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Antofagasta

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Parecía cualquiera de esas hermosas chicas que aparece en televisión. Estaba sentada en un banco casi en medio de la plaza, solita, bajo el sol imponente que fustiga un aire que todo lo calcina.

No era de aquí, sino de Santiago, y ayer había llegado a la casa de su abuela donde se quedaría unos días, pues estaba de vacaciones. Estudiaba sicología pero había tenido propuestas para modelar. Tenía veinte años. Le aconsejé que incursionara por el mundo de la moda, el lucro sería exorbitantemente mayor.

Le expliqué que en unas pocas horas partía mi bus rumbo a Arica, pues seguía rumbo norte en mi viaje por el mundo subdesarrollado, y que deberíamos ir a tomar alguna cerveza para festejar el encuentro. Si, claro, me gustaría harto, pue.

La tomé de la mano y fuimos caminando como novios rumbo a un pub. Con mi brazo le rozaba una teta. Ella hacía como si nada. Tenía un perfume con aroma jazmín que quedaba flotando por unos instantes en la atmósfera. Realmente pertenecía a la oligarquía. De todas maneras, pudimos intercambiar ideas y cultura, y a pesar de ser rubia y bella era inteligente. Como sucede en muchos lugares, a las más lindas los hombres no se le acercan. Era ella la que tenía que tomar iniciativa cuando alguien le gustaba.

El tiempo, cuando quiere, vuela y se escapa. Después de unas cervezas debía regresar al hotel a terminar de empacar mis cosas. Me quieres acompañar?

Como siempre, me alojo en los hoteles más baratos de la ciudad. Estaba en un segundo piso. Cuando ingresamos e intento prender la luz se quema el foquito y quedamos a oscuras. Como no era mucho lo que tenía que empacar, le pedí que me sosteniera el encendedor unos segundos así guardaba la poca ropa tirada y nos marchábamos. Cuando estoy terminando, me dice, sabes qué, nunca he besado a un argentino, he besado a muchos extranjeros, a americanos, franceses ,ingleses, incluso a un japonés, pero a un argentino, nunca. No terminó de hablar que le partí la boca de un beso. Sabes qué, le digo cuerpo a cuerpo, haciéndole sentir mi sexo, sosteniéndole los cachetes del culo con mis manos, nunca he follado a una chilena, he follado a brasileras, peruanas, mulatonas, incluso una paraguaya, pero a una chilena, nunca. Miré mi reloj, me quedaba media hora. Sin más empezamos con el placer. Recuerdo gustaba meterme la lengua en la boca y gemir y gritar y moverse contra las embestidas que le provocaba. La puse completamente desnuda en la típica postura occidental de mujer abajo con las piernas abiertas, hombre viril arriba bombeando. Estiré mis brazos sobre ella, de manera que la poseía completamente y me aferré del respaldo de la cama y paulatinamente lo que había comenzado con sutileza y sensualidad se había transformado en pura acción vertiginosa de un placer frenético y un deseo primitivo que absorbía la realidad. Todo el tiempo nos besábamos. Era la mujer más bella con quien había estado, por lejos. Sentí un par de veces contracciones de ella que declaraban rotundos orgasmos. Así la cabalgata continuó entre gemidos y transpiraciones y hedores de nuestros sexo. Miré mi reloj, me quedaba muy poco tiempo. Entonces encontramos un ritmo lujurioso y alegre y cabalgamos a tempo hasta que alcanzamos el frenesí juntos, y luego quedamos empapados en sudor y rendidos ante la extenuación, satisfechos y llenos de sexo. Empezamos a reírnos como chicos que han hecho alguna travesura.. Nos cambiamos rápido. Sabes qué, como me han excitado tus huevos cuando me chocaban el culo Fue lo mejor de mi vida. Me sentí un semental latino que anda suelto por el mundo satisfaciendo y llenando la vida sexual de hermosas mujeres.

Media cuadra antes de llegar a la terminal, me dice, por qué no te quedas unos días conmigo, me gustaría harto?

Me encantaría muñeca, pero ya he pagado el pasaje y el mundo me espera.

No importa, quédate, yo te pago el pasaje, tu no te imaginas cuanto dinero tengo.

Quedé atónito. No sabía qué hacer. Yo no tenía mucho dinero y sobrevivía a duras penas, era la libertad la que me hacía millonario. Y dónde dormiré, le pregunté. Bueno, pues en un hotel, porque en la casa de mi abuela no puedes.

Ahora, tiempo después, creo que fue eso lo que me desalentó. Soy una persona libre que vive la aventura y ya tenía el pasaje que salía rumbo Arica, y de allí Bolivia, y siempre fui de actuar y seguir mis impulsos y así lo hice. Le dije, lo siento, debo partir, quiero salir de aquí Por qué no te vienes tu conmigo?

No puedo, no soy como tú. Pero al menos lo pensaste y casi logro que te quedes por mi, consolándose ella misma respondió.

Llegamos justo a tiempo. Ya estaba por salir el bus. En eso que estaban acomodando mi equipaje y guitarra, me dice, no me gustan las despedidas, entonces me besó en la boca y como una diosa se marchó. Sentí una rica sensación húmeda de su saliva en mis labios.

A los pocos kilómetros, recuerdo, estaba tremendamente arrepentido.

Boludo!