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Cuatro Dudas (Capítulo 2)

en Parodias

Capítulo 2

 

-De verdad, Joe, te debo una-le volví a decir cuando me tendió el pequeño paquete que contenía las pastillas.

-No hay nada que agradecer-replicó igualmente él por segunda vez-Es lo que haría cualquier amigo.

-Podría haber ido a una farmacia, pero no sé si las venden sin receta.

-La verdad es que ahora mismo yo tampoco te lo podría decir-admitió.

-Y también te agradezco que me las hayas podido conseguir en tan poco tiempo-añadí-Te las pedí no hace ni media hora y ni en mis mejores esperanzas habría pensando que me dirías que casi podía pasarme ya a recogerlas.

-La verdad es que ha sido así porque recordaba que en algún lugar del botiquín del baño tenía una caja, aunque empezada-me explicó-Así que sí. Básicamente lo único que he tenido que hacer es buscarlas.

-No quiero molestarte Joe pero la curiosidad me puede: ¿Qué haces tú con pastillas anticonceptivas?

-No es molestia que me lo preguntes. Evidentemente las pastillas no eran para mí, las,..., bueno, las conseguí  para Suzu.

-Ah-asentí-Bueno, en cualquier caso espero que no vayas a tener problemas por esto.

-Tranquila. No pasa nada.

-Y, dime-quise sacar el tema con todo el tacto posible-¿Cómo te encuentras?

-¿Me preguntas por la cuestión de Suzu? 

-Pregunto en general. Por todo.

-Estoy perfectamente, gracias. Quizá algo estresado por los exámenes.

-¿Si le pregunto a Gomamon me dirá lo mismo?

-Sin duda-afirmó, aunque no me parecía muy convincente.

-Es una herida reciente, todavía.

-En realidad no tanto.

-No voy a molestarte preguntando lo que tú no me quieras contar.

-Lo sé, Sora. Pero no tengo ningún problema con este asunto porque ya he asumido la realidad. No podía seguir engañándome a mí mismo. Lo he pasado mal, pero lo he dejado atrás. Sólo queda el vacío dejado por lo que ya no está.

-Entiendo. Pero los vacíos pueden llenarse.

-Sí. En cualquier caso no quiero amargarte la mañana con mis tonterías.

-No son tonterías y no me estás amargando nada. Si quieres confiarme algo sabes que te escucharé y que puedes contar con mi discreción.

-Lo cierto es que Takahashi no fue el primero.

-¿Quieres decir...?-no pude evitar empezar, aunque corté la pregunta cuando me di cuenta de que no era apropiada.

-Sí.

-Vaya-lo cierto es que le tenía preguntas pero no quería hurgar en la herida más de lo que él estuviera dispuesto a decir por sí solo... ¿Eso se lo había dicho cuando le dejo o lo había sabido en cada ocasión y lo había aguantado? Me temía que fuera esto último... Y yo, ¿cómo no me había dado cuenta? Yo pensaba, y a veces me gustaba que fuera así, que velaba por todos mis amigos y había dejado de ver algo que debería haberme sido evidente...

-Fueron dos veces antes que está. Y las dos veces la perdoné y seguimos. Y ahora me he dejado. Y sé que la culpa no es sólo de ella. Después de la primera vez debería haber estado alerte... Quizá no fue un error que volviera entonces... Un fallo lo puede tener cualquiera y ella me dijo que sólo fue un,..., un único encuentro,..., pero cuando volvió a ocurrir... Entonces si que debería haberla dejado. He sido un idiota.

Lo cierto es que así pensaba yo, pero desde luego no iba a decírselo. Era uno de mis mejores amigos y su situación me movía a la compasión.

-Todos cometemos errores, Joe. Pero nos recuperamos y seguimos adelante. Tú puedes hacerlo también.

-Lo sé. Sé lo que debo hacer, pero a veces cuesta. Sé que el tiempo lo cura todo, pero mientras tanto... Lo cierto es que duele.

-Sí que duele. Pero no sólo está el tiempo, recuerda que también nos tienes a nosotros. Estamos contigo para lo que necesites.

-Sí.

-Está noche nos divertiremos en la fiesta de Matt.

-¡Ah, sí! Es verdad que era hoy.

-No me dirás que no tienes ganas.

-Siendo sincero...

-Tienes que venir-le corté rápidamente-Olvida todos los problemas y el estrés de la universidad aunque sea sólo una noche. Me gustaría que nos reuniéramos todos de nuevo. Sería bonito.

-¿Ken y Yolei van a venir desde Osaka?

-¡Sí! Ya ves que no hay excusa que valga para faltar.

-Lo veo, lo veo-dijo, para mi satisfacción, sonriendo.

-¿Crees que irá mucha gente a la fiesta?

