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Una mami necesitada

en Dominación

Carlos: ¿Te gusta, zorrita? – Le pregunte mientras Ari devoraba con pasión mi polla – Mami estaba hoy especialmente cachonda y mojada.

Ari: Mmmmmmmmm mmmmm si mmmmm – Dijo ella sacando solo un segundo mi rabo de su boquita – mmmmmmmmmmmm

 Ariadna era ese diamante en bruto que ahora mismo tenía en cuclillas frente a mí. Era una mulatita que acababa de empezar la secundaria, con gafitas, pelo largo recogido en una larga coleta, unas tetas poco desarrolladas (todavía) y uniforme escolar con faldita negra y polo azul. Aquella putita adolescente estaba limpiando mi polla y cojones, saboreando el flujo que había dejado su madre una hora antes como si fuera el helado más gustoso de su vida. El olor y el gusto de su progenitora le encantaban, pero más si era en mi polla.

 Que ahora mismo esa pequeña ninfómana estuviera en cuclillas frente a mí, en un lugar que ella misma había buscado para nuestros furtivos encuentros, con las patas abiertas y su lampiño chochito babeando flujo, había sido una carambola del destino. Conocí a su madre, Mari, cuando entre en la tienda donde trabaja para comprarle un par de conjuntitos a una de mis chicas.  Era una morena de cuarenta años, pelo cortito y bien peinado, de complexión delgada y tetas acordes con su físico de 165 cm y un bonito culo que definían unos tejanos ajustaditos. Mari es una mujer del montón, es decir, de las que han sido madres y han olvidado que en una época anterior fueron hembras a quienes se follaban machos de verdad y con los que su placer no era planchar si no correrse una y otra vez.

 Con los años, he ido desarrollando un sexto sentido que me ha permitido siempre acercarme a las mujeres que mas predispuestas están al sexo. A las que pueden olvidar que llevan una alianza en la mano y recordar que tienen una raja entre las patas. Con ella fue bastante fácil: unas visitas, unas compras, muchas sonrisas, palabras bonitas y que a la chica que se lo compraba tenía un tipo bastante parecido al suyo me facilito que un día, la invitara a un café. Tras tres o cuatro se encontró mucho más distendida y un día, quedamos un miércoles por la mañana (su mañana libre) para desayunar.

 Ese desayuno me abrió su amistad, y como suele pasar con las amistades con mujeres necesitadas de sexo, esa necesidad, me abrió sus patas. Y su necesidad de sexo venia porque había estado acostumbrada a que se lo dieran a diario y desde que se había divorciado, haría casi medio año, ahí abajo no había entrado más que un consolador y los dedos. Me dijo que algún día me contaría el motivo de su separación de su marido, un negrata llamado Josefh  que le daba mango a diario y de la forma que a ella le gustaba: sin contemplaciones. Y desde que había pasado “eso”, no había tenido la oportunidad de encontrar a alguien que “llenara su vacio” y se había dedicado por completo a su trabajo y a sus hijos, un chavalito de 6 y la golfilla de Ariadna que “necesitaba cuidados especiales”

Carlos: ¿Cuidados especiales? – Dije mientras removía el café y fingía interés. Lo que le pasara a su hija me la sudaba bastante, pero en ocasiones hay que fingir interés para llegar a sus coños – ¿Qué le pasa a esa pobre cría?

Mari: Si Carlos – respondió, perdidos sus pensamientos mientras removía el café – es… es complicado…

Carlos: Vaya… sí que ha de ser complicado. No quiero forzarte y remover tus penas – le dije tocándole una mano, como si fuera un buen amigo de hace tiempo – disculpa la pregunta.

