rítmico de arriba hacia abajo y pude ver como aquél pedazo de carne

iba creciendo cada vez más entre mis dedos. Al rato, lo atraje hacia mí para hacerle sacar también los huevos por el agujero y tras un poco de esfuerzo

lo conseguí. Los tenía muy grandes y se los estuve besando y mordisqueando un buen rato. Después fuí subiendo por aquella larga barra, lamiendo con

mi lengua centímetro a centímetro hasta llegar a su glande, el cual chupé y subcioné todo lo que pude. Yo por mi parte seguía metiéndome los deditos

y a la vez me iba frotando como una loca el clítoris.

La verdad es que estaba ya a punto de correrme, al igual que mi amante del otro lado, ya que por las palpitaciones que le iba notando en la polla y sus

venas hinchadas, debía de estar también a punto. Así que sin perder más tiempo me la metí hasta el fondo de la boca y seguí meneándosela aunque

ahora ya con más intensidad. Entonces noté en mi garganta un gran chorro de leche caliente que casi me ahoga. Recibí toda su descarga dentro de mí

y noté como se me salía ya hasta por la comisura de los labios, pero no me importó ya que incluso llegué también a lamerme los restos manchados de

la mano con mi lengua.

Después mi amante secreto retiró su polla del agujero y yo estuve limpiándome y secándome todo como pude, hasta que ví que ya estaba bien

arreglada y decidí salir. Al hacerlo me fijé en los lavabos de los hombres por si salía alguien pero no fué así. así que decidí ir a encontrarme con mi

novio en la cafetería, el cual estaba con unos morros que se los pisaba y tan sólo verme me preguntó si me había caído por el agujero del wc porque

llevaba ya dos cervezas sin alcohol y dos cigarrillos esperándome. Yo, tan sólo le contesté que tenía muchas ganas de hacer "pipí" y que luego además

se complicó con algo más. Luego continuamos el viaje y tras unos cuantos besos y unos sobeteos, hicimos las paces.

Después de un tiempo más de coche por fin llegamos a Zaragoza. Mi amiga vivía muy cerca de El Pilar, por lo que no tuvimos problema para encontrar

la dirección. Al vernos nos alegramos mucho las dos. Todo eran abrazos y besos, a la vez que iba preguntándome por nuestras cosas.

Entonces le presenté a mi novio, el cual también la besó y le dijo que era un placer conocerla aunque ya sabía muchas cosas de ella, a lo que le contestó

que esperaba que todas fueran buenas. Y así entre risas y buen rollo pasamos para dentro y seguimos hablando.

El piso se veía acogedor. Era un apartamento aparentemente no muy grande, que después nos pasó a enseñar. Tenía un salón comedor, dos

habitaciones con una cama en cada una y un cuarto de baño con ducha. Además tenía una pequeña terraza en donde se podía tomar el sol

tranquilamente sin que nadie pudiese verte. Por lo demás era un piso normal, con una decoración funcional, aunque un poco escasa para mi gusto.

Tras descansar un rato, nos dimos los dos una ducha y luego nos arreglamos. Después salimos juntos a dar una vuelta y estuvimos tomando unas

cervezas hasta que decidimos volver a casa para comer.

Ana había preparado unos macarrones con tomate y carne y la verdad es que estaban riquísimos. Luego, tras los postres y los cafés, seguimos

hablando los tres durante un rato.

Roberto estaba sentado junto a mí en el sofá y mi amiga lo hizo frente a nosotros, en una banqueta bajita, la cual quizás sin quererlo, la hacía enseñar

aquellos voluminosos muslos que tenía y de vez en cuando también sus braguitas, dependiendo de como se ponía. Yo intentaba fijar la mirada en otro

sitio, porque me sentía violenta, pero Roberto no apartaba su mirada de ella, a veces hasta descaradamente, quizás fuese porque aunque no se

conocían hasta entonces, mi amiga se acercaba bastante físicamente a sus gustos de siempre. A él le gustaban las mujeres con piernas potentes y

buenos muslos, además de tener unas buenas tetas con un canalillo bien profundo donde poder realizar unas buenas "cubanas". En fin, todas esas

cosas que yo nunca he llegado a tener, aunque según él, a mí me quería tal y como era porque una cosa son los sueños y otra muy distinta la

realidad. No sé si sus pensamientos en ése momento serían esos, pero de lo que sí me dí cuenta es de que tenía su tienda de campaña casi montada y

que se le notaba ya un gran bulto bajo sus pantalones. Así que yo, poniéndome aún más descarada que él, le puse una mano en su entrepierna y le dije:

Veo Roberto que mi amiga quzás sin proponérselo te ha puesto muy cachondo y yo, como tu novia que soy tengo que comprobar si ése gran palo

central de tu tienda está bien tieso y duro, no sea que después se vaya a caer. Entonces mi amiga soltó una sonrisa picarona y yo sin más, le desabroché

el cinturón y el botón de su pantalón y seguidamente le bajé la cremallera. A todo èsto Roberto no daba crédito pero aún así, se dejaba hacer.

