miprimita.com

Los Misterios del Vaticano (3)

en Grandes Relatos

UN PASEO NOCTUCNO (III)

Lo cierto es que bajé a cenar a eso de la 20 horas con Sor Angélica y algunas hermanas más y las sonrisa picaronas que me echaba mi adoptiva madre celestina, daban a entender que allí se sabía lo sucedido.

Terminé pues mi cena de hortalizas, recondándo los usos tan terapéuticos que éstos podían tener y me fui a dar una vuelta por los jardines palatinos. La noche era cerrada y permitía que me pudiera escabullir de la Guardia Suiza y de los Guardas Jurados palatinos, que por cierto me la tenían jurada, pues yo también jugaba con sus vidas y mujeres, en cuanta oportunidda se me presentaba.

Como hasta "completas" tenía mucho tiempo por delante, me acerqué hasta el Monasterio de Monjes Clarisos y Descalzos, una especie de hospedería o albergue donde residían los monjes que prestaban sus servicios a la curia.

Entré por una especie de antigua cloaca, que en realidad era un pasillo entre los anchos muros del monasterio y que en su tiempo debió servir no sólo para huir, sino para tener controlada a la plebe monacal, pues el pasillo tenía auténticos e ingeniosos puntos de observación y espionaje del cual no se escapaba nadie a excepción del Padre Abad, que debía ser el único que por tradición oral debía saber de la existencia de tales pasillos y puntos de observación, pero su ceguera y su avanzada edad apenas si le permitían moverse de su enclaustramiento.

Al primero que fui a espiar fue el hermano franciscano encargado de la biblioteca, éste era un pelirrojo irlandés orondo y con una polla descomunal que tenía que llevar atada a la entrepierna, medía tal instrumento cerca de los 40 centímetros, no se sabía a ciencia cierta cual era su medida, aunque por la curia siempre estaba la chanza y las apuestas por su longitud y grosor....

Y allí estaba el orondo franciscano, un puro heredero de los "fratichelli" con el hábito totalmente arremangado y con una preciosa joven adolescente, de imprecisa edad, sobre sus rodillas, que jugaba con aquél inmenso nabo, dándole vueltas y retorciéndolo a la vez que de vez en cuando le daba algún sorbeteo y contemplaban ambos las grandes láminas de la Erótica Universalis.

La joven retorcía con malvada picardía al irlandés el priapo mientras éste pasaba las páginas y le enseñaba las representaciones de los mitos griegos y romanos hecha por Agostino, Carraci de Baco....

Las grandes láminas que eran guardadas con gran secreto por el bibliotecario, que solo las sacaba para tan pedagógica labor, pues que yo sepa nunca intentó enseñarlas a nadie más.

La inocente labor pedagócica no iba más allá de enseñarle a la joven las láminas y familiarizarla con los príapos, pues que se sepa nuca intentó penetrar a ninguna, pues tan solo gustaba de que si inmenso priapo, fuera objeto de manipulación y jugueteos por las jóvenes alumnas.

Allí les deje en sus inocentes juegos, para pasar a la celda del Prior del Monasterio, un cartujo castellano traído ex profeso de la Cartuja de Siempreflor de Castilla, para que pusiera a raya al monacato palatino; pero me supongo que la visón de la reverendas madres por lo pasillos de la curia, las secretarias y las turistas que enseñaban más de lo que los monjes podían soportar, hicieron que los fenecidos ardores del padre cartujo se reavivaran con especial ahínco.

Tal era así que para calmarlos, se había colocado un cilicio de doble carrerilla en su buen armado aparato, y que a pesar de las penurias y martirios que le causaba tal artilugio, el condenado príapo, siempre estaba en posición de firmes, para escándalo del padre Eloy de la Iglesia y que por las noches, como ésta, no solo se conformaba con volver a apretar más aún el cilicio sobre su indesmayable aparato, sino que también se daba su buen hartazgo de latigazos.

Quien no reparaba en gastos y artificiosidades y además cuidaba con esmero su comportamiento social y vestimenta, en su relación con los demás dentro de la curia.

Este Padre Dominico de Calerruega, Fray Antonio de la Arpía, mundano a no poder más y candidato a cardenal por la vía rápida y enconado enemigo de Ciardi, debía haber heredado su afición por el sadomasoquismo y el bondage, de sus preclaros padres inquisidores, dominicos todos ellos.

Este especimen gozaba viendo películas en video de sadomasoquismo y bondage japonés, me imagino que nunca llegaría, al menos de momento a practicar alguna tortura de este tipo allí dentro de los muros vaticanos, pues aún le importaba mucho el rango y sus ambiciones.

Aunque esas escapadas a las montañas suizas, a lo mejor ni eran tales montañas ni suizas , y si era posible que tuviesen mucho que ver con ciertas muertes que se habían producido en algunos barrios romanos, donde habían aparecido medio muertas por torturas algunas prostitutas, pero ese es otro capítulo....