Mari: Veras, Carlos… A la pobrecita Ari le diagnosticaron hipersexualidad infantil cuando me di cuenta de que cada vez que la metía en el coche, al abrocharle los cinturones la niña se ponía roja y llegaba a tener espasmos mientras estaba sentada en la sillita – me conto con cierto rubor. Yo, que soy un pervertido, imagine la escena y se me puso la polla dura al momento -Cuando la llevamos al médico, la examino y vio que no tenía nada excepto ligeras marcas de rozamiento en el coñito. Cuando la volví a subir al coche, nos fijamos bien Josefh y yo y comprobamos que lo que hacía ahí era rozarse con el anclaje que tenia entre las piernas y, tras un ratito relativamente corto, se corría – Me contó realmente avergonzada por el problema de su hija.

Carlos: Vaya… ¿y cómo lo solucionasteis? – Pregunte yo más por curiosidad que por morbo, por una vez en mi vida.

Mari: Pues mal – respondió. Se había abierto totalmente y estaba soltando lastre -El problema se fue agravando conforme se hacía mayor porque descubrió que aparte de con el cinturón, podría darse placer con los dedos o con cualquier objeto fálico que encontrara por casa. Y pese a ir a un psiquiatra que la tenia fuertemente medicada, los estudios en referencia a esta enfermedad están muy en sus inicios y no hay un tratamiento muy definido para controlar los impulsos sexuales que sufre.

Carlos: Vaya…

Mari: Si… se toma unas pastillas anticonceptivas que bajan el libido y además, una medicación bastante fuerte que la deja algo atontada, pero es la única alternativa a que se folle a todos los compañeros de clase y a los profesores – me dijo torciendo el gesto – además, en casa ya procuro que todo sea plano y que nada pueda levantar su libido. Y pese a todo, el médico nos (rió para sí misma) me aconsejo, que si tenía ganas de masturbarse, no la reprimiera, que eso haría que se relajara.

Carlos: Vamos, que en casa nada de hablar de sexo y menos que la niña viera algo relacionado con eso – le pregunte

Mari: El problema fue… - me miro y sonrió, como excusándose – que a mí, me gusta mucho el sexo y… bueno… yo lo controlo porque soy mayor, pero ella no, y… - dijo cambiando el gesto y poniendo un semblante serio – y a Josefh también le gusta mucho y… bueno… no… no respeto ciertos límites.

Carlos: ¿Limites? Me he perdido – dije para que me lo explicara, pero yo ya había pillado la idea

Mari: Carlos… - dijo buscando las palabras- Josefh… se… se la follaba

Carlos: Dios!

Mari: Si… - dijo recordando – Un día volví a casa dos horas antes de lo habitual y encontré al pequeño durmiendo en el sofá y escuche ruidos al final del pasillo. La luz estaba apagada, pero la de nuestra habitación no. Me acerque y entonces vi a Ari y a mi ex en nuestra cama. Ella estaba a 4 patas y él la estaba follando a lo perrito. Con la diferencia de luz ellos no me veían, pero yo si a ellos.

“Me quede como hipnotizada. Le estaba metiendo su polla de 20 cm por el coñito mientras la agarraba por las caderas y con el pulgar derecho dilataba su ojete. Y ella la encajaba con cara de placer y dolor brutal, mientras resoplaba, gemía y se quejaba a la vez. Él… él le decía cosas que me decía a mí y alababa lo bien que movía el culo y lo estrecho que tenía el coño en comparación al mío. El muy hijo de puta estaba comparando el coño de una cría con el de una mujer adulta que ha sido dos veces madre!”

“Y sin embargo, no reaccione. Me quede allí, viendo como ese hijo de puta le daba rabo a su propia hija durante más de media hora, provocando sus orgasmos una y otra vez y haciendo que la colcha que teníamos en nuestra cama se empapara de los flujos de la niña. Mi propia hija se corrió en media hora diez o quince veces en mi cama, Carlos. Y yo no hice nada!”

“Cuando Josefh se corrió en el interior de su propia hija, el muy cabrón la agarro por las caderas y se la hundió hasta los cojones a una pobre niña, sabiendo que esa leche que le metía no significaba un peligro gracias a las pastillas anticonceptivas que se tomaba su hija para bajar el libido. Cuando terminaron y cayeron los dos sobre los flujos de la niña y la corrida de mi ex, desperté de ese extraño sueño y salí de mi propia casa como si fuera yo la culpable de lo que había visto y no una víctima”

Carlos: Hostia, que fuerte – dije con la polla dura bajo el pantalón imaginando como su hija podía encajar un rabo como el mío - ¿Y no supiste reaccionar?

