miprimita.com

Apocalipsis

en Amor filial

La familia Ruiz Velasco, está compuesta por 5 miembros, el padre, la madre, el hijo y las hijas.

Carmelo Ruiz es un hombre de 42 años, trabajaba en una fábrica de muebles de mantenimiento. Es un hombre corpulento, de pelo canoso, alto, fuerte, con el pelo corto. Tiene los ojos oscuros y era atractivo.

Cinthia Velasco, es una mujer de 41 años, ama de casa. Es una mujer alta, morena, que cuida su figura para verse atractiva para su marido, de buen cuerpo, con un culo prieto y respingón, una cintura de avispa, unas piernas largas y torneadas, unas tetas enormes y bien puestas, una cara preciosa con unos ojos claros y unos labios gruesos. Es una diosa y muy católica.

Mariana Ruiz, es una chica de 19 años, estudiante. Es una mujer alta como su madre, morena, de buen cuerpo, con un culo grande, prieto y respingón, una cintura de avispa, unas piernas largas y torneadas, unas tetas grandes y gordas, una cara preciosa con unos ojos claros y unos labios gruesos. Es una diosa y muy católica, como su madre.

Javier Ruiz, es un chico de 18 años. Es un chico alto y moreno, como su padre, robusto, fuerte y con ojos oscuros. No tiene novia. Es buen estudiante y muy deportista. No es católico.

Rachel Ruiz, es una chica de 18 años, estudiante. Es una mujer bajita y morena, de buen cuerpo, con un culo prieto y respingón, una cintura de avispa, unas piernas largas y torneadas, unas tetas grandes y gordas, una cara preciosa con unos ojos claros y unos labios gruesos. Es una diosa y muy católica, como su madre. Le encanta hacer de rabiar a su hermano.

La familia Morales Ruiz, está compuesta por 3 miembros, el padre, la madre y la hija.

Matías Morales es un hombre de 46 años, trabajaba en una empresa dedicada al negocio inmobiliario. Es un hombre bajito, delgado, pero fuerte, con el pelo corto y canoso. Tiene los ojos claros y era atractivo.

Isabel Ruiz, es una mujer de 43 años, ama de casa. Es una mujer bajita, rubia, que cuida su figura para verse atractiva para su marido, de buen cuerpo, con un culo gordo y prieto, una cintura de avispa, unas piernas torneadas, unas tetas grandes y bien puestas, una cara preciosa con unos ojos claros y unos labios gruesos. Es una diosa y no es católica.

Lucía Morales, es una chica de 18 años, estudiante. Es una mujer alta y rubia, de buen cuerpo, con un culo prieto y respingón, una cintura de avispa, unas piernas largas y torneadas, unas tetas enormes y gordas, una cara preciosa con unos ojos claros y unos labios gruesos. Es una diosa y no es católica como su madre.

El resto de personajes son:

Rosario Huertas, es una mujer de 58 años, ama de casa. Es una mujer alta, pelirroja, que cuida su figura, viuda, de buen cuerpo, con un culo gordo y prieto, una cintura con algo de grasa, unas piernas torneadas, unas tetas enormes y algo caídas, una cara preciosa con unos ojos claros y unos labios gruesos. Es una diosa y es católica. Es la madre de Carmelo Ruiz.

Olga Martínez, es una chica de 18 años, estudiante. Es una mujer bajita, morena, que cuida su figura, de buen cuerpo, con un culo duro y prieto por el ejercicio, una cintura de avispa, unas piernas torneadas y largas, unas tetas grandes y bien puestas, una cara preciosa con unos ojos oscuros y unos labios gruesos. Es una diosa y no es católica. Está secretamente enamorada de Javier Ruiz y es íntima amiga de Rachel Ruiz.

Carmelo y Cinthia tenían una vida normal, Carmelo trabajaba durante todo el día mientras que Cinthia era ama de casa. Su vida era normal, hasta que un día, todo sucedió, la tragedia de la humanidad estalló. Todo empezó en Ginebra (Suiza).  Allí estaban experimentando con una cura definitiva para enfermedades como el cáncer o el sida, pero el experimento falló. Los fármacos, en vez de curar las enfermedades en algunos casos las mutaban, pero en la mayoría de los casos, provocaban la muerte en minutos de las personas. El fármaco se introducía vía digestiva en el cuerpo, pero en las mutaciones, se transmitía por el aire en zonas no ventiladas o por la transmisión de cualquier fluido del cuerpo: mordiscos, heridas…

En poco más de 2 días, se propagó por todo el mundo. Esa noche la ciudad dónde vivía la familia de Javier era un caos. La familia al completo se encontraba en su casa, cenando en familia festejando el cumpleaños de Javier, cuando empezaron a escuchar sirenas, disparos y explosiones. Las noticias avisaron de que había que evacuar la ciudad, algo pasaba. Asustados se asomaron a la terraza y lo que vieron les heló la sangre. Las calles estaban repletas de personas, pero algunas no parecían ser personas, iban a cuatro patas cómo los animales, se movían cómo un animal buscando su presa. La gente corría despavorida gritando cómo loca. Se miraron y cogieron dinero y las llaves del coche. La furgoneta de trabajo de Carmelo estaba estacionada unas calles más allá de su casa, en un garaje.

