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Mis días siendo forzado: Capítulo 7 (1 de 4)

en Dominación

Siento tener que dejaros con ganas de más, pero el séptimo capítulo que aquí comienza es lo último que tengo escrito y repasado (siete y el prólogo hacen ocho, Fantasy) . Lo demás está a cachos como el monstruo del doctor Frankenstein y tardaré un tiempo en reconstruirlo, darle forma y corregir errores.

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CAPÍTULO 7: Fuera de juego (1 de 4)

Martes, 1 de junio – Jueves, 3 de junio

—Tienes peor cara que el viernes, Mike. ¿Has tenido un mal puente? —le preguntó Vic por la mañana al verle en la oficina. Quiso hacerle tragar su sonrisa de anuncio de dentífricos con un buen puñetazo en los dientes, pero sólo logró observarle con los ojos ojerosos y emitir un quejido ronco.

«¿Por dónde podría empezar, colega?», ironizó Mike al recordar que le habían forzado a desnudarse, rasurarse, disfrazarse y maquillarse de mujer.

Después había tenido que ver cómo dos cerdos masturbaban a su esposa, mientras un tercero le besaba en la boca metiéndole la lengua hasta la campanilla. Luego había pasado todo el fin de semana jugando con Linda a las pasarelas. Y como colofón al largo puente festivo, su esposa le había violado reiteradamente después de ir de compras a uno de los centros comerciales más famosos de Hollywood y de visitar un bar de stripteases.

—Sí, ha sido muy agotador —resumió Mike al recuperar el habla.

—Como ya sé que estás depre, tengo esto para ti —Vic se sacó del bolsillo de la chaqueta algo que Mike no reconoció hasta tenerlo delante de sus narices. Un par de entradas para el partido de Los Angeles Lakers contra los Boston Celtics—. He pensado que quizás te gustaría venir a ver el partido conmigo.

—¿Cuál de tus ligues te ha fallado esta vez?

—¡Oh, venga, tío! ¡No seas así! —se lamentó de una manera muy teatral que no colara su mentira—. Son asientos de primera fila al lado del equipo de televisión. ¡Veremos a ‘Power’ Gasol y a Kobe Bryant tan de cerca que hasta nos ducharán con su sudor! —Lo siento, pero estoy muy ocupado en casa —se disculpó Mike—. No sé si podré salir.

—¿Así que tu mamaíta Linda no te deja jugar con otros niños? —dijo en son de burla Vic con una ridícula voz infantil.

—¡No es eso! —profirió Mike. Tenía los nervios a flor de piel y era incapaz de confesarle a su colega todo lo sucedido durante los últimos tres días—. Linda y yo hemos tenido ciertos problemas en nuestra relación y estamos solucionándolos.

—¿No estarás durmiendo en un cutre-motel? —Vic se sentó en el borde del escritorio—. Porque si es así, te puedo dejar el sofá de mi apartamento las noches que quieras, hasta que lo arregléis.

—No, no hace falta. No hemos llegado a ese punto —espetó Mike pensando que dormir en la casa de Vic sería como echarle más leña al fuego al problema. Linda ya dudaba bastante de su heterosexualidad, como para añadir más argumentos a su favor.

—Vale, vale. Si cambias de opinión respecto al partido o si necesitas ayuda, llámame —exclamó Victor.

Durante unos prolongados instantes se fijó detenidamente en su rostro, cómo si hubiera advertido algo diferente. Por un segundo Mike temió que se diese cuenta de su oscuro secreto. Pero luego Vic negó con la cabeza sin descifrar qué le notaba de extraño.

Tal vez habían sido las cejas arregladas y peinadas escondidas debajo de sus gruesas gafas de pasta o tal vez las pestañas onduladas. Tal vez había sido el pulcro y concienzudo afeitado de su insignificante pelusilla o tal vez algún resto de maquillaje que había pasado por alto al desmaquillarse esa mañana delante del espejo del baño. Mike se sentía sumamente paranoico con su apariencia. Se agitó un poco en su silla, debido a los nervios exaltados y al malestar de su trasero. El abultado tampón prolongaba el tormento de la noche sufrida a manos de Linda. El malestar que sentía era como tener agujetas en la rabadilla y aún le dolían las muñecas magulladas por la brusquedad de Linda.

Cuando Vic fue a salir del despacho se quedó parado unos segundos y de pronto husmeó ligeramente el aire de la habitación. Parecía un perro de presa captando el rastro de un animal herido en el viento.

—Ummm… Tu secretaria utiliza un nuevo perfume muy sexy —exclamó antes de cerrar la puerta.

Mike se quedó de piedra ante su frívolo comentario.

