miprimita.com

Mis días siendo forzado: Capítulo 4 (2 de 2)

en Gays

CAPÍTULO 4: Poniendo las cartas sobre la mesa (2 de 2)

—Sé lo que estas pensando, Mike —afirmó Linda categóricamente. Aquella era una de las pocas frases de Linda que habían sido tan ciertas y tan aterradoras. A menudo ella solía descifrar sus intenciones con antelación, mediante engaños y faroles como ese, pero esta vez realmente sabía qué estaba pensando.

—Podríamos pagar el chantaje —expuso sin tapujos Mike lo que pasaba por la cabeza de ambos.

—No vamos a pagarlo —se obcecó Linda, una vez más su orgullosa vena irlandesa salió a flote.

—Pero si daría de sobra… —repuso él.

—¡Este dinero es tanto tuyo como mío y yo me niego rotundamente a pagar a un sucio chantajista!

«¡Nunca creí que vería esto!», pensó Mike sorprendido por aquella situación.

Era la primera y única vez en cinco años de matrimonio que mantenían una discusión monetaria.

Por norma general, los asuntos de dinero los dejaba en manos de Linda. Ella era licenciada en economía por la universidad de Columbia, una broker de éxito que había sobrevivido a la escabechina de la última crisis del país y la única de los dos con horario verdaderamente flexible.

—No es por el dinero, no sé si me entiendes. No pienso ceder en esto contigo. Si lo hiciera, no sería capaz de mirarme a la cara nunca más.

—Ya veo, es una cuestión de orgullo propio.

—No, de confianza —le contradijo con rudeza Linda—. Dime, si hubieras recogido el correo el lunes y leído el chantaje, ¿qué habrías hecho? ¿Habrías pagado? ¿Me lo habrías contado siquiera?

Mike reflexionó sobre todo lo sucedido el pasado lunes, aquel ajetreado día en el que su jefa le había hundido sus expectativas y en la exitosa presentación que había tenido a primera hora. El destino tenía sentido del humor, si no hubiera tenido prisas ese día, el sobre beige grande habría acabado en sus manos. Lo más gracioso es que aquel chantaje seguramente le habría arruinado la reunión con los directivos de WCS y ese jugoso cheque no estaría en ese momento encima de la mesa de la cocina. Pero Mike se percató de que por ahí no iba la pregunta de su esposa.

—Tienes toda la razón, Linda, le habría pagado y no te habría dicho nada —se sinceró después de coger el cheque y echarle otro vistazo antes de devolvérselo a Linda—. Vale, si es lo que quieres, no le pagaremos.

—Muchas gracias —exclamó Linda, con un hondo suspiro tras contener la respiración durante unos prolongados segundos.

* * * * *

Después del desayuno conversaron con algo más de normalidad, tratando asuntos más triviales y caseros. Linda continuó un poco reservada con Mike, pero al menos no mostraba hostilidad hacia él. Durante unas breves horas resultó agradable para los dos volver a comportarse como un matrimonio normal y corriente, tan sólo disfrutando del buen día de fin de semana.

Ninguno de los dos llegó a explicarse porqué el autor del anónimo y de las fotografías no había insistido en sus peticiones. Ambos decidieron no deshacerse de las pruebas del chantaje, por si el asunto volvía a repetirse y había que acudir a la policía como último recurso. Dado que aquellas fotos no eran dignas de enmarcarse, acabaron junto con el anónimo en el fondo de un cajón que apenas usaban.

Linda estaba tan agotada del estrés emocional que había sufrido los últimos cinco días que apenas tenía fuerzas para hacer la comida. Además, Mike había dejado vacío el frigorífico y la casa manga por hombro.

—Iremos a comprar al centro comercial de Barnsdall Square después de comer en Palermo —declaró Linda después de olfatear una bandeja de carne que olía a perros muertos y dar una arcada. Mike acabó aceptando el plan, al menos para pudieran salir de la casa y despejarse un poco las ideas.

