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Orgias africa tropical (3)

en Orgías

Asalto 3º y último

 El caso es que pasé unos día dolorida pero con ardientes ganas de más polla y lo cierto es que no tenía a casi nadie a mano, pues todo el mundo andaba metido es una frenética danza de aquí para allá pues la fiesta del Gran Rey estaba a punto de celebrase y  casi todos andaban como fuera de sí ..

Una  de las noches entró la mucama y me dijo que me prepara pues si quería participar del festival del Gran rey tenía que tomar una de aquellas pócimas que me iría preparando, mi chocho pedía guerra a mansalva y mi imaginación ya estaba perdida en los mil y un laberintos de lo que podría significar aquel al que tanto se consagraba todo el personal, menos mi padre que se había ido.

 Fui tomando aquellas pócimas que me aún me hacían más ensoñadora y apetecible a mi misma, deseaba en medio de aquella aturdidez que una larga polla me penetrara hasta la misma tripa y sentir un gran pollón que me rajaba mi culito.. y así una noche ya no se de que día , todo pareció más oscuro tras beber la pócima.

 Cuando quise darme cuenta, unos potentes brazos me sostenían y me levantaban  en vilo, procediendo a vendarme los ojos y a trasladarme de mi mullida cama hacia la selva , pues por mi semi desnudez sentía el aire y rumor de las hojas y a lo lejos los tambores, que paulatinamente se me iban haciendo más cercanos, hasta estar casi en frente de ellos.

 Sentí que me echaban encima de un rollo  pues el borde  se clavaba a la altura de mi pubis, me ataron pues las manos, dejando que mis piernas semicolgantes y así medio expuesto mi culito y mi concha, fui sintiendo como se me embardurnaba con algún tibio mejunje que ponía mis partes a cien por hora, cuando empecé a sentir un deseo irrefrenable y mis agujeritos estaban a punto del incendio del deseo, un frío líquido vino a saciar mis deseos, los tambores empezaron a sonar y las risas ahora se hicieron más  cercanas.

 El calor de mis conchas ahora volvía a ser inaguantable  y pedía a gritos que me calmaran , en ello estaba cuando empecé a  sentir sobre mi cuerpo parte de otros cueros, manos, pequeños golpes con utensilios carnosos que imaginaba como pollas, salivazos por mi culo y refriegas en chochazo que ya ansiaba como poco la polla de Romuado o de Caimán o todo ello junto.. en ello estaba pensando y pasando por el primer orgasmo, cuando me quitaron la venda de ojos.

 El espectáculo era impresionante, un amplio corro de sujetos desnudos y pintarrajeados, a los cuales me era difícil  reconocer  y que tenían sus inmensas pollas al aire, a las cuales se encargaban de darles tamaño y lustre unas cuantas mujeres por polla, cuando una sobaba la polla la otra le mordisqueaba los negros cojones, u otra le metía el dedo aquí y allá y saboreaba y gustaba de olores y almizcles; cuando el círculo se abrió pude contemplar  dos inmensas bestias negras sentadas delante de mí a unos metros 10 metros, eran dos enormes  gorilas, uno más pequeño y otro un poco más ancho y alto, en sus regazos revoloteaban unas jóvenes sirvientas que también hacían que sus pertinentes maniobras  fueran sacando de sus peludas fundas unos descomunales pollones.

 El gorila más pequeño tenía una polla como de unos treinta y cinco centímetros pero extraordinariamente gorda y roja el otro que parecía su padre tenía una polla que para mí sobrepasaba los 45 cm y tenía un grosor más que respetable, ambos gorilas parecían como ensimismados, estaban atados por la cintura, pero no parecían necesitarlo, pues penas si se movían de su sitial, ni cuando les sorbían a lametazos su grandes pollones , ni cuando por sus hocicos les pasaban aquellos tiernos chochos de mujeres vírgenes.

 Estaba pues en presencia del Gran Rey el Gorila, y empezaba  a temerme lo peor desde que allí me descuartizaran aquellos mamelucos o que en pleno éxtasis me echaran sobre aquellos grandes pollones y terminara igualmente de destrozada.

 La cremonia pareció empezar pues las solemnes bandas de tambores y flautas hicieron más ruido, las pollas mostraban unos aspectos   inmejorables y algunos ya tenían a su pareja medio preparada para ensartar, a  un repique de tambor  atronador el jolgorio comenzó y la barahúnda de pollas buscando hueco parecía interminable, la posición en l que estaba  era pues difícil mantener tanto tiempo la cabeza levantada, con lo cual opté por dejarla caer y descansar un rato, medio pensaba  en que me iría a suceder y como calmaría aquel resquemor del chocho, cuando entre mis pies vi una larga cola de hombres polla en ristre, apenas pude intentar revolverme cuando sentí el primer flechazo, una polla fina calmaba mis primeros humores de forma muy galana, apenas sin tocarme y con delicados deslizamientos, cuando estaba llegando a mi orgasmo, sentí sobre mis posaderas unas enorme pezuñas que me arañaban y metían su pulgar en mi ojete a la vez que escupían en él, mire por la entrepierna y vi un pollón gordo y feo, granuloso y poco apetecible que ahora levantaba el sujeto con intención de violar mi negro culo, no era capaz de ello, pues yo aún no estaba en su punto y su puta polla estaba aún blandengue, como no se le lograba metió de forma desabrida una de sus grandes manos entre mis cachas y abriéndome el chocho embutió de una emburriada su choricera polla en mi suave almeja que aunque mi mente rechazaba por su aspecto y malas maneras del sujeto, mi chocho empezaba a sentir un cierto frescor en aquellos vaivenes.