Vic no había captado el aroma de Jessica Phillis, era el perfume que le había dejado en préstamo Linda, que todavía impregnaba su piel y olía tenuemente. Mike cogió uno de los CD’s vírgenes de encima de su escritorio al quedarse a solas y se contempló en la brillante superficie del disco.

Casi había esperado durante un segundo volver a verse disfrazado de mujer, como en esos agradables sueños que se truecan en horribles pesadillas y aparece la gente desnuda en los sitios más bochornosos posibles. Soltó un profundo suspiro de alivio. Él seguía siendo Mike, no había ni rastro de Amy.

Linda no le había obligado a vestirse con la ropa de mujer cuando se despertó para ir a trabajar, como le prometió desde el principio. Pero el castigo continuaba de todas formas. Ella había insistido en que fuera con un tampón nuevo puesto y con unas bragas de algodón debajo de las ropas cotidianas de oficina.

—¡Me juraste que nadie del trabajo tendría porqué enterarse! —le reprochó momentos antes de cambiarse de ropa, mientras todavía estaba en la cama.

—Y nadie se enterará si mantienes a buen recaudo tu polla y tu culo —se justificó ella lanzándole a la cara otra de sus bragas—. Quiero asegurarme de que no me serás infiel de nuevo con tu secretaria, con algún cliente que te eche los tejos o con cualquier otra persona del trabajo, ya sea hombre o mujer. ¡Así que o te pones esto o te compro un cinturón de castidad!

—¡Venga ya! ¡Los cinturones de castidad se usaban en la Edad Media! —Mike creyó que la había desarmado, pero ella se marchó y regresó con su portátil encendido y abierto en una página web, en la cual aparecía una vasta colección de artículos eróticos, entre ellos, varios cinturones de castidad—. ¡No puede ser!

—Ahora los hacen de cuero, látex y hasta de acero inoxidable —comentó Linda divertida—. Pero supongo que no serán mucho más cómodos que el algodón.

Mike no pudo rebatir sus argumentos de ninguna manera, así que acabó cediendo a sus exigencias y llevando esas bochornosas bragas debajo de los pantalones de ejecutivo, así como el tampón encajado en su recto. Pero al menos seguía siendo Mike Brewster de cara al resto del mundo.

Los demás compañeros de trabajo de la oficina o bien no le prestaron tanto interés, o no tenían la suficiente perspicacia, porque no captaron nada extraño que les llamara la atención sobre Mike. Aparte de Vic, el cual tenía un sexto sentido para captar todo lo concerniente al sexo femenino, nadie se fijó en él más de lo necesario. Y por primera vez disfrutaba que fuera así.

La jornada laboral transcurría con tranquilidad e inestimable monotonía.

* * * * *

Linda, por su parte, pasó aquellas horas matutinas repartiendo sus esfuerzos en operaciones de bolsa y haciendo investigaciones personales. Esa madrugada bien temprano había enviado un e-mail a su jefe, para informarle de su reincorporación.

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De: Linda Brett <linda_jedi_78@hotmail.com>

Fecha: 1 de junio de 2010; 05:18 (PDT UTC-7)

Para: Ivan Borosky <ruski_business_69@yahoo.com>

Asunto: De vuelta al pie del cañón ;-)

Querido Borys:

Gracias por estos días de descanso, me han servido de mucho para arreglar esos problemas que te comenté que tenía con Mike. Hemos hablado largo y tendido y creo que he encontrado una solución a mi matrimonio.

Pero ya he tenido suficientes vacaciones, me voy a cansar de estar tumbada sin hacer nada… ¡¡Necesito acción!!

Supervisaré las últimas operaciones del grupo B con Smithy y Louis, después de ponerme al día.

Linda.

PS: Espero no haber causado muchos problemas por mi falta estos días en la empresa. Si es así, te juro que lo compensaré con las horas extras que se precisen.

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Al poco de enviar el mensaje se conectó a la intranet de la oficina y revisó el tablón de avisos que iban dirigidos hacia ella. Funcionaba de un modo semejante a los Muros de Facebook, pero sin chorradas de estrellitas, dedos pulgares de “me gusta” o fotos. Tan sólo texto plano sin más decoración que un fondo en blanco, muy al estilo de Google en sus comienzos.

La respuesta en forma de e-mail de Ivan Borosky no tardó mucho en llegar.

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De: Ivan Borosky <ruski_business_69@yahoo.com>

Fecha: 1 de junio de 2010; 05:52 (PDT UTC-7)

Para: Linda Brett <linda_jedi_78@hotmail.com>

Asunto: Eres toda una workaholic :-D

Bienvenida de nuevo, Linda:

No puedo decir que no se ha notado tu ausencia estos días. :-)

Sinceramente pensé que estarías otra semana más de descanso. Eres una de las mejores de la plantilla, pero has acumulado en lo que llevas de año muchísimas horas extra. Si te vuelcas tanto en este trabajo acabarás quemada antes de cumplir los cuarenta.

