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Cuatro Días (Capítulo 1)

en Parodias

CUATRO DÍAS

 

Capítulo 1

 

-¿Te falta mucho, cariño?-volví a escuchar la voz de mi madre a través de la puerta del baño.

Yo me volví a contemplar en el espejo, y me volví a pasar el peine, y a ajustarme el nudo de la corbata. Nuevo repaso. Estaba nervioso y no terminaba de verme bien.

-¡Salgo en seguida, mamá!-contesto de nuevo a través de la puerta.

-¡Vas a llegar tarde a tu cita!-oigo la voz de mi padre desde el salón.

-¡No es una cita, solo es una cena!-vuelvo a corregirle. Solo una cena, repito para mi mismo una vez más. Sí, una cena, pero con ella, con Mimi, me martillea de nuevo aquella voz juguetona de mi cabeza. Seguro que cuando llegues esta guapísima, se habrá arreglado, ya sabes como es, y lo habrá echo para ti, por ti, aquella vocecilla llevaba toda la semana comiéndome la cabeza, no me dejaba concentrarme en nada de lo que hacía. A cada momento me excitaba con todo tipo de imágenes. Me la presenta en las más variopintas y sensuales poses, y sí, desnuda. Me imaginaba hundirme entre sus blanquísimas piernas, gozar de aquel bello cuerpo que la naturaleza le había dado… No necesitaba mucho para hallarme completamente victima de una erección. No, no hay que guardar falsas esperanzas, me digo, Para ella soy un buen amigo a quién devuelve un favor, ella es una de las chicas más populares y guapas de su universidad, y yo solo un “empollón”, un “friki de los ordenadores, no se fijaría en mi para nada, ella se fijaría en chicos de su nivel, guapos y populares, como Matt, o en alguno de sus amigos americanos, no en mí.

Me vuelvo a mirar en el espejo. No hay nada más que pueda hacer. Miro el reloj. Queda solo media hora para las ocho. A esa hora me comprometí a llegar. Debo salir ya o no llegaré a tiempo. Tomo aire una vez más, me siento algo agobiado, y nervioso. Salgo del baño.

Un flash casi me dejo ciego nada más cerré la puerta del aseo.

-¡Mamá!-protesto.

-No te enfades, cariño-me dice detrás de la cámara-Estás muy guapo, tan elegante, de esto tiene que quedar constancia en nuestro álbum de fotos: Izzy en su primera cita-otra foto-¿Verdad que esta muy guapo, cielo?

-¡Pues claro!-asiente mi padre-Ya es todo un hombre, un hombre que va a su primera cita.

Ya esta claro que lo dicen de broma, para pincharme, reaccionar negándolo sería darles lo que quieren, así que me mantengo callado. Llevo toda la semana, desde que les pedí permiso el lunes, diciéndoles que es solo una cena con una amiga, nada más, pero han querido ver ese algo más. Y la verdad es que no han sido los únicos. Aunque en eso la culpa ha sido mía, debería haber sido más cauteloso. Tendría que haber sabido que pidiéndole consejo a Tai solo conseguiría que todos mis conocidos se enterasen y empezasen con la misma sorna. No lo habría conseguido mejor ni anunciándolo en algún cartel publicitario. Todos parecían dar por supuesto que sentía algo por ella, no sé porqué, y que iba a dar el paso en aquella cena.

-Bueno, me voy-digo simplemente-¡Hasta luego!-me despido.

-Espera-me llama mi padre cuando estoy a punto de abrir la puerta, se acerca a mi, abriendo su billetera y me extiende un par de billetes-Hay una floristería cerca de aquí, al lado de la parada del autobús, a estas horas sigue abierta, deberías pasarte de camino.

¿Llevarle flores, yo, a Mimi?, ¿qué pensaría ella?, supongo que quedaría bien, pero solo imaginarme teniendo que entregárselas, seguramente yo todo colorado,…, me daba vergüenza siquiera imaginarlo.

-Ya voy con el tiempo justo-digo como excusa.

-Seguro que te perdona el retraso si apareces con un bonito ramo de rosas, ¡anda!

No tengo razones para negarme. Y la idea es buena. Cojo el dinero que me tiende.

-Gracias.

-Y no olvides usar protección, ya sabes a lo que me refiero.

-…-no supe reaccionar a eso.

-¡Eh!, yo sé lo que es ser joven y pasar un buen rato con una chica guapa. Pero no quiero ser abuelo todavía. Y deberías irte ya o llegarás tarde.

-Sí,…, ¡hasta luego!-digo saliendo de mi parálisis y cruzando la puerta.

-Hasta luego, ¡pásatelo bien!-me dice mientras salgo.

