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Ayudando a Recoger

en Hetero: General

2. Ayudando a Recoger

 

La fiesta, como me había dicho Andrea, empezó a las seis, y el apartamento de Pablo se encontró pronto invadido por compañeros de clase y otros amigos suyos. Como siempre que me encontraba en situaciones con mucha gente, me sentía algo cohibido, y prefería mantenerme algo apartado. Conocía de vista a la mayoría y les respondía cuando me saludaban, y podía darles algo de conversación si me hablaban, pero mi timidez me impedía desenvolverme con la misma facilidad que los demás.

Pablo, que me dijo al abrirlo que le gustaba mucho mi regalo, intentó como en otras ocasiones meterme en una de sus charlas. Pero ese día lo debió encontrar especialmente difícil… Y es que yo tenía la cabeza en otra parte.

Después de la experiencia compartida en el salón y de que la ayudara en la cocina a preparar canapés y poco más, Andrea se había cambiado de ropa. Ahora llevaba unos pantalones vaqueros y un top que marcaban bien su esbelta figura, sobre todo sus bien formados pechos y su culo. Se había recogido el pelo en una coleta y se había maquillado completamente la cara…La verdad es que estaba muy atractiva. Claro que yo no sabía exactamente como debía tratarla. Ella se había seguido mostrando muy amable conmigo después de aquello y nos habíamos divertido preparando las cosas en la cocina, sí, como buenos amigos pero nada más. Cuando llegaron los demás se había quedado hablando con un grupo de chicas en una parte del salón. Yo quise comportarme conforme a mi “normalidad” y no hice ningún intento de acercarme a ella o de prestarle atención, sobre todo porque lo último que quería es que Pablo imaginase que había pasado algo o peor, que lo tomase como seguro y se empezará a preguntar qué había pasado entre su hermana y yo…Cosa por otro lado que no podía quitarme de la cabeza.

-Te veo más distraído qué de costumbre-me comentó Pablo en un momento en que fue a servirse un poco de coca-cola en un vaso y yo me refugiaba en la cocina,

-Sí,…, es por la exposición de la semana que viene-Le mentí. Bueno, era cierto que tener que exponer un trabajo ante una treintena de compañeros y el profesor me ponía nervioso, pero no era esa la causa en aquel momento.

-Tú tranquilo, todos nos ponemos nerviosos al hablar en público y tú, por otro lado, tienes el tema preparado, así que no hay nada por lo que preocuparse. No lo puedes hacer mal-me dijo para darme ánimos.

-Gracias-asentí.

-Espero que antes Andrea no te molestará ni se pusiera pesada.

-No, que va-replique. Al oír lo de “pesada” no pude evitar que las imágenes de aquella cabalgándome sobre la silla llenaran mi mente-No me molestó para nada-concluí.

-También me ha dicho que la ayudaste a preparar algunas cosas.

-Ya que estaba aquí-respondí, quitándole importancia.

-Llegaste pronto.

-Bueno, vine a la hora que me dijiste, ¿te acuerdas? A mí no me llego el correo en que informabas del cambio.

-Es extraño qué a mi hermana se le olvidará.

-¿A tu hermana?

-Fue ella la que envió los correos. Debió ser un despiste. En fin, qué se le va a hacer.

Yo me limité a asentir, pero sabiendo lo que había pasado me pregunte si de verdad había sido un error. Tampoco quería engañarme a mí mismo, en cualquier caso, había salido beneficiado.

-Ahora mira esto-dijo de repente, acercándose a mí como para hablarme de forma confidencial-Tengo una amiga a la que le hablado un poco de ti. A ella le gustaría conocerte, ¿qué te parece?

-Bueno…-ante sus palabras no pude dejar de recordar como me había “conocido” su hermana hacia apenas unas horas-Por mi vale.

-Ya verás, es muy guapa, rubia y con ojos azules…Si no estuviera con Elena intentaba ligármela, pero como no puedo, mejor que sea para ti-dijo en un tono medio en broma medio en serio-Le he dicho que eres algo tímido, pero espero que pongas algo de tu parte, ¿de acuerdo?