Aquel restaurante italiano era uno sus preferidos, un lugar muy agradable, intimo y romántico al que ya apenas solían acudir pues se habían estancado en la monotonía de los pedidos a domicilio, cenas de empresa y comidas precocinadas a última hora. Habían sido clientes muy asiduos y reconocidos cuando estaban recién casados pero, por fortuna, Palermo no era un restaurante muy exclusivo con una larga lista de espera para coger mesa. Para cuando llegaron a las dos pasadas del mediodía, el restaurante no estaba del todo abarrotado.

Mike debió de pensar que la tregua había llegado por fin entre su esposa y él, después de pactar olvidar la noche anterior tácitamente, pero resultó que Linda aún no había terminado con la discusión.

—Dime, honey —comenzó a decirle Linda con voz melosa, cuando el camarero terminó de cogerles nota—, ¿alguna vez me has sido infiel? —Su tono de voz apenas cambió al lanzar ese bombazo. Como si le hubiera preguntado si había llevado el coche a lavar. Sin embargo Linda sostenía el tenedor y el cuchillo con perturbadora firmeza.

«Parece un ciervo a punto de ser atropellado». Mike se quedó rígido como una estatua al escucharla, bebió un sorbo de vino e intentó pensar rápido en una respuesta que le sacara del apuro.

—Venga ya, Linda, ¿Cómo quieres que yo te sea…? —Comenzó a decir haciéndose la víctima.

—No, no hagas eso, Mike. No pienso montarte un escándalo aquí, pero ni se te ocurra creer que puedes dejar el tema —exclamó enfadada dejando los cubiertos sobre el mantel y mirando el largo comedor—. Ya te conté que mi madre se pasó toda su vida fingiendo por culpa de mi padre. Ella pensaba que si miraba para otro lado, todo se arreglaría como por arte de magia. Durante su matrimonio fue muy infeliz por sus infidelidades y las mentiras que arrastraba a sus espaldas. Cuando la abandonó por otra mujer más joven, se quedó completamente destrozada y sola. Yo no pienso cometer el mismo error que ella. —Le miró directamente a los ojos, pidiéndole plena sinceridad por su parte—. Así que te lo vuelvo a preguntar, ¿me has sido infiel alguna vez?

—No sé qué decirte —exclamó Mike encogiéndose de hombros—, aparte de que te quiero.

—Ya sé que me quieres. —Se reclinó un poco en el asiento y luego Linda se irguió en una actitud desafiante enseñándole la sortija de matrimonio que llevaba en su dedo—. Precisamente por eso te pido que me digas toda la verdad.

Mike hizo de tripas corazón y le confesó lo sucedido en su trabajo, una desgraciada noche a finales de diciembre en la fiesta de navidades que celebraban en Emmerich & Covington Advertising. Parecía un cliché barato viniendo de él, pero se había acostado con su joven asistente, Jessica Phillis. Ambos estaban muy bebidos esa noche y la mezcla de la música, el jolgorio y los bailes lentos los llevó sin pretenderlo a desnudarse el uno al otro entre besos y achuchones, en el despacho de Mike.

Le explicó que Phillis por aquel entonces había tenido una reciente discusión con su novio y se había sentido muy deprimida y falta de cariño durante esas festivas fechas. Debió de confundir los atentos comentarios de su jefe para consolarla con algo muy diferente. Mike pensaba que era una buena chica y que no se merecía a un tipo que no la apreciara como es debido. Y ella por su parte siempre le había tenido en gran estima por ser más que un considerado jefe, un amigo. Pero después de aquel inesperado revolcón, ambos se dieron cuenta de que había sido un rotundo error. Mike la quería respetar, tanto como por ser mujer como por ser su subordinada y Phillis no quería estropear su matrimonio.

Así que decidieron, de mutuo acuerdo, fingir que nunca había sucedido. Mike supuso que ése sería un secreto que se llevaría a la tumba, pero Linda se lo acabó sacando todo, palabra por palabra.

—… después de esa única vez, no nos hemos vuelto a acostar —le juró Mike con toda la valentía que pudo reunir. Ella le miró con apatía mientras continuaba impasible, la comida llegó a la mesa en ese preciso instante, pero ninguno de los dos le prestó atención.

