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El primer anal de mi esposa.

en Sexo Anal

Hola, soy Gonzalo. Hace ya un tiempo que os voy siguiendo por internet, y al ver que muchos de vosotros vais escribiendo para contar vuestras experiencias, me he decidido yo también a hacer lo mismo.

Resulta que desde que empecé a ver esas películas porno, en las cuales se ve como un tío le da por el culo a una chica y se la va metiendo hasta el fondo una y otra vez, me entraron a mí también unas tremendas ganas de querer probarlo, lo que pasa es que mi mujer nunca está por la labor, y aunque desde entonces no paro de pedírselo cada vez que hacemos el amor, ella siempre me contesta que no, ya que según dice le va a doler un montón, y no hay forma de convencerla de que si se hace bien y con cuidado, para nada tiene que ser doloroso y el placer que se tiene que sentir debe de ser inmenso, mucho más que cuando lo hacemos por la parte delantera.

Así que como la esperanza es lo último que se pierde, he seguido intentándolo, ya que al final se ha convertido para mí en toda una obsesión.

Por eso desde hace un tiempo, empecé a planteármelo todo algo diferente. Ahora le dedico mucho más tiempo a ella para calentarla y ponerla cachonda, empezando siempre a besarla por todos los lados y a acariciarla, para luego ir centrándome en lamer sus tetas, chuparle los pezones y seguidamente ir bajando por su vientre, dándome un pequeño descanso en ese estupendo oasis que tiene como ombligo.

Allí me suelo recrear un rato jugando con él con mi lengua y después sigo bajando hasta sus muslos, donde poco a poco y con suavidad, empiezo a besárselos, sobre todo por la parte interna. A continuación, cuando veo ya por sus movimientos que ha llegado a su punto culminante, empiezo a besarle los labios de su ya húmedo coño y le voy succionando también ese botoncito abultado que es su clítoris, el cual como por arte de magia, siempre suele aparecer.

Ella entonces empieza a gemir muy sutilmente y yo en ese instante comienzo ya a lamerle el coño y a introducirle la punta de mi lengua todo lo que puedo, siguiendo con un mete y saca prolongado hasta que noto como empiezan ya a salirle los primeros flujos vaginales, los cuales intento ir saboreando y bebiendo al mismo tiempo.

Todo eso acaba por ponerme a cien por hora. Entonces, con la polla ya bien tiesa y dura, se la suelo ofrecer a ella para que me la vaya chupando durante un rato, cosa que acaba haciéndome siempre con mucha dedicación y entrega.

Una vez con ella en la boca, empieza a bombear como una loca hasta que noto como la punta de mi polla choca ya contra el fondo de su garganta. A continuación, cuando estamos ya muy excitados los dos, suelo penetrarla en varias posiciones una y otra vez, pero solo por su parte delantera, o sea por su coño, ya que el agujerito de su culo está vetado para mí desde siempre.

Lo más parecido que he conseguido hacerle siempre ha sido ponerla en la posición del perrito, o lo que vulgarmente se dice a cuatro patas y follarla de esa forma por el coño. A veces así, haciéndome el despistado, he intentado metérsela por el culo en alguna ocasión, alegando que, al estar los dos agujeros tan juntos, es muy fácil confundirse. Pero aun así no ha colado nunca, y siempre me he quedado con las ganas de metérsela por ese sitio.

Por eso desde hace ya un tiempo decidí cambiar de táctica para hacerle ir perdiendo el miedo al dolor que según cree se produce al hacerlo. Así que en uno de esos días en que estábamos haciendo el amor frenéticamente y vi que estaba muy cachonda, le dije que porqué no se iba ella misma masajeando con uno de sus dedos, la aureola de su culo, una vez se lo lubricase muy bien con saliva.

Entonces, aunque un poco escéptica pero ya muy caliente, accedió a hacerlo, y mientras yo la iba follando, empezó a realizarse dicho masaje. Así poco a poco fui notando como su semblante iba cambiando, y eso era una buena noticia para mí, ya que todo era debido al placer que se estaba dando por allí, además también del que le producía mi penetración.

Así que, ya puestos, se me ocurrió pedirle que en la próxima ocasión que lo hiciéramos, intentase además una vez bien lubricado, introducirse poco a poco un dedo dentro del culo, y tal como hizo en esta ocasión con el masaje, me aseguró que sí, que lo intentaría sin rechistar.