-No lo sé. A Matt le gustan los eventos multitudinarios aunque se trate de celebraciones privadas, ya lo sabes. Pero por otro lado va a ser en la casa de su padre, así que creo que no. El señor Ishida no dejaría su casa para algo así, ¿no crees?

-Creo que tienes razón.

-Empieza formalmente a las ocho, pero probablemente nos reunamos antes. ¿Contaremos contigo?

-Claro. No me lo perderé.

-Bien.

-Oye, me doy cuenta de que todavía no te he preguntado como estás tú.

-Yo estoy bien, Joe, gracias.

-¿Estás segura?

-Sí.

-Oye, no me gusta meterme en cuestiones que no me atañen pero hay una cosa que llevo pensando todo el rato.

-Pues dilo, Joe. Somos amigos y tenemos confianza-le dije, sin sospechar a lo que se refería pero imaginando que sería algo “personal”.

-Es una pregunta,..., íntima,..., y si te ofende ya sabes...

-Suéltalo ya.

-¿Tai y tú usáis protección, no?

-Ah-dije-Pues normalmente tomamos bastantes precauciones.

-Ya sé que tú eres muy responsable y que lo último que necesitas es que te diga nada al respecto. Sobre todo espero no haberte molestado.

-Tranquilo. Sé que te mueve una sincera preocupación. Pero sólo ha habido,..., ha sido un accidente. No todos se pueden evitar.

-Eso es cierto-sentenció, y tras un momento de silencio, continuó:-Por cierto que hay otro tema por el que me gustaría preguntarte.

-Dime.

-Mimi e Izzy, ¿están bien, no?

Lo cierto es que está pregunta si me pilló desprevenida.

-Sí. Anoche mismo, de hecho, tuvimos cena de parejitas y han pasado la noche juntos.

-Es que me pareció enterarme de que estos últimos días hubo algún tipo de complicación.

-Bueno-No sabía hasta que punto era bueno que le contará la verdad-No sé mucho de eso, pero puedo asegurarte que a día de hoy son muy felices juntos.

-Ah. Bien.

-Es como todos lo esperábamos, ¿no?-dije en cierto tono de broma.

-Sí...-musitó él-Como todos esperábamos,..., Izzy y Mimi, T. K. y Kari, Tai y tú. Es algo curioso-concluyó.

-¿Curioso?-pregunté sin entender del todo a qué quería llegar.

-Bueno. Quizás “curioso” no es la palabra más adecuada.

-Joe. ¿Seguro que te encuentras bien?

-Sí. Perdona. Estaba divagando.

-No hay nada que perdonar. Y bueno-dije, pensando ya en las prisas que tenía por ir a casa a poner fin a los nervios que arrastraba desde que me había levantado de la cama-Seguro que tienes cosas que hacer, así que dejaré de molestarte. Nos veremos está noche, ¿no?

-Puedes contar conmigo.

-Bien-terminé, levantándome del sofá en que había permanecido sentada casi desde que llegué a la casa de Joe.

-Sora.

-¿Sí?

-Me ha gustado mucho verte-no pude evitar una ligera sonrisa al oírle.

-Y a mí verte a ti-respondí.

.

.

Sabía que a la hora que se había hecho iba a perderme ya la primera clase del día por lo que no me di prisas en llegar a mi casa después de abandonar la de Joe. No podía dejar de preocuparme por él aunque en estos momentos yo misma tenía mis propios asuntos que atender...

Esta misma mañana había sufrido un buen susto. Todavía sentía los nervios que me habían sacudido, estremeciéndome, cuando me desperté y recordé, no con gusto, el deslice que había tenido ayer,..., lo recordaba perfectamente: el calor, el cuerpo de Tai contra el mío, sus movimientos, el agua, el sudor, mis propios gemidos,..., sí, posiblemente en esas circunstancias pocas personas habrían conservado la mente fría y yo no era una de esas aunque alguna vez lo hubiera creído... Las consecuencias de ese desliz podían ser terribles aunque por suerte ahora mismo llevaba el remedio contra ello en el bolso... Siempre había sido cauta al respecto, o me había considerado así, pero lo cierto es que era algo que debería haber previsto, era una contingencia más que probable y no había tomado medidas de antemano. ¿Dónde había quedado esa Sora previsora que todo lo tenía organizado y que siempre tenía remedio para cada problema? Había asumido, consciente o inconscientemente un papel protector sobre todos los demás y al final no parecía ser capaz de velar ni por mí misma...

