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Zumbando a Susana II (Aeropuerto)

en Dominación

Tras su divorcio, no era extraño que yo llevara a mi cuñada Susana al aeropuerto o la fuera a busca, ya que regularmente viajaba a Galicia para atender diversos asuntos que ahí tenia. Aquella noche de julio era una más y mientras la esperaba en el bar de la terminal del Prat, tomándome un café, miraba el culo de dos adolescentes, que se escapaba por debajo de unas pantalones excesivamente recortados y que en el caso de la mas mayor, ya dejaban ver algunos pelos y como dice el refrán “si hay césped, ya se puede jugar el partido”.

Cuando en las pantallas apareció que su vuelo había aterrizado, me fui hacia la salida y allí la espere. Como hacía calor la muy cerda venia con unas mayas cortas y una camisa ancha que le llegaba cuatro dedos por debajo del coño, así que según como se movía, parecía que no llevara nada debajo. Además, llevaba desabrochado un botón más de lo que la “decencia” aconsejaría y se le veía perfectamente el canal que tenía entre sus ubres del 110. Además, se le marcaban perfectamente los dos pezones de madre con los que había alimentado a mi sobrina.

Carlos: Joder, cuñadita – la dije mientras le daba dos besos – se te van a salir las gemelas…

Susana: Bufff Carles – Me dijo mientras me daba dos besos tan cerca de la boca que casi fue un pico – no veas como vengo de cachonda…

Carlos: Se te nota por los pezonacos, cuñada – le dije mientras pasaba disimuladamente una mano sobre sus tetas para cogerle la mochila.

Susana: Como me vuelvas a tocar las tetas, me vas a tener que follar

Carlos: Yo también me alegro de volver a verte – le dije mientras le daba un abrazo. Cuando mis manos agarraron uno de sus pezones y se lo apretaron, mi cuñivaca solto un gemido – por supuesto que te voy a follar – le dije en un susurro – pero antes quiero que me cuentes como vienes tan cachonda.

Susana me conto que en el aeropuerto de Galicia ya le echo el ojo a un mulatito, de unos 30 años. Un chaval que al parecer hacia deporte por el cuerpo que tenía y que venía con pantalón ancho y una camiseta. Allí se fijo porque parecía que por la forma de marcar paquete que tenia, no llevara ropa interior y la imaginación de mi cuñada es muy rápida para estas cosas. Lo bueno vino después, ya que por casualidades de la vida, cuando entraron en el avión, el chaval tenía el asiento vecino al de de Susana y cuando se sentaron y lo tuvo al lado, se dio cuenta que, efectivamente, el chaval iba sin calzoncillos.

Para una mujer bien servida, aquel detalle seria morboso, pero en el caso de mi cuñada, después de su divorcio llevaba más de un mes (el tiempo que había pasado en Galicia) obteniendo placer solo con los dedos y un consolador que tenia escondido para que no se lo encontraran en la habitación las largas temporadas que no estaba allí. Así que cuando el chico se sentó a su lado, no pudo disimular su “interés” en ese trozo de carne en particular. Y tan descaradamente lo había hecho, que el chaval, se dio cuenta y entro en el juego. Lamentablemente lo hizo tarde, casi aterrizando y para cuando se atrevió a acariciarle la pierna a mi cuñada, casi estaban aterrizando. Y para sorpresa del chaval, que creía que sería él quien llevara la voz cantante ante una cincuentona, fue mi cuñada la que, un segundo después de que el chico le acariciara la pierna, le metía la mano por el camal del pantalón y le agarraba la polla.

Susana: Carlos, si no llega a haber una madre con su hija encima al otro lado del chaval, te juro que se la como ahí mismo – me confesó mi cuñada

Carlos: Bueno… igual la niña pensaría que te estabas tomando un biberón y la madre, muerta de envidia

Susana: Además, de verdad. Porque no veas que pollón… Caliente, duro y gordo – dijo mi cuñada mientras ponía cara de viciosa – y justo cuando se la empiezo a mover, el hijo de puta del piloto dice que nos abrochemos los cinturones, que vamos a aterrizar

Carlos: Jajajajaja. Que putada!!!

