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EL PERVERTIMIENTO DE IRINA Capitulo V

en Dominación

EL PERVERTIMIENTO DE IRINA

V Parte.

Han pasado quince días desde la última salida de Irina, y esperaba con ansias salir nuevamente con Selen al club de Tánger, y tener esa experiencia que le había pedido. ¡Ser vendida como puta!

En ese lapso de tiempo, Hassam, a quien Selen le había contado la petición que le había hecho Irina, hizo varias llamadas a los clientes que siempre esperaban ansiosos sus ofertas, en donde les ofrecía jóvenes bellas para complacer sus deseos malsanos y degenerados, millonarios de todas partes del mundo, cuyo único entretenimiento era la realización de actos perversos sobre aquellas jóvenes inocentes que les ofrecían.

En esta ocasión, Pierre, un banquero francés, conocido y temido por las mujeres que habían tenido la fortuna o infortunio de ser parte de alguna de sus perversas fantasías, fue el elegido por Hassam, después de oír la oferta que le había hecho el degenerado banquero para pasar un fin de semana con Irina, a quien conoció por la foto que le había enviado.

Pierre, era un viejo que había quedado paralitico a raíz de un accidente en una motocicleta, en realidad era menos viejo de lo que aparentaba, rondaba los setenta años, pero parecía de ochenta, su cara llena de arrugas y verrugas, lo hacían ver todavía más cruel.

 Después del accidente, quedó imposibilitado como hombre y desahogaba sus vicios sexuales contratando, a través de individuos sin escrúpulos como Hassam, jóvenes bellas, para ver, como cumplían sus deseos más depravados con otros individuos que también contrataba y que eran modelos de fealdad y suciedad. Siempre estaba acompañado de su esposa, una bella mujer de mediana edad y que compartía sus vicios.

--¿No crees que podría ser demasiado para esta niña?  Le dijo Miss Helen a Hassam.

---La última vez que le vendiste a una de nuestras jovencitas, regresó en tal estado, que pasaron semanas para que se repusiera física y moralmente.

---Irina es una joven especial, trae la puteria en las venas, veo difícil que la doblegue cualquier acto, por asqueroso, perverso o doloroso que sea, y que, a final de cuentas va a ser consensuado por ella. Ja, ja.

Por otra parte, Irina no sabía nada de los arreglos de Hassam, y creía que todo era un arreglo del club, cuando llegó el fin de semana señalado, estaba muy nerviosa y fue a ver a Selen.

---Hola amiga, ¿Está todo listo para hoy?

--Claro, ya hablé con Miss Helen y me dijo que había un cliente especial para ti, esta noche te presentará, y si le gustas te llevará el fin de semana.

--¿Me llevará?, yo creía que todo se desenvolvía en el club.

---No todo querida, al parecer este es un cliente especial, viene de Francia especialmente para contratar tus servicios, y tiene una finca en las afueras que utiliza para sus aventuras sexuales.

--Platícame más, ¿tú lo conoces?, o ¿sabes algo de cómo es?

--No lo conozco, pero Miss Helen me platicó algo, es un señor mayor, esta paralitico desde hace cinco años, y desde entonces, todas sus fantasías consisten en ver a jovencitas hacer todo tipo de cosas sexuales y el observar al lado de su esposa, eso es lo que les da placer.

--¿Al lado de su esposa?

--así es, su esposa, una mujer relativamente joven y muy bella, como no puede tener satisfacción completa con su marido, participa activamente en las aventuras sexuales de su esposo. Eso sí, dicen que, si él es perverso, ella lo es más aun, pero si te quiero decir que, si te acepta, y tu aceptas salir con él. tendrás que acatar todo lo que te diga.

---y dime ¿cómo que cosas le gustan?

---Principalmente tiene fama de que su delirio es ver como azotan a su pareja y luego hacerlas hacer cosas asquerosas.

---lo primero me da un poco de temor, pues me excita ser azotada, pero siempre tener el control de cuando parar.

--no te preocupes por eso, en el momento que digas “Ya no”, él te respetará.

--Tengo mucha ilusión por estar allí, ya me siento mojada por el solo pensar.

Cuando llegaron al club, las recibió Miss Helen, les indicó que la siguieran a una oficina que le habían prestado, para darle algunas instrucciones a Irina. Le dijo que el señor Pierre era un banquero distinguido, que tenía algunos vicios, pero que no tuviera temor alguno, pues si algo no quería hacer bastaba con decir ¡NO!, y seria traída de regreso.

