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Descorchando a Marta

en Dominación

El pasado domingo, día de reyes, pase a entregar el regalo a mi ahijada, Marta. Es una adolescente morena de pelo largo, delgadita, cara deliciosa y que está empezando a desarrollarse como mujer. A esa tierna edad, ya se le están empezando a formar un par de tetas más que apetecibles y si le crecen tanto como a su madre, tendrá un buen par de ubres en unos años.

Desde siempre hemos tenido muchísima confianza y desde que era niña, siempre que me ve, se me agarra al cuello y me da un fuerte abrazo, pero este año ha sido diferente. Este año, al llegar a su casa, he saludado a mi compañero en la puerta y ella ha venido corriendo desde el comedor. Cuando ha llegado a mí, ha saltado y me ha dado un fuerte abrazo, con la salvedad de que este año, el contacto con su cuerpo ha sido diferente ya que me ha abrazado una mujer y no una niña o al menos sus tetas así me lo demostraron. El roce con aquellos dos montones de carne dura y joven han hecho reaccionar de forma involuntaria mi polla que se ha puesto dura ante la opción de follarse a una hembra. Quise pensar que esa reacción había pasado inadvertida por parte de Marta y que el roce que había notado de su coñito, a través de sus leggins, mientras me tenía abrazado con las piernas era algo casual. Y fue tan rápido que casi me lo creí.

La tarde paso entre amigos, birras y copas de cava. En aquella casa nos reunimos la familia de mi compañero, de su mujer y algunos amigos de trabajo que no teníamos nada más importante que hacer que estar con ellos. Y como siempre las  risas y juego con los más jóvenes fue la tónica general

En uno de esos juegos, Marta empezó a hacer cosquillas a una de las primas, abusando claramente de ser más grande que ella. La pequeña se enfado y yo le reprendí la acción.

Carlos: Marta! – Le dije medio en broma, medio en serio – No hagas rabiar a Carlota! ¿No ves que es más pequeña que tú? ¿Qué pasaría si yo te hiciera lo mismo a ti?

Marta: Tu no te atreverías a hacerlo, padrino! – Me dijo vacilándome

Carlos: ¿Qué no?  - Le dije riendo, mientras me levantaba y me acercaba a ella.

Entre risas, la agarre y empecé a hacerle cosquillas y en un momento del juego, ella se dio la vuelta y mientras reía, froto el culo descaradamente contra mi paquete, pero lo hizo de tal forma que pareció parte del juego. Evidentemente, mi rabo volvió a reaccionar y se empezó a poner duro mientras seguíamos con el juego, que se prolongo por espacio de unos minutos, al cabo de los cuales, la deje, ya que tenia la polla claramente dura y no quería que lo notara, pero ella seguía insistiendo y en otro lance de la “lucha” volvió a frotarse contra mi polla, que ahora estaba dura de verdad. Por fortuna, estábamos algo separados del grupo y nadie se dio cuenta que cuando noto mi dureza, echo la mano atrás y me agarro la polla mientras exclamaba “uffff”. Al pillarme con el paso cambiado (la conocía desde el día su nacimiento) me eche para atrás y ella me soltó el rabo mientras tenía una mirada que no correspondía a una “niña de su edad”.

Carlos: Marta, pero que… - empecé a preguntar, pero me interrumpió su madre

Nieves: Marta! Deja al padrino en paz y ve a por mas cava al trastero, que cuando quieres, te pones muy pesadita!

Marta: Si mama! – Le respondió mi ahijada - ¿Puede acompañarme el padrino? Así puedo subir más botellas y me ahorro un par de viajes!

Nieves: Carlos ¿Te importa?

Carlos: No… claro… - conteste todavía sorprendido por lo que acababa de pasar con mi ahijada.

