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La pequeña Beatriz I

en Hetero: General

Mi nombre es Carles, soy moreno, alto y me cuido a nivel físico. Jamás he tenido una tableta de chocolate marcada en la barriga ya que siempre he preferido comérmela, pero gracias a que durante muchos años realice deporte de alta competición conseguí un físico que con solo un poco de cuidado funciona perfectamente. Me permitiréis omitir la ciudad donde vivo puesto que esta demasiado llena de cotillas y a excepción de la citada omisión lo único que voy a cambiar en lo que os voy a contar son los nombres de las personas que en él aparecen. El resto, os lo cuento tal como sucedió.

Muchos dicen que soy un tío afortunado y la verdad, seria vanidoso si no les diera la razón, ya que desde hace más de veinte años, me follo a una morena que actualmente tiene cuarenta años, de 1.75 de altura y realmente espectacular. Ojos verdes y expresivos. Tiene unas bonitas y generosas tetas de talla 90 con unos pezones sensibles con los que se corre sin esfuerzo si los trabajas bien y los aprietas con los dientes cuando esta a tope. Un delicioso coño siempre depilado y a punto, con los labios retraídos como una muñequita y un agujero del culo que, pese a no tener la suerte de desvirgar, es perfecto para follar durante horas mientras se corre una y otra vez. Ella se llama María y es mi mujer… y mi sumisa.

La mayoría de los tíos que conozco ya se consideraría afortunado solo con eso, puesto que muchos me lo han dicho después de realizar intercambios de pareja ya que somos swingers, pero es que además, con la fortuna que me acompaña tengo la suerte de follarme a las dos hermanas de mi mujercita.

A la que hace más años que me follo, tanto como unos 16, es a la pequeña Beatriz. Una muñeca de porcelana que ahora tiene 30 añitos recién cumplidos. Siempre me ha sorprendido lo mucho que se parece a María, puesto que ha seguido su estela y se ha desarrollado como ella. Para que me entendáis… follarsela es como hacerlo con María pero cuando tenia 10 años menos. Actualmente tiene unas tetas tan bonitas y duras como su hermana, si bien sus pezones son algo más pequeños y, al contrario que le pasa a María, si se los muerdes cuando esta a punto de correrse, le cortas el orgasmo en seco. En cuanto a sus dos agujeros, depilados a láser como los de una Nancy, también están disponibles para mi cuando quiero usarlos, no así para su marido ya que solo la quiere follar por el coño “por si se mancha” y pese a que sabe que le encanta que se la follen por detrás.

En cuanto a la mayor, Susana, deciros que es una recién divorciada de 47 años, de pelo rizado como mi mujer, pero con un par de tetas naturales tan grandes como su cabeza. Y pese a ellos duras y recias, con unos pezones que te desafían cuando se ponen duros. Tan largos como una falange del meñique y mucho más sensibles que los de María ya que, con solo usar la lengua y lamerlos bien, es capaz de correrse como una colegiala. Mas adelante ya os contare como, pero solo hacer mención que casarse con el primer hombre con el que sales es mal negocio, al meno en lo sexual. En cuanto al resto, la edad la ha tratado bien y tal como sus hermanas, no tiene barriga ni celulitis y si bien cuando la empecé a follar, hace algo así como un año, tenia una mata de pelo descuidada en su coño que le llegaba hasta la raja del culo, ahora ya esta “curada” de ese espanto. Es increíble lo que uno puede deducir de cómo van las relaciones sexuales de una pareja mirándole solo la entrepierna. ¿Qué por que digo esto? Sencillo…. Todos hemos sido siempre nudistas y acudimos desde toda la vida que nos conocemos a playas donde la única prenda de ropa que se suele poner alguien es una gorra.

Siempre me había fijado en las tetas de Susana. Son algo que no pasa desapercibido ni en la playa ni con ropa. Son un par de melones con el pezón centrado y negro desde que tuvo a mi sobrina. En otra mujer con menos pecho, igual estarían demasiado arriba, pero en su caso, le quedan a la altura justa para que parezca que están mas arriba de lo que en realidad los ha puesto la edad y la gravedad. Y en cuanto a la mata de pelo que cubría su coño, siempre estuvo recortadita, sin depilarse nunca del todo, pero siempre con la raya del bikini hecha. Por lo que me había contado el cuñado, no es que fuera una maravilla en la cama (o eso decía él) pero no era la típica que se estira y tienes que hacerlo tu todo.