--¿Estás de acuerdo Irina?

--Si por supuesto, creo que estoy preparada para muchas cosas.

--Vamos a pasar al cuarto de recepción, y si le gustas al Sr. Pierre, te llevará a su mansión en donde pasaras dos días, te traerán de regreso en cuanto se cumplan las cuarenta y ocho horas que pagará, debo decirte que deberás obedecerlo en todo lo que te pida, sin importar lo repugnante que te parezca.

Miss Helen tomó de la mano a Irina y le indicó a Selen que, de ahí en adelante, iría Irina solamente y mejor se despidiera y la esperara en la mansión en dos días.

Irina abrazó cariñosamente a Selen y le dijo que no se preocupara, Selen le recordó que bastaba decir “NO”, si es que algo le lastimaba.

Cuando Irina se alejó de la mano de Miss Helen, Selen la miró preocupada y le deseó buena suerte.

Pasaron los dos días rápidamente, Selen estaba ansiosa de ver a Irina y que le contara como había sido su experiencia con Pierre, se recostó en su cama a leer hasta que oyó a Irina entrar a su habitación.

Selen se levantó rápidamente y abrazó a Irina.

---Hola querida, me da gusto verte, estaba preocupada por ti, pero como te ves, creo que no había razón alguna.

---Si y no, amiga, la experiencia fue más fuerte de lo que pensaba, pero al final me siento satisfecha, creo que me ha abierto los ojos a cosas que nunca hubiera imaginado que me dieran tanto placer.

---Bueno mi niña, pues empieza a relatarme a detalle, que no aguanto la curiosidad que me invade.

Así, Irina le empezó a relatar su experiencia.

---Cuando nos separamos, Miss Helen me tomó de la mano y me guio hasta un lugar en donde se bifurcaban tres pasajes, me dijo que iríamos al cuarto de recepción en donde las jóvenes eran exhibidas a los clientes.

El cuarto de recepción estaba al final de uno de los pasajes, yo temblaba de la emoción y del miedo hacia lo desconocido.

Cuando llegamos, y a pesar de los adelantos que me habías contado del Sr. Pierre, quedé horrorizada del aspecto diabólico del viejo, estaba sentado en su silla de ruedas y fumaba un habano, mientras me observaba detenidamente detrás de unas gafas de gran aumento que ponía más en relieve la mirada libidinosa que irradiaba vicio en grado extremo, vestía un traje muy elegante, sin embargo, debajo de esa vestimenta, se entreveía a un individuo carente de higiene y que despedía un tufo de suciedad. Detrás estaba su mujer, que después supe que se llamaba Simone, una rubia de mediana edad muy bella, pero que también compartía con su marido esa mirada que tienen las personas que han llegado a los límites de la degradación.

--Sr. Pierre, aquí le presento a la joven Irina, tiene escasos diecisiete años, es muy dulce, y le gusta ser dominada, dice que sí, a todo lo que le propongan. –Dijo Miss Helen

---Efectivamente es muy bella y dulce, su cara refleja la pureza y la bondad, ahora quiero ver como se ve desnuda. —dijo Pierre

Entonces, Miss Helen me dijo que me desnudara para mostrar todo mi cuerpo al Sr. Pierre, yo no esperaba esta petición que me hizo sentir como una mercancía que iba a exhibirse. Para quedar desnuda no me faltó mucho, pues no llevaba ropa interior como me indicaste. Miss Helen entonces me hizo caminar un poco delante de la pareja como si estuviera en una pasarela de modelaje.

---Quiero que se ponga de espaldas y se agache para verle bien el culo—Dijo Pierre.

Me costó obedecer, pues no estaba acostumbrada a ser exhibida como un animal, pero venciendo mi vergüenza, obedecí, y te quiero decir que esto empezó a tener un efecto extraño en mí, una mezcla de vergüenza y placer que me hizo humedecer mi vagina.

--Acércame cariño. ---le dijo Pierre a su mujer, quien empujó la silla hasta quedar a escasos centímetros de mi culo, que quedó justo a la altura de sus ojos.

--Mmm, se ve bien desde aquí. --- dijo el viejo, y acercando una especie de bastón corto que usaba en la silla, procedió a insertarlo en mi ano, haciendo que gritara ligeramente de dolor, pero me contuve de inmediato, no sin antes soltar algunas lágrimas.

Pierre sacó el pequeño bastón del culo dejándome el ano completamente dilatado.