* * * * *

«Está conteniéndose demasiado bien», se dijo Mike, habría esperado de ella que en cualquier momento se levantara y se pusiera a gritar a los cuatro vientos una sarta de maldiciones aderezadas con una ronda de bofetadas, arañazos y puñetazos.

Cualquier cosa menos ese templado silencio era mejor.

—Lo tuyo con Phillis ya lo sabía —pronunció sosegadamente Linda, después de dar por terminada la historia de Mike y comenzó a atacar su plato de linguini con tranquilidad.

—¿Lo sabías? ¿Cómo…? —Mike se había quedado estupefacto, no sabía si se trataba de uno de sus faroles—. ¿Pero si… si lo sabías por qué… por qué…?

—¿Por qué no te lo dije? ¿O por qué no te pedí el divorcio? ¿O por qué no te exigí que la despidieras? —concluyó la frase Linda soltando un resoplido de impaciencia—. ¿Acaso habría servido para bien alguna de esas cosas? ¿Habría borrado tu indiscreción? Creo que no. —Negó con la cabeza efusivamente—. Bueno, aparte del lío con tu secretaria, ¿existe algún otro desliz más que quieras confesarme?

—Sólo uno más, Linda. Pero no creo que quieras escucharlo… —le advirtió.

—¡Oh, sí! Sí que lo escucharé, es ahora o nunca, Mike. —Plantó los codos encima de la mesa y entrecruzó los dedos en un gesto de plena atención.

Mike comenzó a declararle la noche más vergonzosa de su vida, más incluso que cuando se había vestido de Rita. No fue muy preciso en los detalles, ya que sus recuerdos apenas eran breves flashes distorsionados, como sacados de una pesadilla y lo que ocurrió no lo sabía con exactitud.

Sucedió durante una convención en el hotel Sheraton de Salt Lake City en la que había asistido como representante de la agencia junto con Vic. Había un vendedor de una cadena de concesionarios, con la que la empresa de Mike había trabajado anteriormente, que le invitó al bar al terminar las conferencias.

Se llamaba George Marshall y siempre que habían hecho negocios juntos se había mostrado abiertamente gay, pero Mike no le dio mucha importancia a sus inclinaciones sexuales. Parecía un buen tipo del que uno se podía fiar.

Pero después de unas cuantas rondas de tragos por cuenta suya, comenzó a insinuársele diciéndole que le encontraba mucho más atractivo que Vic y preguntándole si había estado alguna vez con otro hombre… sólo por probar algo diferente.

Mike intentó rechazar sus avances repetidamente, procurando ser lo más amable y educado posible para no ofenderle. Sin embargo al final de los tragos, le sugirió continuar con la conversación en su habitación.

No recordaba cómo demonios llegó a acceder, pero a la mañana siguiente se despertaron abrazados y completamente desnudos en su cama. Por lo poco que pudo recordar habían estado follando toda la noche y se habían quedado dormidos y completamente exhaustos a última hora.

—… me sentí tan mal, tan ultrajado y sucio, que me fui de la habitación a toda velocidad —añadió Mike cabizbajo al finalizar el relato.

—Según parece, no sólo te es difícil mantener tu voto de fidelidad, sino que también tu heterosexualidad —comentó ella de una manera muy insolente, sonriendo amargamente. El sarcasmo fue la única forma que encontró Linda para enmascarar su creciente estupor—. ¿Así que te acostarías con cualquiera de aquí, ya sea hombre o mujer, no es cierto? —Elevó sin pretenderlo el tono de su voz y varios clientes de las mesas contiguas giraron sus cabezas hacia ellos.

—No, no lo es —susurró Mike con el rostro encendido de vergüenza.

—¿Qué me dices de anoche, con ese tipo… Roy?

—Roger —le corrigió, lamentando haberlo hecho de inmediato.

Ella le fulminó con una mirada asesina e inspiró profundamente. Mike se retrepó en el asiento al notar que el ambiente se había engrosado.

—Te vi besándote con Roger, no me lo niegues —exclamó Linda en un tono acusador.

—Él me besó, no yo a él —se defendió de manera apresurada y en voz baja—. Él creía que Rita era una mujer de verdad, ése era tu estúpido juego.

