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Viernes noche en el chat

en Sexo Virtual

Aquel viernes quedaron para cenar en casa de Marta. Elena llegó un poco antes de las 8. Marta se estaba acabando de duchar y tuvo que salir envuelta en una toalla a abrir la puerta, dejando el piso lleno de agua.

Elena pasó al salón de la casa y telefoneó para pedir una pizza. Puso una botella de vino blanco que había traído en el refrigerador, donde pudo comprobar que ya había otras dos. Marta volvió a encerrarse en el baño y salió en unos minutos.

"Perdona, no estoy acostumbrada a que llegues a la hora" Dijo en tono de burla. Elena se rio y dijo que no volvería a suceder.

Mientras esperaban a que llegara su cena, pusieron en marcha el ordenador y decidieron conectarse un rato a un chat. Lo hicieron con el nombre de Marta.

A los pocos segundos de estar conectadas, se les empezaron a abrir mensajes privados. No fallaba. Los que no les entraban directamente con un "¿Follas?", pasaban a preguntarlo (con esa expresión o alguna suavizada tipo "¿Os apetece sexo?") en cuanto se enteraban de que eran dos chicas.

Pasaron unos 20 minutos antes de que consiguieran establecer una conversación más o menos civilizada con un par de chicos que, no muy convencidos de que "lo único que buscamos es pasar el rato" como les decían ellas, mantenían una charla desenfadada, entrando en el flirteo que a ellas ya les gustaba, pero sin vulgaridades.

Llegó la pizza y, lo primero es lo primero, dejaron colgadas sus dos conversaciones. Decidieron comer delante del ordenador. Descorcharon una botella de vino de las que Marta ya tenía en la nevera y se sirvieron dos copas. Empezaron a comer y Marta movió el ratón para desactivar el salvapantallas del ordenador.

Una de sus conversaciones privadas había desaparecido. En la otra, el chico, un tal Carlos, también de Barcelona, hacía unos minutos que parecía haber desistido pero no había cerrado el privado. "¿Estais?" y "???" eran sus dos últimos mensajes.

Además se habían abierto tres privados más. "Hola" decía el primero. "¿Te apetece cibersexo?" el segundo y "hola, buscas sexo?" el tercero. Cerraron los dos últimos y respondieron con otro "Hola" al primero.

Con Carlos fueron un poco más comunicativas "hola otra vez. Perdona pero es que nos ha llegado la pizza y nos preparábamos para cenar". Pasaron bastantes segundos sin respuesta. O bien el tal Carlos ya había iniciado otra charla con otra chica y pasaba de ellas o bien las estaba haciendo esperar un poco para no parecer demasiado interesado (para mí que debía ser esto último). "Pensaba que os habiais marchado sin despediros" llegó finalmente la respuesta al mismo tiempo que se abría otro privado del grupo de los directos al grano.

Estuvieron chateando un rato mientras ellas comían y rellenaban sus copas de vino. Le contaron que trabajaban juntas en una promotora inmobiliaria que se especializaba en dar servicio a extranjeros. El les dijo que él... (¿Que había dicho que hacía? No se acordaban y les daba pereza buscar en el texto del chat).

Tenía sentido del humor y aunque Carlos no desaprovechaba ocasión para lanzar algún anzuelo a ver si dirigían la conversación hacia temas más íntimos, a ellas no les costaba nada mantenerlo a raya y se divertían con el juego. Carlos decía tener 26 años. Elena tenía 28 y Marta 32.

"¿Cómo sois?" finalmente él se atrevió a preguntarles. "Simpáticas y encantadoras" tecleó Marta rápidamente "¿Y tu?" "Eso ya lo había notado.Yo seguro que mucho menos encantador ¿Y físicamente?"

Decidieron que era bastante inofensivo y se lo dijeron: "Elena 1,52, 51 kg, cabello negro rizado, ojos marrones. Marta 1,56, 56 kg, ojos marrones y cabello castaño claro." "Vaya, estáis muy bien. Os deben salir un montón de pretendientes" fue la poco original reacción de Carlos. Al menos no les había preguntado directamente si follaban. "Por aquí un montón, pero la mayoría van muy quemados" le soltaron, por lo que pudiera ser. "¿Y tu como eres?"

