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Botazas : ensoñaciones .

en Sexo con maduros

-          Si, ya va siendo hora, si…muy buenos días, vecino.

-          Ande, vecina. Muy buenas tardes….y muchas gracias por su ayuda…- y le sonrió de nuevo, esgrimiendo el fajo de cartas que tenía en la mano.

Ella se quedó allí plantada, con la puerta del ascensor abierta, mientras su vecino Tomás desaparecía dentro de su casa y cerraba la puerta.

No le apeteció volver a subir al ascensor, y mientras subía el tramo de escaleras hacia su casa , se quedó pensando en porqué le había dado las buenas tardes ….eso era porque habría comido, seguro ….

¿ Y no había cierto deje de ironía al darle las gracias?

Acabó olvidando el incidente hasta la noche, en que descubrió, mientras tendía la ropa , a su vecino haciendo lo propio…así que vivía enfrente , por  lo que pudo ver a través del ojo patio.

Le dio vergüenza que le viese y se escondió tras el cierre, observando como iban apareciendo camisas ( que por cierto, las tendía de cualquier manera) , mezcladas con calcetines y hasta algún calzoncillo….menuda manera de poner una lavadora, se dijo, mientras lo veía, agachado y mostrando sin pudor aquella barriga, ya que no llevaba nada de la cintura apara arriba.

Entre las crecientes sombras, le pareció apreciar que seguía llevando los pantalones de montar y hasta las botas ….¿ cómo era posible que hubiese pasado todo el día con aquella indumentaria?

Ante aquella demostración de evidente desorden típicamente macho, resolvió que seguramente viviría solo…

Aquella noche soñó con pantalones de montar, botas , camisas y ropa interior tendidas…y barrigas ; curiosamente , justo antes de despertarse, se vio a si misma en aquel lavadero de enfrente , sólo con su camisón , ciñendo con sus piernas la cintura de su vecino , y apoyada sobre la baranda del patio, mientras se sentía dulcemente aplastada bajo el peso de aquella tripa , y aquellos genitales que había mirado y remirado durante aquel episodio, pugnaban por dejar una extraña pero deliciosa impronta en su entrepierna …se levantó muy descansada y plena , aunque sintiéndose extraña ante aquellos sueños …maldito subconsciente ….

Cuando volvió de nuevo a casa tras el trabajo, le costó adaptarse a la penumbra de la portería tras llegar del ardiente sol del mediodía , pero solo vio al afanoso Antonio, el portero, organizando la correspondencia , que ese día había llegado más tarde.

-          Buenas tardes..o buenos días, según se mire…

-          Buenas, Antonio …¿ hay cartas para mí?

-          A ver, a ver..no, esta es para Don Tomás , esta es para Manolo…no, no hay ninguna para usted.

-          Aquí estoy…holaaa ….- escucharon a la vez que vieron un brazo que tomaba una de las cartas que intentaba ordenar el portero.

-          Ehhh..Manolo- dijo el portero- espera,  a ver qué carta has cogido …lo ves, ésa es la de Don Tomás …

-          Anda , si tenemos aquí a nuestra paciente vecina, que ayer casi la dejamos encerrada en el ascensor con los dos gordos del bloque…buenas tardes , ó buenos días, jejejeje…

-          Si, esto va a parecer la peli del Truman, con lo de “ Buenos días, buenas tardes, buenas noches”- se atrevió a contestar ella  , harta un poco de la broma.

-          Pues estará al caer….

-          ¿ Quien? – preguntó el portero- ¿ ese Truman?

-          Anda, Antonio-le dijo Manolo, casi dándole una colleja- me refiero a Tomás, que vendrá de su vuelta a caballo.

-          Pues igual esta mañana igual no ha cabalgado mucho; le vi a primera hora, y cojeaba un poco.

-          Anda, ¿ y eso?- preguntó Manolo, intrigado- A ver dónde habrá metido la pata este hombre…

-          Pues de eso se trata, Manolo; resulta que ayer tropezó al salir del ascensor, y parece que se le trabó la punta de la bota en la alfombra …no sabes la que me ha liado esta mañana …dice que lo va a llevar  a una reunión extraordinaria de la comunidad…

-          Joooder…- exclamó Manolo, compungido- no me digas que ahora va a convocar otra reunión porque ha tropezado con las botas….

Ella recordó que el asesor era , además, el administrador de la comunidad…la verdad es que las reuniones eran un poco tediosas….y ahora una, por…¡ culpa de ella! ….recordó el episodio de ayer , y se puso más colorada que un tomate, contrariada.