Salieron de la casa corriendo, asustados y nerviosos. Todos juntos salieron a la calle y se encontraron con el caos. La multitud los golpeaba y les gritaba que huyeran. No entendían el por qué, pero pronto lo hicieron. Ante ellos, a unos metros, se encontraban un grupo de mutantes. No parecían personas, cualquier rastro de seres humanos lo habían perdido, solo gruñían y gritaban sin sentido enseñando sus dientes. Tenían los ojos rojos, ensangrentados con las pupilas muy dilatadas, andaban despacio, arrastrando los pies, con las mandíbulas desencajadas y la piel enrojecida. Asustados echaron a correr cuando Carmelo y Matías los empujaron. Corrieron y corrieron, cómo la multitud, con los mutantes persiguiéndolos, pisándoles los talones. A unos metros de la cochera, Carmelo se dio cuenta de que no iban a llegar a tiempo y cómo única solución se frenó. Matías se frenó en seco para ver qué pasaba y pronto se dio cuenta. Ambos se miraron y pronto lo supieron, no había otra salida para sus familias, ambos se encararon con los mutantes mientras gritaban a su familia.

Matías: ¡Huid sin mirar atrás! ¡No os preocupéis por nosotros! ¡Salvaros!

Carmelo: ¡No hay otra salida! ¡Javier, llévatelas de aquí, ponlas a salvo!

Ruth/Rosario/Isabel: ¡No! ¡No lo hagáis!

Carmelo/Matías: ¡Os amamos! ¡Corred!

Acto seguido y ante el espanto de su familia, Carmelo y Matías desaparecieron entre sus perseguidores. Toda la familia, se quedaron horrorizados mirando unos segundos a dónde había desaparecido ambos, hasta que Javier tiró de su madre y sus hermanas y empujó a su tía, abuela y prima y salieron corriendo. No llevaban ni 20 metros cuando vieron a un mutante arrinconando a Olga. Javier no se lo pensó, mientras iba corriendo golpeó en la cabeza fuertemente al mutante para, acto seguido, agarrar a Olga de la mano y ante el asombro y susto de ella, salir corriendo. Se metieron en la cochera, arrancaron la furgoneta y salieron corriendo de allí, huyendo. Miraron horrorizados el cadáver de Carmelo y de Matías, ambos ensangrentados y siendo devorados por los mutantes cuando chocaron contra ellos. En estado de shock huyeron de la ciudad hacía el rio y allí se quedaron esa noche, velando que nadie viniera por allí. Al día siguiente salieron en busca de un lugar para quedarse y lo encontraron a unos kilómetros del rio, una granja abandonada. Allí comenzaron su nueva vida.

Habían pasado unos meses desde aquella catástrofe y nunca, en todo ese tiempo, vieron a una persona humana. Toda la familia y Olga vivían aislados en la granja dónde cultivaban y criaban a su comida y ganado, con cuidado de no atraer a ningún “caminante” cómo la radio había apodado a los mutantes. Cada uno tenía sus quehaceres, Cinthia limpiar, Rosario cocinar, Mariana ordenar la casa, Javier cazar y procurar que ningún “caminante” se acercara por allí, Olga y Rachel cultivar e Isabel ayudar a Cinthia y Rosario. No había rastro de vida humana cerca de ellos. Estaban solos, aislados y ya les comenzaba a afectar.

Todos se pasaba la mayor parte del día escuchando la radio en busca de noticias alentadoras, pero cada día eran peores. Por la noche se turnaban para hacer guardia, en previsión de que alguien o algo se acercara. Estaban equipados con varias armas y munición que encontraron en la granja y cogió Javier en una incursión al pueblo cercano. Pero un día todo cambió entre ellos al escuchar la radio mientras recogían la mesa.

Interlocutor: Como cada día tenemos el parte de víctimas nuevas de la catástrofe. Hoy se han encontrado una centena de cuerpos de personas devoradas por los “caminantes”. ¡Qué el señor se apiade de sus almas!

Rosario: Amén – dijo solemne.

Interlocutor: La comunidad científica advierte, que para poder combatir la catástrofe se ha de procrear, han de nacer más seres humanos, solo así podremos combatir la infección mientras nuestros científicos encuentran la cura.

Cinthia: ¿Niños? – dijo curiosa cómo si esa palabra no existiera.

Interlocutor: Los seres humanos, al igual que el resto de animales del planeta, tienen la capacidad de evolucionar para poder sobrevivir. Pero para evolucionar, se debe de procrear, crear nueva vida. Por eso, desde el nuevo gobierno de control y desde aquí, hacemos un llamamiento para que, en nombre de Dios, todo hombre y mujer creen vida, sin distinciones de raza ni ningún tipo de discriminación.

Javier, harto de oír tantas sandeces, se fue a su cuarto a dormir un rato. Cinthia, por su parte, se quedó oyendo aún más tiempo lo que decían en la radio y pensando en todo ello.

Cinthia: ¿Tener hijos? – pensó – Aún puedo tener unos cuantos. ¡Chicas! Ya lo habéis oído, ¡hay que tener hijos!

Isabel: ¿Estás loca? No podemos, no tenemos hombre.

Cinthia: Sí tenemos, está Javier, él nos puede preñar.

Rosario: ¿Estás loca? – gritó mientras todas la miraban con ojos cómo platos – ¡Es tu hijo!

Cinthia: Es mi hijo, lo sé, y en condiciones normales nunca miraría a mi hijo de manera sexual ni cómo hombre – afirmó – Pero esto es una situación extrema.

Isabel: ¿Hablas en serio?

Cinthia: Completamente – dijo seria – No sé si Javier estará dispuesto a preñarnos, pero vosotras si lo estáis – dijo dejando a todas aún más atónitas.

Mariana: ¿De qué hablas, mamá? – dijo pensando seriamente en la salud mental de su madre.

Cinthia: No os hagáis las tontas, cielo, aquí todas miramos a Javi con deseo o amor o ambas cosas – dijo mirando a todas mientras se sonrojaban – Sé que Olga está muy enamorada de Javi – dijo señalándola con una sonrisa tierna – desde siempre – le guiñó un ojo.

Olga: Es verdad. reconoció – No sabía que era tan evidente – dijo viendo cómo todas las mujeres le sonreían sin sorprenderse.