Y eso era una minucia al lado de lo verdaderamente importante. La cuestión de Fukuoka y mi futuro con Tai sí que era vital que recibieran respuesta y cuánto antes. Yo creía lo esencial de mi vida ya lo había previsto pero esto era algo que no entraba en mis previsiones,..., yo nunca había mirado más allá de Tokio,..., desde que entré en la universidad y supe que quería dedicarme a la política para mejorar el país,..., todo lo había ido articulando en torno a ese principio y ese principio estaba en la capital. ¿Y cual era el papel de Tai en mi vida?...Le quería, eso le tenía claro, y suponía que más tarde o más temprano ese amor tendría la sanción jurídica del matrimonio, aunque normalmente no pensaba en ello...No había tenido en cuenta los avatares de su carrera profesional, siempre dando por supuesto que se quedaría conmigo, ni los deseos que podía tener respecto a formar una familia. Y él ayer había dicho que quería tener hijos,..., si a mí me apetecía. ¿Y a mí me apetecía? Desde luego la maternidad nunca había entrado en mis planes e, incluso, sería un obstáculo para estos.

Y cuando Tai se vaya a Fukuoka y nos separen tantos kilómetros,..., ¿qué pasará? ¿Todo seguirá igual cuando no nos podamos ver a diario, cuando tenga que tomar un avión para verme? Había sentido algo parecido cuando había creído, y de eso no hacía mucho, que Mimi se iría a América, pero esto iba mucho más allá. Mimi era mi más querida amiga, pero Tai,..., es diferente. No estaba segura de que funcionase...

-¡Sora!-oí repentinamente a mi espalda una voz mucho más que familiar.

-¿Biyomon?-me di la vuelta inmediatamente para darme cuenta de que, al estar andando distraída, acababa de pasar de largo de mi portal. Mi querida compañera estaba junto a la puerta, descansando sobre una farola que saliendo de la fachada servía para iluminar el portal por la noche. Al ver que me volvía descendió planeando hasta ponerse a mi lado-¿Dando una vuelta?-le pregunté.

-Sí-respondió-¿Tú también paseabas, Sora?

-Pues la verdad es que menos mal que me has saludado-reconocí yendo hacia el portal y entrando en el edificio-Porque venía a casa y distraída como estaba iba a pasar de largo.

-¿Tú, distraída?-repitió, incrédula.

-Sí. Yo también puedo perder a veces la cabeza.

-¿Quieres decir que estás loca?

-Claro que no-dije sin poder contener del todo la risa-Pero a veces me encuentro en las nubes, no tengo los pies en la tierra y se me olvida lo que estoy haciendo. Le suele pasar a todo el mundo alguna vez.

-Pero si los humanos no tenéis alas para volar, ¿cómo vais a estar en las nubes?

-Por favor, Biyomon, es una forma de hablar.

-Ah. Vale... ¿Y por qué estabas distraída?

-Estaba pensando en varias cosas.

-¿En qué cosas?

-Pues...-hice una pausa para mirarla... ¿Se lo debería contar, lo entendería?... Era mi compañera, al fin y al cabo y sabía que podía confiar en ella-¿Sabes que Tai y yo tenemos una relación especial, verdad?

-Sí.

-Pues resulta que a Tai le han ofrecido un buen,..., trabajo en otra ciudad. Una ciudad que está lejos de Tokio. Está pensando en aceptarlo y yo creo que debería hacerlo.

-¿Tai y Agumon se irían entonces a esa ciudad?

-Sí. Tendrían que irse.

-¿Pero está muy, muy, muy lejos?

-Sí, está muy, muy, muy lejos, lejísimos.

-¿Y eso te preocupa?

-Sí.

-¿Por qué?

-Porque preferiría que viviéramos lo más cerca posible.

-¿Y no podríamos ir también allí?

-Quizá esa sea la cuestión. En cualquier caso es una pregunta para la cual no tengo respuesta.

-¿Es entonces eso lo que te tenía distraída?

-Tal vez.

-Porque quieres ir y al mismo tiempo no quieres ir.

-Pues sí, se podría decir así-admití no sin algo de asombro por esa forma de expresarlo que a mí nunca se me habría ocurrido... De todas formas no tuve mucho tiempo para pensar en ello, ya que un segundo después me encontraba ya frente a la puerta de nuestro piso. No tenía ganas de seguir preocupándome en lo que quedaba de día, por lo que decidí pensar sólo en lo inmediato: Debía tomarme lo que me había dado Joe, coger las cosas de clase e ir a la universidad. Tenía que hacer un trabajo para una de mis asignaturas sobre la economía japonesa durante la Era Muromachi y también debía preparar un discurso para la reunión del grupo del sábado... Intente concentrarme en eso mejor que en el nada agradable asunto de Fukuoka.

