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Natalia en la granja 6, Blanquito

en Zoofilia

Blanquito, Capitán, y Laurel, esos eran los caballos que habitaban la granja, cuando Natalia descubrió sus nombres, no le fue difícil, pues en el ordenador de su padre estaba la base de datos, no pudo evitar imaginarse siendo embestida por ellos, gritando sus nombres.

Desde que Capitán la había taladrado, entrenando su coño en el mundo de la zoofilia con equinos, se había propuesto, aunque a ratos pensaba que era una locura, el follarse a todos los caballos de aquella granja, y por desgracia no existía ninngún perro más, sino se lo hubiera tirado también.

Durante semanas estuvo tan solo disfrutando de Duque, el perro venía obediente a su cama para darle y recibir placer, Natalia se ponía sus cortos camisones y su fino tanga para él, el cual era para ella el mejor de los amantes que había tenido, en su cama, ella deborava su miembro rosado y él lamía su sexo chorreante, ella, y seguro que él, querían más, pero no podían, la mujer temía ser descubierta en medio de la noche por su padre enganchada al cánido, lo cual hubiera sido humillante para ella, no obstante, en su lugar secreto era diferente, alli se ofrecía por completo a Duque, poniéndose a cuatro patas, el perro ya sabía que podía elegir, chupaba primero y después follaba o el culo o el coño, o las dos cosas, Natalia se llenaba por completo de su leche caliente mientras gemía sintiendo un tremendo orgasmo.

Asi se mantuvo durante semanas, pensando que la suerte le depararía la oportunidad de disfrutar de las demás pollas equinas, y ese día llegó cuando menos se lo esperaba.

A media tarde decidió sacar a Duque de paseo, tanto su padre como los demás empleados creían que había tomado cariño al perro, cosa que en cierto modo era verdad, y que lo sacaba a correr como un ama saca a su mascota.

--No veo el momento de tirármelo--pensó para ella misma mientras se ponía un vestido corto, muy corto, propicio para la ocasión.

Salió y buscó a Duque con la mirada, no le vio, pero si vio a su padre.

--¿Has visto a Dque?--le preguntó.

--Lo han llevado a vacunar--dijo el hombre.

--Que pena--dijo Natalia con fingido fastidio--Quería jugar con él.

Iba a marcharse cuando su padre le dio otra idea.

--¿Por que no cabalgas un poco?--le preguntó--Hace tiempo que no lo haces.

--Si que cabalgo--pensó ella evitando reirse.

--¿Puedo?

--Claro--dijo su padre--Coge al caballo que quieras y que te lo ensillen.

Natalia se imaginó cabalgando completamente desnuda sobre Capitá, una imagen idílica aunque imposible.

Su padre le dio algunas indicaciones sin que ella dijera nada.

--Por allí--señaló al horizonte, hacia su escondite--Puedes cabalgar todo lo que quieras, a diez kilómetros hay una fábrica abandonada, no entres porque es peligroso.

Natalia asintió, no esperaba aprovechar la ocasión. ¿Follarse a un caballo a plena luz del día? podía ser descubierta con facilidad.

Antes que nada sabía que debía cambiarse de ropa, un vestido tan corto no era lo mejor para cablagar, se puso sus patalones de montar, los cuales hacía tiempo no usaba, unas botas marrones y una camisa blanca sobre el sujetador, ya lista, salió.

Entró en las caballerizas y miró a los caballos, estuvo a punto de coger a Capitán, pero, por alguna razón, se interesó por Blanquito, un percherón dócil y del color de la nieve, de ahí su nombre.

Sabía que, después de no montar durante años, Capitán podía ser un poco impetuoso para ella.

Pidió que se lo ensillaran y salió del establo tirando de él, una vez fuera subió, al sentirse sobre el equino nuevos pensamientos zoofílicos vinieron a su mente.

Cabalgó despacio, no queriendo cansar al animal, pasó por el escondite donde Duque la follaba, recorddando cada mamada y penetración, cada orgasmo prohibido, se excitó, quizás por eso aceleró la marcha y galopó deprisa con Blanquito alejádose de allí.

Después de unos minutos llegó a la fábrica abandonada, se detuvo y la observó, no era más que un edificio de plachas de metal viejo, la verja que lo rodeaba estaba abierta de par en par, además de haber sido arrancada en muchos sitios.

Iba a dar la vuelta cuando un viento abrió la puerta, dejándo que viera el interior. ¿Acaso era eso una señal?. Avanzó despacio y entró, con Blanquito, en el almacén, a parte de unas máquinas viejas no había nada, todo estaba sucio y decrépito.

--Vamonos, Blanquito--dijo--Este sitio puede ser peligroso.

De nuevo, estaba a punto de marcharse, pero entonces vio algo, de nuevo.