Mari: No Carlos, no solo es eso… - dijo volviéndole a dar vueltas a un café ya frio – encima… encima me excite…

Carlos: …

Mari: Si, Carlos – Me dijo mirándome a los ojos – Me puse cachonda viendo como mi marido se follaba a su hija. Cuando salí a la calle sin hacer ruido me volví a la tienda, entre y con los consoladores que me lleve allí para quitarlos de casa y que la niña no los encontrara, me masturbe! Me metí en uno de los probadores y me rellene los dos agujeros con los más gordos que encontré, follandome con furia!!!  Y tuve uno de los mayores orgasmos de mi vida!. Carlos, tuve que fregar el suelo porque me mee.

Carlos: ¿Te measte o hiciste un squirt? – Pregunte

Mari: ¿Squirt? – Pregunto, casi olvidando que me acababa de contar que se había mojado el coño viendo como su marido se enfundaba a su hija - ¿Qué es eso?

Carlos: Un squirt es una forma peculiar de correrse – le explique, al tiempo que sacaba mi teléfono y buscaba alguno de los videos que tenia almacenados en él realizando esta práctica – Mira…

Mari miro el teléfono fijamente. En la pantalla aparecía una de mis zorritas con las patas abiertas mientras le metía un par de dedos y tocaba ciertas zonas en el interior de su coño. Un par de minutos después, mi amiga explotaba en un intenso orgasmo mientras salpicaba la cámara. Ella era una jovencita, delgadita, parecida físicamente a su hija, pero con la piel clara en lugar de mulata, a la que llamaba fresa. En el video se veía perfectamente la carita de placer que ponía. Conforme miraba, se iba poniendo más roja de lo que estaba. Supuse que su excitación iba en aumento al recordar cómo se follo su ex a su hija y viendo el video. Disimuladamente mire sus piernas y note como las apretaba la una contra la otra, sin duda para incrementar la presión en su coño. Era el gesto que esperaba para poner toda la carne en el asador.

Carlos: ¿Has visto? – Le pregunte – Pues eso es con los dedos, pero si quieres ver con la polla, mira…

Y sin darle tiempo a decir nada, le puse un video con la misma chica. En esta ocasión estaba botando sobre una buena polla con los pies y las palmas de las manos apoyadas en la cama. El macho que se la estaba follando la tenia agarrada de las caderas y hacia que subiera y bajara, desde casi sacársela hasta clavársela hasta los huevos. La niñata empezó a gemir cada vez mas fuerte hasta que soltó un quejido y en ese momento,  quien la estaba follando, saco la polla de su coño y de este salto un chorro espectacular que empapo la cama. Cuando el ángulo de cámara cambio se vio a la chica con una gran cara de placer mientras me besaba y me agradecía el orgasmo mientras su coño seguía goteando.

Mari: Este… ¿este eres tú? – Me pregunto incrédula

Carlos: Si ¿Por? – Pregunte poniendo cara de sorprendido. Después puse cara de susto (totalmente fingida) y le dije – Hostia! Perdona! Sin querer te he enseñado la polla. Hostia, que burro! Perdón!

Mari: Jo… joder, Carlos…

Carlos: Disculpa, no he pensado, yo…

Mari: Joder… Que pollón… - Dijo volviéndole a dar al play para ver otra vez el video. Cuando termino, me miro a los ojos, con cara de lascivia – Vamos

Carlos: ¿A dónde?

Mari: A mi casa – me dijo sin cortarse un pelo – quiero que me hagas eso.