El camino, aunque demasiado corto para coger el coche, resultaba largo andando. Y más si quería pasar por la floristería. A pesar de todo, me pareció volar. Estaba tan nervioso que no sé como, pero quería llegar y no llegar, me parecía ir demasiado rápido y demasiado lento a la vez. Se me paso por la cabeza no ir y ponerle una excusa al día siguiente. Mi cabeza era un hervidero de pensamientos. Tenía una cena con la chica que desde hacía tiempo venía siendo el principal de mis pensamientos. Al principio, desde el principio, solo había sido una amiga. No puedo negar que, desde que empecé a mirar a las chicas con otros ojos, su belleza me había atraído, además de su forma de ser, tan extrovertida, arrojada, animada,…, ¿cuándo este agrado, cuando la amistad se transformó en deseo y en amor? No lo recordaba, no lo sabía, fue un proceso tan leve, que no lo percibí, hasta que un día me golpeo la dura realidad…

Aquel día,…, lo recordaba muy bien. Yo volvía de la facultad a casa, pensando como siempre en mis cosas. Me encontré con ella en el parque. A esas horas no tenía nada que hacer y le gustaba salir a correr y a tomar el fresco. Llevaba su chándal rosa, y el pelo, recogido, brillaba por el sudor bajo la luz del sol. Su sudadera, empapada por el esfuerzo, se le pegaba al cuerpo, marcando bien sus preciosos y grandes senos. Yo intentaba no mirarlos, podría haberme quedado embobado. Nos saludamos, yo iba a seguir mi camino, pero ella me abordo. Quería que la ayudase con un problema en el ordenador. Yo, por supuesto, le dije que sí. Empezamos a hablar, nos sentamos en un banco, fue una entretenida charla. Siempre había pensado, prejuzgando tal vez demasiado, que las guapas eran tontas, de poca conversación, pero Mimi no. Estuvimos un buen rato, hasta que a ambos se nos hizo tarde. Y al despedirnos, me dio un beso en la mejilla. Aún me estremezco al recordarlo, sus suaves labios en contacto con mi piel. Ese fue el sello que firmó mi perdición.

Y ahora tenía una cena con ella, una cena en su casa, e íbamos a estar solos. Todavía no me creía como era posible. Todo empezó el lunes, de una forma tonta. Como en otras ocasiones, fui por la tarde para echarle un vistazo a su portátil, que volvía a fallar. La verdad es que me gustaba cuando eso pasaba. Podía dedicarme a mi pasión por los ordenadores y estar con ella al mismo tiempo. Para mí, esas tardes eran como el paraíso. A veces incluso tuve la tentación de no arreglarlo bien, para saber que pronto pediría de nuevo mi ayuda, aunque jamás llegue a hacerlo, por suerte. Este lunes, después de limpiar su disco duro, que había sido infectado por un virus, y mientras nos tomábamos una limonada, ella hablo de que debería pagarme por todo el trabajo que me daba. Por supuesto, me negué. Ella insistió. Así que dije que con que me invitará algún día a algo me consideraba pagado. Y ella me ofreció una cena la noche del viernes. Este viernes. Hoy. En su apartamento. Ella lo compartía con Sora, pero esta iba a pasar la noche fuera, con Tai, así que sería una cena intima. Desde que me lo dijo no pude dejar de pensar en eso. En como lo había dicho, en su tono. ¿Habría algo más? Quería pensar que sí, pero no podía creerlo. Demasiado bueno para ser verdad.

Entre estos pensamientos estaba cuando vi que había llegado a la calle en dónde vivía ella. Respiré hondo y seguí el camino, hasta el portal del edificio. Cerca de éste vi una figura familiar: Sora. Estaba al lado de la puerta. Parecía estar esperando algo. Cuando estuve lo bastante cerca pude notar que estaba arreglada, claramente para salir. Estará esperando a Tai, pensé.

-¡Buenas noches!-la salude.

-¡Ah, Izzy!, ¡buenas noches!-me devolvió el saludo, volviéndose hacía mí-¡Vaya!-me mira detalladamente de pies a cabeza, yo me tengo que esforzar por no ruborizarme ante tal examen-Estás muy elegante-determina-Muy bien.

-Gracias, tú estás muy guapa-digo, aunque pronunciar cada palabra me cuesta un esfuerzo casi sobrehumano.

-Gracias, eres muy amable. ¿Esas flores son para Mimi?-me pregunta, señalando el ramo.

-Sí-digo, temiendo que me diga que no le gustaran, que es poco original, o algo peor.

-Un buen detalle. Seguro que le gustan-tuve una gran sensación de alivio al oír eso-Venga, sube. Mimi estaba muy emocionada, con ganas de verte.