Marta cogió las llaves y salimos del apartamento de sus padres, dejando la fiesta dentro y a las familias. Yo seguía con el rabo duro y Marta no hacia más que mirarme el paquete, cosa que por primera vez en mi vida, consiguió ponerme incomodo. Cuando las puertas del ascensor se cerraron detrás nuestro mi ahijada volvió a fijarse descaradamente en el bulto que marcaba en el pantalón y me dijo

Marta: joder que rabo tienes ¿no, padrino?

Carlos: Pero Marta! – Le dije silenciando una voz en mi interior que empezaba a decirme que no fuera tonto y aprovechara el momento. Que aquella hembra joven quería fiesta y que yo le la podía dar - ¿Me dirás tu ahora que eres una experta en “rabos”?

Marta: bueno… - dijo con una sonrisa traviesa – ya he visto algunos y… algo mas

Carlos: Marta… ¿Me estás diciendo que ya has “estado” con algún chico?

Marta: ¿”Estar”? – Pregunto arrugando la frente – Ah! ¿Si he follado con alguien?

Su comportamiento me dejo helado. Ella siempre había sido una chica muy extrovertida y espontanea, pero ese lenguaje no lo había escuchado nunca de sus labios. Claro, que tampoco me había agarrado nunca la polla hasta ese día.

Carlos: Si… Eso…

Marta: Ah! Pues si – me dijo orgullosa de sí misma – llevo ya a tres. Luis, Felipe y Izan.

Carlos: ¿Y quiénes son Luis, Felipe y Izan? – Pregunte incrédulo

Marta: Pues tres compañeros de clase y el profe de gimnasia

Me sorprendió que se hubiera follado a tres compañeros de clase en el primer año de instituto, pero me quede flipado cuando me dijo que el cuarto en discordia era su profesor de gimnasia. No le conocía pero me dieron ganas de arrancarle la cabeza.

Carlos: ¿Y cómo fue eso, cariño?

Marta: pues tenemos una apuesta – me conto, como si tal cosa – no se lo digas a los papas ¿eh?

Carlos: no, cariño – le dije y por un momento me imagine como se pondrían sus padres si se llegan a enterar de que su hija había salido tan putita como su madre, pero empezando mucho más joven – claro que no diré nada

Marta: pues mira, padrino – empezó a explicarme como si fuera su mejor amiga – en el insti ha repetido una niña y un día, hablando en el recreo, nos conto que ya había follado. Nos explico que era genial y nos dijo que era algo que podía hacer cuando quisiera. Pero como es bastante feucha, una de las amigas le dijo que no se lo creía, que estaba segura que ella podía follar más veces porque era más guapa y de ahí nació la apuesta.

Carlos: o sea… ¿Qué os habéis apostado a ver quien folla más veces?

Marta: Pues sí. Y vamos empatadas Ainhoa y yo, con tres, luego Carla, esta chica, con dos y por último Ruth, que solo lleva uno y al profe de gimnasia y como esa no cuenta...

Carlos:  ¿Y como hacéis para contabilizar? – Empecé a preguntar mas ya por morbo que como padrino.

Marta: Pues… - me miro divertida – como lo hacemos con goma… pues llevamos la goma al insti y después de verla todas, la tiramos a la papelera  y apuntamos uno más a quien la haya llevado jijijiji.

Carlos: Madre mía, Marta… lo tenéis todo planeado. ¿Y como es que el profesor de gimnasia no cuenta?

Marta: Bueno… eso fue que metimos la pata. Veras… - me conto un poco ruborizada – resulta que después de una clase de gimnasia Carla nos dijo que tenía un condón para contabilizar un chico mas y nos lo enseño en el vestuario. Así que después de darle el punto, tiramos el preservativo en una papelera, pero el profesor se dio cuenta y nos pregunto qué significaba aquello. Como nadie le dijo nada, nos amenazo con contárselo a la madre superiora y estaba seguro que nos iban a expulsar a todas del colegio de monjas si aquello trascendía. Así que se lo contamos…

Carlos: ¿Y de contárselo a que no cuente?

