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La saga de Katya - Con las piernas abiertas (4)

en Hetero: General

La saga de Katia - Con las piernas abiertas(IV).

Había sido mujer de un solo hombre mientras Roberto pudo darme mi cuota de sexo casi diariamente, pero cuando la prestación comenzó a aflojar, volví a buscar el placer por otro lado.

Una de las cosas que yo quería aclarar, o poner blanco sobre negro, era el tema de la "infidelidad" o, para ser más claros, la posibilidad, sin complejos ni ocultamiento, de tener sexo con otra persona, que no fuera nuestra pareja, tanto para mí como para Roberto, por supuesto, sin que ello significara una ruptura, un menoscabo, una falta de amor o respeto.

Amo locamente a mi pareja. Luego de prácticamente quince años de tener sexo con gran cantidad de personas, todas, o casi todas -porque también me he equivocado-, especialmente cariñosas, honestas, inteligentes y deseables, amantes excepcionales, que me hacían gozar enormemente, de las cuales me podría haber enamorado con seguridad y sin dudas, quienes, en muchísimos casos, se enamoraron perdidamente de mí, y que tuve que sacar de mi lado con mucho cuidado, para no ofenderlos, para no causarles dolor y también, porque no, para que en cualquier otro momento, pudiéramos volver a encontrarnos en una cama, y luego de haber tenido entre mis brazos y entre mis piernas, algo así como 150 hombres, sin contar algunas mujeres, he resuelto de que ese sería mi hombre, que él sería el compañero para toda la vida, y no puedo ocultarle lo que soy, mi deseos, mis afanes, mi placer por sentirme deseada y gozar y hacer gozar, porque eso es también muy importante, no soy egoísta y mi placer también es el de mi pareja.

Y ese era el problema. ¿Cómo encarar este tema? Estaba segura que Roberto entendería, que él también siente como yo. Quiero que sepa lo que yo hago y que me parece muy bien si también él goza sin complejos con otras mujeres cuando yo no estoy a su lado para satisfacerlo. Pero… claro, no es fácil transmitir este pensamiento, o esta realidad, a la persona que más se ama, y no por él, sino por mí. Habíamos hablado muchas veces de nuestros "antecedentes", que hombres o mujeres pasaron en nuestras vidas. Creo que yo fui más genérica, menos precisa, menos sincera en realidad, no le hablé de todos…, ¡eran tantos! Pero sí que tuve muchos amantes y que a pesar de eso… sólo…, solamente… me enamoré de él. Esto es lo más increíble, ¿no? ¡Tantos hombres y un solo amor! Bueno, es así y así se lo dije…, pero ahora yo estaba volviendo "por mis fueros" y quería que el deseo siguiera vivo en mí, para seguir amando a Roberto como la primera vez, porque no tenía nada de que quejarme por unir mi vida a la de él.

Resolví ser más precisa para que mis gustos y humores fueran más explícitos y él supiera que estaba pasando…, pero también, de igual forma, y esto es lo importante, que supiera que podría, si era su deseo, hacer lo mismo… De mi "iniciación", sólo le había dicho que fue mi abuelo…, pero no que yo lo había inducido, porque yo quería dejar de ser virgen y deseaba ardientemente probar el sexo de todas maneras, luego de más de tres años de permanente masturbación, sola, compartiendo o cruzando con mi amiga Myriam. Él tampoco había sido muy claro en cuanto a su "primera vez". Yo pensaba que al ser con alguna prostituta, como era bastante común 20 años atrás, no le daba mayor relevancia…, pero… bueno… quería saberlo. Y para empezar a poner los puntos sobre las íes…, luego de una ardiente sesión de sexo, toda una noche, al retornar de uno de sus viajes, y luego de despertarlo con una buena mamada…, fuimos al baño, le pedí que volviera a la cama, que quería "seguirla"… Preparé unos mates, puse el termo al pie de la cama… y comencé a hablar…

Le conté con todo detalle lo que me acordaba, igual como lo relaté anteriormente, lo que le causó muchísima gracia, dado que le di el carácter de una picardía de una chica súper calentona, tal como efectivamente yo era… y soy. ¡Y le dije, al fin, que no había quedado ninguno de mis agujeros sin ser abordados! ¡Y le dije también qué me había gustado muchísimo! Y aproveché para resaltar el hecho de que mi abuelo, si bien me gustaba, sólo había sido el "instrumento" para obtener placer… y que muchísimas veces me había pasado lo mismo: cogía por el placer que me proporcionaba pero no por que amara con quien lo hacía. Esto lo resalté varias veces… y le pregunté si a él le había pasado lo mismo. Me dijo que sí, muchísimas veces. Bueno, es sabido que el varón puede coger sin complejo con cualquier mujer que lo calienta, sin necesidad de tener mayor afecto o cariño, pero quería oírlo de boca de Roberto…, aunque él me aclaró que, como en mi caso, lo hacía cuando una mujer realmente lo atraía…, por lo menos en la gran mayoría, pues, a veces, un movimiento de caderas, una mirada, en una circunstancia que no la esperaba, lo había inducido a acostarse con algunas chicas que, en principio, no tenían para él mayor atractivo. Aunque, como me dijo…, cuando un varón ve una buena raja se le van todos los prejuicios…

