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Reconversión II

en Dominación

Una de las obligaciones de un amo es cuidar de sus pertenencias y más si todavía no están adiestradas para lo que se pretende.

Cuando Nando termino con los cuarenta correazos que se merecía Sabrina por su desobediencia, la solté de la presa de las botas. Como si fuera un paquete cayó al suelo y con las manos se empezó a frotar su dolorido y rojo trasero

- No hagas eso, te infectaras las heridas con las manos llenas de tierra que tienes – le comente a la recién iniciada. Me agache y le quite las esposas – ponte a cuatro patas otra vez y espérame así, te traeré algo que te hará bien.

La joven aprendiz hizo un esfuerzo y se puso tal como le había ordenado, supongo que para que no le cayeran ochenta latigazos más que por que realmente hubiera interiorizado nada todavía. La verdad es que tenía el culo muy rojo, con zonas moradas y cortes producidos por los bordes de la correa al contacto con su desnuda piel. La zona baja de la espalda y sus muslos también habían recibido golpes y no presentaban mejor aspecto.

Saque las llaves y entre en la casa. Era antigua, de hacia algunos cientos de años, de las típicas Masias Catalanas. Los terrenos que la rodeaban hacía años que no se cultivaban al encontrarse en un paraje protegido y destinado a reserva natural. Cuando se constituyo el parque, tendría que haber desaparecido, pero algún chanchullo de un antepasado, la salvo, como patrimonio histórico, si bien, las llaves y el uso, seguía estando en poder de mi familia. Tenía dos plantas, con unas siete habitaciones por planta, a parte del comedor principal, la cocina, algunos baños, cuadras y lo mejor, la bodega, un sitio tranquilo  y silencioso si la pequeña aprendiz no se portaba bien. Afortunadamente está en muy buen estado por que la suelo visitar a menudo. Es un lugar ideal para montar fiestecitas discretas con no más de doscientas personas y que por norma habitual, se terminan convirtiendo en orgías… que queréis que os diga, cada uno tiene sus formas de divertirse ;)

Subí a la segunda planta, a uno de los baños donde guardo el botiquín. Dentro de las pomadas que allí tengo, siempre hay algo para este tipo de contingencias. Después de mirar algunas y descartarlas, escogí una antiséptica i antiinflamatoria. Estaba seguro que le vendría bien a nuestra pequeña okupa ver que no solo me preocupaba por su educación, si no que si se portaba bien, me ocuparía de todo. Cogí también algunas toallas, las empape en agua limpia y me dirigí a la puerta otra vez, pero antes pase por las cuadras.

Cuando llegue otra vez a la puerta principal, todo seguía tal como lo deje unos minutos antes: Sabrina a cuatro patas, con el culo realmente maltrecho y Nando hablando por el teléfono móvil. Me acerque a ella y le volvi a mirar el culo; algunas de las señales rojas habían desaparecido, si bien eran pocas, otras, habían roto y alguna pequeña gota de sangre transpiraba por su piel. Era algo que no le dejaría señales a largo plazo. Me agache junto a ella y prendí el mosquetón de la cadena de caza a su collar. Ni me miro, solamente sollozaba y lloraba. No estaba mal, parecía que poco a poco se iba haciendo cargo de la situación. Di un tirón a la correa y pronuncie una orden que fue obedecida al instante. Sería una perra maravillosa.

- Arriba perrita, es hora de currarte el culo – le dije mientras le acariciaba la cabeza

La antigua ladrona se levanto despacio. Hacía tiempo que estaba de rodillas y se le habían cargado y entumecido, además, la paliza en el culo y los pantalones rotos a la altura de los tobillos, no le ayudaban a andar correctamente, más bien parecía que le habían quitado el caballo y todavía no se había dado cuenta. Me la lleve dentro, seguidos por mi amigo que seguía hablando por teléfono y riendo a mandíbula batiente. Cuando llegamos al comedor principal mediante la correa, le hice que se subiera a la robusta mesa de madera. Una vez allí le volví a ordenar que se pusiera de rodillas y obedeció. Sus acciones le estaban granjeando una buena ausencia de castigo físico, así que para indicarle que estaba contento con su actitud, le palmeé la cabeza, como se hace con los perros obedientes.