Marta: dijo que aquella apuesta era muy fuerte y que para que no dijera nada teníamos que incluirle y ahora, cada vez que una de la clase lleva un condón, es él quien comprueba que realmente la han follado

Carlos: La madre que lo pario – maldije externamente, pero en el fondo tenía una gran envidia – me imagino como lo hace… ¿Vuelve a follar a la chica para ver si se queja, no?

Marta: Mu bien, padrino! ¿Tu también habías jugado de joven?

Carlos: Si, cielo – le dije mientras el ascensor llegaba al aparcamiento, donde estaban situados los trasteros – yo también fui joven y he jugado a esto muchas veces.

Cuando entramos al trastero, Marta se giro y me miro directamente a los ojos.

Marta: Padrino… ¿Tu me ayudarías a ganar?

A mí, un poco más y se me para el corazón. Estaba en un trastero, en los bajos de un edificio donde no bajaba nunca nadie y un bomboncito de 18 años me estaba proponiendo follar para ganar un estúpido pique entre ellas. A mí se me hizo la boca agua y la polla se pudo a babear. Yo no le estaba proponiendo nada y… seria un gusto ayudarla a ganar

Carlos: ¿Y cómo va el juego, cielo?

Marta: Es fácil, padrino. Tu me la metes y después de follarme, te corres. Luego me la sacas y haces un nudo en la goma. Yo me la llevo y cuento un punto

Carlos: ¿No hay que hacer ni posturas, ni aguantar un mínimo ni nada?

Marta: No, que va! Carla decía que era muy divertido, pero la verdad, es que a mí, me aburre un poco porque todo va muy rápido con los chicos del cole con los que he follado. Con el profe mola mas porque te da más gustito al tenerla más gorda, pero cuando terminan, me dejan con un picor muy malo

Carlos: ¿Picor? – le dije intuyendo lo que pasaba - ¿No duran suficiente como para que tú te corras primero?

Marta: Ah! ¿Pero las chicas nos podemos correr?

Carlos: Claro que si, cielo. ¿No te has masturbado nunca?

Marta: Bueno, una vez vi a mama tumbada en el sofá y se estaba tocando aquí – Me señalo sobre el monte de Venus, pero estoy seguro que Neus se estaba triturando el clítoris – Y vi que disfrutaba mucho, pero yo lo he probado cuatro o cinco veces y no me da tanto gusto como a mami…

Carles: Pues qué raro… a las chicas os gusta mucho… ¿Me permites?

Y diciéndole esto le agarre el pantalón por las caderas. Marta me miro y asintió con la cabeza. Entonces le vi el coñito por primera vez al bajárselo poquito a poco, como quien desenvuelve un regalo largamente deseado. En lo primero que me di cuenta es en que no llevaba bragas y por lo tanto, se le marcaban mucho mas los labios. Ante mi se mostraba una rajita perfecta, que se abría en la parte superior para dejar salir la pequeña protuberancia que formaba su clítoris. Cerré la puerta del trastero y bajándole los pantalones hasta las rodillas me puse detrás de ella. Pase mi mano derecha por debajo de su brazo y le acaricie el coñito. Estaba empapado.

Era consciente de que mi ahijada había sido follada por tres chavales de su edad y un adulto, pero por la forma en la que tembló cuando le acaricie el clítoris, ninguno de ellos había conseguido estimularla lo suficiente. El contacto de mi dedo con su apéndice hizo que pegara su culo a mis piernas, impidiéndole retroceder mas. Con el dedo corazón separe ligeramente la piel que protegía su botoncito y empecé a hacer círculos. Primero muy suaves y conforme ella empezó a gemir, cada vez más fuertes y concentrados, hasta que el gesto cambio y fue un masaje con el dedo medio de lado a lado, a muchas repeticiones. Cuando no llevaba dos minutos masturbándola, Marta se pego un corridon tremendo, fallándole hasta las piernas y agarrándome por el cuello. Entonces, teniendo su boca tan cerca de la mía no lo pude evitar y le comí los morros mientras llegaba a un segundo orgasmo comiéndome por entero sus gemidos. La niña era multiorgásmica como su madre… era bueno saberlo.