Susana: Ya te digo! Yo chorreando y al muy hijo de puta, que se le empieza a poner dura justo cuando tocamos pista. Y encima, le digo si quiere que busquemos un baño al bajar y me ha dicho que ha venido a buscarlo su mujer y que por lo tanto no podía “ayudarme” – gesticulando en medio del aeropuerto – como si él no fuera a disfrutar el hijo puta! – y cogiéndome de las manos me miro a los ojos y me dijo – Carlos, necesito que me folles

Carlos: Eres una cerda, cuñada

Susana: Si. Soy lo que quieras que sea, pero necesito que me la claves y correrme con una polla de verdad dentro. Estoy cansada de consoladores…

Carlos: ¿Lo que quiera? – le dije aprovechando sus palabras – pues vas a ser mi cerdita. Quiero que vayas al baño y te quites las mayas, las bragas y el sujetador. Vas a pasear por el aeropuerto solo con la blusa

Susana: Uffffff no seas hijo puta, Carlos – resoplo mi cuñada – ya sabes que eso me da vergüenza a tope

Carlos: Lo sé. Y sé que te moja muchísimos, así que si quieres que te empotre, ya te estás largando al WC a cumplir lo que te he ordenado o en el viaje de regreso a tu casa lo único que hare será meterte mano y pellizcarte los pezones. Y sabes que si hago eso, no te va a calmar ningún consolador que tengas en el piso…

Susana: Carlos, eres un cabronazo – me dijo mientras notaba como le subía el nivel de excitación – sabes que si me paseo por aquí en medio sin bragas, voy a ir dejando rastro como los caracoles

Carlos: Pues tú decides. O rastro por el aeropuerto o sales a buscar esta noche un macho para que te calme, porque si no obedeces, no te follo. Y ya sabes que te tengo pillado el punto…

Susana: Eres un hijo puta…

Carlos: Solo por decirme eso, el primer agujero que me follare será tu culo. Ya sabes lo mucho que me gusta…

Susana: No seas malo, cuñado, por favor – Me dijo poniéndose roja de vergüenza y bajando inmediatamente el tono– No está preparado y … por favor, va…

Carlos: Susana, te dije que si querías que te follara regularmente, tenias que tenerme un respeto. Y si no o te quedarías sin follar o te castigaría. Así que lo que te pasa, te lo buscas tu, no yo.

Y soltando un suspiro, se giro y marcho hacia los baños más cercanos, dejando allí la maleta, aprovechando yo la ocasión para pegarle una pequeña patada y hacerla caer al suelo

El ojete de mi cuñada mayor había estado sirviendo exclusivamente para lo que lo diseño la naturaleza: cagar. Y así lo hizo durante 48 años. Pero cuando empecé a follarla le dije que no permitiría que sus dos hermanas pequeñas aceptaran por detrás y ella no, así que se lo desvirgue hacia unos meses y enseguida le pillo el gusto. Pero el tiempo de inactividad siempre pasa factura y antes de tener placer, le producía bastante dolor. En cuanto a lo de su “preparación”… si sus hermanas o incluso mi ahijada, preadolescente, podían limpiar aquello que ensuciaban, ella también. Sorprendentemente, de todas ellas, fue la única que cuando lo hizo por primera vez, no le dio arcadas.

Al cabo de unos minutos, mi cuñada volvió con la ropa interior de color rosa fuerte y las mayas en la mano. Se le notaba tremendamente que no llevaba sujetador, porque sus dos tremendos globos de la 110 se le movían bajo la blusa, cosa que provoco no pocos giros de cuello de aquellos que se dieron cuenta. Al llegar a mi altura miro la maleta en el suelo y comprendió rápidamente cual había sido mi intención, así que se puso en cuclillas para guardar la ropa en su interior y cuando lo hizo, la separación entre sus rodillas me permitió verle la raja, perfectamente depilada a laser.