Mari vivía cerca, pero no espero a llegar a casa para sacarme la polla y empezar a comérmela. Lo hizo en el mismo ascensor, mientras subíamos a su piso. Se puso en cuclillas y libero mi rabo, que ya estaba duro y si pensárselo dos veces, se lo metió en la boca, hasta la garganta. Se notaba que estaba acostumbrada a lidiar con una polla de grandes dimensiones porque sabía perfectamente cómo hacer una buena garganta profunda y como tragársela hasta que su barbilla tocaba mis pelotas. Estaba como en trance tragando polla. Tanto que cuando llegamos a su planta y se abrieron las puertas, ella seguía haciendo que mi polla saliera y entrara de su bocaza. Para llamar su atención le di un par de palmaditas en la cara. Nada del otro mundo si no que casi fui cariñoso. Esa casualidad hizo que descubriera otra de sus aficiones.

Mari: Mas fuerte, Carlos – me dijo sacándose mi rabo de la boca pero sin dejar de pajearme – dame caña

Carlos: ¿Te gusta que te azoten?

Mari: Hazme lo que quieras – me dijo y me lamió los huevos mientras me miraba a los ojos – si sabes usar esto que tengo en la mano, seré tu puta

Soy de los que piensa que no se han de dejar pasar las oportunidades y aquella zorra me estaba invitando a usarla, así que lo hice. La agarre del pelo y tire de ella. Le comi los morros sin compasión. Nuestra diferencia de altura hacia que tuviera que mirar hacia arriba descaradamente y la gravedad hacia que mi saliva entrara en su boca. Nuestras lenguas chocaron, compitiendo por el mismo espacio hasta que doblegue su instinto e introduje la mia en su boca, haciéndome Amo de la situación. Entonces, con esa primera victoria en mi marcador, le di la vuelta y la puse contra el espejo del ascensor. Tire de la parte trasera de su pantalón, reventando el botón y dejan su culo al aire cuando cayó hasta las rodillas, dejando expuesto el tanga. La solté del pelo y agarrándola con la otra mano de la nuca le di un fuerte tirón a su ropa interior, que se rompió al momento y dejo al aire un coñito con el pelo descuidado, pero que se notaba babeante al que dirigí mi rabo y la penetre sin contemplaciones.

De un solo golpe, mis 20 cm entraron en el coño de esa madre divorciada y necesitada. Un coño que, pese a estar acostumbrado a encajar algo muy parecido, llevaba seis meses encajando solo consoladores más estrechos y por lo tanto, algo desentrenado. Cuando mis huevos chocaron con su clítoris pude ver, gracias al espejo contra el que estaba apoyada, como cerraba los ojos, abría la boca y, con esa única embestida, se corría como una fuente, dejando el ascensor encharcado y con olor a hembra en celo.

Carlos: Si que vas necesitada, golfa – le dije mientras le volvía a tirar del pelo – solo te la he clavado y ya te has corrido.

Mari: Hostia Carlos! – Me dijo mirándome por encima del hombro – vuelve a hacerlo. Vuelve a metérmela hasta tocarme la matriz. Lo necesito!

Carlos: Eres una puta cerda follanegratas – le dije dándole un fuerte azote en el culo, que le dejo los cinco dedos marcados – pero tranquila, te voy a curar esa afición – y diciéndole esto, le volví a pegar un par de pollazos que la hicieron poner de puntillas. Pocos minutos después, se  estaba corriendo por tercera vez en aquel ascensor – vamos, cerda. Quiero follarte en un lugar más tranquilo. Aquí seguro que nos ve algún vecino y le da por apuntarse.

La volví a agarrar del pelo y salimos del ascensor. Ella todavía llevaba los pantalones en las rodillas y puesto que su tanga se había roto, lo abandone dentro del ascensor, junto con todo el flujo de sus corridas que no había caído en el tejano. Por supuesto, yo me había escondido la polla en el pantalón, así, cuando nos vio un vecino de avanzada edad solo pudo observarle el coño y el culo a mi “amiga”, ya que estoy seguro que ni se fijo en la cara de la vecina.