Rachel: Él único que no se entera es mi querido hermano – dijo divertida – el resto lo sabemos desde el primer momento, tiemblas cuando te roza, se te abren los ojos cuando lo ves y brillan enormemente, cuando llegabas a mi casa siempre lo buscabas con la mirada…

Olga: ¡Ya vale! – dijo sonrojada.

Cinthia: No te preocupes, cielo, nos parece perfecto y tierno – dijo acariciándole la cara con ternura haciéndola sonreír – Rachel, te he pillado masturbándote muchas veces y siempre gemías el nombre de tu hermano – dijo divertida.

Rachel: Sí – reconoció algo sonrojada – Desde pequeña le he tenido como mi referente, cómo mi hombre ideal, siempre a mi cuidado, siempre velando por mí, ayudándome, protegiéndome – dijo con la cabeza gacha – Lo amo como hermano y lo amo cómo hombre – reconoció con la cabeza alta.

Cinthia: Me alegro de que sientas un amor tan profundo por tu hermano, es un gran hombre, siempre lo fue – dijo abrazándola – Mariana, llevas un tiempo espiando a tu hermano cuando se ducha o se cambia – dijo riendo - ¿Tú también estás loca por mi hombretón?

Mariana: Sí – reconoció sonrojada – Siempre he estado al pendiente de él, no entendía por qué estando con mis novios sólo pensaba en él. Al principio pensé que era deseo, pero yo también lo amo – dijo con la cabeza gacha – Lo amo como nunca amaré a ningún otro hombre – reconoció con la cabeza alta.

Cinthia: Lo sé, cielo, soy tu madre, una madre se da cuenta de esas cosas – dijo abrazándola – No me importa que ambas le améis – dijo a sus hijas – me parece perfecto. Isabel, ¿qué te pasa con mi hijo? Lo observas mucho.

Isabel: Bueno, yo…yo tenía una relación especial con mi marido. Yo…soy…sumisa – reconoció nerviosa – Necesito un amo – reconoció – y él único hombre cerca es Javi. Lo observo para ver si sería mi amo, si querría serlo o si yo lo deseo.

Cinthia: ¿Lo es? ¿Lo deseas?

Isabel: Sí, extremadamente – dijo llorosa – Sueño con él, me contengo mucho, lo deseo, lo amo.

Cinthia: No te contengas más – dijo abrazándola fuerte – Todas deseamos lo mismo, ¿verdad Lucía?

Lucía: Sí – reconoció extremadamente sonrojada – A mí me pasa lo mismo que a mi madre, pero desde que éramos pequeños – reconoció.

Cinthia: Me alegro, cielo, habéis elegido de maravilla – dijo sonriente – Doña Rosario, a usted también le gusta mi hijo.

Rosario: Yo no puedo tener hijos – dijo evitando el tema.

Cinthia: No, pero lo deseas y mucho, ¿verdad?

Rosario: Bueno, yo…sí – reconoció – me recuerda mucho a mi difunto marido y lo deseo enormemente.

Cinthia: Me alegro mucho, señora – dijo dándole un afectuoso abrazo – Yo por mi parte, siento mucho morbo y deseo por ser mi hijo, pero reconozco que llevo un tiempo enamorada de mi propio hijo. Por lo tanto, todas debemos y podemos hacerlo, podemos seducirle, podemos provocarle y eso vamos a hacer. Javi se merece todo en esta vida, es muy buen chico, muy responsable, nos cuida, nos mima. Se lo merece, y se lo vamos a dar con muchas creces, ¿estáis de acuerdo?

Todas: ¡Sí!

Cinthia: A partir de mañana, empezar a seducirle, provocarle e incluso a meteros en su cama – dijo pícara - ¡Vamos a hacerle feliz!

Con esa mentalidad y la decisión ya tomada, se fueron a su habitación. Se dirigieron al armario y lo abrieron para ver su ropa. Cinthia tejía con la tela que le traía su hijo. No tenían ropa sexy, todo era muy tapado. Siempre fueron muy recatadas, pero debían seducir a Javier y para ello tenía que mostrar más carne. Con ese propósito se dirigió al desván en dónde se encontraba la máquina de coser y las telas. Escogieron las que más les gustaron y Cinthia empezó a tejer vestidos, faldas cortas, camisetas con mucho escote, no sabía los gustos de su hijo, pero si los de su difunto marido. Tras una semana tejiendo sin que su hijo supiera lo que rondaba por su cabeza a todas, tenían todo un armario nuevo de ropa, muy sexy.

Una mañana, se decidieron a empezar a seducir a Javier, que se levantó al alba y se fue a cuidar el huerto y los animales. Cinthia aprovechó para vestirse muy sexy, con una falda muy corta y una camiseta muy escotada que dejaba ver su gran escote. Debajo llevaba solo unas bragas e iba descalza. Así esperó a su hijo en el salón limpiando el mueble, subida en una pequeña escalera. Cuando lo sintió entrar se agachó para mostrar todo su canalillo que dejaba ver sus grandes pezones al abrirse. Javier entró y se quedó boquiabierto al ver así a su madre, pensó que estaba alucinando. Cinthia al notar la presencia de su hijo levantó la cabeza y lo pilló observando sus tetas embobado. Con una sonrisa en la cara, al comprobar que al menos esa parte de su cuerpo le gustaba a su hijo le comenzó a hablar normal.

Cinthia: ¿Ya has terminado tu trabajo, cariño? – dijo con una sonrisa sensual.

Javier: Eh, sí mamá, ya está todo en orden – dijo aún atontado por las vistas que le daba su madre sin fijarse que estaba teniendo una descomunal erección.

Cinthia: ¿Tienes calor? – dijo sensual mirando el gran bulto que tenía su hijo en los pantalones – Deberías refrescarte, cariño.

