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Una mala noche

en No Consentido

UNA MALA NOCHE

Siempre dije, medio en broma, medio en serio, que yo tenía un imán para todo lo extraño, pero hasta allí, sin suponer que el imán fuera tan poderoso.

Yo estudio medicina, a mis 22 años, soy muy atractiva, demasiado, por desgracia.

Llama demasiado la atención mi cabello rubio bien claro y suavemente enrulado, demasiado.

Mis ojos bien celestes y grandes, mis pechos bien erguidos, desafiantes, incitan.

Mi perfecta cola, bien parada, resaltada por la ropa que me coloco y mis buenas piernas, no pasan desapercibidas, y eso no siempre es bueno.

Hay que sumarle a mi esbelta figura, que vivo sola en un departamento de un edificio viejo, y en mi piso soy la única habitante, muy mal cóctel para mí, pero excelente para otros.

Desde que vine de mi pueblo, allá por el norte, nunca tuve sobresaltos, pero todo llega.

Atraída por la gran ciudad, buscaba hacer mi carrera y salir del aburrimiento.

Buscaba la aventura, y vaya si la tuve. Mi nombre es Eugenia, hasta eso me gustaba de mí.

Rechazar pretendientes, nunca traer hombres a mi departamento, solo tener la cabeza puesta en mis metas, estudiar, ir a bailar, salir de compras, era lo que me gustaba.

Pero no siempre una hace lo que quiere, porque no puede o no la dejan, a mí no me dejaron.

En mi carrera de medicina venía adelantada, estudiaba y daba sus frutos.

Como quería ser psiquiatra, me anoté en una visita a un loquero para evaluar pacientes, muy mala idea.

Fuimos sorteados cuatro para ir un día, dos hombres y dos mujeres.

Llegó el día, nos encontramos a la mañana temprano en la facultad, nos dijeron a quien teníamos que ver allá y fuimos.

Era un loquero de hombres, pero bueno, no me olvidaba que había dos estudiantes de ese sexo.

Cuando llegamos nos recibió un jefe médico, y comenzamos la recorrida.

Llegamos a un pabellón de sádicos sexuales, con antecedentes muy bravos y allí comenzó mi horror, allí estaba él.

Estaba en una especie de celda, con dos puertas, al abrir una, quedaba la otra en la que se lo podía ver.

Esta sentado en el catre mirando al piso.Cuando se abrió la puerta nos miró.

Era morocho, de unos 30 años, pelo todo enrulado y largo, cejas muy tupidas, cara total de enajenado, y por supuesto, dada su condición, depravado, parecía alto, flaco, y con mirada muy penetrante.

El médico nos dijo que había violado cuatro mujeres, pero por habilidad del abogado estaba allí y no en la carcel, pero de cualquier manera, estaba loco. Habla poco, se masturba permanentemente y es peligroso hasta para sus compañeros.

Buen candidato, pensé. Y él me miraba, claro, yo era peligrosamente llamativa, y él lo notó.

Me quedé como atrapada ante tamaño espécimen, los demás siguieron y yo parada anotando mis apuntes y mirándolo.

El loco, desde allí, me dijo, "¿Te parezco tan raro doctorcita, nunca probaste 27x7 adentro tuyo?", se rió, y me fui volando.

Seguía escuchando su risa desde el pasillo, y yo aterrorizada, tropecé y me caí. Vino el médico a levantarme y me dijo "¿Qué le dijo?", una guarangada le respondí.

Me imagino, dijo él , y lo más triste es que es verdad.

"¿Qué es verdad?", pregunté con curiosidad.

"Las medidas que seguro le dijo. A las cuatro mujeres que agarró las mandó al hospital, las destrozó por los dos lados que usted imagina, les tuvieron que dar puntadas, imagínese.", dijo el médico ante mi estupor.

Terminamos la recorrida y nos fuimos, nunca más volvería allí, pero tampoco eso terminaría allí.

Esa noche pensé en ese loco tan especial y peligroso, se me erizaba la piel.

A la mañana siguiente, fui a la facultad, y todo transcurrió de una manera normal, pasé el informe, y me volví al departamento.