Cuando entramos en su casa, le arranque los botones de la blusa y le subí el sujetador, dejándole dos tetas de buen tamaño con un pezón tieso y negro, característico de las madres que han dado pecho. La puse de espaldas sobre la mesa y llevándole los tobillos, todavía unidos por los tejanos, hasta casi detrás de la nuca, pude ver un par de agujeros bien jugosos. Hacía tiempo que no los habían depilado y por lo tanto, tenían bastante pelo, pero estaba claro que los habían usado muchísimo. La ausencia de la cicatriz típica de la cesarea y la presencia de una pequeña marca al lado de uno de los labios del coño me indico que tanto la pequeña ninfómana como su hermano, habían salido por el conducto natural. Me volví a desabrochar la bragueta y saque mi polla, que estaba dura y babeante, lista para el combate

Carlos: ¿ese tatuaje de la manzana mordida es por tu ex, zorra? – Le pregunte haciendo referencia a una pequeña manzana que presentaba un mordisco en el borde. Estaba situado justo al borde de la zona donde terminan las bragas y si todavía las llevara, no seria visible.

Mari: Si! El hijo puta decía que yo era su pecado – contesto mientras intentaba acercarse a mi polla sacando el culo de la mesa, pese a que la tenia fuertemente agarrada por los tobillos y la diferencia de peso se lo impedía – Su familia no me quería a su lado. Decían que solo una persona negra es buena para una persona negra.

Carlos: Y estoy de acuerdo – Le dije mientras se la volvía a meter de un solo pollazo. Meterla en su coño era como hundirla en una sandia madura: tenía resistencia, pero se notaba que llevaba muchos km de polla tragados. Ella gimio y se agarro con las manos al borde de la mesa para que mis envestidas no la hicieran resbalar sobre la mesa.

Durante los próximos quince minutos, la estuve follando en esa postura. Su apertura de patas y la misma gravedad hacían que todo el flujo y sus orgasmos fueran resbalando hacia abajo y tras pasar por su ojete, empapaban mis huevos. Mari se había sacado las tetas al aire y tiraba de sus pezones alternativamente, para darse más placer, que se veía incrementado las veces que yo me inclinaba sobre ella y se los sorbía o se los mordía mientras le daba polla con verdadera furia. En el trasiego de la follada, ella había perdido también los pantalones y los míos se encontraban a unos metros de la mesa, ya que me los había desabrochado y quitado mientras la seguía follando. Aquella no era mi primera batalla y la veteranía era un grado.

El “chop, chop” en su coño era intenso y repetitivo, marcando un ritmo perfecto para que aquella hembra recordara que tenía un coño que satisfacer, pero tal como ella misma me había confesado, no era el único. Así que tras dejar que experimentara su enésimo orgasmo, le saque la polla y sin darle ninguna explicación, le baje las patas y se las gire hacia la derecha. Ella, rotó sobre si misma y se encontró con las tetas en contacto con la mesa y su culo ofrecido ante mí, mientras apenas tocaba el suelo con las puntas de los dedos.

Carlos: ábrete el culo – le ordene mientras le daba un fuerte azote en la nalga derecha – voy a follartelo

Mari no replico. Estaba como en trance. Después de tanto tiempo, su coño mandaba sobre su cerebro y solo pensaba en obtener más y más placer. El reguero de flujo se había expandido durante la follada y ahora todo su ojete estaba lleno de mucosidad que se extendía hasta llegar al tatuaje tribal que tenia a media espalda. Cuando se separo las nalgas, su ojete apareció entre sus blancas carnes como un agujero hambriento. Con un tono de color más oscuro, contrastaba con el resto del culo y competía con el babeante coño para atraer mi polla a su interior.

Apoye la cabeza de mi empapado miembro en aquel nuevo agujero. Con una ligera presión, se abrió y engullo la mitad del mismo, así que viendo que no tendría problemas, la agarre por las caderas y sin demasiadas dificultades, sepulte el resto de mi polla en su culo.