-¿De verdad?-Al escuchar eso fue como un rayo de esperanza en la noche. Mimi emocionada por ti, con ganas de que estés con ella, volvió a aparecer aquella vocecilla.

-Claro.

Estaba a punto de despedirme de Sora para entrar al portal cuando Tai llegó. Siempre le había visto bastante desaliñado, él nunca me pareció de los que se preocupan por el aspecto, pero esa noche no, desde luego.

-¡Ey, Izzy!, ¿cómo te va?-me saludó acercándose. Al llegar rodea a Sora por la cintura-Hola pelirroja-le da un beso al que ella corresponde. Nunca había visto un beso así, salvo en alguna película. Creía que lo del beso francés era leyenda, pero él le metía toda la lengua y jugaban con ellas. Mientras, las manos de Tai no estaban quietas, sino que sin vergüenza ninguna, recorrieron el cuerpo de ella hasta, por debajo de su falda, rozar su entrepierna. ¿Has visto eso?, salta la vocecilla, ¿Te lo imaginas? Tú y Mimi, tus labios sobre los suyos ¿Eh?, ¿te lo imaginas? Tus manos recorriendo su cuerpo. Intento dejar de lado esas ideas-Veo que vas echo un pincel-me sigue diciendo tras el beso-¿Vas a tu cita con Mimi, eh?

-No es una cita, te lo repito-no puedo evitar decirlo.

-Traje elegante, flores, cenando los dos solitos,…, si eso no es una cita-dice él, sonriendo maliciosamente-No sé que es.

-No le molestes, hombre-me defiende Sora-Si él dice que no es una cita, no lo será. Además, él ha tenido el detalle de traerle flores, ¿y tú, me has traído algo?

-¿Qué flores tengo que traer cuando tengo la rosa más hermosa entre mis brazos?-salta él mientras le da un beso en el cuello, no imaginaba que Tai pudiera decir algo como eso, tan poético.

-¡Qué cosas me sabes decir cuando quieres!-suspira ella-Bueno, vamos o llegaremos con la película acabada. Hasta luego, Izzy ¡Qué lo paséis bien tú y Mimi!

-¡Sí, suerte en tu cita!-se despidió Tai-Y que te vaya bien en…-termino con un gesto claramente obsceno.

Ambos se fueron andando por la acera, abrazados, la verdad es que hacían una buena pareja, aunque eso siempre lo supimos todos ¿Seriamos Mimi y yo una buena pareja? Deje de lado esa pregunta y entré en el portal. Llamé al telefonillo.

-¿Quién es?-se escucho la suave voz de Mimi en el rellano.

-Soy yo, Izzy-respondo-Abre, por favor.

-¡Claro, Izzy!-la puerta se abrió con un ligero chasquido-¡Te espero!

Entré y me dirigí directo al ascensor. Había estado allí muchas veces, así que ni siquiera necesitaba fijarme por donde iba, aunque nunca me había parecido subir tan rápido, ni el pasillo que conducía a la puerta de su apartamento fuera tan corto. Me quede un momento frente a la entrada de éste. Parado, casi sin saber que hacer. Había llegado el momento. Finalmente, tuve fuerzas y me decidí. Alce el brazo y pulsé el botón del timbre, y apenas había retirado la mano cuando la puerta se abrió.

Casi me quede de piedra. ¡Estaba deslumbrante! Llevaba un magnifico y ceñido vestido carmesí que dejaba al descubierto sus gráciles brazos, dado que no tenia mangas, y la mayor parte de sus piernas, desde el muslo, al andar. El escote era perfecto, no enseñaba de más, para dejar juego a la imaginación, pero dejaba ver bastante de esos dos perfectos montículos. Llevaba dos zapatos rojos, a juego con el vestido, de tacón. Esto me hacía sentir todavía más enano, pero en ese momento no me importo. No llevaba joyas salvo una gargantilla de oro aunque yo siempre había pensado que sería más adicta a estas. Sus labios también estaban rojos, me parecía que brillaban como el fuego. Su cabello le caía, suelto, liso como una cascada, por la espalda y como un flequillo alrededor de su rostro. Y sus ojos, esos ojos miel que tanto me encandilaban al mirarme estaban bellamente perfilados por el rimel.

-¡Hola Izzy, buenas noches!-me saludó-Bienvenido, pasa.

-Buenas noches Mimi-salude cuando pude volver a articular palabra al tiempo que cruzaba la puerta, que ella cerró a mi paso-Toma, he comprado estas flores para ti-se las tiendo, no sin ruborizarme.

-¡¿De verdad!?, ¡son muy bonitas, gracias!-les coge e inspira su olor-Iré a ponerlas en agua. Tú ponte cómodo, como si estuvieras en tu casa.