Y estaba en ello cuando, tras cerrar la puerta y a punto de dirigirme al baño, algo me detuvo de pronto, como si me hubiera golpeado con alguna puerta o muro invisible... En un primer momento el sonido me desconcertó, pero no tardé en reconocerlo. Era un suave gemido, dulce, casi musical, que parecía extenderse, llenándolo, por todo el pasillo. Lo había oído, e incluso provocado, en muchas ocasiones y no tenía ninguna duda acerca de su origen: Mimi. Y no necesitaba verlo para imaginar qué estaba pasando... El tono me suave, casi un murmullo, me indicaba que probablemente no llevaba mucho. “Estará con Izzy”, pensé. Claro, no podía ser otro, aunque si lo pensaba bien me parecía muy sorprendente que no hubiera ido a clase. De hecho, mientras llenaba un vaso de agua que siempre tenía en el baño para casos así, a fin de tomarme la píldora, me pareció más que sorprendente, casi imposible. Pero, ¡tenía que ser Izzy! No sé porqué pero de repente una duda me llenó por dentro. Mi instinto me decía que no era lo que yo pensaba...

Olvidándome de lo demás, fui todo lo sigilosamente que pude hacia el salón. Ni hay, ni el comedor ni luego, cuando miré en la cocina, vi rastro alguno que me permitiera saber quien era el acompañante de Mimi. Y es que cuando más lo pensaba, menos creía que Izzy pudiera faltar a clase sin una muy buena razón y no creía que hubiera ninguna. Izzy era demasiado responsable y además, si hoy fuera un día especial en algún sentido para ellos lo más probable es que anoche hubieran comentado algo. Pero no dijeron nada. “No”, me dije, “No sé porqué le estoy ahora dando vueltas a esto. Además, si no fuera Izzy, ¿quién podría ser?”. Realmente esa era más que una buena pregunta. Si que Izzy no fuera a clase me parecía difícil, más lo era que Mimi le fuera infiel con otro... Aunque... No. No quise ni plantearme la posibilidad. Ni Mimi ni Tai me harían eso. Estaba segura... ¿Lo estaba?

Mientras conscientemente me sumergía en una paranoia, iba poco a poco acercándome a la habitación de Mimi. La puerta estaba entreabierta y, sin duda ignorando mi presencia, ella y el que estuviera con ella seguían con lo suyo. Los gemidos de Mimi, algo más altos, seguían saliendo y envolviendo el pasillo en una atmósfera que a mí me parecía sentir cálida, húmeda,..., excitante... Y lo cierto es que no se oía a nadie con ella. Sentí cierto alivio. Seguramente se estaba acariciando ella misma... Imaginarla desnuda sobre su cama, masturbándose, sirvió para terminar de calentarme... Llevaba casi desde que entré y comencé a oír su “canción” sintiendo más húmeda mis secretas cavidades, pero ahora directamente notaba un cosquilleo, unas ganas de,...

-¡Así, así!-oí de repente-¡Más adentro!,..., ¡sí!,..., ¡más adentro!

¡Sí que estaba con alguien! Me detuve en seco, ya junto a su puerta. Cuánto más la oía, más me excitaba, no podía apartarme de la puerta, pero tampoco sabía muy bien que hacer... ¿Debía irme a mi cuarto y aliviarme como había pensado que estaba haciendo Mimi o llamar a Tai e ir a su casa?... Pero no hice nada de eso, sino que me fui acercando a la rendija, pegada a la puerta e intentando que no se moviera... Quería verlo. ¡Uf! Inconscientemente no pude evitar llevar una mano a mi entrepierna... Estaba caliente... Me asome ligeramente, ansiosa de ver que estaba pasando en aquel cuarto...

Como esperaba la imagen de Mimi, tumbada sobre la cama, desnuda, con la frente brillante por el sudor y sus largos cabellos desparramados sin orden por sobre la almohada y por la cama, fue lo primero que vi. Se agarraba a las sabanas mientras apretaba los dientes en un vano intento por apagar su voz al tiempo que su cuerpo se agitaba en compás de unas bravas embestidas que la hacían retorcerse, suave todavía, pero pronto lo haría como en un baile salvaje...

Pero en un primer momento no pude ver quien estaba con ella. No oía a ningún chico y eso me parecía más que extraño. Y viéndola era imposible pensar que estuviera sola... ¿Qué estaba pasando? Me embargo el deseo de entrar y verlo claramente, pero no estaba segura de que eso fuera buena idea. Era cierto que Mimi me había espiado algunas veces cuando estaba con Tai y que yo a veces había fisgado en su cuarto, pero eso era una cosa y lo que ahora me proponía otra muy distinta. ¿Y si estaba con Izzy en alguna postura extraña y yo entraba así por las buenas? ¿Qué diría?

Y lo cierto es que quería entrar en esa habitación. Al verla mi calentura había seguido creciendo cada vez más rápida y ya había comenzado a acariciarme por encima de la ropa... Tenía que encontrar un método para entrar ahí y pronto... Y por suerte no tardé en dar con él.

Fui rápidamente hacia la puerta principal y allí procedía a abrir y a cerrar dando un sonoro portazo. Quería asegurarme de que es esta ocasión Mimi lo oyera y pensará que acababa de llegar. De hecho y de inmediato el sonido de su voz se cortó.

