miprimita.com

La saga de Katya - Con las piernas abiertas (1)

en Bisexuales

La saga de Katya - Con las piernas abiertas (I).

Hace tiempo que aprendí a distinguir entre amor y sexo, por eso no me considero infiel a mi esposo, a pesar de las frecuentes revolcadas en la cama que tengo con otros…, aunque, para ser franca, a veces ni a la cama llego, a causa de mis súbitas calenturas…

La cuestión viene de lejos, lo que provocó que, en definitiva, llegara a los 29 años soltera y escapándole al matrimonio. Ahora, ocho años más tarde, con dos hijos y un marido encantador, buen amante y excelente padre, no tengo porque arrepentirme.

Perdona mi falta de imaginación, pero como carezco de ella, solamente puedo hablar sobre lo que mi memoria me permite. Algunas "lagunas" y "contradicciones" son producto de esta situación.

Algunos pensarán que soy una ninfómana, pero no es ese mi caso; yo no tengo "furor uterino", a mí me calienta el deseo…, y el deseo comienza en el principal órgano sexual del ser humano: el cerebro. Cuando una persona me gusta, y sólo cuando me gusta, quiero acostarme con ella. Puedo estar escasa de sexo, por varias semanas, incluso, y puede venir a "calentarme la pava" el mismísimo George Clooney y, si no me gusta, no le doy bola (claro, Clooney sí me gusta, pero el muy desgraciado no aparece en mi horizonte).

Y para que se entienda, te remito a los antecedentes, porque todo efecto tiene sus causas (ver "Un debut poco probable). La diferencia entre amor y sexo la aprendí por entonces, la primera vez que un hombre me penetró.

Él es mi abuelo y lo seduje, así simplemente, junto con mi amiga Myriam. No estaba enamorada ni nada de eso, solamente queríamos dejar de ser vírgenes. Cuando lo hicimos, y posteriormente cogimos con su hermano Bruno y el amigo de éste, Marcos, lo hacíamos con placer y con gusto. Los dos chicos eran maravillosos, dulces y buenísimos, pero no me enamoré de ellos. Cuando perdimos la virginidad, hacía por lo menos cuatro años que teníamos la menstruación, y en lugar de buscar grandes o chicos para coger, nos dedicábamos a masturbarnos entre nosotras o hacer 69, lo que también es placentero, pero no se puede comparar el hacerlo con los varones. ¡Cuántas veces con mi amiga nos reprochamos ser tan estúpidas! ¡Esperar cuatro años para tener un tipo entre nuestras piernas! Esa era la visión que yo tenía por entonces.

Cuando concluí el bachillerato se suponía que ya era una mujer. En fin, sí, lo era. Tenía suficiente desarrollo para atraer las miradas de los hombres y lo notaba. No era una experta, por supuesto, pero sabía lo que era el sexo. Myriam, su hermano, mi abuelo y Marcos habían colaborado diligentemente para que así fuera. No voy a repetir lo que te dije anteriormente, pero también habíamos decidido "pescar" por fuera del círculo familiar y de amigos. Era una manera de desengancharnos del exclusivismo que podrían significar Bruno y Marcos, ya que ellos continuaban con su vida sexual mas allá de nosotras.

A partir de ese momento, resolví que me acostaría con quien quisiera, que me gustara y que me hiciera gozar por el placer de tenerlo a mí lado, no solamente porque me la clavara. Y así fue siempre, hasta ahora.

Desde aquellos momentos (ver "Un final con todas las pelotas" y "Del Cuarteto Amadeus al Trío de Viena) no me sosegué, sino todo lo contrario. Habiendo probado el sabor del sexo, un deseo permanente me embargaba, cualquier imagen, palabra o música, me excitaba. Estaba dispuesta a hacerlo en cualquier momento y en cualquier lugar…, el problema era cómo y con quién, ¡tenía qué gustarme! Al fin encontré un chico que, además de gustarme, también estaba caliente conmigo y no era "grande", tenía mi edad… ¡pero pasó tanto tiempo…! Apenas tres meses de la primera vez que hicimos el trío con Myriam y Bruno… ¡qué me parecieron un siglo!