Te lo digo por experiencia. Cuídate.

Borys.

PS: Nos distes un susto tremendo, pensábamos que te había dado un ictus, un infarto o vete-tú-a-saber-qué.

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Linda hizo un puchero al leer la posdata de su superior y el tono de angustia de sus palabras. No era la primera vez que sucedía una tragedia de ese tipo en la agencia, los broker tenían el nivel de estrés por las nubes y la muerte prematura no era una extraña. Aunque pensó que era mejor tranquilizarle y hacerle ver que podía tomarlo con sentido del humor. Escribió una respuesta en un santiamén:

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De: Linda Brett <linda_jedi_78@hotmail.com>

Fecha: 1 de junio de 2010; 06:03 (PDT UTC-7)

Para: Ivan Borosky <ruski_business_69@yahoo.com>

Asunto: No pienso morir con las botas puestas, ¡sino con zapatos de tacón!

Estoy sana como una rosa, Borys, de veras.

Lamento haberos asustado, pero necesitaba pasar un tiempo alejada de Mike.

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Antes siquiera de que pudiera ponerse en línea para la apertura de Wall Street, el soniquete del buzón electrónico timbró en los altavoces del portátil de nuevo.

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De: Ivan Borosky <ruski_business_69@yahoo.com>

Fecha: 1 de junio de 2010; 06:10 (PDT UTC-7)

Para: Linda Brett <linda_jedi_78@hotmail.com>

Asunto: Muy interesante…

Al final no me dijiste qué te sucedió con Mike y me dejaste con la mosca detrás de la oreja… ¿Tenéis problemas en el dormitorio? ¿Necesitas que te dé algunas ideas? ¿No le habrás pillado con otra en la cama? ¿Os vais a divorciar…? ¡Venga, no me hagas adivinarlo! Me tienes en ascuas.

Borys.

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De: Linda Brett <linda_jedi_78@hotmail.com>

Fecha: 1 de junio de 2010; 06:17 (PDT UTC-7)

Para: Ivan Borosky <ruski_business_69@yahoo.com>

Asunto: Pues sigue “quemándote”.

No, no me voy a divorciar y no te pienso contar ningún detalle guarro :-P

Nos van a dar las campanadas, de New York, como sigas así.

Linda.

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Ivan no pudo resistirse a decir la última palabra:

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De: Ivan Borosky <ruski_business_69@yahoo.com>

Fecha: 1 de junio de 2010; 06:22 (PDT UTC-7)

Para: Linda Brett <linda_jedi_78@hotmail.com>

Asunto: —

OK, no me cuentes nada de tus problemas matrimoniales si no te da la gana. ¡Si hay detalles guarros sobre tu matrimonio dejaré volar mi calenturienta imaginación! :-D

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Linda se descojonó de la risa por el último e-mail de Ivan.

Por norma general en sus conversaciones oficiales, su superior solía ser profesional y educado. Sin embargo cuando se enviaban e-mails privados dejaban atrás todas las formalidades y hablaban de temas que en persona ni se habrían atrevido a pronunciar. Charlaban de sus respectivos matrimonios, la convivencia en pareja y sobre todo tipo de temas de sexo. Linda y Borys (así era como le llamaba en sus e-mails) jamás habían practicado entre ellos cybersexo, no era ese tipo de relación a distancia entre dos adultos. Era una amistad un tanto extraña surgida a raíz de los largos diálogos por e-mail y los chat privados.

Sin embargo no le iba a decir ni una palabra del insólito castigo de Mike, por mucho que quisiera hablar de ello con alguien. Le había prometido a su marido que mantendría en secreto a Amy, lo mejor que pudiera. Además, dudaba mucho de que Borys, aun siendo un hombre muy liberal en cuanto a sexo, pudiera entender o estar de acuerdo con su plan de poner a Mike en el pellejo de una mujer.

El resto de la mañana se dedicó a navegar en Internet buscando información sobre la pandilla del instituto de su marido mientras con el rabillo del ojo mantenía vigilados los índices bursátiles de varias acciones de la bolsa de New York y ordenaba las operaciones de compra y venta. Quizás para cualquier otra persona le podría resultar complicado mantener la mente ocupada en dos tareas completamente diferentes, pero ella había perfeccionado durante años su capacidad multitarea.

Linda no había querido investigar antes, por temor a que Mike llegara a enterarse de sus pesquisas o le pidiera que dejara de husmear en su pasado. Pero la verdad es que apenas pudo encontrar mucho acerca de Jimmy Evans, Tom Vasili, Emily Van Horne y Sarah Rosemberg. Sólo logró llevarse una decepción.