A un lado de la sala, casi escondido, vio una mesa que no parecía una mesa, lo reconoció al instante, era un potro de los que se saltaban en gimnasia, buscó alrededor y vio una placa donde ponía el nombre de la empresa, había sido una fábrica de material deportivo.

Entró con Blanquito sin apartar la mirada del potro.

--No me digas que es lo que creo que es--dijo como si hablase al caballo.

El potro era pequeño, seguramente para niños de parvulos y poco más.

--Joder--dijo ella--Alli tumbada si que follaríamos bien.

Entonces detuvo a Blanquito, su corazón se aceleró y su coño se abrió como por si solo.

--Joder--casi gritó--Es una señal, tengo que hacerlo.

Bajo del caballo y lo ató, procurando que no hubiera nada alrededor que le dañase, fue hacia la puerta y miró fuera, como esperaba, no había nadie en kilómtros, como si Dios quisiera que se follase a ese animal.

Le fue algo dificil cerrar esa puerta tan grande, pero cuando lo había hecho decubrió que tenía una barra de hierro para cerrarla, volvió al lado de Blanquito y acarició el vientre del equino.

--Veamos que polla gastas, campeón--le dijo.

Se arrodilló y miró el nardo, no parecía muy grande, lo cogió sin titubear y Blanquito se revolvió, no se esperaba que la mujer le agarrase asi su miembro viril.

Natalia comenzó a masturbarlo mientras se excitaba tan solo con el tacto caliente del falo, rodeando su punta con sus dedos y acariciado los testículos, colgantes y duros, del animal.

La polla no tardó en crecer ante la masturbación, era menos larga que la de Capitan pero bastante más gruesa, Natalia pensó que sería por la raza.

Miró alrededor para cerciorarse de que estaban solos, gesto tonto, la puerta estaba ferreamente cerrada y no había nadie mas que ella y ese dotado animal, se metió bajo el caballo y miró la punta del nardo muy cerca de su cara, sintió su olor, su vena animal, abrió la boca y lo engulló.

La luz que entraba de fuera, por agujeros del techo, era la única que había, le daba a todo un aire más, según Nataia, romántico, Blanquito comenzó a respirar fuerte, se excitaba ante aquello, algo que su cuerpo de caballo jamás había probado.

Natalia no podía estar más cachonda, saboreando el miembro de ese caballo, su sabor le recordaba al de Capitán, pero era algo diferente, como el sabor de los rabos humanos, cambiaba según el tipo además el grosor de este le obligaba a abrir la boca todo lo que podía, ese tamaño, sin duda, no lo poseía un hombre humano.

--Mmmhmm--gemía mientras mamaba--Mmmmaaamm.

Durante minutos estuvo saboreando ese tronco blanco, sabía que si no paraba la mojaría de semen de arriba a abajo, y si bien sabe Dios que lo deseaba, no podía hacerlo, allí no había con que limpiarse y llegar a la granja toda manchada de semen de caballo seria fatal para ella.

Se incorporó y miró el potro, no parecía algo sucio, pero en esa situación hubiera follado en el suelo.

--Que cachonda estoy--se dijo--Voy a meterme ese manubrio ya.

Se quitó las botas y los patalones de montar precipitadamente, volvió a ponerse las botas y, por higiene, solamente se desabrochó la blusa.

Cogió a Blanquito de las riendas y lo condujo hacia el potro, allí, lo examinó y no tardó en colocarse como quería, con las espalda sobre el potro y las piernas fuera, boca arriba.

--Vamos, Blanquito--ordenó tirando de las riendas para colocar a su amante en posición.

Le sorprendió que ese caballo no dudase, no pelease para colocarse como ella quería, pues lo tuvo encima enseguidas, su coño latía por ser abierto, cogió el nardo y lo acarició, Blanquito relinchó, Natalia lo atrajo hacia ella y puso la punta en la entrada de su sexo húmedo.

--Vamos--le animó--Follame, metemela.

Blanquito dudó entonces un momento, pero su instinto respondió al placer y dio un paso hacia ella, el rabo empujó el coño.

--Ahhh--gimió Natalia--Eso es, otra vez.

Blanquito empujó, la punta de su polla abrió el sexo y entró de golpe.

Natalia gritó de dolor, ¡Que gorda era! su coño latió al sentirlo así, forzándola, abriéndola a la fuerza.

--Ahu--gimió--Menudo torpón, madre mía.

Al igual que Capitán, a Blanquito poco le importaba el dolor de su hembra, había encalomado a algunas en su vida y sabía que era mejor para él el despreocuparse por esas putas, empujó de nuevo y el rabo entró casi del todo.

Natalia estuvo a punto de caer el potro, un extraño placer recorrió todo su cuerpo.

--Siii--dijo con la voz entrecortada--Ha llegado el momento, vamos, hazme tuya, Blanquito.