---creo que ese tamaño de culo basta para el plan que te tenemos, pequeña Irina—musitó Pierre sonriendo sarcásticamente.

---Irina, ahora quiero que te voltees para ver como chupas el garrote que ha estado en tu culo-

Me di la vuelta para ver el garrote embarrado de mi propia mierda, esto no lo había hecho nunca, ni siquiera en mis fantasías, pero mi amor propio y el morbo que iba creciendo cada vez más, hicieron que tomara el garrote y lo chupara metiéndolo en la boca mientras le daba vuelta lascivamente.

--Creo que esta jovencita es lo suficientemente guarra, tal como te gustan, querida. —dijo esto dirigiéndose a su esposa, para posteriormente dirigirse a Miss Helen, diciéndole que quería hacerme algunas preguntas antes de decidir definitivamente.

--Dime Irina, ¿Te gusta que te azoten?

--Si, me excita y puede azotarme hasta ponerme el culo rojo.

--¿Te gustaría que te vendan como puta barata en los lugares más asquerosos?

--Si, me pueden vender a cualquier hombre o mujer por más vicioso y sucio que sean y ofrecer todo mi cuerpo para cualquier tipo de perversión. Esto lo dije sin pensarlo, mis reflejos estaban haciendo que aceptara las cosas más impensables, de manera natural estaba comportándome como la más vulgar de las putas, haciendo que estuviera cada vez más excitada.

--Muy bien, Helen, me llevo a esta puta, la traeré en el tiempo establecido.

Así querida amiga, la joven aristócrata rusa, orgullo de mis padres, fui vendida como una vulgar puta, llevada con un collar y una cadena, tirada por Simone.

Me llevaron vendada y desnuda hacia un lugar que desconocía, duró más de cuarenta minutos el trayecto, hasta que el auto se detuvo, me bajaron aun vendada, y no supe de bien a bien, hacia donde era trasladada, entramos a un espacio con muchas alfombras y me llevaron hacia un lugar en donde bajamos varios escalones en caracol, hasta que por fin, me quitaron la venda de los ojos y vi que estaba en un aposento muy grande, con una cama enorme y antigua, con unos barrotes en la cabecera y los pies, una cama en la que supe que viviría las mayores abyecciones y los mayores placeres, una cama que me produjo deseo y pecado.

 Pierre me ordenó tenderme boca arriba mientras dos individuos negros, completamente desnudos, entraban en el cuarto guiados por Simone, quien ya se había desvestido. Los negros no eran muy altos, pero se veían toscos y sucios y además les colgaba una verga que aun en estado flácido se veía imponente.  Pierre les hizo una señal y los negros me abrieron los brazos y las piernas, y ataron mis tobillos y mis muñecas a los barrotes con una fuerte cuerda de suave algodón, luego me colocaron una almohada bajo mi nuca para obligarme a levantar mi cabeza y mirar mi cuerpo. Sentí miedo e intenté cubrirme con las manos, pero había olvidado las ataduras que ceñían mis brazos y cuanto más tiraba, más se apretaban, y este inútil forcejeo por resistirme hizo más placentera mi entrega. El malvado Pierre, tras examinarme con aire crítico, no se sintió satisfecho y ordenó que me pusieran otra almohada bajo mis nalgas, esa sensación de sentirme expuesta a todos los ataques y todos sus deseos, hizo que no pudiera evitar que mi cadera comenzara a oscilar, aunque todavía no me habían tocado.

Entonces, Simone tomó una fusta de montar, que llevaba atada en un extremo, una pluma de ave con la que empezó a recorrer mi cuerpo, la suavidad de la pluma producía en mí, espasmos de placer, ella pasaba la pluma por aquellas partes de mi piel que mejor respondían a su voluntad, la punta de mis pechos, el abdomen, el interior de los muslos, y se abstuvo, malignamente, de tocar aquello que yo más deseaba, yo grité, supliqué, gemí, sin conmoverla, yo para entonces ardía y seguidamente, a un gesto de Simone, los dos negros parándose en ambos lados de mi cara acercaron sus olorosas vergas a mis labios sin que pudiera tocarlas. Para entonces, mis labios, mi vagina o mi ano, querían ser penetrados, hasta el punto que se abrían y cerraban en contracciones que llamaban a un miembro viril a que los llenase.

