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Cuidando a mi Hermanito (4. El Gran Final)

en Amor filial

4. El Gran Final

Antes de que acabara el mes yo ya intuía que aquel septiembre quedaría grabado en mi memoria como uno de los más excitantes de mi vida. Había comenzado el mes algo aburrida y ansiosa de nuevas experiencias. ¡Y desde luego que las había conseguido!

Había llevado a cabo una de las fantasías más morbosas que se me habían ocurrido en mucho tiempo y que estaba centrada en mi propio y querido hermanito. Después de, llevada de la mano de mis lecturas y de mi propia imaginación, había contemplado en mi mente la idea de poseerle, de hacerlo con él y, de hecho, de enseñarle e instruirle en los placeres “del amor”, me había propuesto conseguirlo. Y lo había logrado.

Desde la primera noche en que tome para mí la virginidad de mi hermanito Sandro, el primer trío en que le hice estar con otra chica, Raquel y la primera vez que experimentó con un hombre, Jorge, las ocasiones y los encuentros se habían hecho cada vez más frecuentes, y eso que ahora él iba ya a la universidad y nuestros padres pasaban la noche en casa.

Pero ambos, ya juntos, ya separados, siempre sacábamos tiempo para disfrutar, y la presencia de nuestros padres no era impedimento. De hecho, a ambos nos gustaba el morbo de hacerlo con ellos en casa…

Y es que mi hermanito, al que me había propuesto enseñar, había resultado un alumno muy bueno, y además, gracias a mi particular “terapia”, había perdido gran parte de su timidez. También había tenido éxito mi deseo de hacerle bisexual, pues vi como compartía la cama, no sólo con mis amigas liberales, que también lo eran ahora suyas (como Raquel e Isabel), sino con chicos… Y como buenos hermanos, seguíamos compartiendo amantes muy de vez en cuando, en tríos y en dobles parejas.

Sus experiencias, compartidas conmigo o ya “volando en solitario”, se acumulaban y yo me congratulaba de que haber conseguido que mi hermanito disfrutara tanto como yo de este gran placer de la vida que es el sexo.

Y, al empezar la última semana, empecé a pensar en terminar el mes con algo especial, quería hacer algo que fuera todavía más allá de lo que él y yo hubiéramos experimentado hasta el momento…

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La idea la tuve aquella todavía calurosa noche del jueves. Ese día no había tenido ganas de salir y me había quedado sola en casa, viendo una película. Mi hermano sí estaba fuera y, mis padres por supuesto tampoco estaban en casa.

La decisión de no salir había empezado a pesarme hacia la medianoche… No tenía sueño, pero al empezar a pensar, a divagar, intentando imaginar algo grande y especial para hacerlo como canto de cisne de aquel mes tan excitante… Me fui calentando. E iba a aprovechar para ponerme una película porno cuando oí el sonido de unas llaves.

Yo, por un acto reflejo, cambié el canal, apagué la televisión y la lamparilla que estaba al lado del sofá y me fui a esconder tras unas cortinas. Me extrañaba que mis padres volvieran a esas horas, pero prefería que no pudieran pillarme en caso de que fueran ellos y esa táctica ya me había librado en un par de ocasiones.

Dos figuras entraron sigilosas en la oscuridad. Desde mi posición podía verlas, ya que la poca luz que entraba por las ventas caía directa sobre la parte del salón dónde estaban las puertas que conducían afuera y a la cocina, mientras que yo quedaba mayormente oculta. El cuidado con que entraron y tan silenciosas me dio a entender que no podían ser mis padres. Debía ser Sandro, y venía con alguien… Me podría haber presentado sin problemas, pero no sé por qué, pensé que lo mejor era ver que hacían. A ver que tal era Sandro cuando no le veía.

-Parece que no hay nadie-escuche la voz de mi hermano, susurrando-Mi madre siempre deja su bolso aquí, en este mueble junto a la puerta, y no está. Mi hermana no sé si habrá salido, pero por ella no tenemos que preocuparnos.

Pude percibir como la otra figura asintió, aunque no podía distinguir bien nada de ella. Mi hermano y su acompañante apenas eran dos masas irreconocibles entre las demás sombras. Una de ellas se dirigió hacia la otra, rodeándola por la espalda y, por lo que pude escuchar, comenzando a besarle el cuello. La otra se dejaba hacer. Yo empecé a notarme muy caliente… Deseaba que encendieran la luz y poder espiarles mejor.

-¿No deberíamos ir a tu habitación?

Aquella voz no era la de mi hermano. Y aunque sonaba floja y suave no dudé: era la voz de un chico. Sonreí. Con un poco de suerte mi hermanito me deleitaría sin saberlo con una de mis apreciadas escenas de sexo entre hombres. Ver a dos tíos siempre me había calentado y, siendo uno de ellos mi hermanito… Además, me pareció que aquella voz, que no me recordaba a nadie conocido, era la del que estaba detrás. Mis sospechas fueron confirmadas cuando, mientras la sombra de detrás volvió a besar la nuca de la otra, ésta hablo con un timbre de voz, que, por el contrario, me resultaba más que familiar:

-Todavía no hace falta. Probablemente mis padres tarden una hora o dos en volver…

No pude evitar sonreír. Sí, pensé, quedaos y deleitadme…

Los dos fueron hacia el sofá y el otro, quien fuera, empujo a mi hermano para que quedara tumbado contra éste mientras él se puso enseguida encima. Los dos quedaron recostados, con Sandro debajo y el encima. Me costaba verlos bien, pero no había duda de que se estaban besando… Noté los primeros indicios de mi excitación en mis braguitas cuando lleve sobre ellas mis dedos. Lo único que lamentaba era no tener más luz.

