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Cristina y los visitadores .Capitulo 8.

en Sexo con maduros

Cristina oyó cómo comenzaba a caer el agua de la ducha , y de fondo Don Rafael  empezó de nuevo a silbar su tonadilla ; se encontraba completamente entusiasmada ante el recuerdo de la visión de aquel hombre mostrándole de forma inocente sus nobles partes , y la humedad de su excitado coño se mezcló con unas terribles ganas de orinar ….

No podía más, así que , sigilosamente ,fue al baño ; entró lentamente , la puerta estaba completamente abierta , pensando en que el ocupante de la ducha se sabia solo ,y por suerte, Don Rafael seguía en la ducha , silbando sin parar , con las cortinas corridas ; fue corriendo al wáter , destapándolo  con cuidado , y se sentó, comenzando a orinar con alivio ; a ella le parecía un estruendo el ruido que provocaba su chorro , pero debía estar completamente apagado por el del agua de la ducha, donde el delegado seguía procediendo a su higiene personal .

Viendo a través de la esmerilada tela de la cortina, se adivinaba la silueta del visitador , enjabonándose y enjuagándose concienzudamente , a juzgar por los movimientos que se adivinaban de sus brazos ; se imaginó cómo seria de delicioso estar dentro de la ducha con él, siendo ella la que lo enjabonase , o él restregándole la esponja por sus tetas o su coño ; advirtió entonces que en el suelo , muy cerca de donde ella estaba sentada , permanecían tirados los calzoncillos  celestes de Don Rafael, que la casualidad había hecho que cayesen casi como si estuviesen en un escaparate para que alguien los admirase, porque se mostraban de frente , casi completamente estirados, con la bragueta aún impresa con la forma de su esplendido contenido , y aquel agujero tan delicioso, que no sabía porqué , pero le resultaba tan perturbador .Junto a ellos reposaban , como parte de un hermoso conjunto, los calcetines Ejecutivo marrones .

A continuación descubrió, en la encimera de mármol del lavabo, los otros calzoncillos que había sacado de la maleta , y no pudo evitar la tentación de tomarlos para inspeccionarlos , así que , comprobando que el poseedor de aquella intima prenda seguía con su higiénico ritual , los tomó, casi temblando, como quien coge una valiosa joya , y los contempló con adoración , metiendo sus manos a la altura de los laterales , para luego ,estirándolos  , se descubrió imaginándose a él dentro de ellos, y , como si estuviese en un privilegiado mirador, asomándose al hueco que quedaba , dejándose invadir por una morbosa curiosidad .

Eran de color beige , y en algunas zonas el algodón estaba tan gastado que casi era transparente ; buscó, excitada, algún agujerito , ya que pensó en que la delgadez de la tela favorecería el que se produjera aquel delicioso accidente textil que tan bien sentaba al paquete de su admirado compañero de habitación, pero no lo halló .

Se imaginaba la zona por donde se apoyaban sus huevos , por donde se albergaba  su polla…imaginó alborozada la  zona que debía  quedar justo sobre su vello púbico  …y volteándolo por  detrás, se asomó a por donde debía resguardarse su magnífico culo ….recordó el hermoso pliegue interglúteo , y pensó que posiblemente el algodón se le metería por aquella bendita rajita , y al tocarlos, casi pudo sentir que sus dedos se introducían entre aquellos magníficos glúteos que había contemplado de forma fugaz hacia un instante .

Le invadió una extraña sensación de envidia de aquellos ajados slips, cuya función era estar  siempre  rodeando  la portentosa anatomía de Don Rafael , y , coincidiendo con que había terminado la meada, casi de forma inconsciente, utilizó  aquel trozo de tela a modo de papel higiénico, restregándose a conciencia su húmeda entrepierna .