Cuando antes decía lo de conocer la actividad sexual en función del bello púbico me refería a que antes de comunicar a la familia que estaban en tramites de separación, cuando íbamos a la playa se le veía una mata de pelo abundante y descuidado, nada propio de una mujer a la que su marido monta de forma regular. Y más si habiéndole visto el coño durante tantos años, de repente, cuando llega la temporada de playa ves que ahí abajo no hay “alegría”.

 

Sin embargo, “los bajos” de mi cuñadita pequeña siempre habían estado libres de pelo y bien cuidados. Atribuirme a mi, en exclusiva, el merito seria demasiado presuntuoso, pero digamos que he contribuido en gran parte a que ahí debajo no hubiera mas pelo que los de la barba de algún tío desde muy, muy joven.

Hace muchos años, durante un verano que mi cuñada pequeña pasaba en casa de su hermana mayor, regrese de improviso a casa a buscar unos papeles para el trabajo. Al entrar ya me extraño que no estuvieran dadas las dos vueltas a la cerradura, pero atribuí a las prisas de María esa falta de seguridad y no le di mayor importancia hasta que justo antes de entrar me fije que la luz de mi despacho estaba encendida y se escuchaba el ventilador del ordenador. Me extraño. María estaba trabajando y la otra persona que tenia llaves de nuestra casa era su hermana Susana, que también estaba trabajando. Me acerque con sigilo, preparado para enfrentarme con algún intruso y lo que vi me descoloco.

La mesa de mi despacho esta orientada en dirección a la puerta, para que nadie nunca pueda ver lo que tengo en pantalla tal como entra en él y si te bajas mucho en el sillón, puede tapar completamente la visión. Pues bien, lo primero que vi fueron dos rodillas, una asomando por cada lado de la pantalla y justo por encima, una coleta alta que se movía repetitivamente. Me acerque muy despacio, sin hacer ruido y pude observar el cable de los auriculares conectado a la torre del PC y como por debajo de ellos se escapaban unos gemidos que me resultaron familiares. Y entre esos auriculares encontré la absorta mirada de una muchachita de 16 años sin pantalones ni bragas. Me mostraba su peludo coñito con un hilillo de flujo resbalando en dirección a su ojete, brillando por el reflejo del monitor. La mano derecha frotaba el clítoris, casi con rabia y la izquierda pellizcando suavemente el pezón derecho. No se había dado cuenta todavía que yo estaba allí. Su vista estaba fija en la pantalla del ordenador, donde se observaba a su hermana comiéndole la polla a un amigo mientras que servidor la follaba desde atrás, a la vez que la agarraba de las caderas y le decía lo cerda que era.

Beatriz estaba viendo la escena totalmente absorta. Para ella no existía más que el monitor de mi ordenador, su clítoris y sus pezones, que seguía pellizcando alternativamente. Debía estar muy cerca del orgasmo porque casi inmediatamente empezó a gemir más fuerte y a poner los ojos en blanco. Pese a juntar las rodillas con fuerza para disfrutar todavía mas de sus contracciones vaginales, pude ver perfectamente como un borbotón de líquido le salía del coño y manchaba mi asiento. Tras un largo momento de pausa y un gran suspiro, mi cuñadita volvió a la realidad y me vio allí, frente a ella, con una sonrisa en la cara. Su cara se quedo blanca como el papel y no movió ni un músculo.

Carlos: Buenos días, Beatriz. ¿Has terminado? – Le dije intentando darle la menor importancia posible a que mi cuñada se hubiera estado masturbando viendo como su hermana y yo follábamos salvajemente en compañía de un amigo - Necesito mi ordenador para imprimir un par de informes que creía que ya estaban en mi maleta, pero se ve que me equivocaba.

Beatriz: Yo… eh… esto… si… Voy, voy al baño… - y diciendo esto, recogió el pantalón corto de encima de la mesa y salio corriendo en dirección al baño

Cuando salio corriendo de mi despacho, no pude evitar fijarme en ese culete tan bonito y prieto que tienen en la familia de mi mujer. Puede ser grande o pequeño, pero es tan firme que puedes partir nueces encima de él. Y con esa edad y el deporte que hacia… no me quise imaginar el sonido que provocaría darle una palmada. Intentando alejar esa imagen de mi cabeza, me senté en mi silla y fue como un clic.