Entonces y para alegría mía, como respondiendo a mi deseo no pronunciado, se encendió la luz. Y era el amigo de Sandro el que había extendido la mano para encender la pequeña lámpara que había junto al sofá. En un primer momento no pude distinguirle, aunque tenía la piel morenita y el pelo negro. Estaba totalmente sobre mi hermanito, comiéndole la boquita con afán. Mi hermanito jugaba con la lengua del intruso y, mientras se la dejaba introducir, acariciaba la espalda y las caderas de su amante, subiéndole la camiseta, que ya dejaba a la vista un bien formado tórax… Todavía no sabía quién era ni si le conocía, pero desde luego, pensé, relamiéndome los labios, mi hermanito sabe elegir.

Fue cuando se separaron y él quedo de rodillas sobre mi hermanito cuando le reconocí. Se llamaba Rubén y era un amigo de Jorge. No sabía mucho de él y solamente lo había visto en dos ocasiones. Lo cierto es que no estaba nada mal…Mi juicio se confirmo cuando él se quitó la camiseta dejando a lado su musculoso cuerpo.

-¿Te gusta?-oí que le preguntaba a Sandro.

-¡Sí…!-respondió éste, claramente excitado.

Mi hermano se alzó con ayuda de Rubén, quedando sentado debajo de él y comenzó a besar aquel firme vientre, recorriendo con su lengua los marcados músculos, jugando en el ombligo, subiendo hasta los pectorales… Mientras él acariciaba el cabello de mi hermanito y bajaba, continuando con sus mejillas.

-Así, así bebito-le decía, lo que ya terminaba de encenderme-Hazlo como sabes que le gusta a tu papito.

Mi hermanito continuó y él se agacho un poco para poner sus pezones, que ya se veían duritos, al alcance de los labios de mi hermano, que los succionaron como haría un bebé con los de su madre.

Entonces Rubén le separó y le hizo quitarse la camiseta antes de volver a besarlo en la boca. Me dio morbo ver como, tras separarse del nuevo beso y aprovechando que estaba más alto, Rubén acumuló saliva en sus labios y la dejó caer, sujetando a Sandro para que cayera en su boquita abierta. Mi hermanito no se resistió, sino que muy gustoso atrapo el néctar que le llegaba, tragándolo. Todavía lo hicieron eso un par de veces más.

Viéndolos tuve que empezar a tocarme, suavemente y por encima de la tela, pero no podía demorarlo más… Me tenían totalmente excitada.

Sandro entonces se acostó sobre el sofá, apoyando la espaldad sobre el brazo del sofá para que la cabeza y los hombros quedaran elevados. Rubén avanzó, hasta quedar sobre su pecho con las piernas arrodilladas rodeándolo. Él cogió la cabeza de mi hermanito y la dirigió a su paquete, que se marcaba a través de la tela del pantalón. Sandro no dudo en comenzar a besarlo y lamerlo y se notaba perfectamente como reaccionaba, endureciéndose aún más, al otro lado.

-Muy bien, bebito-le dijo Rubén con un tono muy sugerente y lascivo-Parece que quieres que tu papito te vuelva a dar el biberón.

-Sí, papi-replicó mi hermanito.

Rubén acariciaba la mejilla derecha de mi hermano mientras con la otra mano se bajo la cremallera y se saco, a través del pantalón su polla… Que era inmensa. Apenas una o dos veces había visto un chico tan dotado… Era grande, tanto que al menos se necesitarían las dos manos para agarrarla, y gruesa, muy gruesa… La boca se me hizo agua al verla y envidie la posición de mi hermanito.

Sandro no desaprovecho el tiempo y al poco se estaba introduciendo toda aquella inmensidad en su boquita. Era increíble, pero era tan grande que no le cabía apenas poco más de la mitad. Aún así estuvo un buen rato con ese medio falo llenándole por completo la boca, hasta que tuvo apartarse, jadeante, para respirar.

-Me encanta tu boquita-le comentó Rubén.

Sandro no le respondió con palabras, sino volviendo a meterse la cabecita de esa polla en su boca, donde empezó a jugar, rodeándola con la lengua mientras empezaba a masturbarle con las dos manos. Yo ya sabía que mi dulce hermanito había cogido un gran gusto por chupar pollas… Algunos de nuestros amantes mutuos, como Jorge, me lo habían comentado al preguntarles yo… Recordando los pesares que había tenido antes de posar por primera vez sus labios en la de Jorge me alegré del cambio… Y me dije que era yo la responsable de que Sandro hubiera descubierto su pasión por hacer mamadas… Había convertido a mi hermano pequeño en un ansioso come-pollas. Y me gustaba.

Sandro siguió un buen rato. Evidentemente no se cansaba de tener aquella pollita para él… Lamía y relamía la cabeza, que ya resplandecía a la tenue luz de la lámpara cuando él se la sacaba de la boca para recorrer con la lengua el gran mástil, llegando hasta los huevos, que masajeaba y gustaba con igual medida.

-Así, así, chupa, bebito, no dejas de chupar…

Decía Rubén entre mal contenidos gemidos de placer mientras seguía acariciando los cabellos de mi hermanito. Y, en un movimiento repentino, se la cogió con fuerza y, haciéndole quedarse quieto, le puso la punta de su verga en la boca y empezó a follársela con rapidez.

Mi hermanito se dejó hacer y se limitó a apoyarse en sus brazos para no caer por el empuje de su amente y a abrir todo lo posible su boquita. Apenas más de medio tronco desaparecía entre sus labios y la punta debía llegarle hasta la garganta…

-¡Sí, sí!-Rubén parecía al borde del clímax.