Yo continué sobándole el paquete hasta que me decidí a bajarle su slip, dejándole libre aquél trozo de carne, el cual saltó fuera como si de un muelle

se tratara. Entonces mi amiga, en vez de escandalizarse y sin dejar de mirarme, empezó a tocarse las tetas sin mediar palabra. Yo me animé aún más

y cogiéndole la polla, empecé a meneársela de arriba a abajo, dejándole al descubierto de vez en cuando aquél sonrosado glande que parecía invitarme

a seguir. Y así lo hice, mirando con descaro a mi amiga Ana que ya había llevado una de sus manos a su entrepierna y se la estaba acariciando.

Entonces acerqué mi boca al miembro de mi novio y empecé a chupar y a lamer toda aquella barra de carne desde el glande hasta los huevos.

Roberto empezó a gemir y mi amiga con sus dedos entrando y saliendo de su húmeda cueva, hacía también lo propio.

Luego comencé yo también a masturbarme y a la vez fuí acelerando más el ritmo con la polla de Roberto, que por las palpitaciones que iba ya sintiendo,

ví que estaba ya a punto de eyacular. Mi amiga con los ojos cerrados se relamía los labios de gusto y gemía cada vez más fuerte, y yo estaba ya también

a punto de correrme, así que con la polla de Roberto en la boca, esperé acto seguido a que me disparara aquél chorro de leche caliente que empecé a

sentir en lo más profundo de mi garganta. Y así los tres al unísono, tuvimos un orgasmo múltiple como nunca lo habíamos tenido.

Después entre risas de complicidad, nos estuvimos aseando y continuamos pasando el resto del tiempo hablando.

Cuando ya se soportaba mejor la calor decidimos dar otra vuelta por los lugares más típicos y cuando estábamos haciéndolo, a Ana se le ocurrió que

podíamos acercarnos hasta un pub que ella solía frecuentar bastante. Al entrar, ví todo el local muy oscuro para mi gusto, aunque la decoración estaba

muy bien lograda. Había una barra de bar, unos cuantos reservados y unas mesas alrededor de una pequeña pista de baile que había en el centro.

También ví que los lavabos estaban al fondo del local como casi siempre. Después nos sentamos y estuvimos hablando un rato. Roberto nos preguntó

qué queríamos tomar y se fué hacia la barra. Entonces, cuando mi novio iba ya de espaldas, a mi amiga se le escapó decir que tenía un bonito culo, al

igual que una buena herramienta como ya había podido comprobar. Entonces al estar las dos solas, le contesté que para mi gusto la tenía normal.

Que tenía que haber visto ella la de un negro, el cual no pude saber ni quien era cuando fuí al lavabo de una cafetería, al venir de camino a Zaragoza.

Entonces le expliqué todo lo ocurrido y no se extrañó en absoluto. Incluso me dijo que eso ahora era muy corriente en los wc. y que solían llamarlo

agujero glorioso o "glori hole" en inglés. Me dijo también que ella ya lo había probado en alguna ocasión y que incluso donde estábamos ahora, en los

dos últimos lavabos habían dichos agujeros. Luego insinuó que por muy recatadas que fuesen algunas, cuando se ven a solas en la intimidad y sabiendo

que nadie las vé, teniendo la posibilidad de chupar una buena polla, no se lo piensan dos veces y salen de allí al cabo de un rato con las mejillas todavía

bien rojas. Y dicho esto llegó Roberto con las bebidas. Nos refrescamos con ellas y bailamos música disco durante un rato.

A Ana en cada salto le botaban las tetas una barbaridad y mi novio no paraba de mirárselas. Después pusieron música lenta y nosotros dos nos

quedamos bailando en la pista, mientras ella fué a sentarse y siguió bebiendo su consumisión. Yo me pegué mucho a él y empezamos con el vaivén

del baile. Entonces comprobé que su miembro estaba muy tieso y duro, ya lo notaba entre mis piernas frotando casi mi raja y éso me estaba poniendo

muy cachonda. A su vez mi amiga no paraba de mirar nuestros sobeteos y yo trataba de acrecentarlos todavía más cuando ella miraba.

Era curiosa la sensación que estaba sintiendo en ése momento. Por un lado me gustaba provocar a mi amiga y a la vez me gustaba que nos mirase y

sentirme observada. Así que seguí apretándome cada vez más a él, no parando de besarle. Así estuvimos un rato hasta acabar una de las canciones y

con el coño ya ardiendo. Entonces le dije que iba a ir a la barra a pedirme otra consumisión y que mientras tanto si quería, podía sacar a bailar a Ana.

