miprimita.com

Gracias a las drogas me follé a mi madre IV

en Amor filial

Habían pasado ya unos meses, en los que Vicente usaba a su madre a su antojo, pero siempre respetando a su padre. Felipe, por su parte, cada día notaba a su mujer con más ganas de sexo y, tras consultarlo con un médico, le diagnosticaron hipersexualidad. Lorena pasó en poco tiempo, de ser una mujer asexual a ser una mujer hipersexual. Entre él y su hijo aplacaban su sexualidad. Lorena, al darse cuenta de su sexualidad exacerbada, fue al psicólogo sin que padre e hijo lo supieran.

Flashback

Lorena: Doctor, ¿Qué me pasa? – dijo angustiada.

Psicólogo: No es nada malo, señora – dijo tranquilamente.

Lorena: ¿Entonces? – dijo angustiada.

Psicólogo: Verás, tu sexualidad estaba dormida, porque no encontrabas el estímulo necesario para activarla. Desde hace años te has dedicado a satisfacer a tu marido por amor, pero ahora realmente sientes el deseo, un deseo reprimido.

Lorena: ¿Qué quiere decir? – dijo curiosa.

Psicólogo: Veras, tu sexualidad despertó al sentirte deseada por tu hijo. Luego, con la “relación” que empezasteis a formar, tu sexualidad empezó a salir. Al estar siempre cohibida por tu educación tradicional, tu sexualidad salió a flote de forma brutal. Tan brutal, que reconociste a tu hijo como a tu macho, a tu “semental” y solo de pensar que lo vas a satisfacer, tu cuerpo reacciona y empiezas a excitarte sobre manera.

Lorena: Entonces, ¿Qué hago? – dijo angustiada.

Psicólogo: Profesionalmente te diría que siguieras cómo hasta ahora, pues tu cuerpo ahora necesita a tu hijo para satisfacer su necesidad de sexo. Personalmente, le diría que hablara con su marido y le contara la verdad y entre los dos tomaran la decisión correcta. No olvidemos que es una mujer casada y al no ser su marido el hombre que usted desea, puede causar un daño enorme a toda su familia.

Fin del flashback

Después de la última reunión con el psicólogo, Lorena tomó una decisión y se la comentó a su marido, aprovechando que esa misma noche follaron como locos.

Lorena: Mi amor, tenemos que hablar – dijo seria mientras lo abrazaba.

Felipe: ¿Qué pasa? – dijo curioso.

Lorena: He estado yendo al psicólogo, por lo que me pasa con el niño – dijo seria – y me ha dicho que, aunque te amo con locura, mi cabeza lo ha escogido como mi macho, mi semental, mi hombre.

Felipe: ¿Qué quieres decir? – dijo curioso.

Lorena: El psicólogo me ha hecho ver que soy hipersexual y nunca lo he mostrado por mi educación tradicional. Pero al pasar todo esto del niño, mi sexualidad ha salido a flote de manera bestial, tanto así que ahora mismo cuando tengo sexo contigo solo pienso en el niño – dijo culpable.

Felipe: ¿Y eso es malo? – dijo divertido – Gracias a eso, no tengo que drogarte para follarte, amor.

Lorena: Lo que te quiero decir, es que me quiero entregar a él completamente – dijo mirándola seria.

Felipe: ¿Qué quieres decir con eso? – dijo curioso.

Lorena: Qué a partir de mañana, seré su esclava totalmente, su puta. Lo que quiere decir que solo follaré contigo si él me lo pide, me dedicaré exclusivamente a él – dijo seria.

Felipe: Bueno – dijo tras unos minutos de silencio pensativo – si eso es lo que quieres, yo no me opondré – dijo decaído.

Lorena durmió esa noche con su marido abrazada a él. Se despertó temprano y se desnudó completamente. Felipe se despertó, pero no hizo nada por evitarlo. Lorena se dirigió a la habitación de su hijo, que estaba dormido completamente desnudo, despanzurrado en la cama. Lorena se dirigió a la cama y se colocó entre las piernas abiertas de su hijo para empezar a lamerle la polla.

Vicente: ¡Mmmhhggg! – gimió en sueños.

