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Daniel y Yo (3. Un Despertar Familiar)

en Bisexuales

Capítulo 3. Un despertar familiar

El ruido de una aspiradora sonando en alguna parte me despertó. Sin poder evitar un bostezo iba a frotarme los ojos cuando me dí cuenta de que había, por lo menos un brazo de más en mi costado... ¿Un brazo de más? Estaba todavía adormilado, pero...

-Buenos días, Greg-me saludó una voz al oído, podía sentir su respiración soplando sobre mi rostro-¿Ya te has despertado?

Y de repente lo recordé. Ese brazo que “sobraba” era de Daniel y la cama...también era la suya. Según volvieron a mí mis sentidos reconocí que aquella habitación no era la mía aunque estaba envuelta por la penumbra, y los sonidos no eran los de mi casa e incluso el olor que me llegaba me indicaba que aquello no era mi dormitorio...Me situé mentalmente: había dormido con Dani y ahora me encontraba en su cama, con él a mi espalda, abrazándome...Una difusa sensación, mezcla de inquietud pero también de una agradable y desconocida sensación, me embargó.

-Espero que hayas descansado bien-continuó diciéndome Daniel al oído y, algo que me sorprendió, le noté inclinarse un poco más sobre mí y de repente sentí sus labios en mi mejilla-Aunque mi madre insiste en hacer limpieza general todos los domingos por la mañana-comentó, en lo que supuse una clara referencia al incesante sonido que debía llegar de alguna parte de,..., calculé mentalmente, el piso de abajo.

-¿Tu madre está en casa?-fue lo único que pudo preguntar mi aún no despejada mente.

-Sí, pero no tienes nada de que preocuparte-me dijo con un tono que supuse quería ser tranquilizador-Ya te dije que mi familia conoce mis gustos. Son muy liberales. Seguro que les caerás tan bien como a mí nada más te conozcan.

-Lo cierto es que tú también acabas de conocerme-comenté, algo mordaz pero no del todo desencaminado. Al fin y al cabo, nos habíamos encontrado por primera vez en la fiesta de Ricardo no hacía ni dos días.

-Yo tengo un más que buen instinto para estas cosas-se limitó a señalar.

-Ya veo-asentí, aunque más por decir algo que por otra cosa.

-¿Y cómo te encuentras?-me preguntó de repente, tras un segundo de silencio.

-¿Qué como me encuentro?-no terminé de entender a que se refería, aunque no era muy difícil intuirlo.

-Después de nuestro nuevo encuentro-aclaró-Ahora que sabes que no hay forma alguna de considerarlo un error.

-Bueno...-lo cierto es que no había pensando en eso... Tenía razón. No podía negarlo...Lo que había sentido por Dani no lo había sentido nunca por una chica, nunca me habían atraído así...Y desde luego, las dos veces que lo habíamos hecho eran más que claros indicativos de mis verdaderos gustos...-Supongo que tienes razón-dije finalmente-La cosa está clara-concluí, y no sé por qué, sentí entonces un escalofrío a lo largo de toda la columna vertebral.

-Sí. Así lo creo-asintió, con tono claramente alegre, antes de volver a estamparme otro beso en la mejilla-Pero eso no responde a mi pregunta.

-Me encuentro bien-dije sencillamente, pero con un tono que no sonaba muy convincente y, en efecto, era evidente que no me creía.

-¿Cómo de “bien”?-insistió.

-Bueno..., ¿qué como de bien?-empecé a dudar, viendo de repente una posibilidad que él nunca había mencionado.

-¿Qué?-preguntó-Algo has empezado a cavilar en ese inteligente cerebrito que tienes ahí-dijo recorriendo con la punta de un dedo mi cabeza.

-Es que estoy pensando ahora que puede que no esté tan claro.

-¿No?

-Quizá sea bisexual-dije finalmente.

-¿Bisexual, Greg?

-Sí, ¿por qué no?

Él pareció pensarlo durante un momento, pero finalmente lo desestimó con gesto negativo de la cabeza:

-¿Sabes? Yo tengo amigos que creen que los presuntos bisexuales son en realidad homosexuales parcialmente reprimidos, que se “consuelan” al considerar que no son del todo “ratos” al gustarles también el otro sexo, al ser también “parcialmente” normales, heterosexuales. Es un decir: “¡Eh! No soy gay, pero es que me gustan también los tíos”. Yo no soy de esa opinión, yo creo que sí hay personas realmente bisexuales.

-¿Y entonces?

-Y también creo, dicho esto, que es verdad que entre los que se declaran bisexuales hay no pocos homosexuales. Y tú creo que serías uno de ellos.

-¿Eso te lo dice tu “fantástico” instinto?

-Sí.

-¿Y por qué te parece cierto?

-Primero, por todo lo que tú me has contado. Y segundo, por lo que he podido ver. Pero si no te fías de mí, podemos poner a prueba tu sexualidad ahora mismo.

-¿Cómo?-pregunté, sorprendido, aunque más por curiosidad que porque realmente estuviera dispuesto a someterme a la prueba que tuviera pensada.

-Es fácil-se encogió de hombros-Llamando a mi hermana. Si te excitas con ella es que eres bisexual y si no, pues no.

-Muy gracioso...-empecé a decir, pero vi en sus ojos que hablaba muy en serio-¿Pero lo dices de verdad?

-¡Claro!-contestó con naturalidad.

-¡No me lo digas! Ya lo has hecho antes-dije recordando sus historietas de los dos amigos-Y conoces dos casos, uno de cada, uno que acaba mal y otro que acaba bien.

