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Creep - Noche de Caza

en Trios

 

 

 

CREEP – NOCHE DE CAZA

 

 

 

 

 

“Vuestra preciosa Lucy se convertirá en una zorra del diablo, una puta de las tinieblas... Lucy no es una víctima al azar atacada por casualidad, es una recluta dispuesta, una seguidora vehemente, una seguidora lasciva, me atrevería a decir que es una devota discípula, es... ¡la concubina del diablo!” - Van Helsing (Dracula)

 

 

 

 

 

La cortina se mueve, mecida por la brisa, mientras avanzo desnuda lánguidamente hacia la ventana de mi ático y contemplo la noche sobre la ciudad de Búfalo. Miles de puntos luminosos parecen saludarme.

 

Sí, estoy de muy buen humor.

 

Mis aguzados sentidos captan a un par de peatones, muchos, muchos pisos por debajo. Dos chicos. Sí, les veo perfectamente. Sus camisas, sus sonrisas... Pero además distingo incluso que se han afeitado, duchado y hasta el olor de sus colonias. Ambos deambulan por las calles a pesar de ser muy tarde… Sonrío. Por un momento imagino sus vidas tan distintas de la mía. Una vez fui así, como ellos, no hace tanto tiempo. Pero la crisálida dio paso a una mariposa.

 

Aparto la mirada y respiro hondo. No porque lo necesite sino porque las antiguas costumbres son difíciles de olvidar. Una punzada de hambre recorre mi estómago. Llega el momento de alimentarme.

 

Un gruñido suena a mis espaldas.

 

-¿Tú también tienes hambre, Luzbel, precioso mío?

 

El enorme mastín bosteza y se extiende por el suelo, desperezándose. Con una de mis largas uñas abro una profunda herida en mi antebrazo y relleno un cuenco con la negra sangre que brota. El perro menea el rabo risueño. Es enorme y la vitæ de la Estirpe ya lo ha cambiado, casi imperceptiblemente. Su piel es más gruesa y coriácea, y curiosos espolones parecen brotar de sus articulaciones. Es hermoso.

 

-¿Qué toca esta noche, Luzbel? ¿Ángel o Puta?

 

Me siento ante el espejo, con los ojos cerrados. A pesar de tantos años, no puedo contemplar fijamente mi rostro. Es demasiado… Horrible… Me censuro. No. No es así, Anna, me digo a mí misma. Es un precio minúsculo que pagué gustosa. Hace muchos años, compre todo el pack, ¿se dice así, no? Y no me he arrepentido ni un solo día.

 

Escucho un gañido antes de unos ávidos lametones, mientras Luzbel se alimenta.

 

-Muy bien, una buena elección.

 

Sonrío pensando en los útiles de maquillaje de los anuncios de la programación nocturna. Aplicarlos con cuidado de no temblar y manchar el rostro, tener gran cuidado del número de veces que se debe rozar la tableta de la sombra de ojos para que el cepillito recogiera la cantidad exacta, tener que quitar el exceso de color en los párpados…

 

Nada de eso me es necesario, cortesía de la Máscara de las Mil Caras, la Magia de la Sangre de la Estirpe.

 

Abro los ojos. Durante un segundo, el espejo me devuelve la imagen de un hocico deformado, parecido al de un animal, un murciélago del que sobresalen unos espantosos colmillos y a ambos lados de la cabeza, unas espantosas orejas puntiagudas. Unos ojos turbios y sin vida me observan desde una cabeza calva de la que cuelgan grotescos mechones de pelo, y unas extremidades delgadas e imposiblemente largas, con una piel pálida y blanca como las tripas de un pescado.