Y ahora…, para ir equiparando las confesiones…, le pedí que me contara su "iniciación"… con todas los detalles que se acordara. Y allí empezó Roberto. Estábamos en la cama, semi sentados, con la espalda sobre las almohadas, tomando mate, con besitos y caricias mientras hablamos. Se puso serio.

-Es una historia que me cuesta asumir, pero que sucedió, sucedió…, aunque muchas veces, sobre todo cuando era muy joven, quise borrar…

Yo lo miraba en silencio. Me hice el propósito de dejarlo hablar, tal como le salieran las palabras o los pensamientos…

-Sí, es así, tal como te lo cuento. Parece mentira. Era muy joven, mi papá había fallecido hacía dos años, en un accidente automovilístico, mi hermana tenía, tiene, dos años menos que yo…, mi mamá… 38 años por entonces… Era muy hermosa, muy hermosa, con todos los hombres que conocíamos, amigos o no de mi padre, que andaban detrás… y ella, que yo sepa, no les daba bola. Una tarde, de verano, muy calurosa…, ya bajando el sol, yo había llegado luego de jugar un partido, mamá estaba sola en casa, como casi siempre. Ella regresaba de su trabajo a eso de las seis, mi hermana venía más tarde, de idiomas. Me fui a bañar y salí hacia mi dormitorio envuelto en el toallón. Mi mamá me dijo que se bañaría ella a continuación, que prestara atención si alguien llamaba por teléfono o lo que sea, algo que siempre me reiteraba, pues yo era bastante vago para atender, pues siempre suponía que el llamado era para ellas, pues a mi no me llamaba casi nadie. Bueno, me había puesto una remera…, y cuando voy a buscar el calzoncillo, me di cuenta que lo había llevado al baño, el limpio digo, para ponérmelo luego de bañarme…, y me había olvidado de eso. Claro, tú puedes decir porque diablos no tomas otro del ropero…, eso sería fácil, pero no para mí, si lo había llevado al baño para ponérmelo…, ¡pues me pondría ese…!, Por lo cual me senté tranquilamente en la cama, en bolas…, a esperar que mi madre saliera. Y aquí comienza la tragicomedia… Teníamos una perra, "algo" parecida a una labrador de pelo corto, buenísima y juguetona, que andaba casi siempre detrás de mí, por lo menos cuando yo estaba en casa. Ella estaba en la cama, tranquilamente instalada, como hacía casi siempre, a menos que yo la sacara… «¡Dorita…, bájate de la cama!» Me miró con cara de "¡déjate de joder!" Y siguió sin moverse. «¡Vamos Dorita!» La sacudí del cogote, desde el collar, y se levantó rezongando. Pero no se fue, claro. Se quedó a mis pies, mirándome atentamente, sobre todo el pito… ¡No te rías! ¡No es cómico que una perra te mire fijamente así! ¡Qué sabía yo cuales eran sus intenciones! Bueno, me pareció que mamá salía del baño y fui hacia el pasillo. Allí, a dos metros mío, de espalda, caminado hacia su dormitorio, iba mi madre… ¡completamente desnuda! Y era hermosísima…, ¡como tú!

-Gracias, que galante.