Marta: padrino! Para! Para que me hago pipi otra vez! Para!

Carlos: No cielo, no es pipi. Eso es un orgasmo. Y vas a tener unos poquitos mas antes de que te ganes el condón – le dije al oído, siendo consciente que era totalmente mía -  sácate el pantalón, no quiero que lo manches

Y diciéndole esto, seguí trabajándole el clítoris. Marta se quito el pantalón como pudo, presa de cada uno de sus infantiles orgasmos que la sacudían como si hubiera metido el clítoris  en un enchufe. Tres, cuatro, cinco… seis orgasmos consecutivos encadeno mi ahijada. Y con cada orgasmo, se le ponía más duro el clítoris, con lo que era más fácil masturbarla.

Cuando el séptimo orgasmo seguido estaba dando sus últimos coletazos, aparte mi dedo corazón de su botoncito y rodeando su cuerpecito, se lo introduje desde atrás, tocando las terminaciones nerviosas bajo el monte de Venus. Y la cría hizo lo que se espera de una hembra hiperestimulada: perder el control y correrse en un potente squirt para luego mearse sin remedio mientras convulsionaba.

Marta: Padrinoooooooooooooo uuuuooooooooohhhhhhh – decía mi ahijada – que buenoooooooooo

Afortunadamente, yo me había retirado para meterle el dedo y ni su corrida ni la meada me salpicaron más que ligeramente los zapatos. Si llego a estar detrás suyo como hacia unos instantes, el pantalón se tendría que haber ido directo a la lavadora. Por desgracia, los calcetines y las bambas de marta no tuvieron tanta suerte y acabaron empapados.

Marta: Padrino!!! – Protesto cuando dejo de convulsionar y pudo volver a hablar – Has hecho que me hiciera pipi! Y no solo una vez!!!

Carlos: no cielo. El pipi te lo has hecho al final. Cuando te he estado tocando con el dedo eso, son orgasmos y cuando te lo he metido y te ha salido todo ese liquido, se llama squirt.

Marta: Bufffff que bueno – dijo, dándome un beso de tornillo - ¿Y eso podemos hacerlo todas las chicas?

Carlos: lo de correrse si. El squirt es más o menos difícil en según qué chicas, pero en tu caso, cielo, ya he visto que viene de familia.

Marta: ¿Familia? – Pregunto intrigada - ¿No querrás decir que esto…?

Carlos: Si cielo – le conteste. Creía justo ofrecerle algún secreto que igualara la confianza que había mostrado – cuando mama, papa y yo éramos jóvenes y todavía ahora, hemos jugado a esto un montón de veces. Y mami se corre igual que tu.

Marta: Ostras! Ahora entiendo entonces por que a veces pone las sabanas a lavar después de solo uno o dos días puestas.

Carlos: Eso es, cielo. Papi le da a mami lo que necesita para que este contenta y feliz

Marta: pero ellos no usan condones. Lo sé porque cuando empezamos el juego, busque en sus mesitas y no tienen. Solo encontré los “juguetes” de mama – dijo con una sonrisilla

Carlos: no usan condones porque mami prefiere notar como papa o el tito Carlos se corren en el fondo de uno de sus agujeritos y como estamos operados, no hay riesgo que te venga un hermanito.

Marta: ¿Agujeritos? – Volvió a preguntar - ¿Quieres decir que por el culo también se puede follar?

Carlos: A mama le gusta que le den por el culo, cielo. Literalmente. Y si papi le da por un lado y el padrino por otro, ni te cuento

Marta: Uffff padrino, no me cuentes esas cosas, que me vuelve a picar – dijo marta mientras se acariciaba su desnudo clítoris – y ahora que se como se hace…

Carlos: Bueno… ¿Qué te parece si en lugar de hacerlo tu sola te ayuda el padrino y así desempatas con tu amiga del cole?