Por supuesto que era una chica atractiva y seductora…, así me lo hacían saber las miradas y las intenciones…: ¡todos me querían coger! Pero los que se me acercaban no eran de mi agrado, no había caso, no me conformaban totalmente, por lo cual los mantenía a raya…, hasta que apareció "él". Ya lo había "marcado" en el supermercado del barrio, pero ni notó mi presencia. Tal vez, con mi ropa diaria yo no parecía tan mujer o apetecible, o demasiado chica para él, eso era lo que yo pensaba, aunque luego, cuando intimamos, me lo desmintió. ¡Solamente quería hacerse el interesante! Tenía las virtudes que yo buscaba para sentirme bien a su lado. Era lindo y simpático y… ¡estaba muy bien! Lo observé cuando le hablaba a las cajeras, todas mayores que él, pero a varias de ellas se le iban los ojos. Me imaginaba que, si a la noche, no tenían con quien coger a mano, se iban a masturbar de lo lindo pensando en él. A mí me pasaba lo mismo, por supuesto, pero tenía a mano a los hermanos y a Marcos, que siempre estaban dispuestos a calmar mis "inquietudes".

Yo no lo quería para presumir ni para hacer el novio…, me interesaba solamente para coger, en la cama, en el cine, en los yuyos, donde sea. ¡Hasta que se dio! Porque a partir de ese momento, sin saber si él volvería al negocio o no, yo mostré sumo interés en hacerle las compras a mi mamá, cosa que sorprendió bastante, y a la señora de casa también. (La "señora" –que para mí lo era, dado que me habían educado en el mayor respeto hacia las personas que trabajaban en casa- no tendría más de 30 ó 31 años, aunque me parecía "viejísima", era una persona muy "dispuesta", como lo supe más adelante, cuando descubrí que se acostaba con papá…, pero esa es otra historia.)

Y pocos días después nos encontramos a la entrada, o a la salida, pues yo salía…, no muy cargada, pero bastante molesta porque hasta ese momento mi gentileza en casa no había dado resultado. Me sonrió y saludó, y de buenas a primera me preguntó si no quería que me ayudara a llevar los paquetes. ¡Sí, claro! Casi grito. Pero fui más disimulada.

-No te molestes, no es mucho… -Esas cosas…, pero como insistió… ¿por qué me iba a negar? Y así fue. Ambos tanteamos el terreno. Presentaciones… -¿Eres del barrio?

-Hace poco que vivo por aquí… -Tonterías… ¡Y yo hecha una margarita!

En fin, no voy a dar muchos rodeos. Algunas chicas opinan que no hay que darle mucha confianza a los chicos, porque sino se creen que "eres una fácil". ¡Es qué yo soy una "fácil"! Por lo menos, lo quería ser. No me interesaban las palabras de amor, de promesas, de juramentos, ni nada de eso. No pensaba ser mujer de un solo hombre, ni hacérselo creer a nadie.

Mi problema, entonces, fue hacérselo saber antes que se encariñara demasiado y tuviera pretensiones exclusivas… Que me propusiera ir a coger…, que yo aceptara… y que no me creyera una puta… ¡Pavada de tarea! Y les aseguro que esa primera vez, en esta situación, me fue bastante difícil, aunque a los dos días de salir a "pasear", Damián -ese era su nombre-, ya estaba a "punto". Cada cosa que él quería hacer recibía mi aceptación y respuesta positiva, por lo que, obviamente, muy pronto lo "tuve" al palo. Tomándole el bulto, por sobre el pantalón, cuando estábamos en el parque, mientras me sobaba las nalgas, bajo la pollera, le dije simplemente si tenía algún lugar donde pudiéramos "estar solos y tranquilos". ¡No tenía! ¡Lástima!

-Esperemos, entonces, que se haga de noche, lo haremos acá mismo. -Y así fue.