Lorena siguió lamiéndole la polla y los huevos suevamente, pero sin tocarle, cómo sabía que a él le gustaba. Luego de un rato, la polla de Vicente estaba completamente dura y Lorena la engullía despacio y lento, pero entera en su garganta. Amaba comerle la polla a su hijo. Luego de unas cuantas succiones de Lorena a la cabeza de la polla de su hijo, Vicente despertó, para encontrarse, cómo ya era su costumbre, a su madre amorrada a su polla.

Vicente: ¡Oh sí, tú sí que sabes cómo me gusta despertar, sí, sigue chupando puta, así! – gimió.

Lorena siguió chupándole la polla y los huevos, cómo sabía que a él le gustaba. Luego de un rato, Vicente estaba completamente cachondo y despierto y cogió la cabeza de Lorena y le clavó la polla entera de una estocada en su garganta. Lorena aguantaba las ganas de vomitar por el placer que sentía por el trato de su hijo, tenía el coño encharcado y se rozaba los muslos.

Vicente: ¡Oh sí, toma polla, puta, sí, trágate toda mi polla, la polla de tu hijo! ¡Qué buena chupa pollas eres, puta!

Lorena: ¡Mmmmmmmhhhh! – gimió más fuerte - ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh!

Vicente empezó a follarle la boca a su madre con mayor intensidad cogiéndole bien fuerte la cabeza y presionando hasta hacer tragar toda su polla a su madre, haciendo que la calentura de Lorena aumentara tanto, que se corrió sin poder evitarlo entre estertores y convulsiones. Vicente le sacó la polla de la boca y la colocó tumbada con la cabeza colgando fuera de la cama y se puso encima de la cabeza de su madre con su polla apuntándola.

Vicente: ¡Cómo te gusta que te folle la boca, puta! – dijo dándole pollazos en su cara – ¡Esto te va a encantar, guarra! – dijo incrustándole la polla en su garganta y llegándole hasta el fondo.

Lorena: ¡Mmmmmmmhhhh! – gimió - ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh!

Lorena casi vomita al sentir la gran polla de su hijo atravesarle la garganta tan profundamente. Vicente estuvo un buen rato follándole la boca, pero tras unos minutos intensos en los que le dejaba la polla incrustada en la garganta a su madre, se corrió en su boca.

Vicente: ¡Oh sí, me encanta follarte la boquita, puta, sí, eres una buena come pollas, sí, traga polla, puta, sí, no voy a tardar en correrme! – gimió - ¡Oh sí, prepárate para mi corrida, puta, aquí viene! ¡Abre la boca, puta, y trágatelo todo!

Lorena: ¡Mmmmmmmhhhh! – gimió - ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Mmmmmmmhhhh!

Vicente se corrió como un animal mientras que Lorena, cuando sintió la corrida de su hijo en su boca se corrió como loca, gimiendo y gritando de placer mientras se retorcía en la cama. Cuando ambos terminaron de correrse, Vicente cayó hacía atrás y se apoyó en el mueble exhausto frente a su madre que, con una sonrisa satisfecha y una mirada de deseo absoluto, le enseñó toda su corrida en su boca para tragársela frente a él con auténtica gula y deseo.

Vicente: Siempre haces eso – dijo riendo – Buenos días, mamá.

Lorena: Buenos días amo, ¿se ha quedado a gusto o quiere más de su puta? – dijo solemne.

Vicente: ¿Qué? – dijo sorprendido porque le hablará así.

Lorena: ¿Desea algo más de su puta? – dijo arrodillándose delante de su hijo.

Vicente: ¿Qué te pasa, mamá?

Lorena: Sería bueno ir al salón, debemos hablar – dijo mirando hacía el suelo.

Vicente: ¿De qué? – dijo curioso.

Lorena: Mejor en el salón – dijo levantándose y guiando a su hijo al salón.

Fueron al salón completamente desnudos, y se encontraron con Felipe ya vestido, que desayunaba su café con magdalenas sentado en la mesa del salón mirando su móvil. Vicente sintió mucha vergüenza de que su padre presenciara a ambos desnudos sabiendo que acaba de usar sexualmente a su mujer, a su propia madre. Ambos se sentaron en la mesa, uno a cada lado de Felipe, cómo siempre.