Sandro estaba con los ojos cerrados y yo supe que estaba disfrutando… Yo también, mis dedos, sin haberme dado casi cuenta, habían sorteado mis braguitas y ya acariciaban mi liberada rajita… Tuve que contenerme para no delatarme con mis gemidos.

Finalmente, Rubén se la saco de la boca y, por lo que pudo ver, no había acabado. Se puso en pie y se quitó los zapatos y el pantalón. Quedando desnudo ya que por lo visto no llevaba ropa interior. Ayudo a mi hermano a levantarse y le desnudo… Sandro se quedo quieto mientras Rubén deslizaba sus pantalones y sus calzoncillos, dejando su también erecto pene a la vista. Cuando le quitó los zapatos y la ropa, Rubén se sentó en el borde del sofá y colocó a Sandro de pie, dándole la espalda y algo agachado. Yo no entendía para que quería esa posición.

Entonces Rubén se inclinó hacia mi hermano y usó las manos para abrir sus nalgas. Así obtuvo acceso hacia el agujerito de Sandro, que comenzó rápidamente a lamer, recorriendo las paredes internas de sus nalgas y centrándose en su pequeña entrada. Al mismo tiempo mi hermanito comenzó a masturbarse mientras, por la forma de relamerse, ya me imaginaba que quería que Rubén pasase a algo más. Éste le complació en parte, comenzando a introducirle uno, dos y hasta tres dedos en su culito mientras su otra mano sustituía a la de Sandro en su pene. Pero mi hermanito (y yo misma) queríamos que la cosa avanzara.

-Oh, papaíto-le dijo Sandro-Te quiero dentro.

-¿Sí, bebito?

-¡Sí, ya!

Esta fue la ocasión de Rubén para responder con actos y no con palabras. Se apartó e hizo que mi hermanito diera la vuelta, quedando hacia él. Y mientras se sentaba bien, quedando contra el respaldo, atrajo a su amante sobre el sofá, para que quedara encima suyo. Sandro quedo de rodillas sobre Rubén mientras éste volvió a besarle mientras dirigía la punta de su inmensa verga hacia la entradita de mi hermano.

Viendo ese inmenso glande en contrasté con el pequeño ano de mi Sandro me sorprendió que pudiese meterse. Pero sí lo hizo. Mi hermanito fue bajando mientras Rubén sostenía su mástil para que permaneciera firme. Empecé a meterme mis deditos justo mientras veía el excitante momento en que aquella gran polla fue, lentamente pero sin pausa, introduciéndose por el culito de mi hermanito.

Mi hermanito debía sentirse partido en dos por aquella cosa inmensa y apretaba los dientes para no mostrar con algún gemido el dolor de su culito taladrado. Rubén le ayudo, masturbándole mientras él se quedaba quieto un momento, totalmente penetrado por aquella gran verga y antes de empezar a cabalgar a su amante.

Empezó a botar sobre Rubén y yo podía observar perfectamente aquella gran verga salir y entrar en mi hermanito mientras éste gemía sin pudor alguno como una auténtica putita a la que estuvieran cogiendo… Y lo cierto es que se lo estaban dando muy ricamente.

-¡Oh, papito, papito!-decía.

-¿Te gusta, eh, mi bebito?

-¡Sí!

En ese momento Rubén se levantó, poniendo las rodillas de mi hermano en torno a su cintura mientras éste se sujetaba de sus hombros. Y mientras volvía a besarlo se dirigió hacia le mesa donde le hizo quedar Tumbaco boca arriba al tiempo que aceleraba sus movimientos de penetración y le masturbaba con más fuerza. En la mesa la luz de la ventana las daba de lleno y les veía todavía mejor… Mi hermano gemía de placer y sólo pedía más y más… Rubén también jadeaba.

Y entonces mi hermanito se corrió… Vi su pene temblar y vaciarse sobre su propio pecho y estomago. El semen brillaba ligeramente sobre su piel a la luz de las farolas que entraba a través de los cristales. Sandro quedó jadeante sobre la mesa mientras Rubén aceleró en sus embestidas y al tiempo recogió la lechita de mi hermano… Pensé que se la iría tomando, pero la fue recogiendo para suministrársela a mi hermanito, que la tomo de sus dedos con ansía.

Y Rubén no duró mucho más, pero antes de correrse la sacó y, cogiendo a mi hermanito, le volvió a llevar al sofá, tumbándole en la misma posición en que antes se la había chupado, tras lo que se puso encima y le volvió a coger la boca aunque ahora se la follaba todavía con más brío…

En este momento yo también notaba cerca un pequeño orgasmo y mis dedos entraban y salían con facilidad de mi húmeda rajita. Noté mis fluidos bañar mis dedos, costándome pero logrando no delatarme con mis gemidos, al tiempo que vi a Rubén vaciando su polla sobre la carita de mi hermano, regándole las mejillas y los labios con su leche…

-Aquí tienes tu lechita, mi bebé-le dijo al terminar y mientras arrastraba los borbotones de lefa con su polla hacia la boquita de mi hermanito.

Creo que habrían seguido más, pero en ese momento se escucharon pasos… ¿Nuestros padres? Ellos, alarmados, no se quedaron a comprobarlo, sino que cogieron su ropa y desaparecieron al segundo por el pasillo. Oí la puerta del cuarto de mi hermano abrirse y cerrarse. Pero no eran mis padres. Nadie entró.