La seguí por el pasillo hasta el comedor. No tenía perdida, claro, el apartamento no era demasiado grande, y yo ya había estado muchas veces allí. Ella entro en la cocina, que estaba comunicada con el salón-comedor por una ventana. Mientras ella colocaba en un recipiente las flores, yo observe la mesa. Estaba ya dispuesta, muy elegante. El aroma de la comida llenaba la pequeña habitación. Había preparado ternera, acompañada de puré de patata. Para beber vi una botella de vino. Hasta había dispuesto las servilletas con forma de algún pájaro exótico que yo desconocía, no sabía que a Mimi se le diera bien la papiroflexia. Ella entró al poco. Había puesto las flores en un jarrón de cristal que colocó sobre un estante.

-Aquí quedarán bien-dijo-Me encantas las flores.

Tendré que darle las gracias a papá por el consejo, pensé. Entonces recordé lo que le había oído decirle a Tai a Sora. Le podrías decir tú algo a ella así de bonito comentó la vocecilla. Pero Tai y Sora son novios, no es lo mismo. Y tú quieres que Mimi sea la tuya, ¿no?, venga, piensa algo y dilo, ¡ya! Aquella vocecilla se impuso.

-Creo que es lógico, flores para una flor-comento tímidamente, casi deseando que no me escuchara.

-¡Ay, qué dices!-se río, su risa era refrescante y cristalina como el agua. De hecho, me fije en que por sus mejillas paso cierto rubor-Gracias por el cumplido. Bueno, sentémonos, la cena esta lista. 

Nos sentamos. La verdad es que tenía apetito y el aroma que ascendía desde los platos terminaba de despertar a mi estomago. Empezamos a comer.

-¿Qué te parece?-me pregunto-¿Esta bueno?

-Esta delicioso-le dije, y era verdad, no imaginaba que Mimi cocinase tan bien.

-La verdad es que Sora me ayudo un poco, sobre todo para condimentar la ternera. Ella entiende de esas cosas.

-Diría que esta perfecta.

-Me alegra que te guste. ¿Quieres abrir el vino?

-Claro-me levanté para alcanzar la botella y el abridor. Me costó un poco, porque nunca había abierto yo una. Cogí su copa y la llene hasta la mitad, luego hice lo mismo con la mía.

-¡Brindemos!-me dijo ella al sentarme, alzando su copa en el centro de la mesa.

Yo iba a alzar la mía cuando el ruido de un móvil lleno de repente toda la estancia.

-¡Perdona!-me dijo levantándose. Cogió el teléfono, que sonaba en un estante cercano, miró la pantalla, para saber quién llamaba y descolgó-Oye, te dije que esta noche estaba ocupada-escucho una respuesta-Sí, lo de la cena con Izzy no era un chiste, ahora mismo esta aquí-de nuevo hablaba él o la otra-También te dije que no quería acompañarte ¿Tengo que decirte una vez más que solo somos amigos?-ahora pude casi oír al otro, debía haber gritado o casi-¡Pues mira, sí!, le prefiero a él mil veces ¡Adiós, Matt, no vuelvas a llamarme en toda la semana!

Dejo de nuevo el móvil sobre el estante y se sentó en la mesa.

-Perdona la interrupción-me dijo.

-No pasa nada-¿Acaba de decir que me prefiere a mí antes que a Matt, el guapo líder de una banda de música que vuelve locas a montones de chicas solo con subir a un escenario?

-Estábamos en un brindis, creo-dice, alzando de nuevo su copa-¡Venga, por nosotros dos!

¿Por nosotros dos?

-Claro-dije-Por nosotros-las copas hicieron su habitual chin chin al chocar.

Bebimos. El vino estaba bueno, aunque no estaba acostumbrado a beber alcohol.

Seguimos comiendo, y hablando,… y bebiendo. Al principio no quería beber mucho. Pero ella me animaba. No tienes que conducir para volver a casa, bromeó. Así que para cuando terminamos de comer, la botella estaba ya casi vacía. Hablamos de muchas cosas, desde aquellas aventuras que vivimos en el mundo digital a las clases. Y según fluía el vino, fuimos tocando temas más comprometidos e íntimos. Y no sé si era por el alcohol, pero cada vez me parecía verla más atractiva. En un momento dado, acabamos hablando de ella.

-Cuando Sora y yo nos instalamos en este apartamento al principio nos fue un poco mal-me cuenta-La verdad es que yo echaba mucho de menos las comodidades de vivir en casa, con mis padres. Pero logramos aprender a convivir. Es una buena amiga y compañera de piso. Cuando estábamos en el primer año de carrera salíamos juntos casi todas las noches, pero desde que ella y Tai son oficialmente pareja, tiene menos tiempo, claro.