Felipe: Buenos días dormilón – dijo a modo de saludo cariñoso - ¿Qué tal?

Vicente: Bien papá, buenos días – dijo algo cohibido y nervioso.

Lorena: Debemos hablar, los tres – dijo seria.

Felipe: Está bien, amor – dijo dándole un pico cariñoso.

Vicente: ¿De qué? – dijo muy nervioso.

Lorena: Verás, cariño – dijo mirando a Vicente – desde que nosotros comenzamos a tener nuestros jueguecitos sexuales, se ha despertado en mí una sexualidad que yo antes no tenía – dijo seria.

Vicente: Ya – dijo pensativo tanteando el terreno - ¿Y eso es bueno?

Felipe: Créeme que para mí es lo mejor que pudo pasar – dijo sonriendo.

Lorena: Yo me sentía mal, porque amo a tu padre y me dolía mucho sentir ese deseo hacía ti, que fueras tú el hombre que despertara en mí esa sexualidad dormida, así que durante un par de semanas he estado yendo a un psicólogo, que me ha ayudado mucho – dijo seria.

Vicente: ¿En serio? – dijo sorprendido.

Lorena: Sí cariño – dijo seria – El doctor me ha hecho ver que siempre he sido así, pero por mi educación tradicional nunca he sacado mi lado sexual a flote, y tras mucho tiempo, al encontrar un hombre, un macho que me atrajera sexualmente, esa sexualidad ha salido a flote de manera bestial.

Vicente: Pero, ¿y papá? ¿No te atrae? – dijo curioso.

Lorena: Por tu padre siento un amor infinito, que nunca llegaré a sentir por otro hombre – dijo mirándolo enamorada – pero desgraciadamente no siento tanto deseo hacía él cómo siento hacía ti.

Vicente: No lo entiendo.

Lorena: Verás cariño, aunque amo con locura a tu padre – dijo cogiéndole la mano y sonriéndole – no siento placer cuando estoy con él, no siento deseo sexual con él, solo tengo ganas de hacerlo feliz y por eso tengo sexo con él y le complazco en todo lo que me pide – dijo mirándole enamorada.

Felipe: Sí – dijo sonriente – tu madre necesitaba una droga para sentir deseo sexual hacía mí, pero desde que pasó lo vuestro, no necesita la droga, siempre esta cachonda.

Vicente: Y, ¿te parece bien? – dijo a su padre.

Felipe: Realmente no lo veo normal – dijo sincero – pero no puedo evitar que tu madre, mi mujer, sienta lo que siente – dijo encogiéndose de hombros – No me gusta, pero es lo que hay y, gracias a ti, estoy sacando más placer sexual ahora que en 19 años de pareja – dijo sonriendo.

Lorena: Lo que te quiero decir, y tu padre ya sabe, es que el doctor me hizo ver que no solo es deseo sexual lo que siento por ti, sino un deseo infinito de satisfacerte sexualmente, de hacerte sentirte satisfecho. Por eso y con el permiso de tu padre – dijo señalándolo – quiero ser tu esclava sexual, tu sumisa, tu puta – dijo seria.

Vicente: ¿Estás de broma? Mamá, una cosa es lo que hacemos, pero esto es pasarse.

Felipe: ¿Por qué?

Vicente: A ver papá, yo siento mucho deseo hacía mamá y todo eso, pero no quiero rollos raros y mucho menos hacerte daño a ti – dijo serio y algo cabreado – Si esto tiene que acabar, que así sea, pero yo no pienso participar más en este teatro.

Lorena: Cariño, por favor, no me hagas eso – imploró asustada – Realmente no puedo vivir sin ti ni tu polla, te necesito y necesito que me uses cómo tú quieras, cuando tú quieras, dónde tú quieras y por dónde tú quieras.

Vicente: Pero, ¿y papá?