Yo aproveché para ir y cerrar y abrir la puerta. Así pensarían que había llegado alguien y, si salían, les diría que era yo, de forma que no sabrían que les había visto. Pero de momento, me senté en el sofá, jadeante tras mi silencioso pero no menos placentero orgasmo… Ver a mi hermanito con semejante semental, que con esa verga bien merecía el nombre, había sido…

Y pensé… La próxima vez me uniré, esa “pollita” también tengo que probarla… Sí, y que venga Jorge, tres contra una… Bueno, pediré la ayuda de Raquel… E Isabel, así, tres contra tres… Y entonces, mientras me reía mentalmente con lo que en principio solo lo pensaba como broma, de repente lo vi… Sí, ya sabía lo que quería hacer. Y aquel sábado, mañana en realidad por la hora, era el día perfecto… Iba a ser una auténtica orgía. Todos con todos. Eso sería el broche perfecto para este mes.

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Estuve todo el viernes pensando, excitada en mi nuevo plan. Mi primera orgía… Realmente, en ese momento no entendía como nunca se me había ocurrido alguna. Había tenido muchas experiencias, pero nunca en más de una doble pareja…

A lo largo del día fui haciendo una serie de llamadas y fui convocando a mis más “apreciadas” y liberales de mis amistades… Isabel, Jorge, Raquel, Luís, Ana… Y Jorge aceptó traer a Rubén. Pero salvo Jorge, al que tuve que pedirle lo de su amigo, y éste, ninguno de los demás sabía que los otros estarían… Ni siquiera a mi hermanito, a quién sólo le dije que tenía un plan especial para “los dos” el sábado por la mañana… Ninguno de ellos puso ninguna objeción y todos aceptaron venir. Impecable. La primera parte de mi plan se cumplía a la perfección. Mientras hacía esas mismas llamadas ya me estaba excitando… Y recordando lo de anoche más… Desde la primera vez que estuvimos Jorge, Sandro y yo no había hecho nada que fuera tan morboso, mucho menos que lo fuera más…

Y ahora, íbamos a ser ocho, ocho a la vez gozando en un placentero caos del sexo,…, me relamí los labios al tiempo que, recostada sobre mi cama volvía a llevar los dedos a mi húmedo coñito… Recordaba mis experiencias con cada una de ellos… Isabel, mi mejor amiga, con la que había compartido a muchos amantes; Raquel, morbosa compañera de juegos; Ana, la hermana pelirroja de Isabel, toda una dulce pervertida… Y los chicos,…, Jorge, bien armado, me volvía loca cuando demostraba porque a veces le comparaban con una manguera; Luís, tenía el don de la imaginación… Sandro, mi querido hermanito,…, sólo Rubén iba a ser la primera vez que lo probara… Y visto lo visto, estaba deseosa. No podía dejar de pensar en todo lo que podría hacer… No quedaba ni un día, pero a mí me parecía que faltaba demasiado para que se llevara a cabo mi deseo… El consolador que guardaba en mi cajón me sirvió de alivio en ese momento, de cara a la larga espera…

Finalmente, llegó el sábado. Al despertar en mi cama sonreí viendo el reloj, que brillaba sobre la mesilla de al lado de mi cama, indicándome que en una hora podría llevar a cabo mi deseo. Este día era perfecto para mis planes… Estábamos solos en casa, como era norma, y era un día en el que sabía que todos podrían venir.

Me duché para quitarme el resto del sueño y, después, decidí ponerme algo especial… Un bonito conjunto de lencería blanca que llevaba tiempo esperando para una “ocasión”. Era esta, me dije. Y sobre ella una suave bata de seda que lo transparentaba toda. Me miré al espejo del baño una vez termine de arreglarme… Estaba tan caliente que yo misma desperté más mi deseo…

Mi hermanito despertó cuarenta minutos después y, cuando vino a la cocina a prepararse el desayuno se quedó impresionado al verme…

-Estás…-se calló un momento, dudando, buscando la palabra adecuada-Muy guapa.

-Es que hoy será un día especial-le dije.

-¿Por qué?-preguntó, y poniendo un tono más insinuante-¡Ah! ¿Tienes algo en mente?

-Podría ser-le dije.

Él iba a replicar algo cuando llamaron a la puerta y fui a abrir mientras él terminaba su café y sus dos tostadas. ¿Sería ya alguno de los que había llamado?... Venían con antelación en ese caso… Aunque yo misma lo entendía… Estaba ansiosa de que estuvieran todos para empezar… Estaba muy caliente, llevaba varios días sin nada.

Cuando abrí la puerta sonreí. Eran Isa, Raquel, Ana y Luís. Los cuatro, que magnífica coincidencia que llegaran a la vez.

-¡Hombre! ¡Pasad!-les invité.

Ellos entraron, aunque parecían algo sorprendidos de haberse encontrado. Sólo faltaban Jorge y Rubén, que debían venir juntos. Genial.

-Que bien que ya habéis llegado-les dije para romper el hilo-Nuestra fiesta podrá empezar cuando lleguen Jorge y Rubén.

Mi hermano, que entró desde la cocina, también estaba algo desconcertado ante la inesperada “avalancha” de gente.

-¿A cuánta gente has invitado?-me preguntó Luís.

-Vamos a ser ocho para jugar-le respondí con voz pícara-Porque todos sabéis para que estamos aquí, ¿no?

-¿Todos?-preguntó Raquel.

-¡Sí…!-le respondí-Pero, sentaos, poneos cómodos-les sugerí.

Ellas se sentaron en el sofá… Se veían un poco nerviosas en general, pero desde luego no se fueron. Luís, que se sentó en una de las sillas que rodeaban la mesa, se veía claramente animado, mi hermano, Sandro parecía no saber que hacer.

-Supongo que ninguno de los presentes tiene algún problema con el plan-dije, acercándome hacia el sofá, dónde me hicieron un hueco, quedando sentada entre Isabel y Ana.

-No sé…-intervino Isabel-Yo nunca he hecho nada así…

-Las primeas veces son de las mejores-dije y, decidiendo que no era necesario esperar a nadie más para empezar, me acerqué a ella y la besé suavemente en los labios, acariciándole las mejillas y, tras hacer que mirara hacia mí, abriéndole la boca y metiéndole la lengua, pasé a morrearla.

