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Dominando a Nasha IV

en Dominación

    Cuando llegamos a la habitación de Liz, la encontramos durmiendo sobre la cama. Ella era una de esas chicas que respiran sensualidad hasta cuando duermen. Nunca sabes si acariciarla tiernamente o follartela sin compasión. Estaba tumbada de lado, con las piernas ligeramente encogidas, en posición fetal, abrazada a la almohada. Su respiración hacia que el pecho que tenia a la vista se moviese lentamente. Por supuesto, estaba absolutamente desnuda.

 

    Liz era una de las incorporaciones mas recientes que tenia en el club. Actualmente tenía también diecinueve años y era una morena de las que se amoldan a las circunstancias que le pidieras. Media aproximadamente 1.75, una noventa y cinco de pecho, una cinturita ajustada y un culo firme y tentador como un albaricoque. Su cabello negro le llegaba hasta los hombros y a parte de las cejas, era todo el pelo que tenia en el cuerpo. Según sus propias palabras, jamás había usado bragas desde los quince años y el sujetador era una prenda desconocida para ella. Puesto que sabia que me encantaba, llevaba en el higo siempre puestas unas bolas chinas que solo se quitaba cuando le tocaba trabajar.

 

Cuando llego al club, su ojete era terreno virgen hasta que le hice las pruebas y quede tan satisfecho con ella que era la única de las chicas que entre los servicios que prestaba no figuraba el anal y no por falta de ofertas, soy de los que opinan que cuando a uno le gusta algo me repatea que lo puedan usar otros, por mucho dinero que pongan sobre la mesa, o sobre el culo de Liz en este caso.

 

    - Esta es Liz – le dije a Nasha en voz baja, para no despertarla todavía – Ella será tu maestra. Aprenderás de ella absolutamente todo lo que te quiera enseñar, la servirás en todo lo que quiera hacerte y jamás cuestionaras lo que ni ella ni yo te digamos. Si lo haces, puerta. Ahora, acércate a cuatro patas por detrás y empieza a lamerle el agujero del culo, como si fuera un helado riquísimo.    

 

    La morita se puso a cuatro patas y se acerco a mi favorita con las tetas colgando. Desde mi perspectiva, podía verle perfectamente la raja peluda de su culo y se intuían los labios de su coño. Lo primero que tendría que hacer con aquella golfilla era pasarle una cuchilla por todas sus partes. Mientras tanto, Liz seguía dormida, ofreciendo su agujerito marrón. Rodeé la cama y me puse delante de ella. Realmente parecía un ángel soñando. Cuando la mora inicio su comida de ojete, la respiración de Liz empezó a acelerarse. Poco a poco fue recobrando la conciencia y cuando por fin se dio cuenta que alguien le estava comiendo el culo, no pudo reprimir un gemido.

 

    - Carlos, cielo. Buenos días – Me dijo todavía con los ojos medio cerrados – Si tu estas delante de mí ¿quién me esta lamiendo el culo? – Pregunto, casi inocentemente.

 

    - Hola putilla – le conteste – cuando te canses de que te coma el culo y te dignes a separa tu ojete de la lengua de la perra que te lo esta limpiando, te presentare a Nasha. Es una nueva chica que quiere entrar a formar parte de nuestra gran familia. He pensado que nadie mejor que tu para emputecerla y prepararla para que sirva en esta casa lo mejor posible. Quiero que sea tan sumisa como Elisabeth y siempre me he preguntado que tal haría de ama una golfa como tu, así que por fin saldremos de dudas.

 

    Liz sonrió por estas palabras y se dejo comer el culo todavía un buen rato mientras se ponía a cuatro patas, antes de dignarse a separar su trasero de la lengua de la morita. Siempre havia sido traviesa y le gustaba ser algo cochina en la cama, así que después de un rato, pude escuchar un pedo y dada la situación de la mora, se trago entero. Por la cara que ponía, no tenia que tener demasiado buen sabor, pero siguió lamiendo como le havia ordenado.

 

    - Je je je – rió Liz y en sus ojos se adivinaba que empezaba a divertirse. O no conocía a aquella golfilla o Nasha lo iba a pasar francamente mal. Luego, cogiéndola por el pelo tiro bruscamente hasta ponerla cara a cara con ella – Joder!. Me has regalado una mora! Me encanta! – y sin mediar palabra, le metió la lengua en la boca a la marroquí. – es algo parada, pero... ¿Cuántas semanas tengo para ponerla a tono, cielo?