Carlos: Ábrete un poco más de patas, cuñadita – le dije mientras le miraba descaradamente el coño. Ella me miro con cara de susto, pero no abrió ni un centímetro más las piernas. Yo me limite a sonreír – que bien lo vamos a pasar tu ojete y yo… - Negando con la cabeza abrió aproximadamente un palmo las patas. Sabía que era perfectamente capaz de marcharme sin follarla, porque yo el calentón me lo quietaría sin ningún problema, pero ella… - así me gusta, Susana. Que le hagas caso a tu cuñado. Anda, ponte en pie y cierra la cremallera de la maleta, pero hazlo sin doblar las rodillas, que seguro que los que están detrás de ti tendrán una vista excelente de esa rajita hambrienta.

Mi cuñada se puso en pie y cambio el equilibrio de su cuerpo, Ahora sus enormes tetas estaban colgando sobre la maleta y gracias a los botones que llevaba desabrochados, sus ubres se asomaban peligrosamente al exterior, mientras que su raja apenas era cubierta por la blusa y cuando agarro la cremallera para cerrarla, por la cara que pusieron los que había detrás suyo, tenía que estársele viendo todos los agujeros. Cuando termino, volvió  a recuperar el equilibrio. Estaba roja y no por el esfuerzo.

Susana: Eres un cabronazo, Carlos – Me dijo con aquel timbre de voz que denotaba que estaba cachonda

Carlos: Dime que no tienes el higo empapado y dejare que te pongas otra vez la ropa

Susana: Estoy chorreando. Y lo sabes

Carlos: eres una cerda, cuñada – le dije mientras miraba como se le marcaban los pezones en la blusa – Te voy a poner tan cachonda que te vas a correr con solo acercarte el rabo al coño.

Y diciéndole esto, la garre por la cintura y empezamos a andar hacia la zona de los aparcamientos. Cuando llevábamos recorridos unos metros, cambie la postura de la mano y le agarre por la base uno de sus tremendos pechos. Apreté hasta que gimió y me miro a los ojos. Yo también la mire y sin aviso previo, le pellizque el pezón. Ella se paró de golpe, apretó los muslos y elevando ligeramente el culo, se corrió en medio del aeropuerto de Barcelona mientras respiraba entrecortadamente.

Carlos: ¿Ya te has corrido, vaca? – Le dije usando uno de los nombres con los que me refería a ella en nuestras sesiones de sexo – Pero si todavía no hemos empezado…

Con un pequeño tirón, la puse otra vez en marcha. Susana se resistió un poco, pero cuando noto que tirando de ella, se le subía la blusa, se puso en marcha y cuando lo hizo, dejo de apretar las piernas. Fue en ese momento en que la humedad de su reciente orgasmo pudo salir del cautiverio de sus muslos y se manifestó en forma de un pequeño chorro de flujo blanco que cayó al suelo, dejando un pegote en el negro piso.

Carlos: ¿Notas como te baja el flujo por las patas, cuñadita? – le dije, conocedor de que ella siempre mojaba mucho y que si no llevaba bragas para que se lo parara era capaz de mojarse hasta los zapatos

Susana: Voy empapada – me respondió, casi perdiendo de vista donde estaba – necesito polla, Carlos. Por favor

Como única respuesta, me senté en unas sillas, al lado de unas vallas de obra, fuera del cuerpo central del edificio aeroportuario, colindante a unas reformas y unas lonas que habían puesto para cubrir de la vista los trabajos de mejora que allí se estaban llevando a cabo. En frente, escasamente a un metro y encaradas hacia las primeras, otra fila de sillas. Eran de un modelo que estaban sustituyendo y las habían dejado allí, de forma temporal, sin ni siquiera sujetarlas al suelo.

Carlos: Siéntate, vaca – Le dije entrando en mi papel de macho dominante. Ella lo hizo sin rechistar, dando la espalda a los mas que ocasionales pasajeros en tránsito de aquel casi vacío aeropuerto. Sabía perfectamente que cualquier otro fallo terminaría inmediatamente con sus opciones de tener rabo esa noche – descálzate y pon tus pies sobre mis rodillas… así, perfecto… y ahora desabróchate todos los botones menos el ultimo… muy bien… Mastúrbate. Quiero ver cómo te corres ante mí. Y mucho ojo con mancharme. Quiero llegar a casa sin oler a flujo de vaca cachonda.