 La fiesta proseguía ahora los machos andaban ya por el suelo insertados unos en otras y otras en unos, haciendo rocambolescas filigranas de  pollas , lenguas , culos y artilugios que iban introduciéndose aquí y allá, mi cola de amantes parecía no tener fín, cuando podía echar un vistazo veía que la cola pasaba de tres a  diez en un momento, en cuanto alguien perdía chocho o culo iba en mí busca y así fui probando pollas y más pollas desde la más suave a la más grotesca, desde lo más blanquecina y descapullada a las más negra y cerrada en su cabeza y con un infernal olor a orines y semen, me iba desvaneciendo entre tanta polla y sintiendo como los litros de semen de aquella tribu ya rodaba por mis muslos, cuando sentí que una suave mano subía hasta mis partes todo aquel mejunje y me restregaba el nácar de mi agujerito negro, que solo algunas pollas fueron calando de mañosas maneras hasta dejarlo elástico y adaptable y con ganas de algo más sólido.

 Cuando me estaban bañando en los jugos de mis amantes y me daba a chupar algunas de aquellas pollas, un redoble que tambores hizo que la luz disminuyera y alguien se colara entre mis brazos metiéndome su pollón en la boca , y apretando para que me lo tragara todo, cuando la bofetada del escupitazo de semen  me dió en todo el paladar y  desapareció el objeto de la chupada,   puede ver  que traían en volandas y también vendadas a mi madre y a mi tía, a las cuales  sostenían de cara  a los dos gorilas, a mi madre le tocaba el más grande  y a mi tía el más pequeño, un poco más alejado tenían a Romualdo y a Caimán que se proponían ensartar  a la vez a Tranganta y que eran coreados por un nutrido grupo de hombres y mujeres que animaban a que la sesión diese comienzo.

Los tambores empezaban a repicar y mis parientes iban bajando desnudas y vendadas sobre aquellos dos mástiles de carne que ya buscaban una buena concha donde ensartarse, cuando sus dos chohazos tocaron la punta de los nabos, la soldadesca soltó de repente a las dos mujeres, las cuales cayeron sobre los mástiles, los chochazos de ambas se negaban a dar cabida a tales dimensiones, una bardunada de aceites picantes, hicieron que ambas mujeres pidieron polla a mansalva, estaba expectante cuando sentí sobre mis nalgas  dos manos que apartaban las mollas para dejar libre el agujero del culo, y la cabeza roma de una buena polla que optaba por dicho hueco, miré por entre mis piernas y vi colgando unos cojones bestiales a modo de toro, lo que me hizo aún angustiarme más y no querer recibir aquello que querían encajarme.

 Me revolví cuanto pude y eso para mi desgracia hizo que el pollón  metiera su dura cabezota dentro de mi ojete, miré al frente y vi a los grandes simios que en un infernal abrazo habían cogido a las damas y las ascendían y bajaban sobre sus mástiles en medio de gritos, risas y hayes de placer y dolor de todos, yo sentí como  el cabronazo de la polla iba entrando y entrando más y más, lo presentía lejos, sus  pelotas aún  no asaeteaban mi chochito, lo que me hacía pensar de que aún quedaba polla para rato.

 Mi madre y mi tía ya estaban casi desmayadas de placer y dolor, con las pollas de los dos simios aflorando semen por todos los lados, cuando ambos gorilas ya habían sentido como su flujo se iba, dejaron a  ambas mujeres  caer sobre sus pollas como si fueran muñecas de trapo, el grito de ambas fue atroz a sentirse insertadas hasta lo más hondo, y donde se estaban mezclando dolor palceer semen sangre de sus desgarraduras, y se dejaban ahora mecer en el maternal abrazo en el cual les ebadurnaban los grande simios para despiojarlas y darles mimos.

 Mientras el cabrón de la negra polla cuando vio subir  a  ambas mujeres atrapadas en el  simiesco gran abrazo y previendo ya el resultado  y mi desgarro por lo que les iba a a suceder a ambas mujeres, me ensartó de un empollón la polla hasta los mismo huevos que sentí como abrían mi almeja en dos claras mitades, y si bien me hacía daño el sentir aquellas enormes bolas golpear mi chocho de aquella manera, y sentir toda aquella longaniza salirse para tomar de nuevo impulso era un placer que fue de tal  magnitud que pronto perdí el sentido. Lo siguiente que recuerdo es vernos a las tres damas de la casa descansando apaciblemente, cuidadas con gran esmero por nuestros nativos, que ahora nos tenían consideradas como grandes manitús de la tribu, y con esa reverencia y cariño atendían nuestras más exquisitas necesidades.

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