Felipe: Por mí no te preocupes, campeón – dijo cariñoso viendo cómo le quería su hijo – A mí no me gusta, como ya te he dicho, pero si es lo que tu madre quiere, lo que necesita, lo que la llenará de felicidad, yo la apoyo – dijo acariciando amoroso su mano – Solo espero que me sigas dejando follármela – dijo serio a su hijo.

Lorena: Por favor, cariño, no me rechaces. ¡Te necesito!

Vicente: Bueno – dijo luego de un par de minutos en silencio – si es lo que ambos queréis, acepto – dijo mirándolos a ambos.

Lorena se levantó nada más escuchar la respuesta de su hijo y fue a abrazarlo sonriente. Felipe se unió al abrazo familiar. Cuando el abrazó se rompió, Lorena fue la primera en hablar.

Lorena: Cariño, no te arrepentirás – dijo – Te satisfacer en todo.

Vicente: Eso espero – dijo ya más relajado – Y papá, no te preocupes, puedes follarte a mamá siempre que quieras.

Felipe: Gracias hijo, no esperaba menos.

Vicente: ¿Y a partir de ahora cómo será todo?

Lorena: Eso lo decides tú, cariño – dijo sonriendo – Perdón, amo.

Vicente: Bueno, a partir de ahora llevarás para estar en casa un uniforme de criada, sin nada debajo y unos tacones altos, nos atenderás así a papá y a mí – dijo mirando cómplice a su padre – Cómo ya sabes me despertarás con una mamada todos los días, pero a papá también, antes de venir a mi habitación.

Lorena: Cómo usted ordene, amo – dijo mojada solo de recibir órdenes suyas.

Vicente: Te comprarás todo tipo de juguetes sexuales y de disfraces guarros. Ya hablaremos de cuando usarás esas cosas. Me bañarás todos los días y antes de dormir vendrás a mi habitación totalmente desnuda, salvo cuando te diga lo contrario.

Lorena: Cómo usted ordene, amo – dijo más mojada.

Vicente: De momento solo eso – dijo sin saber más que decir - ¿Papá?

Felipe: Muy bien, campeón – dijo sonriendo, al fin y al cabo, su hijo también pensaba en él para que Lorena le satisficiera.

Lorena: ¡Espera, amo! – dijo al verlo levantarse de la mesa – Tengo algo que me tiene que poner.

Vicente: ¿El qué?

Lorena fue al mueble del salón y sacó una caja de tamaño mediano y la puso encima de la mesa para sorpresa de padre e hijo. Abrió la caja y sacó un collar negro con una inscripción en él en plata: “Propiedad de Vicente”. Aún, cuando padre e hijo no salían de su sorpresa, sacó del mismo cajón otra cajita y la abrió en la mesa sacando un par de tobilleras negras con la misma inscripción.

Vicente: ¿Y esto?

Lorena: Perdón por mi atrevimiento, amo, pero ayer nada más salir del psicólogo, fui a comprar este collar de esclava y estas tobilleras – dijo mirando al suelo – Son mi muestra de fidelidad y sumisión hacía mi amo.

Vicente: Está bien, ¿quieres que te las ponga aquí? – dijo mirando a su padre.

Lorena: Cómo deseé mi amo.

Vicente: Bueno, mejor lo hacemos esta noche – dijo con algo en mente – papá llegará tarde a trabajar y yo tengo que ducharme aún y preparar unas cosas.

Lorena: Sí, amo.

Felipe: Es verdad, bueno voy a vestirme y me voy – dijo yendo corriendo a la habitación de dónde salió unos minutos después - ¡Adiós, divertiros! – dijo saliendo por la puerta.

Vicente: Ven.

Lorena: Sí, amo.

Vicente salió del salón en dirección a su habitación, pero a medio camino cambió de idea y fue a la habitación de sus padres. Lorena le seguía de cerca. La habitación estaba sin recoger, ropa por el suelo y la cama deshecha.

Vicente: Siéntate en el borde de la cama – le ordenó.

Lorena: Sí, amo – dijo sonriente y erguida.

Vicente: Siéntate abierta de piernas – le ordenó.

Lorena: Sí, amo – dijo sin dejar de sonreír y con la mirada gacha.