Abrí la puerta, y vi un sobre en el piso, estaba sin remitente ni tenía sello postal, o sea, alguien lo llevó hasta allí.

Lo abrí y lo leí "27x7 te aseguro que duelen, pero entra. Ya lo vas a probar".

Del terror, la carta se me cayó al piso y me senté en la silla temblando.

¿Cómo había llegado eso a mi casa?, ¿Quién lo envió?.

El pánico me invadió de tal manera que no podía reaccionar.

Traté de calmarme y pensar. Busqué el número de teléfono del loquero y llamé. Me dieron con el médico al que le expliqué todo lo que decía la carta.

"Es rarísimo. El tipo está acá en su pieza, lo acabo de ver. No entiendo como pudo ser. Tal vez sea una casualidad de otra persona, si él no sabe donde vive usted ¿cómo va a mandarle una carta?", dijo el médico, mitad extrañado y mitad sospechando que yo mentía.

Corté, y deduje que a la policía no podía ir, con esa carta y cuando averigüen que el loco está encerrado, van a pensar que la loca soy yo.

Esa noche casi no dormí. Cerré todas las ventanas, a la puerta le di doble llave, hasta la puerta de mi pieza cerré con llave.

A la mañana siguiente, cuando iba para la facultad, le pregunté a la mujer encargada de la limpieza del edificio si vio entrar a alguien. Me dijo que no y me fui.

Iba mirando para todos lados en la calle, hasta llegar.

Tenía miedo y era como que lo buscaba entre la gente, estaba paranoica.

Luego del estudio volví a casa y con miedo abrí la puerta y miré al piso, pero por suerte no había nada.

Me acosté sin dormir, pues me tocaba limpiar todo.

Cuando terminé de hacerlo, me di un baño bien caliente, me dispuse a prepararme la cena.

Mientras estaba cenando, sonó el teléfono, contesté y escuché "Es muy jodido aguantar 27x7, y por atrás ni te cuento, pero se mete toda bien adentro".Cuando intenté preguntar quien era, cortaron.

Ahora sí, sentí como el corazón parecía salirse del pecho, como un frío helado me recorrió el cuerpo, mis pierna temblaban de tal manera que me tuve que sentar.

¿Qué hacer?, llamar de nuevo era absurdo, pero tenía que sacarme las ganas de saber.

Llamé a un compañero de facultad y con la excusa de que necesitaba datos y yo no me podía comunicar, le pedí si podía llamar para saber que estaban haciendo ahora tres locos, entre ellos el peligroso. Sin dudar me dijo que sí, y me senté a esperar su llamado.

A los quince minutos me llamó y me dijo que habían terminado de cenar y se prestaban a dormir.

La confusión mezclada con el miedo eran totales.

¿Cómo?, ¿Quién?.

Esa noche, nuevamente me encerré toda y no dormí. Cualquier ruido me sobresaltaba, me daba terror. No sabía cuanto tiempo mas podría resistir así.

Luego de pensarlo toda la noche, decidí que no podía seguir así y junté ánimo y fui al loquero al otro día.

Lo vi al jefe médico y le dije lo del llamado.

"Realmente no entiendo, señorita que pasa. Ahora la voy a llevar para que lo vea. Yo le creo, pero póngase en mi lugar, tal vez usted se haya alterado al verlo y quedó sugestionada, no sé", me dijo mirándome raro. Yo le dije que el llamado no era sugestión, y le mostré la carta. Pero él luego de leerla y escucharme seguía sin creerme.

Me llevó a la pieza del loco, me dijo que podía estar 5 minutos, mientras él se fue a una punta del pasillo a hablar con un enfermero.

El loco estaba sentado como la primera vez que lo vi., me miro , y yo le dije juntando coraje "¿Por qué me molesta?, termínela con sus amenazas porque acá saben todo".

Mientras me miraba con una sonrisa horrible me contestó "No se de que habla, pero esos agujeros no sé si aguantan 27x7".

Salí espantada mientras él largó otra carcajada.

Ni le dije al médico eso,no tenía sentido.

Me fui peor que cuando entré, sin saber que hacer. Sabía que mentía cuando me dijo que no sabía de que hablaba, pero no sabía como podía comunicarse conmigo.