Ella me correspondió, devolviéndome en su boquita el juego de lengua y empezando a acariciarme la espalda y las caderas por encima del vestido. Sentí las manos de su hermana acariciándome por detrás, sus manos llegando a mi culito. Raquel, por otro lado, rodeo con sus brazos a Isa y comenzó a acariciar su vientre, subiendo hasta sus pechos.

Le fui abriendo la blusa a Isa mientras a mi espalda notaba a Ana levantarse y la oí bajarse los tejanos que llevaba y desnudarse. Raquel me ayudo, retirando la prenda de Isa y luego desabrochándole y quitándole también el sujetador, dejando esos preciosos pechos a mi vista, que baje enseguida para empezar a succionar sus pezones entre mis labios… Me centré en su teta izquierda y atraje a su hermana, que estaba casi detrás de mí, para que se pusiera en la otra. Ella dudo un momento y entendí que entre las dos hermanas nunca habían hecho nada… Pero para mí el tema del incesto ya era un plus y no un inconveniente y no la solté hasta que rodeó el pezón derecho de su hermana con sus labios y comenzó a chuparlo como un bebé. Raquel, mientras tanto, empezó a besar a Isa, desnudándose al mismo tiempo. Todo estaba arrancando, poniéndose en marcha… En la habitación la temperatura estaba subiendo y mi deseo se iba cumpliendo.

Alcé la mirada, dejando un momento el delicioso seno de Isabel para ver que hacían nuestros dos “machos” presentes. Mi hermanito se veía todavía un poco cohibido, pero no perdía detalle y me fije en que su se comía con los ojos el cuerpo ya totalmente desnudito de Raquel. Luís, si bien seguía también en su sitio, sentado en la silla, se había quitado los pantalones y los calzoncillos y se tocaba sin pudor su erecto miembro. Les hice un gesto para que se acercaran.

-Vosotros dos ¿A qué esperáis?-les interpele.

Iba a añadir algo más, dirigido a mi hermanito, para animarlo, cuando Ana me atrajo hacia sí y comenzó a besarme apasionadamente al tiempo que sus manos en mi hombro hacían caer la bata que llevaba. Por el rabillo del ojo pude ver como Raquel hacía otro tanto con Isa, al tiempo que desde atrás amasaba y masajeaba sus pechos.

Pero centrándome en lo que hacía, comencé a devolverle el juego de lengua a Ana al tiempo que rodeando su cuerpo con mis manos, acariciaba su espalda y la apretaba contra mí. Y estábamos así las dos cuando se acercó Luís a nosotras, ya totalmente desnudo. Quedándose de pie se agacho y Ana pasó a besarle en la boca mientras yo me incliné hacia delante para ponerme justo delante de su entrepierna. Una de las manos de Ana ya estaba rodeándole el mástil, por lo que yo me dirigí a amasar sus huevos y, tras lamerlos, envié los dedos de mi mano derecha a recorrer su culito en busca de su pequeña entrada oculta…

Miré que hacían los demás. Raquel, echándose hacia atrás, se había sentado sobre el brazo del sofá, atrayendo a Isabel para que, tumbada parcialmente de lado, le acariciara y besara su conchita. Y mi hermanito Sandro le había fajado la falda y las braquitas a Isa y ya se había sumergido entre sus piernas como él sabía hacer también.

En ese momento temí que mi querida orgía de todos con todos se dividiese en dos tríos, por lo que tomé medidas. Sustituí mi mano derecha por la izquierda, con la que empecé ya a explorar el orificio de Luís mientras Ana ya se la estaba chupando, y con la primera le baje el pantalón y la ropa interior a mi hermano, pasando a rodearle su pollita y a, suavemente, masturbarle. Y en ese momento, para mi satisfacción, Luís alcanzó el culito de mi hermano y le acarició las nalgas, diciendo:

-Este rico culito que veo todavía no lo he podido probar nunca.

-Bueno-le dije-Hoy será tu oportunidad.

No podría haber dicho nada más aunque hubiera querido, pues en ese momento, Ana tiró de mi cabeza hacia abajo y, tras un momento de posicionarme, me encontré frente a su entrepierna. Esos rosaditos labios con la corona de rojizos pelos me llamaban a gritos y yo no les iba a hacer esperar…

Me sumergí en la almejita de Ana y comencé a chupar, estando a cuatro patas frente al sofá. Ya estaba húmeda y pude gustar sus primeros juegos, fruto de la excitación y de que ya se había empezado a tocar antes… Su conchita me encantaba, ya la había catado, y lo mejor era ese gran clítoris que tenía, casi parecía un pequeñísimo pene y, deseosa de él, rápidamente lo envolví con mis labios mientras mis dedos acariciaban su rajita y la delgada línea de sus nalgas, zambulléndome en su otra puerta.

Ana hubiera gemido de haber podido, pero su boquita estaba ocupada con la herramienta de Luís, quién sí jadeaba de placer ante el juego de lengua de la pelirroja en torno a su glande. Al tiempo, él le estaba introduciendo dos deditos en el culito de mi hermano, quién a su vez seguía atareado degustando la entrada de Isa, quién le hacía idéntico favor a Raquel.

Yo seguí, empezando a presionar con mis dedos en el monte de Venus de Ana mientras mi lengua recorría a lo largo su carnosa vagina, su hinchada vulva, sus labios… Una de sus manos apareció sobre mi cabeza, apretándome contra ella… A veces me costaba respirar, pero no pensaba retirarme de aquella concha tan sabrosa… Y, al poco, con todo su cuerpo vibrando de placer, llegó al orgasmo y sus jugos llenaron por completo mi boquita, sobre mi lengua… Los trague rápidamente. Tenía ganas de hacer otras cosas… Y sobre todo, pensé, de que me las hicieran.