Al final no pude más, y gritando y llorando me llegó un orgasmo fortísimo. Esta primera delicia me dejó jadeante y temblorosa, noté como mis secreciones internas resbalaban hacia abajo llegando hasta mi ojete que estaba deseoso también. Pierre entonces ordenó que la pluma explorara mis partes íntimas, y si antes me excitó que no me tocara, ahora me excitó lo opuesto, entonces de la pluma pasó al mango del fuste y pronto desee una presión más firme y dura sobre mis entrañas, tuve que llorar y suplicar que ese artefacto me penetrara, Pierre como toda concesión ordenó que apoyaran el fuste en mi vagina, que se abrió para recibirlo, pero no llegó tal cosa, en su lugar uno de los negros se subió encima de la cama con una pierna a cada lado de mi cuerpo a la altura de mi cara, en tal postura, que podía ver como su verga erecta y su ano se iban acercando lentamente hasta llegar a escasos centímetros de mi rostro, el fuerte olor de macho de la verga y el olor a mierda de su culo, hizo que una oleada de pasión recorriera mis huesos. Quise ser montada, domada, comprimida, por aquella bestial verga, quise que se vaciasen en mí no solamente el esperma sino también cualquier liquido o substancia proveniente de aquellos órganos. Pero Pierre tenía otros planes.

Un latigazo de dolor y fuego cayó sobre mi intimidad y grité. La sorpresa dio paso a la desesperación mientras la fusta silbaba contra mi piel más tierna. No puedo decir si ser azotada me originó placer o sufrimiento, no sé si fue un placer doloroso o un dolor placentero, pero en cualquier caso prendió fuego en mis entrañas.

Lloraba, me retorcía, suplicaba, juré obedecerlo en todo, ser su esclava, hacer las cosas más viles, beber los orines de cualquiera o incluso comer mierda si esto le causaba placer.

Pero la fusta no se detuvo, al final solo la convulsión y un sollozo señalaban cada golpe. Entonces la fusta dejó de caer sobre mi cuerpo.

Las lágrimas de alivio y agradecimiento sustituyeron a las de dolor, en ese momento Simone se colocó entre mis piernas y comenzó a lamer aquellos surcos ardientes e irritados.

Entonces Pierre, ordenó que me pusieran de pie y me colocaran un collar de perro en mi cuello con una correa que tomó Simone y dijo.

--Ya está lista la putilla, ahora vamos a la sala de subastas con mis invitados.

En ese momento no sabía a qué se refería con la subasta, pero imaginé lo peor, caminamos hacia otro salón en donde se encontraban dos parejas y tres orientales que me recordaron a los que había visto en las ventanas del club en mi primera visita.

Una de las parejas era de origen africano y la otra parecía de rusos. En ambos casos, el hombre era un maduro de mediana edad y las mujeres jóvenes y bellas que parecían modelos de no más de treinta años, los orientales, que después supe que eran japoneses, eran más bien viejos., también observé en un cuarto aledaño, separado por una puerta con barrotes un grupo de hombres con aspecto de mendigos.

Todos los invitados estaban vestidos de gala, por lo que mi desnudez, hizo avergonzarme y sentirme como una mascota. Entonces Pierre les dijo.

--Ven a esta chiquilla en pre adolescencia, pues es de mi propiedad durante este fin de semana, como pueden ver es una belleza, pero también su voluntad me pertenece, y siendo yo el poseedor de esta chica, tengo el derecho de alquilarla a quien me parezca, bien, yo la poseo y para demostrarlo, voy a realizar una pequeña subasta. Pujareis por cada parte de su cuerpo capaz de darnos placer, y el ganador podrá utilizarla a su gusto por un máximo de tres horas y dándonos el derecho de observarlo.

Entonces comenzó la más vergonzosa subasta que yo haya presenciado nunca, y mi cuerpo era lo que se vendía, pero ni siquiera era digno de venderse entero, sino que lo consideraban como pedazos, como trozos de carne, ni siquiera a una puta se le vendía por trozos.

Mi amo en turno, entonces, comenzó a subastar en primer lugar, lo que él llamó de más valor en mí, mi coño. Me obligo a acostarme boca arriba y flexionar las piernas y mostrarlo, le dijo a Simone que lo abriera para que pudieran contemplar cómo se contraía y relajaba ante los estímulos, luego metió un dedo y después los cuatro para que vieran como tenía la capacidad de permitir el paso a órganos o artefactos grandes.

Tales manipulaciones, y el saber que se realizaban ante un grupo de personas con hombres excitados y dispuestos a penetrarme, me hicieron gemir y retorcerme, porque me sentí deseada y deseable, atractiva y sensual, me hacían sentir hembra.

La puja empezó y la ganaron los tres viejos japoneses.