Al notar el calor que había dejado mi cuñadita y oler el flujo que había resbalado hasta el asiento no pude evitar que mi polla reaccionara y empezara a ponerse dura hasta hacerme daño dentro del pantalón. Tampoco pude evitar recoger con los restos que había dejado en el sillón y llevármelos a la boca. Los saboree. Y el gusto me recordó al de su hermana. Dulzón, afrodisíaco, embriagador. La sazón que le dice a un macho que esa hembra es toda una montura y que has de hacerlo bien si no quieres que se te meriende antes de empezar si quiera a jugar. Era blanco. Espeso. Gustoso como un buen vino y tan embriagador como él. Ese gusto que hace que desees follarte a una hembra hasta con la ultima molécula de tu ser.

Cuando los hombres tenemos sangre en la polla podemos ser muy burros, pero conseguí calmarme y recordar porque estaba allí: sacar los informes y marchar otra vez para el despacho. Ahí me esperaban y tenía que darme prisa, así que conseguí concentrarme y quitarme lo justo la imagen de mi cuñada espatarrada ante mi, masturbándose hasta el orgasmo, para rebuscar en los directorios de trabajo y alcanzar los ficheros a imprimir. Un momento después, la impresora cobro vida y empezó a realizar su trabajo. Pero esta mañana todavía tenia que tener otra sorpresa, porque al girarme para ver como iba el proceso de creación del informe, mi vista se tropezó con una braguita de color azul sobre la maquina. Era una sencilla prenda de algodón, con un ribete de color rosa pálido que recorría toda la cintura. Estaba seguro que no era de mi mujer, ella no usa este tipo de ropa, así que solo podía ser de una persona…

Escuche ruido en el cuarto de baño y como se descorría el pestillo que había echado tal como había entrado en el mismo. Mientras se abría la puerta, alargue mi mano y agarre la prenda. Estaba empapada. Toda la entrepierna estaba recubierta de un fluido viscoso que contrastaba con el color de la prenda y desprendía un olor dulce y pegajoso. Me lo lleve a la nariz, para olerlo mejor en el mismo momento en que Beatriz entraba por la puerta.

Beatriz: Yo… esto… no te enfades, Carlos. Por favor… No se lo cuentes a mi hermana. Me moriría de vergüenza.

Carlos: Tranquila, preciosa – le dije mientras terminaba de oler su braguita – digamos que este será nuestro pequeño secreto.

Beatriz: Gracias, cuñado. No se que ha pasado. – empezó a explicarme – pero es que escuche a mis hermanas hablando sobre videos porno y como María le contaba a Susana que a vosotros os gusta gravaros mientras lo hacéis y…

Carlos: Tuviste curiosidad a ver que tal eran esos videos.

Beatriz: Pues sí. Esta mañana he cogido las llaves de reserva que tiene Susana en casa y me he venido a ver como eran. Y joder, cuñado…

Carlos: ¿Qué? ¿Tan mal te parecen?

Beatriz: ¿Mal? Joder! Vaya par de fieras estáis hechos! He visto unos pocos y joder, os lo follais todo!

Carlos: Jajaja. Bueno. Tu hermana y yo llevamos muchos años en esto y la suerte es que ella es totalmente bisexual y a mi me gusta ver como se folla tanto a machos como a chicas. ¿Así que te ha gustado lo que has visto?

Beatriz: Bufffff. Primero solo quería ver, pero luego, me he empezado a tocar y me he tenido que masturbar viendo como follabais.

Carlos: Bueno, por esta vez, hare que no he visto nada, pero no creo que sea buena idea que te excites de esa manera viéndonos follar a tu hermana y a mi – le dije a la pequeña Beatriz, que todavía no había recuperado el ritmo normal de respiración – igual te gusta demasiado y quieres algo mas – le dije mientras me levantaba, recogía lo que acababa de imprimir y me ponía en marcha, no sin antes, devolverle las braguitas – Y quién sabe, soy un tío a quien le cuesta decir que no.

Y saliendo del despacho, tras volver a oler sus bragas, se las devolví, notando la cara de perplejidad de mi cuñada y la presión que ejercía mi polla dentro del pantalón.