-Pues no, Greg-su tono no pareció afectado por mi ataque-No tengo dos cuentos ni lo he hecho antes ni nada de lo que puedas imaginar. Es verdad-hablaba con confiada sinceridad o eso me hacía sentir-Que alguna vez mi hermana y yo hemos competido por el mismo chico, pero nunca le he pedido que ponga a prueba los gustos de uno de mis ligues. Y, por si te lo preguntas, ella tampoco me ha pedido que pruebe los de los suyos. Pero sí es cierto-continuó contando-Que a veces ella me ha ayudado.

-¿Te ha ayudado?

-Sigue siendo un tanto difícil ir ligando por ahí aún con un instinto tan bueno como el mío-explicó-A veces le he pedido que tantee a chicos para comprobar si serían o no susceptibles a mi entrada. Hay tíos que se ofenden si les tomas erróneamente por gays...Incluso hay tíos que se enfadan si los tomas acertadamente como tales.

-Ah. Entiendo-su explicación me parecía bastante razonable.

-¿Quieres que te cuente una secreta perversión que tenemos mi hermana y yo?

-Eh...-realmente no estaba seguro de que responder a esa sorprendente pregunta...No sabía sí de verdad quería saber lo que me quería contar, pero ciertamente, la curiosidad por saber qué era aquella “secreta perversión”, era mucha y se acabó imponiendo-Sí.

-Verás. Tú sabes que a muchos tíos, a casi todos por no decir todos, les suele gustar mucho ver escenas guarras entre tías, ¿verdad?

-Claro.

-Pues a mi hermana le pasa algo parecido, pero claro, al revés. A ella le excita ver a dos chicos.

-Ah-me limité a asentir, presintiendo la lógica conclusión de aquel discurso.

-Y alguna vez me ha pedido mirar cuando estaba con uno de mis amigos.

-¿Y tú le dejaste?

-Puede parecer raro, pero me parece como un plus de morbosidad estar haciéndolo mientes sé que Elena no se pierde detalle...

-Ya-me limité a decir. No estaba muy seguro de la opinión que los gustos de Daniel y de su hermana voyeur me inspiraban. Sólo una cosa me preocupó-Oye. Ayer, cuando lo hicimos en el comedor,..., ¿no sería una de esas veces, verdad?

-No, tranquilo. Lo habrías sabido.

-¿Porque sueles decírselo a los tíos con los que lo haces o porque la habría visto?

-Siempre se lo digo.  

-¿Y a esos chicos les daba igual hacerlo con tu hermana mirando?

-Todos los que aceptaron era porque les daba tanto morbo como a mí.

-Ah...

-Pero eso sí-siguió-No hacemos nada más que sea raro, o sea que no hay que pensar mal. Además, no podría ser porque a mí no me van las tías y no va a ser mi hermana precisamente la excepción.

-Ah...-me volví a limitar a decir. No es que no le creyera, aunque lo cierto es que, por lo poco que sabía de su familia y dada la impresión que me daba, no me habría sorprendido mucho.

-¿Y qué?-preguntó él de repente-¿La llamo?

-¿Llamar a quién?-le pregunté a mi vez, fingiendo desconcierto. No me apetecía nada que llamara a Elena.

-¿A mi hermana?-vio que no respondía y añadió, a modo explicativo-Para comprobar si eres bisexual.

-¡Ah!-dije, como sorprendido-Pero, ¡venga!, no puedes hablar en serio, ¿no?

-A mí me parece factible.

-¿Y qué le vas a decir a tu hermana?-le pregunté, y dije, como si le imitará hablando con Elena-“Hermanita, necesito que intentes poner caliente a mi amigo para ver si le gustan las tías”-y concluí:-¿Eso es lo que vas a decirle?

-Quizá no con esas palabras, pero sí.

-Creo que estás un poco loco, Dani-le dije.

Él se rió ante mis palabras. Y de repente le sentí estrecharse más contra mí, y a su mano izquierda ir a mi pecho para recorrerlo, descendiendo suavemente, hasta mi vientre y,..., más allá. De un sólo movimiento, sentí además, firme y rígido, su cetro contra mi espalda...Estaba claro que él tenía ganas... ¿Y yo?...No podía negar que el recuerdo de las dos anteriores experiencias era más que agradable...Sí, pensé, deseando que diera el paso.

-La voy a llamar-saltó de repente, y yo, que me había puesto a fantasear con hacerlo de nuevo con él, tardé un poco en darme del sentido de sus palabras y más en recordar que en esta ocasión no estábamos solos en su casa.

-¡No!-apenas me dio tiempo a susurrar al verle moverse, como con intención de irse.

Pero él ni siquiera se levantó de la cama. Se limitó a alzarse un poco y, acercándose a la pared, dio una serie de golpes con lo que no tardé en comprender era una especie de ritmo determinado. No sé si la respuesta no llegaba o si el mensaje era largo, pero hizo lo mismo cinco veces hasta que, en efecto, otros tantos golpecitos se oyeron del otro lado de la pared. ¿Desde la habitación de su hermana? No sé que significaría lo que “decían”, pero estuvieron un rato dando golpecitos en la pared, diciendo y respondiéndose. Yo estaba completamente perdido, lo mismo que si les hubiera escuchado hablar en japonés. Sólo al cabo de unos momentos él se volvió a tumbar, volviendo a tapar su cuerpo desnudo con las sábanas. Sonreía:

-Ya viene-se limitó a decir.