Susana me miraba mientras empezaba a manipular su clítoris. Sus dos tremendas ubres se movían debajo de la tela que pugnaba por taparlas sin demasiado éxito, mientras sus erectos pezones se enganchaban con el borde de la prenda. Su coño babeaba de una forma obscena y visible incluso desde la distancia que nos separaba. Lo que empezó como un suave masaje se torno, en muy poco tiempo, en una furiosa fricción. Y poco a poco yo iba separando las piernas, con lo que los muslos de mi cuñada hacían lo propio. En menos de tres minutos Susana estaba completamente destaparrada, con su mano derecha triturando su clítoris y con la izquierda tirando de sus durísimos pezones mientras resoplaba como una locomotora.

En ese corto espacio de tiempo, su cabeza de había echado atrás y sus ojos se habían cerrado, concentrándose únicamente en el placer que se proporcionaba a sí misma, obedeciendo las ordenes de su macho. Durante los dos minutos que tuvo cerrados los ojos no se dio cuenta como se acercaron hasta nosotros un grupo de cinco chavales jóvenes, todos entre los veinte y los veinticinco años, rubios, ojos azules y pieles rojas por el sol. Todos miraban las tetas de mi cuñada, su movimiento hipnótico desde una prudente distancia, sin atreverse a acercase mas por si terminaba el espectáculo. Sus pollas duras se marcaban bajo las bermudas y alguno de ellos se la tocaba por fuera del pantalón, sin gestos demasiado ostensibles, pero si claramente identificables como el inicio de una masturbación. Cuando uno de ellos me miro a mi, le hice un gesto de silencia y de que se acercaran, cosa que hicieron al momento, sin provocar el mínimo ruido poniéndose alrededor de mi cuñada.

Carlos: ¿te gusta masturbarte para mi, vaca?

Susana: Joder si! – Dijo sin abrir los ojos, acelerando el ritmo de su masturbación – pero quiero polla, Carlos. NECESITO polla

Carlos: Y la tendrás, zorra… tendrás mas polla de la que crees…

Por gestos, le hice entender a uno de los chicos que le agarrar la teta a mi cuñada. El chaval ni se lo pensó e inmediatamente empezó a acariciarle la ubre a la vaca sumisa que tenía en frente. Susana no se percato de que esa mano no era la mia y siguió masturbándose con ganas. Cuando por gestos le dije al chaval que le apretara un poco el pezón, mi cuñada empezó a gemir.

Susana: hostia, Carlos – decía entre gemidos y con los parpados pegados – joder como me gusta cómo me aprietas los pezones…. Uffffffff. Por Dios, Carlos…necesito polla… necesito mucha polla…

Carlos: ¿Quieres polla cuñadita? – Susana asintió con la cabeza mientras seguía masturbándose. Estaba tan mojada que incluso empezaba a salpicar el asiento sobre el que estaba - ¿Vas a hacer todo lo que te ordene, cerda?

Susana: Si señor – respondió con la lección aprendida – todo lo que me ordene

Mire alrededor. El grupo de chicos no había atraído la atención sobre ellos, pese a que estaban todos mirando hacia el mismo punto. Al estar sentados mi cuñada y yo, no se nos veía  y parecía que estuvieran mirando una revista o algo similar.

Carlos: ¿te gustaría que te follara más de un macho a la vez, putita? – le pregunte abordando una de sus fantasías recurrentes

Susana: Ufffffff ya sabe que sí, señor – dijo ella – ya sabe que mi fantasía es que me usen dos o tres machos y hagan lo que quieran conmigo.

Carlos: ¿Y te gustaría que les dirigiera yo? ¿Qué les ordenara como tendrían que tratarte?

Susana: Joder, si! Me encantaría que lo hicieras! Con lo cerdo que eres, seguro que seria una pasada!