-¡Estoy aquí, Mimi!-grité, para que supiera que era yo.

-¿Qué haces, Sora?-me preguntó Biyomon, que con todo, se me había olvidado que iba a mi lado.

-Nada-contesté, no sabiendo realmente que decir,..., de todas formas no tenía tiempo de ponerme a eso. Ahora había otras cosas que quería hacer-¡Mimi!-grité de nuevo-¿Estás?-pregunté como si la estuviera buscando.

-¡Sí!-respondió-¡Estoy en mi cuarto!

Yo me acerqué rápidamente a su puerta. Realmente pensé en buscar alguna razón para querer hablar con ella, pero no tenía tiempo ni fuerzas para esperar.

-¿Se puede?-pregunté, llamando suavemente a la puerta, pero con poca fuerza para que no se desplazara mucho.

-Claro-oí para mi alegría-Pasa.

Pero cuando abrí la puerta no me encontré lo que esperaba... No había nadie con Mimi y ésta estaba recostada tranquilamente en la cama, bien arropadita por las sábanas y mantas como si la acabara de despertar... Ni rastro de Izzy ni de ningún otro y era imposible que se hubiera ido sin que yo lo viera y menos si hubiera tenido que coger a toda prisas su ropa... Además de que no tendría eso ningún sentido. No había razón alguna para que se ocultasen.... No sabía que pensar.

-¿Querías algo Sora?-me preguntó Mimi al ver que me quedaba callada. Yo, no sabiendo con que excusar mi irrupción, tuve que buscar algo que decir...

-¿Todavía estabas durmiendo, Mimi?-le pregunté.

-Bueno,..., lo cierto es que me había despertado, pero se está tan bien en la cama que no he querido levantarme-respondió, y yo, sabiendo lo que había estado haciendo, no pude evitar una sonrisa algo insinuante-Como tengo la suerte de que de estos días no necesito madrugar...

-Claro-dije acercándome y sentándome en la cama. Sentirla tan cerca me hacía desearla aún con más pasión... Seguro que estaba desnudita bajo las sábanas, pensé, con esa piel tan sedosa y suave,...., quise recorrerla con la lengua, degustando cada centímetro de su cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta la raíz de sus hermosos cabellos...-No te estoy molestando, ¿verdad?-le pregunté-¿O he interrumpido algo?-mientras la interrogaba fui deslizándose suavemente hacia la cabecera, cada vez más reclinada... Ella se alzó ligeramente, como esperando el contacto de mis labios, pero yo, a pesar del fuego que hacía ya hervir mi sangre, me retrasaba a propósito... En ocasiones como esta me gustaba que fuera lento, lo más lento posible... A Tai no le solía gustar, pero Mimi siempre me dejaba ir a mi ritmo y eso me encantaba.

-Tú nunca podrías molestarme, Sora-respondió, solícita. Ya sabía yo que mi avance sería recibido,..., había temido un segundo que la interrupción hubiera apagado las calderas de su pasión, pero es un temor que había desechado al instante. Esas no eran los modos de mi querida amiga... Pero lo cierto es que todavía estaba el misterio de lo que había estado haciendo...

-¿Tienes frío?-le pregunté, agarrando lentamente la sábana, para darle la oportunidad de reaccionar si así lo quería.

-Lo cierto es que no-respondió.

Ya estaba prácticamente inclinada sobre ella cuando comencé a retirar lentamente la cubierta y la imagen de su belleza, expuesta a la vista como había adivinado, fue lentamente apareciendo ante mis sedientos ojos. Sus pechos, su bien conformado cuerpo, esbelto y voluptuoso, sus caderas... Aquí me detuve un momento y mientras me recostaba junto a ella comencé a acariciar su vientre con mi mano, lentamente y en círculos alrededor de un ombligo en el que pronto iría a explorar la punta de mi dedo...

Entonces note sus manos alrededor de mi cintura, pasando hacia delante para ir, uno a uno, soltando los botones de mi chaqueta. Yo la miré a los ojos y ambas quedamos así, devorando mutuamente unas lujuriosas miradas mientras seguíamos cada una con lo nuestro...

Cuando terminó con los botones de mi chaqueta me levanté para poder quitármela y arrojarla sobre una silla cercana. Impaciente aunque intentaba controlar el ritmo, procedí a quitarme igualmente la blusa y el sujetador mientras Mimi, acercándose, me bajaba los tejanos y las braguitas... ¡Um! Que gusto me daba sentir sus manos quitándome la ropa, el tacto de sus manos contra mi piel, la sensación de sensual libertad de la desnudez y el culmen cuando sentí su respiración justo contra mi intimidad cuando sin poder esperar comenzó a besar y lamer mi recogido jardín.