-Oye-le dije-Dile que no-le pedí-Me da un bastante cosa todo esto-expliqué.

-No te preocupes-con un gesto pareció querer quitar importancia a mi malestar-Mi hermana no se come a nadie. Además, puede que te guste.

Lo cierto es que Daniel lograba, cuando ya no lo creía posible, sorprenderme un poco más. Por un momento quise pensar que estaba de broma, que era imposible que fuera a pasar lo que de verdad parecía intuirse... ¿Iba a querer intentar acostarse su hermana conmigo sólo porque su hermano se lo pedía? Bueno, me recordé: realmente no había hablado de eso, sólo de excitarme... Intenté recordar como era Elena según la vi el día anterior al llegar a la casa: una chica rubia, de ojos azules, con un pelo ondulado que le llegaba poco más allá de los hombros. Sí. Era guapa, pero por mucho que lo imaginaba, no parecía atraerme especialmente, nada que ver con el efecto que tenía su hermano en mí. Me giré para verle, él estaba también recostado y en ese momento miraba hacia la puerta. Me quedé contemplando su cabello...Era rubio como el de su hermana, pero el suyo estaba cubierto enteramente por unos angelicales rizos. No pude evitar sonrojarme cuando se volvió y me pilló in fraganti, recorriendo obnubilado con la mirada el camino de sus dorados rizos. Pensé que aprovecharía para hacer algún comentario gracioso, pero él, con otras prioridades, se acercó a mí para besarme los labios. En un primer momento, y todavía, me sorprendió, pero en seguida me deje hacer y me uní a él, permitiendo que explorara mi boca con su lengua, que acogí con suaves caricias de la mía. Nuestros labios abiertos se acoplaron con precisión, como hechos a medida para ellos, y durante un momento nuestras bocas fueron una única sede en que nuestras lenguas jugaron y nuestras salivas se mezclaron...Sus manos, ágiles en ir a lo que deseaban, pasaron rápidamente a recorrer mi cuerpo; las mías, más torpes, sólo ceñían sus caderas. Y aún estábamos así, besándonos, cuando unos leves golpecillos resonaron en la habitación. Habían llamado a la puerta.

-Soy yo-susurró una voz. No terminé de reconocerla, pero por el tono, como buscando no ser oído, sólo podía ser tratarse de Elena.

-Adelante-le permitió Dani el paso.

Ella entró lentamente, supongo que para no hacer ruido, abriendo sólo un poco y deslizándose antes de cerrar otra vez tras ella. Parecía recién levantada e iba en pijama. No hacía el más mínimo sonido al andar, por lo que supuse que iba sólo con calcetines.

-¿He entendido bien tu mensaje, Dani?-le preguntó, acercándose a la cama. Yo sólo me preocupe de taparme bien con las sábanas. Vi que mi ropa formaba un revoltijo, lejos de mi alcance, sobre una silla junto a la ventana.

-Te he llamado por mi amigo, aquí presente-le empezó a contar, yo, aunque decidí mirar hacia otro lado, entre otras cosas para ocultar que me estaba poniendo rojo de la vergüenza y como si lo que hablaran no tuviera nada que ver conmigo, estaba con el oído muy atento a sus palabras-Necesita un favor y tú podrías hacérselo.

-Claro, Dani-asintió ella-¿Qué puedo hacer por tu amigo?

-Está el pobre embarcado en un viaje para conocerse a sí mismo.

-¿De verdad?

-Sí. Y necesita experiencias para contrastar y confirmar lo que va descubriendo. Algunas cosas no terminan de gustarle y no las acepta con facilidad-le siguió explicando con un tono cada vez más pomposo.

-Dura tarea-asintió ella con igual falsa seriedad.

-Hablando claro-se decidió Dani por fin-Necesita saber si se siente atraído por las chicas. Y tú eres una chica-añadió como si la evidencia física no fuera casi “palpable”.

-Entiendo.

-Sé que es un poco raro que te pida esto, pero...-pareció buscar las palabras adecuadas-Bueno. Me parece una buena idea. Y tampoco es algo que te cueste mucho.

-Um-pareció pensarlo-Sí-dijo finalmente para mi asombro-Podría hacerlo.

Yo, que hasta entonces había seguido la conversación pero aparentando que no lo hacía, no pude contenerme. Tenía que poner fin a esos descabellados planes que estaban elucubrando los dos. No sé que pretendían exactamente, pero no me iba a dejar manipular para hacer lo que Daniel quisiera.

-En serio, Dani-le espeté-No me hace ninguna gracia.

-Pero Greg-me replicó-Es que no tiene que hacerte gracia, sino otra cosa muy distinta.

-Estoy muy incómodo-le dije.

-Bueno, chicos-intervino Elena-Creo que os dejo solos.

-¡Espera, Elena!-la detuvo su hermano-Es que mi amigo es un tanto tímido y está algo turbado por la situación, pero esto es algo que hay que hacer-me miró-Hay que despejar todas las dudas posibles.

Destapándose, se levantó para colocarse sobre mí como una fiera sobre su indefensa presa...Y es que en aquella situación no dejaba de sentirme algo impotente ante él. Veía perfectamente, aún en la penumbra, su cuerpo desnudo, apenas balanceándose suavemente, como en espera del momento de arrojarse sobre mí. Por encima de todo, mi mirada se dirigió, casi involuntariamente, hacia abajo, y no tardó en dar con lo que buscaba.

