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La leyenda del terror (2)

en Fantasías Eróticas

LA LEYENDA DEL TERROR II

Me llamo Mónica (el apellido no viene al caso), soy Psicóloga y atendí durante 1 año a Claudia (Tampoco importa el apellido).

Tengo 30 años, no soy tan hermosa como ella, pero tengo lo mío

Mi cabello es rubio oscuro lacio y largo , mis ojos color miel, soy bastante alta con buen físico.

Tengo buenos pechos, duros y bastante prominentes, fina cintura, linda cola y bien formadas piernas.

Soy soltera, puede ser que mezclé demasiado mi profesión con la elección de los hombres, es por eso que deseché novios, que pensándolo, podríamos haber llegado hasta el matrimonio.

Vivo sola, con un pasar económico aceptable para mi manera de ser, fruto de que trabajo en varias clínicas y en mi consultorio tengo muchos pacientes.

Conocí, pese a mi corta experiencia, casos rarísimos, algunos extravagantes.

Pero mi trabajo es tratar de sacar a las personas de sus estados actuales, conflictivos o lo que sea que bloquean su mente.Las opiniones personales me las guardo para mi intimidad.

El de Claudia, era un caso especial.

Su supuesta violación por un ser que hasta le provocaba confusión al describirlo, y una alteración emocional tan grande que irrumpía fácilmente en llanto, me llevó a consultarlo con colegas para escuchar otras opiniones.

Es una paranoia, típica en personas que al abundarle el dinero, su mente se transporta a sueños. Decían algunos.

Su mente la lleva a estados imaginarios, o por una niñez conflictiva o por su fracaso matrimonial, o por la pérdida de sus padres juntos, buscando refugio en fantasías. Opinaban otros.

Todo era atendible, pero algo dentro mío decía algo de realidad tenía que haber.

Yo no creo mucho en leyendas, pensando que hay gente que necesita crear algo para muchos fines, que no viene al caso numerarlos.

Pero esto era algo muy extraño, era una supuesta violación, por un supuesto ser no convencional.

Los análisis ginecológicos que le practicaron, decía que había sido penetrada tanto vaginal como analmente por un miembro de dimensiones grandes, pues había rasgos de inflamación y demás.Pero no quitaba que un hombre podría portar algo así y al tener relaciones en extremo fuertes, hubiera causado esos daños.

Todo muy raro, pero seguía con dudas.

Claudia había viajado por un tiempo a Europa, y su caso quedó dentro mío por varias noches.

Llegó el verano y con él mis vacaciones.

Totalmente convencida que si no averiguaba sobre su caso no descansaría, decidí viajar al supuesto lugar de los hechos.

Preparé mi valija, y con su ficha clínica me tome el avión rumbo allá.

Bajé en el aeropuerto, que era tal cual ella lo había descrito, y comenzé a averiguar donde podía quedar ese pueblito con tan pocas casas.

Nadie sabía de que hablaba, hasta que en el hotel donde me alojaba, le pregunté a una de las chicas que limpian sobre la leyenda del luminga o algo así.

Ella me miró extrañada, y me dijo que era la leyenda que existía en los montes, pero ella no sabía donde quedaba el pueblo, pero un conocido de ella, que era una especie de guía me llevaría si le pagaba.

Acepté y a las dos horas me golpeaba la puerta de la habitación un tipo de unos 40 años que me dijo que era el guía.

Me preguntó para que quería ir allá. Al decirle mis motivos, él me dijo "Mire licenciada, yo desde que vivo acá escucho sobre esa leyenda, nunca vi nada realmente, pero no dejo de respetarla. Usted es mujer, joven y muy linda, le aconsejo que tenga cuidado por las dudas. Sobre ese pueblo escuché hablar, pero nunca fui. Si usted me paga lo que le pido la llevo, de última mi condición de hombre me tiene a salvo."

Lo escuché atentamente, acepté, y me dijo que mañana a las 7 pasaba a buscarme.

Al otro día, a las siete en punto estaba allí, cargué un bolso con ropa, subí a la camioneta que él tenía y marchamos.

Durante el viaje me dijo que era casado y todo sobre su familia.

El viaje era largo y por una ruta vacía, hasta que se empezó a ver el monte, tal como Claudia me había relatado.