Con los pantalones a la altura de los tobillos era difícil, pero me abrí lo que pude de piernas para hacérselo más fácil... Ella, tumbada boca abajo y agarrada a mis muslos, se había sumergido en entrepierna para degustar con su lengua magistral mi secreto... No era eso lo que yo hubiera planeado pero una vez que me comenzaron a recorrer espirales de placer por todo el cuerpo y una vez que mis ansías empezaban a colmarse... No hubiera habido manera humana de que pudiera parar.

Comencé a acariciar el cabello de Mimi y a impulsarla contra mí en mi deseo de sentir el roce de su lengua más y más dentro... La sentía recorrer de arriba abajo y de abajo arriba mi húmeda rajita, no sólo por fuera, sino también forzando las puertas... Y cuando el roce, el suave golpecillo de sus dientes sobre el interruptor maestro llegó...

-¡Oh!-comencé a gemir levemente-¡Cómo sabes lo que me gusta!

Lo cierto es que ni en ese momento me pasó inadvertido que Mimi estaba mostrando más iniciativa de lo que era habitual en nuestros encuentros sexuales, en que ella solía mostrarse más pasiva...No era algo totalmente novedoso, pero si raro aunque muy agradable...Pero no quería pensar en eso ni en ninguna otra cosa, así que me concentré en sentir las cascadas de placer que Mimi me estaba proporcionando.

Ella no estaba recurriendo a los dedos como normalmente yo haría en su lugar pero no hacía falta. Realmente me estaba poseyendo totalmente con su deliciosa boquita. Me gustaba imaginar el contraste entre sus blancos dientes y mi rosado botoncito cuando notaba su “mordisco” y su lengua en momentos bañaba y rebañaba la entrada de mis entrañas. Era una sensación húmeda, cálida y fresca al mismo tiempo, algo suave y algo electrizante, constante como una marea y con momentos que llegaban mucho más lejos, como un tsunami arrasando la costa... En cualquier caso sólo podía estar segura de una cosa mientras el placer llenaba más y más mi cabeza y mis pensamientos dejaban su sitio vacante en pro de la mera y plena sensación de placer que anunciaba el orgasmo: No quería que parara.

Y cuando llegó... Las piernas me temblaron mientras mis gemidos por un momento se alzaban en un grito casi incontenible de placer... Me había sentido totalmente inundada, llena, rebosante de un placer celestial... Sólo con su lengua Mimi me había elevado al mismo altar que anoche Tai con sus juegos en la ducha...Éste era bueno ahí abajo, pero no había comparación con lo que acababa de experimentar... Realmente no tengo palabras para describir la sensación...Me sentía una unidad completa que sólo podía conocer el placentero estímulo que todavía Mimi, sedienta de mis juegos, me estaba proporcionando...No podía sentir ni notar nada más.

Ella se separó lentamente, mirándome a los ojos mientras, claramente con ánimo de provocación, se relamía los labios. En sus ojos se reflejaba una lujuria que aun exigía más....Y yo también quería continuar. Al contrario que en el caso de ayer, el orgasmo había aumentado mi apetito y sólo quería poder catar un cuerpo que, ahora sí, podía ver en todo su esplendor ante mí.

Yo terminé entonces de desnudarme, ahora ya sin pérdida de tiempo, y de rodillas sobre la cama, me acerqué sin pausa ni parsimonias hacia ella, que estaba en igual posición. Nuestros cuerpos se encontraron, piel y piel, calor y calor, labios y labios. Mis manos volvieron a sus mejillas mientras nuestras lenguas se encontraban y disputaban por ver que boca las refugiaría. Ella me envolvía con sus brazos como queriéndome sentir más cerca mientras yo lograba imponerme y comenzaba a devorar ansiosa su boca, como un entrante del favor que esperaba devolverle...

Pero entonces nuevamente logró sorprenderme al separarse repentina y bruscamente. Durante un momento me quedé cortada pero ella parecía estar planteándose algo. Y cuando yo estaba a punto de abalanzarme sobre ella para tumbarla en la cama y demostrarle lo que yo también sabía hacer con la lengua, ella me frenó con sus manos en mi hombro mientras, con ojos ansiosos y una voz más emocionada que insinuante, me preguntó:

-Sora. ¿Querrías probar algo nuevo?

-¿Algo nuevo?-pregunté, sin poder intuir a qué se refería.

-Sí. Es algo que,..., bueno, que,..., digamos que lo descubrí hace poco.

-¿Y qué es...?

-Es mejor que sea una sorpresa-dijo volviéndose para ir hacia la cómoda que había al otro lado de su cama. Yo estaba algo pérdida, pero cuando la vi volverse después de haber sacado una venda para los ojos supe lo que pretendía...-Ya verás cómo merece la pena-comentó mientras se acercaba.