-De verdad, muy hermosa, con un cuerpo perfecto. Y la vi como una mujer, nada más…, de espalda… ¡y tuve una erección! No sabía si mamá había notado mi presencia, pero fui inmediatamente al baño a buscar el calzoncillo… y la perra detrás. Cuando lo saco de la percha, la perra estaba frente mío. Me inclino para pasar el pie para ponérmelo. ¡Y la perra me lame el pito! ¡Así como te digo! Casi me muero del susto. ¡Creía que me iba a morder! Pero no. No sabía que hacer. De pronto, como un rayo me pasó la imagen desnuda de mi mamá, las ganas de coger que yo siempre tenía, las veces que me masturbaba, aunque no pensando en mi madre, por cierto, sino en alguna amiga, alguna actriz, esas cosas… Y la perra que me lamía tranquilamente… ¡y yo dejaba hacer, porque me gustaba! Sentía que la cosa se estaba poniendo linda… la pija comenzaba a latir y yo sentía que en cualquier momento acabaría. ¡Y de pronto, en la puerta del baño, apareció mi mamá! ¿Qué hice? No sé si fue vergüenza, la imposibilidad de detener el orgasmo, la presencia de mamá semidesnuda, pues solamente tenía una tanga, el que yo tuviera su imagen como mujer y sólo como mujer…, lo caliente que estaba…, ¡que sé yo! Todo lo que hice fue dar dos pasos, abrazarla, ocultar mi rostro en su hombro… y acabar sobre su ingle… pues ella me había abrazado apretándome contra sí. ¡Qué vergüenza! ¡Me quería morir! Mamá me acarició la espalda, la cola, me besaba las orejas, los ojos, que yo tenía cerrados porque no quería ni mirarla… «¡Pobrecito, mi amor! ¡Cómo estabas! No tengas vergüenza, a todos nos pasa cuando chicos… aunque tú ya eres todo un hombre.» Era mi madre que me hablaba, con infinita ternura. «¡Y esta Dorita, que pícara! Parece que le gustas mucho… Mi amor, eres muy lindo, no tienes que avergonzarte por lo que hiciste…» «Es que…, mamá… no fue a propósito, yo no hice nada, fue la perra que me siguió…» «Sí mi amor, claro… pero tenías tu instrumento bien durito ¿eh? ¡Cómo para que Dorita no se entusiasme! Cualquier hembrita se entusiasmaría si te ve así. ¿Y por qué lo tenías tan duro y parado? ¿Quién es la mujer de tus sueños que te hace poner así?» Yo no sabía que decir… ¿Qué iba a decir? ¡¿Qué la había visto desnuda y tuve una erección?! «Bueno, no me digas si no quieres…» Pero mi madre, sin limpiarse ni nada, sin molestarse en lo absoluto por el semen sobre su vientre, comenzó a acariciarme… ¡el pene! «Lo tienes muy lindo y me gustó sentir tu lechita sobre mí, mi amor. ¿Te acostaste alguna vez con una chica? Bueno, digo, si se la metiste a alguna amiguita…» «No mamá, nunca.» «¡No me digas que no te llevan el apunte, esas sonsas!» «Si…, pero es que… bueno…, nunca hubo oportunidad. Hay varias que me gustan, pero son más grandes que yo, esas no me miran siquiera…» «¡No saben lo que se pierden!» Y seguía acariciándome… y yo me estaba poniendo al palo nuevamente… y sentía contra mi pecho las tetas de mi mamá… y me gustaba… ¡mucho! Te lo juro, Katya, tenía un matete en la cabeza. Tenía vergüenza, pero me gustaba lo que mamá me hacía y me gustaba sentir sus tetas, de mujer, divinas, contra mí.

-Bueno, pero esa no fue tu primera vez, porque al fin y al cabo, sólo habías eyaculado, como otras veces, en el "aire", como si te masturbaras…

-¡Pero aquí no termina la cosa! ¡Recién empieza! Yo era muy joven, recuerda, más o menos con la edad que tenías cuando fue tu "primera vez"… Diez años más tarde tuve un año de terapia para asumirlo…, bueno ahora puedo contarlo, sin problemas, te juro.

Roberto hablaba, pero no me miraba. Miraba hacia el cielorraso, hacia el televisor, el ropero, la ventana, la pared…, pero más hablaba hacia él mismo. Haciendo catarsis.

