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Infidelidad protectora

en Hetero: Infidelidad

INFIDELIDAD PROTECTORA

La vida da tantas vueltas que a veces termina por marearnos.

Me llamo Ana, hace 3 años que estoy casada con Pablo, un hombre que es todo para mí, lo que soñé pero la vida es cruel cuando quiere.

Mi marido, hace 6 meses sufrió un accidente automovilístico, que lo dejó invalido de la mitad del cuerpo para abajo.

Yo soy una mujer como tantas, rubia de largos cabellos lacios, de ojos marrones, pero reconozco tener un buen cuerpo, que sin ser llamativo es curvado. Con pechos medianos linda cola con fina cintura, producto de dietas que cumplo estrictamente.

Pero todo cambió luego del accidente, me cuidé mucho menos pero igual por ahora me mantengo. Mi marido, entró en depresión que ni las secciones de terapia lo pueden sacar.

Por supuesto quedó imposibilitado sexualmente, pero a mí no me importa.

A pesar de mis 26 años, y que sé como se siente a sus 31 años, estoy dispuesta a hacer lo que sea para continuar nuestra vida juntos.

Su empresa le sigue pagando como antes, aunque ahora hace la mitad de trabajo, y el subsidio del estado por invalidez sumado, nos permite vivir sin sobresaltos.

Pero él todos los días me dice que tengo que dejarlo y buscarme alguien que me haga feliz, chocando con mi permanente negativa a su propuesta.

Los médicos me dicen que la única alternativa es operarlo, con bastantes posibilidades de éxito, pero hay que esperar para ello por lo menos un año más.

Yo le digo a él que va a quedar bien, que un año pasa rápido, que hay que esperar.

Pero tiene altibajos, un día con entusiasmo e ilusión y otro derrumbado.

Por consejo del terapeuta, decidí llevarlo al campo de un amigo en común, a pasar unos días para que cambie la rutina que tenemos.

Nuestro amigo estaba en Europa, y desde allí nos autorizó enseguida para que fuéramos.

Lo cargué en el auto, y manejé los doscientos kilómetros hasta allá.

Cuando llegamos nos recibió un capataz y un peón, ambos grandes de edad y muy atentos.

Luego de ayudarnos a acomodar nuestras cosas, charlaron con nosotros, y nos dijeron que ellos vivían no allí sino aproximadamente a dos kilómetros, que a las siete se iban, quedando la casa sola, pero que allí es tranquilo, y que volvían a las ocho de la mañana todos los días menos el domingo que tenían franco.

Les pregunté por un almacén que había visto cerca de allí, para comprar provisiones. Me dijeron que era preferible que hiciera los quince kilómetros de tierra pero que fuéramos al pueblo, pues en el almacén había gente jodida, no confiable.

Ese día descansamos y al otro recorrimos el campo con el auto.

El viernes llovía, nos habíamos quedado sin carne ni pan, y como los empleados se habían ido, decidí ir con mi marido al almacén que estaba cerca y no me animaba a ir al pueblo por el barro.

Yo estaba con un jean ajustado y una camisa a cuadros verde y gris, normal para la ciudad pero parece que no para allí.

Lo dejé a mi marido en el auto, y yo bajé a hacer la compras.

Adentro de una casa vieja con un mostrador en el medio y como cinco mesas, estaba casi vacío.

En una mesa ví a un tipo solo que ni se dio cuenta cuando entré de la borrachera que tenía y en otra había dos tipos barbudos, de unos cuarenta y cinco años que me miraron fijo murmurando entre ellos.

Le pedí al almacenero carne y pan,a lo que me dijo que tendría que esperar pues la carne no la había cortado y demoraba un rato y fue a hacerlo pero antes haciendo un guiño cómplice a los tipos de la mesa que percaté.

Me senté en una de las mesas vacías a esperar, ni bien apoyé mi cola, ya estaban los dos tipos a mi lado.

Sin pedir permiso se sentaron uno a cada lado mío, emanando olor a sudor mezclado con alcohol.

"Pero que sorpresa, nunca se ven cosas así por acá", dijo uno de ellos mostrándome indiferente.

"Nena, no te invito a andar a caballo porque estoy seguro que debes cabalgar muy bien", dijo el otro, ya pasando el límite.

Antes que avanzaran le dije "¿Por qué no se van?, soy casada y mi marido está en el auto, dejemos esto así y chau".

"Es mala la nena", dijo uno.

"Sabemos que estás casada con el inválido, acá se sabe todo, y suponemos que hace mucho que no recibís visitas en tu nido", dijo el otro ya enfureciéndome.

"Se acabó, hasta acá llegaron.Váyanse ya mismo o no saben lo que les espera.", contesté fingiendo coraje ante el miedo que en realidad tenía.

"¿Y que nos espera?, tranquila que puede ser al revés, acá hay muchos bandidos sueltos, no sea que se les ocurra entrar de noche a la estancia donde están y a tu marido le pase algo, mirá que son muy malos los tipos.pero nosotros te queremos advertir, para que estés preparada", dijo otro, y se levantaron y salieron.