Dejemos pues al impoluto Dominico pajeándose como un poseso mientras contemplaba latigazos y torturas que le propinaban a dos inocentes mujeres, en uno de esos videos reales; mientras él era filmado a su vez por alguien ....

El resto de los monjes de menor condición o dormían o se pajeaban entre ellos en los baños, donde apenas si los podía oír entre risotadas y bromas, lo cierto es que ni poseían dinero ni poder para más allá de lo que hacían.

El que sí tenía libertad y poder para todo y mucho más , pues contaba con astucia y cómplices era el astuto prelado del Opus Day Monseñor Ciardi, que ahora se hallaba absorto en como la Sra Helía se trabajaba y seducía al joven Hans en sus aposentos que presumiblemente les había dejado para sus encuentros, mientras él permanecía escondido , observándolo todo...

Helía con la excusa del calor se iba deshaciendo de ropajes, quedando en unas livianas gasas que nada enseñaban pero que insunuaban aquellas prietas carnes bajo las diminutas braguitas de blonda y un ahustadísmo sostén regalo de Ciardi, que más que contener, hacían desbordar unas apetitosas tetas.

" MI querido Hans, me han confesado personas cercanas y que nos solo han propiciado éste encuentro y nos han dejado éste lugar a salvo de miradas indiscretas, que bebes los vientos por mí, y como bien has de saber soy mujer casada, con un superior tuyo y no una mujer fácil, aunque si tienes algo que me guste puede que todo ello pueda superarse facílmente..."

Hans se puso rojo de vergüenza, lo que no fue óbice para que se echara sobre la seductora Helía...

Querido Hans debes ir con más cuidado y cariño, esto no es como coger el fusil al hombro enbragar y ya está, Esto querido requiere paciencia, suavidad, ternura y mucha imaginación..." Mientras todo esto le decía, la bella filipina le dejaba entrever gran parte de sus muslos entre cruce de piernas y demás...

El joven suizo que llevaba seguramente sin probar mujer hacia ya tiempo, a excepción del polvo con la freila, tenía lo que se dice el norte perdido, era como los perros en celo, no tenía control, la vista de aquella seductora mujer y sus insinuantes maneras, hicieron además en él un atroz efecto, por lo cual viendo el rechazo al que se le tenía sometido, se bajó sus blondos pantalones y los bastos calzoncillos y dejo aquél descomunal alfanje al aire; monseñor desde su escondite dión un respingo de placer y saco tambien su procelosa polla activada a base de viagra, mientras la felipina quedaba absortar en la contemplación de aquél "michalengelo" allí con aquella desnudez y aquella herramienta que le podía ayudar a ganar al cielo del placer.

No lo dudó más, esta vez fue ella quien se arrojó sobre él para besar aquellos escasos pelos del pubis y contonear con su lengua aquel especimen de priapo que colgaba de aquellas maneras, en ello estaba cuando el joven guardia de un volteretazo se puso detrás de ella y pese a la resistencia iba encontrando entre gasas y costuras el camino para poder ensartar aquél príapo que la filipina quería gozar a su antojo.

Pero la fuerza se impuso y empaló con brutal dureza a la filipina que apenas dejó caer un suspiro, para a renglón seguido ir buscando la sincronía en aquellas emboladas sin ton ni son que le propinaba el suizo, que estaba a su vez espoleado por las uñas que Helía le había clavado en sus pecosas nalgas en pos de una mayor penetración y cuyo efecto hacía que se viera con mayor claridad el cardeneo ojete de Hans.

Ante tal visión Ciardi, no pudo resistirse y ya con el príapo en ristre salió de su escondrijo y arremetió por la retaguardia al suizo, que quedó pasmado al verse taladrado de forma tan certera y más por el Obispo Ciardi, y como no sabía como atender a la situación entre la dama, el asunto que tenía con ella y el tema del obispo, la sorpresa fue aprovechada por los maestros del desenfreno comoe ran Ciardi y Helía que extrajeron cada segundo de placer de aquel joven e inexperto cuerpo al servicio papal.

La filipina viendo que ahora disponía de dos estupendas pollas, y aún sin colmar su dilatado chocho, echó al joven sobre la cama y se empaló a él como buscando la salvación y luego invitó al señor obispo a que la penetrara por la puerta del averno, no es que al obispo le gustara tamaña maniobra pero así podía ver el príapo de su protegido y masejar su esbelto pecho.

Antes de ensartar a su amiga , el obispo pasó su bífida lengua por el trozo de polla que aún restaba de entrar en la almeja de Helía y tras escupir piadosamente sobre el averno se avino con el dúo en el vaivén de transportes que allí se concitaban. La fina menbrana que separaba ambas pollas una tan curva y larga, la otra ya más flacida y rectilínea llevaba a los dos hombre al paraxismo y a la mulatita al borde del infarto orgásmico.

Y allí les dejé en plena embolada, antes puse en marcha la grabación del Obispo y tras unos minutos de grabación sustituí la cinta por otra de las muchas que allí tenía el cabrón de Ciardi; aquellas cintas podían ser mi salvaguarda algún día...