-Sin soltarme comenzó a llevarme por el pasillo. Nuestras piernas se enredaban mientras tratamos de caminar, ¡estaba tan junto a mí! Yo seguía con los ojos cerrados, tal vez no quería saber, quería suponer que era un sueño, un sueño maravilloso, en el que tenía entre mis brazos la mujer más hermosa del mundo. La abrazaba, por la cintura, por la espalda, pero no me animaba a acariciarla, solo apoyaba mis manos sobre su piel. Pero sí, le besaba su cuello, la oreja, la línea de la mandíbula, allí, bajo la mejilla…, no me animaba a más. Mamá me giró la cabeza y me besó en la boca, con los labios. Yo cerré la boca, pero su lengua presionó mis labios empujando hacia adentro. Abrí la boca y le respondí, con todo lo que yo podría saber hacer. ¡Me besó apasionadamente y le respondí! Nuestras lenguas se enroscaron y nuestra saliva también. Cuando sentí el borde de la cama contra mis piernas reaccioné. «Recuéstate mi amor, en la cama, acuéstate…» Me empujó suavemente, sin soltarme los genitales y ayudándome con su otra mano. Quedé boca arriba, ahora sí, con los ojos bien abiertos. ¡Mamá estaba desnuda! No vi en que momento se había sacado la tanga y estaba, al borde de la cama, desnuda en todo su esplendor, con una tierna sonrisa…, un brillo de fuego en sus ojos y masturbándome con suave ritmo. Por entonces todavía tenía el prepucio. Lo corrió muy suavemente hacia atrás y sentí un leve tironcito. «¿Te duele, tesoro?» «Un poquito, mamá.» Hizo un poquito de saliva en su boca y dejó caer unas gotas sobre el glande. ¡Te juro qué cuándo la vi así tuve unas ganas tremendas de arquearme para que el capullo llegue a sus labios! «Con lubricación no te molestará tanto. Tendrás que ir al médico, para que solucione este problema.» Mamá tenía razón, pero pasaron dos años antes que me animara a la operación. Sigo con lo que pasó ese día. Mamá subió a la cama, se colocó a horcajadas sobre mí y orientando el pene hacia su vagina se fue inclinando lentamente, mientras yo sentía como penetraba en su cuerpo y ella era quien ahora cerraba los ojos… El placer me transportó nuevamente. Me tiré hacia atrás, no quise ver más… y mamá comenzó a subir y bajar acompasadamente. «¡Mi amor, mi amorcito! ¡Qué feliz que soy, que feliz! ¡Papá, papito, damela, toda, todita!» Sentía su jadeo, su respiración, sus palabras…, y me parecía que venía de algún lugar extraño y lejano. Tenía mis manos al costado, sobre la cama. «¡Acaríciame, amor, amorcito!» Me tomó las manos y las puso sobre sus pechos, con todos los dedos tomando el casquete terso y firme, sintiendo los duros pezones justo en el centro de las palmas. Me tensé y quebré mi pelvis hacia arriba. Sentí la urgencia del ritmo, el febril estado de la llegada del clímax. Mamá estaba en lo mismo. Su ritmo se aceleró, era una locomotora en el descenso de una colina a toda velocidad… «¡Ahora, ahora amor! ¡Aaahhh…!» Y mientras yo me derramaba, mamá se sacudía como si hubiera descarrilado…

Estábamos en la cama, boca arriba, yo me había quedado con el mate servido en la mano, nos habíamos tapado con la sábana, dado que inmóviles el cuerpo se enfría, y noté como la carpa que se había formado por la erección de Roberto se sacudía… ¡No lo iba a dejar así, pobrecito! Dejé el mate sobre la mesita de luz, lo besé en el cuello, levanté la sábana y me incliné sobre él. Roberto me acarició los cabellos cuando me metí el pene en la boca. Apenitas si pude pasarle la lengua por el glande, cuando salió raudamente el chorro de semen. Roberto volvía a gozar de su primera experiencia dentro del cuerpo de una mujer. Nos besamos con pasión, con semen y todo. Yo sentía como si en ese momento fuese su propia madre.

-¿Sabes, mi amor? Mamá tenía prácticamente tu edad cuando tuve sexo con ella.

-Si, lo sé. Ya lo había notado. ¿Te puedo decir algo?

-Sí, lo que quieras, claro.

-Por lo que me contaste, creo que tu mamá estaba cogiendo con tu padre, ¿no?

-Sí, es así, es lo que primero que me dijo el analista cuando se lo conté. Fue, en definitiva, lo que me "lavó de culpa", yo fui el instrumento que mamá necesitaba para volver a reconstruir su vida sexual. Luego de ese día ella, por suerte, cambió totalmente, volviendo a tener relaciones con hombres y, en definitiva, volver a vivir como tendría que hacerlo una mujer joven y hermosa… pero ese día no terminó allí…

-¿Cómo? ¿Hay más? ¡Bueno, eras un león!

-¿Y ahora no? ¡Mira lo que te hago!

Y allí nomás Roberto se tiró entre mis piernas. ¡Yo también me había calentado escuchando su relato! Luego de algunas pasadas con la lengua por los labios mayores y el clítoris, se acomodó sobre mí y me penetró hasta el alma, con mis piernas aferradas en su cintura acabé a los dos segundos, mientras Roberto bombeaba unos minutos más, prolongando el placer de sentirlo dentro hasta su nueva eyaculación… ¡como para mostrarme que seguía siendo un león!

Pero volví al tema. No quería que quedara inconcluso.

-Está bien eso de que fuiste el alter ego de tu papá…, pero… ¿tu mamá sabía o no que estabas casi desnudo en el baño, cuando fue para allí?

-Eso no lo sé. Nunca me lo dijo y no se lo pregunté. Eso me importó hace mucho, así que… ahora ya no me hago problema.

-¿Y que fue lo que pasó luego? Porque parece que tu debut fue a toda orquesta.