Carlos: Perfecto… Quiero que sin dejar de masturbarte, abras los ojos y veas lo que veas, continúes con tu paja.

Mi cuñada obedeció y al abrir los ojos vio a cinco chicos jóvenes, que se estaban tocando la polla por encima del pantalón. Uno de ellos le estaba amasando una de sus tetas y otro, en cuclillas, estaba mirando cómo se masturbaba a escasamente un palmo de su depilado coño. La sorpresa de la visión hizo que se parara de golpe.

Carlos: Te he dicho que no pares, vaca – le dije en un tono tan tajante que alguno de los chavales se separo un poco

Susana reemprendió su tarea masturbadora despacio, pero conforme el placer iba sustituyendo a la sorpresa, empezó a acelerar el ritmo, mirando a los chicos  viendo como estos se tocaban la polla por encima del pantalón con cada vez menos descaro y mientras el que le trabajaba la ubre lo hacía cada vez con mayor dureza, pero cuando la cosa dio un salto cualitativo fue cuando el que estaba situado a la izquierda de mi cuñada alargo la mano y le agarro la otra ubre.

Aquello fue como el disparo de salida, ya que en ese momento, todos alargaron sus manos empezando a sobar sus ubres, sus muslos e incluso el que estaba en cuclillas empezó a jugar con dos dedos en la parte baja del coño de la pajillera. Susana empezó a resoplar como una cafetera puesta al fuego y sabiendo lo que vendría, le quite los pies de mis rodillas y me puse en pie. Inmediatamente, el chaval que estaba al lado de su coño, se puso entre sus piernas e introdujo un dedo en la raja. Al instante Susana empezó a follarse a si misma con aquello que le habían metido. Yo le toque el hombro al chico y le advertí, en ingles, que si no quería mojarse, sería mejor que se apartara. Al principio no lo entendió, pero cuando lo pillo, sonrió y en lugar de apartarse, le metió otro dedo y le pego un lengüetazo en el clítoris.

El contacto de la lengua con su clítoris, la introducción de los dos dedos y las ocho manos sobándola fue mucho para el necesitado coño de mi cuñada y mientras mugia como una vaca pariendo, exploto en un orgasmo que, literalmente, empapo al chico que tenia entre las piernas pero este, lejos de apartarse, lo recibió con una exclamación de júbilo y redoblo sus esfuerzos  con los dedos y la lengua, lo que encadeno otro orgasmo de las mismas características.

Tras comerse el segundo orgasmo de Susana, el chaval se incorporo y aprovechando que la altura de su cintura coincidía con la que tenía el coño de mi cuñada, hizo el gesto de sacarse la polla del pantalón.

Carlos: No, my friend – le dije al chaval mientras le ponía un mano en el hombro – Follow me – y dirigiéndome a Susana, que todavía goteaba flujo le ordene que agarrara la maleta y con la camisa abierta, también me siguiera.

Cuando mi cuñada se agacho para recoger el equipaje, las ubres le salieron de la camisa, dando una imagen perfecta de una MILF cachonda. Sus pezones estaban durísimos y tenían el tamaño de la primera falange de un dedo meñique y por su pierna escurría un flujo transparente salpicado con tropezones de color blanco. Por fortuna a aquellas horas y en aquel sitio no había nadie, ya que si no habrían observado a un grupo de chavales sobando a una hembra que podría ser su madre, tirándole de los pezones y metiéndole mano bajo la camisa mientras le palmeaban el culo.

Afortunadamente la valla de la obra no estaba cerrada ya que era mi primera opción. Si no, siempre se puede organizar algo por turnos en el WC… después de cruzar el perímetro de la obra el último de los ingleses aquello se descontrolo por un momento. Todos querían follarse a mi cuñada y todos sin goma, así que tras soltar un par de órdenes secas, la cosa se tranquilizo.

