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Natalia en la granja 3, Vuelve Duque en la noche.

en Zoofilia

Curiosamente, después de su encuentro con Duque, Natalia no sintió deseos de sexo animal durante al menos una semana, como si el reconocer que era zoofílica hubiera calmado sus depravados pero satisfactorios deseos.

Esto fue así hasta una calurosa noche.

Debido al verano, Natalia dormía con un camisón corto y destapada, sobre su cama, hasta la tarde en la que Duque le había hecho correrse con su lengua cánida nunca dejaba que el animal entrase a su habitación, pero después le permitía muchas más cosas, le gustaba verlo cerca, saber que aquel macho perruno moraba por allí y que podía usar su lengua cuando quisiera.

La noche era tranquila, el padre de Natalia dormía al final del pasillo, algo alejado del dormitorio de su hija, pues había querido darle la intimidad que una mujer de su edad necesitaba, Natalia dormía boca arriba, destapada, sus piernas, robustas y atractivas, estaban separadas, como si alguien hubiera acabado de follarla, el camisón le cubría hasta la parte alta de sus muslos y la tela de la prenda, de un rosa pálido, transparentaba justo lo necesario, debajo de esta tan solo tenía una braguitas.

La puerta del dormitorio estaba entornada y la luz que entraba por la ventana permitía ver lo suficiente para no tropezarse, serían cerca de las tres de la madrugada cuando una sombra avanzó por el pasillo, Duque, caminando despacio, con su lengua bailando fuera de su boca, se acercó curioso al dormitorio de su dueña.

No era la primera vez que entraba y se dormía a los pies de la cama, así que caminó hasta la cama, al fondo de la habitación, y observó a la mujer humana que dormía en ella.

Su mente canina recordaba el dulce jugo que le había dado hacía poco, como una chuchería que, extraña, le había gustado, y aunque no comprendía lo sucedido, parecía que ella se había sentido agradecida dándole su líquido.

Acercó su morro a uno de los pies de la mujer y lo olisqueó, ella se movió, pero no despertó, Duque se acercó al lecho, apoyó sus patas delanteras en los pies de la cama y miró a la mujer, su cuerpo brillaba por el sudor, con las piernas abiertas, allí asomaba el dulce, aunque cubierto por sus braguitas, Duque reconoció el lugar que tanto le gustaba lamer.

Acercó su hocico a la pierna izquierda y la olió, perlada de sudor, sacó su lengua y dio un lametazo.

Natalia se despertó sobresaltada, confusa, miró a su alrededor y acabó viendo el rostro de Duque, que la miraba desde abajo.

--¡Duque!—exclamó.

Se sintió extraña, como si el perro hubiera querido sorprender a su amante, a ella, se incorporó y miró al cánido, el cual la miraba como si esperase permiso.

Acarició su cara y no pudo evitar mirar hacia la puerta, temía que su padre apareciera, Duque le dio otro lametón en el muslo, como si intentase convencerla, Natalia sintió la lengua y no pudo evitar excitarse, sabía que ese perro podía darle un placer extraordinario, un placer animal.

A pesar de que su padre podía descubrirla, supo que iba a hacerlo, iba a amar de nuevo a Duque.

--Ven aquí, campeón—le animó.

Duque, atrevido, saltó sobre la cama, Natalia no se esperaba aquello, solo que acercase su boca a su sexo y se lo lamiera hasta correrse.

Duque respiraba excitado, Natalia le vio a su lado, casi encima de ella, y también se excitó, la idea de que podía ser poseída, tomada por ese animal, la volvía loca.

Se quitó las bragas y quedó desnuda bajo su camisón, se tumbó, Duque estaba tumbado a su lado, con su vientre sobre el colchón, Natalia se puso de lado y acarició su cabeza y su lomo, se acercó a él y puso su pierna izquierda sobre el cuerpo del animal.

Duque la miró como si de repente se hiciera el tonto. ¿Dónde estaba su golosina? Natalia se pegó a él y sintió como su piel tocaba la del perro, como su sexo se pegaba al vientre de su amante cánido.

En silencio pero excitada, incapaz de no respirar tranquilamente, comenzó a frotarse contra él, Duque la miraba sin comprender y su nariz pareció oler algo gustoso en la boca de su dueña, así que la lamió, Natalia tembló al ser besada de nuevo por su perro, la lengua comenzó a lamer los labios de la mujer, a meterse dentro de su boca, dejando hilos de babas mezcla perro mujer cuando salía, Natalia no dejaba de frotarse contra él sintiendo su coño masturbado.

--Oh, Duque—gimió en un susurro—Que amante mas bueno eres.

Llevó sus manos hacia la tripa del perro, el cual, como si ya formase parte de ese acto, se giró para quedar casi boca arriba, Natalia la frotó sonriente mientras continuaba besando a su macho, solo cuando apartó la mirada de la cara lo vio, el pene de Duque, erecto, como entregándose a ella.