-Sí, bueno, pero no lo busqué yo, se dio así… Luego de acabar, en ese momento, justo en ese momento, cuando abrí los ojos, vi a mi hermana en el vano de la puerta, entre intrigada y sonriente, para nada escandalizada o indignada. Cuando mamá vio el asombro en mis ojos se dio vuelta y la vio. «¡Oh, Merchi, que curiosa eres! ¡Podrías haber avisado!» Ella también se reía, como algo natural, obvio. «Es que no quería interrumpir, estaban muy entretenidos», respondió mi hermana. «¿Viste que bien lo hace Roby, qué hombre es? ¿Y tu, ya eres mujer?» Mamá quería seguir con el juego. «Sabes que no, nunca lo hice, pero puedo aprender.» ¡Mi hermanita nos estaba proponiendo entrar a clase! Yo no entendía nada. Luego supe que mamá y mi hermana habían conversado varias veces sobre el tema sexual, temas de los que yo estaba exento por ser varón, y no animarse mamá a hablar de eso conmigo.

-Bueno, cuando se animó… lo hizo con todo, ¿no?

-Si claro, creo… Nunca lo hablé con ella pero, como tú dijiste, alguna vez me pregunté si cuando vino al baño semi desnuda, sabía o no que yo estaba. En fin, misterio.

-¿Y que pasó con tu hermana?

-Ah, curiosa, ¿no?

-Cuéntame. ¿Qué hiciste, pícaro?

-Bueno, ahí va, pero no me llames degenerado, ¿eh? Mamá se levantó, me limpió con la sábana y fue al baño a lavarse. Merchi se acercó y sin ningún resquemor ni ironía me preguntó si me había gustado, mirando con interés, y no sé si con cierta gula, mi chotito, que en ese momento estaba bastante húmedo y caído. «Sí, cuéntame, ¿es lindo?» Con ese tono me aventó toda duda… y me despertó la libido. «¿Quieres probar?» «¡Dale, sí! ¿Cómo me pongo?» «Esperen, esperen, no se apuren.» Era mamá, que había retornado del baño… ahora sí con la tanguita puesta. «A lo mejor a Roby no le gusto porque no tengo tus tetas», dijo Merchy medio en serio, medio en broma. «¿No te parece hermosa tu hermana?» «¡Sí, hermosísima!» De verdad, Merchy era hermosa. Si yo era la imagen de mi padre, según todos, mi hermanita era la imagen de mamá. Por supuesto, más allá de la belleza de su rostro, sus ojos, su cabello, su piel, todavía le faltaba desarrollar el busto, aunque apuntaba muy bien, con hermosos, pequeños y duros pezones…

-¿La habías espiado?

-Sí, claro, muchas veces… y en tren de confesiones, te diré que muchas pajas se las dediqué a ella…, aunque te aclaro que nuca se me pasó por la cabeza intentar seducirla…, en realidad, para coger, coger, yo hubiera preferido mis amigas y compañeras…, pero ya se sabe, las chicas siempre se fijan en tipos grandotes…, con los cuales yo no podía competir. En fin, estaba buena, con lindas piernas y… sobre todo, sobre todo… un culo hermosísimo, un verdadero poema…

-¿Y qué pasó?

-Ah, te interesa, morbosita…

-Todo lo tuyo me interesa, además te pones garrotísimo y estás dispuesto a darme con la manguera…

-Pilla, tu curiosidad es por mero interés.

-¡Claro! Si te calientas, yo me aprovecho…

-Bueno, mamá nos dio algunos consejos, que Merchi ya sabía pero que yo ignoraba…, a saber…: «Tu hermana es virgen, por lo que tendrás que ser muy delicado…, se la metes despacito para no lastimarla y luego, cuando sientas que te viene ganas de acabar…, se la sacas…» «¿Pero por qué? ¡Sí es lo más lindo!» «Si, bueno, es lindo, vas a acabar dentro de ella, pero tienes que ponerte un preservativo, el forro, ¿lo conoces?» Alguna vez había comprado para hacerme una "paja de lujo" como decíamos con los amigos. Yo no sabía como decirlo…, pero mamá me ayudó: «Conmigo no te hizo falta porque la menstruación se me fue hace tres días, por lo cual no estoy en período fértil, pero Merchi tiene la regla en forma muy irregular, por lo que no sabemos cuales son los días seguros…» Mientras mamá nos explicaba, en realidad me explicaba a mí, que era un ignorante, a comparar por los conocimientos de mi hermana, conocimientos teóricos, pero que la ponían sobre aviso de lo que podría pasarle si tenía sexo con algún chico…, Merchi se fue desnudando, y yo miraba de reojo…, tratando de disimular… que nuevamente me estaba excitando… Pero mamá, una vez más, puso las cosas en su lugar: «Si Merchi va a dejar de ser virgen, prefiero que sea contigo y en mi presencia, eso me asegura que no va a sufrir, que le va a gustar y que luego podrá de disfrutar del sexo con toda seguridad y placer… ¿estamos?»

-Roberto… te diste cuenta que nuestros chicos también se llevan dos años…

-Pero cuando Javi tenga la edad que yo tenía entonces, tú tendrás cuarenta y pico…

-¿Y…, no voy a ser deseable?