-Lo intentaré-me limito a replicar, encogiéndome de hombros.

-¡Ten un poco más de energía y emoción, hombre! Con esa actitud seguirás siendo virgen toda tu vida.

Yo intente contener una delatadora sonrisa cuando le seguí fuera de la cocina. Él se dirigió a una chica que estaba ojeando unas revistas puestas en uno de las mesillas del pasillo. Era como la había descrito. Sus rasgos no eran tan delicados como los de Andrea, pero su cabello, rubio y rizado, caía tras de ella en bonita cascada y sus ojos azules eran hermosamente luminosos. Bajo su ropa su cuerpo no se veía tan lindamente contorneado como el de la hermana de Pablo, pero sus pechos se veían más grandes y su culito sobresalía más. Realmente era deseable.

-Ésta es Marta-me dijo, y luego, dirigiéndose a ella-Él es Daniel.

-Hola, encantado de conocerte-le dije.

-Igualmente-respondió ella acercándose para darme dos besos en las mejillas. Sus labios eran suaves y aunque era algo protocolario no deje de tener una excitante sensación. Aunque con algo de corte, yo avancé para responderle con otros dos besos. Ella me dejo hacer y note la suavidad de su piel y el buen olor que desprendía.

-¿Tenéis sed? Voy a por unos vasos-dijo Pablo-Id al salón y os llevo lo que queráis.

-Yo quiero cerveza-le dijo ella.

-¿Y tú coca-cola, no, Dani?-me preguntó.

-Sí-dije.

Él se fue de nuevo a la cocina mientras nosotros fuimos al salón y nos sentamos en dos sillas cercanas al balcón, en un rincón que estaba tranquilo. Al otro lado de la habitación pude ver un grupo de varias chicas entre las que reconocí a la novia de Pablo, a varias compañeras que no terminaba de recordar como se llamaban,…, y Andrea. Durante un segundo, nuestras miradas se cruzaron, pero enseguida la desvíe,..., no sé por qué, pero me daba cosa.

Marta me estaba hablando y decidí centrarme en lo que me decía ella a pensar en la hermana de Pablo. Seguramente ya no me miraba, pero no podía quitarme la sensación de estar siendo vigilado. Ella me hablo de sus estudios primero y me preguntó por los míos. Pablo no apareció con las bebidas, pero ninguno de los dos pareció echarlo de menos. Después de un rato pasamos a hablar de la universidad a la tele, de la tele al cine, del cine a los famosos y, finalmente, no sé como, me acabo hablando de su vida amorosa. Me dijo que había tenido un novio, pero que habían cortado porque según ella el tío no la tomaba en serio y solo quería una tía para meterse de vez en cuando en su cama.

-Y yo quiero algo más, ¿sabes?-me decía-Pero hasta ahora no he encontrado lo que busco.

-¿Y qué buscas?-le pregunté.

-No estoy segura del todo-calló por un momento-¿Y tú qué me dices, Dani? Pablo me ha dicho que nunca has tenido novia.

-Así es-le confirmé.

-Me parece extraño siendo así tan amable, simpático, guapo… ¿Seguro que no le ocultas a Pablo nada?

No pude reprimir una sonrisa pensando en que de hecho si le estaba ocultando algo…También me extrañaba volver a ser halagado de esa forma por una chica atractiva. Sabía que en mundo ocurrían cosas increíbles, pero lo que me estaba pasando aquel día nunca lo hubiera adivinado ni imaginado en mis mejores fantasías.

-Seguro-dije.

-Pablo me ha dicho que vienen a recogerte esta noche-saltó de repente.

-Sí, dentro de…-mire el reloj-Poco más de una hora.

-¿Sabes? Yo comparto piso con unas compañeras…Está a quince minutos de aquí y ahora mismo no hay nadie.

Yo trague saliva de forma mecánica mientras pensaba en lo que había detrás de aquellas palabras. La excitación y la ilusión me estaban invadiendo. Por segunda vez en un día una exuberante chica estaba claramente queriendo hacerlo conmigo…No entendía bien por qué, pero desde luego lo mejor y más sabio era aprovechar la oportunidad.