Entonces, llegado el momento de ese día sí que me di cuenta de que había conseguido ya algo muy importante de cara a mi gran deseo de penetrarla por el culo, ya que en cuanto consiguió meterse el dedo en él y además sin ningún problema ni dolor, empezó ella sola sin que yo le dijese nada a bombear dentro de él con un suave mete y saca y al poco de ir haciéndolo, empezó a gemir y a relamerse los labios como una loca, cerrando sus ojos una y otra vez.

Yo por mi parte seguía metiéndosela por el coño tratando de clavarle toda la polla hasta el fondo. Al final fue ella misma la que pudo comprobar con gran asombro, como todo su dedo se introducía en su culo sin ningún problema ni dolor, y además muy holgadamente, por eso ya iba hasta jugando con él allí dentro, haciéndose unos pequeños circulitos con los cuales y sin ella darse cuenta, iba originando que su esfínter se fuese dilatando cada vez más.

Fue así como en la siguiente ocasión que lo hicimos fue ella misma la que empezó enseguida a meterse otra vez el dedo en el culo mientras la follaba, y yo entonces para no perder la ocasión al verla tan animada y decidida, le dije que porqué no probaba a meterse dos de sus dedos, ya que creía que así el placer que recibiría sería mucho mayor.

Entonces mirándome ya con cara de viciosa, se fue hacia un cajón de la mesita de noche y sacó un tubo de aceite lubricante con el cual se estuvo untando bien los dedos y el orificio de su culo.

A continuación, y tras pedirme otra vez que la follase bien follada, aunque por delante, intentó meterse primero un dedo y después poco a poco logró meterse los dos, aunque eso ya le costó un poco más, pero como ninguno teníamos prisa, le dije que tranquila, que se relajase bien, y que lo fuese intentando más veces.

Yo por mi parte seguía follándola hasta notar ya como mis huevos chocaban en sus nalgas como si fuese un frontón, y con todo eso junto, ella empezó a gemir y a moverse como nunca la había visto. Su cuerpo se convulsionaba todo debido al placer que iba recibiendo por ambas partes de sus agujeros.

Creo que debería de estar sintiendo en ese momento como si la estuviesen haciendo una doble penetración, por eso no paraba de gemir y de pedirme cada vez más y más, puesto que según me decía con palabras entrecortadas, aquello era lo máximo de placer que hasta ahora había llegado a sentir.

Yo entonces aún más animado me atreví a decirle que si me dejaba, la próxima vez que hiciéramos el amor la haría sentir algo aún más especial y extraordinario, algo que desde siempre le había estado pidiendo y que jamás me había dado la oportunidad de realizar.

Entonces en ese momento y debido tal vez a lo caliente que ya estaba, me contestó que la verdad es que sabía a qué me refería y que se lo estaba pensando, porque si con tan solo dos de sus dedos recibía tanto placer, no se podía ni imaginar cómo debía de ser el sentir toda una polla como la mía dentro de su culo entrando y saliendo de él sin parar.

Eso debía de ser algo maravilloso y único y no podía dejar de probarlo, aunque eso sí, siempre y cuando le prometiese que se lo haría con delicadeza y con mucho cuidado para no causarle ningún mal. Así que como la vi tan decidida quedamos en intentarlo la próxima vez que lo hiciéramos.

Llegado ese día los dos estábamos muy nerviosos debido a la emoción y al morbo que aquello suponía para ambos, aun así, tratamos de relajarnos y de ponernos en situación. Así que una vez en la habitación, empezamos a besarnos y a acariciarnos muy sensualmente y poco a poco nos fuimos desnudando el uno al otro.

Después procedimos a las caricias y mientras yo la iba besando y tocándole las tetas y las nalgas, ella se encargaba también de besarme y de masajearme todo el paquete de mi entrepierna. De esa forma nos fuimos poniendo muy calientes los dos y más aún cuando tumbados ya desnudos sobre la cama, empezamos a hacer un sesenta y nueve en toda regla, con lamidas de coño y lengua metida en él por mi parte, y una buena mamada por la suya.

Así nos pasamos disfrutando un buen rato, y mientras tanto, yo aprovechaba también para ir chupándole el culo, para así ir lubricándoselo y relajándoselo para cuando después intentásemos la penetración.

A continuación, la hice poner a cuatro patas y una vez le lamí bien el coño y las nalgas, me dispuse a follarla con todas mis fuerzas hasta hacerla gritar de placer. Así me pasé un buen rato metiéndole toda mi polla dentro de su coño hasta que conseguí que se corriese.

Luego le ofrecí mi polla para que me la chupase y seguidamente la puse tumbada de espaldas sobre la cama con un cojín bajo sus nalgas, y le empecé a embadurnar todo el culo con aquel lubricante que tenía.