Marta: Es verdad! – Dijo con entusiasmo, mientras se ponía a 4 patas en el suelo – Va, padrino…

Que se pusiera a 4 patas como una perra, ofrecida y lista para recibir mi polla me demostraba que sabía lo que era follar, pero no tenía ni idea de lo que eran los previos y por lo tanto, no obtenía todo el placer posible de un acto tan gustoso y eso me daba la oportunidad de enseñárselo desde cero. Y lo más importante: enseñárselo como me gustaba a mi.

Carlos: Marta… Cuando te ganas un condón ¿Empezáis siempre así? ¿Tu poniéndote a cuatro patas y el chico metiéndotela directamente?

Marta: Pues si… - dijo dubitativa -¿Por qué?

Carlos: Cielo… hay una serie de juegos que hacen que esto sea mucho mas morboso ¿No te los ha explicado ni el profe?

Marta: No… ¿Y cómo son esos juegos?

Carlos: Ya veras, cielo… súbete aquí…

Y agarrándola por la cintura, hice que pusiera su culito sobre un botellero que me llegaba a la altura de la cintura. Le puse los talones sobre el mismo y el separe bien las rodillas. Estaba preciosa. Su coñito se abría para mí y toda su humedad se reflejaba en las piernas y la entrada de su vulva. Era el sueño de cualquier macho: una hembra joven e inexperta lista para ser poseída y encima, agradecida por enseñarle como hacerlo.

Empecé acariciando sus piernas, subí por los tobillos hasta las rodillas y de las rodillas a la parte interna de sus muslos. Cuando llegue ahí, ya estaba temblando y con los pezones que parecian dos canicas de lo duros y marcados que los tenia. Estaba claro que nadie la había acariciado en una zona tan intima. Cuando empecé a pasar mi mano derecha por su coñito pude comprobar que seguía empapado. Metí el dedo índice y aquel chochito semivirgen se abrió para adaptarse al el sin demasiados problemas. Cuando lo empecé a mover, Marta echo la cabeza hacia atrás y empezó a gemir. Cuando al movimiento se unió mi dedo pulgar, acariciando su todavía abultado clítoris, me miro y abriendo la boca, se volvió a correr, mirándome como si no se creyera que podía volver a hacerlo. Aquella pequeña cerdita tenía la misma facilidad para correrse que mama y pensaba explotarla.

Marta: Uffff padrino! Que dedos tienes!!!

Carlos: pues eso no es nada, cielo. Ahora veras

Y apartando el pulgar de su clítoris, acerque la boca y empecé a succionar aquel botoncito de carne como si fuera lo más rico del mundo. Y en realidad, lo era. Era un clítoris dulce, de buen tamaño para su edad y con un olor embriagador. Cuando lo toque con la lengua mi ahijada me agarro por la nuca y primero intento que me separara de él, pero cuando noto lo que le estaba haciendo, empezó a acariciarme la coronilla y cuando le introduje un segundo dedo sin avisarla, se corrió sin la menor resistencia. Y si el olor de su coño en si era irresistible, cuando se corría su esencia se tornaba embriagadora.

Mientras le comía el coño, fruto de la práctica, me fui desvistiendo con la otra mano y cuando marta se pegaba su tercera corrida con mis labios succionando su clítoris, yo ya estaba en pelotas y con la polla babeando de excitación. Mi ahijada se agarraba a su asidero y tenia los ojos en blanco, así que aprovechando la cantidad de flujo que le resbalaba por entre las piernas, gire un poco la mano y empecé a introducir el dedo meñique en su ojete y cuando todavía no había entrado mas que la mitad de la segunda falange, Marta elevo la cabeza y con cara de vicio total me dijo:

Marta: padrino! Me corro otra vez!!! – Dijo casi sin aliento – No hay nada mejor que esto!!!