Entonces Blanquito, que incluso parecía entenderla, obedeció, comenzó la cópula, Natalia era pentrada por esa bestia que no había titubeado en ensartarla del todo, tanto que sus cojones de caballo golpeaba contra el culo de Natalia, ella gritaba de placer, con los ojos en blanco y apenas sin poder mantener el equilibrio en esa pira sexual, la polla la destrozaba pero a base de bien, su coño lo recibía masoquita, los labios de este se amoldaban al tronco blanco que los abría, dolorido pero sin dejar de chorrear, sentía el miembro equino en cada centímetro de su interior y pequeños orgasmos se sucedían en ella.

--Ohooo, Ahaaaa, siiii, maaaaas.

Blanquito relichaba de placer, el penetrar a una yegua como aquella era un sueño, tan estrecha y blandita por dentro.

Natalia apretó los labios mientras un calambre la sorprendía, no quería gritar, pero le fue inevitable, sacudió las piernas y se comvulsionó de placer mientras el nardo la empujaba con violencia.

--Me... ¡Me corro! ¡Joder, me corro, vamos Blanquito, damelo, que me corroooo ahaaaaaa!

El orgasmo que sintió fue apabullante, indescriptible. ¿Como podía correrse así? La polla de ese caballo le era entonces maravillosa, incluso mágica.

Blanquito continuó su follada, pues no había acabado con su puta, Natalia se dejó hacer, sobre el potro como muerta, sonriendo y babeando, miraba al vacío fascinada, todavía siendo manejada, golpeada por ese magnífico penetrador animal, todavía sintiendo pequeños orgasmos que la hacían gemir.

--Mmm, aha, si.

Tras unos minutos Blanquito relinchó y su pene se hinchó dentro de Natalia, la cual reaccioó.

Un gran chorro salió del badajo y llenó el útero de la mujer.

--Ahhaa, me rellenas--gimió ella.

El chorro escapó de la unión sexual al ser demasiado, mojando las piernas de Natalia y el potro en si, después vino otro gran chorro y también se vertió, Natalia lo sintió caliente y agradable.

--Buen chico-- le dijo acariciando su lomo desde debajo.

Cuando Blanquito se apartó la polla salió del sexo con un sonido que simulaba un descorhce, nuevos chorros cayeron al suelo.

Natalia, cansada, dolorida, se incorporó despacio, estaba atontada pues debido al placer casi había olvidado donde estaba siquiera.

Se movió despacio sobre el potro y se puso sobre él boca abajo, con una pierna a cada lado de este, cuando quiso salir vio que Blanquito basicamente encima de ella.

--Quitate--le dijo--Vamos.

Blanquito no se movió, puede que fuera al moverse ella cuando su nardo tocó un gluteo de la mujer que le hizo creer que podía coger más.

Empujó, lanzando a Natalia hacia delante.

--¿Pero que haces?--preguntó ella enfadada--Quitate, vamos.

Blanquito empujó de nuevo, Natalia sintió la punta de su rabo como una porra, dando entre sus gluteos.

--Maldito tonto--le dijo--Ya hemos acabado.

Blanquito empujó de nuevo, esta vez la polla abrió los glúteos y golpeó la entrada de su ano, Natalia sintió el dolor, ¿Acaso ese animal quería anal con ella? Duque era el único que había probado su ano, y el que un badajo como el de aquel caballo le entrase por ahí le asustaba.

Blanquito relinchó y empujó de nuevo, quizás la postura que Natalia había tomado le recordaba a una jugosa yegua.

--Ohoo--gimió Natalia--Mierda, no va a quitarse hasta darme por culo.

Giró la cabeza todo lo que pudo y miró al animal, sudoroso, como un salvaje excitado, miró su tranca, continuaba gordísima, todavía goteando la corrida anterior, le había dado placer, pero quería más, y los animales no eran de los que pedían permiso, ella era una yegua con los caballos y una perra con los perros, era la follada, el objeto sexual animal, se dejaba o se dejaba.

--Dios mío--gimió--Por que o me deja...

Blanquito empujó varias veces, dando a entender que no iba a quedarse tranquilo hasta abrir el ano de aquella puta.

--Vale--dijo Natalia--Tú ganas.

No podía negar que estaba excitada, jamás nadie la había deseado tanto como ese caballo, llevó las manos hacia atrás y se abrió los glúteos, entregándole su ano.

Blanquito empujó y su nardo de nuevo dio contra la entrada anal, Natalia cogió el rabo con un mano y lo llevó hacia ella, pues estaba claro que necesitaba ayuda.

--Hoy me toca anal--se dijo.

Blanquito, que ya parecía un experto en follar humanas, empujó y la polla quiso abrir el culo, haciendo que Natalia gimiera de dolor, después, a base de empujar, el nardo abrió el ano.