Javier: Eh, sí, sí mamá, voy a darme una ducha – dijo intentando escapar de esa situación entre excitante y bochornosa al darse cuenta de su erección.

Cinthia observó irse a su hijo sin dejar de darle una vista privilegiada, esta vez de su culo. Javier lo miró babeando, pero salió huyendo cuando su madre lo miró sonriendo. No sabía que intentaba hacer su madre, pero su erección no desaparecía con el baño de agua fría. Sin darse cuenta de que en ese momento se abría la puerta y asomaba la cabeza su madre para ver que hacía, Javier cogió su polla y comenzó a pajearse pensando en las tetas de su madre.

Javier: ¡Oh sí, mamá, que tetazas tienes, me encantaría comértelas! – gimió comenzando una paja frenética - ¡Joder! ¿Cómo puedes estar tan buena? – gimió pensando en el cuerpo de su madre con esa ropa - ¡Estás buenísima, mamá, que follada te metía! – gimió con los ojos cerrados por el placer - ¡Oh sí, me voy a correr, mamá, me voy a correr con tus tetas, oh sí, me corro, sí!

Javier se corrió mientras su madre miraba sonriente el espectáculo sin ser vista. Luego de ver cómo su hijo se corría copiosamente, Cinthia salió corriendo a su habitación para evitar a su hijo que terminaba de ducharse. Javier salió del baño y se dirigió a su habitación, dónde se cerró con el cerrojo para vestirse tranquilo. Cinthia, por su parte, se fue a su habitación, entre contenta y excitada al ver la polla de su hijo. Cinthia comenzó a tocarse las tetas por encima de la ropa pensando en la polla de su hijo y enseguida se le mojó el coño.

Cinthia: ¡Soy una puta, una cualquiera, una ramera! – gimió dándoles a sus pezones unos fuertes pellizcos cómo castigo - ¡Oh sí, qué polla tiene, más grande y gorda que la de su padre! – gimió metiéndose una mano por debajo de su falta, tocando su coño mojado por encima de las bragas.

Se puso a pensar en cómo la miró su hijo. Le gustaba sentirse deseada por su propio hijo. Cuando reaccionó, estaba delante del espejo con una mano sobándose las tetas y otra acariciándose el coño. Se desnudó, dejando la puerta entreabierta, le daba morbo que su hijo la pillara así, cómo lo que se sentía, una puta. Se tumbó en la cama con las piernas abiertas. Empezó a masturbarse.

Cinthia: ¡Oh sí, me encanta que me mires, cariño, me encanta provocar que se te ponga duro tu pollón, oh sí! – gimió imaginando la mirada de su hijo en su cuerpo - ¡Soy una puta, quiero ser tuya! – gimió metiéndose varios dedos dentro de su mojado coño - ¡Oh sí, me encanta, mírame, mira a la puta de tu madre deseosa de que la hagas tuya! – gimió masturbándose frenéticamente.

Javier comenzó a oír gemidos provenientes de la habitación de su madre y con cuidado se dirigió allí para encontrarse una escena que nunca imaginó. Su madre se masturbaba metiéndose varios dedos dentro de su mojado coño, berreando cómo una guarra mientras se retorcía en la cama. Se quedó atónito y excitado. Cinthia miró de reojo a la puerta y lo vio, su hijo la estaba espiando, eso la puso aún más cachonda y no lo pudo evitar, se corrió como loca.

Cinthia: ¡Oh sí, Javier, sí, me encanta que me mires, mira a mami correrse, a la puta de tu mami! – gimió - ¡Oh sí, me corro, Javier, me corro, sí! – gimió - ¡Quiero ser tuya, Javier! – gimió.

Javier se quedó atónito escuchando a su madre, le excitaba oírla, pero pensó que se había vuelto loca, sin pensar que él se acababa de pajear pensando en las tetas de su madre. Salió huyendo hacía su habitación para que su madre no lo pillara mientras Cinthia terminaba de correrse y se recomponía de ese orgasmo. Nunca en su vida había gozado tanto, ni siquiera con su difunto y amado marido. Se recompuso y se colocó una bata de seda, sin nada debajo. Ahora iba a por todas. Javier se puso unos pantalones sin nada debajo, cómo siempre y una camiseta de tirantes. Cuando ambos se encontraron, Cinthia actuaba normal, pero Javier no podía mirar a su madre. Cuando estaban todos desayunando, todas se miraban con complicidad, todas vestían muy sexy, con ropa muy corta y Javier evitaba mirarlas.

Mariana: ¿Te pasa algo, hermanito? – dijo divertida.

Javier: No…nada – dijo entre nervioso y excitado, pero sobre todo desconcertado.

Rachel: ¿Seguro? – dijo sensual mientras le ponía las tetas en la cara al hacer con que le tomaba la temperatura de la frente.

Javier: ¡Quítate, enana! Estoy bien – dijo quitándose a su hermana de encima para que no notase su erección.

Rachel se sintió herida por el trato de su hermano, pero cuando dirigió su mirada a su polla y la vio empalmada se sintió feliz, feliz porque le ponía cachondo a su amado hermano. Con un gesto les avisó a todas de lo que pasaba y todas se miraron satisfechas, calientes y pícaras.

Mariana: Hasta luego, hermanito – dijo poniéndole las tetas en la cara mientras, cómo quien no quiere la cosa, darle un pico.

Olga: Nos vemos, Javi – dijo rozando con su culo su mano y dándole un pellizco en la polla - ¿No crees que tengo una teta más grande que la otra? – dijo sensual y traviesamente mientras le ponía las tetas en la cara.

Ante ese gesto de Olga, Javier perdió la paciencia y estalló contra ellas.

Javier: Pero ¿qué os pasa? – dijo cabreado - ¡Dejar de portaros como zorras!

