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5 días con Maria Sharapova. DIA 1

en Grandes Series

Esto empezó como fantasía a partir de una declaración de Maria Sharapova a un periódico, que yo, caliente como casi siempre, saqué de contexto para usarla como más me convenía. El relato "Cinco dias con Sharapova" en la categoría Fantasías Eróticas es la introducción a esta serie, por si lo quereis leer.

Para aquellos a quienes os de pereza, en mi fantasía es mi cumpleaños, ella es el regalo de mi hada madrina y la frase de la impresionante rubia era: ""jugar cinco días seguidos con mi cuerpo no es nada fácil".

Que levanten la mano todos los lectores masculinos que no estén de acuerdo con ella. No, da igual, no hace falta, ya se han levantado otras cosas.

Pues aquí la tengo, mirando a su alrededor con curiosidad. Todavía lleva el cortísimo vestido con el que ha ganado el Masters de tenis, raqueta en mano.

No parece asustada. Sólo sorprendida. Como yo.

No pierdo el tiempo, no vaya a ser que desaparezca como una vulgar cenicienta reconvertida en producto agricola subvencionado.

Para los puristas: ya se que la que se reconvierte no es cenicienta, que por cierto nunca me ha dado morbo (aunque Erotika y/o Soletina seguro que serían capaces de hacerme cambiar de idea al respecto).

Mi regalo es más alta que yo. Cuando poniéndome de puntillas le beso el cuello, su boca busca la mía. Nuestros labios se encuentran. Estoy tan caliente que el beso de esos labios sensuales y sus dientes mordiendo mi boca mientras mi cuerpo se aprieta tanto contra el suyo como puede, hace que sienta un breve orgasmo de inmediato. No lo he podido evitar.

A Maria no le importa (solo faltaría que en mi fantasía se pusiera dificil). "Es normal que te pase esto con mi cuerpo" dice comprensiva. "Déjame limpiarte".

Se arrodilla ante mi. Incluso antes de que su mano se pose en mi pantalón, vuelvo a estar erecto. Sus dedos rozándome los huevos por encima de la tela me hacen estremecer. Acaricio su cabello rubio y fuerzo su cara a apretarse contra mis genitales.

Se separa y me sonríe. Sus manos hábilmente desabrochan mis pantalones y los hacen caer al suelo. En un movimiento rápido hace que mis boxers sigan el mismo camino. Se nota que lo ha hecho antes (concretamente, el sábado pasado imaginé exactamente esta misma situación mientras me la meneaba a su salud).

Queda mi polla absolutamente a punto de reventar junto a su cara. Siento el calor que desprenden sus labios antes de que se la meta en la boca. La calidez de su lengua y la humedad de su saliva vistiendo mi glande hacen que me vuelva a correr muy pronto. Esta vez muy intensamente. Grito de placer y ella succiona con ganas. Van dos.

Incluso despues de que me acabe de correr, no se saca mi pene de la boca. Traga hasta la ultima gota. Mi polla hace ademan de relajarse por unos instantes, pero las caricias que la lengua de la adorable tenista le dedican hacen que enseguida mi pene se alargue hasta que la punta vuelve a sentir la calidez de su garganta.

Maria parece dispuesta a no dejarme descansar ni un instante. Sus ojos azules rebosan lascivia y su boca no ceja en sus cálidas caricias. La detengo. Ahora me toca a mi gozar de su cuerpo.

La ayudo a levantarse y la invito a acostarse en la cama. No quiero desnudarla. Todavía no.

Beso su boca. Su lengua, que me sabe mas a gloria que a mi semen, responde con entusiasmo. Mis manos se posan por todo su cuerpo. Los pechos, envueltos por el sujetador deportivo, casi no se mueven. Mi mano que empieza recorriendo sus muslos con deleite, pronto busca entrar más profundamente en su intimidad.

Nuevamente una ropa interior deportiva, más apropiada para la supervivencia en condiciones duras que para el erotismo, me detiene unos instantes. Ahora si que quiero desnudarla.

Con la mano me masturba mientras la empiezo a despojar de su ropa.

Sus pechos quedan al descubierto. Son deliciosos. Pequeños, perfectos. Caben en una mano. Caben casi enteros en mi boca. Los pezones reaccionan a las caricias y los besos de forma admirable. Mi cara se refriega en ellos. La nariz los golpea rápidamente. Mis mejillas los frotan. Con los ojos cerrados, mis párpados sienten su calidez. Solo me falta metermelos en las orejas, pero para las orejas prefiero usar bastoncillos de puntas de algodón.