Y mientras yo estaba así, pendiente de él, Elena había dado la vuelta a la cama y apareció repentinamente a mi lado. Realmente la escena, si de verdad anunciaba lo que parecía, era morbosa, pero también me resultaba, como el mismo Dani había dicho, bastante “perturbadora”.

-Bueno, Greg-me espetó Dani-¿Qué te parece?

-¿El qué?

-Mi hermana, ¿te gusta, te parece guapa?-me preguntó.

Yo la miré. El pijama que llevaba no era la prenda más sexy del mundo, pero dejaba bastante claras sus formas...Desde sus ondulados cabellos hasta sus caderas todo parecían curvas...Sí. Sin duda era una chica guapa, pero no despertaba en mí el más mínimo deseo...Y no porque yo no pusiera de mi parte.

-¿Y bien?-insistió Dani cuando estimó que ya había tenido tiempo suficiente para “evaluarla”.

-Bueno...-empecé a decir, fingiendo seguir dudando cuando la cosa ya me parecía clara.

-¿Y si pruebo algo más contundente?-intervino Elena.

-Adelante-le invitó su hermano.

Ella, increíblemente, pasó a quitarse la camiseta del pijama, dejando a la vista su bien formada figura, desde su suave y fino vientre, con sus curvas caderas, hasta sus pechos, también visibles dado que ella...¿No llevaba sujetador?

-¿Qué te parece ahora, amigo?-me preguntó directamente ella, poniéndose en jarras, lo que realzó más sus tetas.

Yo, aunque bastante cohibido por la situación, que si alguien me la hubiera contado no le hubiera creído, estuve un buen rato “comiéndomela” con los ojos, pero realmente no llegue a catar nada de aquel plato, por mucho que sabía reconocer que lo que se exponía ante mis ojos era un festín de primera...Un banquete que debería haberme puesto en armas incluso antes de verlo...Pero no era así. ¿Por qué no era así?...La respuesta estaba clara, y no, pese a lo vivido en las últimas horas, no me terminaba de gustar.

-Nada-me limité a decir, con ánimo derrotado.

-Pues eso era todo, Elena-le dijo su hermano mientras ella se volvía a vestir-Bueno, Greg-se volvió hacia mí-¿Ves? Tampoco ha sido nada del otro mundo.

-Ya-asentí, pero no deje de sentir cierta pesadumbre...No por el acto en sí, sino por mi falta de reacción ante ella, que terminaba o parecía terminar de confirmar lo que Daniel decía...

-Ahora te sientes algo mal, ¿eh?-me dijo él, inclinándose sobre mí para alcanzar a besar mi cuello.

-No-mentí.

-A mí no se me puede engañar con tanta facilidad, Greg-me replicó, pasando a lamerme la cara...Cosa que me empezó a excitar como nunca.

-Puede que un poco-confesé, dejándole hacer.

-Bueno. No te preocupes, que yo sé como aliviarte.

Ya no siguió hablando más. Su boca fue directa a la mía y yo volví a recibirle, deseoso de respirar y saborear su aliento. Y mientras nuestras lenguas se encontraron, sus manos recorrieron mi cuerpo por encima de las sábanas. Me fue palpando los hombres, el pecho, el vientre, los muslos, hasta que sus dedos por encima de la tela se enroscaron en torno de mi mástil, que, aunque no del todo, ya se alzaba firme.

Yo hice otro tanto y, sacando los brazos de debajo de la manta, le rodeé, acariciándole la espalda, empujándole hacia mí al tiempo que una de mis manos recorría su suave piel hasta que, firme, grueso y largo, encontré su verga, que cogí suavemente, sintiéndola palpitar bajo mis dedos, pensé que deseosa de placer, deseosa de mi boquita, deseosa de mi culito. Y yo, desde luego, si no ya antes, ahora también estaba deseoso de ella.

Entonces, casi a la vez, comenzamos los dos a masturbarnos suavemente, sin dejar de besarnos, mientras nuestras bocas parecían haberse unido en una única sala en la que nuestras húmedas lenguas bailaban una con la otra, y al tiempo que el calor de nuestros cuerpos aumentaba. A esas alturas me había olvidado de cualquier otra cosa que no fuera Dani, sólo él y la pasión que nos embargaba existía y sólo podía desear consumarla hasta el final. Al poco, tener su firme mástil en mi mano fue poco. Quería más y, para dárselo a entender, no sin un poco de lástima, lo solté.

Él debió entender perfectamente aquella señal. Se separó un poco, quedando su rostro a unos centímetros del suyo, y comenzó a tirar lentamente de las sábanas en dirección a nuestras piernas. Note ir descendiendo la tela por mi pecho, mi vientre,..., mi mástil, mis piernas, hasta que al final la sentí caer al suelo, quedando yo totalmente destapado.

Antes de que hubiera podido ni parpadear, él se había arrojado ya sobre mi cuello, que volvía a besar mientras acariciaba mi pecho...Placenteramente le deje moverse libremente mientras iba poco a poco bajando, recorriendo con su lengua mi cuerpo desde mi cuello hasta mi entrepierna...Sentí mi polla palpitar, vibrar, en espera de su llegada. Él volvió a rodearla y se colocó entre mis piernas, con mi mástil de frente a él. Primero lo rodeó suave, dulcemente con sus dedos, y lo recorrió acariciándolo con la yema de estos. Lo hizo varías veces antes de dirigir la cabecita de mi rosado glande a sus labios. Lo besó mientras comenzaba a masturbarme, ahora, por contra, lenta pero duramente. Sentía sus dedos deslizarse como con dificultad, pero bien aferrados en torno al endurecido tronco, mientras sus labios habían pasado a rodear el glande y su lengua apretaba sobre el pequeño agujero, como si quisiera entrar en él.