Con todos callados y prestando atención le di las órdenes oportunas a Susana para que se quitara la camisa y totalmente desnuda, fuera bajándoles la bragueta a los ingleses, a quienes había puesto en fila, para orden de revista y tras sacarles la polla, se la chupara un poco para ponérselas bien dura. Las dos primeras salieron solo morcillonas, pero ver como se la trabajaba a sus camaradas hizo que las tres ultimas se pusieran duras dentro de los pantalones y cuando saco la ultima, se encontró con una polla gorda y venosa, de aproximadamente unos 17 cm pero extremadamente ancha. Susana, que había ido una por una metiéndoselas en la boca mientras les acariciaba las pelotas, se recreo con esta y a parte de comerse todo el troncho hizo lo mismo con los huevos e incluso con la lengua, llego hasta la entrada del culo del chaval, que suspiraba como una virgen.

Cuando todas las pollas estuvieron a punto, ordene a mi cuñada que les pusiera las gomas, mientras dejaba colgar sus tetas delante de los chavales, cosa que aprovecharon todos para amasárselas y tirar de sus pezones hasta casi arrancárselos, cosa que excitaba tremendamente a esa zorra y que provoco que mientras estaba enfundando al pollón, se corriera como una cerda. Cuando termino hice que se pusiera a 4 patas sobre una lona que había dentro del cercado. La verdad es que en aquella postura parecía una vaca dispuesta a que la inseminaran. Sus grandes tetas colgaban libres mientras que el agujero del culo se veía perfectamente húmedo gracias a la cantidad de flujo que había soltado al correrse y su coño rezumaba líquido que le resbalaba por el interior de los muslos hasta las rodillas. Estaba muy nerviosa, pero tremendamente excitada ya que intuía que se la iban a follar en aquella obra, en un sitio público, por un grupo de desconocidos y con el riesgo de que nos pillaran. Su fantasía completa.

A los chavales les dije, en un ingles aceptable, que se la follarían de dos en dos, uno por la boca, el otro por el coño, en la postura que la pusieran y los otros tres, podrían estar magreandola sin problemas hasta que decidieran cambiar las posiciones, pero que tenían prohibido follarle el coño sin goma y correrse ya que para ese punto, tenía algo especial reservado. También les dije que en el agujero del culo podían meter la lengua o los dedos, pero la polla era cosa exclusiva mia, así que con todos los actores en sus puestos, les dirigí una última frase a los chavales “It is a cow. Do not have mercy”.

Cuando me separe, los chavales recorrieron de inmediato los dos metros que les separaban de vaca y el más rápido se la metió por el coño de un solo empujón mientras que otros dos disputaban la boca de la sumisa para que les chupara la polla. Al final llegaron a un acuerdo e hicieron que Susana, abriendo la boca a tope, se la chupara a los dos a la vez mientras que el de atrás bombeaba como un puto conejo. Tras un mes de no tener contacto intimo con ninguna polla, mi cuñada exploto en un orgasmo largo que empapo los huevos del chaval y parte de sus piernas, pantalón incluido. El chaval, notando la humedad le dijo que era una cerda y le dio una fuerte palmada en el culo, dejándole la marca. Como respuesta obtuvo que mi cuñada contrajo el coño con fuerza y si no se la llega a sacar de un tirón, se hubiera corrido ahí mismo. Viendo su oportunidad y el coño libre de mi cuñada, el “pollón” se situó detrás suyo y agarrándose la polla con una mano, apunto al agujero vaginal de mi cuñada, no sin antes escuchar la advertencia de su amigo de que esa golfa mojaba mucho cuando se corría. De un solo pollazo enterró su rabo dentro del coño de mi cuñada, que al notarse llena de repente, se paralizo y para saborear ese rabo que le acababan de meter desde atrás mientras se corría otra vez, pero esta acción no le pareció bien a uno de los que le tenía la polla en la boca, que la agarro y empezó a follarle la garganta. Con este movimiento, las ubres de Susana empezaron a moverse como locas, cosa que aprovechaban los otros para azotárselas y, agarrando los pezones, hacer que se movieran tirándose ella misma de ellos. La follada en la boca también hizo que empezara a babear y a llorarle los ojos, cosa que pareció divertir a los chicos.