-Lógico-fue lo único que atine a decir.

-Sí-suspira, vacía de nuevo su copa-Si yo tuviera pareja podríamos salir juntos los cuatro, sería divertido.

-¿Estás?,…-casi me atraganto, me miraba de una forma con aquellos grandes y dulces ojos-¿Estás ahora interesada en alguien?-logró preguntar, luego bajo la mirada mientras termino con el poco puré que había en mi plato.

-Siendo sincera,…, hay un chico, sí, pero no sé si yo le puedo gustar.

-Seguro que sí-comento mientras pienso quién será ese chico-Tú gustas a todos los que te conocen.

-¿Tú crees?

-Claro-me siento sonrojado, la vocecilla salta en mi cabeza desesperada ¡Venga, es el momento, declárate!, dile: A mi me gustas mucho, Mimi, ¿saldrías conmigo?, ¡cualquier cosa por el estilo! Pero esta vez se quedo muda-Habría que quitar la mesa-la oportunidad, si existió, pareció desaparecer con esas palabras.

-Sí-asiente ella levantándose y recogiendo su plato, yo voy a hacer igual-No, Izzy, quédate sentado, eres mi invitado, yo recogeré la mesa y traeré el postre.

-¿Postre?

-Claro. Uno especial-me guiña un ojo.

Espero sentado mientras ella va a la cocina y me arrepiento de haber perdido aquella magnifica oportunidad. Aún no esta nada perdido, hablo la vocecilla, Mira cómo mis pronósticos eran ciertos, el vestido, el maquillaje, la gargantilla en su precioso cuello, la cena, las claras insinuaciones,…, tu le gustas, y ella te gusta a ti. No necesitas esperar. Solo tienes que decírselo. Prácticamente ella te lo ha dicho. ¿Esperas que te salte encima? Si juegas bien tus cartas puedes acabar entre sus brazos y en su cama. Parecía tan fácil que casi me convence. Pero yo no tenía tan claras las cosas. Dudaba. Aún estaba cavilando cuando ella volvió trayendo dos tazones que dejo sobre la mesa.

-¡Fresas con nata!-por como lo dice bien podría haberse creído que hablaba de una de las maravillas del mundo-¿A ti te gustas las fresas, no?

-Sí-respondo.

Me empezaba a sentir un poco nervioso. No sabía exactamente porque, pero tendía a pasarme cuando ella estaba tan cerca tanto tiempo. Creo que el vino me empezaba a afectar a la cabeza. Me comí el postre en silencio. La verdad es que las fresas estaban muy buenas. Y la miraba. Estaba tan guapa y ese vestido le quedaba tan bien… Intente controlarme, no quería tener una erección ahí mismo y que se diera cuenta.

-Izzy-su suave voz me devolvió a la realidad, sacándome de la extraña nube en que mi mente había estado flotando-¿No me oyes, estás bien?

-Sí, perdona-le digo-¿Me decías algo?

-Te preguntaba si podías ver una cosa.

-Claro.

-Es que antes me ha salido un extraño cartelito en el ordenador, no sé qué de un error o fallo. Me gustaría que le echaras un rápido vistazo.

Ah, sobre el ordenador. No sé porque me sentí algo decepcionado.

-Sin problemas-dije, tras comerme las últimas fresas.

-Bien, vamos-me dijo ella levantándose y tomando el camino a su habitación mientras yo la seguía.

Menos mal que no le he dicho nada, pensé, Esta claro que ese afortunado chico que le interesa no soy yo, he debido malinterpretar las cosas.

Llegamos a su dormitorio. En su escritorio esta el portátil, con el para mi ya conocido salvapantallas de ella con Palmón. Como otras tantas veces en otros días alcance la silla y me senté frente al portátil. Lo que fue diferente es que ella se sentó a mi lado en otra silla. Ella solía sentarse en su cama, así yo trabaja mientras ella me contaba que tal el día, las clases, etc., nunca se sentaba a ver lo que hacía con el ordenador o me preguntaba sobre ello. Yo tampoco le explique nunca nada. Hubiera sido lo más adecuado, pero quería que siguiera necesitando que acudiera a ayudarla. Bueno, me pareció raro, pero no pregunte.  Cogí el ratón para ponerme a trabajar.

Casi me caí de espaldas. El fondo de pantalla del ordenador de Mimi era,…, era una foto mía bajo las palabras Me Gustas. Me quede helado, con una sensación de hormigueo por el estomago, sin saber que hacer o decir.

-No sabía como decírtelo-me dice, prácticamente susurrando en mi oreja-Esta idea me la sugirió Sora por si tú tampoco te decidías. Ella me dijo que no esperara y tomará la iniciativa si veía que no te lanzabas.