La descripción del chico sonaba bien, pero dentro de lo normal. Más o menos se la creyeron. "¿Teneis fotos?" llegó casi enseguida. Vaya, se estaba animando, tan modosito que parecía. "Si, claro que tenemos fotos". Era obvio que lo que Carlos quería era verlas, pero no se lo iban a poner tan fácil.

"¿Me podéis mandar una cada una? Es para saber mejor con quien estoy chateando". Las estaba decepcionando. Si al principio había sido fresco y divertido, ahora estaba cayendo en todas las frases tópicas.

Nadie más con quién valiera la pena chatear les había abierto privados. Decidieron ganar tiempo. "¿Tu tienes foto para enviar?" "Sí. Si quereis os la envío yo antes". Al menos en esto no era como tantos otros que pedían fotos pero se negaban a enviar las suyas con malas excusas.

Rellenaron las copas de vino una vez más (vaya, cada día hacen las botellas más pequeñas, casí sin darse cuenta habían acabado con la primera) y le dijeron que adelante. Le dieron el email y el messenger de Elena y quedaron en que seguirían chateando allí.

Cuándo se conectaron ya tenían esperando la petición de Carlos para agregarse. Aceptaron. Afortunadamente, Elena no tenía ningún otro contacto conectado.

"Hola" les llegó el mensaje de Carlos. Casí de inmediato la invitación a que aceptaran o rechazaran recibir su foto. Aceptaron. Unos segundos más tarde, se acabó de descargar. "Ya ha llegado. Vamos a verla" le dijeron.

No estaba mal. Ni bien. Del montón. Era su turno. Marta envió primero su foto. Una del verano anterior en la que estaba con unos jeans y una camiseta verde ceñidos que le quedaban muy bien. Luego la de Elena, con un mini-vestido azul oscuro.

"Ya decía yo que estabais muy bien!" fue el primer mensaje de Carlos. Luego les preguntó que como unas chicas como ellas no salían un viernes por la noche. "Pereza" fue su respuesta. ¿Por que no salía él? "Lo mismo. Además, ¿dónde voy a estar mejor que aquí chateando con dos chicas encantadoras?". Eso no decía mucho de sus dones sociales, pero tuvieron que admitir que al menos era de los pocos que no decía estar trabajando o convaleciente de algún accidente ¿Por qúe les debía costar tanto a los tíos decir que ellos tampoco tenían nada mejor que hacer?

"¿Y de qué soleis chatear?" otra frase muy poco original. Todo el mundo buscaba chatear de sexo, le dijeron. No, ellas no. Claro que les gustaba el sexo, pero no buscaban cybersexo. No les importaba hablar de eso si él no se pasaba.

Les preguntó, educadamente, dónde lo habían hecho como sitio más inusual, cuándo había sido la última vez, que postura les gustaba más... si se masturbaban mucho.

Marta y Elena respondieron más o menos la verdad a sus preguntas. No dejaban de ser historias que entre ellas habían cotilleado: Marta respondió que en una piscina pública, hacía más tiempo del que quisiera (no concretó cuánto) y que no tenía una postura favorita especial, tecleó que le gustaban casi todas. Marta respondió tambien por Elena, porque mecanografiaba más rápido. Elena lo había hecho de noche en una playa, su última vez hacía unos dos meses con un chico que había conocido en un bar (¡me dijiste que no lo habíais hecho! Le recriminó Marta haciéndole cosquillas). A Elena le gustaba más hacerlo ella sentada encima. Ambas se masturbaban, como todo el mundo, "lo normal".