Vicente se quedó mirando a su madre que parecía impaciente, pero complaciente. Se quedó observando sus grandes tetas con los pezones grandes erizados que las coronaban. Bajó la mirada por el cuerpo de su madre hasta el coño peludo sin arreglar. Tomó una decisión. Cogió a su madre de la mano y la llevó al baño dejando a su madre extrañada. Cogió espuma de afeitar y una cuchilla y sentó a su madre en el bidé.

Vicente: Voy a depilarte – la avisó – No te muevas – le ordenó.

Lorena: Sí, amo – dijo sumisa.

Vicente comenzó a depilar a su madre. Pasaba la cuchilla suavemente por las ingles de su madre que intentaba no moverse, pero el pasar de la cuchilla por su hijo le resultaba muy placentero. Vicente paró un momento y cogió la espuma de afeitar de su padre al ver que no tenía crema depilatoria y se la echó en su coño. Sintió una mezcla de frío y de placer, gimió sin poder evitarlo.

Lorena: ¡Ohhh!

Vicente: Te gusta, ¿eh? – dijo riendo – Disfruta mientras puedas, zorra, pero no te corras, lo tienes prohibido.

Vicente siguió depilando a su madre suavemente el coño, más suave que antes. Lorena empezaba a mojarse. Luego de unos minutos y de que Lorena ya no aguantara más sin correrse, Vicente acabó de depilar a su madre. La limpió con una toalla y se fijó lo mojado que estaba su coño, estaba empapado.

Vicente: Así me gusta, que me obedezcas – dijo metiendo dos dedos de golpe en su coño - ¡No te corras hasta que no te lo ordene! – dijo sacando los dedos de su interior al ver a su madre próxima al orgasmo.

Lorena: ¡Mmmmhhhh, sí amo! – gritó.

Vicente guio a su madre nuevamente hasta su cama para hacer que se colocara abierta de piernas de nuevo, exponiendo su coño ante él. Lorena estaba empapada ante la humillación de estar así de expuesta ante su propio hijo. Vicente se colocó entre sus piernas, de rodillas y la agarró las piernas con ambas manos.

Vicente: Ahora te voy a comer el coño y te vas a correr como la puta que eres mientras me dices quién te da más placer, si papá o yo, ¿entendido? - ordenó.

Lorena: ¡Sí, amo! – gimió desesperada ante la visión que su hijo le había provocado.

Vicente comenzó a lamer el coño de su madre, suavemente mientras le agarraba ahora el culo con fuerza, atrayéndola hacía su boca. Lorena comenzó a gemir y a arquearse del placer que sentía.

Vicente: ¡Vamos puta! Si quieres que siga comiéndote el coño dime quién te da más placer – ordenó quitándole las manos de encima.

Lorena: ¡Tú, amo, tú me das muchísimo más placer! – gritó sabiendo lo que le estaba diciendo su hijo - ¡Oh sí, no pares, amo, eres el mejor, tienes la mejor polla, oh sí, me encanta, sí, sí, me corro, eres el mejor usando la lengua, oh sí, sí, así, me corro!

Vicente: ¡Así me gusta, puta! Córrete en mi boca – le ordenó.

Vicente comenzó a lamer el coño de su madre, suavemente mientras le agarraba ahora el culo con fuerza, atrayéndola hacía su boca. Lorena comenzó a gemir y a arquearse del placer que sentía.

Vicente: ¡Vamos puta! Si quieres que siga comiéndote el coño dime quién te da más placer – ordenó quitándole las manos de encima.

Lorena: ¡Tú, amo, tú me das muchísimo más placer! – gritó sabiendo lo que le estaba diciendo su hijo - ¡Oh sí, no pares, amo, eres el mejor, tienes la mejor polla, oh sí, me encanta, sí, sí, me corro, eres el mejor usando la lengua, oh sí, sí, así, me corro!

Vicente comenzó a lamer de nuevo el coño de su madre, pero esta vez más salvaje, cachondo por oír a su madre adularlo de esa manera, ensalzar sus dotes amatorias por encima de las de su padre. Lorena comenzó a gritar mientras comenzaba, ahora sí, encadenar orgasmos, uno tras otro, dejando salir todo ese placer acumulado. Unos minutos después, viendo que su madre le pedía polla, Vicente decidió ir más allá en la humillación, paró y se puso de pie.

