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Mi amiga Carmen (2o encuentro)

en Lésbicos

____ Mi amiga Carmen (2º encuentro) ____

Hola, esta es la continuación del relato "Mi amiga Carmen me incito", algo que nunca creí que se repitiera, pero como dice el refrán amigos, "La jodienda no tiene enmienda".

Desde aquella vez, no volvió a pasar nada entre nosotras. Solo, las miradas de deseo por parte de ella, y la vergüenza por la mía. Han pasado algunos meses; y la verdad es que, no paro de pensar en lo bien que lo pase. Recuerdo aquella dulce ducha, como un descubrimiento. Esa vez, sentí que los sentidos se desmadraron; dando paso, a una pasión inaudita para mí.

Aquellos pechos, los siento rozándose por los míos, bajándose por mi vientre, pasando lentamente, por mi piel. Y sus manos, las noto en mi cuerpo, atrayéndome hacia ella. Pero, sobre todo, recuerdo su boca… entre mis piernas, ella estaba ahí sorbiéndome mi clítoris y llevándome al cielo. Aquello fue sin premura, sin esperarlo, y estando ambas un poco chisposas, por la bebida que ingerimos, aquel día…

Nunca hemos hablado "de aquello", desde aquel día. Pero, ambas sabemos que aquello…, ciertamente nos gusto, Carmen me mira, intenta hablarme sin palabras, en sus ojos adivino lujuria y deseo. Por eso, rehuyo sus miradas. Incluso, me prohíbo cosas, así por ejemplo, hasta he dejado de ir a las reuniones de los jueves -con el grupo-. A lo que, todas me preguntan, que me pasa. Y que, porque no voy.

Mi comportamiento, con respecto a las gracias que siempre hemos hecho Carmen y yo, las he dejado a un lado. La complicidad que teníamos, se ha vuelto un poco sosa, por mi parte. Aunque ella, hace lo posible, por seguir siendo la misma de siempre. Pero, las dos sabemos, que algo ha cambiado.

Tanto es así, que un día se me presento en mi casa; sin más, para hablar conmigo, y esto fue lo que ocurrió…

Eran las 6,30 de la tarde, yo estaba echada en el sofá, como cada día. Me gusta echarme la siesta, ya que por las noches no duermo bien. Y, ese rato, me da la vida. Estando así, sonó el timbre de la puerta, y al abrir… cual fue mi sorpresa: era Carmen.

La invite a entrar y le pregunte que si quería café. Me dijo, que no que lo que quería, era hablar conmigo. Yo me puse nerviosa, sabia de lo que quería hablarme. Y la verdad, eso me era muy violento. Note, como mi cara se sonrojaba; y que ella, estaba un tanto violenta también. Así que, haciéndome la nueva, le dije: pues tú dirás.

Carmen dio un suspiro, y empezó a decirme que: "si tanto me había molestado, el encuentro que tuvimos aquel día". Que ella, por nada del mundo, había querido lastimarme. Y que, había notado un gran cambio, en mí. Que, ella apreciaba tanto… nuestra amistad, que por nada del mundo, quería que aquello terminase, por culpa de aquel encuentro.

Yo, la mire por un momento y me puse más nerviosa, si cabe. Notaba, que me temblaban las piernas, y que el tenerla cerca y a solas me estaba excitando. Tan de cerca, la tenía, que sentí como mis bragas empezaron a mojarse; y la adrenalina me subía, a una velocidad inaudita. Ella, se había relajado un momento, al haber soltado su preocupación.

Carmen, me miraba con fijeza, esperando una respuesta.

¡Si ella supiera que la deseo tanto!

Que, pensaría, si supiese que desde aquel día, no dejo de pensar en ella. Tanto, que incluso a solas, me he masturbado recordando aquel momento. "y sin más, me dije y que porque no". Así que, mirándola a los ojos, con intensidad, y un poco violenta le dije:

Tienes razón, Carmen. Mi conducta ha cambiado, pero no es por lo que tú crees. Aquello, no fue desagradable para mi. Todo lo contrario, intento a cada momento separarme de tu lado, porque me gusto tanto.

Cada vez que estas a mi lado, tengo que luchar, por no abrazarte y besarte. Y, hasta pienso, en volver a sentir, lo que ese día me hiciste sentir. Su cara cambio, de repente; y en su serio rostro, apareció una sonrisa.

Mi nerviosismo, se fue al infierno. Y mis palabras, ya me salían desde el corazón y del deseo contenido.

