Dos pájaros somos, volamos, y nos giramos, el uno hacia el otro.
Mis reflexiones, ante la existencia de la "divinidad única". Es un texto religioso, reflexivo y sentido. No es un texto erótico.
Te espero, esperanzadamente. Enamorado, lleno de ganas de ti, me siento demente.
Mi alma se eleva y se junta con la tuya, nuestros cuerpos, se amañan.
Ya no vuelven a unirse, por un nunca jamás, con ningún otro pájaro...
Espero que un día el aire, a mi te me traiga.
Tú eres esa persona, de esencia diamantífera, que llevas escondida la mejor parte de ti. Eres la flor, que expandes tu perfume y tu amor en el aire y agradable esperanza de tenderme encima de ti, cual arribando a la tierra prometida.
Azul, es la mirada del sentimiento. Posiblemente, azules sean los ojos que te hacen sentirte azulada toda tú. Despierta o dormida, azuleas por mí. Tu me verdeas, mis caminares y mis descansos, me remansas mis turbulencias, dándome paz.
Mis ojos no se olvidan, de tus muslos y de tu espalda entre las sábanas. Mis oídos se acuerdan, del silencio quebrado, por mi deslizarme sobre ti y por los gemidos que empiezan a surgir, de tus labios.
Las cosas no son lo mismo, que lo que parece a primera vista. Leo en tus ojos y en las expresiones de tu cara, oigo tus palabras, escuchando con atención los pensamientos que verbalizas. Estudio tu comportamiento, analizando las cosas que afirmas y voy de continuo recordando tus gustos.
Tus vestidos, tus faldas y tus pantalones tan pegados: se adhieren a ti, como una segunda piel, resaltan más que ocultan. Parejamente, me gusta que te pongas zapatos y sandalias que exhiban parte de tus pies, que lo muestres desvestido y libre para ser visto y para ser acariciado, tomado y apretado por una mano o por ambas-.
La noche, adornada con la luna y las estrellas me iluminan la mirada de tus ojos. Desnuda, junto a mí, sobre la cama entibias mi cuerpo con el tuyo. Me abrazas y te aprietas conmigo, en singular caricia desde los pis hasta tu cara-. Y tus brazos y piernas, me atraen hacia ti, para hacerme sentirte más y sentirme más en ti.
La tentación, por ti me nubla la razón. Te miro, y de la mano de la mirada va mi corazón.
Tras aquellos, primeros momentos. Me sonrojo, al escuchar los comentarios de mi Amo-; y a la vez, me siento radicalmente suya y tremendamente orgullosa. Me, gusta como con sus maneras, trabaja mi sensualidad, me hace ir a desearlo, minuto a minuto.
Pellizca, mis dos pezones y los estira hacia arriba. Ahí, los gira, entre las yemas y los hace atornillarse y desatornillarse. Estira uno y lo suelta, y lo vuelve a tomar y repite la operación. Luego hunde, hacia adentro al otro pezón. Me empuja, dentro de mi pecho, a todo ese cacho de mora de carne. Mi boca, se abre y muerdo mis labios...
Me llegaba el creciente placer, así entregada al goce, estando encendida contemplativamente. Y él, se tendió en la cama, se bajó el slip, y se empezó a coger su pene y a mover la mano, ante mis ojos. Arriba y abajo, del mismo modo que un remero; agitaba su mango. Y yo, hipnotizada, envidiando a esa mano.
Mi mente y mi sensualidad, ya están disparadas... Tengo, los pezones salidos, muy duros, inflamados. Nada me oculta, de su mirada; ni yo quiero ocultárselo. Y él, es mi Amo, que se acerca y me sopla sobre las manos, me da airecitos por los antebrazos y en los codos.
Va dedicado, a parejas en que dominación y sumisión, van unidas a sentimiento y cariño.
El sentimiento nos crece, El amor nos mece. La pasión renace, La canción de pareja, más sentida se hace.
Ese, es mi tesoro; que guardo, en mi interior.
Se pinta los labios, y se los lame. Se sujeta y aprieta los pezones. Y dice, que mi cuerpo es suyo. Se dice a si misma, mi cuerpo es su cuerpo. Toma, una de mis camisas, se la viste, se la abotona. Esta calenturienta y sus pezones se le endurecen, más y más a cada instante.
Mi amigo, no se dio cuenta de nada de eso, estaba mirando en dirección contraria, habían entrado dos chica, y las repasaba de arriba abajo. Ella, lo comprobó, se me giró y me tapándose con la gente, se me apretó, me dio un beso, en dos tiempos y nuestras lenguas, jugaron con la emoción de ser descubierto. Ella, se me puso adherida a mí, me miró, se enrojeció, y me apretó los brazos. Me dijo: ¡Quiero volver a verte, no te olvides de mí!
Su cuerpo ondulado, se arquea y serpentea. Su deseo le culebrea y se le retuerce, por dentro y por fuera. Y si, la dejo volverse me sonreirá y luego, me dejara ver todos los matices del gusto, del placer y del goce que le ascienden, se le enroscan y le suben y bajan, por toda su piel y por el interior de sus entrañas, por su corazón y por su mente de mujer enamorada y satisfecha, comprendida y cómplice. Sus pechos, y su vientre gozan. Sus brazos y piernas, sus manos y sus pies de delectan apretándose conmigo y acariciándome.
Que entre el jardín de las mujeres, eres mi rosa.
Quisiera, en el pasado antes haberte conocido.