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Espiando a mis Queridos vecinos (1)

en Voyerismo

MIS QUERIDOS VECINOS

Me había cambiado de mi antiguo cuchitril a una nueva urbanización de edificios solitarios, aislados y que presentaban un gran atractivo para mí , y aún no sabía porqué, y  he aquí que ese cambio  descubrí una de mis secretas aficiones: espiar a mis vecinos.

 Lo cierto es que la herramienta  para tal oficio la tengo,   soy astrónomo, por lo cual en casa hay un montón de trastos de observar las estrellas;  no hace mucho vino a  casa una amiga de esas de culo alzado  y de tetas inmensas, esposa de un  buen amigo, pero que de vez en cuando se deja caer por casa con la excusa de echarme una mano en lo de la limpieza y esas cosas;  pues desde que mi mujer me dejó, la cosa de la limpieza y la casa han  dejado  mucho  que desear, y con esa excusa no sé como se las arregla, pero siempre terminamos rodando en pelotas por la casa .

 Yo que en esto del sexo, era más bien de los mete y saca y deber cumplido;  tras el abandono de mi mujer y con esta  golfita de blandas carnes rodando por mi casa, fui recuperando  los años perdidos,  a la vez que  la bruja de Gilberta  me introducía  en los más exóticos placeres; no era que  fuera una experta pero los años de amodorramiento al mismo sujeto, que no se debía lucir por su  imaginación,  le habían abierto el apetito y se lanzaba a ello con intensa dedicación, supiera o no, pero todo lo que cruzaba por su cabecita  allá se lanzaba a bocajarro  .

 Recuerdo el día que me aficionó a espiar por lo pequeños telescopios, apareció por la mañana en casa, yo aún andaba en batona por  la casa transfiriendo datos de la observación nocturna, y allí estaba  coqueta como ella sola, luciendo con su diminutas minifaldas, el encaje de sus braguitas de fantasía; desde la plataforma de mi estudio pude contemplar sus evoluciones, sus idas y venidas por el abuhardillado dúplex,  quitando de aquí unas ropas y de allá unos libros, al final de la mañana  me pidió permiso para revolver en los armarios para empaquetar las cosas de mi ex -mujer, tal y como le había pedido, y allí apareció la condenada de Gilberta con  dos bolas colgadas de un hilo.

 .- No me extraña que tu mujer no te haya dejado mira lo que tenía escondido la muy bruja entre sus cositas, se vé que la tenías a pan y agua, tal  como me tiene tu querido amigo Joaquinito, anda que los artilugios que debía tener la muy guarra, debían ser de órdago a jugar por lo que ha dejado: vídeos, algún que otro priapillo de silicona y tú en Babia...- y así me fue soltando una serie de cuestiones sobre mi mujer que yo ignoraba,  y tirando al alirón  sus escuetas ropitas me espetó ,  .- mi querido amigo y creo que hoy será mi estreno y tu serás  mi bravo desvirgador, las bolitas de tu mujer me van a servir para ello, y sin pensárselo dos veces   se largó aquellas dos bolas dentro del chocho que pronto hicieron su efecto a juzgar por los espamos, tiró del cinturón de mi batona y  mi querida polla de quedó al desnudo a merced de aquella pérfida.

 -. Te rogaría te bajaras al pilón y me dieras unas lamidas por mi tierno cochito, y así fue como me ví de rodillas, lamiendo jugos y chupeteando carnosos labios entre suaves pelos rubios y viendo como aquel cordón entraba y salía, ello me puso en órbita y pronto quise endiñarle la polla también en el chocho, pero o allí no cogía mi herramienta o ella no quería que aquello pareciera un bebedero de patos, o es que me tenía preparado otro trabajito?

 Cuando ya estaba que se salía de madre, se fue y volvió al salón con una cajita de crema invernal para labios que se fue untando en la entrepierna allí donde el culo dicen pierde su nombre, luego se acurrucó contra mí y me cogiéndome la pollita se la fue  pasando por la canal del culo, que conel roce se iba dilatando y dilatando, hasta que mi polla tras un pequeño entente se vio dentro de un cálido canal que tomé por su chocho, pues joder al estilo perro, era algo que le encantaba; me extrañó no dar con la polla en las bolas, pero juro que para mi las mujeres son un absoluto misterio; 

Seguí  bombeando mientras ella me clavaba las uñas, iluso de mi creía   que mi polla la estaba llevando al último sumun, cuando sentí que por debajo de mi polla algo rodaba y rodaba, -. Sigue cabrón así aprieta a tu nenita, hazle que su dilatado culito se trague toda esa pollita tan sabrosa.- y así descubrí que le estaba dando por el culo, y que la jodida bruja estaba gozando de lo lindo; al parecer era una de sus frustraciones más íntimas que le dieran por el culo, a lo que su marido se negaba rotundamente.