Yo me acerque a su vez a ella y volvimos a besarnos aunque está vez ella me rodeo con ánimo de tumbarme. Yo, aunque no era mi costumbre, me deje hacer por completo y ella pudo colocarme prácticamente como si fuera una muñeca. Al poco estaba acostada boca arriba, con ella encima besándome tras haberme puesto yo misma la venda para no poder ver nada. Estaba deseando saber cual era esa sorpresa que había “descubierto”. Lo cierto es que la venda y el misterio lo hacían más excitante... ¿Y sí tenía que ver con aquello que había estado haciendo antes de que la interrumpiera? Estaba intentando imaginar que podría ser lo que me iba aunque realmente no tenía ningún indicio, cada vez más impaciente... Y cuando ella se levantó y fue a por algo, o eso suponía, pensaba que iba a empezar y me tensé ligeramente... Quería notar todo lo que estuviera en contacto con mi cuerpo, esperando saber cuánto antes qué era aquello de lo que Mimi hablaba. Ella debió notar mi impaciencia:

-Tranquilízate, Sora-dijo-Pronto verás que la espera valía la pena. Pero antes tengo que ponerte unas,..., unas cosillas-añadió antes de volver a mi lado. Cogió mi muñeca derecha y, mientras no dejaba de acariciarla suavemente, la llevó hasta la cabecera de la cama dónde,..., la esposó a uno de los barrotes. Eso no me lo esperaba, pero la idea de estar indefensa me excitaba y le deje hacer lo mismo con la otra sin decir nada ni protestar-Muy bien, Sora. Ahora vas a conocer una experiencia que te va a elevar muy alto-terminó poniéndose sobre mí, besándome nuevamente, siendo ahora ella la que profundizaba entre mis labios y recorría mis dientes con la punta de su lengua. Yo, que no sentía nada especialmente fascinante me preguntaba si no habría exagerado, pero entonces se separó de mí-Venga, vamos otra vez, pero ahora a las dos, ¿vale?

-¿Qué dices...?-empecé a preguntar cuando la oí, pero no pude acabar la frase.

De repente noté algo extraño... Algo extraño que venía de los pies de la cama,...., más bien, que crecía desde ellos... Noté como una especie de lianas que, salidas de la nada, fueron envolviéndome las piernas, rodeándolas... Si no hubiera estado atada mi primer impulso habría sido el de quitarme,..., pero quizá por eso estaban las esposas. De todas formas era impensable que fuera algo malo, por lo que a pesar de mi desconcierto me controlé y deje que aquella cosa, que aunque lentamente, ya había superado mis rodillas, me siguiera envolviendo. Aquellas lianas se sentían duras, pero suaves en su roce... ¿Que podía ser aquello? Por lo que podía notar, también Mimi estaba siendo envuelta por éstas. Aunque no podía verla sentía su respiración justo sobre mis labios,..., estaba nerviosa y ansiosa y yo, igual, cada vez más convencida de que debían ser esas lianas las que antes, de alguna forma, le habían hecho gemir así... A ver si había una buena razón para ello...

No tuve que preguntármelo durante mucho más tiempo. Tras haber llegado a mi entrepierna y mientras algunas seguían subiendo, rodeando mi torso, uno de las puntas fue directa a mí bien lubricada y preparada entrada. Y entonces,..., ¡oh!, nunca me había sentido así... Aquel extraño falo penetró en mí, estirando al máximo mis puertas, llenándome por completo como si su forma pudiera ir adaptándose a los pliegues y formas de mis entrañas para llenarlas por completo, como si hubiera sido diseñado para eso... Había estado con varios tíos a lo largo de mi vida, pero ninguno de ellos, en la primera envestida, me había cogido de alguna manera similar...

Sentía esa inmensa cosa,..., esa inmensa verga entrando hasta el fondo de mi ser, abriéndome al máximo,..., por un momento sentí un puntazo de dolor y pude haber creído que iba a ser partida por aquella cosa, que de un momento a otro la punta se abriría paso por mi garganta para salir por mi boca, tan adentro la notaba. Pero al poco, cuando el agudo pero breve dolor pasó y pude sentir más claramente lo que pasaba, note como eso que me había parecido una especie de liana retrocedía y volvía a avanzar, cada vez más deprisa, cada vez más ágil... Sobre mí, Mimi gemía igual que yo y nuestras melodías se combinaban en un extraño himno al placer.

-¡Más!-pude entender que Mimi decía entre suspiros-¡Tú puedes!