De todas formas Linda no tenía ni idea de qué iba a hacer cuando consiguiera los datos personales de todos los que aparecían en las fotográficas del chantaje. ¿Se atrevería a presentarse en la casa de cada uno de ellos para pedirles explicaciones? ¿Cómo evitaría que se armara un escándalo si resultaban ser inocentes? ¿Y si daba con el chantajista? ¿Qué demonios podía suceder? Pero aunque todas esas dudas reconcomían a Linda, prosiguió con sus búsquedas en Internet.

Ninguno de ellos tenía una página de Facebook, ni de MySpace, ni siquiera un blog a su nombre. Quizás utilizaban nicks diferentes (en el caso de los miles de Jimmy Evans que brotaron de Google, Linda tiró la toalla) de sus nombres.

Intentó recurrir a la web de las Páginas Amarillas, www.yellowpages.com, pero no fue mucho mejor que lo anterior.

Cuando se metió en faena y empezó a escarbar más a fondo en la maraña de datos que ofrecía Internet. Encontró desde migajas hasta un verdadero filón dependiendo del nombre.

Emily Van Horne tenía una cuenta de Twitter en la cual publicitaba sus últimos trabajos fotográficos que exponía a su vez en Flickr. Al parecer se dedicaba a realizar photo-books de aspirantes a estrellas de Hollywood. Le había costado tanto hallarlo porque el nombre que había escogido había sido “Emilie” en lugar de “Emily”, y el apellido iba unido sin la letra “e” del final. A raíz de esos Tweets empezó a ahondar más hasta que reunió la dirección y el número de teléfono de su estudio de fotografía y una lista de sus clientes, al parecer le iba muy bien el negocio.

Demasiado bien como para hacerles chantaje.

De Tom Vasili encontró una noticia un tanto alarmante.

En ella aparecía una pequeña fotografía que reconoció incluso antes de que hiciera clic para ampliarla: un hombre de unos treinta años que se parecía muchísimo al joven jugador de rugby de las fotos, estaba sonriendo junto a una mujer y dos críos pequeños. Un niño y una niña. Era un retrato familiar a pie de página de una noticia más importante.

«Vendedor de coches muere en trágico atropello». Rezaba el titular de la noticia de un tabloide local. La fecha era de tres meses atrás y al parecer Tom Vasili había fallecido dejando viuda y dos hijos de tres y cinco años. Un camión le había arrollado al cruzar un semáforo en rojo, posiblemente por un despiste, tal y como afirmaba la policía que lo investigaba y el testimonio del conductor que pidió auxilio de inmediato.

—No puede ser… —Linda había soltado las manos del teclado y no pudo parpadear del shock. Sentía un molesto nudo en la garganta. Era otro sospechoso menos que tachar de la pequeña lista de posibles culpables, pero no resultaba ser un alivio su muerte. De Sarah Rosenberg, la antigua animadora que había tenido encandilado a Mike de joven, sólo pudo encontrar una pequeña referencia de varias multas por aparcamiento indebido en el registro del foro municipal de Sacramento de siete años atrás. Linda supuso que lo más probable es que ya se hubiera casado y su apellido de soltera hubiera desaparecido del mapa. No albergaba muchas esperanzas al respecto.

Jimmy Evans fue un callejón sin salida desde el comienzo.

No obtuvo ni rastro después de probar todas las ideas que se le ocurrieron. En todo el estado de California existían un sinfín de James, Jim, Jimbo y Jimmy Evans, demasiados como para poder contrastarlos uno a uno. Y ni siquiera podía estar segura de que Sarah o Jimmy no se hubieran marchado a otra ciudad a lo ancho y largo de los Estados Unidos.

Linda se consideraba a sí misma una experta en informática, pero las tediosas y largas horas que se dedicó a buscar y rebuscar, le bajaron los humos. Concluyó que si quería conseguir resultados tendría que echar mano de un profesional. Un investigador privado o… simplemente alguien que se dedicaba a husmear en la vida privada de los demás por hobby.

Cogió su BlackBerry y marcó el número de la sede central de su empresa en San Francisco. Linda esperó unos segundos, se identificó ante la operadora y después le pidió amablemente que le pusieran con la oficina del tipo en cuestión: El Técnico en Seguridad de Redes.

—¿Está usted segura de que quiere hablar con… él, Mrs. Brett? —La joven operadora vaciló unos segundos pensando que había escuchado mal.

Era comprensible, no solía recibir muchas llamadas y no era muy popular en la agencia. Linda insistió una vez más con paciencia y esperó hasta que le desviaron la llamada.

Continuará...

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Workaholic: término en inglés que reúne las palabras work (trabajo) y alcoholic (alcohólico), se traduce normalmente como adicto al trabajo, pero va más allá de una adicción.

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Ésta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, marcas registradas, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se emplean en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.

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¡Hasta que nos leamos!

 

 

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