El tiempo transcurrió sin nada que resaltar y las vacaciones de Beatriz llegaban a su fin cuando un día, me gustaría decir que por casualidad, regrese a casa a media mañana. Hacia un par de días que no encontraba las cosas de la misma forma que las dejaba ante mi ordenador. Soy bastante maniático y se perfectamente cómo quedan el teclado y el ratón después de usar mi equipo, así que volví a casa con la secreta esperanza de “pillar” con las manos en la masa, o mejor dicho en el coño. Y por lo visto, aquel día, el dios de los pervertidos, estaba de gracia conmigo.

Solo introducir la llave en la cerradura se me acelero el pulso al notar que no estaban pasadas las dos vueltas que solía dar al salir, lo que me indico que o bien mi mujer no había salido a trabajar o que mi cuñadita había regresado a las andadas. Deje la cartera en el comedor y me moví como un gato que persigue a su presa. Recorrí el pasillo y al encarar mi despacho, antes siquiera de entrar en él, mis fosas nasales fueron asaltadas por ese aroma a hembra en celo que había percibido en las bragas de mi cuñadita días antes. Inmediatamente mi polla reacciono y se puso dura como el acero, pugnando por salir de su prisión y esta vez estaba decidido a no marcharme con dolor de huevos.

Al entrar al despacho, se repitió la visión celestial de la vez anterior: unas piernas flexionadas sobresalían a los laterales del monitor mientras los talones se clavaban en la mesa y una cola alta se movía frenéticamente. Me acerque un poco mas y vi que alguna cosa había cambiado. Beatriz había encontrado el cajón de los juguetes de María y se estaba metiendo y sacando frenéticamente uno de sus consoladores de buen tamaño mientras se pinzaba los pezones, suspiraba y tenía los ojos cerrados. Ver como ese coñito quinceañero se tragaba una polla de plástico muy parecida a la mía pudo más que yo y me baje la cremallera. Cuando mi rabo se noto libre de su jaula salió ufano y babeante, ante la posibilidad de jugar con la cuñada, que seguía con los ojos cerrados sin enterarse de mi presencia ya que de los cascos que llevaba puesto se escuchaban los gemidos de su hermana mientras encajaba una doble penetración que le hacían unos amigos mientras la mujer de uno de ellos gravaba y la otra se movía frenéticamente sobre mi rabo, en una cabalgada épica.

La visión de Beatriz masturbándose hizo que mi mano fuera a mi rabo y empezara a hacer lo propio y la excitación del momento hizo brotar un hilillo de líquido preseminal de la punta. Por experiencia se que las mujeres, después de correrse, bajan su nivel de libido, al menos momentáneamente, así que tirando de experiencia, me acerque a mi cuñadita, polla en ristre y sin dejar de tocármela con la derecha, le acaricie la pantorrilla con la izquierda. Beatriz se quedo paralizada. Quieta sin atreverse ni a respirar y poco a poco fue abriendo los ojos mientras seguía escuchando a su hermana decir guarradas mientras la empalaban. El consolador había quedado dentro de su coño y ahora que no lo movía, se escuchaba claramente el zumbido que provocaba la vibración que tenia encendida a máxima potencia. Y lo que vio fue a su cuñado, polla en mano, masturbándose como ella y con una gran sonrisa en la cara mientras le acariciaba el gemelo.

La cria se quedo paralizada, sin saber que hacer o que decir y fue en aquel momento que tome la iniciativa. Subí la mano por su pierna y agarrando el extremo del consolador que todavía quedaba fuera de su coñito, tire de él y cuando casi estaba fuera, lo volví a introducir, lentamente. El estremecimiento que lo siguió y el leva gemido que dio la morenita me indico que, si jugaba bien mis cartas, en breve ese agujero estaría relleno de carne y no de látex. Volví a tirar del juguete sexual y lo volví a introducir, ahora un poco más rápido, obteniendo la misma reacción de mi cuñada: un gemido. Después otro. Y otro acompañado de una abertura mayor de piernas. La tenía. Era mía.