-Para mi sí, pero supongo que a tu hijo le gustarías más joven…

-¿Y Caro? Tendré que decirle yo como son las cosas… ¿sabré hacerlo?

-Bueno, veremos…, si sale parecida a ti, no me cabe la menor duda que el hermano se la va querer coger, esa es la realidad…, aunque, teniendo en cuenta como son las cosas hoy día, habrá que ponerlos en situación más pronto porque sino… puede ser tarde.

-Pero… ¿no me dijiste qué nunca intentaste seducir a tu hermana?

-Hasta ese momento no. ¿Pero qué sé lo que hubiera sucedido más adelante? Además, ahora hay mucha más desinhibición, los chicos tienen menos tabúes, todo lo que ven y oyen…

-¿Y allí, ese día, qué pasó?

-Mamá había sido clara… Todavía hoy me pregunto como podía tener semejante presencia de ánimo para plantearle a sus hijos esas situaciones…

-Si es así…, tal cual lo decís.

-¿Qué, lo dudas?

-No…, no…, lo que quiero decir es que el amor que sentías por tu mamá te puede hacer confundir ciertas situaciones…

-No, no, eso es así. Sé que es así, mamá quería que fuésemos felices… Ella perdió a su amante, al padre de sus hijos, antes de llegar a los cuarenta… ¿qué te parece? No me contó nunca su vida anterior, antes de conocer a papá, pero evidentemente, lo que ella quería decirnos es que no esperemos a disfrutar hasta que todo salga perfecto, y que todo esté convencionalmente bien… o que sea, como se dice hoy… "políticamente correcto". El sexo es maravilloso, es lo mejor que le puede pasar al ser humano, es anterior y posterior al amor, hay sexo para ser feliz y hay amor para ser muy feliz…, seamos ambas cosa antes o después, no importa, no nos privemos de nada…, el sexo no hace daño a nadie…, y no seamos fenicios, hagamos lo que queremos por el placer, por el sólo placer de hacerlo… Eso es lo que ella quería.

-¿Qué pasó con tu hermana?

-Bueno…, creo que ya está todo claro…, no tengo que disfrazar nada. Al verla desnudarse, al verla tan hermosa, quería cogérmela, sí o sí, no me importaba cómo…, ¡y mamá dando consejos! Estaba para decirle… ¡déjate de joder! Pero bueno…, si un minuto antes, o 15 minutos…, o media hora…, te digo…, la verdad… no tenía la menor idea del tiempo que había pasado desde que mamá me encontró en el baño con la perra lamiéndome el pito…, que por otra parte no se había perdido nada del espectáculo. Era cómico, la perra siempre atrás nuestro, mirando…

-¡No jodas más! ¡Cuéntame de una buena vez que pasó con tu hermana!

-Katya…, no seas tan ansiosa…

-Roby…, mi amor, no me tomes el pelo… cuéntame de una buena vez…, sí…, ¿eres buenito?