-Esto,…, Mimi,…-Estoy completamente colorado, esto era algo que no me hubiera imaginado ni en mis mejores sueños, aunque hubiera creído que yo podía gustarle,…, no tenía que preocuparme de si me declararía o no o como la haría porque ella ya había dado el paso. Creí que debía decir algo, sino podía creer que ella a mi no me gustaba. Eso si sería una grave metedura de pata por mi parte. Debía reaccionar ya-¿De verdad te gusto?-¡seré tonto!, ¿cómo puede ser eso lo que se me ocurre decir? ¡Si ya esta claro que sí!

-¿Te creías de verdad que era tan torpe con el ordenador? ¿Qué no podría haber aprendido para no tener que estar molestándote si lo que quisiera no fuera tu compañía? ¿Y que estoy vestida y arreglada para un amigo?-sus brazos me rodean, y según hablaba su rostro iba acercándose poco a poco al mío. Sus bellos ojos ejercían un auténtico magnetismo y no podía siquiera pensar con claridad. Cada vez notaba más cerca su cuerpo, el calor de cuerpo sobre el mío. Sus manos estaban en mis muslos, subiendo lentamente, pronto estaban en mis mejillas. Y yo, petrificado.

-Pero no estaba seguro de qué te fueras a fijar en alguien como yo…-mi voz apenas salio como un susurro.

-¿Alguien cómo?-preguntó, su voz sonaba alegre, burlona-¿Respetuoso, inteligente, sensible y guapo?-ríe-Sí, no se como puedo estar tan loca por ti-ahora nuestros rostros están casi juntos.

¿Qué sigues dudando?, ¡es el momento perfecto!, ¡bésala! Grito la vocecilla.

Lo hice. Me lance. Fue algo breve, mis labios se posaron sobre los suyos un segundo y me retire. Había sido mi primer beso, y yo mismo vi que había sido casi patético. Me preocupó lo que pudiera estar pensando ella.

-Nuestro primer beso-murmuró-Algo flojo quizás, pero ya practicaremos.

Entonces ella se inclinó sobre mí y me beso. No puedo describirlo con palabras. Ella desde luego sí sabía besar y yo me deje llevar, incluso cuando note su lengua dentro de mi boca. Sus labios presionaron sobre los míos, abriéndolos. Y su lengua entro con fuerza y suavidad. La note sobre mis dientes, jugando con la mía,…, era algo, increíble. Cuando se separo ya estábamos casi sin aire. Nunca había sentido nada parecido. Ella se acerco y me beso nuevamente, esta vez intente participar yo también, aunque ella dominaba yo empecé a saborear sus labios, y, en un momento, el interior de su boca. Mientras, sus manos acariciaban mis mejillas, pero estuvieron poco tiempo ahí. No tardaron en bajar y pronto recorrieron mis brazos, mis muslos, deteniéndose en mi entrepierna, que ya estaba despertando. Al notar su mano izquierda palpando sin dudar mi cada vez más firme mástil, no pude dejar de mostrar sorpresa, pero ella, sellando mis labios con uno de sus dedos, me ordeno silencio.

Se agacho ante mí y se metió entre mis piernas. Yo estaba realmente sin poder reaccionar. Cada vez más excitado. Siguió palpando un momento mi miembro, ya totalmente duro, pero no tardo en querer ir a más. Me bajó la cremallera y me desabrochó el botón del pantalón. Echo esto no tardo en liberar a mi miembro de una prisión que ya no podía retenerlo. Sentirlo de repente al aire libre, rodeado por su suave mano, fue una sensación de libertad, un morbo…, oh, la notaba endurecerse aún más por momentos.

Su mano, sus dedos, acariciaban suavemente mi pene. Mirándome con lujuria dijo:

-Ya era hora de que fuera mío…-se acerco lentamente y la punta de su lengua empezó a acariciar la superficie de mi glande. ¡Oh!, era algo indescriptible. Sus labios siguieron a su lengua, empezando a besar toda la extensión de mi verga. Una de sus manos acariciaba mis testículos mientras la otra me masturbaba.

-Oh, Mimi-apenas pude susurrar. El placer que experimentaba nunca lo había conocido. Ella recorría mi erecto miembro con su lengua al tiempo que me acariciaba los testículos. No tardo en introducírsela toda en su boca…Notaba el calor, la humedad, mientras su lengua jugaba y la notaba recorrer mi mástil. 