Buscamos el lugar más recoleto, con mayores arbustos y oscuridad y allí nos tiramos. No podíamos desnudarnos, pues podríamos necesitar salir de "apuro", pero me saqué la tanga –lo hice yo para que no se rompiera-, le bajé los pantalones, se puso boca arriba… ¡y lo monté! ¡Al fin! Fue fantástico. Yo tenía un "queso" que me moría –quería algo nuevo y distinto-, y aunque fue bastante incómodo y apurado, la disfruté muchísimo, aunque a él le vino demasiado rápido para mi gusto, teniendo en cuenta que no podríamos quedarnos demasiado. De todas maneras tuve dos orgasmos muy lindos y arreglamos volver a encontrarnos con algo mejor preparado. Les cuento que, posteriormente, me di cuenta que no habíamos usado preservativo, y desde entonces decidí llevarlos yo misma, cosa que no me tomara desprevenida. Al día siguiente me fui a la otra punta de la ciudad, y en la primera farmacia que encontré, ¡me compré una caja con 144! De esa manera, también podía llevar la cuenta de los polvos que me echara. ¿Qué tal, eh? ¡Chica organizada, si las hay!

Nos revolcamos con Damián algunas veces más, pero nunca en una puta cama. No había caso, no encontramos la oportunidad, hasta que me harté y me dije que tenía que encontrar a alguien que tuviera una cama, ¡qué carajo! Nos separamos sin ningún drama, y le prometí que cuando dispusiera de un lugar apropiado, que me buscara que lo haríamos nuevamente. Y así fue, pero bastantes meses después, cuando ya me había "bajado" a varios chicos e, incluso, algún "grande". No olvidar que todavía era jovencita, aunque había adquirido bastante experiencia e, incluso, poder colegir cuando el tipo podría brindarme placer y una cama…, cosa de no equivocarme. Y para que quede claro: no aceptaba regalos ni nada de eso. No quería que me confundieran, yo sólo lo hacía por placer y nada más. En más de una oportunidad tuve que sacarme de encima a pelmazos que suponían que porque yo era una chica "fácil" me acostaría con cualquiera. En casa, si bien estaban preocupados por mi constante cambio de "pareja", no sabían, eso creo, cuáles eran mis intenciones, y si lo suponían se guardaban de decírmelo. En varias oportunidades les comenté a mis padres que había algún tipo que me "importunaba", a los que tenía que espantar. Con lo que conjeturaban, me parece, que cuando cambiaba de pareja, era justamente por eso…, porque querían "eso", lo que yo tenía entre las piernas. Y yo, "castamente", me negaba. Y si mi padre, en especial, sospechaba algo de mis "inclinaciones", se cuidaba muy bien de decírmelo, dado que sabía que yo lo había pescado con la "señora"…, ¡y todos felices!

Si han tenido la paciencia de seguirme hasta aquí, les aclaro, sinceramente, que hasta que me enamoré de Roberto y me acosté con él, no guardo especiales recuerdo de los "detalles" de mis encamadas, aunque sí de todos los tipos que se acostaron conmigo. Y, para disipar exageraciones, les cuento que la caja de preservativos me duró algo más de un año, lo que no es nada del otro mundo, teniendo en cuenta que con varios lo hice más de cinco veces en una noche, aunque con otros sólo una. También muchos tenían sus propios forros… Esto sucedió en los primeros años. Más adelante, perdí la cuenta, aunque seguí comprando la caja de 144, y con las chicas…, por supuesto que no los usaba. Este es otro tema, ¿no?

Todo sucedió por mi espíritu de samaritana. A la universidad ingresé a los 18 años. A pesar de todas las aventuras sexuales que tenía no abandonaba mis estudios. En verdad, mi vocación por las ciencias sociales estaba en sintonía con mis afanes; no era solamente "cama y sexo, sexo y cama". Eran más universales: "sexo, cama y estudio…" en perfecta armonía. Terminé el secundario con muy buenas notas, sorprendiendo a muchos que no me conocían más que superficialmente, sobre todo chicas y muchachos, que sabiendo de mis andanzas, no suponían que el estudio también era uno de mis "hobbys".