—Ya, pues no me pareció que te incomodara mucho el beso —comentó ella con malicia—. Incluso me dio la impresión por un momento de que estabas disfrutándolo de veras.

—¡No sabes lo que estás diciendo! —Intentó defenderse Mike, pero su tono de voz era tan endeble como un postre de gelatina—. Anoche estaba muy bebido, me quedé en estado de shock, incapaz de hablar o de escapar. Por eso no me pude apartar a tiempo de Roger. Eso es todo, no hay más.

«¿Por qué mi única explicación suena menos creíble cuando la digo en voz alta que cuando la había pensado?», recapacitó Mike desmoralizado.

Según él, no era culpable de aquel beso, Roger le había atacado a traición cuando comenzaron a bailar. Linda sin embargo no parecía muy enojada con Mike, más bien estaba observándole con la curiosidad de un entomólogo que hubiera hallado un espécimen raro encima de su mesa de escritorio y lo estuviera examinando bajo una lupa. Se estaba replanteando absolutamente todo lo que sabía del hombre con el que se había casado cinco años antes.

—Así que tan sólo te has acostado con dos, o quizás tres, hombres en toda tu vida y apenas tienes recuerdos de uno de ellos —recapituló Linda.

Mike debió de hacer una mueca que lo delató. Porque de inmediato la mirada de su mujer se quedó clavada en él.

«Shit! ¡Debo de mejorar mi cara de póquer!»

—¡¿Es que hay alguno más?! —preguntó atónita.

—Fue mucho antes de conocernos, —Le daba la impresión que a medida que había comenzado la comida iba encogiendo en su asiento de la vergüenza que le embargaba—, mi compañero de piso y yo nos acostamos una vez. Sólo una vez y no nos gustó.

—¿Mike, acaso te atraen los hombres? —preguntó Linda con desdeñoso interés.

—¡No! —Negó con la cabeza vehementemente.

—¡Oh, por Dios! No hace falta que intentes suavizarme el golpe, honey. No creo que sea la primera esposa que descubre que su marido es gay —repuso de manera condescendiente—. Creo recordar haber leído que es la quinta causa de divorcio del estado de California después de la infidelidad y del dinero.

—Yo no soy gay —exclamó receloso Mike.

—¿Con quién más de la oficina te has acostado? ¡Dímelo! —le exigió Linda medio en ofendida, medio intrigada. Su rostro congestionado estaba al rojo y su respiración acelerada y nerviosa le hacía resollar—. ¿Quizás con esa chica monilla de Recursos Humanos que te hacía ojitos el año pasado en la fiesta de Halloween, Erin? ¿O con la secretaria de recepción… esa tal Simone? ¿O tal vez con Vic…? ¡Ja! ¡Seguro que por eso sois tan amiguitos vosotros dos!

—¡NO! —En esa ocasión fue Mike quien alzó demasiado el tono de su voz y llamó la atención de gran parte de la clientela del restaurante. Se echó otro trago de vino a los labios para aclarar la garganta.

* * * * *

Cuanto más descubría del lado más oscuro de Mike, más morboso interés y vergüenza ajena le producía a Linda. Durante las últimas horas había descubierto más secretos de él que en los cinco años de matrimonio que llevaban juntos. Su marido se había transformado de una persona anodina, pero divertida, a una verdadera caja de sorpresas sin fondo.

Y lo más insólito de todo era que todavía seguía amándole desde lo más profundo de su corazón a pesar del desprecio que debía merecerse por su parte.

—Mike, no te estoy juzgando. —Ella probó otro enfoque para atacar el problema después de serenarse—. Si a veces sientes curiosidad sexual hacia otros hombres, puedo comprenderlo, de veras. No es algo por lo que debas de avergonzarte ante mí. Anoche, por ejemplo, cumplí una de mis fantasías más secretas: acostarme con una mujer —comentó Linda de manera comprensiva.

—Pues resulta que yo no soy una mujer —emitió tajantemente Mike—, y tampoco soy gay.

Linda puso en serias dudas las palabras de su marido.