Solté mi primer suspiró cuando noté la piel retroceder y dejar casi todo el glande al descubierto. Él dejó quieta la mano mientras su boca engullía, golosa, toda la cofia del mástil, y su lengua comenzaba a girar a su alrededor como las agujas de un reloj. Sentía el calor y la humedad envolviéndomela y el tacto de su ágil y rosada lengua provocándome unas electrizantes sensaciones de placer que desde mi polla se extendía por todo el cuerpo.

Luego, poco a poco, fue apartando la mano y su boca descendió, ocupando su lugar, hasta que se hubo tragado casi todo mi miembro y prácticamente sentí sus labios sobre mis testículos. ¡Uf! No era ya una sensación desconocida, pero seguía haciéndome vibrar de placer como la primera vez. Notaba el borde de sus dientes y su lengua, pegada a mi mástil como una lapa, restregándose contra ella.

Estuvo un buen rato así, deleitándome, antes de empezar, con ágiles movimientos, a lamérmela, Retirándose, comenzó a recorrerla, desde los huevos hasta la punta del glande y desde la punta del glande hasta los huevos, con la lengua, como buscando barnizar con saliva hasta el último centímetro de la piel...

Y, sin dejar de chupar, empezó a palpar mi culito y no tardé mucho más en sentir uno de sus dedos recorrer mis nalgas, buscando introducirse entre ellas...Le vi dejar un momento de lamer mi polla para humedecerse el dedo, que, mientras su lengua volvía a jugar con mi glande, colocó en mi puerta trasera, que ya conocía bastante bien. Aunque estaba apenas lubricado por su saliva, no tardó en metérmelo por completo. Sentí su índice entrar rápidamente a pesar de la inicial resistencia que mi culito opuso. Y no resistió mucho más cuando un segundo, ablandado el camino por el primero, pasó a acompañarle en sus viajes de entrada y salida... Sentí los primeros indicios de que iba a terminar y él, por mis unos primeros y suaves gemidos que no pude contener, debió advertirlo también y se detuvo.

-Espera, amiguito-me dijo-Todavía no he llegado a lo mejor, así que aguanta un poco.

Entonces se levantó y, dándome la espalda, fue, por lo que parecía, a coger algo de algún sitio. Yo esperé, un poco decepcionado, porque había esperado que él continuaría hasta hacerme acabar...Y lo cierto es que tenía unas granes ganas de correrme.

Finalmente, debió encontrar lo que buscaba y para mí alegría, volvió a colocarse en la anterior posición. Me pareció notar que había cogido algo, pero no pude verlo en un primer momento y lo cierto es que tampoco me esforcé mucho. Lo único que me importaba en ese momento era que volviera a besarme y a lamer mi ansiosa verga.

Él no me hizo esperar para satisfacer ese deseo y al poco su lengua volvía a jugar en torno a mi glande. Sus dedos también volvieron a explorar mi culito. Es más, los giraba dentro del mismo, en lo que parecía un claro intento de abrirme más y más...Y pronto descubriría para qué.

No tardé en notarlo cuando lo puso en mi entradita tras retirar sus dedos. Aunque nunca había visto uno de verdad no necesité mirar para saber que estaba manejando: estaba claro que era un consolador. Noté una gruesa cabeza terminar de romper la poca resistencia que entonces le quedaba a mi recto y entrar, lentamente pero sin detenerse. Era grueso y según lo notaba penetrándome sólo podía pensar, algo dolorido, sobre cuánto le quedaría fuera...El dolor, aunque fuera sólo por el morbo, ya no me molestaba tanto como la primera vez, además de que ahora sabía por anticipado que el placer pronto vendría y que tenía a Dani, que mientras me comenzaba a sodomizar no había dejado de lamer y chupar mi pollita.

-Esto ya está dentro-le oí decir.

Durante un momento los dos estuvimos quietos y yo me centré en gozar de tener aquella gruesa polla artificial introducida por completo en mi abierto culito. Pero fue un momento breve, pues al segundo, note como la mano ágil de Daniel le hizo recuperar el movimiento, y además, mucho más rápidamente, para salir y entrar, cada vez con pases más demoledores. También más rauda se movía su otra mano, que volvía a masturbarme y su lengua en mi cabeza... ¡Dios! Vibraba de auténtico placer, mis piernas temblaban y mis labios ya no pudieron contener mis gemidos...Sólo quería que siguiera más y más, el placer era lo único que me embargaba en ese fantástico momento, como si estuviera borracho de él.

Así estaba claro que no iba a poder aguantar mucho y no me resistí cuando, lo que me parecieron pocos segundos después, sentí el orgasmo envolverme. Si él lo notó, está vez no sólo no se detuvo sino que aceleró sus movimientos...

-Voy a acabar-logré decir entre jadeos, para avisarle...

Él me masturbaba más rápidamente, con mi glande junto a sus labios pero fuera... Y cuando la eyaculación llegó, elevándome durante un momento a un gran éxtasis, el primer chorro saltó y se estrelló contra su frente...Los demás le siguieron y vi como la cara de Dani iba quedando sembrada con los borbotones de mi semen mientras él no dejaba de agitármela: su frente, sus mejillas, su nariz, sus labios...Había rastros de mi blanca leche por todo su rostro. Y el todavía siguió hasta que mi pene quedó flácido en sus manos.