Pasaron diez días en los que no recibí nada, pero esa noche recibí un llamado.

Tardé mucho en atender, pero decidí hacerlo.

"¿La señorita Eugenia?", reconocí la voz del médico.

"Si, soy yo", le respondí aliviada al reconcerle la voz.

"Mire señorita tengo malas noticias para usted. El loco se escapó hoy de acá. Ya está avisada la policía y lo están buscando. Estaban en el patio, y no sabemos como le pegó en la cabeza a un guardia y huyó. Pero no tema, no creo que vaya a hacer algo contra usted. Cuando lo agarren la vuelvo a llamar. Hasta pronto.", dijo el médico mientras yo estaba blanca de susto.

Enseguida cerré todo y llamé a la policía.

Les expliqué lo de la carta y lo del llamado. Me preguntaron si grabe la amenaza por teléfono, a lo que les respondí que no.

"Mire señorita, no podemos mandarle un agente de custodia a su domicilio por dos causas: Primero que no hay pruebas ciertas de las amenazas, que en realidad, por lo que me cuenta, no son contra su vida, sino por causas sexuales, la carta no es prueba, porque aunque me duela decirlo la pudo escribir un amigo suyo, o conocido, o hasta usted misma. Y segundo porque estamos sobrepasados con denuncias efectivas y no tenemos personal disponible. Pero no se preocupe, lo estamos buscando y no va a tardar en caer", me dijo un oficial y me cortó.

Pasé la peor noche de mi vida. Espiaba la calle permanentemente por la ventana, y solo respiraba cuando veía pasar al patrullero.

Me iba a quedar encerrada hasta que lo agarren, pero me decía que pasaba si eso se demoraba mucho.

Al otro día estuve encerrada en mi casa, daba vueltas, miraba televisión esperando sentir alguna noticia, fumaba y tomaba alcohol buscando escapar de mi locura.

Pasé dos días ahí metida, pero abrí las persianas porque adentro, en la oscuridad no aguantaba más.

Llamaba varias veces por día a la policía para pedir novedades, hasta que me dijeron, que si llamaba tan seguido no los dejaba trabajar.

Y una noche sucedió lo peor.

Había terminado de cenar y por el calor que hacía, estaba en tanga y remera en mi pieza, y sonó el teléfono. Atendí en el aparato de mi dormitorio, ilusionada que era la policía, pero no.

Del otro lado de la línea escuché "Te queda hermosa esa tanga negra, se te mete bien en el culo, así se van a meter los 27x7, todos adentro".

Me volví loca, me estaba viendo. Volé a cerrar la ventana y la persiana.

Levanté el teléfono para hablar a la policía y no tenía tono, busqué algo por las dudas para defenderme y no había nada.

El error fue estar encerrada en la pieza. Abrí la puerta para cerciorarme que estaba cerrada la puerta de calle y congelándome lo vi al loco parado en el medio del comedor, con un celular en la mano y riéndose.

Había forzado la puerta, atónita, pálida y temblando le dije "La policía sabe todo, vienen para acá. Váyase sino quiere que lo atrapen".

"Los de la policía deben ser videntes, porque vos no pudiste llamarlos, y no creo que lo sean", me contestó y con un movimiento rapidísimo se acercó y me dio una trompada en plena cara que me hizo perder el conocimiento.

Me desperté atada de pies y manos en la cama, boca arriba y con la tanga puesta.

El loco estaba sentado en una silla al lado de la cama mirándome.

Cuando vio que abrí los ojos me dijo " Estás muy buena de verdad. Tenés unas tetas divinas y un culo espectacular. Te voy a perforar toda muñeca".

Yo tenía un pañuelo en la boca que no me permitía gritar. Ví que se empezó a sacar la camisa, luego bajó sus pantalones, el slip y aparecieron los 27x7 en todo su esplendor.

Era terrible, enorme , monstruosa, y estaba toda parada desafiante.

Sólo atiné a llorar cuando vi eso, ahora sí conocería el dolor en su máxima expresión.

