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Guía de sombras (18)

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GUÍA DE SOMBRAS (18)

-¿Recordó lo que tiene que decir?

-Sí…, más o menos…, bueno…, no, no pensé en eso, no tuve tiempo…

-¿Cómo que no tuvo tiempo? ¿Qué quiere decir?

-Ocurrió algo…

-¿Ahora…, o se acordó de algo?

-Hace tres días. Lo que me ocurrió supera todo lo que yo podría haberme imaginado cuando tenía 20 años. Evidentemente el mundo a cambiado bastante más de lo que creía, por lo menos en términos sexuales, o en las relaciones entre los sexos. Muchas veces, cuando joven, "le tiraba el ojo" a alguna chica que me gustaba, en la calle, en una fiesta, un baile, lo que sea. Y para tener algún éxito había que gastar una enorme cantidad de saliva. Pero esta ves me sorprendí, ¡y cómo!

El sábado fuimos con mi esposa a una asociación vecinal que festejaba un aniversario, creo que 80 años o cosa así. Nos invitó un amigo guitarrista y cantor, quien junto a su pareja, que también canta, formaron un dúo para interpretar música latinoamericana. Bien, la fiesta fue como todas en estos casos. Demostraciones de los talleres de actividad cultural, judo, danza árabe, tango, etc., homenajes y discursos, por suerte cortos y concretos, comida, vino y baile al final. Muchas familias y jóvenes, supongo que la mayoría hijos y nietos de los fundadores y miembros actuales.

Había muchas parejitas, chicas y muchachos lindos y simpáticos, como normalmente son los jóvenes, y entre todas había una jovencita, 17 o 18 años, así me pareció, que me atrajo inmediatamente, por dos razones, una inexplicable y la otra muy concreta: no tenía pareja y era extremadamente sensual, aunque dentro de los patrones de belleza de moda no conformaba el estándar. Tenía una preciosa carita, grandes ojos, boca golosamente carnosa, piel de terciopelo, cabello negro, recogido, pero con algunos kilos de más, bastante, pero muy bien puestos, por lo menos para resaltar lo importante. Unas hermosísimas tetas y un culo espectacular, además se movía con un gracejo increíble, con ajustados pantalones vaqueros y un top, algo más largo que lo usual, pero que permitía ver su ombligo y un rollito encantador… ¡para comerla toda! La verdad que me calentó. La seguía con la mirada por todas partes. Era una de las chicas que servía a la concurrencia, colaborando en el buen funcionamiento de la reunión. A pesar de que en ningún momento se acercó a mi mesa, ella notó que yo la miraba, no inmediatamente, pero en el transcurso de la reunión se dio cuenta.

Y entonces me flechó mas todavía, pues me sonrió, con una sonrisa tan prometedora, que yo sentí que el pene pretendía saltar fuera del pantalón. Pero era una locura, claro. ¿Que podría hacer yo en ese lugar y con esa chica? ¡Ni soñarlo! Bueno, una frustración más, ¡y con ganas! "Cuando llegue a casa me desquitaré con mi mujer", así pensaba yo. Pero sucedió lo inexplicable, por la situación, por mi condición de "veterano" y por que estaba "acompañado".

En un momento noté que iba hacia los sanitarios, una escalera que llevaba hacia un piso alto. Me miró y sonrió, lo que me hizo levantar automáticamente, informar a mi esposa que iba al baño y subir tras ella. ¡Estaba esperándome en el rellano! Allí estaban las puertas de los baños, y estaba "esperando algo", sin duda, así me pareció. En otro momento probablemente no habría dicho ni hecho nada, pero ya iba por la segunda botella de vino, estaba caliente y me parecía que la nena me daba calce…

-¡Estás hermosa! -Así, lo dije sin preámbulo… y sonrió. –Esperá, me fijo.