Me acerque un poco más y agarre mejor el consolador, poniéndole la mano izquierda sobre el monte de Venus para fijarlo y ser más efectivo en mi follada, pero también para acercar mi polla hasta su alcance. La maniobra surtió efecto y note como su mano derecha acariciaba primero mis huevos y luego agarraba mi polla y empezaba a masturbarla, tímidamente al principio pero cada vez con más brío hasta hacerme una paja desesperada conforme yo también incremente el ritmo de la follada con el consolador. El placer era brutal y mi cerebro solo quería descargar los huevos sobre la cara de mi cuñadita, que estaba a escasos quince centímetros de mi polla, pero el trabajo previo que se había hecho ella jugo a mi favor y de repente, Beatriz empezó a gemir con más fuerza mientras arqueaba la pelvis y daba golpes con ella para que le entrara más a fondo el juguete sexual y cuando lo tenía hasta el fondo, lo bloqueo con su mano izquierda, apretó hasta el fondo y mientras me miraba a los ojos soltó un mugido ahogado y se corrió como una cerda, manchándome la mano y la silla, sin soltar por un segundo mi polla.

Beatriz: Dioooosssssssssssssssssssssssssss. Mmmmmmmmmmmmmmmm. Toma cabrón!!!

¿La criaja de mi cuñada me había llamado cabrón mientras se corría? Eso lo había visto en los videos! Su hermana sabia que a mí me pone muchísimo verla disfrutar y correrse con otros y siempre que se iba por la pata abajo tenía que soltar alguna perla. Poco a poco el orgasmo fue remitiendo y Beatriz fue volviendo gradualmente a la tierra, pero en ningún momento soltó mi rabo.

Beatriz: Jo… joder, Carlos… Que corridón! – Me dijo con una sonrisa que sería angelical si no tuviera las patas abiertas, un consolador en el coño y estuviera agarrando mi polla – Como lo necesitaba!

Carlos: Caray, cuñadita – le dije sin retirar la mano de su coño, pero apagando el vibrador – Ya veo que ibas necesitada.

Beatriz: No lo sabes bien – Dijo mientras movía suavemente mi polla arriba y abajo – En Galicia tengo dos o tres amigos con los que puedo… “jugar” de forma más o menos habitual, pero aquí… aquí no tengo a nadie que “juegue” conmigo – Me dijo mirándome a los ojos, con mi polla a poco menos de un palmo de su boca.

Carlos: Caray, preciosa. Si llego a saber que tienes ese “problema” te hubiera dicho de “jugar” mucho antes – dije mientras notaba que me apretaba mas la polla – ahora, solo quiero saber si son juegos de niños o algo más serio…

Beatriz: Bueno… - dijo con cierto aire inocente – si juego con niños, los juegos los proponen ellos, pero si juego con gente mayor, no me voy a echar atrás – dijo mientras seguía pajeandome

Carlos: ¿Y a que juegan los niños hoy en día, cuñadita? – Le dije mientras volvía a mover el consolador en su coño y lo hacía resbalar hacia fuera poco a poco.

Como única respuesta Beatriz acorto los pocos centímetros que separaban su boca de mi polla y se la metió hasta la mitad, la chupo como quien sobre una pajita y echo la cabeza para atrás para volver a metérsela, esta vez hasta que el capullo entro y choco con su campanilla. Ese contacto húmedo y cálido de su garganta casi hace que me corra, pero tirando de galones conseguí contener la corrida y disfrutar de las más voluntariosas que gustosas maniobras de mi cuñada. Al cabo de un buen rato de mamarmela, se la quito de la boca y me dijo

Beatriz: Joder, Carlos, que aguante tienes, cuñadito – Me dijo con media sonrisa – Con la mitad de tiempo les vacio los cojones a mis amigos, pero a ti, solo consigo que se te ponga más gorda y dura. ¿Cómo lo haces?

Carlos: Cielo… como habrás visto en los videos, tu hermana es una excelente mamona – le dije sin cortarme un pelo – y como habrás visto, ella acaricia los huevos y usa la lengua a parte de de la boca. Si quieres un día, con más calma, te enseño como se hace una buena mamada.

Beatriz: Genial! -Expreso con entusiasmo - Miguel siempre me dice que soy buena, pero que me falta algo

Carlos: Pues será un placer. En el sentido literal de la palabra – Dije mientras seguía moviendo el consolador en el coño de la quinceañera, que desprendía flujo como un rio - ¿Y hay algo más que quieras aprender?

Beatriz: Si, pero ya te contare otro día – dijo mientras volvía a resoplar – Ahora… ahora no pares que me parece que viene uno de los gordos.