Yo me quedé un momento quieto, limitándome a respirar pausadamente tras el gran momento, sintiendo mis pulmones hinchándose y deshinchándose bajo mi caliente pecho y mi piel cubierta por el sudor. A él le vi recoger con sus manos los esparcidos restos de mi corrida...En un primer momento pensé que se los tomaría, pero no era ese su propósito.

Él se colocó de rodillas entre mis piernas. Su miembro estaba firme, claramente esperando también su parte. Y entonces Dani se comenzó a acariciar la firme verga, dejando a lo largo de ésta lo que parecía...Mi corrida. Se estaba untando la polla con mi leche... No me pregunté por qué, era evidente, y lo cierto es que era algo morboso.

Tal y como lo veía venir, una vez acabó con lo que estaba, cogió mis piernas y las puso sobre sus hombros. Aún sentí en mi piel algo pegajosas sus manos al hacerlo. Él fue ajustando su posición y yo le ayudé en lo que pude, mientras su mástil, una vez retirado el consolador, se fue colocando e introduciendo entre mis nalgas...Note su grueso glande en mi ano, mucho más grande que el del juguete que acababa de quitar. Él me tuvo un momento así, sus ojos verdes miraban los míos, y yo casi sólo deseaba sentirle dentro...La idea de su verga penetrando en mí cubierta con mi propio semen era muy excitante...

Finalmente, se decidió. Su firme y gruesa verga empujó repentina y rápidamente, taladrándome en pocos segundos las entrañas, hasta que me la clavó entera. Le vi cerrar los ojos, como queriendo quedarse con la sensación grabada en su memoria. Pero no estuvo mucho tiempo así, en seguida comenzó a agitarse, sacándome lentamente, como si se resistiera para luego entrar en rápidas estocadas. Frente a la lentitud y pausa, casi delicadeza, que había demostrado a la hora de darme placer a mí, él parecía querer acabar cuanto antes. Yo no lo entendía, pero estaba demasiado ocupado gozando de su verga para plantearme hipótesis o para hacerle preguntas...La notaba caliente y dura, abriéndome del todo, poseyéndome como a una mujercita...Y me gustaba...Pero entonces, de repente, la sensación de vacío a pareció y cuando me quise dar cuenta, me la había sacado.

-Greg-me dijo-Ponte a cuatro patas.

-¡Vaya!-dije, su petición, a la que por supuesto accedí, me había sorprendido-Como un perrito, ¿eh?-le pregunté cuando ya estuve como el quería.

Dani, mientras se ponía sobre mí y de nuevo enfilaba su pene hacia mi culito, me dijo:

-No te veo como perrito-su cuerpo caliente se puso sobre el mío y sentí su aliento en mi nuca-Eres más bien como...-su pene de nuevo estaba en mi entrada-Un gatito.

Casi me reí, y es que a mí, que siempre había preferido los gatos sobre los perros, me hizo gracia esa extraña comparación. Pero no tuve tiempo de comentar nada cuando de un golpe volvió a clavármela hasta el fondo.

En esta nueva posición no tardó en volver a acelerar, empujando firme, casi violentamente, y la misma cama empezaba casi a temblar y a chocar contra la pared en su temblor...Tendría que haberme preocupado todo el ruido que hacíamos, pero en ese momento sólo podía concentrarme en ser poseído por Dani... ¡Dios! Era increíble, pero sentía nuevamente mi verga ponerse de nuevo erecta, algo que nunca me había pasado nunca. Como si lo hubiera adivinado, metió su mano bajo mi vientre y alcanzándola, sin palabras ni explicaciones, volvió a masturbarme, ahora, igual que en la penetración, lo hacia rápido y sin más aspavientos. Sodomizado y masturbado, volví a jadear mientras él pasó a besarme y a lamerme la espalda.

No duramos, al ritmo que él iba, mucho más. Unos jadeos me avisaron unos segundos antes de que él se corriera en mi culito, que sentí de repente llenarse de una sustancia cálida y espesa... ¡Uf! Me estaba llenando el recto con su leche. Sentí su polla ir expulsando en mi interior todos y cada uno de sus borbotones y, llevado por el morbo que me supuso, volví a eyacular a su vez sobre su cama, derramado mi leche sobre las sábanas mientras él, como en la vez anterior no dejaba de masturbarme... No fue para mí un orgasmo tan gratificante del todo como el anterior, pero desde luego me había hecho vibrar de placer, sintiendo sobre mí su cuerpo, su calor, su sudor, su aliento...

Tardamos un poco, una vez nos corrimos, en separarnos. Ninguno de encontraba mal como estábamos. Pero finalmente, él se quitó de encima de mí y se tumbó boca arriba en la cama, con los brazos cruzados bajo la cabeza. Yo me senté, no teniendo ganas de volver a acostarme, y teniendo cuidado de no tocar, porque me daba un poco de cosa, los restos de mi propia corrida...Y estaba pensando en lo placentero que había sido aquel encuentro cuando sonaron una escalofriante voz:

-¡Guau!-exclamó-¡Eso ha sido súper morboso!

¡Dios! Sólo pude taparme los ojos por no querer verlo.... ¿Cómo se me podía haber ido de la cabeza que Elena aún estaba en la habitación? Al empezar a besarme con Dani todo lo demás se había desvanecido...

-Vaya, te has puesto del todo rojo-era la voz de Dani y, evidentemente, me decía a mí-¿Qué, has recordado de pronto la vergüenza?