Vicente: Muy bien, puta – la felicitó – Así me gusta, que seas obediente – dijo acariciando su cabeza suavemente.

Lorena: Gracias amo – susurró.

Vicente: Ahora quiero que tú solita, te metas tu mano entera por el coño – le ordenó.

Lorena: Cómo ordene, amo – susurró.

Lorena empezó a acariciarse el coño delante de su hijo. Estaba un poco nerviosa por hacer el pedido de su hijo, pero no podía negar que le ponía muchísimo hacerlo, complacerlo. Con cuidado y muy despacio, abrió aún más sus piernas y se pasó toda su mano por su coño, humedeciéndola bien, para acto seguido, comenzar a meterse los dedos dentro de su coño. Miró a los ojos a su hijo y lo vio mirándola fijamente con deseo y su lívido subió aún más si es que eso era posible.

Vicente: ¿Cómo te sientes? – preguntó con voz grave y sensual.

Lorena: Me siento totalmente expuesta ante ti – gimió - ¡Y me encanta! – gritó metiéndose el puño entero de golpe sin dejar de mirar a su hijo a los ojos.

Vicente: ¡Métete hasta dónde puedas el brazo! – ordenó - ¡Ya!

Lorena: ¡Oh sí, amo! – gritó presa del placer.

Lorena empezó a meterse lo que podía del antebrazo en el coño, notando como todos los pliegues de su coño se abrían a su paso. Gimió y gritó presa del placer mientras no dejaba de ver a los ojos a su hijo que, aprovechando que ella estaba tan entregada, empezó a pellizcar los pezones duramente.

Vicente: ¿Te gusta? – preguntó con voz grave.

Lorena: ¡Oh sí, amo, me encanta, sí, sí, me corro, sí amo, sí! Me siento humillada, pero me encanta – berreó de placer.

Vicente: Eres una puta muy guarra, y me encanta, perra – dijo retorciéndole los pezones - ¡Córrete para mí, demuéstrame cómo de cachonda te pongo!

Lorena: ¡Oh sí, amo, me encanta que me uses, que me humilles, sentirme expuesta a ti, me corro, sí! – gritó - ¡Oh sí, sí, amo, me corro, sí, sí, me encanta!

Lorena no paró de correrse mientras se metía y se sacaba de su coño todo el antebrazo sin dejar de mirar a su hijo, que aprovechando que estaba aún desnudo, estaba masturbándose. Vicente viendo que su madre estaba tan desatada, se situó de pie delante de su cabeza, se agachó poniéndose de cuclillas y le incrustó su polla en la boca.

Vicente: ¿Te gusta, puta? ¡Esto es lo que tendrás por ser buena puta, perra!

Lorena: ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh!

Vicente: ¿Quieres que siga? – dijo agarrándole la cabeza - ¿Quieres un premio? – dijo sacándosela de la boca.

Lorena: ¡Me encanta, amo, dame más, necesito tu polla, dame de comer, oh sí!

Vicente: ¡Toma polla, perra! – dijo incrustándosela en su garganta - ¡Tienes prohibido correrte, puta!

Lorena: ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh! ¡Mmmmhhhh!

Vicente comenzó a follarla violentamente la boca mientras su madre seguía metiéndose su antebrazo en su coño. Cada vez que sacaba su antebrazo de su coño salía muy empapado. Vicente no llevaba ni un minuto follándole la boca a su madre violentamente cuando su madre se corrió salvajemente sin poder evitarlo.

Vicente: ¡Te he dicho que tienes prohibido correrte, puta! – dijo tirándole del pelo y sacándole la polla de su boca.

Lorena: ¡Perdón, amo! – gritó de placer – ¡No he podido evitarlo, me pones muy cachonda, me encanta lo que me haces, amo!

Vicente: ¡Ahora voy a tener que castigarte, puta! – dijo quitándose de encima de su madre y saliendo de la habitación.

Lorena: ¡Perdón, amo! – gritó temerosa – ¡No volveré a desobedecerlo, amo! – dijo desesperada por si no volvía.