La ayudé a quitarme los zapatos, que salieron volando al otro extremo de la habitación, los pantalones y los calzoncillos. Así pude abrir más las piernas y ella se instaló más cómoda entre ellas. No podía dejar de mirarla, era hipnótico. Veía su cabeza, coronada por su hermosa melena, deslizarse a lo largo de mi verga, engulléndola, lamiéndola,…, empecé a acariciar su cabello mientras ella seguía…

Su boca me recordaba a un ascensor, subiendo y bajando, bajando y subiendo. Mi pene ya se veía brillar por los rastros de saliva que dejaba a su paso sus labios y lengua. A veces recorría con esta todo el tronco, parándose en la punta, hurgando el pequeño agujero…Lo había imaginado muchas veces, pero nunca había podido llegar a presentir el auténtico placer que se experimentaba.

Me parecía llevar apenas unos segundos cuando note la llegada de mi primer orgasmo.

-Oh, Mimi…-apenas podía hablar-Creo que ya,…, que ya…

Ella aligero su juego y mi eyaculación no tardó. Ella rodeo completamente mi glande con su dulce boquita y succionó,…, ¡oh!, nunca había notado nada igual. Descargue completamente en su boca. Alguna vez me había masturbado, pero nunca había llegado a correrme tanto ni con la misma fuerza que note entonces.

Ella no dejo escapar ni una gota. Ya después de terminar, note su lengua recorriendo, limpiando mi polla. Primero, el glande, mamando como un niño el pezón materno. Y luego, succionando los blanquecinos hilillos que caían desde la punta a lo largo de mi verga.

Se levanto, aún se relamía los labios, como si acabara de degustar alguna golosina. Y entonces con un leve gesto se soltó el vestido, que cayo a lo largo de su escultural cuerpo, dejándolo a la vista. Era un espectáculo fuera de serie. Se me perdía la vista por su blanca y delicada piel, esos pechos, grandes, de suaves curvas, con dos lindos pezones que pedían a gritos amamantarme (o eso quería imaginar), y esa entrepierna, casi totalmente depilada y que ya se notaba húmeda…

La contemplé embobado mientras se acercaba. Al seguir yo sentado mi cabeza llegaba por su cintura. Ella me acaricio las mejillas y me hizo mirarla a los ojos.

-Ahora, cielo, ¿no me devolverás el favor?

Yo solamente pude asentir con la cabeza. Ella alzo la pierna y la apoyo en la mesa, al tiempo que acercaba mi cabeza a su entrepierna. Lo primero que sentí fue un extraño olor. No era desagradable, pero me resultaba extraño, y excitante. Admito que dude. Ella no me presionaba, pero no soltó mi cabeza mientras acariciaba mis mejillas.

-Venga, cielo-me animó-Sumérgete dentro de mí.

Sin pensarlo más, di una lamida rápida sobre aquella abertura que se presentaba ante mí. Sus labios, rosados, y su hinchado clítoris no eran exactamente la imagen que tenía, pero no dejaban, eso sí, de atraerme de cierta forma. Tenía un sabor fuerte, indefinido, pero que me agrado. Estaba húmeda, y mi lengua quedo empapada de sus jugos. Los saboree un momento antes de dejarme llevar. Sus manos siguieron acariciando mi cabello cuando me sumergí entre sus piernas, lamiendo, queriendo devorar las puertas de su interior, acogiendo su clítoris entre mis labios, entre mis dientes. Ella gemía y cada vez apretaba más mi cabeza contra su cuerpo.

-¡Sí, mi niño, sí!-dijo, pero al poco se aparto-No aguantó más, te necesito dentro ya.

Con esa frase termino de darle nuevas fuerzas a mi miembro, que se alzaba de nuevo en espera de entrar en acción.

-Vamos a la cama-me dijo. Yo me levanté, esperando que ella se tumbase primero, sin embargo ella me señalo el colchón y me dijo-Túmbate boca arriba.

Aunque me parecía extraño, lo hice. Ella se alzó sobre mí, avanzando según acariciaba mis pies, piernas, hasta mi miembro nuevamente. Estaba otra vez duro y ella no dudo en colocarse sobre mí. La punta de mi pene quedo justo bajo su entrada. Poco a poco se fue agachando y sentí su piel, su cuerpo sobre el mío. Y mi verga iba poco a poco penetrándola. Notaba sus carnes abriéndose en torno a mi mástil. Oh, que estrecho y calido era su canal. Finalmente, estuve totalmente dentro, ella se reclinó sobre mí, sin sacarla, y nos empezamos a besar. Esta vez ya lo hacía mejor, pero ella seguía dirigiendo. Y mientras nuestras lenguas jugaban empezó a cabalgarme. Ella dirigió mi cabeza y la puso entre sus dulces pechos, que me dedique a lamer mientras ella se movía encima mío. Su piel era suave, dulce, y al rodear sus pezones con mi lengua me sentía un poco como un bebé mamando las tetas de su madre, y eso me excitaba,

-Así, ¡sí!, mi pequeño-decía entre suaves gemidos, suaves gemidos que me sonaban a la más dulce música-Me siento completamente llena.