- …Que te digo que sí, que la tenemos en casa de Carlos, la que utilizamos para las fiestas y la tenemos aquí – Seguía hablando Fernando - Se ha llevado ya algunas pequeñas medidas correctoras, pero nada serio que le deje secuelas todavía… sí, claro que podrás pasar a verla, esta preciosa con esa barriga de golfa preñada que tiene… pues ni idea, pero no creo… vale, estupendo, no queremos que tenga ningún problema de salud mientras esta aquí, que venga, que se la presentaremos… ostia, pues no lo sé, sanosecuantos, pero bueno, ese era su nombre antes, yo creo que se impone un bautismo para que todos la conozcamos entre nosotros y parezca que no tenemos ni idea de la okupa que se ha marchado de Barcelona… si, venga, hasta luego – y colgó el teléfono – Era Oscar, que dice que la quiere venir a saludar, pero que esta con la novia y que no puede subir hasta dentro de un par de horas, que le dejemos algo para él. Por cierto, dice que subirá con un colega suyo que es médico del 061 y que le dará un vistazo a la niña para ver si está bien y cómo evoluciona el parto, porque seguro que la muy tonta no se ha hecho ni una ecografía.

- Genial. Ves perrita, no solo vamos a educar sino que además, te proporcionaremos los medios ideales para que tengas un buen parto. Para que te quejes…

- Si es que somos unos buenazos – bromeo Nando

- Por cierto… creo que tienes razón en lo del nombre. Cuando este adiestrada y sea presentada en sociedad, no quiero que nadie la pueda relacionar con su vida anterior ¿Cómo la podríamos llamar?

- Jajajaja, pues a ver… ¿Qué te parece Peggy? Como la cerdita de los Teleñecos. Creo que es un nombre que a partir de ahora le va a venir como anillo al dedo

- Decidido pues – Le conteste y acercándome a nuestra joven promesa le dije – Perrita, a partir de ahora, responderás solo al nombre de Peggy. Si alguien usa otro nombre contigo, no le harás caso, ni tan siquiera lo miraras. A partir de ahora, solo respondes a ese nombre. La desobediencia a esta regla, será duramente castigada ¿Lo has comprendido?

- Si amo – Contesto Peggy- lo he entendido.

- Bien. Lo primero que vamos a hacer contigo es curarte las nalgas después de tu reprimenda y asearte un poco. Das pena. Besa la mesa – Ordene a Peggy

La novicia hizo lo que se le ordeno, dejando su trasero totalmente ofrecido. Se podían ver los dos agujeros perfectamente. Su coñito, que empezaba a prepararse para el parto, se veía más dilatado que la última vez que lo observe, a la luz de los focos de la furgoneta. Su ojete, después de tantos meses de no recibir visitas, se había vuelto a contraer como el primer día. Sería divertido volverlo a dilatar a base de polla.

Metí la mano en el bolsillo y saque una pequeña navaja plegable. Nada que ver con el cuchillo de caza que usamos la primera vez para cortar la ropa a nuestra futura esclava, pero que hizo bien su función. La hoja corto las ropas sin problemas y en cuestión de un par de minutos, los trapos que ahora eran, se fueron a parar a la chimenea. Incluso le saque las botas y las tire allí. La próxima vez que la encendiéramos, su pertenencia al mundo okupa se marcharía con el fuego. Cuando corte el sujetador pude observar como los pezones se he habían oscurecido muchísimo y como las tetas, preparándose para dar de mamar, le habían crecido de forma apreciable. Ahora, besando la mesa como estaba, las tetas se le aplastaban contra su barriga y está casi tocaba la superficie de madera donde estaba subida.

Emplee las toallas mojadas que tenia para limpiarle el culo de la suciedad, sangre y restos de mierda que se le había escapado por el miedo pasado durante el correctivo. Una vez limpio, le unte el culo con la pomada antiséptica. Cada vez que pasaba la mano sobre una herida, Peggy daba un pequeño salto, pero no despego los labios de la mesa ni una sola vez. La verdad es que tenía una piel bastante fina y había sido una lástima tener que corregirla, pero todos sabemos que no hay otra forma de hacer entrar en razón a una yegua que no quiere ir por el buen camino. Extendí el masaje cuestión de diez minutos, recreándome en la redondez de sus posaderas. Mientras, Nando se dedico a mandar un par de mensajes con el móvil y cuando termino, empezó a jugar con los pezones de la perrita.

- ¿Cuándo crees que empezara a dar leche? – me comento como si no estuviera ella allí

- Hasta después del parto, no insistas, no saldrá ni una gota de sus ubres ¿Por qué lo dices?

- Por que me han dicho que la leche materna es muy buena y quiero recordar cuando era un bebe.

- Tu siempre has sido un mamón – bromeé – además has de reservar algo para el que venga ¿no?