 

Al segundo siguiente, una despampanante mujer me contempla desde el otro lado del espejo, imitando a la perfección cada movimiento que hago. Es impresionante, está realmente cañón, ¿se dice así, no? Guiño un ojo y lanzo un beso hacia mi imagen y me deleito en mi reflejo. Mi largo pelo luce, liso y negro como las alas de un cuervo, a juego con mis uñas pintadas de ébano. Mis ojos azules brillan, atrapados por los oscuros contornos que se derivan hacia mis sienes, otorgándome una apariencia felina. Mis labios carmesí brillan con luz propia. Llevo puesta una cazadora de cuero negro, que cubre mi torso y brazos, dejando entrever debajo, a veces, un corpiño blanco. En la espalda, la chupa porta, en un elaborado bordado, una calavera con alas. Un diminuto pantalón vaquero, con los bordes deshilachados, cubre mis caderas, dejando parte de las nalgas al descubierto. Sólo unos pantys de rejilla impiden la desnudez de mi culo. Unas botas altas, también negras y de estilo dominatrix, rematan mis pies. Al cuello, porto un estrecho collar perruno con clavos.

 

-Estas perfecta, Anna. Un diez. –Me digo a mí misma. No puedo evitar besar mi reflejo en el frío espejo. Luzbel asiente a mi espalda con un suave ladrido.

 

Con un leve roce de mis dedos, conecto el equipo de música, y al instante las notas envuelven la habitación.

 

 

 

When you were here before

 

Couldn't look you in the eye

 

You're just like an angel

 

Your skin makes me cry

 

 

 

Veamos… ¿Qué toca esta noche? ¿El Snowy Owl Koumbucha? ¿El Nietzsche? Me apetece algo más animado. Habrá que verlo sobre la marcha, ¿se dice así, no?

 

Avanzo por las calles, por la zona de marcha. A pesar de ser más de las dos de la madrugada, están atestadas. Territorio de caza. Estoy en mi elemento. Lejos de problemas existenciales de otros vástagos, de las crisis filosóficas de las tontas novelas y películas actuales de vampiros.

 

 

 

You float like a feather

 

In a beautiful world

 

I wish I was special

 

You're so fucking special

 

 

 

Una vez escuché a uno de mis hermanos decir que lo daría todo por volver a ser humano. ¿Volver a mi vida anterior? ¡Ja! ¿La de Anna Canning? Todavía tengo pesadillas.

 

Cuando entro en la discoteca, todas las cabezas se giran hacia mí, lo que me hace sonreír triunfalmente. Admiración, pasmo, devoción, envidia. Sonrío. Has nacido para esto, Anna.

 

Pero no fue siempre así. Hace muchos, muchos, muchos años, más años de los que un ser vivo tiene derecho a vivir, una muchacha campesina observaba aterrorizada desde un armario cómo los soldados asesinaban a su familia, clavando sus espadas en los cuerpos de su padre y de su madre, para después devorar como bestias el potaje todavía caliente sobre la mesa. ¿El motivo? ¿Un daño colateral en una disputa fronteriza entre dos nobles? ¿Una invasión? ¿Acaso importa?

 

Sin razones por las que vivir, aquella muchacha se internó en el bosque. Las lágrimas se habían agotado en sus ojos. Ya nada tenía sentido. Negros y amenazadores árboles la rodeaban y avanzó más y más, hasta la zona del bosque prohibida por su padre, buscando que un depredador la despedazase, que el hambre y la sed acabasen con ella, dejar de existir en definitiva.

 

Un sombra oscura la aguardaba en lo más profundo del bosque. Sonreía y enseguida supo que aquel ser no era humano. Pero la muchacha había mirado al infierno a los ojos y no tuvo miedo.

 

 

 

But I'm a creep

 

I'm a weirdo

 

What the hell am I doing here?

 

I don't belong here

 

 

 

Pero dejemos atrás esos agridulces recuerdos y volvamos al presente. Acabo de entrar en la discoteca y todas las cabezas se han girado hacia mí, ¿os lo había dicho ya? Me encanta ese momento, mi entrada triunfal mientras los focos estroboscópicos de la discoteca iluminan de intensos colores la pista de baile, un intenso fogonazo seguido de la oscuridad más absoluta.