 

    - Dispones de dos semanas, como máximo tres, pero quiero que sea rentable lo antes posible. ¿Podrás con ella?.

 

    - En una semana y media estará follando como una Serré zade. ¿Hasta donde puedo llegar con ella? Ya sabes que me gusta ser traviesa.

 

    - El límite lo vas a poner tú, golfilla. No te cortes un pelo. Si te da el mínimo problema, me lo dices y se va a la calle. Si no te obedece o si lo hace mal o tarde, también seguirá el camino de la puerta.

 

    - ¿Qué experiencia tiene? – pregunto ladeando la cabeza. Al parecer se iba a tomar muy en serio su papel de ama. Negué con la cabeza y una sonrisa picara acudió a sus labios – Ven conmigo, esclava.

 

    Y sin soltarla del pelo, se fue hacia el baño. Nasha intento ponerse en pie, pero una cortante orden de Liz la obligo a continuar a cuatro patas y seguirla como si fuera una perra con las tetas golpeando entre ellas. Cuando llego a la bañera puso a la mora dentro y sin mediar palabra se puso a horcajadas sobre sus tetas y empezó a mear. Cuando el orín llego a sus labios, estos se abrieron y empezaron a pintar con chorros amarillos las tetas de la morita, que me miro con cara de angustia y empezó a llorar. A Liz pareció divertirle esto y cogiéndola de la coronilla bajo su boca hasta que se meo directamente dentro. Ahora, a parte de llorar, la aprendiza de esclava, tenía unas buenas arcadas.

 

    - Joder, y ahora se pone a llorar la muy tonta. Me va a costar domarla, pero te aseguro que la tendré dominada en dos semanas o dejo de llamarme Liz.

 

    Después de la meada de Liz, la mora estaba hecha unos zorros. Con aquellos pelos largos en el coño, los que le asomaban de los sobacos y los de las piernas parecía mas la hermana de Chewaka que una candidata a trabajar en mi club, así que le di a mi favorita hasta media tarde para que la depilase totalmente menos el higo,  la pasase por la peluquería y le buscara una minifalda y una blusa apropiada a sus medidas, puesto tenia la intención de que las dos me acompañasen mas tarde al sex shop de un buen amigo mío en Barcelona.

 

    Desde luego, seria raro que me marchase de la habitación de Liz sin descargar las pelotas, así que ahora fui yo el que la cogió del pelo y la tiro sobre la cama.

 

    -A cuatro patas golfa!. Nasha, mueve tu culo moreno hasta aquí y ponte a comer otra vez el higo de tu maestra y ponle el tuyo en la boca. Ahora vas a ver como se come de verdad un coño – grite a la mora, que todavía estaba llorando en la bañera, chorreando de meado. – y tu, ábrete el culo, que te voy a dar los buenos días como te gusta.

 

    Casi mecánicamente, con la soltura que da la practica, Liz se abrió el culo, dejando al descubierto su agujerito marrón. Aquella entrada estaba reservada para mi, como un pequeño tesoro a la vista de todos pero al mismo tiempo inalcanzable. Me gusta jugar con los dedos en su ojete antes de dedicarme a taladrarla con la polla así pues, escupí en su agujero y le meti el dedo anular (y nunca mejor dicho).  En aquel momento llegaba la mora e hice que se pusiera bajo Liz y que le volviera  comer el coño. Dicen que la practica da la perfección. Cuando bajo mi favorita la cabeza para comerle el higo a la novata, vi por su reacción que algo no funcionaba bien.

 

    - Ostia puta!! – Exclamo casi gritando – Carlos, ¿Tu le has olido el coño a esta cerda? Pero si no se ha lavado la entrepierna en meses!! Maldita guarra!! Ahora veras... – y diciendo esto, le pego un pellizco en el pezón que hizo gritar a la mora.

 

    - Perra, ¿Cuánto hace que no te lavas el higo? – le pregunte a la aprendiza.

 

    - Dos, señor – me contesto.

 

    - Dos, ¿qué? ¿Días?