Estaba con las mejillas rojas, los labios húmedos, los ojos, encendidos… Estoy seguro que no era por mí. Eso lo pensé luego, no entonces. Seguramente le gustaba alguno de los chicos que andaba por allí y descubrió, o intuyó, que sé yo, que se fue con otra chica a coger a otra parte…, y la dejó con las ganas.

Entré al baño de varones y no había nadie, por lo menos a la vista.

-Vení, entrá. –Me asombré de mi propia "audacia".

¡ENTRÓ! Ingresamos al retrete. Cerré y nos besamos. Ella estaba más caliente que yo. No se despegaba de la boca y se refregaba con ansias contra mi cuerpo.

-Bajate el pantalón y date vuelta. –Fui imperativo pero amable al mismo tiempo.

Lo bajó, con bombacha y todo, mientras yo le metía toda la mano en el orto, y se inclinó sobre la tapa del inodoro. Mis pantalones ya estaban en los tobillos. Bajé el slip y pasé la mano entre sus piernas, ubiqué la vagina, que estaba mojada, inundada, y sin preámbulos la penetré. Dio un gemido que alcancé a tapar con la mano, más que nada para avisarle que no gritara.

-Despacio… no hagás ruido.

Y comencé a bombear tomándole la tetas por abajo del top. Eran sensacionales, duras y suaves con unos pezones de piedra. Creo que no fueron más de cinco sacudidas cuando acabé, acompañando su propio orgasmo. Apenas emitimos unos jadeos.

-Dame un pañuelo que me chorrea. –Dio vuelta la cabeza con el choto todavía adentro.

Se lo di, con sus dedos me tomó como si fuera un habano y en cuanto me retiré lo puso entre las piernas y nos besamos con toda el alma, los labios y las lenguas.

Esto no quedaría así. ¡No podría ser! Era casi milagroso para mí. Yo, con tantos problemas, había eyaculado de primera, y no solo eso, esta criatura maravillosa se me había brindado como un premio.

-Tengo que ir al baño, pero al de mujeres. Con vos aquí me da vergüenza.

-Bueno, un segundo que me fijo.

Salimos y le dije que me espere. Yo también fui al baño, y en ese momento pensé que no me iba a esperar, que se había sacado la calentura provocada vaya a saber por quien y ahora se olvidaría de mí.

No fue así. Cuando salí estaba allí. Fui al grano.

-El lunes a las siete de la tarde te espero. ¿Venís?

-Sí, claro.

Le dije el lugar de encuentro y bajó. Me demoré hasta que escuché que alguien subía y bajé yo también. Se había perdido entre la gente, y aunque luego la vi no me miró más. Yo hice lo mismo. Era mejor así. Pero el lunes fui a donde habíamos convenido. En verdad, no creía que viniera. Llegué unos 15 minutos antes y estacioné a unos metros. A las siete menos cinco estaba allí, más hermosa y deseable todavía, con una polera súper ajustada, unos pantalones para el infarto y un culo para inaugurar un inodoro. ¡Un verdadero poema! Yo estaba en la gloria. Bajé del vehículo en cuanto la vi, me acerqué y sin saludar le dije que viniera al auto. No dijo nada y me siguió. Cuando entramos nos besamos.

-No te dije nada para evitar mirones y escuchas. ¿Cómo te llamás?

-Vanina, ¿y vos?

Se lo dije y partimos. Ni siquiera pregunté que quería o esperaba de mí. Me dirigí directamente a un hotel de la zona. Y en eso me acordé de algo. En el baño ni siquiera me había visto; "entré" y "salí" de ella sin demasiadas presentaciones. Tenia que hablarle. No quería desilusionarla…, no, por lo menos sin que lo supiera y pudiera decidir. Me acerqué al cordón y me detuve. Me miró sorprendida.

-Tengo que contarte algo.

Le dije lo de la operación, de las consecuencias y que no quería desilusionarla. Me miro y rió.

-No me desilusionaste en lo mas mínimo. Lo del sábado estuvo muy bien, fue buenísimo. Aunque de apuro, me hiciste gozar mucho y me vino rapidísimo, ¿viste? Cuando te vi me gustaste, y cuando vi como me mirabas…, bueno…, me calentaste. Si no me hubieras gustado no hubiera venido.