Volví al coche temblando, y ante la pregunta de Pablo si había pasado algo, le dije que no, que demoré porque tuvieron que cortar la carne.

Esa noche cerré todo con doble llave, nos encerramos con mi marido en la pieza, ante su curiosidad.

Al otro día le conté al capataz lo que me había sucedido pidiéndole no diga nada a mi marido, encima el auto fallaba, y como seguía lloviendo a cántaros los caminos estaban intransitables para arreglar el auto e irnos.

El capataz me dijo "Deben ser los dos bandidos que están en un campo abandonado de aquí cerca. Ellos y el almacenero estuvieron presos por matar a dos tipos en una pelea. Le dije señora que no fuera allí.Igual no creo que se animen a tanto, estarían tomados y por eso dijeron eso. De cualquier manera enciérrense bien a la noche porque yo no me puedo quedar porque tengo a mi señora en cama y el otro peón tiene a su señora embarazada. La tormenta va a seguir toda la noche seguro y no se puede salir de aquí. Mañana no salgan que es domingo y no venimos y el lunes los acompaño al pueblo a arreglar el auto".

Yo no podía obligarlos a quedarse, aparte mientras yo le contaba lo que me pasó, tenía cara de miedo, tenía que cuidarme y cuidar a Pablo yo sola.

Llegó la noche y luego de cenar le propuse a mi marido acostarnos a leer.

Llovía con toda furia y truenos y relámpagos me sobresaltaban cada tanto.

Eran las once y media, pues acababa de mirar el reloj y mi marido dormía rendido en su cama, pues en el campo no había camas dobles, costumbres serían.

Cerré el libro y me aprestaba a ir al baño para luego dormirme.

El baño estaba pieza por medio a la nuestra. Yo estaba con un corto camisón y nada abajo como solía dormir siempre.

Cuando pasaba por la otra pieza, sentí golpear en la persiana tipo americana, pero pensé que eran ruidos de la tormenta.

Volví a sentir golpear y una voz que de afuera me dijo "Nena, abrí que nos estamos mojando y no nos queremos resfriar.".

Era la voz de uno de los tipos del almacén. Me quedé congelada, me agarró mucho miedo.

Le dije bajo pero firme que se fueran porque sinó tiraría con un arma que les inventé.

"Vamos muñeca, el dueño odia las armas, y suponiendo que tuvieras una, tirá, y con la barreta que tenemos acá rompemos la persiana y lo perforamos a tu marido, ¿Querés probar?".

"¿Qué quieren?" les pregunté sabiendo que no los retendría.

"Entrar, nos llevamos algunas cositas y nos vamos, total el dueño tiene un buen seguro", me dijeron ante mi terror.

Pensé como una tonta, que se llevarían un par de cosas de valor y se irían y con miedo por Pablo cometí la estupidez de abrirles.

Allí estaban los dos mojados con una gran sonrisa en sus podridas bocas, me empujaron adentro, cerraron la persiana, y del brazo me llevaron a otra pieza mas alejada, pues la estancia tenía como cinco habitaciones.

Uno dijo "Que bueno, estás en bolas abajo del camisón, me parece bien que nos esperaras preparada yegua. Andá Tito a cerrar las puertas porque la nena no creo que quiera que el marido escuche algo y lo tengamos que callar".

El otro fue y cerro las varias puertas que separaban la pieza de Pablo de la que estábamos ahora.

Luego que estaban los dos conmigo, uno me tomó de la cintura y me quiso dar un beso, mientras el otro me tocó el culo por arriba del camisón.

Le dí un sopapo al del beso y le dije "Soltame mugriento, roben lo que quieran y andate basura".

Pero no era robar sus planes.

El que estaba atrás mío, me tiró con todas sus fuerzas del pelo, haciéndome ir de espaldas, y el de adelante colocó una mano en mi boca, tapándola para que no grite, y me dio con el puño cerrado una terrible trompada en la boca del estómago, dejándome sin aire.

Esperaron que recupere el aire, y en el piso me dieron una patada en la espalda que me hizo arquear.

Estaba totalmente aturdida en el piso y uno de ellos comenzó a acariciarme el pelo diciéndome "No nena, así no, sin ofensas y con alegría. Nos obligas a ser duros por un caprichito tuyo, si sabes que te vamos a coger como sea, no agraves tu vida",

Intenté por reflejo sacarle la mano, pero otro tirón de pelos y otra trompada en el estómago, me terminaron de doblegar.

"Basta, por favor, basta, terminen de pegarme se los suplico", les dije tosiendo por los golpes recibidos.

"Ahora sí creo que nos vamos a llevar bien, igual la próxima viveza tuya, vamos a la pieza de tu marido y lo despertamos de un cuchillazo", amenazó mostrando un gran cuchillo en su mano.