Carlos insistió por ahí y preguntó cuándo había sido la última vez que lo habían hecho. Responder a eso les daba más corte. Sus aventuras se las contaban, pero en aquellos detalles más personales no entraban. Así se lo dijeron. "¿No teneis confianza?" Sí la tenían. Después de unos instantes de ‘tu primero’ entre ellas, Elena confesó primero y Marta lo transmitió a la pantalla "El domingo pasado" Marta confesó que hacía menos "El miércoles por la noche" "¿Y tu?" le preguntaron "Esta mañana"

"¿Alguna vez os habéis planteado hacerlo entre vostoras?" La respuesta era fácil "No". "¿Cual de las dos es más sexy?" Marta tecleó rápidamente "Elena!!!" esta se rio y en broma hizo ver que iba a estrangularla. "¿Que es lo que encuentras sexy de Elena, Marta?" No porque le atrajera a ella, pero Elena tenía unas piernas muy sensuales que sabía destacar, fue la respuesta. Y a Elena de Marta, ¿que le gustaba más? Tenía unos pechos firmes y un culo muy bien formado respondió Elena y tuvo que insistir para que Marta tecleara exactamente eso.

¿Se habían visto desnudas alguna vez? Muchas. No, no les daba ningún corte. ¿Que como iban vestidas en aquél momento? Si Carlos esperaba que le dijeran que con lencería fina transparente, allá él, pero la verdad era mucho menos sexy. La verdad ya le iba bien. Cómodas para estar por casa dijeron sin dar detalles.

Cayó la segunda botella de vino. ¿La tercera? Un día era un día. Total, tampoco tenían que trabajar el sábado. Descorcharon la que había traído Elena e invitaron a Carlos a una cybercopa que aceptó encantado (les confesó que él iba por su tercer gin-tonic).

La noche se alargó chateando en el límite de lo que ambas estaban dispuestas a tolerar, comentar y confesar. Carlos parecía saber justo hasta dónde podía llegar.para que no le cortaran la conversación. Además en el momento preciso les recordaba que si se pasaba, sólo tenían que decírselo.

No se pasaba y ellas lo estaban pasando bien. Chateando sobre todo eso, él estaba un poco excitado ¿A ellas no les pasaba? En casa de Marta, intercambiaron miradas cómplices, se encogieron de hombros con una sonrisa y Marta escribió: "También un poco".

"¿Alguna vez os habéis besado?" "Uff, muchísimas!... en las mejillas casi cada vez que nos saludamos" respondieron burlonas. "Ya sabeis lo que quiero decir" Claro que lo sabían. No, de ese modo no se habían besado nunca ¿Nunca habían sentido tentaciones? No ¿Lo harían por probar o les daba mucho asco? Asco no. Simplemente no les atraía.

Carlos debió notar que no avanzaba por aquél camino y cambió de táctica. "¿Os atreveriais a quedaros desnudas de cintura para arriba ahora?" Ante el ordenador de Marta las dos se rieron. "No se trata de que nos atrevamos o no, simplemente es estúpido". "Para mi no. A mi me daría morbo saber que estáis las dos ahí una junto a la otra con los pechos al aire"

Ambas sentían que aquello era una tontería, pero las horas de chat y las copas de vino habían bajado sus defensas. Ninguna de las dos se atrevía a decir nada. Al final Marta escribió "Pues imagínatelo. Total, podríamos decirte que sí y tampoco ibas a saber si lo estamos o no". "No es lo mismo. Si me decís que sí, tiene que ser que lo hacéis. Si no quereis no pasa nada".

Haciendo comentarios entre ellas sobre lo estúpidas que llegaban a ser, aceptaron. Se despojaron de la parte de arriba de su vestimenta y de sus sujetadores y quedaron vestidas solamente Marta con unos amplios shorts que se había puesto al salir de la ducha y Elena con una falda negra por encima de la rodilla. Ambas llevaban ropa interior, aunque Carlos no les llegó a preguntar por ella.

"Ya estamos" le dijeron "¿Alguna de las dos tiene los pezones erectos?" apareció en su pantalla. Como un acto reflejo, cada una miró de reojo a la otra. Los de Elena lo estaban. Los de Marta no, pero lo estuvieron casi enseguida. Decididas a seguir con aquél juego de la verdad que las estaba excitando, así se lo confesaron a Carlos.