 

 

 

I don't care if it hurts

 

I want to have control

 

I want a perfect body

 

I want a perfect soul

 

 

 

Enseguida diviso a mis presas. Dos chicos que bailan arreboladamente, mirándose con dulzura y pasión. Él, le llamaremos Rubio, no debe tener más de veinte años. Su vestimenta, una chaqueta de leñador, le hace desentonar del lugar. Sin duda quiere parecer un tipo duro pero su rostro es amable y sus ojos destilan una cierta ingenuidad embriagadora. Ella, la llamaremos Morena, con una piel canela que indica un origen semita, quizás pakistaní. Tiene los ojos más oscuros que jamás he visto. Si bien no es exactamente bonita, sus exóticos rasgos la hacen muy atractiva.

 

La música está demasiado alta para hablar. No hace falta.

 

Me interpongo descaradamente entre ellos, moviéndome lentamente, contoneando las caderas, flexionando las piernas. Mis manos delinean mi figura, una y otra vez, mientras les miro con expectación y lujuria. Los chicos me miran desconcertados. Las miradas de Rubio y Morena expresan sorpresa, que cambian rápidamente a enfado por haber sido interrumpidos, que se transforman aún más rápidamente en curiosidad para dar paso a un deseo apenas contenido.

 

 

 

I want you to notice

 

When I'm not around

 

You're so fucking special

 

I wish I was special

 

 

 

La Magia de la Sangre pronto provoca que se vean completamente fascinados, que se vean rápidamente atraídos hacia mí como dos polillas hacia la llama. Puedo sentir la imperiosa erección de Rubio contra mi muslo, y casi puedo oler la humedad entre los muslos de Morena cuando me inclino para besarla en el cuello. Realizo complicadas musarañas en el aire con brazos y manos, contoneo todo mi cuerpo hasta convertirme en un sándwich entre Rubio y Morena, hasta que los tres unimos nuestros labios al unísono.

 

Sonrío cuando nuestros cuerpos se pegan, frotándonos con pasión, como si los tres deseásemos ser solamente uno. Una cadera roza una pelvis, dos nalgas chocan, un pubis se frota largamente contra unos glúteos apretados, mientras unos brazos abarcan y aprietan una cintura, o bien dos senos se rozan con intención, deseando estar desnudos al hacerlo.

 

Apenas media hora después, los tres entramos con dificultad en la habitación del hotel, besándonos húmedamente al unísono como si nos fuese la vida en ello, desnudándonos los unos a los otros como si la ropa quemase sobre nuestra piel. Creo que en algún momento me han dicho sus nombres. No he hecho el menor esfuerzo por retenerlos en la memoria.

 

En menos de tres segundos caemos sobre la cama, entrelazados en un desnudo abrazo. Rubio acaricia mi espalda mientras contemplo excitada como hace mucho tiempo no lo estaba cómo Morena avanza hacia mí con la blusa abierta y sin falda, desnuda y gloriosamente obscena.

 

Su piel morena y sus ojos oscuros la hacen parecer una deidad extranjera a la que me lanzo a rendirle pleitesía. Hundo mi cabeza entre sus sagrados muslos.

 

Acerco mi cara a su coño. Puedo sentir cómo desprende calor. Puedo ver pequeñas gotas de humedad asomando entre sus pelitos recién cortados y me inundo de un intenso aroma a mujer. Mi boca se hace agua de inmediato. Quiero ese coño en mi boca. Lo deseo desde que la vi en la discoteca. Quiero beberme todos sus fluidos. Sus manos me acarician la cabeza.

 

Mi lengua recorre ávidamente sus labios hasta que localizo, sin esforzarme apenas, ese botón que espera mis caricias, duro e hinchado.