Llegamos para mi excitación al pueblito.

Sergio, así se llama el guía, bajo también con cara de sorpresa y comenzó a golpear las manos buscando a alguien que salga a recibirnos.

El pueblo era tal cual el relato de Claudia, con muy poquitas casas y muy bonitas.

Bajé y me coloqué al lado de Sergio que me dijo "Que raro, aquí no hay nadie, está abandonado",

Y comenzamos a caminar hacia una de las casas. Sergio movió el picaporte y la puerta se abrió "Hola ,buenos días". Dijo sin obtener respuesta.

Así hicimos con todas y nada, Hasta que decidimos entrar en una de ellas.

La recorrimos, estaba todo ordenado, limpia, y cuando abrí el baño, encontré el hidromasaje que pensé enseguida era en el que Claudia se había bañado la noche de su relato.

Nos paramos afuera, luego de recorrer una por una, y Sergio me dijo "Bueno, esto está abandonado. Escriba su informe y regresamos".

"No, yo me quedo esta noche acá, regrese usted".

Giró de golpe su cabeza mirándome y me dijo "Se ve que tanto atender a locos la volvió loca a usted. ¿Cómo se va a quedar en casa ajena, y si vuelven?, aparte usted aparte de psicóloga tendrá espíritu de detective pero yo no y menos en este lugar."

"No atiendo a locos, sino a personas con problemas como el suyo, que en este momento está con mucho miedo, y si vuelven, no robamos nada por lo tanto no tengo que temer"

Me miró haciendo gestos de negación con su cabeza y dijo "Está bien, no la voy a dejar sola y que piense que soy cobarde, pero el precio es otro".

Le contesté que estaba bien y comencé a bajar mis cosas.

Elegí la casa en la que por la descripción supuse era la que había estado Claudia, y acomodé mis cosas en la pieza mientras Sergio se acomodó en el comedor.

Llegó la noche y comimos unas milanesas que yo había llevado.

Después de una hora en que seguíamos hablando, me retiré a dormir, viendo que él ponía un revólver bajo su colchón.

Estuve un rato acostada con los ojos abiertos en la oscuridad, pensando en la coincidencia del relato de Claudia con todo esto, pero eso no quitaba que hubiera estado allí y fabulara el resto.

Me quedé dormida y no se cuanto había pasado hasta que me despertó un ruido.

Parecía como que quisieran abrir las persiana, muy despacio traté de mirar entre las hendijas, pero estaba muy oscuro.

Fui al comedor y lo desperté a Sergio diciéndole que alguien quería entrar.

Tomó el revólver y a pesar que yo le pedí que no lo hiciera, salió.

Al rato volvió y me dijo "No hay nadie, ¿No le habrá parecido?, tal vez está sugestionada".

Le dije que por mi profesión no me sugestionaba tan fácil y que el ruido existió.

Nos quedamos un poco despiertos hasta que volví a acostarme, con un presentimiento muy fuerte que alguien me estaba mirando desde afuera.

Al otro día recorrimos todos los alrededores y decidí a la tardecita buscar la cabaña en que Claudia supuestamente había sido violada.

El pobre Sergio me llevaba a todos lados, aunque no sé si también por curiosidad aparte de por dinero.

Dimos tantas vueltas por los caminos del monte, hasta que Sergio me dijo muy preocupado "Creo que nos perdimos, por acá ya pasamos antes, me doy cuenta por ese árbol amarillo, y para colmo empezó a llover, usted y sus apasionantes aventuras",dijo reprochándome.

Hasta que después de casi dos horas de andar sin saber por donde y ya de noche la ví.

"Allá" le grité como loca señalando con el dedo. Sergio paró en la puerta alumbrándola con los faros de la camioneta y me dijo "Le voy a decir a mis hijos que estudien cualquier porquería menos Psicología, porque con mucho respeto le digo que usted está totalmente loca. Se alegra al ver esta cabaña de cuentos de terror, mientras yo estoy a punto de tener un infarto. Encima sinceramente no sé donde carajo estamos, todo mal mientras usted está en éxtasis. No entiendo nada", dijo sin mirarme, clavando sus ojos en la cabaña.