En comparación con la presión ejercida por su coño entrenado de madre, aquel ano parecía cualquier coñito de los de la piara. Pero sería injusto comparar agujeros que distan más de veinte años entre sí, así que diré que era un ojete tan prieto como se podría esperar de una mujer de su edad y su experiencia.

Carlos: Tienes un buen culo, Mari – le dije mientras movía suavemente mi rabo hasta casi sacarlo y luego se lo hundía hasta que mis huevos tocaban su empapado coño

Mari: Es tuyo, Carlos. Usalo como quieras – me contesto mientras empezaba a moverlo en busca de su propio placer – hace mucho que no le dan lo que necesita…

Empecé a bombear sin prisas. Aquella fulanita tenía un buen ojete y pensaba disfrutarlo a mi ritmo. Poco a poco iba notando como se adaptaba a la longitud de mi polla. Mari gemía, con la cabeza hundida entre sus brazos cruzados, lo que impedía que su frente se estrellara una y otra vez contra la mesa.

Tras unos minutos de enculada, un ruido a mis espaldas hizo que detuviera mis emboladas. Mari se quejo por la interrupción y me dijo que no hiciera caso. Que seguramente sería el perro y que por favor, siguiera dándole por el culo, así que descarte momentáneamente otra opción y me volví a centrar en su culo. Aquella cerda era de las que se corrían por detrás y llevaba ya unos cuantos orgasmos, lo que había hecho que goteara sobre el suelo, empapándolo.

Cuando escuche por segunda vez aquel rumor, no me gire, ni pare la follada, pero observe un reflejo la mar de morboso en el cristal de la televisión: Una muchachita mulata, con una chaquetita de punto gris, tenía la falda del uniforme subida hasta la cintura y metía la mano frenéticamente bajo una braguita blanca. Seguí bombeando duro y me vino a la cabeza una perversa idea.

Carlos: ¿Así era como le bombeaba desde atrás, zorra? – le pregunte mientra le daba un azote en el culo a Mari.

Mari: Hostia si! Que bueno!!! Pero le daba por el coño… creo… Joder… joder… sigue…

Carlos: Te hubiera gustado que te estuviera enculando mientras los mirabas ¿eh, perra?

Mari: Hostia si!!! Como me hubiera gustado notar tu rabo mientras veía a ese hijo de puta darle polla a mi hija!!!

Carlos: ¿Qué pasa, zorra? ¿Te puso ver como tu hija ya es una zorra como tu y como encajaba todo el pollón de tu ex?

Ari se quedo quita. Congelada. Se acababa de enterar que su madre la había pillado follando con su padre. Y lo que era peor, que se había puesto mientras lo hacia. Una mezcla de sentimientos fluían en su interior y unos segundos después, ganaron sus hormonas y el morbo de ver como su madre encajaba mi rabo por el culo, así que volvió a mover la mano dentro de la braga.

Mari: Si, joder!!! Era como ver una película porno de lolitas!!! Aquella cerda ahí, a cuatro patas, tragándose un pollon que a mi me costaba al principio… gimiendo… gimiendo como una zorra en celo mientras se corria… Ufffff… dame duro, Carlos… que me viene uno de los gordos…

Y mientras su madre se corria, mugiendo como una vaca al parir, me gire hacia Ari, pillándola desprevenida.

Ella se quedo quieta cuando nuestras miradas se cruzaron. Acababa de ser pillada in fraganti mirando cómo me follaba a su madre mientras tenia los dedos dentro de su coño.

Por mi parte, clave la polla hasta los huevos en el culo de su madre y dejando la mano derecha de su cadera, me lleve el dedo índice a los labios mientras sonreia, para indicarle que guardara silencio. Ella puso cara de desconcierto, pero asintió con la cabeza.

Carlos: ¿Ya te has corrido, zorra? – Le pregunte sin dejar de mirar a su hija

Mari: Siiiiiiiiiiii!!! Joder!!! Que bueno!!! Como lo necesito!!!

Carlos: ¿Quieres mas, puta? ¿Quieres que te siga follando el ojete? ¿O quieres dejarlo ya como una colegiala?