Yo sentía un enorme calor, y mi miembro estaba como ahogado dentro de su suave y acogedora cueva. Ella se movía cada vez más rápido y yo, poco a poco, buscaba compaginar mis movimientos con los suyos. Aceleramos. Ella se movía más fuerte, gemía más fuerte, me apretaba entre sus piernas con más fuerza…Al poco, llego al orgasmo, y ya no sólo suspiró sino que llego a soltar un verdadero grito de placer en el momento del éxtasis más pleno.

Se inclinó sobre mí. Estábamos en ese momento ya quietos, los dos sudorosos y acalorados. Volvimos a besarnos. Ella se salió de mí y su mano rodeo de nuevo mi duro mástil.

-¿Mi niño tiene todavía aguante?-preguntó.

-Un poco-dije.

Empezó a masturbarme. Suave y dulcemente al principio, y cada vez más rápidamente. Yo me había tocado con frecuencia, pero la suavidad de su mano, su técnica,…., era algo único. Me estremecía de placer.

-Sí, así me gusta-dijo-Venga, mi niño, quiero ver tu cara mientras te masturbo, mientras te llevo al jardín del placer, cuando llegues al orgasmo y eches toda la leche sobre tu cuerpo. Quiero notar la salida de tu semilla en mi mano.

Yo cerré los ojos y me deje llevar por el placer. Sabía que ella no dejaba de mirarme y no podía cesar de gemir del placer que me estaba produciendo. No tarde en notar mi segundo orgasmo.

-¡Ya va!-avise. Y sí. Ella no dejo de acariciarme mientras brotaba el semen a través de mi verga. Los primeros chorros llegaron a mi pecho. Me sorprendió que fueran tan lejos. Note la leche caer por mi vientre, en gotas espesas y calientes. Y como poco a poco se desinflaba mi miembro entre sus suaves manos.

Abrí los ojos para verla recoger las gotas dispersas con sus dedos y llevárselas hasta los labios, para tomarse, degustando incluso, mi nueva corrida.

-Ha sido muy bello verte llegar al orgasmo-comento antes de lamerse un dedo embadurnado de semen. Yo del placer no podía ni definir lo que sentía-Siempre había querido ver así, en persona, una eyaculación-siguió recogiendo gotas y tomándoselas-El miembro viril, palpitando en mi mano y liberando la sustancia de la vida. Es hasta poético…

Entonces me beso. Su boca, esta vez, tenía aún restos de mi propia semilla, pero no me importo, aún cuando parte paso a la mía y pude notarla perfectamente. Ella se había tumbado sobre mí y me besaba todavía con más pasión que antes.

-Te amo, Izzy-dijo.

-Yo también te amo-repliqué.

Nos acercamos para besarnos de nuevo cuando…

El horrible y estruendoso sonido del despertador me lleno de repente la cabeza. Abrí los ojos,…, ¡estaba en mi habitación!, ¡en mi cama!, ¡todo había sido un sueño! Me quede sin respiración, había sido todo tan real,…, el sabor de la ternera, el vilo, el perfume de Mimi, sus labios contra los míos, cada escena de la pasión,…, realidad me había golpeado tan duramente que casi lloré. Debí sospechar que era todo demasiado bonito, demasiado perfecto, para ser cierto. Tarde un raro en asimilarlo.

-¡Izzy, cielo!-mi madre llamó a la puerta-Tienes el desayuno listo, el café se enfriará si no te das prisa.

-¡Voy en seguida, mamá!-respondí. Acababa de dormir, pero me sentía cansado. La decepción me había echo polvo. Cogí el móvil y miré la agenda. Hoy era martes. Entonces recordé lo que había pasado ayer. Por la tarde me había pasado por el apartamento de Sora y Mimi. Ella necesitaba ayuda con el ordenador. Se lo arregle. Después tomamos una limonada y charlamos, como solíamos esas tardes en que iba. Y acabó invitándome a una cena el viernes. “¿Pero fue eso real?” Sí, lo era. Allí estaba apuntado en mi agenda. “Viernes. Cena con Mimi”. Eso no podía ser producto del sueño. 

La cosa era sencilla, mi subconsciente me había gastado una buena broma.

-Izzy, Izzy, ¿estás bien?-era Tentomon quién me hablaba. Estaba tan ensimismado que ni siquiera le había oído-Te ves raro esta mañana.

-Estoy bien, Tentomon-respondo levantándome-Es que he tenido un sueño extraño. En fin, debo prepararme para la universidad-dije, queriendo dejar aquel sueño extraño de lado y seguir con mi vida normal. 

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