Después le comenté que iría muy bien que se lo fuese masajeando ella misma como en la otra ocasión y que se fuese metiendo poco a poco uno de sus dedos para ir dilatando su esfínter. Una vez lo consiguió intentó meterse dos y así ya, mientras que yo la iba besando en la boca, empezó a hacerse un mete y saca continuo, con el cual, al ver que ya le entraban tan bien los dedos, pudimos saber que estaba más que a punto para una buena y verdadera penetración anal.

Entonces le dije que parase un momento y que se dedicase a frotarse el coño, sobre todo ese botoncito abultado que era su clítoris, para así ir calentándose aún mucho más. Luego con sus piernas bien abiertas y sus manos cogiéndose los muslos, me pidió con voz entrecortada por la emoción, que por favor le metiera mi polla en su culo cuanto antes puesto que ese era su mayor deseo en ese momento.

Así que no la hice esperar más, y cogiendo mi polla con una mano se la acerqué y se la puse justo en la entrada de aquel estupendo y oscuro agujero que tenía, el cual podía ver cómo le estaba ya palpitando una y otra vez.

Después empecé a presionar sobre él para intentar meterle toda la cabeza del glande ya que, aunque lo tenía bien dilatado tras meterse los dedos, aquello era algo más gordo y tenía que tener mucho cuidado para no asustarla ni causarle daño.

Una vez que con mucha paciencia conseguí que le entrase, dio un pequeño grito en ese momento, por lo que me paré enseguida en esa posición hasta que vi cómo ella misma se fue apoderando con sus manos de mis nalgas por detrás, y empezó a atraerme hacia ella para que así poco a poco se la fuese clavando ella sola en su culo centímetro a centímetro.

Entonces cuando logró metérsela por completo, me indicó que me parase así un instante, y una vez se relajó, como estaba más caliente que una brasa, me dijo que por favor le fuese dando ya fuerte, puesto que aquello, a la vez que no paraba de frotarse el clítoris, era toda una maravilla y no quería que acabase nunca.

Luego entre gemidos me dijo que no me imaginaba lo que se arrepentía de no haberme hecho caso cuando por primera vez se lo propuse, ya que ahora sabía lo que se había estado perdiendo durante todo ese tiempo.

Esas palabras que le escuchaba decir, para mí eran gloria bendita y aún me animaban más a seguir follándola por ese tan deseado agujero. Al cabo de un rato, mi polla entraba y salía ya de aquel gran culo sin ningún problema y la expresión de su cara con los ojos medio cerrados, las mejillas rojas y su lengua relamiéndose de gusto a lo largo de sus labios reflejaban todo el brutal placer que debía estar recibiendo en ese momento.

Pero claro, todo tiene su fin. Así que, como ella ya se había corrido en varias ocasiones y yo estaba también a punto de hacerlo, le dije que se la iba a sacar del culo y así lo hice. Después tras darle unos cuantos lametones a su oscura aureola y unas metidas de lengua en su ya muy dilatado orificio, la hice incorporarse un poco y le ofrecí mi tiesa y dura polla para que me la chupase un poco, cosa que hizo al instante en plan de agradecimiento.

Después, tras meneármela frenéticamente ante ella, me corrí estrepitosamente en su cara y también sobre sus tetas como jamás recordaba haberlo hecho nunca. Luego al terminar nos dimos los dos una buena ducha y mientras después nos tomábamos una copa, estuvimos hablando sobre nuestra nueva experiencia, y la verdad es que a ambos nos pareció muy positiva, tanto que, desde entonces, esa nueva técnica ha sido una de las más habituales en todas nuestras relaciones sexuales, y tras ver el placer que ella llegaba a sentir al practicarla, me entraron también a mí unas tremendas ganas de saber realmente qué se sentía al hacerlo. Así que, desde hace un tiempo, he ido intentando practicarlo a solas conmigo mismo, y he empezado ya a meterme los dedos dentro del culo en cuanto tengo ocasión de hacerlo. También he ido probando a ir bombeando con ellos dentro de él, y al descubrir lo bueno que es eso y el gusto que me proporciona, he empezado a plantearme el decírselo a mi esposa para que pruebe a meterme en él, algunos juguetitos o cosas algo más grandes, ya que eso debe de ser, tal y como ella decía…! Lo máximo del placer ¡

No obstante, si eso llega a ocurrir algún día, ya tendré otra nueva experiencia para compartir con todos vosotros.

De momento espero que esta de ahora os haya gustado.

FIN

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