Estuvimos casi una hora mirándola desde la camioneta hasta que le pedí el farol que él tenía en el piso y le dije que entraría.

Sergio lo prendió y me dijo enojado "Tome, vaya usted sola que la espero acá, y después de esto si quiere vamos a buscar una víbora venenosa y tratemos de darle un beso en la boca.

Ya me tiene cansado con sus curiosidades".

Entré pensando que tal vez iba demasiado lejos, pero igual seguí, y cuando entré se me congeló la sangre al ver la cama con las sábanas negras estiradas.

Esa visión sí me asustó en serio, y comencé a sentir temblores en el cuerpo.

Me di vuelta rápido para salir de ahí y mientras llegaba a la puerta desde adentro vi a Sergio tirado delante de los faros e iluminado por éstos, con sangre en su cabeza.

Intenté acelerar el paso pero algo desde atrás de la puerta me empujó violentamente hacia adentro tirándome al piso,volando el farol de mis manos.

Cerró la puerta tras de sí, acomodó el farol, mientras yo tratando de incorporarme lo ví bien.

Allí estaba esa cosa tal cual Claudia la había descripto.

Todo peludo, alto, con esos ojos de gato fríos y ese pene muchas veces mayor que el de un perro pero de similares características.

Incorporada, pero boleada por el golpe recibido, le dije "Déjeme salir ¿Quién es usted?, me quiero ir".

Ese ser, siempre mudo, a modo de contestación, me tomó de los brazos y con una terrible fuerza me arrojó sobre la cama.

No llegué a reaccionar cuando sacó mis zapatos arrojándolos contra una pared, y comenzó a tirar de mis pantalones con tal fuerza que los bajó con cinturón cerrado y todo.

Los sacó luego de luchar para que pasaran por mis pies y pasó a mi camisa.

Intenté con las manos pararlo pero me las tomó con una de las de él y me las corrió con tanta fuerza que me dolió mucho hacia un costado.

Luego acomodo un bazo mío a cada costado del cuerpo y a los tirones arrancó mi camisa destrozándola.

Quedé en tanga y corpiño, aunque éste duró un suspiro. Lo tomó del medio con las dos manos, lo rompió y luego rompió todas las tiras que tenía arrojándolo para atrás.

Se levantó y quedo mirando mi cuerpo un rato, mientras yo estaba congelada del miedo.

Comenzó a pasar sus áspera manos por todo mi cuerpo y luego se detuvo en mis tetas apretándola.

Bajó su cabeza hacia ellas y comenzó a chuparlas desesperadamente.

Tiré mi cabeza para atrás pero quería evitar que mi cuerpo sintiera placer tratando de convencerme que esto era una pesadilla.

Pero era cierto y eso seguía prendido a mis pezones como un bebé buscando leche.

No sé cuanto estuvo allí, pero fue un buen rato.

Se incorporó, tomo con fuerza mi mano, la puso sobre su horrible pija ya bastante parada y creciendo a ritmo vertiginoso y con la otra tomó mi cabeza poniendo mi boca sobre ella.

Intentaba tirar mi cabeza para atrás, pero era inútil, su fuerza era descomunal.

Me apretó tanto sobre esa pija asquerosa que tuve que abrir la boca y con terrible esfuerzo colocarme adentro aunque sea parte de eso.

El ser comenzó a moverse como para coger mi boca, pero su pija se hinchó tanto que salió para afuera. Viendo que por la fuerza intentaba volverla a introducir siendo esto imposible, saqué mi lengua y se la lamí a ver si esto lo calmaba.

Se ve que sí porque me soltó y me agarró nuevamente las tetas dejándolas todas rojas de tanto apretar.

Le lamí su inmunda pija un buen rato hasta que abrió con su mano y boca y apuntado con su pija allí me acabó un terrible chorro de semen todo adentro apretando luego bien mi boca manteniéndola cerrada para que trague todo, algo que ocurrió.

Cuando soltó vomité violentamente casi ahogada quedando más débil de lo que estaba.

Me volvió a abrir la boca pero esta vez me introdujo su larga lengua a modo de beso.

Estuvo un rato jugando con mi lengua adentro de mi boca y mientras tanto se empezó a acomodar sobre mí.