Vicente salió de la habitación en busca de las prendas de ropa que se había comprado el día anterior. Llegó a su habitación y abrió el armario encontrando lo que buscaba, cuatro camisetas, las cogió y salió en dirección a la habitación de su madre, encontrándola llorando.

Vicente: ¡Ahora aprenderás a obedecerme, puta! – dijo sujetándola mientras le ataba las manos y los pies a la cama - ¡Deja de llorar! – ordenó.

Lorena: ¡No puedo, amo! – lloró – ¡Le he fallado! – dijo mientras se dejaba atar por su hijo sumisamente.

Vicente: Sí, lo has hecho – dijo tranquilamente luego de atarla – Ahora vas a aprender a no volver a hacerlo. ¡No vas a poder tocarme mientras me pajeo delante de tu cara!

Lorena: ¡No, amo! – lloró – ¡No me castigue así, por favor!

Vicente: Te iba a dar como premio una buena follada, pero por no obedecerme, ahora miraras mientras me pajeo en tu cara – dijo colocándose encima de su barriga sentado con su polla apuntando a su cara.

Lorena: ¡Amo, no me haga eso! – lloró – ¡Por favor, necesito tocarte!

Vicente comenzó a pajearse lentamente delante de su madre mientras ella intentaba soltarse de las ataduras sin éxito. Lorena al ver que no podía moverse intentaba llegar con su boca a la polla de su hijo, necesitaba comérsela, chuparla, lamerla, pero no tenía éxito. Vicente no dejaba de pajearse cada vez más rápido delante de la cara de su madre viendo cómo ella intentaba comérsela y no podía.

Vicente: Quieres polla, ¿eh? – gimió pajeándose al ver cómo intentaba tocarla con su lengua.

Lorena: ¡Sí, amo! – gimió – ¡Necesito comerte la polla entera! – gimió.

Vicente: No voy a darte polla por no obedecerme, pero te permitiré mirar mientras me pajeo – gimió.

Lorena: ¡No, amo! – gimió – ¡No me castigues así, por favor! – gimió.

Vicente siguió pajeándose cada vez más salvajemente delante de la cara de su madre. Lorena estaba contrariada, por un lado, estaba triste por no haber complacido a su hijo, pero por otro lado estaba cachonda viendo cómo su hijo se pajeaba en su cara, tener su polla apuntándola a su cara le ponía muy caliente, sabiendo que cuando se corriera se correría en su cara. Vicente empezó a provocarla mientras no dejaba de pajearse.

Vicente: Te gusta verme pajearme, ¿eh? – gimió.

Lorena: ¡Sí, amo! – gimió – ¡Me encanta tener su polla tan cerca, aunque no pueda tocarla! – gimió.

Vicente: Si te portas bien me correré en tu boca, ¿quieres? – gimió.

Lorena: ¡Sí, amo! – gimió – ¡Quiero tu leche! – gimió.

Vicente: ¡No te la mereces, oh sí! – gimió – ¡Para merecerla deberás estar sin correrte y te daré mi leche en tu boquita de puta, perra!

Lorena: ¡Oh sí, amo! – gimió – ¡No le decepcionaré, oh sí! – gimió.

Vicente siguió pajeándose mientras comenzó a pellizcarle los pezones con la mano libre a su madre. Lorena gemía y gemía, cada vez más caliente, sabía lo que estaba haciendo su hijo y quería obedecerlo, pero se lo ponía difícil. Vicente, viendo que luego de unos minutos su madre aguantaba las ganas de correrse, llevó su mano libre a su coño y comenzó a masturbarla, a meterle varios dedos en su coño, haciéndola gritar de placer.

Vicente: ¿Te gusta, puta? – gimió.

Lorena: ¡Oh sí, amo! – gimió – ¡Me encanta, no pares, sí, sigue, sí, amo, eres muy malo, pero me encanta, sí, sí, sí! – gimió.

Vicente: ¡Si te portas bien, puta, te daré mi leche en tu boca, para que te la bebas, oh sí!

Lorena: ¡Oh sí, amo! – gimió – ¡Dame tu leche, me encanta tu leche, dame de beber, oh sí! – gimió.