Me sentaron en la cama y se sacaron toda la ropa, dejando ver dos miembros grandes que seguro me darían más dolor del que ya tenía.

Uno puso su miembro en mi boca diciendo "Chupá al pajarito para irse conociendo, que después va a dormir en tu nidito", y el otro se colocó tras de mí chupando mi cuello y levantando el camisón, me tocaba el culo desnudo.

Le comencé a chupar ese pene sucio y oloroso, aguantando el asco y llorando se lo comencé a succionar, mientras el otro chupaba el culo a todo lo que da luego de correrme para sacarlo de abajo y tenerlo libre.

Al rato me sacaron el camisón, me hicieron acostar y cambiaron los roles.

Ahora le chupaba el pene al otro que estaba de pie pero inclinado para que su pene quede a la altura de su boca, mientras el otro me chupaba primero las tetas y luego la concha moviendo ágilmente su lengua.

Sabía que tenía que controlarme como sea para no entrar en orgasmos y trataba de poner mi mente en blanco para alejarme de esa situación.

Pero el lengueteo era muy profundo y muy bien realizado, y aguantando todo lo que pude, no evité el primer orgasmo y tomarle la pija que tenía en mi boca con una mano y pajearla mientras la chupaba.

"Ya está loco, ya la tenemos, saboréala bien que quiere mas, así chiquita prendete , que ya te culeamos", dijo el que tenía la pija en mi boca al compañero.

El otro aumentó el ritmo, y chupaba mi concha y mi culo, mientras me manoseaba las tetas con mas rapidez, y el de adelante me bombeaba la boca con la pija hasta el fondo.

"Basta, ya no aguanto", dije sin seguir hablando para que no se escape una frase de placer.

Me pusieron en el piso , pues la cama era de una plaza, previo pusieron dos frazadas, me colocaron de costado, se puso uno adelante y otro atrás, me apretaron en el medio, me levantaron arriba la pierna y me ensartaron por los dos agujeros al mismo tiempo.

El de adelante tapó con su mano mi boca, sabiendo que yo gritaría cosa que intenté.

Eran muy salvajes penetrándome, se movían con furia como si me odiaran, querían romperme, y yo sentía terribles dolores en ambas partes, llegando a morder la mano que estaba en mi boca.

Terrible como me daban, como a los diez minutos , pude decir "Despacio por favor, me duele, mas despacio".,pero nada.

Logré que el de atrás me dijera "No sirve despacio, ya estan adentro y se nota que estas falta de esto,te vamos a poner al día".

Y me seguían dando para que tenga, ya la traspiración de los tres se escuchaba en cada choque de cuerpos.

Yo a esta altura ya me movía con ellos, pero igual dolía cada empujon de cualquiera de los dos.

Luego de un rato largo de tenerlos dentro mío, el de adelante acabó en mi concha y se corrió a un costado.El de atrás, mas liberado, me la ponía a todo ritmo buscando acabar pero destrozándome el culo, y a los quince minutos de soportarlo me llenó por el culo.

Quedé en el medio de ellos extenuada y dolorida, mientras me besaban y acariciaban todo el cuerpo.

"Muy bien linda, estuviste muy bien, vas a ver que contenta vas a estar mañana", me dijo uno mientras me besaba en la boca.

Media hora consideraron que era el tiempo para que me repusiera y para que sus pijas estuvieran otra vez paradas.

Uno de ellos, mientras me tomaba la mano para levantarme me dijo "Ahora vamos parados que entra mas adentro, vamos linda".

Quedé parada entre ellos dos, uno me abrió las piernas y con los roles cambiados , o sea el que me había dado por la concha lo tenía ahora en el culo, y al otro adelante.

No me taparon la boca cuando las dos pijas volvieron a meterse dentro mío al mismo tiempo.

Solté un suspiro grande cuando entraron, y me movía rápido cuando comenzaron sus movimientos y sin control dije "AH, me quieren ensartar toda guachos de mierda, ahora yo quiero su leche, denle carajo", estaba fuera de mí, tal vez el tiempo que pasó con mi marido imposibilitado salió ahora a la luz.

Fue mas de una hora, con dolores en todas partes y las piernas que se doblaban del movimiento hasta que casi juntos me volvieron a llenar los agujeros. Me hicieron limpiar sus pijas con mi boca, tragándome la leche que allí había.

Antes de irse, cuando amanecía siempre lloviendo, me cogieron de vuelta los dos juntos en el baño, luego de que se calentaran al verme orinar.

Volví a la pieza y Pablo seguía durmiendo, o se hacía el dormido, nunca lo supe.

Me dormí con dolores en ambos agujeros.

Volvimos a casa.

Yo actualmente sigo con Pablo ya operado y por suerte restablecido.

Nunca supe si él se enteró de esa noche, pero yo no tenía ganas de averiguarlo, me trataba de consolar que fui infiel para protegerlo.

MILORD

Milord148@hotmail.com