Carlos: Por supuesto que lo hay, pequeña

Y poniéndome en pie, la agarre por los muslos y poniendo mi polla en la entrada de su recién orgasmado coñito, la penetre poco a poco mientras le miraba a los ojos. Note como su vagina se volvía a abrir para aceptar mi pollón, no sin cierto esfuerzo. Cuando mis 20 cm se alojaron en su interior y mis huevos tocaron su ojete, Marta empezó a convulsionar y a exclamar únicamente “que polla!. Que polla!!!” y encadenar orgasmo tras orgasmo sin ni siquiera tener que moverme, pero cuando llevaba cuatro o cinco, me prepare para peguarle un profundo pollazo y retirarme de golpe. Si era como la madre, se pegaría otro squirt y empaparía el suelo, así que tras agarrarla por las caderas, apreté fuerte hasta notar el fondo de su cavidad en mi capullo y me retire al instante.

El contraste entre llena y vacía de golpe hizo que Marta tuviera un choque brutal y su cerebro de cría, incapaz de asumir que había pasado, hizo que se volviera a correr y soltara un chorro tanto o mayor que el primero.

Marta: Padrino me meo!!!!

Carlos: Si, cielo. Disfruta de lo que tu padrino te enseña – Y metiéndole los dedos los moví rápidamente para que se volviera a correr – eres igual que tu madre. Cuando empieza, no tiene fin.

Marta: aaaahhhh oooooooo siiiiiiiii…. ¿Qué… qué más le gusta? – la niña tenía un calentón tremendo y que yo le fuera soltando píldoras de esas, todavía la ponía mas cachonda

Carlos: A mami le gusta que la follen duro. Que la insulten y que le azoten el culo ¿Te gustan a ti esas cosas, pequeña?

Marta: aaaahhhhhhhh no… no lo… ahhh… se… Jamas me haaaaaaa azotado el culo ni aaaaaa, follado duro

Carlos: Eso vas a saber que es ahora mismo… Baja putita…

La agarre por la cintura y la base al suelo, luego le comi la boca en un beso profundo, llegando a meter toda mi lengua en su boquita y cuando menos se lo esperaba, le di la vuelta, la apoye contra el botellero y separando sus nalgas, apunte mi polla hacia su babeante coño. La penetre de un solo golpe y note como la punta de mi polla chocaba contra lo más profundo de su coño, así que la saque casi al instante y luego se la volvi a clavar una y otra vez. La folle duro. Muy duro y durante más de veinte minutos en esa misma postura clavandole mi polla hasta los huevos, palmeando su culo y preguntandole si se la habían follado como a una zorra anteriormente. No se cuantas veces se llego a correr, mear e incluso peder por no poder controlar los esfínteres pero al cabo de ese tiempo, cuando note que mis huevos querían descargar recordé que mi ahijada quería una goma llena de leche, así que agarrando mi cartera me dispuse a sacar una cuando vi algo que me dejo helado: Neus estaba mirándonos, desde el otro lado de la puerta entrecerrada, con una cara tremenda de vicio. Cuando se dio cuenta de que la había visto, me guiño el ojo y me hizo con la mano un gesto para que siguiera follandome a su hija. Eso me puso como una moto y sacando el condón de su funda, salí de marta y me puse la goma.

Antes de volvérsela a meter, mire la magnitud de la follada: su coñito, que estaba hace apenas media hora cerradito en una línea perfecta era ahora un chocho dilatado y babeante que brillaba a la luz de la bombilla y que podía pertenecer a cualquier veterana de la industria porno. Marta estaba apoyada sobre el botellero, con las nalgas rojas de las palmadas que le había dado, jadeando y dando la sensación de que si le quitaba el apoyo, caería como un saco de patatas. Me puse el condón y la volví a agarrar por las caderas.

Carlos: Lista para sacarme la leche, putita – le dije usando el mismo lenguaje obsceno que había usado desde que la había agarrado por detrás - ¿Quieres que te siga follando o paramos ya?

Marta: Clavamela, padrino. Dame fuerte y no te cortes – me respondió como si estuviera en un lugar lejano – follame duro. Follame como si fuera mama.

