___El hombre que me odia____
Yo, miro a través de los visillos, veo su silueta en la acera de enfrente, de vez en cuando, mira hacía mi ventana y parece espiarme, intento reconocerlo, pero no lo identifico. Nunca lo había visto antes.
Hace varios días que merodea por el barrio, incluso algunas veces noto como me sigue, ando por las calles y noto su mirada clavada en mi espalda sobre mi nuca y siento como me atraviesa, a veces me giro y veo que se hace el despistado y mira hacia otro lado o se para ante cualquier escaparate disimulando su seguimiento, entonces aprieto el paso y acelero intentando despistarle o entro en algún bar y espero a que se haya ido, pero cuando salgo de nuevo a la calle siento de nuevo como me observa, y siento su mirada como se deposita en mi persona.
Voy al trabajo y logro evadirme un poco de esta situación que me esta obsesionando, a veces suena mi teléfono y cuando contesto nadie responde, solo escucho una respiración que me pone la piel de gallina, pregunto de nuevo y nada no contesta, me asomo a la ventana y esta allí en la acera de enfrente esperando y haciéndome comprender que me espera; últimamente he pensado llamar a la policía pero no tengo pruebas, solo me sigue expectante a cada paso que doy.
Salgo del trabajo y de nuevo siento su mirada, me giro pero entre la muchedumbre que va caminando pierdo la visión de su figura, ¡pero se que esta por ahí! Hago algunas compras y vuelvo a casa.
Subo y veo que toda esta en orden, me asomo a la ventana ocultándome tras los visillos, no hay nadie en la acera de enfrente, siento un gran alivio, respiro hondamente y sigo el día con mis quehaceres.
Preparo la cena y me siento placidamente frente al televisor, veo una película de suspense, que no termino de ver porque casi me esta poniendo los vellos de punta y me recuerda que alguien me espía. Apago la tele y me estiro mientras el sueño me avisa con gran bostezo,
Me pongo el pijama dispuesto a dormir, apago las luces y me asomo de nuevo a la ventana. Es el, de nuevo esta en la acera de enfrente y se pasea por ella recorriéndola de un lado a otro.
Busco, un mejor ángulo y acabo moviendo ligeramente el visillo, por un momento nuestras miradas se cruzan, y el me saluda con la cabeza. ¡No hay duda! Ese hombre me odia, no se que pretende de mi sigue en la acera de enfrente, y no aparta la vista de mi ventana. Lleva toda la semana igual se queda fijamente mirando sin pestañear, poco a poco esta logrando que me ponga nervioso, hay noches que ni duermo pensando en cuales serán sus intenciones.
Soy un hombre normal con una vida normal, vivo y dejo vivir nunca pensé que algo así pudiera sucederme pero estaba sucediendo.
El miedo se apodera de mi persona, desde la ventana veo que se dispone a cruzar la calle, tira el cigarrillo sin dejar de mirar a la ventana, cruza la calle y se dirige a la puerta. Ya no lo veo, pero no suena el timbre. Me asomo a la mirilla y lo veo a través de esta la inseguridad se esta apoderando de mi, noto mis piernas como me tiemblan y un sudor frío me recorre el cuerpo.
Lo oigo hurgar en la cerradura, sabe usar una ganzúa,!Sorpresa! Sube y entra en la habitación como si estuviera en su casa. Saca algo de su bolsillo que en la oscuridad parece una navaja voy desplazándome despacio para que no me oiga, y me voy encaminando a buscar mi teléfono pero no recuerdo donde lo dejé, mi mente ahora no puede pensar. ¿Qué hago?
Pienso que debo enfrentarme a el, y no doy más vuelta, enciendo la luz de la estancia, me mira, lo miro, nos miramos y digo lo que siempre supe que iba a decir: ¿Qué quieres de mi, porque me espías, que quieres?
Te acercas a mi, entras te sigo mirando a los ojos, fue un segundo no me dio tiempo a reaccionar, noto un pinchazo en mi vientre, mientras veo como tu cara sátira disfruta, llevo mi mano hacía mi abdomen en un acto reflejo, acabo cayendo al suelo, y me quedo sin vida encharcado en sangre, que destila lenta desde mi cuerpo al suelo, pierdo la visión, las fuerzas me abandonan, descanso mientras cargas con la muerte de un hombre tranquilo.
Y solo un ¿Por qué? sale de mi boca, queriendo saber porque este castigo.
Aún no lo sabes González, tu atropellaste a Herminia y a su bebe y te diste a la fuga. Por eso vas a morir.
Me acuchilla repetidamente en el estomago, se ensaña conmigo, quiere asegurarse bien de que no saldré de esta, no me da tiempo a decir que yo no soy González, que no tengo coche ni he conducido jamás ninguno.
Lenta agonía mirando al techo. Agonizo repasando una y otra vez los hechos, y creo que moriré sin saber, si me ha tocado un asesino inútil o un vengador eficaz.
Solo se que muero y que ese hombre ya nunca más me seguirá, aunque en su mente, seguro que yo si estaré, espiando y hurgando sus pensamientos recordándole a cada paso que es un asesino.
Conchi