Olga: ¡No somos zorras! – dijo sensual meneando sus tetas delante de él.

Javier: ¡Os portáis como zorras, incluso peor! ¡Dejar de zorrearme! – dijo señalándolas.

Olga: O si no, ¿qué? – dijo sugerente.

Javier: No pienso hacer nada – dijo mirándola con desprecio – Pero si lo que queréis es zorrear, ¡lo mejor es ir desnudas! – gritó cabreado mientras rompía la camiseta de Olga dejándola con las tetas al aire.

Javier se fue a su habitación cabreado mientras que todas se miraban entre sorprendidas y excitadas, incluso Mariana, que aún no se había ido. Olga, rauda, se desnudó completamente y salió corriendo para pillar a Javier justo entrando a su habitación, dejando a todas en la cocina, desnudándose. Javier entraba a su habitación, cabreado consigo mismo por tener una erección de caballo con sus familiares y con Olga, quién, de forma ruda, lo empujó para su sorpresa y lo tiró a la cama cerrando la puerta rápidamente sin dejarlo reaccionar, para acto seguido quitarle con fuerza los pantalones cortos que llevaba y tras darle una sonrisa pícara y guiñarle el ojo, engullir su polla dura y gorda de una sola estocada en su garganta.

Javier: ¿Qué haces? – gritó - ¡Oh sí! ¡Para!

Olga: ¡Mmmmhhhggg!

Olga se agarraba con un brazo al culo de Javier y con la otra le rodeaba fuertemente sus muslos por detrás mientras Javier intentaba quitársela de encima, sin fortuna. Olga comenzó a comerle la polla a Javier con deseo, con pasión, con amor, mientras le miraba directamente a los ojos. Javier no daba crédito, la amiga repelente de su fastidiosa hermana pequeña estaba de rodillas ante él en la cama, desnuda y comiéndole la polla cómo si le fuera la vida en ello.

Javier: ¡Oh sí! ¡Para! ¡Oh sí, que bien lo haces, sí, oh sí!

Olga: ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg!

Olga cada vez tragaba más salvaje y profunda la polla de su amado Javier con su boca, haciéndole gozar a Javier cómo nunca imaginó. A pesar de que Olga era la primera mamada que hacía se esmeraba muchísimo, cosa que encantó a Javier, que poco a poco empezaba a dejarse llevar por la pasión de Olga y comenzaba a disfrutar de la mamada.

Javier: ¡Oh sí, no pares, sigue, sí, cómetela toda! ¡Oh sí, me encanta, sí, oh sí!

Olga: ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg!

Javier agarraba de los pelos a Olga que, manteniéndole la mirada de deseo puro y amor, se tragaba su polla profundamente a un ritmo vertiginoso. Luego de unos minutos, Javier explotó en la boca de Olga.

Javier: ¡Oh sí, me voy a correr, sí, me corro, me corro, sí toma mi leche, sí, sí!

Olga: ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg! ¡Mmmmhhhggg!

Javier intentó apartar a Olga cuando se iba a correr, pero ella se resistió metiéndose lenta y profundamente su polla hasta el fondo de su garganta, aguantando las arcadas y logrando darle una visión tan excitante a Javier, que explotó como un animal en la boca de Olga, que al sentir que su amado se corría en su boca se corrió de placer entre gemidos sin dejar de recoger su corrida en su boca. Luego de que ambos se corrieron, Olga con una cara de felicidad se sacó su polla de la boca y le enseñó su corrida para tragársela con lujuria mientras se pellizcaba los pezones y volvía a lamerle la polla para dejársela limpia de restos de semen.

Olga: ¡No me mires así! – dijo con diversión mientras le acariciaba el pecho – Llevo años queriéndome colarme en tu habitación y hacerte una mamada – dijo dándole un beso suave en la boca a un sorprendido y aturdido Javier.

Javier: ¿De qué hablas? – dijo sorprendido.

Olga: ¡Llevo años enamorada de ti, mi amor! – dijo abrazándose a su cuello y dándole besos por toda la cara – Ni te imaginas cómo he sufrido por creer que nunca te fijarías en mí, por eso te trataba mal, sufría mucho por tu indiferencia – dijo besándole la oreja – Y más aún cuando te ligabas a cualquier zorra.

Javier: ¡Eso es imposible! – dijo anonadado por su confesión – Con eso no se juega.

Olga: ¡No estoy jugando! – dijo seria mirándole a los ojos – Te amo, infinitamente, cada día que pasa. Cuando era pequeña me gustabas, pero cuando cumplí 18 me di cuenta de que me había enamorado de ti. Mi madre me lo notó y habló conmigo. Me abrió los ojos. Desde entonces no he parado de hacerme notar para que te fijarás en mí.

Javier: No me lo creo – dijo atónito, dándose cuenta de que el comportamiento de Olga hacía él siempre empeoraba cuando ella se enteraba que había follado con otra - ¿Estabas celosa?

Olga: Sí – confesó – muy celosa, tú eres mío – dijo abrazándose a él – siempre he querido que fueras mío y ahora no te me vas a escapar, mi amor, te debo todo y ya es hora de dártelo todo, mi héroe, mi salvador – dijo besándole el cuello.

Javier: No me debes nada, Olga, yo no he salvado a nadie – dijo intentando quitársela de encima antes de que volviera a ponerse duro.

Olga: Te lo debo todo, si no fuera por ti esos imbéciles me hubieran violado en la discoteca esa noche – dijo enumerando las veces que la había protegido – siempre me has defendido en el colegio de los abusones y de los insultos, y por si fuera poco me salvaste de una muerte lenta y dolorosa. Eres mi héroe, amor – dijo con una sonrisa sincera, llena de amor y deseo.

Javier: No me debes nada – dijo incómodo – Además, tú también has tenido tus ligues.