Mari: Dame duro, por Dios. No soy una niñata como mi hija!!! Yo necesito que me den duro. Dame fuerte, joder!!! Párteme el culo!!!

Haciéndole caso a Mari, que empezaba a recordar lo que era ser una hembra, empecé otra vez a bombearle el culo. Ahora mi rabo entraba y salía casi sin resistencia. Un viejo truco que suelo usar es escupir sobre mi polla para que el movimiento distribuya la saliva y lubrique el agujero anal. Ella seguía con la cabeza gacha, encajando duros pollazos y gimiendo y corriéndose una y otra vez, echando de tanto en tanto unos poderoso chorros de flujo que tenían el parquet empapado.

Viendo que la hija no se retiraba, decidí aumentar las apuestas y le hice señas con la cabeza para que viniera a mi lado. Ella se descalzo y se acerco, poniéndose detrás mío. Desde allí, saco la cabeza y vio como mi polla entraba y salía del culo de su madre. Con aquella visión a apenas unos centímetros de sus narices, la niñata volvió a meter la mano bajo su falda y empezó otra vez a masturbarse frenéticamente.

El morbo de tener a madre e hija una a cada lado hizo que soltara las caderas de Mari y la agarrara con la derecha por el hombro. Eso me permitía seguir bombeando sin perder agarre, pero mi mano izquierda voló bajo la falda de Ariadna. Cuando metí los dedos, la niñata saco su mano y allí encontré un coño peludo y empapado. Con la práctica que da la experiencia, al introducir dos dedos en su coño, maniobre para alcanzar su punto G. Estando de espaldas a ella y con su cuerpo pegado al mío, fue relativamente fácil y aprovechando los movimientos de pelvis con los que taladraba a su madre, al cabo de pocos instantes conseguí que la pequeña también se corriera soltando un gemido que hubiera sido audible si no hubiera coincidido con la enésima corrida de su madre, que a estas alturas ya estaba totalmente desbocada y movía el culo de manera espasmódica, encadenando un orgasmo con otro.

Tras un rato de dar placer a madre e hija y en el que ambas se corrieron en numerosas ocasiones, mis huevos decidieron que tenían ya suficiente y que tenían que descargarse, así que tras retirar la mano del encharcado coño de Ariadna, lo olí. Aquel aroma de hembra joven era realmente embriagador y no me extrañaba que su propio padre hubiera sucumbido a sus instintos. Era realmente delicioso y lo mejor de todo es que descubrí que a ella también le gustaba, ya que al acercarle los dedos a la boca, Ari me los comió como si fuera una profesional del sexo devorando una polla.

Aquello casi hizo que perdiera el control de mis cojones y le rellenara en aquel mismo momento el ojete a la madre de la ninfómana que me estaba limpiando los dedos. Al dejarlos impolutos, le dije, en voz muy baja, que se marchara, que estaba a punto de terminar. Y fue entonces cuando me sorprendió por segunda vez, acariciándome los huevos, repleto del flujo de su madre. Lo hizo con delicadeza, impregnándose de aquella sustancia que goteaba de ellos y de la que su progenitora parecía no tener intención de dejar de segregar. Cuando tubo la mano bien manchada, la retiro y se la llevo a la boca, sacando la lengua y lamiendo el flujo blanco que había recogido, como si fuera el mas delicioso de los manjares. Aquella visión celestial me puso al borde de mi autocontrol. Por fortuna solo duro unos segundos y cuando la cría salió del comedor, pude recuperar el aplomo.

Carlos: ¿has aprendido ya la diferencia entre meada y squirt, perra? – le dije azotando las nalgas de Mari

Mari: Ah!!! Ah!!! Ah!!!

Carlos: Responde cuando te haga una pregunta, cerda!!! – Tres hostias volvieron a cruzar sus nalgas

Mari: Ah!!! Polla… polla…. Ah!!!