 

Lo lamo y lo siento palpitar bajo mi lengua. Está más que húmedo. Un torrente de flujos resbala por sus muslos, apenas soy capaz de recogerlos con mi lengua. Escucho sus fuertes gemidos y percibo con claridad la respiración agitada de Rubio. Debe estar masturbándose, excitado por la sáfica visión.

 

Morena gruñe y gime desconsoladamente mientras su cuerpo se agita, como si fuese azotado por unas corrientes eléctricas y mi boca se llena de sus jugos, sintiendo cómo su coño palpitante se descarga en mi rostro. Oigo gemir a ambos.

 

Morena queda desmadejada sobre la cama y notó la erección de Rubio presionando contra mis nalgas. Besa mis hombros con dulzura, como si me pidiese permiso para penetrarme.

 

Me giro y sonrío mientras clavo mis ojos en él. Por un momento noto su turbación. Su instinto subconsciente detecta ante él a un depredador y siento cómo tiembla, como un cervatillo atemorizado. Sin darle tiempo a que pueda pensar, escupo sobre mi mano y la cierro sobre su formidable erección, moviéndola arriba a abajo. Mis labios se cierran sobre los suyos.

 

Pronto, es sobre su polla sobre la que se cierran mis labios, avanzando cada vez más profundo en el interior de mi boca.

 

Puedo sentir, tumbada sobre la cama, a Morena, gimiendo lastimeramente, totalmente abierta de piernas, masturbándose con la peli porno -se dice así, ¿verdad?- que tiene delante. Hundo mi rostro contra las suaves sábanas, mordiéndome el labio para no gemir de excitación, dejando mi culo en pompa para que Rubio lo tome.

 

Puedo sentir el húmedo glande de Rubio recorriéndome la raja de arriba a abajo, mientras con otra mano me acaricia las nalgas. Uno de sus dedos se interna en mi encharcada gruta, mientras siento cómo la mano de Morena, pícaramente, acaricia y pellizca mis pezones.

 

Gruño al sentir cómo uno de sus dedos se interna en mi ano. Pienso en la humillación de una vampira, una señora de la noche siendo sodomizada por dos mortales y me humedezco completamente, próxima al orgasmo.

 

Rubio extiende saliva por mi ano y despacio me introduce dos dedos más hasta llegar al fondo sin dificultad.

 

-Baja las caderas un poco más, cariño.

 

Obedezco mientras Morena sigue ocupándose de mis ya muy sensibles pezones. Con una mano me separa una nalga y noto algo duro en la entrada de mi arrugado agujerito. Pego un respingo como si temiera el dolor que me va a infringir. Muchas veces a lo largo de mi no-vida habían intentado empalarme. Ahora ese muchachito lo va a conseguir.

 

Empieza a penetrarme lentamente. Sus manos me agarran firmemente las caderas. Comienza un dulce vaivén delicioso. Rubio introduce su verga unos centímetros y se queda ahí unos instantes para dar tiempo a mi esfínter a que se acostumbre. Luego lo saca casi del todo para volver a introducirlo unos centímetros más profundo, mientras mi coño se humedece del todo.

 

-Tranquila, mi niña. -Susurra Morena, y siento su aliento acariciando cálidamente mi oreja. -No queremos que te hagas daño. Muévete suavemente y disfruta.

 

Obedezco de nuevo. Muevo mis caderas despacio adelante y atrás, siempre guiada por las manos de la pareja. Aquel movimiento hace que me corra en cuestión de segundos.

 

Los dos sonríen mientras me retuerzo de placer. Morena me sujeta las caderas sin que yo pueda dejar de correrme, encandenando un orgasmo tras otro.

 

-¡Aaaahhhhh! ¿Qu... qué me hacéiiissss? Uuunngggg....

 

Pronto, mis aguzados sentidos inundan mi cerebro con miles de sensaciones y sonidos como mi pobre ano cediendo ante el envite del juvenil ariete, el húmedo golpeteo de la carne contra la carne mientras sus caderas chocan contra mis nalgas, seguido de los roncos bramidos de Rubio descargando su espeso semen dentro de mi culo, llenando mis frías entrañas con su ardiente esencia; y por último los gemidos de Morena mientras sus dedos chapotean dentro de su gruta.