 Me era inexplicable que Joaquinito no hiciese con aquella mujer  virguerías, pues era toda una agradecida  en cuestiones de sexo, y a poco que se la estimulase se ponía como un cañón, mamadas, enculadas estaba abierta a lo que le echases...

Cuando ya me había exprimido, como bastante, refunfuño por dejarla aún a medias, y para coña la tomó conmigo- Claro con tanto espiar a  las vecinitas y hacerte pajas, así estas que no cumples con un damita como yo, que te lo ofrece todo, dicho lo cual cogió uno de los telescopios y pronto echó un silbido- La hostia tío, si es como estar con los vecinos, no me extraña que no duermas más de 5 horas seguidas, con el verano que está haciendo, y el panorama que tienes de vecinitas , te tienes que dar una hartura de espiar a unos y a otros, que no veas, mira , mira la vecinita con la batona abierta enseñando teta y braguita, y aquél julandra de barriga mira como le mete mano a la vieja...  y así fue como mi amiga Gilberta me descubrió una faceta que me había pasado casi inadvertida.

 Lo de la vecina me dejó un tanto mosca, ósea que en cuanto se fue, no sin antes ordeñarme con sus tetazas y darme unas buenas relamidas, me encaré al telescopio y allí estaba la vecina  en el ajetreo de las cosas de la casa , descuidada  de su indumentaria y enseñando trozos de su cuerpo.

 Era pues ajena al espionaje, puesto que los edificios estaban un tanto aislados nada presagiaba que  alguien desde la otra ventana pudiera ver con tanto detalle, como yo lo estaba haciendo a través de mi potente telescopio, aquél día no pude separarme de mi él, contemplando a unos y a otros, para ver cuales podían ser mis objetos preferidos de espionaje.

 Con todo el tema de mi mujer , tomé un mes de descanso, y preparé mi estudio ya no tanto para espiar planetas y estrellas, sino para espiar a mis vecinos  y en espacial aquella vecina que tanto me atraía. Preparé el “velux” del duplex , para que mi telescopio  no pudiera infundir sospechas,  así mismo coloqué una serie de espejos que sin tener que estar todo el día tanto de los vecinos, pudiera denotar sus presencias en las ventanas objeto de mi investigación.

Y así fui conociendo uno a uno mis vecinos y sus debilidades, en general mis observaciones se concretaron más bien a lo largo del día, cuando la componente era más bien femenina que por otra lado estaba enfrascada  en sus tareas y un tanto más despreocupada en casi todo... pues no había por casa , ni niños, ni hombres....

 Y así  me encontré con  escenas de lo más diverso, y ahí os va un buen recorte de ellas.

 Corre María que te pillo:

 Estos vecinos que estaban ajenos a mi experimentos de voyeur, eran ya una gente entrada en años, pero por lo que se veía, el gusto por la “mandanga” no había decaído un pelo; y aprovechaban cualquier momento para darse un repaso de bajos, en cualquier momento y manera...

 El vejete en cuestión, ya prejubilado, y con una barriga a lo Sancho, andaba casi todo el día en pijama y camiseta de tirantes por la casa, ella un poco más aseada y joven  dejaba aún adivinar turgentes carnes ya entradas en esa etapa de la madurez, que se entreveían por entre los espacios de la guateada bata que llevaba buena parte del día como ropa de faena.