Sin disminuir el ritmo le pregunte a mi joven cuñada cuanto tiempo hacia que no se la follaban bien. Intuía la respuesta, pero quería que me lo dijera ella de su propia voz. Sacándose mi polla de la boca dijo

Beatriz: Joder! Desde antes de venir aquí, coño…

 

Carlos: ¿Y no prefieres que te claven una buena polla y correrte con ella antes de que con un cacho de plástico?

La respuesta de Beatriz no se hizo esperar: se saco el vibrador del coño, bajo las piernas de la mesa y puso el culo en pompa.

Beatriz: Follame, joder. Follame! – Dijo como una zorra en celo – Dame caña, hostia!!!

Me coloque detrás suyo y la agarre de las caderas. El olor a hembra era embriagador. Mi polla babeaba y cuando la acerque a su coño note todo su calor incluso antes de tocarlo. Agarre la base de mi polla y con la punta estuve jugando con su rajita y su clítoris hasta que ella se giro y me miro. Fue una mirada de deseo. Algo animal que únicamente me dejo una opción: clavársela hasta los huevos de un solo golpe.

Ese coñito joven se abrió para mí, tragándose toda mi polla y empapándola hasta los cojones al momento. Beatriz emitió otro de sus mugidos y apretó mientras se coría sin haberle dado un solo empujón. Solo con penetrarla y notar mi polla dentro, se había corrido. Apreté y deje que se vaciara, empapándome los huevos, mientras contemplaba su culo y veía como su ojete se contraía al rimo que lo hacían las paredes de su vagina. Era como una pequeña boca dando besitos.

Cuando dejo de correrse, volvió su cabeza y me volvió a mirar con esa carita angelical.

Beatriz: Madre mía, cuñadito. Como lo necesitaba – me dijo mientras hacia la intención de incorporarse.

Carlos: Todavía no, Beatriz – le dije mientras le ponía una mano entre los omoplatos para evitar que se levantara – Me dijiste que si jugabas con “mayores” lo harías con sus reglas. Y yo, todavía no he empezado siquiera a jugar

Y diciendo esto, empuje para que entrara más allá del tope. Mi cuñada encajo el pollazo con cierta sorpresa, pero no se movió. Cuando la saque y se la volví a meter, gimió, pero cuando lo hice por tercera vez, volvió a recostar sus tetitas sobre la mesa subiendo el culito como una gatita a la que están acariciando el lomo. Poco a poco fui incrementando el ritmo y su flujo se torno más viscoso.

Beatriz: Joder, Carlos… Joder, Carlos… - solo alcanzaba a decir la niñata - joder… Joder… - Seguí incrementando el ritmo. La zorrita empezó a gemir más y se agarro a los laterales de la mesa – Joder, Carlos… Joder. Que me meo… Carlos, me meo!!!

Y diciendo esto, la cuñadita empezó a hacer el primer squirt de su vida. Fue una corrida larga, húmeda y con el fuerte aroma del triunfo que me empapo los calzoncillos, el pantalón e incluso los zapatos con su mojadura. Y mientras ella seguía corriéndose, yo seguía bombeando. Así empalmo no dos, si no tres orgasmos tremendos que hicieron que le fallaran las piernas y bajara el culo, haciendo que mi rabo saliera de su interior. La senté en la silla y le pregunte que tal estaba, con la polla totalmente empapada y chorreando parte de su corrida por mis huevos y mis piernas.

Beatriz: Madre mía, Carlos, que polla tienes, joder! – Me dijo mientras recuperaba el aliento – hijo de puta, como follas.

Carlos: Te dije, cuñadita que si jugabas con los mayores, tenias que hacerte a la idea de que se terminarían los juegos infantiles. ¿Cómo te encuentras?

Beatriz: Hostia, me tiemblan las piernas y tengo el coño echando fuego

Carlos: pues a ver qué hacemos con “esto” – le dije mientras le señalaba mi polla, dura, roja y llena de su flujo – Por qué no pienso irme hasta que lo “solucionemos”

Beatriz: Joder, Carlos. Si me la metes en el coño me partes por la mitad. Lo tengo al rojo vivo – me respondió la niñata - ¿Qué te parece si te la chupo hasta que te corras?

Carlos: no te ofendas, cuñadita, pero lo haces bastante mal para lo que estoy acostumbrado, así que será mejor que te folle la boca. Tienes un coño muy estrecho y estoy relativamente cerca de correrme.