Olga: Yo nunca he salido con nadie, los chicos con los que me veías no eran nada, si acaso amigos – dijo divertida – tu hermana me avisaba que ibas a venir a dónde estábamos nosotras y yo me arrimaba a alguno para darte celos – dijo riendo – Fui tonta, pudiendo arrimarme a ti y comerte enterito – dijo besándolo con pasión – Soy virgen – confesó.

Javier: Deberíamos bajar – dijo algo perturbado por la confesión y no queriendo fastidiarle la primera vez.

Olga: ¿Por qué? – dijo sugerente notando la dureza de su amado entre sus piernas – Yo estoy muy bien aquí – dijo restregándose descaradamente contra su polla.

Javier: Eres virgen, no voy a follarte – dijo con decisión – al menos la primera vez – dijo al ver que Olga estaba a punto de llorar.

Olga: Te tomo la palabra, mi amor – dijo besándole con pasión agarrada a su cuello.

Javier se puso el pantalón corto y salió de la habitación. Olga salió detrás de Javier escaleras abajo con una sonrisa enorme en la boca. Cuando llegaron abajo, Javier no se podía creer lo que estaba viendo. Ante él estaban todas las mujeres de la familia completamente desnudas. Su madre y hermanas estaban sentadas en el sofá, su abuela en un sillón y su tía y su prima en el suelo, formando un círculo. Al llegar, Olga, cómo si estuviera todo planeado, se sentó en el suelo, cerrando el círculo y dejando a un sorprendido Javier en medio.

Javier: ¿Qué hacéis así, todas?

Cinthia: Tenemos que hablar, amor – dijo seria.

Javier se quedó mirando sorprendido a todas por su comportamiento y por su escasa vestimenta.

Javier: ¿De qué? – dijo sin poder evitar mirar a todas, sus cuerpos desnudos que mostraban sin ningún pudor.

Cinthia: Vamos a ser tus mujeres – anunció sonriente.

Javier: ¿Qué? – dijo sorprendido - ¡Estáis rematadamente locas!

Cinthia: Verás amor, desde que nacista cambiaste nuestras vidas, a mejor. Pero desde hace un tiempo, todas nosotras, te deseamos o amamos como hombre enormemente – confesó.

Javier: ¿Estáis locas? – dijo sorprendido - ¡Eso es incesto! – dijo atacando a la religiosidad de su madre.

Cinthia: Sí, es incesto, y dios nuestro señor sabe que no pudimos evitarlo. Pero dios nuestro señor te puso en nuestras vidas por un único propósito: ser felices.

Javier: Estás rematadamente loca, mamá – dijo atónito.

Cinthia: Sí, pero por ti, mi amor – dijo sonriéndole – Tú nos haces felices y nosotras queremos hacerte feliz a ti. Por eso hemos decidido ser tus mujeres – anunció solemne.

Javier no daba crédito a las palabras de su madre. Había de reconocer que él fantaseaba alguna vez con alguna de ellas, sobre todo con su hermana Mariana y su madre, pero de ahí a llevar semejante locura a cabo iba un largo camino. Viendo su cara, Cinthia comenzó a declararse a su hijo tras mirar a todas y asentir.

Cinthia: Hijo, mi amor, mi bendición. Desde que naciste me hiciste enormemente feliz – dijo sonriéndole – Siempre tan atento desde pequeño, tan protector, tan amable, tan responsable. Me tenías engatusada. Amaba a tu padre, pero desde el accidente – dijo refiriéndose a la catástrofe – te miro con ojos de mujer, cómo una mujer mira a su hombre, porque eso eres para mí, mi hombre. Te amo, mi amor, como hijo y cómo hombre y estoy dispuesta a entregarme totalmente a ti, satisfacerte en todo y hacerte inmensamente feliz.

Javier estaba sorprendido, atónito y contrariado, por un lado, le tentaba la idea de cumplir sus fantasías con su madre, pero por otro pensaba en su difunto padre y no podía evitar sentirse culpable.

Cinthia: No pienses en tu padre – dijo leyéndole el pensamiento – él hubiera querido que fuéramos felices, tú eres mi felicidad completa, sólo tú. Él me apoyaría

Javier: Dudo que papá apoyara semejante locura, mamá – dijo sorprendido.

Cinthia: Lo haría, créeme. Mariana, cariño, te toca.

Mariana: Hermanito, desde que naciste me tuviste subyugada – le sonrió – Cuando creciste te convertiste en mi amigo, mi hermano. Siempre me ayudaste, me protegiste, me defendiste. Para mí eras el ejemplo de hombre que quería a mi lado – confesó – Te buscaba en otros chicos, pero ninguno era cómo tú. No sé cuándo, pero me enamoré perdidamente de ti. Sentía celos de ver cómo otras te besaban y te ligaban. Después de lo que pasó, yo tomé la decisión de ser feliz y tú eres mi única felicidad – dijo mirándole a los ojos – Te amo, hermanito, cómo no te puedes llegar a imaginar – Quiero ser tu mujer, hacerte muy feliz y ser feliz a tu lado.

Javier: Pero...

Cinthia: Tu hermana no ha terminado aún, amor – le interrumpió.

Mariana: No sé si me desearás cómo mujer, pero prometo hacerte muy feliz y complacerte en todo.

Javier no daba crédito. Pensó en huir de allí, irse a su habitación, pero no le dejaban margen de huida.

Cinthia: Muy bien, cielo – dijo abrazando a su hija sonriente – Rachel, tu turno, cariño.

Rachel: Hermano – dijo captando su atención, nunca lo llamaba así – Yo te amo desde siempre. Cuando éramos pequeños siempre me cuidabas, me mimabas, cuando fui creciendo me protegías, me ayudabas. Cuando tuve una edad me di cuenta que lo que buscaba en los chicos era a ti y tú solamente hay uno. Ahí me di cuenta de que estaba perdidamente enamorada de ti.