 

Los tres caemos en la cama, nuestros cuerpos empapados en sudor y flujos.

 

 

 

Whatever makes you happy

 

Whatever you want

 

You're so fucking special

 

I wish I was special

 

 

 

Rubio dormita mientras Morena acaricia lánguidamente mi pálido hombro con la punta de sus dedos, y susurra con voz enronquecida por el deseo:

 

-Por Dios… Eres tan hermosa…

 

 

 

But I'm a creep

 

I'm a weirdo

 

What the hell am I doing here?

 

I don't belong here

 

 

 

Durante un momento, imagino que me desprendo de la Máscara de las Mil Caras, y Morena puede contemplar por fin mi verdadero rostro. Horrorizada, grita y grita, llegando al paroxismo del horror cuando desgarro de un mordisco el cuello de Rubio y toda la habitación se llena de un torrente de sangre que lo salpica todo.

 

La Bestia Interior que se agazapa en mis entrañas, liberada de las jaulas del alma, me hace avanzar lenta y cruelmente, sabiendo que no necesito apresurarme, mientras contemplo divertida cómo un chorro de orina brota del sexo de Morena y resbala por sus desnudos muslos, aterrorizada más allá de lo indecible, retrocediendo a gatas patéticamente hasta chocar contra la pared.

 

-¿Te sigo pareciendo hermosa? –Rujo con una voz que ha dejado de ser humana, antes de abalanzarme sobre ella.

 

Cierro los ojos, espantada, mientras mis manos cubren mi rostro. Cuando las aparto temblorosa, puedo contemplar a la pareja, dormida sobre la cama, entrelazados en un nudo de carne, sudor y flujos. En sueños, Rubio se estira como un gato ronroneante.

 

No soy un monstruo, me digo a mí misma, no soy un monstruo. Lo repito tres, cuatro, diez veces.

 

Con lentitud y cuidado, para evitar despertarles, me acuesto entre ellos. Uno de los brazos de Morena me abraza en sueños, y siento el calor de su tacto contra mi fría piel. Por un momento, me imagino viviendo con ellos, haciendo el amor, compartiendo sus vivencias, amando y siendo amada.

 

Pero sé que aquello no puede ser. Con desgana, me incorporo y hundo mi rostro en sus cuellos, aspiro su juvenil aroma y bebo la preciada sangre. Muy poco, lo justo para calmar mi sed y evitar dañarles. Cuando a la mañana siguiente se despierten, Rubio y Morena se sentirán un poco más cansados de lo habitual, achacándolo a la contienda amorosa y preguntándose si lo sucedido aquella noche no habrá sido un sueño compartido, un follie a deux, se dice así, ¿verdad? Antes de salir, beso los labios de ambos y les contemplo largo tiempo.

 

Vuelvo a mi piso, caminando por la avenida Richmond. Quedan pocas horas para amanecer y siento la habitual pesadez que atenaza mis miembros durante el Día, ya próximo. En un segundo adopto una forma que llame menos la atención, más anodina, una muchacha joven de aspecto nerd que parece ansiosa por llegar a casa y loguearse, ¿lo he dicho bien, verdad? a ese juego de orcos, dos razas de elfos y unos seres azules con pezuñas de cabra y acento ruso.

 

El Día transcurrirá pronto y podré volver a sumergirme en la vida nocturna de Búfalo, luciéndome, mezclándome con los humanos, siendo admirada por ellos, amando y siendo amada.

 

 

 

Whatever makes you happy

 

Whatever you want

 

You're so fucking special

 

I wish I was special

 

 

 

But I'm a creep

 

I'm a weirdo

 

What the hell am I doing here?

 

I don't belong here

 

I don't belong here