Vicente siguió masturbando a su madre llevándola al límite mientras él no dejaba de pajearse. Lorena intentaba no correrse y lo conseguía, hasta que su hijo, sabiendo que era su debilidad, dejó de pajearse para pellizcarle los pezones a su madre al mismo tiempo que le metía el puño entero en su coño empapado. Vicente se dio cuenta de que su madre se corrió al oírla berrear como loca su placer.

Vicente: ¿Te has corrido, puta? – dijo sacando sus manos del cuerpo de su madre.

Lorena: ¡Oh sí, amo! – gimió – ¡No puedo evitarlo, me matas de placer, amo! – gimió.

Vicente: Me has vuelto a fallar, puta – dijo autoritario.

Lorena: ¡Por favor, amo, perdóname! – gimió – ¡Lo he intentado, amo, pero ha asolado mis defensas! – gimió.

Vicente: Me voy a pajear en tu cara de nuevo, perra, y ni se te ocurra intentar tragarte mi leche cuando me corra, ¡la boca cerradita! - ordenó.

Lorena: ¡Sí, amo! – gimió – ¡Cómo ordene! – gimoteó.

Vicente siguió masturbándose. Lorena miraba hipnotizada cómo su hijo se pajeaba frenéticamente delante de su cara, deseando poder probar esa polla, poder hacer que se corriera en su boca. Vicente se pajeó delante de la cara de su madre mientras ella gemía y gemía, hasta que ya no aguantó más y tras unos minutos de intensa paja, se corrió en la cara de su madre.

Vicente: ¡Oh sí, me corro, puta, sí, me corro, te voy a llenar tu cara de puta y tus tetazas con mi leche, sí, toma leche, oh sí, sí!

Lorena: ¡Oh sí, amo! – gimió – ¡Vamos, amo, córrete en tu puta, lléname entera con tu rica leche, oh sí, me encanta, está calentita y recién exprimida, oh sí! – gimió.

Vicente se corrió como un animal en las tetas y en la cara de su madre, llenándola entera de una abundante y copiosa corrida. Lorena se corrió al notar la corrida de su hijo en sus tetas y en su cara, sin importarle que su hijo lo notase y la volviese a castigar. Cuando Vicente terminó de correrse, se levantó, y vio sonriendo cómo su madre intentaba lamerse la corrida de su cara.

Vicente: Si prometes no volver a fallarme más te ayudo con mi leche.

Lorena: ¡Oh sí, amo, lo prometo! – gimió.

Vicente se volvió a sentar encima de la barriga de su madre y con su polla fue recogiendo toda su corrida, poco a poco y dándosela en la boca a su madre mientras ella le comía la polla, golosa. Lorena se tragó toda la corrida que le daba su hijo y le lamía la polla el tiempo que él la dejaba en su boca. Cuando Vicente terminó de darle su corrida a su madre, la desató y se sentó en la cama mirándola recuperarse de tanto placer.

Vicente: ¿Te ha gustado?

Lorena: ¡Sí, amo! – dijo exhausta, pero sonriente - ¡Mucho, ha sido humillante, pero excitante!

Vicente: Me alegro, pero ya sabes que, si me vuelves a fallar, te quedarás sin mi polla.

Lorena: ¡Lo sé, amo! – dijo seria – Intento controlarme, pero es que tú me llevas al cielo con cada caricia, con cada azote, cada pellizco, te deseo más y más – confesó – Solo con estar en tu presencia estoy cachonda perdida.

Vicente: Pues deberás controlarte – ordenó – Me gusta llevarte al límite para explorarlo, pero una vez llegado a ese límite si se vuelve a repetir y me vuelves a fallar, no volverás a tener mi polla nunca, ¿entendido?

Lorena: ¡Sí, amo! – dijo seria – No volverá a pasar, ¡se lo prometo!

Vicente curó a su madre las heridas que le produjo las ataduras y los forcejeos mientras ella le miraba sonriente. Luego, cada uno se fue a sus quehaceres y él se fue un rato con los amigos. El resto del día fue normal. La vida de toda la familia había cambiado, pero todos ellos eran muy felices.