Teniéndola así, a mi lado, me parecía mas joven todavía, pero no quise preguntarle. ¡Sería mejor no saber! ¡Es más joven que mi hija! Nos besamos y nos pusimos en marcha. ¡Que linda que estaba, que sabrosa carne rosada, dura y aromática. Todavía nada de eso había probado, pero morbosamente me vino a la mente la imagen de mi esposa cuando la conocí. ¡Esa era la cuestión! ¡Había recuperado mis veinte años!

A pesar de sus kilos de más, por afuera parecía perfecta, bien dura y proporcionada, probablemente por ser muy joven todavía. ¡A mí me gustaba cada vez más! Como la polera era cortona la acaricié ¡Su tersura y tibieza me impresionó! ¡Hacía años que no tocaba una piel así. Vanina se estremeció. Notaba lo ardiente que estaba. ¡Todavía no salía de mi asombro! ¿Qué vería en mí?

Conocía un hotel, donde alguna vez, hace mucho, había ido con mi esposa, que tenía las cocheras con acceso directo a las habitaciones, lo que me evitaba pasar por el conserje. El pago se hacía al ingreso, desde el coche, por lo cual la acompañante pasaba bastante desapercibida. ¡Por supuesto que estaba hecho con ese fin! Ideal para que un viejito como yo pudiera entrar con una "criatura".

Cuando ingresamos a la habitación, luego de subir algunos escalones, ella tomándome de la cintura, yo apretando fuerte uno de sus glúteos, nos besamos nuevamente, recorriendo nuestras lenguas todos los recovecos. La "niña" aparentaba tener bastante experiencia. Antes de desnudarnos le propuse prender la tv para ver una porno, lo que aceptó complacida, y pedí un par de whiskys, previa consulta…, lo que también aceptó encantada.

-¡Esto es genial! ¡Hay espejos por todos lados!

Cuando dijo esto me pareció que era la primera vez que entraba en la habitación de un hotel de citas…

-¿Nunca viniste antes?

-¡Oh, vas a creer que soy una caída del catre!

-No, ¿por qué? Me gusta si es así, tu primera vez en un "telo". ¡Hay algo que te puedo enseñar! –Yo decía cualquier boludez para cortar el hielo…, si es que lo había… Levanté la polera mientras besaba todo lo que iba quedando al aire, despaciosamente, dejando su pecho cubierto por el corpiño de encaje, que menudo trabajo tendría en sostener esas soberanas tetas.

-Me gustaría aprender todo con vos… -Vanina dejaba hacer, con los ojos cerrados. Yo la notaba muy canchera, no sé porque tendría que hacerse la novata…

En el monitor estaban dos parejas cogiendo como marranos, pero cambiaban tan rápido de posturas, que no había manera de saber cual agujero estaban tapando en ese momento.

-Ahora desnudate, quiero ver tu cuerpo, quiero tenerte poco a poco…

Vanina sonrió y se liberó del corpiño, dejando al descubierto sus tetas, grandes pero firmes, coronadas por dos hermosas aureolas rosadas, con dos pezones más grandes que aceitunas. ¡Todo era joven en su cuerpo! Bajé el sonido de la tele y encendí el audio. La música suave e insinuante la dispuso para un erótico strep-tese. ¡Se meneaba fabulosamente bien, como una profesional!

-¡Me encanta la música! ¡Pero quiero desnudarte!

-Ya será, cuando estés en tanga.

-¿Cómo sabés que tengo tanga?

-Porque lo adiviné cuando te acaricié en el auto y cuando te tomé de la cola al subir…

-¡Qué tacto!