Desde que había hecho el desafortunado comentario sobre las causas de divorcio, Mike se había cerrado en banda y se negaba a razonar debidamente.

—No estoy diciendo que seas gay —puntualizó ella para calmarle. Linda no es que fuera una mojigata en temas de sexo pero se sentía un poco rara hablando de ello con su marido—. Mike, la sexualidad no es un asunto de blanco o negro, no es tan categórica como la pintas. Que te hayas sentido interesado, atraído o que te hayas acostado con hombres, no significa que seas gay, ni que te dejen de gustarte las mujeres…

—Linda, yo te amo —clamó Mike desesperado, parecía que de un momento a otro le fuera a dar un infarto de lo angustiado que se encontraba.

—Ya sé que me amas, honey. —Le cogió de la mano y rozó con suavidad la yema de los dedos, apartando de su mente la rabia—. No estoy poniéndolo en duda. Pero creo que no podremos seguir adelante con nuestra relación si no compartimos nuestros verdaderos sentimientos el uno con el…

—Te digo que no me atraen los hombres —insistió.

—¡Pues para no atraerte los hombres te has acostado con unos cuantos! —comentó ella con furia, harta de ser tan suave con él. Recordó los breves momentos en los que vislumbró a Mike vestido de mujer en la pista de baile con Roger. Los dos, abrazados como amantes, entregados al fuego de la pasión y a la incesante danza de labios que le acompañó.

Linda juzgó que nadie podía ser tan bueno interpretando un papel.

—Lo siento —se disculpó Linda, no Mike—. Me he pasado de la raya. Sólo quiero que seamos sinceros el uno con el otro. Deseo que nuestro matrimonio sea del todo transparente y no estoy buscando justificaciones para separarme de ti.

* * * * *

Mike no pudo hacer más que emitir un hondo suspiro de alivio. La amenaza del divorcio y los negros nubarrones de tormenta se habían esfumado.

—Yo también deseo lo mismo, sweetie.

Durante unos segundos pareció que la tregua había vuelto a imponerse entre los dos, hasta que la sosegada calma de Linda se hizo tan prolongada que quedó claro que no era más que silenciosa expectación.

—¿Y bien? —Linda se atrevió a romper el silencio.

—¿Y bien, qué? —preguntó Mike a coro.

—¿No me preguntas si te he sido infiel alguna vez?

Mike se sentía como si estuviera atrapado dentro de un capítulo de Outer Limits y toda su realidad se hubiera visto distorsionada por algún invento de un científico loco.

—No quiero hablar de ello. —Él intentó apartar de su mente la imagen de Bob-y-Bill metiéndoles mano a la entrepierna a su esposa—. Y no creo que necesite saberlo. Nunca he tenido dudas acerca de ti, Linda.

—Hasta anoche. —Metió Linda el dedo en la llaga todavía sin curar—. Supongo que lo que viste hizo que te replantearas algunas cosas sobre mí, y si…

—No me replanteé nada de nada. —Le frenó Mike de inmediato, quería dejar el tema de una vez—. Te recuerdo que ayer me forzaste a ver eso, porque me lo merecía. Y yo acepté voluntariamente sufrir esa humillación.

—No te he sido infiel, te lo juro —respondió Linda a una pregunta que no se había formulado—. He de admitir que en el trabajo a veces algún cliente ha intentado ligar conmigo, sí. Pero siempre les he dado esquinazo y me he mantenido firme. Y te mentiría descaradamente si te digo que no me he fijado en más de un hombre. Pero…

—No sigas, por favor, no…

—Pero hasta anoche ningún hombre, aparte de ti, me había tocado de esa manera en estos cinco años —prosiguió Linda su cháchara sin siquiera escucharle—. No pensé que llegaría tan lejos la cosa con esos dos tipejos, supuse que acabarías por explotar mucho antes e intervendrías…

«¡¿Que qué?!». Justo en ése momento sí que explotó.

—¡¿Me estás echando la culpa?! —La súbita pregunta sobresaltó a Linda—. ¡Pero si no me diste alternativa!

—Yo no quería decir que tuvieras la culpa.