-Se me había olvidado que ella seguía aquí-admití...Deseaba en ese momento que la tierra me tragara...

-Oye, una cosa es que no te ponga cachondo y otra que me ignores, tío-me dijo ella, bromeando-Bueno, chicos. Yo me voy a la ducha y luego bajaré a desayunar.

-Sí-asintió Daniel-Nosotros no tardaremos en bajar-añadió levantándose.

-Entonces nos vemos-se despidió ella, desapareciendo por la puerta.

Sólo entonces, cuando supe con certeza que se había ido, volví a mirar. Daniel, levantado y al pie de la cama, ya estaba medio vestido.

-Ya se ha ido, Greg-se burló-Y no te ha comido ni ha pasado nada malo, ¿verdad?

-No me ha gustado-me limité a decir. Lo cierto es que sabía, y eso me irritaba, que no podía enfadarme, porque había sido culpa exclusivamente mía, y por otra... ¿Había sido morboso?

-Sólo ha mirado-se limitó a encogerse de hombros-Y además, que tú te olvidarás de que estaba allí no es culpa nuestra-dijo, poniendo el dedo en la llaga-Y si no te molestó a la hora de la verdad, suena un poco falso que te molesta ahora.

-...-busqué una replica, pero no se me ocurrió.

-Anda, Greg. Déjalo estar. Vístete y bajemos a desayunar.

.

.

Cuando, veinte minutos más tarde, entramos en la cocina, la que suponía era la madre de Daniel, estaba limpiando los estantes y las encimeras con una bayeta. Al vernos entrar, nos sonrió.

-¡Buenos días a los dos!-no saludó sin dejar de limpiar-Cariño-le dijo a Dani-Queda café y todavía debe de estar caliente. ¿Por qué no te sirves una taza y otra a tu amigo?

-Claro, mamá-asintió él y, mirándome, me indicó una silla con un gesto de la mano-Siéntate, por favor-se dirigió a la cafetera-¿Cómo te gusta el café, Greg?

-Más leche que café-contesté, sentándome-Y con tres de azúcar-añadí.

-Muy bien-dijo él, pasando a servirlos.

-Así que tu amigo se llama Greg-comentó su madre, casi como si no estuviera presente.

-Sí, mamá-asintió él.

Ella se volvió entonces hacia mí, que mire al mantel de la mesa, haciéndome nuevamente el distraído... Aquella situación me era también muy incómoda... ¿Qué estaría pensando ella? Dani me había dicho que su familia conocía sus gustos... Estaría pensando aquella mujer que yo era el último chico, “amigo” según había dicho ella, que su hijo había metido en su cama... ¿Y qué habría oído antes?... No recordaba cuando deje de oír la aspiradora, pero, ¿habría ella escuchado los gemidos y la cama chocando contra la pared?...No sabía si me carcomía más que su madre pudiera haber oído a que su hermana hubiera mirado.

-Encantada de conocerte-dijo ella, haciéndome perder el hilo de mis devaneos mentales.

-Igualmente-dije, por ser educado-Señora.

-¡Oh! No, no hace falta que me llames “Señora”-dijo riendo-Puedes llamarme Laura.

-...Vale.

-Tenemos magdalenas-siguió diciendo-¿Quieres una, Greg?

-No, gracias.

-Aquí tienes tu café-interrumpió Dani, sirviéndome una taza mientras él, con la suya, se sentaba a mi lado-Y yo sí quiero una o dos magdalenas.

Su madre, mientras ambos nos empezábamos a tomarnos el café, sacó una magdalena de una bolsa que estaba sobre la encimera.

-¿Estás seguro de que no quieres una?-me volvió a preguntar.

-Sí, gracias.

-Bueno-se encogió de hombros, cerrando la bolsa con un nudo antes de dejar la pieza en la mesa frente a su hijo.

-Yo quería dos-se quejó éste.

-Una-se limitó a decir su madre-Que no te convine abusar de los dulces.

Yo, mientras apuraba el café, busqué con la mirada el reloj de la cocina y vi, no sin cierto alivio, que sólo eran las ocho y cuarto. Su madre debió darse cuenta de mi mirada y comentó:

-Habéis sido muy madrugadores para ser domingo.

-No teníamos mucho sueño-respondió Dani, y añadió, no sé si causándome más sorpresa o vergüenza-Además nos fuimos pronto a la cama.

Bueno, quizá exageraba al sobrevalorar las segundas lecturas de esa frase, pero desde luego hubiera preferido que se callara ese tipo de comentarios. Pero ni él ni su madre parecieron afectados por ella. De hecho, Laura se limitó a encogerse de hombros y a decir:

-Ya veo.

¿Sólo un “Ya veo” cuando su hijo prácticamente le había dicho que lo habíamos hecho? Bueno, puede que yo estuviera mal pensando mucho, pero por había visto y oído suficiente para pensar que aquella familia no parecía muy normal...No había notado nada raro que Dani les hubiera hecho saber su condición, y evidentemente ella sabía, porque tendría que ser tonta para no saberlo, lo que su hijo y yo hacíamos. Pero una cosa era esa y otra que de lo dijera tan directamente. Alguna vez, mi hermano había aprovechado una oportuna noche para llevar algún ligue a casa, pero, ¿hacernos desayunar con ella y decirle algo tan descarado a mi madre? Ni se le habría ocurrido. En cualquier caso, decidí que lo mejor era terminar cuánto antes y pedirle que me llevará a casa. Lo cierto es que, recordando mi cama, mi cuarto y mi rutina, los echaba en ese momento mucho de menos.