Dicho ésto me fuí y él se fué hacia ella. La cogió de la mano y la llevó hasta la pista, empezando a bailar bien agarrados. Yo desde la barra no perdía

detalle. Me gustaba aquél morbo de ver a mi novio con otra y aún más cuando pensaba que ahora sería Ana la que estaría notando aquella polla dura

entre sus buenos muslos que tanto gustaban a Roberto y que hasta hacía un momento había sentido yo. Al igual que él, el cual estaría sintiendo sus

tetas apretadas junto a su cuerpo haciendo aún más pronunciado aquél canalillo que yo sabía que le volvía loco.

Mi amiga, al igual que hice yo, no dejaba de mirarme y en cada movimiento que hacían, parecía que me invitase a unirme a la fiesta, así que con mi

bebida en la mano, me acerqué a los dos y con una risa nerviosa me puse a bailar pegada a ellos. Ahora estábamos los tres bailando al unísono, cuál de

nosotros más calientes, y al rato decidimos dejar el local para regresar a la casa de Ana.

Esa noche pensé que podía pasar de todo, ya que entre lo que habíamos bebido y lo cachondos que íbamos, podía ocurrir cualquier cosa.

Además , mi amiga desde hacía tiempo no tenía novio y se veía que estaba necesitada de un buen rabo.

Al llegar nos pusimos cómodos y decidimos tomar la última copa. Entonces estuvimos hablando los tres en el sofá de todo lo acontecido desde que

habíamos llegado allí. Así poco a poco nos fuimos sincerando unos con otros. Lucía comentó que no solía salir mucho con chicos ya que tal como

estaba todo ahora, era muy arriesgado ya que todos buscaban lo mismo. También nos dijo ya en plan más confidencial, que aunque no era lesbiana

ni le atraían las mujeres, últimamente había conocido a una nueva amiga y habían llegado a tener en una ocasión un roce amoroso, por lo que habia

hecho que dudase ahora de su condición sexual.Desde entonces se preguntaba si era lesbiana, bisexual o tan solo hetero como desde siempre. Así que

quería probar con otra persona para salir de dudas. Entonces yo, quise sincerarme también con ella y como si de una terapia de grupo se tratara le dije

que antes me había puesto muy cachonda viendo a los dos bailando y restregándose en la pista de baile. Roberto para no ser menos, reconoció que le

gustaba mucho la forma de ser de Ana, al igual que su cuerpo, ya que él había soñado siempre poder poseer unas tetas como las suyas, porque le

encantaba que le realizaran una buena "cubana". Dicho ésto yo estaba ya como una moto y por el bulto de mi novio y la cara de lujuria de mi amiga, creo

que ellos estaban igual.

Así que miré a Roberto con cara de complicidad y le empecé a quitar la camisa, dejando al descubierto su musculoso pecho.

Seguidamente empecé a masajeárselo con una de mis manos. Luego lo fuí besando y pasé mi lengua por sus tetillas. Él estaba en medio de las dos, así

que con mi otra mano cogí también la de mi amiga y se la llevé hasta sus pezones. Ella sorprendida aceptó la invitación y entonces empezó a

pellizcárselos hasta ponérselos bien tiesos. Después bajé mi mano por su vientre, desabroché su pantalón y le bajé el slip hasta dejar su miembro al

descubierto, el cual estaba ya más que tieso. Seguidamente me quité la camiseta y él empezó a tocarme las tetas. entonces volví a coger la mano de

mi amiga y se la llevé hasta su polla, la cual sin pensárselo un momento se la cogió y la apretó para comprobar así su dureza. Yo, con mi otra mano

intenté tocarle las tetas a Ana, la cual al notar el tacto de mi mano se extrañó un poco pero me dejó hacer, incluso para facilitarme la faena se quitó

también la blusa para dejarme el campo libre. Mi amiga empezó a mover aquel grandioso miembro con gran dedicación y yo poco a poco fuí bajando a

su entrepierna por debajo de su falda. Roberto estaba también con una de sus manos en mi coño, pero aún así no nos sentíamos nada cómodos, así

que decidimos quitarnos toda la ropa y tras una última copa pasamos a la cama de su habitación. Allí mucho más a gusto colocamos a Roberto otra vez

en medio de las dos, con su polla mirando al techo y tratamos de darle el máximo placer. Para ello acerqué mi boca a su polla y empecé a chupársela

mientras que Ana me miraba como esperando poder entrar también en acción. Al rato, como si de un micrófono se tratara se la pasé a ella, la cual

cogiéndola con una de sus manos empezó a chupársela con mucha más energía que yo. Se notaba que hacía tiempo que no se comía un buen rabo como