- Bueno… con las mamellas que tiene, no creo que le vaya a faltar materia prima para ninguno de los dos ¿Verdad zorrita? – y tiro fuertemente del pezón. El grito reverbero en todo el comedor. La había pillado desprevenida y no se esperaba que le hiciera aquella caricia un poco subida de tono - ¿Por qué chilla si no le he hecho nada?

- Esta sensible, va a ser mama, jejeje. Oye ¿tu no tenias a un colega tuyo que tenia una tienda de tatuajes?

- Si. Braulio, en Barcelona ¿Por? – me comento mientras se bajaba la cremallera

- Llámalo o ve a buscarlo. Que se traiga las herramientas que vamos a marcar a esta señorita.

- ¡No! – Chillo Peggy – Por favor, amo, nada de tatuajes, no me gustan nada.

- Callate, no estoy hablando contigo – le dije a la novicia y le di una fuerte palmada en el culo. El chillido fue otra vez de muchos decibelios, pero ceso de golpe cuando Fernando le metió la polla hasta la raíz – no hablaras a menos que se te pregunte algo y tus opiniones no cuentan, creía que te habías dado cuenta ya

- Otra palabra mas y te caen ochenta latigazos, golfa – Le indico Nando – Estoy cansado de que se te tengan que repetir las cosas tantas veces. Y ahora chupa, que vas a ganarte la cura.

- Vamos a hacer una cosa – le comente a mi colega – yo me voy a buscar algo para comer, hago algunas compras y tu te vas a buscar a tu colega. Quedamos aquí dentro de una hora ¿Te parece?

- Cojonudo, pero… ¿Qué hacemos con ella?

- Sencillo, espera… - Y me fui en dirección a las cuadras.

- Tranquilo, no me voy a ir a ningún sitio hasta darle una ración de crema a Peggy

De allí tome algunas cuerdas, un trapo de los que se usa para limpiar el sudor a los caballos y cuando ya regresaba hacia el interior de la casa, me fije en una pequeña maquinita que serviría perfectamente a mis planes. La recogí también y volví al comedor.

- Dale la vuelta y ponla panza arriba – le indique a Fernando

Sin demasiados miramientos, mi amigo la cogió por el tobillo y la estiro sobre la mesa de roble. Luego subió encima de la mesa y le volvió a meter la polla en la boca. Volví a sacar la navaja y corte la cuerda por la mitad. Hice un par de nudos corredizos y se los pase por los tobillos a la que a partir de ahora seria una propiedad más. Con los extremos restantes hice un par de nudos en las patas de la mesa y la deje con las patas abiertas y fijas. Repetí la operación con los brazos y se los fije también. La mesa era de las de hace siglos, con capacidad para mas de treinta comensales, así que quedo prácticamente en cruz. Entre tanto, Nando le había inclinado la cabeza hacia atrás y le estaba follando la boca, produciendo gran cantidad de babas en Peggy. Lo deje en el salón, divirtiéndose con el trofeo y fui a buscar una maquinilla al cuarto de arriba. Cuando regrese, la novicia estaba tosiendo y Fernando ya se había guardado la polla en el pantalón.

- Bueno, ya estoy un poco mas tranquilo – me comento con sorna – es que tenía una intranquilidad en los bajos desde que la azote, que no era sana

- Tranquilo, para eso esta aquí. Para aprender a complacernos como forma de expiar sus pecados. Venga, ayúdame a depilarla, que así, a parte de quitarle las ladillas y piojos, la dejaremos mas apetecible a la vista.

Empezamos con la maquina para esquilar ovejas que había recogido del establo. El pelo de su pubis se había recuperado en los meses transcurridos y ya no presentaba clapas como cuando la dejamos en el complejo abandonado, si bien era ya bastante largo. Después de pasar la maquina por el coño, le toco el turno a sus sobacos. Cuando abandone el pubis, mi colega empezó a pasar la maquina de afeitar por la zona. Nuestra amiga intentaba decir algo, pero el trapo para el sudor que le había introducido mi colega tras correrse en su garganta le impedía vocalizar nada y las cuerdas la mantenían quieta.

- Oye ¿a ti te gustan las rastas que lleva? – comente a Nando

- No. Ni lo mas mínimo. Parece un Lunny en lugar de un ser humano. Supongo que tendremos que deshacérselas

- Vale - fue mi comentario antes de hacer una pasada con la maquina que fue desde su frente a su cogote.

- Jajajajajaja – Se partía de risa mi amigo – ¿La vas a dejar calva?