Desde la época en que con mi amiga Myriam -que por otra parte, lamentablemente, muy pronto perdí de vista porque sus padres se trasladaron a otra ciudad (no así Bruno, que se había recibido, tenía pareja y trabajo estable)-, nos masturbábamos a dúo, intercambiando besos, caricias y chupadas, no había practicado nada relacionado con el sexo que no fuera con varones, salvo mi propia autosatisfacción.

En la facultad conocí a una chica muy rica, muy amable, muy buena compañera… y muy triste. No es que fuera amargada, o histérica, o que no supiera sonreírse con alguna cómica situación o un chiste, sino que siempre se la notaba triste, con una pálida sonrisa, como de resignación. Teníamos una afectuosa relación en las aulas, en las tareas que afrontábamos en compañía, pero desconocía totalmente su vida privada. Nunca hablaba de sus gustos, sus intenciones, los chicos que le gustaban…, en fin, todas esas cosas de las cuales suelen hablar las mujeres jóvenes. No le conocía novio ni simpatía, ni nunca la veía junto a algún muchacho, aunque sea conversando sobre las asignaturas. Nada, como si les huyera. Raro, para mí, pero sin que se me pasara por la cabeza de que fuera lesbiana, o frígida, o cosa así. Por lo menos, a mí nunca me insinuó nada, aunque era conmigo con quien pasaba la mayor parte del tiempo durante los estudios. Y sabía, como sabían, o suponían todos, mi dedicación sin inhibiciones hacia el "sexo opuesto". (¿Por qué le llamarán opuesto, si para mí no hay nada más complementario que un varón?) Bueno, tal vez por eso mismo, aunque podría haber buscado alguna chica con sus gustos sexuales, si los tenía. Dicen que los homosexuales identifican fácilmente a sus congéneres. Pero era así, y me apenaba, pues era muy buena y lamentaba que estuviera siempre triste, y como ella no sacaba el tema, yo no quería importunarla.

Un día me comentó que uno de los profesores no me sacaba los ojos de encima. ¡Era todo un logro que me hablara de algo personal! Le contesté directamente lo que yo pensaba de los profesores que se querían levantar a las alumnas: ¡qué se vaya a la mierda! Si era algo que no soportaba era el chantaje que ejercían algunos sobre quien estaba en inferioridad de condiciones. ¡Los tipos pretendían cambiar sexo por puntaje! Si el tipo me gustaba, cosa que ahora no recuerdo, a partir de ese momento me resultó especialmente antipático. ¡Si quiere coger que se busque a una profesora!

-Yo… creí que a ti te gustaban los hombres… -Me dijo Aleiza.

-Sí, claro, me gustan, y mucho, pero no quiero saber nada con los profesores míos. Si fuera otro, de otra materia o clase, que no tuviera nada que ver conmigo, ni ahora ni nunca, no tendría ningún problema, siempre que me gustara, pero con estos no quiero saber nada…

Y aproveché la oportunidad…

-¿Y a ti, no te gustan?

-Bueno… no… éste no me gusta.

-No digo éste, digo cualquiera, cualquier otro muchacho…, hay algunos que están muy bien…

-Sí… pero… la verdad que no me interesan…

Yo no quería forzar la mano. No recuerdo exactamente si la conversación fue así, pero era algo parecido. Quería que me lo confirmara. O no. Que me dijera algo más concreto, como para conocer sus inclinaciones sexuales…

Aleiza me gustaba. En varias oportunidades pensaba en ella. Yo misma me asombraba de tal cosa. No me asustaba, por supuesto, pero su encanto misterioso, su suave tristeza, su hermoso y pálido rostro, su armonioso cuerpo…, me despertaban por momentos el deseo de probar algo nuevo. Hasta suponía que la podría hacer reír. ¡Pero quería saberlo! No quería que me rechazara, cosa que en el caso de un varón no me importaría tanto. Bueno, hasta el momento nunca me rechazó un hombre, pero quiero decir que era Aleiza quien me gustaba, no cualquier otra mujer, y además la quería conservar de amiga.