Tomé sus pechos con ambas manos, sintiendo la firmeza y la tersura. Las palmas apenas si conseguían retenerlos totalmente. Vanina desprendía su pantalón y rozaba intencionalmente mi entrepierna…

-Ummm…, "eso" se está poniendo muy lindo…

-Es todo para vos… -La abracé y me apreté contra ella tomando sus nalgas, que ya estaban libres de cobertura. Es cierto que tiene unos kilos de más, pero las dimensiones de los pechos y las caderas formaban, de todas maneras, su cintura, y el ombligo, amplio como un volcán, hacía más tentador su vientre. En este momento comencé a saborear el manjar de sus pezones, mientras Vanina llevaba sus manos a mi cinturón y comenzaba a desabrochar el pantalón. Estrujaba una de sus tetas con la mano mientras la otra la sostenía para chupar y lamer, recorriendo el globo en toda su circunferencia. Vanina suspiraba y gemía quedamente…

-¡Ahhh…, papito, mi amor…, me hacés acabar…! ¡Aaaahhhh…!

Me abrazó de la cintura apretándose contra mí, mientras temblaba de pies a cabeza…

-¡Qué ganas qué tengo…! ¡Ay…, por favor, por favor…! ¡Damela, pronto, por favor…!

La nena temblaba toda. No me importó en absoluto si simulaba o le gustaba. Besé su cuello y el lóbulo. Vanina gemía y se estremecía… Terminó de bajarme los pantalones y el slip y se deslizó hacia abajo, mientras yo todavía tenía la camisa puesta. Me besó y chupeteó el glande…

-¡Oh, que lindo, nunca había visto uno sin prepucio!

¿Cuántos habría visto anteriormente? ¡Desnuda parecía más niña todavía!

-Todavía no, tesoro. ¡No lo hagas tan pronto! –Mientras me besaba, sin ponerlo todavía en su boca, me libré de la camisa y me senté en la cama. –Agachate, quiero ponértelo entre las tetas.

Vanina colocó sus tetas de manera que yo pudiera poner la pija entre ellas, pero no estaba muy segura en qué hacer…

-Apretame fuerte y movelas para arriba y para abajo, como si me estuvieras pajeando. ¡Así, muy bien!

-¡Me gusta mucho, papito!

-Ahora sí. ¡Lamemelo, mi amor! –Lo puse más arriba, con el escroto apretado por la base de los globos y Vanina alcanzó con su lengua el capullo.

-¡Que rico es! ¡Qué lindo juguito sale!

Vanina lamía el líquido preseminal y se pasaba la lengua por los labios. Yo tenía algunas dudas. Si acababa ahora, ¿podría luego llenarle la concha y el culo, como era mi propósito? ¿Aguantaría? No me hice más problema. Mi mujer nunca había dejado que le acabara en la boca. ¡Esta criatura sí qué estaba dispuesta! ¡No me lo iba a perder!

Comenzó a lamer como si fuera un helado. Subí más arriba y me olvidé de sus tetas…, bueno, parcialmente, pues las tomé con mis manos, mientras dirigía el choto directamente a su boca. La abrió golosamente y la introdujo despacio, chupándola dentro de la boca, y sacando y poniendo el tronco, apretándolo con sus labios…, siempre con la cabeza adentro. Yo estaba llegando al cielo. Vanina tenía los ojos cerrados y gozaba enormemente. Me lamía y chupaba frenéticamente, sin duda deseando que acabara de una buena vez. ¡Quería sentir el esperma en su garganta!

-¡Ummm…, que rico…! –Por las comisuras escapaba la saliva cuando gemía…

Sentí que estaba llegando al climax. Los huevos estaban durísimos y Vanina tomó el escroto con una de sus manos, mientras con la otra ayudaba a la masturbación bucal.

-¡Aaaahhh…, vaaaa…, ieeeee…! –Tomé la cabeza de Vanina con ambas manos, apretando contra mí, mientras largaba los chorros de semen en boca y garganta…

-¡Auugg…, me ahogoooo…! –Efectivamente, Vanina, falta de experiencia -¿será así?- había olvidado respirar profundamente antes de sentir el chicotazo de la pija, y la leche le llegó a la garganta impidiéndole aspirar. Cuando la sacó todavía chorreaba semen del glande y con sus labios trataba de retenerlo.