Cuando quise llegar a la celda de Sor Angélica , pasaban un buen trecho de " completas" y a juzgar por lo entrevisto no habían perdido el tiempo; la impresionante Sor había sido atada boca bajo al camastro completamente desnuda y con un impresionante cirio pascual insertado en su culo, a la vez que la diligente novicia le arreaba a la sor una buena tunda de latigazos, a la vez que pasaba por su virginal chocho uno de aquellos cíngulos de esparto.

Las espié por un tiempo pero las visones anteriores ya me habían puesto a cien, así que hice acto de presencia polla en ristre para sorpresa de la novicia que intentó atacarme, ese intento de agresión me recalentó a áun más y comencé a intentar una violación en toda regla. Mientras la Sor nos pedía calma a ambos contendientes, al fin pude acaballar a la novicia sobre el cuerpo de Sor Angélica y allí en medio de gritos y lloros asesté un cruel pirulazo, que le llegó a la novicia hasta la más honda de la entrañas... La verdad es que no quería una polla, pero a mí eso en aquel estado me importaba un comino, había visto bastante y además sentir la espalda amoratada de Angélica bajo mis huevos fue todo un sumúm.

Me corrí dentro de la novicia que quedaba allí lloranado sobre el culo de la Sor, mientras yo me subía hasta la cabeza de la freila y le obligaba a ésta a lamer mi sanguinolenta polla y de paso me la lubricase para un nuevo ataque. Todo aquel montaje le hacia sentirse a la hermana como Juana de Arco y se esmeraba en su papel.

Mientras la novicia hipaba en un rincón por el dolor físico y la rotura de su virginal virgo y me calificaba de macho cabrío , sátiro y seguidor de lucifer, me preparé para asaltar a mi querida celestina por aquél chocho que siempre me había sido prohibido y que ahora encontraba bañado de un espesa pátina de lubricación, lo que hizo que pronto me escurriera dentro mientras ésta tambien vociferaba atada, de aquello no podía suceder aún, yo que espoleaba mi deseo que pugnaba por dejar allí dentro su sello, cuando estaba casi a punto de hacerlo sentí un gran dolor y era novicia que había cogido mis huevos por detrás y apretaba, para que yo tambien ahuyara como ellas, por el dolor de verse violentadas.

De tal guisa me corrí y me quedé exahusto, desaté a mi mucama y cogido a su inmensas tetas me quedé dormido.

GERVASIO DE SILOS

Mas de GSilos

El culebrón del Peregrino Negro

Una excitante comida

La cuidadora social

Peripecias campesinas eróticas

La preñada y sus ardores

La señora de los perros. Peregrino Negro

La Jodida Vecina Doña Encarnación

La ABADESA DE SAN BARTOLO PELLÖN

El Monasterio de San Bartolo Pellón y el Peregrino

El peregrino y la aldeana

El Peregrino en el Cementerio

El peregrino y la fiesta del pueblo de Ordasiego

El Peregrino en la Venta de Adosinda

Liado con las peregrinas

El Peregrino Negro y Doña Virginia.

Iniciación al folleteo

El Peregrino: Aquí te cojo aquí te follo.

Sexo en la casa de los Garañones de Besalla

Entre danzas y polvos por la madura rural

Las rutas del Panadero

El enterrador y su verga

Follando a la señora el albañil

La profesora y los 7 erasmus pornograficos

Mi perversa familia (completo)

Cronicas de un pueblo. Orejuela del Prepucio

El Peregrino Negro

Perversa Famila (2) aficiones zoo de la abuela

Mi querida y perversa familia (i)

La madura mamá y su niñata

El Gang bang de D. Pascasio

Una suegra muy especial aficionandola a la zoo...

Todo queda en casa

Mis Queridos vecinos (III) ultimo

Espiando a mis Queridos vecinos (2)

Espiando a mis Queridos vecinos (1)

Violaciones en un dia de playa

El hombre de las dos pollas

Los Misterios del Vaticano (5) y ultimo

Los Misterios del Vaticano (4)

Los Misterios del Vaticano (2)

Los Misterios del Vaticano (1)

Aventuras de un Benedictino (III) y ultimo

Aventuras de un Benedictino (III) y ultimo

Aventuras de un Benedictino (II)

Las aventuras de un benedictino (1)

Mi vecino Hamed

La ciudad de las Maduras (3)

Ciudad de las maduras (2)

La ciudad de las maduras (1)

Jugando con las cincuentonas

Orgias africa tropical (3)

Africa Tropical aventuras (2)

Orgias en el africa tropical

Orgias en la Mili

Las sorpresas zoofilicas

Un Fotografo en Ancadeira. la Sra Virginia (2)

Un salido fotógrafo en Ancadeira (1 )

Una Suegra muy especial

La educación zoofilica de mi vecina

La belleza de lo rural. La vida pastoril.

Follando en la aldea

Experiencia zoofilica de una solterona

Recompensa tras el accidente