La sensación que percibió al rozar su sensible piel con el suave algodón de los calzoncillos de Don Rafael, con la certeza absoluta de que habían rozado cientos ( o miles , a juzgar por su estado ) de veces la polla , los huevos , el culo y el vello púbico de aquel magnifico ejemplar de macho ,se asemejaba mucho a un orgasmo, pero le resultó más mantenido y menos intenso , y tremendamente placentero , haciéndola respirar rápida y profundamente , como si estuviese haciendo ejercicio , casi perdiendo la noción del tiempo que había pasado , del lugar donde estaba y sobre todo de que su admirado hombre de las cavernas estaba a menos de un metro de ella, duchándose y por ello, como su madre lo trajo al mundo .

Don Rafael, ajeno a todo aquello, disfrutaba de su ducha, dejando que el agua cayese por su cuerpo, y volvió a enjabonarse su paquete , para retirar todo rastro de semen del pajote anterior ; pensó en Cristinita, y notó cómo la polla se endurecía levemente ante el contacto de su mano enjabonada , pero se resistió a hacerse una paja : al día siguiente regresaría a casa , y no quería agotarse para poder dejar bien satisfecha a su mujer ; le echaría uno o dos buenos polvos , y ese pensamiento le tranquilizó la conciencia .

Cuando Cristina se dio cuenta de todo lo que le rodeaba  , se puso de pie, sintiéndose  como borracha de placer , y aquella sensación coincidió en el tiempo con que el poseedor de aquellos slips terminaba la ducha, cerrando el grifo , por lo que en breve iba a portar aquella envidiada prenda, así que no tardó un instante en volver a colocarlos sobre la encimera; de forma refleja, quiso subirse las bragas al levantarse del wáter ,dándose cuenta de que no las llevaba puestas, trastabillando sobre el suelo ; quiso dirigirse rauda hacia el salvador biombo, justo cuando las cortinas de la ducha se descorrían y veía el brazo de Don Rafael en busca de la toalla que colgaba al lado , cortándole la retirada , porque le impedía llegar a la puerta ; así que , pensando rápido , lo que hizo fue esconderse detrás de la misma, cuya posición se lo permitía , observando, temerosa y excitada , como Don Rafael se le presentaba ahora completamente desnudo ante sus ojos.

Para la edad que tenia, se conservaba extraordinariamente, mostrando una deliciosa mezcla de madurez y cierta juventud , desprendiendo aquel espíritu deportivo que demostraban sus bien trabajados músculos , y la pátina de una leve molicie que evidenciaba su curva de la felicidad , con aquella barriguita que le daba un encanto especial, al igual que su calvicie casi completa , exhalando virilidad a raudales. La toalla, que curiosamente era marrón ( como si fuera su color corporativo ) , tapaba justo aquella parte de la que ella estaba especialmente pendiente , ya que lo estaba contemplando de perfil.

Ahora , de lo que sentía de nuevo aquella extraña y textil envidia era de la toalla de baño que en este momento estaba secando la piel de Don Rafael, deslizándose por su maravillosa calva, secando el escaso pero delicioso cabello que le rodeaba la nuca, su cuello, que parecía de un toro, sus pectorales, su barriguita, su ancha espalda, sus fuertes brazos; advirtió el escaso vello que cubría su cuerpo, y se agachó , centrándose en  sus pies ,que ahora , al reparar en ellos, y verlos sin calcetines, le parecieron hermosísimos, grandes , y especialmente con el dedo gordo destacando en tamaño del resto; no sabía porque, pero ese detalle la hizo excitarse todavía más .

Don Rafael siguió secando  sus musculosas pantorrillas ,sus cuadradas rodillas,e , incorporándose ,sus muslos de futbolista …y finalmente su hermosísimo culo, entreteniéndose y metiendo la rizada tela por su raja, mientras lo seguía viendo de perfil ; entonces, se volvió ligeramente ,a la vez que deslizaba la toalla entre sus huevos y su polla, para dejar bien seca toda aquella zona perineal, sin olvidar por supuesto el espeso vello marrón que rodeaba sus varoniles atributos .