- Si. Paso de lavarle el pelo. Esto es más rápido, ya le crecerá. Además, así no se parece a nadie desaparecido, jejejeje

Cuando terminamos, tenía el pelo de la cabeza recortado al 1 y el resto del bello corporal, había desaparecido, incluido el de las piernas. Parecía una muñequita, con un coñito suave y sin resto de la parafernalia que la definía como una delincuente urbana. Había dejado de llorar, supongo que tanto esfuerzo para el lagrimal estaba pasándole factura ahora. Le quite el pañuelo de la boca y se lo puse alrededor de los ojos. Ahora no veía nada y era precisamente lo que quería. Se encontraba en una casa extraña, desnuda, con semen en el estomago y en la barbilla sin posibilidad de limpiárselo, afeitada, expuesta y sin nada que le diera seguridad. Tenia que tomar conciencia de la realidad y cuanto antes fuera, mejor.

- Muy bien Peggy, ahora nosotros nos marcharemos a buscar a unos amigos y unas provisiones que necesitamos. – Comentar que es lo que vamos a hacer a una novicia siempre es bueno para que no se asuste cuando sucedan las cosas - Tu te quedaras aquí, quietecita mientras te acostumbras a la que será tu casa durante el resto de tu vida, a menos que decidamos otra cosa. Como has probado antes, no hay nadie cerca para escucharte, así que puede chillar cuanto quieras. Cuando regresemos, continuaremos con tu entrenamiento. ¿Entendido?

- Si amo – me dijo y después sorbió – por favor desáteme y déjeme marchar. Mis amigos se preocuparan por mí. Tenia que haber ido con ellos a un acto benéfico

- Mentirosa - Le agarre un pezón y empecé a apretar sin aviso previo – te dije que solo has de decir la verdad – inténtalo otra vez o serás castigada y esta vez, los azotes irán a las tetas.

- Perdón, perdón, perdón -  chillo – había quedado con mi comuna para ir a un supermercado y coger cosas para hacer una fiesta

- Lastima, con lo bien que iba…

No me quedo otra opción que darle diez azotes en las tetas, si bien, esta vez, use la mano. Cinco en la derecha, cinco en la izquierda. Una del derecho y una del revés. Luego, me baje los pantalones, junte sus tetas por los pezones y empecé a follármelas

- ¿Por qué no le jodes el coño? – pregunto Fernando

- Pues por que todavía no se si tiene alguna cosa que me pueda pegar. ¿Vendrá un colega tuyo medico, no? Pues que le haga todas las pruebas que se le ocurran. Cuando sepamos que esta bien sana, ya la follaremos sin condón, pero ahora, paso.

- Vale. Tu mismo. Me voy a por mis colegas. No te canses. Hasta luego

Nando salió por la puerta y poco después escuche el sonido del coche como se marchaba. Me quede follandole las tetas a Peggy, sin prisa, disfrutando de su tamaño y de sus grandes y negros pezones. Negros pezones… de repente, tuve una idea y cese en mi cubana. Me fui al baño otra vez y rebusque en el botiquín. Tener gente en todos sitios hace que tengas cosas cuando las necesitas. Tras encontrar dos jeringuillas grandes, baje otra vez al comedor. Las lágrimas habían vuelto a aparecer en los ojos de la antigua ladrona, pero no emitía ningún ruido. Cogí la navaja y corte la parte inferior del instrumento, donde se pone la aguja. Ahora tenía un agujero de igual tamaño que el embolo. Aplique el instrumental médico modificado a un pezón y tire hacia atrás. Cuando subió el pistón, el aire que había entre el pezón y el final del artilugio, se comprimió y tiro de la carne. El resultado: un pezón estirado artificialmente. Puesto que si soltaba, la misma presión del pecho hacia que bajara el invento y se perdiera succión, puse una pinza a fin de evitar este efecto. Aplique una pinza a cada pezón y finalmente, una al clítoris.

Ahora, nuestra cachorrita volvía a llorar audiblemente y pedía vehementemente que le quitara el material médico, pero la verdad es que me gustaba como le hacia el invento los pezones y el clítoris y se lo deje puesto. Valore la opción de descargar mis pelotas antes de marcharme a comprar, pero no quería ir con el tiempo justo, así que salí de la casa, me dirigí al garaje y tras sacar la moto de trial del aparcamiento, me fui al pueblo más cercano a buscar comida, bebida y una serie de elementos que necesitaría para domar a la potrillas que ahora mismo estaba sobre la mesa del comedor, con los pezones y el clítoris estirados por succión y con un teléfono móvil en el coño, con la vibración puesta, para que recordara de tanto en tanto que no me olvidaba de ella y que la iría llamando cuando me apeteciera.