-          Una reunión…¿ por haber tropezado con las botas…? – preguntó ella, dudosa.

-          Uy, si, vecina- dijo el asesor- menudo es …ya podría cambiarse las botas, que le quedan un poco grandes….

-          Y cambiarse antes de venir aquí…- intervino el portero- porque hay que ver como viene algunas veces, que me pone el ascensor perdido de las cuadras de su amigo…y no ahora que me viene echando la culpa por como yo voy dejando las alfombras…

Ella se empezó a sentir terriblemente culpable ante aquella conversación , viniéndola a la cabeza el deseo irrefrenable de acariciar aquel culo el día anterior, y cómo después quiso volver a sobetearlo una vez que estaba en el suelo …..y por lo que estaba escuchando, no se había dado cuenta de nada….volvió a recordar la salida nocturna al lavadero.

-          ¿ Y qué dice su mujer? – se atrevió a preguntar, casi tartamudeando.

Los dos interlocutores se volvieron al unísono y le miraron, sorprendidos; el portero , rojo de ira, contestó:

-          Ande, vecina, que si tuviese una mujer otro gallo cantaría…para empezar, llevaría las botas un poco más presentables …y seguro que no iría tanto a montar al picadero de su amigo…

Vaya , pensó ella, así se explicaba ese desorden y esa suciedad de las botas , el cinturón y los pantalones ….este hombre necesitaba una mujer a su lado; en seguida se sorprendió de este pensamiento, y rápidamente se lo quitó de la cabeza….de todas maneras , se quedó bastante confusa, ya que había un sentimiento de protección que parecía salir de ella hacia aquel hombre.

Y una oleada de compasión la invadió, y le dio una pena inmensa saber que aquel hombre, que había estado a punto de partirse los morros por su culpa, viviese solo.

-          Ah, pero ¿ va mucho a montar? –preguntó ella, curiosa.

-          Bastante, siempre que libra de su trabajo…se le da muy bien lo de domar yeguas…ya veo que no lo conoce usted mucho...- le dijo el portero, mirándola.

-          Uy, muy poco, sólo del  ascensor …- y el rubor invadió su cara intensamente.

Y entonces los tres se volvieron al escuchar , de forma inequívoca, el sonoro taconeo de unas botas de montar : allí estaba Don Tomás …vestido exactamente igual que el día anterior…

-          Buenas tardes…o buenos días todavía, señorita y señores – dijo, mirando , sonriente ,a la pequeña asamblea que se había formado en la portería.

Ella no pudo evitar fijarse en la indumentaria del jinete…tal como decía el sufrido portero, las botas estaban todavía más sucias que el día anterior …y los pantalones, que eran los mismos café con leche , estaban adornados con algún lamparón de más; la camiseta mostraba las marcas de sudor propias de haber hecho un buen esfuerzo.

Y a cada paso, el paquete de aquel hombretón se movía a derecha o izquierda, como ajustado a cada sonido del tacón de las botas …ella notó la respuesta , casi inmediata , en sus bragas, al comenzar a refrescar su rajita…

Se posicionó , con las piernas cruzadas, sobre el mostrador de la portería ; parecían que estaban en la barra  de un bar.  

Se sintió completamente invadida por una voluptuosidad que le parecía deliciosa y le inspiraba rechazo a la vez…..¿ Cómo podía sentirse atraída por aquel hombre que llevaba aquellas sucias botazas , aquellos pantalones pringosos y aquella camiseta que apestaba a sudor?

-          ¿ Ocurre algo? …cualquiera diría que estabais hablando de mi…- dijo ante el evidente silencio que se creó tras su llegada.

-          Pues sí, Tomás ….estábamos hablando de tus tropezones y las alfombras- respondió el asesor- y la manía que tienes de convocar reuniones de la comunidad…

-          Estoy en mi derecho, Manolo…- y se mostró visiblemente contrariado, buscando apoyo en el resto.

Ella se sintió muy incómoda, entre las emociones que le provocaba la presencia de su vecino y la cuestión propuesta, de modo que se dispuso a marcharse.

-          Buenos días, caballeros….me tengo que marchar…

-          Ah, no , señorita, espere un momento , por favor…- y se dirigió al asesor, mientras la señalaba- esta vecina estaba ayer presente cuando me caí, y si no llega a ser por ella, igual me rompo los morros…¿ verdad que si, señorita?

Ella parecía iba a reventar de vergüenza, roja como un tomate.

-          Si…si ..la verdad es que sucedió así,si….

