Llegados a cierto punto, se que la excitación y la posesión de mi polla, es algo que te acapara. Te mueves sin necesidad de utilizar tus manos, con tu cara llenas de una gruesa mancha de saliva mucosa, que te cuelga. Es fruto de la acción de mi polla al ser absorbida por ti, impulsándote contra mí.
Eres rubia, tienes el cabello largo y liso. Tienes los párpados maquillados, con una sombra de color azul y en tus orejitas unos pequeños pendientes de oro... Te veo arrodillada, con tu sujetador blanco puesto, pero bajado. Tienes tu faldita negra, con dibujos de líneas de cuadraditos discretos y el tejido esta tabletead. Tus brazos están estirados, inermes. Eres tan obediente
Te gusta quedarte a solas, desnuda y estar arrodillada como estás ahora. Estás así, como en postura de perrita; estando yo más levantado que tu. Quieres tomar con tu mano mi pene, ensalivarlo en todo su grosor. No paras de mover la mano, en esa larga longitud ya engrosada. E insistes con ansias, en mover tus labios, sobre mi pene, que se desliza por ti. Mientas mueves a un lado y a otro la cabeza, y miras hacia arriba. Al poco rato, desvías la mirada y me sorbes sin manos, haciéndome sentir tu boca prensil y acariciadora.
A veces se siente algo, por la persona adecuada. Y cuando todo acaba, sufres, hasta que te das cuenta, has tenido suerte: estavas cegado o cegada, y ella no te convenia.
El cuerpo tiene muchas posibilidades, y la cuerda y las ataduras, dan nuevas maneras. El bondage, atar, sujetar y apretar durante cierto tiempo tiene un notable efecto y es del gusto de varias parejas. A vosotras y vosotros amantes de BDSM, dedico este relato, especialmente a las sumisas. Es importante, saber atar y hacer nudos e inmovilizaciones Me gusta estimularte, a ti a quien amo. Quiero tenerte para mí sin prisas, sabes que con mi cariño he conseguido irte acondicionando, según surge el deseo en el preciso momento. Noto el latir de tu corazón, que impulsa por tus venas todo el inmenso poder de tu sentir tan femenino. Extiendo mis manos, para abarcarte en todo tu sentir de animal y de mujer. La doble naturaleza, racional y animal deben mezclarse y aprovecharse, pues ahí están y han estado siempre
La infidelidad, se debe a la falta de cuidados personales. Más no hay que romper con todo, se puede sobrellevar y ser felices. El tiempo dira exactamente como, pero si añoras algo puedes poner una mano sobre otras o ir a por lo que quieres.
Te sientes como una yegua purasangre, quieres correr montada por mí. Quieres que sea tu jinete y que te clave fuerte, que te fustigue y te tenga por unas horas entre mis manos. Cuanto más me deseas, menos caso te hago. Debes abandonar, todo lazo familiar. En mí, todo sentimiento de culpa debe ser nimio. Arrincona en tus prejuicios y te veo venir a mí.
Relato, para sumisas sensibles. No es abrupto, ni promiscuo. Va dirigido a formar y reconocer el carácter de una sumisa, y el amor que hay en toda ella por su amo amado.
Dirigido a sumisas, que saben entender la profundidad de amor de su amo/amante.
Me fui a trabajar, y retorné unas horas más tarde. Y no le di de comer, ni la saludé. Pero ella notó mis ruidos por las dependencias y notó que sus intentos por levantarse eran inverosímiles. Especialmente, por tener un fino cordón, que unía sus muñecas y los tobillos. Ello no era problema si no se incorporaba. Pero intentó hacerlo (en mi ausencia y al despertar con los ruidos de mi llegada). Pero volvió a caer, como manzana madura.
Se simplemente mi {[esclava]}. Conmigo, me transmites tu entrega en pureza de donación. Te siento, en todo el desenfreno de la pasión más fuerte, y en como dejas que te haga sentir domada. Aun sin cuerdas, sin esposas tú misma te me pones atada a mí. Quieres ser corregida en tus defectos y precariedades... Insegura contigo y conocedoras de las otras {esclavas}, te aseguras de darte más, para hacerme más feliz y así hacérteme imprescindible. A partir, de sentirte plastilina de carne, con tus mismos sentimientos te entregas otro tanto más y te haces más mujer sumisa.
Mi sumisa, pronto nos surgieron las ganas de BDSD. La primera vez, en que ambos estábamos juntos las cosas surgieron por si mismas. Nuestro entendimiento y complicidad estuvo hasta en el mismo hecho de desvestirnos. No te toques, leyendo esto, ata tu cuerpo y por tres lugares y relee este relato. En que hablo del pensar de una sumisa. Vístete linda, con tu ropa interior más querida, arréglate bellas y siente tu sensualidad crecer y resérvate. No puedes tocarte físicamente, aún. Resérvate, para ir a tu cuarto y encerrarte sola y allí, con tu tiempo para mí, atada, rózate con partes del vestuario de cama y muerde, pensando que soy oscuridad.