Beatriz: ¿Y cómo lo harás?

Carlos: tranquila. Veras, empieza a chupármela. – Y al momento, tenía la boca de mi cuñada en la polla – eso es… ahora, acaríciame los cojones… muy bien… así… ahora mírame… prefecto…

Y diciéndole esto, apoye la mano en su nuca, al principio solo siguiendo sus movimientos, pero poco a poco, fui asumiendo el control. Mi cuñada cada vez tragaba mas polla, más profundamente y se congestionaba mas. Empezó a moquearle la nariz y a llorarle los ojos y cada vez le resultaba más difícil respirar. Luego le puse la otra mano en la nuca y agarrándole la cabeza con ambas manos empecé a follarmela por la garganta con verdaderas ganas, cada vez más rápido, notando como se me ponían duros los huevos y como la cabeza de mi polla apenas le cabía en la boca.

Beatriz había puesto ya las manos en mis muslos para aguantar el ritmo y no perder el equilibrio. Moqueaba y tenía grandes lagrimones provocados por la presión de mi polla con su campanilla, pero seguía mirándome a los ojos mientras yo le follaba la boca con verdadera furia. Aquella criaja estaba encajando polla como la mejor de las golfas que me había follado en compañía de su hermana y solo tenia quince años… quince años, Dios!. Que futuro le esperaba. Y si jugaba bien mis cartas, en ese futuro estaría yo dándole polla siempre que pudiera. Ufffffffff

Carlos: ¿estás lista, zorra? – Le pregunte notando como mis cojones se negaban a retener mas la carga que pugnaba por salir - ¿quieres saber cómo se corre un macho de verdad y no uno de esos niñatos que te follas?

Beatriz no pudo hacer más que asentir ligeramente. El ritmo de la follada y como le tenía agarrada la cabeza le impedían cualquier otra respuesta. Note como se me comprimían los cojones y como el primer chorro de semen salía desde ellos y, recorriendo mi rabo, iba directo a su garganta mientras se la clavaba lo más profundo que podía apretando su nuca contra mi rabo.

No se lo esperaba, pese a acabar de avisarla, así que el primero le entro sin tan siquiera notar el gusto, pero el segundo lechazo salto de mi rabo cuando este estaba a punto de salir de la boca para volver a entrar hasta el fondo y por lo tanto, con la presión, se le fue por el mal camino y le termino saliendo por la nariz, lo que provoco un espasmo que apretó mas mi rabo, que soltó un tercer disparo en su garganta, haciendo que se atragantara y en un movimiento reflejo para buscar aire, se sacara mi polla de la boca que, lejos de dejar de escupir, le soltó todavía otros dos lefazos en toda la cara y las tetas mientras yo tenía unos de los orgasmos más potentes de mi vida.

Ella trago como pudo, tosió, se limpio con la mano la mezcla de moco y lefa que le caía de la nariz y se miro las tetas, que contenían una buena cantidad de leche.

Beatriz: Hostia puta, Carlos! Que lefazo! – soltó mientras tosía, luchando por recuperar la respiración – hijo de puta! Casi me ahogas!

Carlos: ¿Qué pasa, cuñadita? ¿No se había corrido nunca un tío de verdad en tu boca? – Le pregunte con sorna – Igual prefieres seguir con los juegos infantiles de tus amigos…

Beatriz: Serás cabrón! – Dijo con una sonrisa en su casi infantil boca, cubierta por rastros de mi reciente corrida – ¿Me acabas de soltar un puto litro de leche y me preguntas si me lo habían hecho alguna vez? En la puta vida! Pero como encanta!

Carlos: Pues si quieres repetir, solo tienes que decírmelo – le dije mientras sacudía las últimas gotas de lefa sobre sus tetas – será todo un placer.

Beatriz: El placer será mío, Carlos – me dijo mirándome con aquella carita de puta infantil que tanto me gustaba – Pero creo que ahora falta solo una cosa

Carlos: ¿Qué es lo que falta, cuñadita?

Beatriz: Unas fotos para añadir a la colección – contesto, descolocándome - Tienes fotos de muchas de las que te follas ¿No quieres unas de tu cuñadita recién bañada en tu leche?

Y así fue como le saque las primeras de miles de fotos a Beatriz