Aquella perra había entrado en un estado conocido como “viaje”. Cuando una mujer es sobre estimulada con algo que supera sus expectativas y de lo que tenía muchas ganas, sus sentidos se saturan y únicamente atiende a estímulos básicos como el hambre, la sed o el sexo. En aquel caso concreto, la necesidad de polla de Mari, la había llevado a aquel estado. Para ella no existía nada mas que su ojete y el placer que recibía con la enculada, así que agarre el teléfono que había dejado sobre la mesa por si me llamaban y empecé a hacer video, capturando una escena en la que la respetable dependienta era enculada de una manera salvaje. Unos minutos después, retire la polla de su ojete y se lo filme. Parecía talmente un túnel terminado de perforar. Su capacidad de contracción era cero, casi la misma que su coño, que se mostraba abierto y babeante. Ambos agujeros estaban abiertos y con restos de flujo a mansalva y el ojete, goteaba la saliva que había ido escupiendo para lubricarlo. Mire mi polla y también estaba impregnada de esos fluidos, pero también tenía restos del final del intestino de Mari.

Carlos: Vamos, cerda… hora de pagar las corridas – le dije a aquella zorra viciosa

Sabía que no iba a obtener respuesta, así que la baje de la mesa de un tirón. Al quitarle el soporte de la mesa, las piernas le fallaron y cayó al suelo, así que lo único que tuve que hacer fue tirarle del pelo hasta ponerla en la posición adecuada: de rodillas.

Con la mano derecha enfoque como pude la cámara del teléfono hacia la cara de Mari y con la izquierda le agarre la nuca y dirigí su boca hasta mi rabo. Al tenerlo delante, algo en su interior le indico que tenía que abrirla, cosa que hizo al instante. Con mi polla en el interior de su bocaza, me relaje y solté toda mi carga de semen, que aquella dedicada madre se trago sin rechistar, junto con el resto de los líquidos y sólidos que tenía mi polla.

Unos segundos después de correrme, escuche a mi espalda un ruido y mediante el reflejo de la televisión pude comprobar como Ari se aguantaba en el marco de la puerta mientras me parecía que se corría otra vez.

Sin dejar de grabar, deje caer el brazo con el móvil, con la esperanza de que entrara en plano aquella joven ninfómana mientras se corria. Unos segundos después, se incorporo y desapareció mientras su madre seguía absorta con la limpieza de mi polla, sin enterarse de su presencia.

Carlos: Eso es, zorrita… déjamela bien limpia… - le dije mientras le acariciaba la cabeza

Mari: Si… bien limpia… si… - dijo saliendo poco a poco del trance. Se sentó en el suelo y llevo sus talones cerca de los muslos, dejando el coño babeante que tenía en ese momento totalmente a la vista. Cuando un par de minutos después se encontró más o menos recuperada me pregunto - ¿Por qué no te has corrido en mi culo? Me encanta que lo hagan…

Carlos: Porque la primera vez que uso un nuevo juguete, prefiero hacerlo en la boca – le dije mientras empezaba a vestirme – pero espero que haya muchas otras ocasiones y pueda rellenarte los otros agujeros.

Mari: Si… por supuesto… - dijo levantándose del suelo para recoger su ropa - ¿Qué hora es?

Carlos: La una menos cinco

Mari: Mierda! – Exclamo, entrando en modo maruja – los niños están a punto de salir del cole y yo no he hecho la comida.

Carlos: Jajajaja – Reí con ganas – Bueno… una comida si que has hecho…

Mari: Ya te digo… y estoy segura que a mi hija le gustaría “llevársela a la boca” esa comida… Carlos… ¿Te importa si…? – dijo mientras tenia toda la ropa en los brazos y indicaba la dirección al baño con la cabeza.

Carlos: No, tranquila… sabré encontrar la salida

Y mientras ella iba a darse una ducha rápida para que pareciera que no había recuperado su papel de hembra, me puse los pantalones y los zapatos. Al ponerme la camisa, note una nota en el bolsillo de la misma. Era un número de teléfono garabateado debajo de un nombre: Ari.