Me abrió las piernas tanto que grité y mirándome con esos ojos inexpresivos comenzó a penetrar mi vagina.

Cuando los labios de abajo se abrían para recibir esa brutalidad, me agarró una puntada que me hizo doblar, pero me tenía muy sujeta, haciendo yo un esfuerzo inútil para parar eso .

Cuando su pene empezó la entrada con mi vagina abierta al máximo pegué un grito tal que movió su cabeza para atrás, pero no paraba.

Ya tendría más de la mitad dentro mio cuando a los alaridos, comencé a atragantarme con mi propia saliva, pero él como si nada.

Hasta que entró toda y sentí como un globo inflado dentro mío que estaba por explotar.

Comenzó el movimiento de sacar y poner sin atender en lo más mínimo los gritos y los apretones que con mis manos hacía sobre su espalda. Me quedaba con pelos de él en mis manos de la desesperación y el terrible dolor.

No sé cuanto duró ese martirio, pero parecía que no terminaría nunca.

Hasta que soltó un gruñido y me llenó por dentro de semen, manteniéndola un buen rato adentro como evitando que saliera algo.

La sacó, haciéndome dar otro grito con la garganta toda dolorida, me metió un rato la lengua en mi boca, y pasado un corto tiempo me dio vuelta como a un papel.

Intenté con la nada de fuerza que tenía patalear, golpear, gritar, arrancarle los pelos del cuerpo , cualquier cosa, pero nada.

Como vió que lo molestaba con mis movimientos, me sacó de la cama y me puso sobre un borde.

Mis rodillas estaban en el piso y mi torso sobre la cama, aplastándome de la espalda sobre ésta dejándome con la cara contra el colchón.

Se arrodilló atrás mio me separó las rodillas, se puso en el medio y el horror.

Pujaba su pija fuerte sobre mi culo hasta que éste cedió, comenzando a penetrarlo.

Agarrada de las sábanas levanté con mis manos el colchón pegando un grito desgarrador.

Sentía que me reventaba, que me partía en dos, era inaguantable lloraba sin parar, me dolía todo, llena de puntadas, mordí la sábana hasta romperla y comencé a hacer fuerza involuntariamente con el culo para afuera mientras él la metía y sacaba aumentando de a poco el ritmo, traté de empujarlo con una mano para atrás pero era un pared.

Se ve que notó algo, porque la sacó de golpa, e igual que la pobre Claudia defequé ya sin control sobre mi culo.

Esperó que termine y volvió a la carga esta vez decidido a permanecer un buen rato allí adentro.

Le daba y le daba, haciendo oídos sordos a mis gritos y no importándole los empujones que con mis manos trataba de darle para frenarlo.

Estuvo lo que pareció mas de una hora rompiéndome atrás, hasta que volvió a acabar y la sacó, provocando que yo casi sin sentirlo volviera a evacuar.

Quedé en esa posición un rato y él tirándome la cabeza para atrás me volvió a introducir la lengua en mi boca.

Sentí al rato que se iba cerrando la puerta, con terrible esfuerzo subí a la cama y toda torcida quedé allí.

No se cuanto pasó, pero cuando sentí la puerta volví a abrir los ojos y con alivio lo ví a Sergio agarrándose la cabeza con una mano y en la otra el revólver.

Era de día, pues vi el sol afuera.

Sergio mirando todo y visiblemente dolorido en la cabeza dijo "¿Qué diablos pasó?, "¿qué fue todo esto?", y mirando alrededor, y luego a mí empezó a entender.

Agarró toda mi ropa poniéndola a mi lado, salteó la suciedad del piso, me dio un pulóver al ver mi camisa rota y me dijo "Cámbiese que me doy vuelta", y se puso de espaldas a mí.

Me ayudó de los brazos a caminar y subir a la camioneta ,arrancó y nos fuimos.

Luego de un rato dando vueltas y por fin encontrando el camino le dije "Sergio, por favor, no diga nada de lo que supone, me haría muy mal".

Siempre con la vista adelante me contestó "Quédese tranquila, nadie sabrá esto", seguimos siempre en silencio.

Llegamos a la ciudad, me despidió con un beso, tomé mis cosas y volví a mi casa.

Todavía no puedo reponerme de eso, pensé en Claudia, y maldije haberle creído.