-Bien, Merchy estaba desnuda, preciosa, con sus tetitas… y con su maravilloso culito…, con los pelitos rubios y escasos en la pelvis… ¡qué yo tenía una ganas de besar que ni te cuento! «Merchy, no todas las mujeres gozamos igual…», seguía mamá dándosno "instrucciones"…, «tu tienes que decir como te gusta más.» «¡Pero mamá…, si Roby no me la mete cómo voy a saber qué me gusta más!» ¡Al fin, pensé yo…, al fin se la voy a meter. Me decidí. «Acuéstate Merchy, me subo arriba tuyo…» «¡Pero ten cuidado Roby, no vayas a acabar!» Esa era mi mamá… Yo la tenía dura como un garrote…, me subí arriba de Merchy y comencé a introducirle el choto en su conchita maravillosa, húmeda, rosada, un poema…, lo más lindo que había visto en mi vida. Cuando se la metí a mamá yo tenía los ojos cerrados pero ahora los tenía bien abiertos…, quería disfrutar de cada centímetro de la piel de Merchy…, era maravillosamente hermosa. «Espera Roby, hazme caso, van a disfrutar mejor…, despacito, tu hermanita es virgen, ten cuidado…» Fui con cuidado, eso sí…, lo menos que quería era hacerle daño… «Despacito, Roby, despacito», me decía Merchi… «¿Te duele?» «No…, me gusta…, pero no sé, me tira, como si tuviera un cuerito.» «El himen», dijo mamita… «Sí, claro, es el himen», asintió Merchy. «Roby…, empuja despacito, hasta que sientas que el pene puede seguir entrando sin trabas. Van a ver como les gusta…» Y así fue. Merchy suspiró profundamente… y yo sentí que el camino estaba despejado. La penetración se produjo si problemas, sin trabas… y llegué hasta el final… «Qué lindo es…» suspiró Merchi… y yo le respondí besándola en la boca: «Eres hermosa hermanita…, que hermosa eres…, como me gustas…» Mamá se dio cuenta que si seguía así no iba poder aguantar. «¡Espera Roby, espera, no acabes…!» «Mamá, mamita…», gritaba Merchi, «que no se vaya, me vieneeeee!» Y se sacudió en todas direcciones, más allá y más acá de mis piernas y mis besos, y mis abrazos… Salí como un rayo…, de verdad, no quería acabarle, no quería que tuviera problemas, yo también quería ser feliz, sin drama…, y mamá nos dijo: «¡Rápido, ponte en cuclillas en el borde la cama, como un perrito! Súbete Roby…» Antes que la penetrara mamá me puso el forro. Y no aguanté más… La ensarté y me sacudí como si fuera lo último que hiciera en la vida…, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo…, una sensación de estar en al paraíso… con el maravilloso culito de Merchy entre mis brazos…, mi pija dentro suyo sintiendo sus jugos y unas ganas inmensa de chupársela, como había visto en las revistas y todo eso que hacían… ¿Por qué no? Todo eso lo pensé en ese momento…, no sé porque, me había vuelto, de pronto, una fiera para el sexo, y como te dije, nunca había tenido la intención de seducir a mi hermana, pero a partir de allí, no pensaba en otra cosa que en cogérmela… Pero mamá, a nuestro lado, no perdía la calma. «¿Te gustó Merchy, te dolió? ¿Cómo te gustó más? Mira que hay muchas formas…, eh?» «Si… mamá, lo sé, lo vi en las revistas… me gustó mucho cuando acabé, y cuando acabó Roby también, lo sentía como se sacudía., pero me gustaría sentir la lechita dentro mío…» «Cuando te venga la menstruación varias veces para la fecha prevista, vamos a poder calcular bien cuales son los días fértiles y no vas a tener problemas…» Mamá nos mostró como había quedado el semen dentro del preservativo. «La próxima vez, si quieren, o ahora, si todavía tienen ganas, te enseño a poner el preservativo en el pito, cuando está bien duro…» El comentario era para ambos. Nos miramos con Merchi y nos reímos… «¡Claro que tenemos ganas!» Merchi fue más decidida. Mamá nos enseñó como atarlo y nos dijo que luego de usarlo, en cualquier lugar, lo tiráramos en un inodoro, no en los tachos o cosas así, que eso era muy antihigiénico, y si bien a los varones y a las mujeres les gusta tener sexo, no les gusta mucho ver forros tirados por ahí. Yo me sentía medio idiota. Me daba cuenta que Merchy sabía del sexo mucho más que yo, que si no fuera por lo que había pasado, que mamá me había visto en el baño…, que yo había acabado sobre ella, que me había llevado a la cama…, que había aparecido mi hermana… y que mi mamá nos había inducido a tener sexo…, yo seguiría siendo un soberano idiota…

-Bueno…, no es para tanto…, aprendiste…, mira como estás ahora…, ¿eh? Justo para entrarcarme de nuevo…

Y me tiré sobre él. No le di tiempo a dudar. Me monté a horcajadas sobre su polla y me la ensarté antes que Roberto hiciera el menor movimiento… Cuando comencé a hamacarme, Roberto me tomó de las tetas sobándomelas como sólo él sabía hacerlo. No faltaba más que sentir su dedos sobre mis pezones yo acababa…, siempre pasaba así, orgasmo tras orgasmo… y Roberto lo sabía y me hacía poner sobre él, sobre su boca, en cuclillas y luego que tenía varios orgasmos me chupaba toda y yo volvía a acabar y luego nos reíamos porque Roberto decía que tenía una acidez terrible de tanto chupar mis jugos, que yo era muy ácida, y que tenía que regularizar mi PH… y que… bueno…, yo me tragaba todo su semen y a mí no me producía ningún malestar. Y nos divertíamos como locos… Pero todavía, luego de todas estas historias… y su madre y su hermana…, todavía no podíamos llegar al tema de coger sin compromiso y sin amor…, sólo por el placer o el deseo de hacerlo…, era difícil… parece…

-¿Me seguís contando de tu hermana?

-Bueno…, ya está…

-¡No me digas que no te la cogiste más! No te creo…, tu hermanita quería probar todas las posiciones, ¿no? Y seguro que tú también.

-Bueno…, sí… Allí mismo mamá le dijo a Merchi que me acariciara y me masturbara hasta que se me pusiera dura. Luego nos mostró como se ponía el forro, como había que desenrollarlo para el lado correcto…, e incluso… ¡cómo se podía poner con la boca!

-¡Tu mamá no se privaba de nada…!

-Bueno, le mostró a Merchi como se hacía, como lo tenía que agarrar entre los labios e ir introduciéndolo…, bueno, mientras se desenrollaba…

-¡¿Y tu hermanita se metió tu pija en la boca?!