La escena se repitió con mis otras interioridades, y así fue subastado el templo de la perversión, y en esa ceremonia profana obtuve el mismo placer que antes, pues los dedos que me abrían y ofrecían eran expertos conocedores de aquellos rincones.

Lo último fue mi boca, y cuando uno de los compradores emitió la objeción de que, a diferencia de mis otras aberturas, el gozo que se obtiene no depende de su forma, sino de la habilidad con que es utilizada. Pierre me obligó a demostrarlo con cada uno de ellos, y cuando los ganadores que fueron la pareja rusa, le preguntaron si no ponía objeciones a lo que depositaran en mi boca, Pierre les dijo que estaba adiestrada para comer lo que les dieran sus amos, en ese momento no imaginé a lo que se referían.

Una vez probada, todos felicitaron a Pierre por ser tan buen adiestrador, con palabras que podían haber sido como si de un perro se tratara.

Los primeros en reclamar su premio, fueron los viejos japoneses, y tal como lo deseaba, fui puesta y atada en una colchoneta que extendieron en el piso, ellos se sentaron alrededor, lo mismo que los demás invitados y por supuesto Pierre y Simone. Entonces sacaron una substancia que fueron embarrando en mi cuerpo, como un camino desde mis pezones hasta la entrada de mi vagina pasando por mi ombligo, mientras hacían esto uno de los viejos se arrodillo y empezó a lamer mi vagina, yo me empecé a retorcer del placer que daban los dedos y la lengua del viejo, entonces llevaron un plato con varias babosas vivas y las fueron colocando en el inicio del sendero, que eran los pezones, en total, colocaron como seis babosas que se fueron arrastrando lentamente por mi cuerpo chupando la substancia, el sentir a estos asquerosos animales moverse por mi piel, hicieron que me empezara una sensación, que iba del asco al placer, quería que ya llegaran a mi sexo y sentir como se metían en mí, fueron llegando uno a uno mientras me retorcía de lujuria, entonces, uno de los ancianos se paró y abrió ni sexo dejándolo expuesto a la entrada de los moluscos que empezaron a meterse lentamente, cuando ya habían entrado hasta la mitad, uno de ellos se paró, y tal como había hecho en el club, empezó a lanzar un chorro de meados directo a mi vagina, al contacto con la orina las babosas se empezaron a comprimir y expulsar una sustancia asquerosa, cuando creía que ya todo había terminado, uno de los criados de Pierre, entró con un perro enorme, un gran danés, que fue guiado hasta que olfateó los moluscos y fue comiéndoselos uno a uno hasta meter la lengua en mi coño ya bañado con mis secreciones, el orín de los japoneses y la baba de los moluscos, Tuve más de dos orgasmos, durante esto, al final, todos aplaudieron y Simone, en un arrebato de lujuria se lanzó a terminar lo que el perro no había acabado y que me hizo tener un último orgasmo.

Cuando terminó, me dejaron atada al colchón, mientras ellos se sentaron a cenar en una mesa que se había colocado en un extremo, yo me moría de hambre y sed, pero me dijeron que sería mejor que guardara mi sed y apetito para el final.

Siguió la pareja africana, él era un hombre altísimo y delgado, aparentaba unos cincuenta años,  ella, una negra guapísima, creo que era mulata pues sus facciones eran más finas, joven, no pasaba de treinta, se desvistieron lentamente mientras me hacían colocar en cuatro patas, en seguida hicieron entrar a tres pigmeos desnudos con miembros desproporcionados a su altura, el negro ordenó a uno de los pigmeos que se masturbara y eyaculara en mí culo, no tardó mucho cuando empecé a sentir el chorro caliente cayendo en mis nalgas ya sedientas. Entonces la mujer arrodillándose detrás de mí, empezó a lamer el semen del pigmeo hasta llegar a mi ojete que ya esperaba ansioso la lengua sensual de la mulata, sentí como exploraba mi estrecho canal con su adiestrada lengua, empecé a moverme rítmicamente invitándola a penetrarme más, entonces cambió sus dedos por su lengua y embarró mi ano con una especie de aceite que me hizo comprender que iba a seguir algo mas grueso, efectivamente, el negro se colocó detrás y ayudado por su mujer metió completamente su negra verga en mi culo que lo esperaba ansioso, no tardé mucho en tener un gran orgasmo, cuando el negro, sacando su miembro, dejó el lugar a su mujer que volvió a lamer lujuriosamente mi ano, y agarrando un enorme falo comenzó a penetrarme, por las dimensiones del aparato, temí que me fuera a reventar, grité del dolor cuando logró meter más de mitad del tremendo dildo, que creí que me iba a perforara el intestino, cuando por fin lo sacó, sentí como tenia el culo dilatado, y uno de los invitados riendo, dijo que por ahí podría albergar la verga de un caballo, y el negro los invitó para probar a meterme unos pepinos que estaban en la mesa.