Con el pañuelo que ya me ahogaba y mis lágrimas corriendo por toda la cara, le di al loco la señal que todo estaba bien para él.

Riéndose, tomó ese bruto aparato con una mano, y me pagaba con él en la cara.

Me lo pasaba por la nariz, los labios, por el pañuelo, los ojos.

Lo mojaba con mis lágrimas dándole un hermoso placer.

Después que me tuvo como 15 minutos con esa exhibición de poder, me comenzó a chupar las tetas.

Me mordía los pezones, los tiraba con su boca bien para arriba, me las apretaba con sus manos, me las escupía y succionaba su saliva de ahí, puso su gran pija entre el medio de mis tetas y se pajeaba con ellas, me pellizcaba los pezones.

Estuvo media hora con ese terrible juego, hasta que decidió ir más abajo.

Me acariciaba la concha por arriba de la tanga, me apoyó la cabeza del monstruo y presionaba como para penetrarme con tanga y todo, escupió la tanga y la limpió con su lengua, me chupó toda la tanga, me levantó y con el dedo lo quería introducir con tanga y todo dentro del culo, me acarició todo el culo.

Se cansó, rompió la tanga de los costados, la sacó y me la refregó por la cara, se la puso en la boca y la chupaba, mientras me miraba con ojos de estar disfrutando un manjar, y la tiro al piso.

Me miró la concha, ya desnuda, y vociferando que la iba a destrozar, la comenzó a chupar.

Chupaba, pasaba la lengua por los labios, la abría con dos dedos e introducía la lengua adentro, me sacaba pelitos de allí con los dientes, tironeando para arriba, de ahí pasaba a chuparme el culo y alternaba una cosa con otra, me metió dos dedos en la concha y uno en el culo y me penetraba por ambos lados.

Yo estaba con los ojos cerrados, conteniendo el maldito placer que ello podría provocar, pensando que cuando llegue la penetración iba a sufrir en serio.

Jugó casi 45 minutos en los dos orificios, escupiéndolos y pasándoles la lengua, apoyándoles la pija, insultándolos, amenazándolos, Me introdujo el mango de un cepillo de pelo en la concha, observando mis espasmos, todo tipo de vejación que exista.

Hasta que llegó lo peor.

Se untó con una crema que yo uso para la cara su pija y me puso en la concha, se subió arriba mío y me dijo con odio cerca de mi cara "Ahora yegua mal parida vas a conocer el dolor, hija de puta. No hay piedad para vos, cochina de mierda. Me mostrás la concha y el culo y te reís de mí, te los voy a destrozar puta.Vas a vivir en el baño sentada en el inodoro maldita .Fuiste a verme para cagarte de risa de mí y a mostrarme esos dos orificios que tenés, pero ahora los tengo y van a sufrir, la puta que te parió". Estaba desencajado, totalmente loco, mientras me decía eso, me daba cachetazos y me pellizcaba con todo los pezones haciéndome mover toda, me escupió la cara, me apretaba la nariz por un rato para ver que no podía respirar, cuando veía que me ponía roja me soltaba. Me apretaba el estómago para abajo con las dos manos, haciéndome inflar los cachetes de la presión, de todo.

Me puso la cabeza en la entrada de la concha y junto con un terrible grito que dio, la metió.

Vi dar vueltas todo a mi alrededor, quería expulsar el pañuelo de la boca pero no podía, una oleada de puntadas abajo me perforaban, sabía que me estaba desgarrando todo, lloraba y lloraba y me contorsionaba toda, era terrible, punzante, mortal.

Al poco tiempo ya la tenía toda adentro, sintiendo que había sangre abajo. El loco me miraba y me decía a los gritos "¿Y ahora yegua?, te la enterré hasta los huevos putita. ¿Te duele no?, pero te gusta tenerla adentro .Te la voy a sacar por la boca de los empujones que te voy a dar, te voy a reventar toda puta", y empezó el bruto bombeo.

Era imposible aguantar el movimiento del tipo, le daba y le daba sin compasión. Entraba y salía con empujones violentísimos, tomaba envión y la enterraba hasta el estómago.