—¿Y ahora qué? ¿Qué castigo me merezco por serte infiel mientras tú has mantenido tus votos? —Mike estaba visiblemente exasperado—. ¿Acaso vas a acostarte con algún desconocido para igualar el marcador? —ella negó con la cabeza en vano—. ¿Qué más quieres que haga? ¡Dímelo, por favor!

—No lo sé, realmente no sé qué voy a hacer contigo, Mike —admitió entre dientes Linda—. No sé si te mereces un castigo o sólo compasión por mi parte.

—No quiero que me regales tu compasión —dijo Mike mirándola con desesperación a los ojos—. Necesito ganarme tu perdón de una vez por todas.

Final de la PARTE I: HUMILLACIÓN

Continuará en la PARTE II: CASTIGO

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Outer Limits: en inglés, se traduce Más allá del límite, una serie de ciencia ficción muy conocida en Estados Unidos.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Ésta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, marcas registradas, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se emplean en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.

Aviso a navegantes: En ningún caso se ha obtenido beneficio (económico o de otros tipos) alguno a través de esta obra, ni se ha hecho publicidad alguna de ninguna editorial. Esta es una obra amparada por una licencia Creative Commons completamente libre, desinteresada y, por supuesto, gratuita. Si estás pagando por leerla deberías denunciarlo como corresponde.

https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/

Licencia Creative Commons – Reconocimiento – NoComercial – NoDerivadas (CC BY-NC-ND): No se permite un uso comercial de la obra original ni la generación de obras derivadas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¡Hasta que nos leamos!

 

 

Mas de PeterSolomon

Los Diez Mandamientos de Todorelatos.com

Mis días siendo forzado: Capítulo 7 (4 de 4)

Mis días siendo forzado: Capítulo 7 (2 de 4)

Mis días siendo forzado: Capítulo 7 (3 de 4)

Mis días siendo forzado: Capítulo 7 (1 de 4)

Mis días siendo forzado: Capítulo 6 (3 de 3)

Mis días siendo forzado: Capítulo 6 (2 de 3)

Mis dias siendo forzado: Capítulo 6 (1 de 3)

Mis días siendo forzado: Capítulo 5 (2 de 2)

Mis días siendo forzado: Capítulo 5 (1 de 2)

Mis días siendo forzado: Capítulo 4 (1 de 2)

Mis días siendo forzado: Capítulo 3 (2 de 2)

Mis días siendo forzado: Capítulo 2 (2 de 2)

Mis días siendo forzado: Capítulo 3 (1 de 2)

Mis días siendo forzado: Capítulo 2 (1 de 2)

Mis días siendo forzado: Capítulo 1

Mis días siendo forzado: Prólogo (3 de 3)

Mis días siendo forzado: Prólogo (2 de 3)

Mis días siendo forzado: Prólogo

Tras la mirilla del Voyeur

Contando orgasmos

Un penique por tus pensamientos

Mis días siendo forzado: Capítulo 7

Mis días siendo forzado: Capítulo 6

Mis días siendo forzado: Capítulo 5

Máquina automática de acotaciones

Mis días siendo forzado: Capítulo 3

El guión largo (—) y los diálogos de los personaje

Mis días siendo forzado: Capítulo 3

Mis días siendo forzado: Capítulo 2

Mis días siendo forzado: Capítulo 1

Mis días siendo forzado: Prólogo

Mis días siendo forzado: Capítulo 7

Mis días siendo forzado: Capítulo 6

Mis días siendo forzado: Capítulo 5

Mis días siendo forzado: Capítulo 4

Mis días siendo forzado: Capítulo 3

Mis días siendo forzado: Capítulo 2

Mis días siendo forzado: Capítulo 1

Mis días siendo forzado: Prólogo

Mis Días Siendo Forzado (Capítulo 7)

Mis Días Siendo Forzado (Capítulo 6)

Mis Días Siendo Forzado (Capítulo 5)

Mis Días Siendo Forzado (Capítulo 4)

Mis Días Siendo Forzado (Capítulo 3)

Mis Días Siendo Forzado (Capítulo 2)

Mis Días Siendo Forzado (Capítulo 1)

Mis Días Siendo Forzado (Prólogo)