Me acerque a ella, le cogí la mano me la acerque a la boca y la bese. Esas mismas manos, las que me hicieron tan feliz. Noté su suavidad, y me la lleve al pecho y la deje allí sobre el corazón, para que sintiera como latía desbocado, en mi pecho, por su presencia.

Carmen me acercó, a mí, y me cogió la cara. Se fue acercando, con sus labios lentamente, y me dio un dulce beso -en la mejilla-. Sus labios se posaron suavemente, sus ojos me miraban; y de mis ojos salieron un par de lágrimas de felicidad.

Dicho todo esto, ya era imparable la situación. Las dos, sabíamos que esto era el comienzo; que ya nada nos iba a parar y que ahora estábamos serenas y que habíamos meditado los hechos.

La boca de Carmen se acerco a la mía, que se le entreabría invitante; esperando a su sabor. Mi lengua salió, a tocar la suya. Mis brazos volaron a su cuello, atrayéndola hacia mí. Nos caímos en el sofá llenándonos de caricias, mis manos volaban por su espalda, mis dedos bajaban lentamente por ella, sus pechos se clavaban en mi pecho, y nuestras bocas incansablemente se besaban.

Al retirar nuestras bocas, nos sonreímos ella retiro mi pelo de la cara, y me besaba el cuello. Su lengua, ahora se paseaba, por los lados de mi cuello, causándome escalofríos de placer. Ella, iba haciendo que mi piel se aterciopelara y que mis pezones se me salieran.

Su mano se metió bajo mi jersey, acariciando mi vientre y mis costados. Luego fue subiendo y rozando mis pechos, sobre el sujetador. Mis pezones, iban a reventar, estaban duros; y de mi boca salían los primeros gemidos.

Notaba, a mi flujo manar por entre mis piernas. Mi sexo, latía sin piedad pidiendo caricias. Subía mi pelvis, intentando rozarme con la suya. Caímos sobre la alfombra, sin parar de acariciarnos. Los besos se sucedían uno tras otro, como si estuviésemos sedientas de ello, y en realidad lo estábamos.

Carmen, empezó a quitarme la falda, me bajo la cremallera -de esta- con una mano. Mientras, con la otra, me acariciaba el pezón de un pecho y a la vez me chupaba el otro ¡Y me maravillaba, de la delicadeza, con la que me lo hacia todo!

Yo mientras, metía mi mano bajo su falda, iba acariciando su culo y apretándolo. Le metí, mi mano bajo su braga y lentamente lleve mis manos, hacía su sexo. Noté la suavidad de este, que estaba muy lubricado.

Mis dedos, empezaron a inspeccionar su cueva, deslizándose arriba y abajo. Iba notando, la textura de su piel, las rugosidades y las prominencias de aquel tesoro, que me hacia sentirme, recolectora y rica en placeres. Con mis dedos, le abría y separaba sus labios, los mayores y los menores. Y en uno de esos vaivenes, se coló uno, en su cueva; haciendo que Carmen, entregadamente, se pusiera boca arriba y se dejara hacer –abandonada a mí-.

Desabotone su blusa, y me senté encima de ella abriéndome mi concha y ella la suya. Mezclamos nuestros flujos y empecé a moverme: adelante y atrás. Nuestros clítoris se rozaban, y se adherían a nuestros sexos –debido, a la gran humedad, del flujo que ambas teníamos-.

Yo, apretaba mis piernas a las suyas; y a la vez, empujaba hacia abajo, entre movimientos alternados: o bien iba de lado a lado, o iba desplazándome arriba y abajo. Carmen, me cogía los pezones y me estrujaba mis pechos. Mientras, mis manos se agarraban, fuertemente, a sus cachas y hay… nos dejamos ir, entre gritos y gemidos.

Caí sobre ella, casi sin respiración. Las dos, estábamos muy agitadas. Aquel orgasmo, había sido fortísimo y nos dejo extasiadas, a ambas. Así nos quedamos, sobre la alfombra del salón, extenuadas, mirándonos y sonriéndonos. Nos cogimos, de la mano, entrelazando nuestros dedos y besándonos dulcemente.

¡Carmen, querida Carmen! amiga mía, cuanto te he echado de menos. Y seguimos amándonos, varias horas más, reconfortándonos en esta segunda entrega, ahora con plena conciencia y sin vergüenza.

 

Evelyn45

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