Javier: ¡Eso es imposible! ¡Me odias!

Rachel: Jamás podría odiarte, mi amor – dijo seria – Lo que me pasaba era que me moría de celos de pensar que te fijabas en todas menos en mí, de ver cómo te liabas e incluso te follabas a otras menos a mí. Me dolía muchísimo, por eso te trataba tan mal – confesó – Por celos. Perdóname – le dijo suplicante – Prometo hacerte enormemente feliz de ahora en adelante y demostrarte cada segundo de mi vida cuanto te amo.

Javier: No…no pasa nada hermanita, yo…te perdono – dijo sorprendido sin dar crédito a sus oídos.

Rachel sonrió a su hermano, siempre tan bueno, tan generoso, por eso le amaba tanto. Javier se fijo en su mirada y en ella solo encontró amor, un inmenso amor.

Cinthia: Suegra, cuando quiera – dijo abrazando a sus hijas, sonriente.

Rosario: Bueno, yo no siento amor cómo una mujer siente por un hombre, cariño, pero siento un deseo enorme hacía ti – confesó – Puede que yo a ti no te guste cómo mujer, soy una vieja, pero me pones muchísimo. Me recuerdas mucho a tu padre, que en paz descanse, eres un calco suyo y cuando él era joven yo tenía la fantasía de que me follara, alguna vez mientras tenía sexo con mi difunto marido, que en gloria esté, pensaba que era tu padre y tenía los mejores orgasmos de mi vida. Si tú lo deseas, seré tu mujer, y te complaceré gustosa siempre.

Javier: Gra…gracias abuela.

Rosario sonrió a su nieto y lo miró con auténtico deseo. Javier se fijó en su mirada y no pudo evitar fijarse en sus enormes tetas caídas. Se dio cuenta de que su abuela, cuando vio que le miraba las tetas, se le pusieron los pezones erectos de excitación. Sorprendido escuchó a su madre.

Cinthia: Suegra, te puedo asegurar de que su hijo también la deseaba – dijo pícara – Muchas veces me follaba como si yo fuera usted y menudos polvos me echaba – se rio - Lucía, te toca, cielo.

Lucía: Yo…cuando éramos niños siempre jugábamos a las mamás y a los papás y cuando crecimos, no sabía por qué, pero solo pensaba en que, si tenía hijos, sería contigo. Lo hablé con mi madre – dijo mirándola – y ambas llegamos a la conclusión de que estaba perdidamente enamorada de ti – dijo mirándole a los ojos – Prometo hacerte muy feliz y darte todo lo que quieras. Te amo infinitamente, amor mío – dijo mirándolo intensamente.

Javier: Pero Luci, tú siempre me has dicho que el tipo de hombre que te gustaba era completamente diferente a mi – dijo contrariado.

Lucía: Eso era para que no sospecharas, me daba vergüenza – admitió.

Cinthia: Isabel, tu turno, pero decirle todo.

Javier: Decirme, ¿qué?

Isabel: Cielo, yo amaba a mi marido infinitamente. Nunca he mirado a otro hombre, pero desde que murió – dijo entristecida – no puedo evitarlo, me he fijado en ti – dijo mirándolo fijamente – Yo no sé si te amo cómo hombre, pero lo que si sé es que te deseo enormemente, cómo no he deseado nunca a nadie, ni siquiera a mi difunto marido.

Cinthia: Decírselo.

Isabel: Javi, cielo – dijo cogiendo la mano de su hija – yo tenía una relación muy peculiar con tu tío, no solo éramos marido y mujer, también éramos otra cosa. Yo…soy sumisa y tu tío era mi amo. Yo le amaba y le era fiel. Si me aceptas como tu sumisa, te prometo hacerte muy feliz, fidelidad absoluta, obedecerte en todo y complacerte enormemente – dijo de rodillas.

Lucía: Yo también, mi amor – dijo colocándose de rodillas al lado de su madre con la cabeza gacha – Soy sumisa, seré tuya para siempre, tu mujer, tu puta, todo lo que tú quieras.

Cinthia: ¿No tienes nada que decir? – dijo viendo a su sorprendido hijo.

Javier: ¿De verdad queréis ser mías? ¿No es por la tontería esa que dijeron en la radio de que hay que procrear?

Cinthia: De verdad, mi amor, queremos ser tuyas – dijo seria - ¿Nos aceptas?

Javier: Bueno, he de confesar que muchas de vosotras sois mi fantasía sexual – confesó – y nunca pensé que se diera la oportunidad.

Cinthia: Puedes aprovecharte de nosotras todo lo que quieras, te complaceremos en todo encantadas, mi amor – dijo sonriente mientras todas asentían.

Javier: Está bien, os acepto cómo mis mujeres – dijo mirándolas a todas.

Cinthia: Bien, entonces vamos a hacer las cosas bien – dijo levantándose – suegra, ya sabe qué hacer – dijo agarrando a su hijo del brazo.

Rosario: Muy bien – dijo colocándose de pie delante de ambos – Cinthia, ¿quieres ser la mujer de Javier, para amarlo, cuidarlo, respetarlo, mimarlo y adorarlo por el resto de tu vida?

Cinthia: Sí, acepto – dijo mirando sonriente a su hijo.

Rosario: Y tú Javier, ¿aceptas a Cinthia como tu mujer para amarla, cuidarla, respetarla, mimarla y adorarla por el resto de tu vida?

Javier: Acepto.

Cinthia, sonriendo, puso sus manos en la cara de su hijo y ambos se dieron un tierno beso en los labios. Mariana, cuando acabaron de besarse, ocupó el lugar de su madre.