¿A quién le decía? Entonces ni siquiera lo imaginé, pero fuera quien fuera, cumplió rápidamente sus órdenes. Otras dos lianas aparecieron de la nada, incluso diría por lo que sentí en mis piernas que las notaba más gruesas que las anteriores, y con la misma falta de tacto o de paciencia se dirigieron a sus objetivos. Sentí una de esas dos ir contra mi estrecha entrada posterior. Aquella cosa flanqueó mis nalgas pero se encontró con una puerta testaruda que no dejaba en su empeño de quedar cerrada. Pero tampoco el intruso iba a dejarlo... Poco a poco, mientras seguía cogiendo mi coñito cada vez más raudamente y mientras ya todo mi cuerpo estaba rodeado, hasta el cuello y las muñecas, por esas lianas, sentí a una de ellas entrar con fuerza devastadora en mi recto, que una vez cedido el portal ya no opuso resistencia y pronto me pareció estar también rellena por esa otra parte.

Era una sensación como nunca la había experimentado ni soñado con experimentar. Estábamos las dos enredadas y sometidas, doblemente penetradas por unas extrañas lianas, gruesas, duras y firmes, que cada vez con más fuerza salían y entraban de nuestros cuerpos que, por su parte, se retorcían cada vez más de placer al compás de nuestros gemidos. No sabía que era, pero en ese momento, lo cierto es que ni podía pensar en ello ni tampoco me importaba demasiado. Por segunda vez en apenas unos segundos pero incluso más que en la anterior vez, me deje hacer, me deje llevar, siendo arrastrada por un océano de placer, por unas corrientes que recorrían por completo mi cuerpo y lo estremecían a través del tejido nervioso y por un cerebro totalmente subyugado a las incontenibles sensaciones de todo tipo que no paraban de llegar, colapsando los niveles conocidos y llevando a experiencias mucho más fuertes de lo que nunca había conocido ni esperaba conocer.

Mimi se volvió a inclinar y por un momento apagó nuestros ascendentes suspiros con un nuevo beso en que lenguas y salivas se mezclaban y cruzaban libremente de boca en boca. Cuando se alzó nuevamente yo estuve a punto de querer tratar de decir algo pero me lo impidió dándome una nueva sorpresa...Cogió una de las puntas de las lianas y, ni corta ni perezosa, la dirigió hacia mi boquita. Cuando note aquella cosa junto a mis labios, presionando levemente, dude,..., pero cedí al poco sin insistir demasiado...

Aquella punta era gruesa, gorda, como una especie de glande muy hinchado,..., y tenía cierto sabor,..., no era desagradable. De hecho, me recordaba a la lechuga... ¡Sí! Era como si se la estuviera chupando a un vegetal... ¡Dios! Realmente era lo máximo. Tres descomunales aunque extrañas vergas estaban entrando en posesión de todo mi cuerpo, por mis orificios y rodeándome... Cada más deprisa...

Estábamos envueltas y abrazadas como por unas extrañas serpientes, como por una extraña selva que nos estuviese haciendo el amor... La atmósfera era calurosa y húmeda y sentía a Mimi encima de mí,..., sudando por todos sus poros, su cuerpo casi sobre el mío y con aquellas cosas como creciendo a nuestro alrededor,..., era lo más morboso que había vivido nunca...

Así no podía aguantar mucho más y al poco, aunque silenciada por la punta que a través de mi boca penetraba en mi garganta, llegué a un segundo y más demoledor orgasmo que nuevamente me hizo temblar y sentirme como una especie de bomba que de pronto soltará todo su potencial...Sentí las corrientes de placer por todo mi cuerpo, estirando todos y cada uno de mis músculos... ¡Uf! ¡Dios! Dos tremendos orgasmos en tan poco tiempo,..., me sentí repentinamente cansada pero infinitamente satisfecha y sonriente.

Las lianas, como sabiéndolo de alguna manera, igual que aparecieron, se comenzaron a retirar. Y cuando noté a Mimi cayendo, cansada, desplomada sobre mí, supe que ella también había sentido algo como yo...

Quedamos las dos así durante un tiempo que me pareció una eternidad aunque no porque quisiera que se acabase... Sentirme satisfecha tras una gozosa experiencia como aquella y con Mimi sobre mí, igual, no era algo que me molestase ni muchísimo menos... Lo cierto es que había algunas dudas que regresaban a mi mente, pero tarde un rato más en hacerles caso mientras las dos descansábamos y yo sólo me dedicaba a disfrutar del tacto de su cuerpo, del ritmo de su respiración, del olor de su cabello... Pero mi curiosidad tampoco podía esperar eternamente...

-Mimi-dije, todo lo suavemente que pude.

-¿Sí, Sora?

-¿Qué ha sido esa maravilla?

-¿Quieres saberlo?

-Claro que quiero saberlo.

Ella no respondió con palabras sino que, no sin algo de esfuerzo, se levantó y me fue retirando diligentemente las dos esposas, liberando mis brazos. Así pude incorporarme y retirarme la venda de los ojos. Aunque me costó ver al principio, por el cambio de luz, al minuto recobré del todo la vista... Y lo primero en que me fije fue en una figura que estaba en medio del dormitorio, en frente de la cama...

¿Palmon? 

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