-          ¿ Lo veis? Ya nos veremos en la reunión…ya sé que te gustan poco, Manolo, pero para eso eres el administrador…y yo no voy a ir por ahí quitando las alfombras sin permiso de la comunidad…ande, vámonos a casa…- y se encaminó al ascensor, cediéndole el paso como el día anterior.

Pasaron los tres ; estaban exactamente igual , parecía en deja-vú , sólo que esta vez la conversación giró alrededor del tropezón.

-          Mira, Manolo, para que te hagas una idea, ven hasta el rellano- y le dio al botón de su piso- uy, qué tonto he sido, no le he preguntado a la vecina…

-          No , por Dios, por mi no se preocupen- dijo ella, entusiasmada ante la posibilidad de ver a Don Tomás tirado de bruces otra vez .

Llegaron al piso de Don Tomás, y este hizo como que salía , imitando la forma en que el pie se le enganchó…

-          Esto….señorita, ¿ fue el izquierdo o el derecho?- le dijo, frunciendo el ceño.

-          Recuerdo que usted iba leyendo una carta , y trastabilló con el izquierdo, y levantó la pierna derecha – le contestó, recordando perfectamente el momento en que aquella botaza casi le llega a la nariz .

-          Ajá – dijo el asesor, victorioso- con que no ibas mirando al suelo, sino a la carta…

-          No digas tonterías, ¿ verdad, señorita, que yo iba bien? Además, este recorrido lo he hecho millones de veces, joder..

-          Anda, deja  a la vecina en paz, que la estas poniendo en un compromiso, Tomás.

-          Pues entonces, sigamos …fui y me caí de rodillas, casi, así….- y de nuevo se situó con aquel culazo proyectado hacia ellos, esta vez con las rodillas más juntas .

La cosquilla  que recorrió su clítoris ante aquella visión le recordó mucho a un orgasmo….¿ qué tenía el culo de este hombre que le llegaba directamente a sus emociones?

Y entonces recordó el comentario acerca de que se le daba muy bien domar yeguas….y se imaginó siendo ella , y que aquel hombre la montase , situándose justo debajo de aquella especie de arco de triunfo que había dibujado con sus piernas embotadas, y su maravilloso culo ….

¿ Cómo sería sentir su peso, aquellos más de 100 kgr, sobre su espalda, mientras él apretaba las piernas, sintiendo la contundencia de aquellos glúteos, la protusión de aquel paquete ….la suavidad del cuero de aquellas botas alrededor de su cuerpo….?

Don Tomás continuaba con su diatriba acerca de las leyes de la Física, ajeno a aquella tormenta de pensamientos que estaba provocando en su absorta vecina.

-          Y al intentar levantarme, perdí completamente el equilibrio y me caí….obviamente no voy a darme de morros otra vez en el suelo…ya te gustaría, Manolo, cabronazo …- le dijo al asesor ,mientras se incorporaba de nuevo.

Y al hacerlo, no dejaba de ofrecerle a ella la magnífica vista de aquel corpachón conforme se incorporaba y se daba la vuelta ….

Esta vez, la camiseta permaneció bien guardada bajo el ajustado pantalón , y el cinturón ceñía aquella barriga con celo .

El asesor, tras aquella demostración de la ley de la gravedad se echó a reír de buena gana .

-          Anda, Tomás, que ya me has convencido …..no te preocupes, que ya quitaremos la alfombra de tu planta, y ya está….menudo hijo de puta estás hecho.

-          Oye, que vamos a escandalizar a esta vecina, que además me parece hemos abusado de ella y su tiempo…

El asesor dio una palmada , y ella pareció despertar de un sueño , y la palabra abuso, junto a aquel sonido ,  se unió a aquel ensueño  de ser domada …logró cerrar la boca ante el aluvión de voluptuosidad que estaba invadiendo su cuerpo …aquella palmada casi la había sentido en su culo, ya que aunque la había dado Don Manolo, le pareció recibirla del propio Don Tomás.

-          Bueno , que uno tiene que marcharse…- añadió el asesor, frotándose las manos, tras haber dado aquel sonoro fin a la conversación…..

Y ella se dejó invadir por el entusiasmo de abrir la posibilidad de quedarse a solas con el domador de yeguas…

-          Uy, no se preocupen , que yo no tengo prisa, hoy no tengo que ir a por el pan…- respondió ella , casi respirando con dificultad ante la excitación de la que estaba siendo presa de nuevo .

-          Pues me alegro de oírlo, señorita- arguyó Don Tomás, sonriéndole- no me gustaría que se quedase usted sin pan para comer…

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