Ella estaba completamente embelesada mientras Don Rafael le ofrecía, sin saberlo, aquel maravilloso espectáculo ; la polla, que emergía de aquel mar de vello marrón claro , saltaba cuando la toalla se deslizaba bajo ella, aún medio morcillona por los pensamientos que Don Rafael había dedicado a Cristina y a su mujer , disminuyendo lentamente su tamaño ; el prepucio, que ante aquel inicio de erección casi se había retraído por completo , comenzaba a cubrir de nuevo el rosado glande .

Aquel hecho le había pasado desapercibido a Don Rafael, el cual comenzó de nuevo a silbar , hasta que se pasó la toalla por su expuesto glande, lo que hizo que pegase un respingo ante aquel dolor inesperado.

-          Joder….- se dijo, mientras contemplaba como su prepucio todavía medio cubría su miembro ; se cogió la polla, contempló con atención su glande , buscando alguna lesión , retrayendo de nuevo el protector prepucio hacia atrás, aliviado al ver que no se había hecho nada – te está bien empleado por pensar en un polvazo en la ducha …- y se miró , sonriendo, en el espejo .

Continuó secando con fruición el escroto , lo que a su vez hacia que sus huevos brincasen mientras su poseedor los contemplaba vigilante, terminado con una nueva pasada por el vello , para terminar mirándolos con satisfacción , dejando que colgasen, tan limpios y secos , que daba gloria verlos ; ella apreció la forma de su miembro, ahora más redondita , cubierta completamente por el prepucio , y cómo se apoyaba , de aquella manera tan ligera, sobre los huevos, que ahora se le presentaban arrugaditos tras el lavado y exponerse al frio del baño , todo aquello rodeado de aquel vello de modo que se le asemejaba un nido de un pájaro maravilloso ; comparó el color y la consistencia de aquel vello con el de su nuca, pareciéndose bastante ( si acaso un tono más claro el púbico ) , y desde luego , más abundante en su entrepierna que sobre su cabeza, dándole aquello mas encanto todavía .

Don Rafael, todavía desnudo, fue a contemplarse ante el espejo, dándole la espalda ,ofreciéndole su hermoso reverso, destacando aquel culo tan proporcionado a su cuerpo , tomando los calzoncillos , y separándose un poco de la encimera , la cual le quedaba bajo la cintura , permitió que ella admirase de nuevo la belleza de sus nobles partes, esta vez reflejadas en el cristal ; se decidió por fin a ponerse los calzoncillos ,y se agachó para pasarlos por sus pies, primero por el derecho, luego por el izquierdo , dejando a ella ver cómo colgaban sus huevos entre las piernas de aquella manera tan incitante ,para a continuación subírselos y dejar a buen recaudo aquellos tesoros ; ella se sintió divertida y poderosa, sabiendo que  aquella intima prenda estaba bien llena de sus flujos y de algunas gotas de su orina , y ahora Don Rafael lo acoplaba  a aquellas maravillas , siendo como un remedo del intenso deseo que Cristina tenia porque su coño se acoplase y restregase por lo que ahora el ultrajado slip cubría.

Don Rafael se miró  con satisfacción , y no era para menos, pues los beige calzoncillos le sentaban estupendamente ;  se acercó a mirarse lo que parecía un grano que tenía en la cara, apoyándose en la encimera del lavabo.

Y entonces , helándole a ella su sangre en las venas, la descubrió , viendo su reflejo en el espejo, detrás de la puerta , fijando en ella su mirada.

-          ¡¡¡¡ Coño !!!!- gritó Don Rafael, volviéndose en un repentino giro, mirándola con sorpresa y rabia a la vez- menudo susto me has dado –y a continuación, la rabia se unió a la perplejidad - ¿ Qué coño haces ahí? ¿ Cuánto tiempo llevas ahí?

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