 

    - Semanas, señor

 

    - Maldita musulmana de mierda – dijo Liz que mantenía la cabeza apartada de la entrepierna de la esclava – yo no acerco la boca allí hasta que no se frote con un ...

 

    Es todo lo que pudo decir Liz antes de que la enculara de un solo golpe y con la mano derecha cogiese su cabeza y la empotrara contra el coño de Nasha. Me havia puesto muchísimo verla mientras se meaba sobre la mora y ahora no estaba dispuesto a que me viniera con miramientos. Ella era mi favorita, pero también una de mis trabajadoras y allí se hacia lo que yo decía.

 

    - A partir de ahora, te lavaras todos los días con agua y jabón por la mañana y después de hacer un servicio. ¿has comprendido? – Le pregunte a la mora. Ella contesto con un “si, señor” – y tu Liz, comete con ganas ese coño, que lo vas a dejar como los chorros del oro. Además, todavía tiene leche mía y quiero que se la limpies.

 

    Liz gruño un poco al principio. No estaba acostumbrada a comer un coño tan poco aseado, entre el pelo y el olor, no tendría que estar pasándolo demasiado bien, pero a fin de cuentas, era una chica disciplinada y al poco, ya estaba comiéndoselo con verdaderas ganas, mientras que la morita le lamía el coño lo mejor que sabia y yo le trabajaba el culo a pollazos, sin ningún miramiento. Como es natural, al no ser un agujero destinado a ser follado habitualmente, el culo no tiene lubricación propia, por lo que taládraselo a Liz, pese a su holgura, requería algo de lubricación. No se si seria que todavía no se havia duchado ese día o que no iba bien de vientre, pero las primeras veces que le saque la polla del culo a Liz para metersela en la boca de Nasha, casi puedo asegurar que llevaba restos organicos. Pese a las arcadas que le produjo a la aprendiza este detalle sin importancia, la verdad es que me fue de lo mas bien la saliba lubricante de esta para poder follarme a gusto a mi putilla.

 

    Como ya os he contado, Liz es una chica la mar de versátil y entre sus cualidades esta la de correrse con relativa facilidad mientras le taldras el culo; así pues un rato después, tanto Liz como Nasha se habían corrido. La primera gracias a la petada de culo y los lenguetazos algo torpes todavía de la mora, y la segunda gracias a los trabajos bucales y dactilares de la putilla, que en este mismo instante estaba con dos dedos dentro de la vagína de la sarracena y obteniendo su tercer orgasmo. Hasta hacia poco no havia podido ver como se corría y resultaba realmente divertido: empezaba a decir cosas en árabe y conforme se acercaba el orgasmo, empezaba a mugir como una vaca hasta que se corría con una gran cantidad de flujo vaginal, por lo que pude ver gracias al espejo que había en la habitación y que a estas alturas manchaba totalmente la cara de Liz.

 

    Un buen rato después y entre el culo de Liz y los lengüetazas que le ordene dar a la mora en mis pelotas, mi corrida estaba mas que a punto, así que cogiéndola por las caderas, incremente el ritmo mientras le palmeaba el culo para que con los golpes contrajese el esfínter. Cuando me corrí, le llene totalmente el ojete de leche y deje mi polla dentro hasta que salió por si misma.

 

    - Liz, ahora quiero que te sientes sobre la boca de Nasha y tu, golfa, quiero que te tragues toda mi leche conforme vaya cayendo. Cuando no baje mas, sacaras la lengua y limpiaras con ella hasta el ultimo rincón del culo de tu ama hasta que ella diga que esta limpio.

 

    Hicieron lo que les ordene y aprovechando que mi chica estaba a una altura ideal, me puse de pie sobre la cama y le metí la polla en la boca. A diferencia de la mora, cuando me la rodeo con sus labios, no le importo que en la parte superior llevara todavía algo de lo que havia comido hacia un par de días y que havia seguido el conducto natural. Una vez limpia, se la saque y tras guardármela en los pantalones, le di un beso en la frente a mi preferida, que seguía sentada sobre la cara de Nasha y así estaría un buen rato mas.

 

    - Haz con ella lo que te he dicho – le recordé a mi favorita – y después ducharos las dos y lavaos la boca. Apestáis.

 

Y salí de la habitación para ocuparme de mis negocios.