 

aquél. Después empecé a masturbarme y ella también hizo lo mismo. Roberto por su parte nos puso a las dos a cuatro patas y desde atrás empezó

a chupar nuestros coños y nuestros culos, a la vez que nos iba tocando también las tetas. En ése momento miré a mi amiga que tenía ya una cara que

se relamía de gusto y acercándome a ella casi sin pensarlo, le dí un beso en la boca, al cual ella respondió con su lengua durante un rato. Y así, con

nuestros coños mojados y muy calientes, Roberto empezó a follarme como un loco. Yo le estaba chupando el coño a Ana, que había cambiado ya su

posición. Después era mi amiga quien recibía aquel trozo de carne en su coño hasta los huevos, y así, con aquel mete y saca contínuo, nuestras

mamadas de coño y unas cuantas mamadas más a Roberto, vimos que los tres estábamos ya a punto de caramelo. Pero en ése momento se me ocurrió

darle un premio a mi novio y una vez que Ana estuvo de acuerdo, juntó sus dos grandes tetas y le ofreció aquél canalillo con el que tantos años había

soñado. Roberto metió su polla en aquel desfiladero que ya había llenado de saliba y empezó a restregársela de arriba a abajo hasta llegar a su boca,

donde Ana la recibía con su lengua. Y así, tras unas cuantas embestidas más, Roberto disparó entre sus tetas toda la leche acumulada que no dejaba

de salir de su polla, llegando incluso a salpicarle toda la boca. Mi amiga después empezó a meterme los dedos en mi coño y yo hice lo mismo en el suyo.

Y así de ésa manera, nos corrimos varias veces las dos, covulsionándose nuestros cuerpos como nunca lo habían hecho.

A partir de ese momento yo también estaba confusa. A ver si yo era también lesbiana o bisexual y no lo sabía, como había llegado a pensar ella, porque

en el fondo a mí también me había encantado todo aquello.

Después nos duchamos y nos fuimos a dormir, quedándonos las dos con nuestro dilema en la cabeza, transcurriendo  así nuestra primera estancia alí.

Al día siguiente nos levantamos las dos bastante pronto con la intención de tomar el sol en la terraza, a salvo de miradas indiscretas y después de

desayunar cogimos las tumbonas y nuestras toallas y nos dispusimos a tomar los primeros rayos de sol. Mi amiga que era más blanquita que yo,

aconsejó que nos pusiéramos crema solar para no quemarnos. así que cogió un bote de su bolsa y empezó a ponerse en las manos, los brazos y la cara.

Después me dijo si quería seguir yo poniéndole por las otras partes ya que ella no llegaba y así lo hice.

Ana se dió la vuelta y empecé por sus hombros, su espalda, sus muslos y sus piernas. Y fué precisamente al llegar a sus muslos cuando comprendí lo que

me había comentado Roberto, el cual estaba todavía durmiendo. Los tenía bien duros, pero a la vez muy suaves, e invitaban a seguir masajeándoselos

aunque tuve que reprimirme diciéndole que por allí ya había acabado. Entonces se dió otra vez la vuelta y comencé a untarle las piernas, los muslos, y

luego pasé a su abdómen donde me quedé un rato, hasta que ví que todo aquello me estaba gustando demasiado, al igual que a ella, puesto que sin

decir nada, se desabrochó la parte de arriba del bikini y dejó ante mis ojos aquellas impresionantes tetas, con sus dos pezones incluídos.

Entonces me puse un poco de crema en las manos y empecé a untárselas con un ligero masaje que le estaba dejando los pezones más tiesos y duros

que una piedra. En ése momento Ana cerró los ojos y se dejó llevar, a la vez que cogió una de mis manos y se la llevó a su entrepierna.

Al cabo de un rato noté la presencia de alguien, y ése alguien era Roberto, el cual se había debido ya de levantar y pensaba que yo no lo había visto.

Al no decir nada, yo seguí dando placer a mi amiga como si nada, no sin antes ir mirándolo de reojo, pudiendo comprobar que ya se había sacado la polla

fuera del pijama y no paraba de meneársela. Mi amiga iba alcanzando ya el clímax total y una vez se corrió, pasó a hacerme a mí lo mismo.

Ana no se había percatado todavía de la presencia de Roberto que seguía masturbándose detrás de la cortina, pero yo, no perdía detalle y todo aquello

aún me calentaba  más. Y así, metiéndome Ana sus dedos por todos los orificios, llegué a tener un orgasmo de película, a la vez que mi novio, el cual

se fué rápido al lavabo con toda la mano llena de leche tras su gran corrida. Luego, una vez que acabamos con nuestros escarceos, sí que tomamos

bien el sol en la terraza.

FIN               

CONTINUARÁ EN EL RELATO: MI VIAJE A ZARAGOZA (PARTE II)

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