--Ahayyyy, ahy, nooo---gritó Natalia.

El ano se cerró alrededor del glande, amoldándose a aquella temenda polla, Natalia se agarró donde pudo sabiendo que iba a ser taladrada de una forma salvaje, Blanquito relinchó de nuevo y empujó, el nardo entró forzando el dolorido culo.

--Ahaaa, joder--gimió Natalia--No se si podré aguantarlo.

Las paredes del ano se abrieron ante tal ariete de carne, Natalia solo pudo gritar y sujetarse, ¿Que opción tenía? ninguna, ahora mandaba Blanquito y Blanquito quería joderle el culo.

Comenzó una enculada bestial, Natalia gritaba casi desmayada mientras el rabo del caballo la embestía, la taladraba si niguna piedad.

--Ahaaa, Ohooo, mi culooooo.

El dolor la excitaba, se sentía violada, usada, forzada por ese magnífico miembro, recordó que su primer anal había sido parecido a ese, doloroso pero iniciatíco, para dejar paso a un extraño y bizarro placer.

--Ah, Blanquito--atinó a decir--Me has roto mi culo, siii.

Con los ojos en blanco y la boca abierta, apenas un hilillo de sonido salía de su boca babeante, apagado por el dolor y también por el placer, por suerte la polla no era muy larga, pero llegaba hasta el mismo fondo de su ano, los testículos del animal golpeaba su sexo dándole más placer, golpeado su vulva con violencia.

Natalia llevó la mano a su clítoris y comenzó a frotarlo.

--Siii--gimió--Destrozame cabrón, vamos.

Blanquito estaba sobreexcitado, como si no hubiera mañana, pareciera que quisiera follarla de tal forma que ella después no pudiera ni andar, empujaba tanto a la mujer que casi podía lanzarla por encima del potro, ensartada como un polo.

Natalia sintió un orgasmo indescriptible que sacudió todo su cuerpo, su mano se mojó de su corrida caliente, Blanquito todavía tenía para rato, asi que se agarró donde pudo y se dejó usar de nuevo, gimiendo con los ojos llorosos por el salvaje anal.

--Ahaaa, ahaaa, aahaaa.

Blanquito se detuvo y Natalia supo que venía la embestida final y la corrida, el caballo pareció prepararse y de nuevo comenzó a follarla con fuerza, casi alzándola del potro.

--Ahaa, ahyyy, me coroooo--gritó Natalia.

El rabo de Blanquito comenzó a eyacular dentro de su ano, la mujer comenzó a gritar como si fuera un animal mientras su coño se corría de nuevo, fue como si mease.

--Ahaaa, aaaaahaaaa, mas, mas, maaaasss, si, mi culoooo, ahaaaaa.

El semen escapó del ano al no encontrar donde ir, vertiéndose como si viniera de una tinaja rota, Blanquito siguió empujando hasta que su polla quedó seca, después se echó hacia atrás, Natalia se sujetó, ay que si no lo hacia la llevaría con él, la polla salió despacio causándole dolor, pero se alegró de tener el culo libre por fin, cuando fue librada de tal manubrio más semen equino escapó de su culo.

Dolorida pero satisfecha, se quedó allí, tumbada, cogiendo aire y esperado a que su cuerpo forzado se recompusiera.

--Joder--pensaba--¡El polvo más salvaje de mi vida! ¿Cómo he podido aguantar ese pollón? ¿Y por que me ha gustado tanto? ¡No puedo creer que me cupiera en el culo!

Cuando se levantó, caminó despacio, ya que el culo le dolía, temía que Blanquito le hubiera hecho sangre, se palpó el ano y vio que estaba manchado de semen, pero no vio sangre.

Se vistió despacio y se acercó al caballo, el cual ahora estaba tranquilo, satisfecho como ella.

--Que fuerte me has follado--le dijo mientras acariciaba su crin--Eres un campeón.

Subió a su lomo y volvió a casa despacio, pensativa. ¿Que pasaría ahora con su vida sexual? Estaba claro que había subido un escalón más en la zoofilia, que podía aguantar el rabo de un caballoo por su culo, y que a aprtir de ese momento, seguramente lo haría.

--El próximo será Laurel--se dijo.

AL volver vio a su padre salir de las caballerizas, temió que sospechase algo pero no fue asi, tras dejar que se llevasen a Blanquito volvió con él a casa.

--¿No te ha dado mucha guerra?--le preguntó.

--No, se ha portado muy bien--dijo ella-¿Por?

--Bueno--dijo su padre--Blanquito no es de mucho de montar, lo usamos como semental solamente.

Natalia escuchó la palabra semental y entendió muchas cosas.

--Si--pensó--Esta claro, el es un semental y hoy yo he sido su yegua.

CONTIUARÁ