 Recuerdo el día,  que tras varios de espionaje,  ver como D. Paco así le bauticé, le metía mano a su media naranja mientras esta hacía las faenas de la casa, en especial le veía meter la mano por la entrepierna de la mujer mientras está barría o quitaba el polvo  a los muebles. La muy quedona se abría de piernas en medio de una infantil lucha y se dejaba achuchar, mientras D. Paco sacaba un trabuco nada despreciable y se componía una sinfonía de pajeos hasta que la leche le saltaba y la consentidora al cabo de unos segundos ya estaba en pleno chupeto de aquél néctar, que debía saberle a gloria,  tras lo chupeteos, se abría la guata y restregaba el capullo de D. Paco por sus juveniles tetas, hasta dejarlas con un violento color rosáceo, que a buen seguro  calmarían aquella misma noche

 Aquella mañana, D. Paco, tras contemplar me imagino las “pelis” pornos de la noche de los Viernes, parecía un  “tanto salido de madre” puesto que fue quedarse solos en la casa y la María ponerse a sus faenas para que empezasen los achuchones y los refajazos a dos manos , que luego chupaba con deleite ; yo los veía pasar de una ventana a otra, primero ví como D. Paco se sacaba la polla por la amplia bragueta del pijama y fue al cuarto de los nietos donde la María trajinaba con sábanas y colchas, en ello estaba, cuando se vio asaltada por su particular Sancho , arma en ristre, el caletón ya era gordo, D.Paco empujó a la doña,  encima la cama y medio envolviéndola con las sábanas le levantó el guatiné, dejando al aire un gran culo bordeado de festonas bragas de la talla 58, hizo  aun lado aquellos costurones  que marcaban la amplia quilla entre el culo y el chocho, y como chucho obcecado allí dio lametadas a diestro y siniestro, mientras se sobaba la morcillona polla; la María braceaba entre el lino a modo de nadador en dique seco, los suspiros nos los oía, pues mi técnica no estaba tan depurada, pero  debían ser de órdago, ya que la vecina de al lado salió a la ventana a ver que pasaba ...

 D. Paco no era de los del tipo “conejo”,  siguió machacando el pilón, sus buenos minutos, y pajeando a su señora, cuando con dos dedos, cuando con el puño, que la María pujaba porque le entrase hasta la misma muñeca..., era mi primera escena y ante el espectáculo opté por un buen instrumento, ósea que acerqué a la ventana mi telescopio preferido de casi un millón de pesetas,  y  allí pude  contemplar como la María echaba las manos atrás y retrucaba su nalgatorio  para que la mano de D. Paco encontrara su hueco. Y así fue como en pis-pas aquél endemoniado puño iba entrando y entrando para lujuria de la María  que ya boqueaba y braceaba a lo loco en medio de aquél marasmo, y más cuando el Paco se corrió encima de sus nalgas, eso más el puño fue la hecatombe... a medida de que D. Paco mesaba su polla por la popa de la María ésta se revolvía más y más, buscando un ensarte que el pobre D, Paco ya no podía darle, aunque intentó en vano darle por el negro ósculo, terminó adormeciendo su polla en el amplio vano del chocho de la maruja... 

 D. Paco, dejó a “costilla” en medio de la  cama, toda despatarrada para mi gozoso espionaje , mientras se retiraba  a los aposentos interiores; María iba volviendo de su viaje orgiástico, echó una mano por debajo de su barriga a la “higa” que fide refocilando aquí y allá, ahora metía en el chocho dos dedos, cuando se subía un poco más y se  pellizcaba el clítoris, mientras  yo la observaba   como en cinemascope; los pelos, con aquellas uñas rojas perdiéndose por los ensortijados labios, rubicundos de una espesa mata de vello, mesados de la blancuzca corrida orgiástica, luego echó la otra mano por encima, sorprendiendo por la agilidad y elasticidad y se fue subiendo y  untando el ojete con aquella pringue, a la vez que se iba introduciendo uno de los largos dedos en pleno culo; la escena era de lo más escalofriante y como al alcance de la mano, a pesar de los 300 mts que nos separaban, saqué mi “pija” y mientras ella allí despatarrada ajena a todo se terminaba de llevar al sétimo cielo, yo dejé que mi lechechita pringara el cuadro de mi mujer que estaba en la pared enfrente de mi telescopio, y el cual quedó con todo un churretón blancuzco en medio de aquella cara de arpía...

 Durante días no pude, quitar la vista de las ventanas de D. Paco, aunque  tras aquel escarceo se tomó sus buenos días de sosiego, y apenas si me depara más que una que otra paja, en tan aburrida contemplación estaba cuando mi amiga Gilberta, apareció por casa, para proponerme un nuevo espionaje, esta vez en el otro lado de la casa, al parecer había escuchado  que en la calle  de la Concepción, una vecina se entendía con otra y con un hijo tullido...

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