-Me gustaría verlo-confirmé.

-¿De verdad?-preguntó con un tono claramente sugerente.

Yo estaba a punto de responderle con un tono similar cuando una mano me rozó el hombro izquierdo. Me giré y me encontré con Andrea. No la había visto llegar.

-Hola, Dani-me saludó-Hola, Marta. ¿De qué habláis?

-Pues Dani estaba a punto de acompañarme a casa, quiero enseñarle algo-le replico ella.

-No va a poder porque me prometió que antes de irse me ayudaría a recoger las cosas.

-Tiene tiempo de pasar por mi casa y ayudarte después-replicó Marta-Además de que me parece que te pasas aprovechándote de él, pobrecito.

Yo no entendía lo que pasaba, aunque la escena no dejaba de tener su punto divertido y excitante… pero no entendía porque Andrea no quería que me fuera con Marta si ella no parecía interesada especialmente en mí…Al menos no había mostrado nada de eso después de hacerlo…Dos chicas disputando por mí, pero si durante un momento pensaba que podría elegir, me equivoqué.

-De acuerdo-acabo cediendo Marta-Otro día tendrá que ser.

-Sí-Andrea tenía los puños en sus caderas con los brazos en jarras. La postura le favorecía porque realzaba su pecho-Venga, Dani-me llamó de repente.

-¿A dónde?-le pregunté.

-Ya lo verás-se limitó a decir cogiéndome del brazo y obligándome a levantarme.

La seguí por el pasillo, más allá de la cocina hasta una zona de la casa dónde nunca había estado. Entones abrió una puerta, la última del corredor, y me hizo entrar. Estaba oscura y apenas veía nada, pero oí claramente la puerta cerrarse y un pestillo moverse. Cuando encendió la luz vi que debíamos estar sin duda en su dormitorio. Estaba algo perplejo. Por un lado me parecía claro para qué me había llevado hasta allí y la idea de volver a hacerlo con ella me gustaba, pero no tenía claro el tipo de interés que tenía por mí.

-Perdona-dijo de repente-Es que al verte con esa, sobre todo al oír eso último me entró un arrebato. No te confundas-siguió diciendo rápidamente-No son celos ni me importa que luego te vaya con Marta o con otra tía…Pero ahora estoy necesitada de tus atenciones...He tenido el antojo de volver a tenerte y no podía esperar.

-¿Cómo, aquí, ahora?

-¡Dios, sí!...Tranquilo, mi hermano y muchos de sus amigos se han ido a una discoteca.

-No me han dicho nada-comente, perplejo de no haberme dado cuenta.

-Pablo te busco un entretenimiento por qué sabia que no te gusta las discotecas,…, claro que él no sabia que eso ya lo había hecho yo-dijo finalmente atrayéndome hacia ella, que seguía junto a la puerta y besándome.

Finalmente volvía a tener sus labios contra los míos. Me parecían suaves y tenían sabor a fresa, pero sobre todo me gustaba cuando me introducía la lengua y exploraba mi boca con ella. Yo respondía igual y recorría las filas de sus dientes y buscaba su paladar. Al separarnos para respirar por primera vez un brillante hilillo de saliva quedo entre ambos. Para calentarla aún más decidí usar un dedo para llevarlo lentamente a mi boca, sin dejar de mirarla a los ojos. Ella entonces cogió mi mano y dirigió mi dedo a la suya, lamiéndolo entonces como si le hiciera una mamada. Seguimos besándonos y mientras nos devorábamos la boca mutuamente me dispuse a demostrarle lo mucho que quería complacerla. Mis manos rodearon su cadera mientras las suyas me acariciaban el pelo y la nuca. No tarde en llegar a su entrepierna y desabroché su pantalón, empujándolo un poco para que cayera hacia sus tobillos solamente por peso. Ella me dejó hacer sin dejar de acariciarme y besarme mientras mis manos ya tocaban libremente su culito y se colaban por debajo de un fino tanga rojo…

Mis dedos no tuvieron dificultades para encontrar su suave rajita y pronto la estaba recorriendo, alcanzando su clítoris y masajeándolo con suavidad. Ella soltó unos primeros gemidos cuando empecé a jugar con él. Era el momento de volver a disfrutar de su conejito con mi boca, así que me fui agachando lentamente mientras ella, adivinando mis deseos, se abrió de piernas para dejarme acceder. Antes de eso me agache para retirarle el calzado y el caído pantalón. Su tanga acabo pronto arrojado al suelo también. Y finalmente me encontré de rodillas ante la deseada almeja. Ella me acariciaba el cabello y me sonreía, con mirada aprobadora y ansiosa de que empezase.