Natalia se sintió a la vez maravillada y confusa, a pesar de que en el famoso foro ya había visto penes de perro que eran chupados por mujeres o que las penetraban, jamás había pensado en Duque fuera del sexo oral.

En los días que llevaba en la granja había cambiado hasta ser otra mujer, los remordimientos habían quedado atrás, quizás fuera por aquellas horas, por la luna llena o por su excitación, pero no lo dudó, tocó el miembro de ese perro.

Lo sintió blando, pero no demasiado, su textura le ensimismaba, comenzó a frotarlo, quería masturbar a su querida mascota, darle placer al igual que él se lo había dado hacía días, Duque comenzó a moverse nervioso mientras Natalia pajeaba aquella polla, mientras la sentía caliente y excitada por ella, para ella, volvió a besar a su cánido favorito, sintiendo su lengua, su pasión animal.

--Que rabo—sentenció pletórica de excitación.

Su coño palpitaba buscando placer, por desgracia no podía tener la lengua de Duque y a la vez tocar ese miembro salvaje.

--¿O quizás si?—se preguntó.

Miró hacia la puerta, todo continuaba silencioso, de nuevo sin pensar en nada salvo en que le gustaría ser una sucia perra para ser follada como era debido, se incorporó y se giró, se tumbó de lado y abrió las piernas, con su sexo a pocos centímetros del hocico del cánido, miró a Duque, el cual parecía alegre por tener por fin su golosina y además recibir placer de su nueva hembra, por lo que comenzó a lamer el sexo goteante.

Natalia sintió la lengua en su coño y tembló de placer, miró el rabo, lo cogió su tacto le ensimismaba, pero ¿Chuparlo? Había comido muchos rabos, pero no de perros, no obstante, deseaba hacerlo y en el fondo sabía que iba a sentirlo dentro de su boca.

--A la mierda—pensó—Voy a comerme este nardo.

Y acercó su lengua a él con decisión, lamió la punta. le supo mal, algo en su mente se lo dijo, pero ya no podía, ya no quería parar, lo lamió de arriba a abajo, una vez, después otra, Duque continuaba lamiéndole el coño y arrancándole calambres de placer, decidida, abrió la boca y engulló el miembro de golpe.

El sentirlo en su boca, contra su lengua, fue nuevo, excitante, indescriptible, como si fuera una polla humana, comenzó a succionarla.

El placer que sentía no podía describirse, le gustaba, para su sorpresa, mamar la polla de Duque y la lengua del animal le devolvía el placer, intentaba no gemir, pero si hubieran estado solos hubiera gemido en alto, gritado, pedido más a su portentoso amante mastín.

--Mmmm, Duque—pensaba deshecha de placer—Me gusta tu rabo, que sabor, que rico.

Tuvo un orgasmo, que Duque tragó obediente, aceleró la mamada como la puta, la perra que ya era, ¡Estaba comiendo un rabo de un perro! ¡Y le encantaba!

Nunca había comido un badajo con esa velocidad y ansia, su cabeza se movía deprisa tragando sin cesar ese nardo rosado, su coño expulsaba gotas de flujo con cada lametón de aquel perro, sentía incluso calambres de placer y no dejaba de preguntarse por que no había acercado al mundo de la zoofilia antes, porque ahora y no volvería a probar ningún hombre.

Un tremendo orgasmo la sorprendió, todo su cuerpo comenzó a temblar, su sexo eyaculó riadas de líquido para Duque y este también la alcanzó en el placer.

--¡Me corro, me corro, me corroooo!

La polla de Duque comenzó a correrse, Natalia se sorprendió por ese repentino líquido de extraño sabor, no sabía para nada como el semen humano, pero tragó obediente, sintiéndolo bajar por su garganta, después vino otro, que también pudo tragar, pero el tercero escapó por sus labios y mojó su camisón, su cara, su pecho y su cama.

Exhausta, se miró a sí misma, estaba algo avergonzada, pero ¡Por Dios! Hubiera repetido al instante.

Miró a Duque, el cánido relamía los últimos restos de líquido de los muslos de su hembra, Natalia volvió a tumbarse a su lado y le acarició gustosa.

--Lo has hecho muy bien—le dijo—Buen perro, si, eres el mejor perro del mundo.

Durante algunos minutos más los besos continuaron, después Natalia se puso sus bragas y se durmió con Duque a su lado, el cual, cuando ella estaría dormida, se marcharía al suelo.

--Me preguntó cómo será sentirla dentro—pensó Natalia.

Se imaginó siendo follada por Duque, y después por Capitán.

--Voy a hacerlo—se dijo—Tengo que follarme a los dos.

Supo que el próximo paso era, ser penetrada por ese perro, convertirse en su hembra definitivamente, pero necesitaba información, saber más sobre ese tema, ¿y el siguiente paso? Capitán, sin duda, el culmen del placer sería sentir el rabo de ese caballo dentro de ella hasta alcanzar el mayor de los orgasmos animales.

CONTINUARÁ