-Parece que alguien se ha despertado hambriento-comentó con burla Dani al verme apurar de un par de sorbos y a toda prisa hasta la última gota de la taza.

Yo no dije nada. Me limité a coger una de las servilletas que había en un servilletero cercano y me limpié los labios.

-¿O es qué tienes prisa?-preguntó.

-Tengo cosas que hacer en casa-le respondí. Era una verdad a medias.

-¿Sabes, mamá? Greg toca el piano-dijo de repente y sin venir a cuento.

-¡Vaya! ¿De verdad?-me preguntó ella, mostrando mucho interés.

-Bueno...-el cambio de tema me había pillado desprevenido-Sé algo de música-empecé a decir-Y doy clases, pero soy un principiante.

-Eso está muy bien-comentó ella.

-Es que a mis padres les gusta mucho la música-dijo Dani.

-Bueno, somos algo aficionados-asintió ella-Y tú primo, Alejandro-siguió diciendo-Él sí ha estudiado solfeo y también toca el piano.

-¡Ah, sí! No me acordaba.

Yo estaba pensando en cómo insistir en que quería irme pero de manera educada cuando Elena entró en la cocina.

-¡Buenos días!-saludó.

-¡Buenos días, cielo!-le respondió su madre-Hay café todavía caliente.

-Bien-asintió ella-Hola Dani-dijo al pasar a nuestro lado-Y hola, Greg. ¿Qué tal la mañana?-preguntó con total naturalidad, aunque yo prefería no mirarla, sabiendo lo que había visto no hacía ni una hora.

-¿La mañana? Bien-le replicó su hermano sin darle más importancia y también con completa normalidad.

-Hay magdalenas también-le señaló su madre a Elena, que fue a coger una-Por cierto...-siguió diciendo Laura, pero yo deje de escucharla. Lo cierto es que empezaba a sentirme bastante incómodo en aquella situación, ante una taza de café vacía mientras Daniel, su hermana y su madre hablaban de sus cosas, de sus asuntos familiares, y demás cosas que ni entendía y que no eran de mi incumbencia.

Tuve que acumular toda mi paciencia y ya pensaba que no dejarían de hablar hasta que Daniel, como si se hubiera acordado de pronto, se levantó y volviéndose hacia mí me dijo:

-Bueno, Greg-le miré, pero realmente no acababa de entender, distraído como estaba en mis pensamientos, lo que había dicho, él me dio un toque en el hombro como para despertarme-¡Eh!

-¿Qué?-reaccioné al fin.

-¿Es que no me has oído? ¿No quieres que te lleve a casa?

-¡Ah, claro!-dije levantándome a toda prisa.

-Pues vamos-se puso en marcha, saliendo por la puerta de la cocina, por donde yo le seguí no sin antes despedirme de Elena y de Laura.

.

.

-Espero que no te haya molestado mucho-dijo poco después de arrancar el coche.

-¿El qué?-le pregunté.

-Por lo de Elena.

-Bueno. Ya no hay nada que hacer-me encogí de hombros-Así que tampoco vale mucho la pena el darle vueltas.

-Cierto.

-Pero eso sí,..., esto,..., ¿ella es discreta, no?

-¿Te refieres a que no cuente nada a nadie?

-Sí.

-Puedes estar tranquilo al respecto.

-Bien-asentí, queriendo confiar en su palabra.

-Por cierto, ¿puedo hacerte una pregunta?

-¿Necesitas preguntarme algo?-decidí pincharle un poco-¿No te lo dice tu instinto?

-En realidad sí me lo dice-respondió-Pero quiero saber que responderías.

-Pues pregunta.

-¿Has pensado en decirle algo a tu familia?

-¿Decirles algo?

-Lo de que eres gay.

-Pues no he pensando decirles nada. Y eso es porque no lo voy a hacer.

-¿No vas a decirles a tus padres ni a tu hermano que eres homosexual?

-¿Por qué tendrían que saberlo?

-Algún día tendrás novio y tendrás que presentárselo.

-¿Hablas de ti?

-Hablo de cualquier chico del que te puedas enamorar. ¿O qué has pensando? ¿Qué nunca tendrás o qué nunca se los presentaras?

-¿Por qué se los tengo que presentar?

-Ahora sí que no puedes preguntar en serio.

-Que tú se lo cuentes todo a tu familia no quiere decir que todos hagamos lo mismo.

-Creo que es una mala decisión por tu parte.

-Esa es tu opinión.

-Bueno, mejor dejemos el tema-cortó de pronto-Ya que estás tan a la defensiva.

-Sí. Mejor.

Así pues, seguimos un rato en silencio. Viendo la calle que estábamos atravesando deduje que no debía quedar mucho para llegar a mi casa. Apenas unos minutos.

-Oye-volvió a hablar al poco, cuando ya se veía mi casa a lo lejos-Sinceramente. Me has caído bien, lo he pasado de maravilla contigo y me gustaría que nos siguiéramos viendo. ¿Te parece bien, Greg?-terminó de hablar con el coche ya parado frente a la puerta de mi casa.

-...-lo pensé un momento y le miré...Lo cierto es que no sabía qué sensación de malestar me había acosado en la cocina y me había hecho ser tan poco agradable durante el viaje, pero al volver ahora a contemplar sus dorados rizos y sus ojos verdes, al recordar los hasta tres fantásticos encuentros que habíamos tenido... Sólo podía decir una cosa-Claro, Daniel. Cuando quieras.

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