Yo con los ojos cerrados, y pegados por las lágrimas, hacía ruidos con el pañuelo, mientras él , en cada envión cuando la enterraba gritaba y gemía como loco que era.

Estuvo una hora rompiéndome en serio,pegándome sopapos cada tanto, y puteandome siempre, me escupió toda la cara y me tiraba del pelo constantemente.

Hasta que acabó un mar de leche y quedó tumbado sobre mí.

La sacó con crema, sangre y semen, y la limpió en mi cara.

Abajo me quedó como adormecido, pero yo sabía que estaba destrozada.

Se puso a mi lado, me acariciaba todo el cuerpo mientras me insultaba y me dijo "Te la comiste toda nena puta, tenías una concha hambrienta al final, no parecías, pero te la comiste. Muy bien, seguro tu orto también debe tener hambre, ahora le vamos a dar de comer, decile que no sea impaciente.".

Yo casi no lo escuchaba, estaba hecha mierda. Ví con los ojos entreabiertos, que estudiaba como hacer para darme vuelta.

Encontró una manera muy eficaz y práctica.

Me dio otra trompada en la cara y de nuevo me durmió.

No sé cuanto pasó, pero cuando volví, ya estaba boca abajo, atada, y con dos almohadas bajo la pelvis para tener el culo bien para arriba y abierto.

El estaba chupando mi ano, vaya uno a saber desde hace cuanto, y cuando notó que me moví un poco comenzó con sus amenazas "Mirá como lo tengo a tu culo, parado, desafiándome para que lo rompa, y lo voy a partir al guacho.Le voy a enseñar a hablar. No vas a poder caminar por la calle que te vas a hacer encima. No vas a poder retener mas nada de ahí. Vas a tener que usar pañales perra".

Se untó otra vez con la misma crema y me untó el ano, enfiló para allí la cabeza y chau.

La metió de un saque, abriéndose el culo sin tiempo a resistirse.

El mundo estalló a mi alrededor. Brutal, bestial, indescriptible el dolor, no imaginable.

Parecía que el culo explotaba, y por dentro reventaba.

La presión seguía y yo sentía esa bestia perforarme hasta los intestinos.

El culo debería estar terriblemente abierto con eso adentro.

Movía la cabeza para los costados desesperada. Sentía esa terrible cabeza en mi estómago a punto de estallar.

Hasta que perdí el conocimiento y me desmayé.

Esperó que me recupere, cuando vio un mínimo movimiento en mí, me la encajó toda otra vez.

Mi culo volvió a explotar, no sé como soporté otra hora de bombeo despierta, un milagro.

Le dio y le dio con saña. La sacaba casi toda y empujaba hasta el fondo con violencia.

La sacaba, se cagaba de risa cuando con sus dedos tanteaba el ano y lo veía totalmente abierto, y la volvía a poner toda adentro.

Así una terrible hora, espeluznante, tétrica, fatal.

Acabó otro rio de leche, toda sucia de sangre, semen, crema y excremento, la limpió en mi cara que agarraba con su mano.

Se puso en un costado, y me dijo que esperaba un rato y me la volvía a poner en el culo que le había gustado mucho.

Al rato, y cumpliendo con su promesa, me volvió a clavar el culo.

A los quince minutos de bombeo sádico, se abrió de golpe la puerta y aparecieron tres policías con sus armas en la mano.

Quiso reaccionar, pero uno de ellos, le dio con la culata de la pistola en la espalda, volteándolo.

Lo agarraron, lo esposaron y lo llevaron.

Un policía me sacó el pañuelo, me desató, me ayudó a dar vuelta, y mientras yo lo abracé llorando como loca me dijo "Ya está, ya paso todo. Tal vez te tendríamos que haber hecho caso, perdónanos, lo siento muchísimo.".

Ellos se habían enterado que el loco tenía un enfermero cómplice que le dio mis datos y me mandó la carta y llamaba las primeras veces a casa. Ese mismo tipo lo ayudó a escapar.

Atrás vinieron los médicos y me llevaron en ambulancia al hospital.

Dos día internada y no sé cuanto tiempo de terapia, fue el resultado de esa noche, una mala noche.

MILORD

Milord148@hotmail.com