Cuando me levanté, Ana seguía chupándosela a Luís, que cada vez jadeaba con más rapidez e irregularidad, al tiempo que, cuando los vi, ya eran tres los dedos que exploraban el culito de mi hermano. Iba a dirigirme hacia él cuando, casi al momento, Isa y Raquel temblaron y casi gritaron al llegar casi al mismo tiempo al culmen del placer… Isa tomó en sus labios el fruto de Raquel y Sandro los de ella.

Isa entonces atrajo sobre sí a mi hermano y, tras quitarle la camiseta, empezaron a besarse, acostados sobre el sofá. Sandro recorría con manos ansiosas la magnífica anatomía de mi mejor amiga, pero yo no tuve tiempo de ver como gozaba mi hermanito…

Raquel se posición entre mis piernas, abriéndomelas, bajándome las braguitas,…., sentí una ráfaga de placer cuando su lengua empezó a explorar mi almejita. ¡Oh! Ella apoyaba sus manos en mis muslos, acariciándomelos, y mientras con su boquita devoraba, hambrienta, mis labios, mi monte de Venus… Luís cambió de objetivo y ahora, los dedos que estaban explorando el culito de mi hermano, vinieron al mío y al poco sentí uno entrar y salir con fluidez.

Yo ya gemía del gran placer que estaba recibiendo por los dos flancos… Y no quería, al tiempo, perderme nada de lo que hacían los otros, sobre todo Sandro… Ana seguía, cada vez más rápida, engullendo el pene de Luís… Mi hermanito estaba con Isa sobre el sofá, le chupaba los pechos mientras ella le acariciaba el cabello casi en un gesto maternal, cosa que no era tanto lo que hacía lo que hacía con la otra mano, que descendía entre los cuerpos de ambos y le acariciaba y masajeaba los testículos.

-¡Sí, Ana!... ¡No pares ahora…!-oí a Luís, a mi espalda. Y por la forma en que gemía y por lo que oía de la pelirroja entendí que el tío acababa de correrse… Se me hizo la boca agua al imaginar la boquita de la hermana pequeña de Isabel llenándose de lefa… Bueno, me dije para consolarme, hoy ninguna (y ninguno) nos vamos a quedar con sed, seguro. Aunque todavía la seguí escuchando chupar y tragar durante un corto ratito, supuse que limpiándose a Luís.

En ese momento alguien llamó a la puerta y, durante un segundo nos quedamos quietos, nerviosos,…, ¿quién podría ser?... Pero pronto caí en la cuenta y sonreí:

-Son Jorge y Rubén-me relamí los labios… Eran las dos vergas que, por sí mismas, más deseaba… El gran mástil del segundo y la manguera del primero.

Ana fue a abrirles y éstos, apurados por un gesto de la mano, entraron deprisa para que pudiera cerrar antes de que nadie pasara delante del otro lado. Sobra decir que se quedaron muy perplejos en el primer momento… Ana desnuda junto a ellos, Luís, masturbándose un pene algo flácido tras su primera corrida y metiéndome ya dos y tres deditos por el culito, que tan dilatada como me estaba dejando, ya no había advertido, mientras Raquel me lamía el coñito y Sandro e Isa hacían sus cositas sobre el sofá. De hecho, cuando volví a mirarles ellos, inmutables a pesar de que se había abierto la puerta y tras la momentánea parada, habían pasado ya a términos mayores y mi hermanito gozaba ya penetrando la conchita de la hermana de Ana.

-Lo siento, Jorge,…, Rubén-les dije entre gemidos-Pero no os pudimos esperar.

-Bueno-replicó el primero mientras ambos comenzaban a desvestirse-Creo que podréis compensarnos.

Ambos vinieron hacía dónde estaba yo, junto con Ana. A ésta, Rubén la tomó de la mano y, llevándola tras él, se sentó en una silla. Ella, sabiendo lo que quería, se inclinó y comenzó a dar vida a esa inmensa mole que yo la noche del jueves pude contemplar y que ya deseaba catar… Jorge, por su lado, hizo arrodillarse a Luís y puso su verga en los labios de aquel. Éste no dudó y, como Ana con Rubén, pronto comenzó a degustar aquella estupenda pollita.

Por otro lado, agarrándome los pechos, Jorge me atrajo hacia sí y comenzó a besarme, penetrándome con su fiera lengua mientras sus dedos apretaban mis pezones… Entre eso y la habilidad de Raquel con la lengua en mi coñito y los dedos de Luís en mi culito… Empecé a estremecerme, mis piernas temblaban ligeramente… Y llegué… No pudiendo contener un pequeño grito de placer llegué a un delicioso orgasmo, que Raquel pudo obtener en sus labios y en su lengua.

Como había deseado, ya estábamos los ocho en el tablero y desenvolviéndonos, jugando a este delicioso juego… Y yo sabía que era lo que más deseo despertaba en mí…

Me acerqué a Ana y me arrodille junto a ella… Aquella verga se veía incluso más grande al estar tan cerca. Ella, al verme tan deseosa, se sacó la punta y me la tendió a mí mientras se dedicaba a lamerle a él los huevos… Estaba más deliciosa de lo que había imaginado… No sé si era por el tamaño, pero aquel glande tenía como un punto especial, suave y calido entre mis labios… Intente metérmela todo lo que podía, notaba mi boquita totalmente repleta y casi sentí sensación de ahogo, de que me atragantaba… Estaba tan concentrada en apagar la sed que la visión de aquella tranca despertó en mí que no noté a Jorge acercárseme…

-Ya veo porque me has pedido que trajera a mi querido amigo Rubén… Nada más llegar y te has tirado sobre su buena dotación como una gatita en celo.