Rosario: Mariana, ¿quieres ser la mujer de Javier, para amarlo, cuidarlo, respetarlo, mimarlo y adorarlo por el resto de tu vida?

Mariana: Sí, acepto – dijo mirando sonriente a su hermanito.

Rosario: Y tú Javier, ¿aceptas a Mariana como tu mujer para amarla, cuidarla, respetarla, mimarla y adorarla por el resto de tu vida?

Javier: Acepto.

Javier acercó a su hermana agarrándola de la cintura y la besó tiernamente. Cuando acabó el beso, Rachel ocupó el lugar de su hermana mayor.

Rosario: Rachel, ¿quieres ser la mujer de Javier, para amarlo, cuidarlo, respetarlo, mimarlo y adorarlo por el resto de tu vida?

Rachel: Sí, acepto – dijo mirando sonriente a su hermano.

Rosario: Y tú Javier, ¿aceptas a Rachel como tu mujer para amarla, cuidarla, respetarla, mimarla y adorarla por el resto de tu vida?

Javier: Acepto – dijo mientras su hermana suspiraba aliviada.

Rachel acortó la distancia entre ambos y le besó tierna y pasionalmente. Cuando ambos hermanos se separaron, Olga ocupó el lugar de su amiga.

Rosario: Olga, ¿quieres ser la mujer de Javier, para amarlo, cuidarlo, respetarlo, mimarlo y adorarlo por el resto de tu vida?

Olga: Sí, acepto – dijo mirando sonriente a su amado.

Rosario: Y tú Javier, ¿aceptas a Olga como tu mujer para amarla, cuidarla, respetarla, mimarla y adorarla por el resto de tu vida?

Javier: Acepto.

Olga acortó la distancia entre ambos y le besó con pasión, con amor. Cuando ambos se separaron, Lucía ocupó el lugar de su amiga.

Rosario: Lucía, ¿quieres ser la mujer de Javier, para amarlo, cuidarlo, respetarlo, mimarlo y adorarlo por el resto de tu vida?

Lucía: Sí, acepto – dijo mirando sonriente a su amado.

Rosario: Y tú Javier, ¿aceptas a Lucía como tu mujer para amarla, cuidarla, respetarla, mimarla y adorarla por el resto de tu vida?

Javier: Acepto.

Lucía agarró de la nuca a Javier y le besó con ardor, con pasión, con amor. Cuando ambos se separaron, Cinthia tomo el lugar de su suegra.

Cinthia: Bien, ahora es vuestro turno – dijo dirigiéndose a Isabel, Lucía y Rosario – Poneros aquí, de rodillas.

Las tres hicieron lo que se les pidió. Ante un sorprendido Javier, su madre sacó una hoja y tres collares hechos con la lana de las ovejas que cuidaban.

Cinthia: Isabel me pasó este papel como rito de iniciación entre amo y sumisa. Ambas serás tus sumisas, al igual que Lucía – le informó - ¿Venís por vuestra propia voluntad?

Lucía/Rosario/Isabel: Sí, vengo libremente.

Cinthia: ¿Aceptáis libremente que os someteréis a Javier?

Lucía/Rosario/Isabel: Sí, soy desde ahora su esclava.

Cinthia: ¿Juráis solemnemente por todas las cosas que le daréis cuanto pida totalmente, sometiéndoós sin trabas a su disfrute de vosotras?

Lucía/Rosario/Isabel: Sí, lo juro por todo.

Cinthia: Repetir estas palabras: Juro solemnemente someter a tu voluntad, mi corazón, mi mente y mi alma. Juro solemnemente obedecerte inmediatamente, sin reserva y sin vacilación en lo que me pidas. Juro solemnemente parecer hermosa a tus ojos, sonar graciosa en tus oídos.

 

 

Cinthia levanta la barbilla de Lucía, Mariana la de Rosario y Olga la de Isabel para que miren a Javier.

 

Javier: Soy tu Señor – dijo comenzando a leer la hoja.

Lucía/Rosario/Isabel: Eres mi Señor.

Javier: Soy tu Amo.

Lucía/Rosario/Isabel: Eres mi Amo.

Javier: Soy tu dueño/a. Eres mi esclava. Tu cuerpo es mío. Tu boca es mía. Tu sexo es mío. Sirves mi voluntad. Sirves mi palabra. Sirves mi placer.

Lucía/Rosario/Isabel: Es mi Dueño, soy tuya, soy tu esclava. Mi cuerpo es tuyo, mi boca es tuya, mi sexo es tuyo. Tu voluntad es la mía. Tus palabras son órdenes. Sirvo a tu placer.

Javier: Ahora que he tomado la posesión de ti para el período, llevaré tu regalo como símbolo de todo lo que deseo gozar en ti. Dame tu flor, símbolo de tu sometimiento – mientras todas le daban una flor y él las destroza como marcaba el papel - De la misma forma que he hecho uso esta flor, hago uso de vosotras. Viniste desnuda a mí – dijo poniéndoles a cada una su collar - Lo usarás siempre que te lo ordene. Hablarás cuando lo ordene. Tu cuerpo está para mi placer. Muéstralo – dijo haciendo que todas subieran sus caderas para enseñarles sus coños - Mi voluntad penetra las barreras de tu cuerpo. Ahora póstrate ante mí – dijo haciendo que se volvieran a poner de rodillas - Soy tu Señor. No aceptarás más Señor y sólo a mí me rogarás que te posea.

Todas se ponen en cuatro patas con los culos expuestos y Javier las da un duro azote a cada una, arrancándole gemidos de placer. Todas se vuelven y se abrazan a las piernas de Javier,

Lucía/Rosario/Isabel: Eres mi señor y yo soy tu esclava.

Después de toda esta ceremonia, las tres se levantaron contentas y todas abrazaron a Javier de manera grupal. Otra nueva vida comenzaba para todos ello.