Follador de boca: (en ingles) ¿Podemos abofetearla y humillarla? – Me pregunto muy correctamente – Se parece a la madre de John y no veas cómo nos pone esa golfa.

Carlos: (en ingles) claro! La vaca no os entiende pero… ¿Quién espera que un animal lo haga a la primera? – Le dije, riéndonos todos – pero no quiero sangre ni labios rotos. Si alguno le hace daño por encima del límite, yo “hablare” con él.

El chaval lo entendió a la primero y después de cabecear, se lo explico a sus colegas y después le dijo al colega cuya madre se parecía a vaca “mira como le follo la garganta a tu madre, hijo de puta”. Agarro la nuca de mi cuñada con la izquierda y la base de la mandíbula con la derecha y empezó a follarle duramente la boca, mientras esta babeba. De tanto en tanto, le sacaba la polla de la boca, lo que le daba tiempo para respirar a mi cuñada y tras decirle en ingles que era una puta vaca o que su marido sentiría vergüenza si la viera así, le daba un par de tortas y se la volvía a meter en la boca. Por su parte, el que se la follaba desde atrás, le estaba dando de lo lindo, más profundo que el primero mientras le metía un dedo, incluso dos, por el agujero del culo.

Susana, por su parte, estaba en otro mundo. Que la magrearan tantas manos las ubres, se las abofetearan o tirarn de sus colosales pezones mientras le mantenían lleno el coño y le trabajaban el ojete era algo que se había imaginado en sus mas depravadas fantasías, pero que nunca había creído que pudiera cumplir una veterana como ella. Además, que la trataran como a un trapo, a ella, que siempre había sido tan autosuficiente, le ponía muchísimo.

Cuando el chaval que la trabajaba desde atrás estuvo a punto de correrse, se retiro, ocupando su lugar otro, pero este, al tener la polla mas pequeña que el primero, apenas tocaba pared, así que sin muchas ceremonias, giro a mi cuñada y la puso de espaldas contra el suelo y le subió las piernas hasta que las rodillas le chocaron con las tetas y una vez puesta así, le agarro la parte posterior de las rodillas y empezó a follarsela duro aprovechando la tensión que provocaba la postura en su babeante chocho.

Uno de los que hasta ahora se había limitado a tocarle las tetas y tirar de sus pezones vio, en ese cambio de postura una oportunidad clara y colocándose a la cabeza de mi cuñada se abrió de patas y le puso los huevos a la altura de la boca mientras le abofeteaba las tetas que sobresalían, aplastadas bajo sus propias rodillas. Susana, sin poder hacer otra cosa que lamer y chupar aquellos cojones que tenia al alcance empezó a mugir otra vez, señal de que un orgasmo de los suyos se acercaba, así que le dije a uno de los chavales que jugaba a con su pechera que le metiera un par de dedos en el ojete y este, aprovechando el torrente de flujo que salía del coño de mi cuñada se los metió sin miramientos.

Susana, al notarse rellena de carne, abrió los ojos y se pego una de sus corridas, manchando al chaval que la follaba desde arriba. Este, cuando se noto mojado, desmonto, dejando el coño de mi cuñada libre y le soltó un par de tortas en las ubres que provocaron el choque entre ellas. Ella, en lugar de cortarse, se volvió a correr, a la vista de todos, soltando un gran chorro de flujo.

Después de casi veinte minutos más de follada, todos los chavales tenían los huevos a punto para la descarga, así que hice arrodillar a mi cuñada y le ordene que abriera la boca. Uno por uno, los cinco chavales fueron pasando por su boca y vaciando sus huevos mientras le tiraban de los pezones, le abofeteaban las tetas o incluso le escupían en la cara. Cuando todos pasaron y vaciaron las pelotas, la cara de Susana tenía un dedo de espesor de lefa.

Carlos: Que cerda eres, cuñada – Le dije sonriendo, mientras veía como se le escurrían gruesos chorretones de lefa por la cara hasta sus impresionantes ubres - ¿Te ha gustado como te han follado estos niñatos?

Susana: Joder! - Decía mientras empezaba a acariciarse el coño – me han dejado finísima! Ahora necesito una buena ducha y dormir un buen montón de horas!