No le respondí. Y no porque no tuviera una buena respuesta, sino porque no quería dejar de chupar aquella enorme polla ni por un segundo. Y entonces, noté los dedos de Jorge en mi culito… Y al poco, su polla en mi conchita… Pero ni siquiera entonces me aparte de aquella deseada verga…

La cabeza del mástil de Jorge entró, abriéndome mi coñito… ¡Oh!... La lengua de Raquel me lo había humedecido mucho, pero ni siquiera había usado los dedos para metérmelos y estaba algo cerradita. Jorge me abrió como a él más le gustaba, de un solo golpe me clavó más de la mitad…

Si la gran verga de Rubén, quién jadeante me sujetaba la cabeza para que no me la sacara de la boquita, me obligará al silencio, la estocada de Jorge me habría arrancado un gran grito de dolor. Quién si gimió, dolorida, fue Ana a mi lado. Aunque no pude mirar intuí que a ella Luís también le había hecho algo similar.

Me hubiera gustado saber que estaba haciendo Sandro en estos momentos, pero en mi posición no podía verlo, y los gemidos cercanos de Ana al ser penetrada por Luís me impedía intentar escuchar a mi hermanito y a Isa, con quién suponía seguía.

Pero mi querido Sandrito, me obligué a recordar, ya no era un inocente niño y, como el jueves por la noche pude ver, se las arreglaba bien. Así que me concentré en lo mío, en disfrutar de aquellas dos grandes pollas.

Jorge, que ya me la había metido por completo, ahora me envestía con duras y largas estocadas mientras Rubén mantenía su verga en mi boquita, aunque apenas me cabía hacia la mitad, que mi lengua recorría como podía, saboreándola, jugando con la cabecita, tomando las primeras gotitas del dulce néctar masculino. 

Al poco Rubén me la sacó y se levantó, yendo detrás de Jorge. Éste aprovecho para levantarme y ponerse en una de sus posiciones favoritas: Sentándose en la silla dejada por su amigo, me hizo quedar sentada encima de él con su verga en mi conchita mientras yo botaba, penetrándome duramente, hasta el fondo…

Esa posición no me era muy cómoda, pero me permitió ver lo que hacían los demás… A mi lado estaba Ana contra el suelo y con el culo en pompa, a la que Luís cogía alternativamente por su coñito y por su culito, en breves pero duras estocadas. Y, en el sofá, mi hermanito estaba tumbado boca arriba, con Isabel cabalgándole al tiempo que se besaba con Raquel, a quien, por otro lado, mi hermanito le comía su coñito, que tenía sobre su boca.

Yo, mientras Jorge seguía dándome duro por mi coñito, haciéndome estremecerme por completo de placer a cada envestida al tiempo que me masajeaba las tetas, intenté ver lo que iba a hacer Rubén. Éste, con su mano izquierda comenzó a masturbar a Raquel… Pero no tardé que no era ella la que realmente le interesaba… Al masturbarla, la apartó lo suficiente como para dirigir su pollita hacia la boquita de mi hermano, quien no necesitaba instrucciones para abrirla y volver a gustar de aquel manjar.

Y en ese momento, Ana a mi lado se estremeció bajo un nuevo orgasmo que la dejo, sudorosa, contra el suelo, mientras Luís se la sacaba, sin dejar de masturbarse… Y entonces, Jorge me alzó ligeramente y, sacándome a su vez su polla, la dirigió a mi culito…

-Espera, Jorge…-intenté detenerle, pues no estaba para nada lubricada.

Pero él no me escuchó. Al segundo noté su polla presionar en mi ano mientras con una de sus manos me tapaba la boca. Luís le ayudó, colocando mis piernas y, de hecho, aprovechó él mismo para ocupar le vacío dejado por Jorge en mi conchita.

No pude gritar. La mano de Jorge me seguía tapando la boca, pero lo hubiera hecho y muy alto cuando me fui clavando su larga estaca en mi culo. Me sentí totalmente rota y ya sí que no pude prestar atención a nada ni a nadie más… Sólo sentir aquella inmensidad amenazando con romper las costuras de mi cuerpo, desgarrar mi recto, partirme realmente en dos, al tiempo que la de Luís me llenaba la conchita…

Durante un momento la dejó dentro, haciéndome sentir su calor por la espalda, su verga llenándome el culito, mientras el otro no dejaba de penetrar mi coñito cada vez más y más deprisa… Cuando Jorge finalmente retiró su mano, apenas si pude bajar el tono de mis chillidos… Gemía como una loca poseída… Estaba siendo doblemente cogida y,…, como lo estaba gozando. En esos momentos, una sudorosa y en apariencia exhausta Isabel llegó hasta mí y me silenció besándome y metiéndome la lengua mientras las manos de Jorge y Luís acariciaban su culito.

Yo intente ver por el rabillo del ojo que hacían mi hermanito y los que con él estaban… Y pude verlo. Rubén estaba sentado, recostado en el sofá y Sandro… Sandro estaba encima, siendo penetrado en su culito por aquella gran masa mientras Raquel se la chupaba. Los dos, mi hermanito y Rubén, gemían suavemente del placer que recibían.

No pude seguir prestándoles atención, en ese momento Luís anunció que iba a volver a acabar y la sacó rápidamente de mi coñito. Yo iba a reclamar mi premio pero Isabel, arrodillándose y metiéndosela presta en la boquita, me lo robó. Él jadeo con gran intensidad cuando su semilla volvió a brotar, esta vez en la boquita de la otra hermana, que se la tomó no con menos gusto que la otra.