Mis manos mientras tanto la han despojado de la falda y las bragas blindadas, que seguro que tienen otro nombre que suena mejor, pero lo que se ponen para jugar los partidos, son exactamente eso. Allí no hay quien meta un dedo por ningun sitio, por mucha fantasía que uno le eche.

Queda por fin completamente desnuda ante mi, yaciendo al final de la cama.

Mi lengua la recorre por completo. Empiezo en sus piernas inacabables que cuelgan hasta el suelo. Me recreo en sus caderas. Su vello púbico, muy rubio, muy corto, permite ver sus labios vaginales. Me parece adivinar una cierta humedad en ellos. Mi lengua comprueba que efectivamente entre aquellos labios sus jugos la lubrican. Su estómago plano, musculado, centra un ombligo de poco relieve, casi perfectamente circular que mi lengua penetra varias veces. Continúo mi ascensión y, tumbada en la cama como está, se le marcan las costillas que protegen su caja toracica. Vuelvo a sus pechos. Me sorprende que esten bronceados. "Rayos UVA" reconoce. Muy firmes. Casi no se desplazan, ni siquiera al tacto. Son cálidos. Son preciosos. Sus hombros, amplios, mantienen su feminidad. El cuello largo y esbelto da paso a esa cara en la que ya me he corrido.

Acabado el primer recorrido me coloco entre sus muslos. Mi lengua juega con su vagina y sus flujos empiezan a recompensar mis esfuerzos. Se estremece cuando le introduzco un dedo que busca estimular su clítoris. Se me corre en la boca por primera vez, gimiendo más que en un tie-break.

No deja de sonreirme (sólo faltaría, me iba a oir mi hada madrina). Me incorporo y sin decir una palabra, mi pene busca posición entre sus piernas. Lentamente se introduce en su vagina todavía húmeda.

No es virgen, pero no debe haberlo hecho muchas veces. Mis primeras embestidas reciben una leve resistencia. Ralentizo mis movimientos. Pronto siento como su mayor lubricación me permite entrar y salir de sus calientes entrañas cada vez con más facilidad.

Vuelvo a incrementar mi ritmo. Su cara, preciosa, refleja el placer que siente y sus manos me abrazan forzándome a acelerar la velocidad de mi penetración.

Follando como locos, nos corremos los dos a la vez entre gemidos, gritos de placer, fuegos artificiales y subvenciones de la Union Europea (tal vez se me ha ido un poco la mano en la descripción, perdón).

Van tres orgasmos para mi y entre 2 y 20 para ella. Con eso de que es multiorgásmica, se hace muy difícil llevar la cuenta.

Es hora de descansar. Me tumbo a los pies de la cama. Quedamos cada uno con la cabeza en un extremo (no hay premio por adivinar a donde va a llevar esto).

El deseo, el mío, puede más que el cansancio y tener su cuerpo desnudo, con el coño casi depilado frente a mi cara, puede más que las ganas de dormir.

Vuelvo a enterrar mi cara entre sus piernas. Siento con deleite como ella hace lo mismo y su lengua recorre mis huevos.

La coloco sobre mi. Sus interminables muslos flanquean mi cara, mi lengua folla tan rápida como es capaz su vagina, sintiendo las reacciones que su clítoris emite con cada estimulación. Mis manos acarician su culo con avidez.

Maria no para de follarse la boca con mi polla. Parece que cada vez que la engulle hasta el fondo haya de hacerme correr, pero sus labios se separan en el momento justo para aliviar la presión. No se con quién debe haber practicado para perfeccionar su técnica de esta manera.

¿Pero que digo? Claro que lo se. Desde que ganó en Wimbledon, ha tenido meses para practicar en la imaginación de miles de fans... casi se me olvida.

Mis labios besan su clítoris que mi lengua estimula. Mis manos acarician su soberbio culo y mis dedos buscan su ano. Muy apretado, inicialmente ese agujero se resiste a ser penetrado. Insisto y pronto, al mismo tiempo que mi lengua lame su agradecido coño que se estremece de gusto en un nuevo orgasmo, mis dedos follan hasta el fondo ese culo al que tantos desean penetrar y Maria otra vez se traga mi corrida en su boca

Tocaría decir cuantos orgasmos llevamos cada uno, pero he perdido la cuenta.

Vamos a dormir. Ambos con una sonrisa en los labios. Maria porque se lo indica mi fantasía y yo porque se que mañana la voy a penetrar analmente.