Sabía que Neus nos estaba viendo y escuchando. Su propia madre me acababa de decir por gestos que me la siguiera follando, así que eso iba a hacer sin pizca de compasión. Y le iba a añadir un extra de vicio a la masa.

Carlos: ¿A si, golfa? ¿Quieres que te folle como a la cerda de tu madre? - Mire a la puerta. No se veía nadie, pero sabía que estaba allí  - ¿Quieres saber lo que nota ella cada vez que la empotro?

Marta: Si padrino! Soy tu cerda, como mama. Somos tus cerdas – Me dijo mientras giraba la cabeza para mirarme. Su expresión era de una verdadera ninfómana – somos tus cerdas, pero fóllame. Fóllame, fóllame!!!

Se la clave del tirón, hasta que mis huevos tocaron su empapado monte de Venus. Ella abrió la boca y se volvió a correr. Era su enésimo orgasmo pero quería más. Descubrir que podía ponerse en otra postura que no fuera a 4 patas y limitarse a recibir pollazos sin sentir ningún placer no era la única opción para “follar” le abrió un mundo nuevo de sensaciones. Cuando saliera de aquel trastero no volvería a poner el culo para que un niñato la usara como depósito de lefa. Se agarro fuerte al botellero ya que notaba que le iban a fallar las piernas y continuo resistiendo lo que le hacia.

Y la verdad es que la niña estaba aguantando caña de la dura. Muchas mujeres “hechas y derechas” no habrían aguantado el ritmo que le estaba dando a su coño y si no fuera por la lubricación que tenía en el chocho, se le habría irritado haría tiempo. La tenía agarraada por las caderas y le estaba dando bien. Cada vez que mi polla entraba hasta los huevos su ojete quedaba expuesto por la presión que ejercía mi rabo sobre las paredes de su coño. Era como una pequeña boca que me daba un besito cada vez que le daba un pollazo a su dueña. Era casi hipnótico, así que agarre a Marta por el pelo y le acerque el dedo pulgar de la otra mano a la boca. Ella, casi por instinto, me lo chupo. Lo hizo fatal. Estaba seguro que no tenia más experiencia en las mamadas que los helados de palo que tanto le gustaban, pero lo lubrico lo suficiente para mis planes. Cuando lo tenia suficientemente lubricado, se lo retire de la boca.

Carlos: Mira zorrita. Esto es lo que le gusta a tu madre

Y diciéndole esto, le metí lentamente el dedo por el agujero del culo. Entre la excitación que tenia, la lubricación del dedo que acaba de hacer y toda la humedad que reinaba en la zona, mi dedo desapareció lentamente dentro de su ano y cuando freno el avance que no había más dedo que meter, pegue un tirón al pelo de Marta y mirando hacia la puerta le dije “toma lefa, cerda!” y vacié los cojones en la caliente cavidad de mi ahijada. Fue una corrida larga. Intensa. De las que notas que lo das todo y solo al final maldije haberme tenido que poner condón para que ella pudiera llevar su “trofeo” a las amigas y probar la hazaña.

Marta tuvo otro orgasmo/squirt/meada de los suyos y mugió como una vaca pariendo mientras apretaba mi  polla como solo puede hacerlo una adolescente. Cuando termino de convulsionar, me miro y con esa sonrisa tan particular que tiene me dijo:

Marta: Buffffffff padrino! Eres una máquina! Me has dejado reventada

Carlos: No cielo – le dije mientras le acariciaba el pelo, como si fuera una perrita que acaba de portarse bien – esto ha sido un polvo rápido porque no quiero que nos echen a faltar demasiado. Un día, con tiempo, te enseñare que es follar de verdad. Y ahora, pequeña, date la vuelta y recoge el “trofeo” que te lo has ganado.

Me separe, haciendo que mi polla saliera de su coñito. En ese momento, todos los flujos que tenia retenidos cayeron como un gran pegote al suelo y los que no, le empezaron a resbalar por los muslos en dirección a sus zapatos. Marta se dio la vuelta y me agarro la polla para quitarme el condón.