No la quise hacer esperar y al poco mis labios ya estaban en su vagina. Se notaba muy húmeda y empecé intentando absorber el delicioso jugo como un sediento que llevará meses sin beber. Recorrí sus labios mayores y menores con los míos y rodee su monte de Venus con mis dedos, apretándolo, masajeándolo y manipulándolo como el sintonizador de una radio. Abrí su puerta con mis dedos e introduje mi lengua todo lo que pude…Quería lamer todo su interior al tiempo que masajeaba los pliegues de su concha con mis dedos…Ella gemía y sus ligeros jadeos eran música para mis oídos.

Sin dejar de trabajar con mis dedos, frotando su clítoris e introduciéndolos en su conchita, mi lengua bajo y se introdujo entre sus nalgas, para llegar a su estrecho culito. No estaba seguro de hacerlo, ya que me daba un poco de cosa al pensarlo, pero ignoré estos pensamientos y me centré en intentar introducir mi lengua en su orificio. Note sus piernas, firmes pero suaves, temblar ligeramente ante mi acometida. Al poco volví a concentrar mi lengua en su conejito mientras mis manos jugaban con su clítoris y empezaban a dilatar su ano. En eso estaba cuando ella, conteniendo a duras penas una exclamación de placer, llegó al orgasmo. Esta vez no tuve duda alguna y mi boca estaba todo lo abierta que era posible para recibir su corrida.

-Oh, Dani-dijo entre jadeos-Eso ha sido…

Aunque ya había conseguido hacerla acabar me permití seguir un rato más disfrutando de su entrepierna, poseyendo su coñito con mi boca. Me encontraba muy a gusto entre sus muslos y saboreándola.

-He ido a elegir a un niño muy goloso-comentó mientras me acariciaba el pelo. Sin embargo me dejo seguir con mis besos y lamidas mientras quise.

Cuando me levanté volvimos a besarnos.

-¿Sabes? Eso ha estado tan bien que voy a darte un regalo-me susurro poco antes de empujarme hacia la cama.

Me deje caer sobre ésta mientras ella, nuevamente con habilidad fue desabrochando los botones de mi camisa y pantalón. Yo me quiete la primera mientras ella tiraba de los segundos, arrastrando mi ropa interior, calcetines  y zapatos en el camino. En pocos segundos quede totalmente desnudo sobre su cama. Ella no me dejo solo mucho tiempo, pues lentamente se retiro el top como si hiciese un strip-tease, dejando nuevamente a mi vista su suave y blanco torso y sus pechos.

No pude contemplarlos mucho de todas formas, pues ella se tumbo y se deslizó entre mis piernas. Lo primero que note fue su suave aliento sobre mi ya erecto pene. Luego su mano fue acariciando mis huevos y luego sus dedos subieron hasta mi glande. Rodeo la punta de piel con sus dedos y la fue bajando. Su otra mano estaba ya en mi tronco cuando empezó a subir la otra. Cada vez más ligera en sus movimientos, empezó a masturbarme. No tardo en acompañar a sus manos con su boquita, lamiendo la cabeza, jugando y bailado con su lengua sobre el descubierto glande. Cerré los ojos para disfrutar de las inmensas corrientes de placer que empezaron a llegarme. Su siguiente paso fue retirar las manos y engullir mi miembro por completo…Notaba sus labios en mis huevos y mi cabeza entrar hasta su garganta. Su boa era húmeda, estrecha, caliente…Siguió chupando un buen rato. Yo quería aguantar pero notaba al orgasmo cada vez más cerca. Pensaba que no tardaría en correrme cuando, de repente se detuvo. Yo me extrañe, pues pensaba que seguiría hasta tomarse mi leche como en la anterior ocasión, pero ella se acercó a mi boca y volvimos a besarnos.