"¿Alguna de las dos se atreve a besárselos a la otra?" Otra vez, respuesta fácil "No". "La verdad es que me he puesto bastante caliente con todo esto y se me ha puesto dura ¿Os importa si me saco el pene?" Por ellas que hiciera lo que quisiera le dijeron. No, a ellas no les importaba especialmente si él estaba con el pene en la mano ¿No estaban nada húmedas? Intercambiaron miradas en silencio otra vez. "Un poco" confesaron ambas.

Carlos se estaba masturbando lentamente les dijo. ¿Les daba morbo saber que él se había puesto así por ellas? La verdad era que sí ¿Estaban dispuestas a seguir con el juego? Un rato, que ya era tarde.

"Besaros en los labios" fue la siguiente petición, que rechazaron. "No hace falta que sea con lengua, sólo los labios" No podían creerse que estuvieran accediendo a aquella petición, pero lo hicieron.

"¿Os ha gustado? Que conteste primero Elena". Elena prefirió no decirlo en voz alta para que Marta lo escribiera y tomó por un momento el teclado. "Normal. No ha estado mal" ¿Y a Marta? "Lo mismo". Seguían tímidas.

"¿Seguís teniendo las dos los pezones erectos?" vaya si los tenían. Lo comunicaron más escuetamente "Si". Los describieron a petición de Carlos. Ambas, según confesaron a su interlocutor virtual, estaban dispuestas a dejar que la otra se los chupara, pero no querían ser ellas las que lo hicieran primero.

Finalmente Marta se atrevió. Elena volvió a tomar el teclado para describir en directo para Carlos las sensaciones que los labios y la lengua de su amiga le producían mordisqueándola y lamiéndola.

Cuándo Marta se detuvo y empezó a describirle la sensación que a ella le había producido tener los pechos de otra mujer en la boca por primera vez, Carlos empezó a correrse al otro lado de la ciudad. Tuvo un fuerte orgasmo, reforzada su intensidad por el mucho rato que llevaba controlándolo.

Así se lo hizo saber a las chicas, agradecido ¿Les apetecía seguir haciendo cosas entre ellas y contándoselo? No. Sinceramente no. El orgasmo de Carlos les había hecho recobrar parte de la sensatez que el vino y el morbo de la charla les había robado por unos instantes.

Se despidieron, esperando encontrarse otra noche en el chat.

Aquella noche Marta y Elena iban a dormir juntas en la misma cama. Eso ya lo tenían previsto. Era lo que hacían siempre que Elena se quedaba en casa de Marta, puesto que sólo tenía un dormitorio, con una cama grande.

Marta fue la primera en asearse antes de ir a dormir. Se puso una camiseta amplia encima de los shorts que ya llevaba. Elena llegó al dormitorio unos minutos más tarde, vistiendo una larga camiseta de Marta a modo de camisón que le llegaba a medio muslo.

Sin decirse nada más que "buenas noches" apagaron la luz. Eran casi las cuatro de la madrugada, pero no podían dormir. Sin hablar, sus cuerpos se buscaron. Sus labios se encontraron y, esta vez, sus lenguas traspasaron las fronteras de la boca ajena. Tímidamente al principio pero pronto con confianza, las manos de ambas descubrieron el cuerpo de la amiga que tantas veces habían tenido cerca.

Fue una sesión de sexo intenso. Por una noche de chat caliente con un desconocido, habían acabado teniendo su primera experiencia lesbiana...

 

Bueno, o eso es lo que imaginé yo. Evidentemente yo soy Carlos. Lo que sucedió... no tengo ni idea. Eso es lo que Marta y Elena (ó Carla y Luisa ó Rebeca y Alicia ó Jose Manuel, vete tu a saber quién había al otro lado) me dijeron que había pasado mientras estábamos conectados en el chat. El resto de su noche de descubrimiento de placeres ocultos, una vez desconectados, es la que yo soñé despierto aquél amanecer.

No nos hemos vuelto a encontrar en el chat. Lástima. Si Marta y Elena leen el relato (podrían ser lectoras de TR porqué está claro que les iba el morbo), un beso y a ver si nos encontramos otro día...

(Ah, y si eras un "José Manuel", felicidades tío, te lo montaste de lo más creible).