Carlos: No cielo – le explique – estas cosas se han de hacer con el respeto que se merecen. Ponte de rodillas - Marta me hizo caso y le quedo la polla, con el condón lleno de lefa a la altura de la cara – Perfecto. Ahora sí, quítame el condón y hazle un nudo. Perfecto. Y ahora, metete la polla en la boca. Chúpala hasta dejarla bien limpia de flujo y leche. Has de aprender a dejar las cosas como las encuentras.

Marta acerco la boquita hasta mi polla medio flácida y la abrió, sacando la lengua como si fuera a recibir la eucaristía. Aquel gesto que hacía a diario en el colegio de monjas. El mismo colegio que tenía a toda una clase compitiendo por ver quién follaba más. Al ver que no sabía bien que hacer, me la agarre con la mano derecha y con la izquierda le agarre la nuca, metiendo la punta de mi polla en su boquita. El contacto con su lengua resulto electrizante e hizo que mi polla se sacudiera con un espasmo que hizo sonreír a mi ahijada. Luego, empezó a chuparla tímidamente y cada vez con más ganas, mientras me miraba a los ojos. Dos minutos después, tenía el rabo perfectamente limpio y otra vez duro, dispuesto para un segundo asalto que, por falta de tiempo, no llegaría.

Marta: ¿Se te ha puesto otra vez dura, padrino? – Dijo con asombro

Carlos: Si cielo – le respondí con una sonrisa – me la has limpiado muy bien y se ha puesto muy “contenta”

Marta: Jajajajaja. Que tonto eres, padrino! – dijo mientras se levantaba de rodillas, con su trofeo entre las manos. Lo miro y con cara sorprendida me dijo – Que cantidad de leche! No había visto uno nunca tan lleno.

Carlos: Pues imagina todo eso dentro de ti, sin que te lo pare la goma. Ahora mismo, estaría goteando – y mirando su entrepierna, que seguía goteando de su flujo le dije – bueno… todavía más…. – y nos reímos los dos.

Por fortuna, ahí abajo tenían, a parte de las botellas de cava que habíamos bajado a buscar, ropa vieja, toallas y otras cosas que sirvieron para echar por encima de las corridas y meadas de Marta y las conseguimos secar. Ella misma me dijo que después, por la noche, bajaría a fregar el estropicio y a arreglar el trastero. Con las botellas de cava en la mano, casi cuarenta minutos después de salir del apartamento, volvimos a entrar.

Neus: Ya era hora! – Nos dijo nada más vernos entrar por la puerta - ¿Dónde os habíais metido?

Carlos: Estábamos charlando – le conte un rollo, pese a saber que ella nos había visto follando en el trastero - ¿No puedo hablar con mi ahijada? – Pregunte en tono jocoso

Neus: A saber que le habrás contado tu… que eres un pillo.

Y mientras decía eso, me agarro la nariz con sus dedos, en un gesto cariñoso, moviéndomela de lado a lado. Y la cosa no hubiera pasado de aquí si aquellos dedos no estuvieran húmedos y si no conociera el olor que me impregno las fosas nasales: el flujo de Neus. Ella me miro a los ojos y supo que había reconocido el olor. Nos sonreímos de medio lado y a ambos nos recorrió un escalofrió.

Neus: Marta, va… - le dijo a su hija mientras le daba un par de palmadas en el culo para darle ritmo a su demanda – pon la botellas en el congelador.

Y cuando la niña entro en la cocina, su madre me agarro por la nuca y me atrajo hacia ella diciéndome en voz baja y al oído “vaya follada le has metido. Ya he visto que te la ha vuelto a poner dura, pero no te preocupes, ya nos ocuparemos de que esa dureza la emplees bien” y diciéndome esto, me agarro de la polla, me la apretó y tras soltarla, fue hacia el salón, a seguir haciendo de anfitriona, moviendo aquel culo tan bonito que tenia.