En ese momento yo misma no pude aguantar más y, izada por Jorge, me corrí al tiempo que él me hacía botar casi en el aire… Con un grito de placer que esta vez no se molestó en intentar callar.

Me dejo en el suelo, sacándola entonces… Yo estaba sudorosa e, increíblemente, me sentía ya algo cansada… Miré al sofá… Los tres habían formado uno de esos “trenes”, con Raquel siendo penetrada por Sandro mientras él lo era por Rubén… De hecho, Jorge fue a penetrar a Raquel por su conchita mientras mi hermanito pasó a cogerla por su culito. Pero no quería dar por cerrada la sesión sin ser follada por el aparato tan majestuoso del amigo de Jorge. Así que me acerqué a él y me apoye sobre su espalda mientras seguía cogiendo a mi hermanito.

-¿Qué tal por aquí?-le pregunté.

-Ya ves, gozando de un culito tan delicioso como el de tu hermanito Sandro-me respondió.

-Pues mi conejito también te requiere-le dije claramente-Necesito que me cojas y me lleves a mi tercer orgasmo de la mañana.

Él dudó, pero entonces apareció Isabel que, no sé de dónde, había sacado un consolador, que llevaba puesto.

-Atiende a nuestra querida anfitriona Elena-le dijo a Rubén-Sandro es cosa mía, tengo algo que devolverle.

Me dio mucho morbo el oírla, y me dejó satisfecha que Rubén accediera y saliera del culito de mi hermano para ver a mi interior… Yo me tumbé boca arriba en el sofá… Justo igual que Sandro la noche del jueves, pensé… Y mientras Rubén se posicionaba, vi a Isa sustituirle y comenzar a sodomizar con fuerza a mi hermanito mientras éste gemía de placer, sin dejar de cogerle el culo a Raquel, compartiéndola con Jorge.

Y por fin, aquella gran verga se hizo paso en mí y me sentí totalmente taladrada, llena, rota, empalada… Todo y más. Cuando de una vez me la introdujo hasta los huevos… Ahora sí veía realmente la diferencia que había entre una como la de Rubén y las de los demás, aunque creía imaginarlo… Pero sólo cuando la sentí, como alcanzando lugares secretos que ninguna otra había logrado conocer ni hacérmelos conocer… Supe lo valioso que era el don que tenía entre sus piernas… ¡Oh!... Increíble… Ya no gemía, aullaba… Deseosa de más y más… Él me penetraba cada vez más rápido, notaba su bien formado cuerpo contra el mío, follándome más fuerte, más salvaje, más duro de lo que nunca antes había experimentado… Y pensar que nunca me habría fijado en éste,…, en este semental, de no ser por Sandro,…, sonreí pensando que era una buena forma de compensarme indirectamente por el favor que yo le había prestado a él.

Estaba totalmente entregada, con los puños apretados y los ojos cerrados, cada célula de mi cuerpo, mis sudorosos músculos, mis piernas abiertas, mis bamboleantes pechos y vientre, mi cabello húmedo sobre el cojín… Todo mi ser se centraba en el gran placer que estaba recibiendo. Ajeno al espacio y al tiempo que sucedía… Así que hasta que un tercer y grandioso orgasmo me hizo volver a estremecerme. Me sentí como una fuente, largo tiempo seca, que de repente se viera anegada, nutrida por las aguas del océano… El placer me llenó por completo y durante un momento todo lo demás se apagó y sólo quedó un orgasmo inmenso, o muchos corriendo uno tras otro… Fue un segundo y una eternidad. Nunca había sentido nada así.

Y, apenas, jadeante, abrí los ojos, cuando vi a Rubén ponerse sobre mi pecho, rodeándome con sus rodillas y dirigiendo su gran verga hacia mi cara. Iba a satisfacer la sed que antes Isabel me había impedido apagar. No acababa de pensar en eso cuando se su polla brotó con fuerza su corrida, llenándome las mejillas y los labios, que no me dio tiempo a abrir. Cuando lo hice, me metió el glande y continuó vaciándose, llenándome la boquita con un rico semen que fui tragando encantada. Él deslizó con su polla, al acabar, los demás borbotones que habían caído en mi cara…

En ese momento y de repente Jorge apareció y, agarrándome, me hizo quedar sentada al tiempo que a mi lado fue poniendo a mi hermanito y a Raquel. Isa, desde el otro lado del sofá, nos sujeto a los tres, obligándonos a estar con las cabecitas juntas mientras Jorge se masturbaba ansioso ante los tres… Yo imaginé lo que iba a venir. Se iba a venir, y ya conocíamos de sobra el potencial de sus corridas.

No había terminado de pensar en eso cuando, en efecto, la polla de Jorge empezó a soltar ese río que sus testículos guardaban. Fue apuntando y nos regó nuestras caras y nuestras bocas con ese torrente,…, lo conocía, pero no dejaba de asombrarme. Salía y salía más y más de esa caliente leche que nos estaba echando encima. Yo procuraba tragar y pillar todo lo que podía… Estuvimos un buen rato, incluso cuando ya había acabado, para terminar de tomar todo aquello… Incluso nos lamíamos mutuamente los rostros, Raquel, Sandro y yo, con ayuda de Isa…

En ese momento estaba del todo acalorada y algo cansada… Pero satisfecha. Todo había salido según mi deseo y, para ser la primera vez, había sido fantástico…

Además, aquella experiencia completó la carrera de aquel maravilloso septiembre, iniciada cuando tomé la virginidad de Sandro y acabada en el fuego de mi primera orgía. Sonreí… Eso acababa aquel estupendo mes… Pero en el futuro, habría más, aunque eso ya es otra historia.

 

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