-Sabes, yo tuve varios muchachos amigos, hasta salí con algunos…, pero… en el momento justo, bueno, tu sabes, cuando empiezan las caricias, los besos, los toqueteos…, bueno…, me espantaban, los sentía vulgares, groseros… y comprendí que no debía insistir…, los varones no eran para mí. -Más o menos esas palabras fueron las que me dijo Aleiza.

Entonces me animé.

-¿Te gustan las mujeres?

-Bueno… no es para tanto…

-No, no tengas miedo, -le dije-, no es nada vergonzoso, es tan natural como que a mí me gusten los chicos… Al fin de cuentas, cada una hace con su culo lo que le viene en gana…

Antes de poder arrepentirme de decir semejante grosería ante Aleiza, ella largó la carcajada. ¡Al fin la había hecho reír! Y nos reímos juntas, y me sentía muy feliz por eso. Muy feliz… y mis deseos se confirmaron: ¡tenía ganas de acostarme con ella!

-Aleiza, eres divina…

-¿Te parece? Me da vergüenza…

Yo arremetí:

-No la tengas, no la tengas… Yo te quiero mucho, ¿sabes?

-Yo también, -me dijo-, pero tenía miedo de decírtelo y que lo tomaras a mal.

-No, jamás, Aleiza, jamás lo podría tomar a mal. -Y se lo largué de un sopetón: -¿Dónde vives? ¿Podemos ir a tu casa?

Me miró con los ojos como el dos de oro… y tuve miedo de haber metido la pata. Me acarició el cuello, bajo los cabellos, y me dijo bajito:

-Si quieres me harías muy feliz.

-Eso es lo que quiero Aleiza, hacerte feliz. Y serlo yo también. ¡Vamos ya! –Le propuse eso, pues sabía que los padres, que eran de una provincia del interior, le habían alquilado un departamentito para que viviera mientras estudiaba en mi ciudad.

¡Fue algo maravilloso! Aleiza era la mujer mas dulce y cariñosa que yo jamás conocí. Ni siquiera Roberto lo es tanto. Nunca, nunca, disfruté en la cama de algo tan placentero, que estaba más allá de mí acostumbrado desenfreno sexual. Yo procuré estar a su altura y no desmadrarme. Me conocía y sabía que mis calenturas no tenían límites…, pero con ella todo era distinto. No tenía plazos ni apuros. Todo, todo, podía ser con Aleiza, pero todo tomaba su tiempo. Según lo supe mucho después, dicen que los árabes son así, que el placer está en el camino, no en el destino… Al principio sentía cierta impaciencia por su morosidad…, pero poco a poco me fui acostumbrando. Era como hacer la plancha en un mar tranquilo…, donde las pequeñas olas te mecen suavemente, de aquí para allá, sin prisa, sin pausa, con un relajamiento total, amén que Aleiza sabía hacer unos masajes gloriosos. Recuerdo sí, que ese primer día nos fuimos de la facultad a las 11 de la mañana y estuvimos haciendo el amor hasta las siete de la tarde, con un breve paréntesis para comer algo a eso de las tres, pero donde no dejamos de hacernos caricias. En realidad era ella quien siempre llevaba la iniciativa, me decía como ponerme, que hacerle, que hacerme, me enseñó a besarla y pasarle la lengua y apoyarle los labios en su vulva, a lamer el clítoris, a mordérselo con los labios…, todo…, como a ella le gustaba. ¡Una maravilla! Como todavía vivía con mis padres, desgraciadamente, para no preocuparlos, dado que no habían tenido noticias mías durante todo el día, al anochecer no tuve más remedio que pedirle que "parara", pues parecía que Aleiza era inagotable. ¡Mil orgasmos tuvimos ese día! Juntas, separadas, antes o después… ¡No lo olvidaré nunca!

¡"Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas"! (Continuará.)