Nadamos un poco, nos secamos al sol y nos vestimos. La vi con su pantaloncito ajustado y su camiseta de tirantes, con bastante escote. La sentía tan dentro de mí, como si la hubiera follado horas y horas. Y sentía sus miradas y su mano, de ambas forma iba ella. Se movía con suavidad y iba tomándome de la mía (mi mano) yo la presionaba de la cintura. Me la volvía a poner dura, mi polla aun vestido se me marcaba muy fuerte, bajo mis tejanos. Sus pezones estaban duros y ella estaba cada vez más entregada y más receptiva
Te sientes en completa globalidad unida a mí vives adhiriéndote a mi, un tanto intimidada e intimizándote conmigo de forma creciente. Es como si a tu coñito, le creciera una suerte de sensuales e intangibles incisivos. Y mis acciones pare que te lentamente te estuviera endientado, vas deseando poder morder íntimamente mi pene y a la vez tu coño llama angustiosamente deseando ser marcado y mordido por mi, tu amo y amante (las dos cosas, van juntas).
Estas húmeda, lubricada y estas enloqueciendo de ganas. Por eso, me alzo, voy a por la maleta, entro en el aseo, dejándote ahí en la sala de espera, esperando la intervención de amor. Y vengo con la fustita, de goma de doble lengua, con mango de figura de caballo y con otra más larga, y lengua doblada y de cuero. Son mis ayudas, para domarte y tomarte a ti.
No tenías ganas de nada, pero te resolviste a ir a clase (me decía para mi mismo). Me encontró a mí, y se libero de cosas, quería decir cosas, y la dejé hablar y se me abrió toda (más allá de lo aparente, se estaba entregando. [Ella me notó como la miraba, sintió mi comprensión y también mi deseo de ella, y no solo de su cuerpo sino de toda ella]. Y empezó a acercarse, se me dejo abrazar. Es decir, se me abrazó ella a mí. Ella, se me colocó en posición de ser arropada y tomada por mi cuerpo, como si fuese nuevamente una nenita enamorada. La acaricié, lentamente, con amor y con ternura, una vez, otra y otra vez. Mis manos, con mis dedos peinaban su cuerpo amablemente.
Cada vez, es más frecuente que até a una sumisa ante las otras, vestidas solo con ropa interior, y con sus tetas sujetas en ochos. Ellas, las llamemos mironas, tendran la muñecas atadas y un atado en su cintura, que las hace pasar un cordón, de seda por encima de su pubis (a veces por plena raja, otras por encima y otras de lado).
Madre e hijas, con un mismo amante. Competitivas y cómplices. Muy calientes, entregadas y enamoradas.
Vas hacia el lugar de nuestro encuentro, acudes con tiempo y con muchas dudas, pero con excitación. Llegas a la recepción del hotel, das tu nombre y dejas un sobre con aquellas impresiones y deseos que has desgranado y vertido entre las letras de ese recuadro de papel de aguas.
Es una chica guapa, simpática y buena estudiante. Su manera de vestir es impecable y destaca su estilo en todos los ámbitos, ello dentro de un tipo fenomenal y un buen carácter. Yo no lo sabía, y no tengo por costumbre recoger con mi coche a nadie (que no sea amiga o conocida). Ello es válido, aun más cuando subo a la Facultad y, siendo nuevo en este curso. Pero a ella, si la tenía bien, de algunas veces. Y así, sola sin sus habituales amigas de compañía, se la notaba un triste y dolida.
Yo no comparto esclavas, no las cedo, ni las vendo... Pero, sí acepto eventualmente que alguna de sus amigas, es un compromiso y una tarea de cualidad. Que en un momento u otro ha de afrontar una esclava: darle a su amo alguien que quiere, para darse parte de sí misma. Y ante ella, la colaboradora esclava, esa amiga, será una vez y otra manipulada y colocada/drogada la amiga, ella deberá desvestirla y hacer cosas. Si, también a la sumisa, le haré cosas especiales ante la otra chica, para humillarla y que la otra se percate, de cómo es.
Las tengo hechas mis putitas, no las desatiendo (a ninguna de ellas). Las entiendo, las atiendo, las comprendo y me concentro en cada una de ellas, en sus cosas, sus peculiaridades y sus notas sentimentales. Recomiendo leer la primera parte.
Una madre y dos hermanas esclavas. Madre e hija son mis esclavas, a saber: Gemma (la madre), Clara (hija-hermana mayor) y Encarna (hija-hermana menor). La madre está buena, y es tan buena que me lo da todo, incluidas sus hijas (con el consentimiento de estas, que son mías desde jovencitas).
Leticia, la madre de Helena, tiene un cabello pelirrojo, de unos reflejos cobrizos que la hace verse maravillosamente a mis ojos-. Y su cuerpo tan bien hecho, es capaz de despertar el deseo más masculino y las ganas más tremendas de sexo amor. Leticia me hace salir todo tipos de ganas de caricias (desde las más sutiles, a las más perversas y morbosas). Esa mujer, a sus 45 años, está tremendamente bien y tienes unos labios inflados y una boca succionadora, que jacta hasta la mínima gota de semen o de saliva, de proponérselo.
Me encanta estar contigo, estando tu cuerpo completamente desnudo a mi lado. Me gusta estar medio desnuda, tanto como puedo y verte a ti una de mis mejores amigas desnuda o desnudándote (según te vas confiando).