-Levántate-me dijo.

Yo no sabía que estaría pensando, pero por supuesto, obedecí. Ella entonces se puso sobre a cuatro patas sobre el borde de la cama. Una de sus manos apareció entre sus piernas, acariciando su entrada trasera.

-Ya sabes cuál es tu regalo especial-la oí decir-¡Venga!

Asentí y no la hice esperar, pero primero me acerque y volví a besar y lamer su pequeño orificio, intentando penetrarla con mi lengua. Pensaba seguir un rato, lubricándola, pero me interrumpió diciendo:

-Dani, no te entretengas, ¡quiero tenerte dentro ya!

-De acuerdo.

La hice moverse hacia la cabecera para subir a la cama yo también, de rodillas, de manera que la punta de mi polla quedara junto a su agujerito.

-Pero con cuidado, niño, es mi primera vez-añadió.

Yo no estaba seguro de creer eso, pero en ese momento me daba igual. Apoye mis manos en sus caderas y empecé a empujar. La entrada cedió no sin dificultad y mi cabeza entró en su interior. Note como su cuerpo se tensaba aunque no se le escapó ningún grito ni quejido. De todas formas fui entrando despacio, disfrutando de cada centímetro…Su culito era menos suave que su conejo, pero más estrecho y calentito. Cuando me quedaban solamente unos pocos centímetros no tuve paciencia y le metí el resto de golpe. Una leve queja si se escapó entonces de entre sus labios.

-Ya la he metido toda-le dije.

-Lo he notado-me replicó, aunque no parecía enfadada por ese último empujón-Bueno, has tenido más paciencia de lo que esperaba para entrar-dijo entre jadeos que intentaba controlar.

En ese momento me quedé un momento parado mientras ambos nos acostumbrábamos. Luego poco a poco empecé a moverme, saliendo y entrando…Mientras la penetraba acaricie sus suaves nalgas y alcance con una de mis manos su entrepierne, empezando a acariciar su chochito, a masturbarla. Ella ya gemía claramente y se inclinó, quedando en pompa, para facilitarme la penetración. Yo me incliné y fui acelerando…

Era fantástico. Notaba mi pene totalmente engullido, como absorbido por su culito…Era como si lo apretará, el placer era extraordinario. Con eso y con el brusco final que había tenido la mamada no pude aguantar mucho…

-¡Voy a acabar!-le avise.

-¡Dentro!

-¿Segura?

-Sí.

La verdad es que me pareció extraño y no terminaba de convencerme, pero en ese momento en que empezaba a sentir la delicia del orgasmo no tenía tiempo para pensar. Segundos después empecé a vaciarme en su interior, notaba a mi polla expulsando mi leche como si estuviera siendo exprimida, ordeñada…La mejor corrida que había experimentado hasta el momento.

-¡Oh, sí!-gimió ella también-Qué bien se ha sentido eso.

-Si-asentí.

Nos quedamos un momento quietos un momento. Me notaba sudoroso y acalorado. Finalmente me tumbe en la cama junto a ella, creía que habíamos acabado por aquella noche.

-Esta vez ha estado todavía mejor-comenté.

-¿Ha estado? ¿Es qué hemos acabado?-me preguntó dirigiéndome una lasciva mirada desde sus preciosos ojos azules.

-¿No?-pregunté.

-No-dijo ella levantándose-Pero tú no te muevas, así tumbado boca arriba estás perfectamente para lo que vamos a hacer.

Yo no sabía qué era lo que tenía en mente, pero sí que lo mejor era dejarla hacer. Ella me dio la espalda y la oí sacar algo de un cajón en el armario que había enfrente. No podía imaginar que era, pero me dediqué a contemplar nuevamente su delicada espalda y ese culito que acababa de poseer…

Estaba pensando en eso cuando la veo colocarse algo, parecía abrocharse un cinturón…Y cuando se dio la vuelta me quede perplejo:

Llevaba atado un consolador.