Carlos: Todavia no, cuñadita – le dije mientras me desabrochaba el pantalón  y me ponía detrás suyo - ¿Recuerdas que te iba a hacer para empezar yo? – le pregunte al tiempo que agarraba mi polla sin que ella lo viera

Susana: Si. Me dijiste que me la ibas a clavar por el culoooooooooooh!!!! – Dijo cuando noto mi rabo entrando en su ojete.

Aquella cerda madura tenia el ojete listo para que se lo taladrara sin piedad. Le habían metido los dedos durante mas de una hora y habían usado sus propios jugos para hacerlo, así que cuando la cabeza de mi polla empezó a resvalar por su túnel anal, lo encontró tan lubricado que apenas en un segundo se trago mis 20 cm. Cuando mis huevos chocaron con su empapado coño, tire de la cadera y casi se la saque hasta volver a ver la base de mi glande, momento en el que empuje otra vez con fuerza.

Mientras la enculaba, mi cuñada se había puesto a cuatro patas, para encajar mejor los pollazos y eso hacía que sus tetas se movieran libremente, chocando la una contra la otra, en un baile erótico que tenía su propio ritmo. Durante mas de veinte minutos Susana estuvo encajando polla con los ojos cerrados, notando como mi rabo convertía el dolor inicial en placer indescriptible al cabo de poco, lo que le permitía encajar orgasmo tras orgasmo hasta que llego a mearse de gusto. Después de notar la potente descarga de semen en el interior de su recto, Susana abrió los ojos y vio que los chavalitos ya se habían marchado sin ni siquiera despedirse. Aquello en el fondo la molesto. Habría esperado al menos un beso de alguno de ellos.

Carlos: joder cuñada – le dije mientras le sacaba la polla del agujero del culo, viendo como brotaba de él una considerable cantidad de la leche que le acababa de meter – que apretado tenía el culo. Se nota que no te había dado nadie caña durante tiempo.

Y diciendo esto, me puse en pie y acerque a su cara mi polla. Mi cuñada, pese a no entusiasmarle esa parte del ritual, la conocía y la aceptaba: la polla del Amo ha de terminar de la misma forma que empezó: limpia de rastros de semen o cualquier otro material. Así que abrió y la boca y pese al fuerte olor a mierda que emanaba mi miembro (su mierda) se lo metió en la boca y empezó a limpiarlo de semen, flujo y rastros de detritos que habían salido de su agujero. Cuando me la había dejado limpia, me concentre y empece a mear despacio. Susana no era una gran fan de la lluvia dorada, pero sabia que si empezaba a mear en su boca, su única opción era tragar y así lo hizo.

Por suerte para ella, había ido no hacía demasiado y fue una meada corta. Cuando termine, ella la chupo bien y la dejo perfecta. Nadie notaria que un rato antes le estaba dando por el culo a una vaca divorciada. Sin embargo, ella, presentaba un aspecto bastante lamentable: gruesos chorretones de semen seco caían desde su cara hasta sus tetas. Tenía el pelo alborotado y los labios del coño separados, goteando flujo como una fuente, que se unía al semen que todavía le salía del culo. Saque el móvil y le hice unas cuantas fotos.

Carlos: Joder, cuñada – le dije mientras escribía un mensaje de whatsapp – hace unas horas eras la perfecta hija en casa de tu madre y ahora, no eres más que una MILF bañada en lefa…

Susana: Joder Carlos – me dijo todavía sin terminar de creerse que había pasado – que morbo me da ser tu sumisa.

Carlos: pues todavía no has visto nada – le dije chutando su camisa – póntela, pero no te limpies la cara. Quiero ver cómo te miran los que se crucen contigo de aquí al coche.

Evidentemente, todos con los que se cruzo desde que salió de la obra hasta que entro en el coche, se la quedaron mirando ya que veían a una madura, arrastrando una maleta, vestida únicamente con una camisa y con la cara cubierta de una espesa costra de semen. Demasiado morboso para ser cierto para algunos…