Para terminar, me metió una especie de embudo e invitó a todos a mearse en él.

Cuando terminaron, estaba reventada, sentí que había llegado a mi tope.

Me dejaron reposar mientras se sentaban en la mesa a tomar un champagne con fresas. Le dije a Pierre que tenía sed, y hambre, entonces me dijo que antes de ingerir cualquier cosa tenía que comer unos trozos de sal de mar que depositó en mi boca.

Pasó como media hora, que se me hizo una eternidad por la sed que me había dado la sal, cuando se levantaron, oí como Pierre le decía a la pareja rusa, que les tocaba cobrar su parte, Me bajaron de la cama y me hicieron arrodillar, Pierre se acercó y me abrió la boca diciéndole a los rusos.

--Vean como está preparado el último altar de sus deseos, la sal ha hecho su efecto y ahora le tocara ingerir todos los líquidos que deseen.

Esta parte la estaba ya deseando, pues como sabes una de las cosas que más me excitan es recibir el esperma humano en mi boca, y en ese momento, también satisfaría la sed que me mataba, voltee a ver como sacaban a los andrajosos del cuarto de junto y me imagine que iba a ser el recipiente de su simiente, eran tres despojos humanos, cuya desnudez dejaba ver la suciedad que albergaban de saber cuántas semanas o meses, pero no me importaba, en ese momento la sed y el morbo de sentirme usada como la peor de las putas, hacia que deseara tener la verga de esos desgraciados llenándome la boca y recibir su esperma. Cuando se pusieron frente a mí, materialmente me abalancé para meterme sus miembros en mi boca hambrienta, aquellos mendigos no tardaron en saciar mi sed, a cada uno le lamia desesperadamente el esmegma que tenían y que devoraba antes de recibir su descarga, cuando terminaron, escuché la orden que les dio el ruso y la cual yo estaba esperando. Les dijo que mearan sobre mí, los tres se pusieron delante y lanzaron sendos chorros de orina en mi cara mientras yo abría la boca tratando de captar lo más que podía del liquido ambarino que refrescaba mi garganta y mi libido enardecido.

Al terminar, creí que ya había acabado mi labor con el ruso, ¡cuán equivocada estaba!, amada Selen.

Lo peor apenas comenzaba, entonces escuché como la mujer rusa le dijo a Pierre.

---Dijiste que podíamos usar su boca de la manera que nos plazca, ¿No es así?

---Naturalmente, querida amiga, tu ordenas y mi esclava obedecerá como perra.

No podía imaginar que más querían estos seres monstruosos, hasta que le oí decir.

---Ahora queremos usar su linda boca como retrete.

Me levanté para arrodillarme delante de Pierre y con lágrimas en los ojos le dije.

---Por favor mi señor, ordéneme cualquier cosa, pero eso no, por favor.

Pierre entonces ordenó a los mozos que me pusieran las argollas y empezaron a azotarme ferozmente hasta que lloré y suplique y le dije que ya pararan, que haría todo lo que quisieran.

Entonces, Selen, no lo vas a creer, me acostaron el suelo y le dijeron a uno de los mendigos que se acuclillara encima de mi cara y que me usara como su retrete, vi como su sucio ojete se abría encima de mi boca…

¡Mírame, Selen, usó mis pechos y mi boca como retrete!, nunca me había sentido tan degradada, tan sucia, quería huir de todo esto, pero no podía, pero después… no lo vas a creer… pero quería más.

Cuando pasó el segundo, ya lo deseaba, cuando se puso encima de mi cara, ya lo esperaba con la boca abierta.

¡LE SERVÍ A LOS TRES!

Irina se arrodilló delante de Selen y la abrazó llorando.

---No he podido caer más bajo, me siento la mujer más sucia, me doy asco, pero óyeme bien. --¡GOZÉ como nunca!

Ya no hay cosas peores que pueda hacer, Selen, dime que hago.

--Querida amiga, todavía hay cosas que no has experimentado, en tu última etapa, lo que has probado con los hombres, lo harás con las bestias.

Continuará….