No había recuperado aún la palabra cuándo la observé abrir un pequeño tarro y cubrir el falso falo con crema…Lubricante.

-¿Qué piensas hacer?-pregunté aunque era evidente.

Ella se fue acercando, subiéndose a la cama y avanzando sobre sus rodillas.

-Dani, yo te he dado mi culo y ahora me voy a resarcir con el tuyo, ¿es lo justo, no?

No encontré nada contra ese argumento, pero tampoco me había convencido. No sabía si dejarme hacer o resistirme…El morbo y el temor pugnaron en mi mente. Pero en cualquier caso mis dudas iban a ser irrelevantes.

Ella cogió mis piernas y las colocó sobre sus hombres y con su mano dirigió la punta de su falsa verga hacia mi entrada. Cuando sentí el duro miembro entre mis nalgas temblé y ella sujeto aún más fuerte mis piernas. Entonces la punta se apoyó en mi agujerito y ella, empujando, hizo entrar el glande.

Me pareció que me quebraba. Fue un dolor agudo y álgido. Y ella no espero, sin prisas pero sin pausas empujo y no tardo en enterrar todo el falso miembro en mis entrañas. Sentí al duro consolador taladrando mi interior para abrirse paso, sodomizándose. Ella, por compensar, empezó a acariciarme mi miembro, que por sus caricias y el morbo empezaba a recuperarse. En ese momento, pasado el primer momento de total penetración, empezó a cogerme, cada vez más rápido.

Cuando sentí el dolor me parecía imposible que se sintiera otra cosa, pero tal y como había leído alguna vez en relatos, al dolor le siguió el placer. Sentía esa falsa verga llenándome por completo de una forma totalmente morbosa y empecé, sin poder evitarlo, a gemir. Tras unos minutos de unas embestidas cada vez más rápidas ella se retiro de repente. Me encontré de golpe con una gran sensación de vacío y no sabía porque se había quitado.

Pero antes de que alzará la cabeza volví a sentir otro consolador entrar en mí. Lo notaba frío, por eso no necesité mirar para saber que era otro. Cuando lo hice ella estaba tumbada boca arriba frente a mí y nuestros cuerpos estaban unidos por una especie de tubo de color rosado…Hasta que comprendí que ese tubo era un juguete de dos puntos que penetraba a la vez mi culito y su concha. Y cada vez la sentía más dura.

-Bien, vamos hacia el final-la oí decir.

Entonces se levantó sin sacarme la punta del consolador del recto aunque ella si se sacó la otra. Cogió el otro que había usado primero conmigo y se lo introdujo a su vez por el culito y para acabar se sentó sobre mí, introduciéndose mi duro miembro en su calentito conejito. ¡Oh! Las múltiples sensaciones de placer se multiplicaron cuando empezó a cabalgarme cada vez más rápido.

Ella empezó a gemir cada vez más fuerte y, aunque temía que nos pillarán no dije nada. El morbo era demasiado…Ella me estaba cabalgando, saltando sobre mí, clavándose mi duro miembro mientras dos consoladores poseían nuestros culitos. Yo sentía el mío llenándome entero, especialmente cuando ella caía…Cuando ella llego a un gran orgasmo sentí sus jugos envolviéndome mi mástil. Yo no iba a tardar…

-Voy a acabar-le avisé.

Ella se levantó y se acostó frente a mí. Empezó a chupármela, metiéndose la punta en la boca y jugando con la lengua mientras movía el consolador para penetrarme. Así no aguante mucho y fue extraño pero magnífico sentir el falso pene apretado por las contracciones de mi culito. Mi semen brotó con fuerza pero ella no dejó escapar una sola gota de entre sus labios, tomándoselo todo y lamiéndola hasta dejarla limpia. Yo quedé un momento exhausto sobre la cama mientras ella retiraba los juguetes y se tumbaba a mi lado.

-Ahora sí hemos acabado-me dijo antes de besarme y volver a poseer mi boca con su lengua. 

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