-Un poquito nomás, para probar como era… lo del forro… digo… Bueno, a decir verdad, en otras oportunidades lo hicimos… con forro y sin forro. Tú sabes que yo tenía ganas de chupársela, te lo dije…

-Pero…, ¿tú amabas a tu hermana?

-No, no es eso, yo la quería…, sí…, jamás podría pensar en hacerle algún daño…

-No, no. No digo eso. Quiero decir si la amabas, me entiendes, si la amabas… ¿está claro?

-No…, no sé porque te pones así…, ¿estás celosa?

-No digas boludeces. ¡Cómo puedo estar celosa de tu hermana, lo que pasó hace un millón de años…! Lo que quiero decir, no sé si me explico, lo que quiero decir, es que si te cogías a tu hermana porque la amabas o porque la deseabas, porque era muy linda y estaba muy bien y, como tú dices, tenía un hermoso culo. Eso digo, ¿entiendes?

-Sí, claro, entiendo, entiendo. A mi hermana, como a tantas otras mujeres, las deseaba porque eran lindas, hermosas, gratas a la vista, cariñosas, deseables… en una palabra… Tenía la esperanza y la intención de gozar, de pasarla bien, de gozar y hacerlas gozar, sin otra intención que el placer del sexo por el placer mismo… y nada más…, como mi madre me había enseñado, como nos había enseñado a los dos, porque muchos…, varios años después, cuatro o cinco, con novio o novia… y amantes varios, de vez en cuando nos encontrábamos con mi hermana y nos acostábamos y hacíamos el amor… y nos chupábamos todo y gozábamos y éramos felices y nos despedíamos con un beso y hasta la próxima vez y un saludo a tu amante… y los dos felices… y eso era el sexo… así era para mí. Y si la encuentro ahora…, no sé…, bueno… ¡en una de esas…!

¡Bueno…! ¡Al fin! ¡Eso era lo que yo quería saber! Claro…, eso no le dije a Roberto…, lo pensé…, pero estaba en la ruta correcta… ¡Coger por el placer de hacerlo y nada más! ¡Era lo que quería saber!

-¿Y tu, nunca cogiste por el placer de hacerlo?

La pregunta de Roberto me sorprendió pero me despertó. Comprendí que Roberto sentía y pensaba como yo… ¡por eso era mi amante para toda la vida! Por eso me sentí inmensamente feliz. Cuando lo abracé y besé, por todas partes, Roberto no entendía nada, no por que nunca lo hubiera hecho…, era lo que hacía siempre en mis arranques de amor, calentura y sexo… Nada había más hermoso que estrujar el maravilloso cuerpo de este hombre entre mis brazos, mis piernas y mis labios! Pero ese "ataque" le extrañó. Pero fui con tacto.

-A mí me pasa igual…, como tú dices, el placer por el placer mismo, sin compromiso ni facturas, con ternura y afecto, pero cada cual en lo suyo… Bueno, te lo dije…, durante casi quince años… fue así. ¿Y tu? Me dijiste que habías tenido varias novias y amantes.

-Claro…

-Y… cuándo tenías una novia, ¿te acostabas con otra?

-Si…, varias veces…, pero no podía explicar que eso no era trampa o infidelidad…, era el placer, nada más. Terminamos mal varias veces por ese motivo. ¿Y tu?

Roberto sabía la respuesta, porque se lo había contado, pero adiviné que en la pregunta había otra intención…

-Tu sabes que nunca adquirí un compromiso como para tener que dar explicaciones…

-¿Y ahora, cuando no estoy?

-Igual que siempre. -Y me reí. -Igual que tú.

-¡Ahí te quería agarrar, calentona! ¡Yo sabía que no ibas a dejar de coger porqué yo no estuviera!

Y nos reímos los dos.

-¿Y el calentón de mi maridito, qué hace, eh?

-Y… cojo. Como tú.

-Entonces estamos empatados…

-Pero ninguna se te iguala.

-Y a ti tampoco.

-Por el tamaño no será.

-¡No, qué tamaño! ¡Por el gustito!

-¡A ver sí te indigestas!

-¿Y tú sigues buscando una chica con menos acidez?

Nos habíamos olvidado del mate, la madre y el espíritu santo. Nos revolcamos en todas las posiciones que podíamos y tapábamos todos los agujeros imaginables. Creo que me puso el choto hasta en la oreja, y yo no me quedaba atrás, pues en varias oportunidades estuve a un paso de ahogarlo con mis tetas en su boca…, y mis dedos jugaban dentro de su ano cuando se arrodillaba sobre mí para que la mamara… Nos desquitamos del tiempo que perdimos, él hablando y yo oyendo… ¡Eso es vida!