-Perdoná…, me ahogaba…, está tan rico que me olvidé de respirar. –Me lamía todo los restos, dejando la poronga brillante y lustrosa. ¡Hacía veinte años que nadie me mamaba de esa manera! ¡Vanina es maravillosa, no la podré dejar jamás!

Me erguí e le indiqué que se parara al costado de la cama, reclinada sobre ella. En ese momento dejaron las bebidas en la ventana ciega de la puerta.

-Luego las bebemos. Ahora quiero besarte…

Me agaché tras sus piernas y comencé a besarla desde los pies, subiendo por esas soberanas columnas hasta llegar al culo. Le lamí las poderosas nalgas y pasé la lengua por el ano. Vanina se estremecía de placer. ¡Temblaba toda! Bajé con la lengua hasta la vagina y al sentirme, la criatura flexionó las piernas para abrirlas mejor. Mi lengua recorría sus labios mayores y penetraba, presionando sobre los laterales de la concha. Vanina jadeaba y gemía de placer.

-¡Ay…, que lindo…, que lindo…, me muero de ganas…! ¡Papito, papito…, me matás! –Era tanto el placer que sentía que en cuanto llegué al clítoris, hermosamente rojo y duro, tuvo otro orgasmo… -¡Síííí…, aaaahhhh…, qué acabadaaaa…!

Sorbí su maravilloso jugo con lengua, labios y rostro, metiendo hasta la nariz dentro suyo. ¡Esta chica era genial!

Sentí que el pene estaba tomando energía. Pensé que la próxima vez no tendría que olvidarme del viagra… ¡Sería la manera de hacerla más larga! Por ahora no sabía si podría eyacular nuevamente, pero por lo menos lo tenía duro.

Me paré y tomando el choto con la mano lo dirigí hacia la concha, roja, jugosa y brillante, y lo fui introduciendo lentamente…

-¡Sííí…, así…, metela toda…, toda…, por favor…!

Cuando no fue necesaria mi mano, me incliné sobre ella tomándole las tetas y empecé a bombear suavemente, muy despacio, para que gozara el mayor tiempo posible. Mi intención era aguantar todo lo que pudiera o, en su defecto, recargarme lo suficiente para poder derramarle una buena cantidad de esperma.

Vanina se retorcía, gritaba, jadeaba y gemía, todo al mismo tiempo. Cuando sentía que yo me retiraba…, reculaba ferozmente para sentirme hasta el fondo…

-¡No la saqués, enterrala toda…, aaaahhh…, ufff…, otro orgasmo…! ¡ACABO OTRA VEEEEZ!

Veía como tensaba sus brazos para apretarse contra mí. La aferré con todas mis fuerzas de las tetas y sentí sus sacudones en todo mi cuerpo. ¡Su concha latía sorprendentemente rápido y me apretaba como una morsa! ¡Qué bien que acababa esta mujer!

-¡Así Vanina, mi amor…! ¡Qué bien me la apretás!

-¿Y vos no acabás? ¿Por qué no me llenás? ¡Quiero sentir tu leche dentro mío!

-Ya la vas a sentir tesoro… Ya te voy a llenar. Quiero que dure mucho para que acabés muchas veces. ¡Me gusta sentir tus orgasmos!

Me retenía a propósito. No estaba seguro de poder hacerlo nuevamente y quería poder llegar a su culo. Era una asignatura que tenía pendiente desde hace mucho…

Por suerte la pija seguía dura. La saqué y la puse entre sus nalgas…

-¡Dame más, por favor…, mááássss, quiero mááááásss…!

-Ahora vas a ver que lindo, como la vas a sentir…

Metí los dedos en su raja tratando de embeberlos con todo el flujo. Lo deslicé por el ano, tratando de lubricarlo. También lo hacía con el glande. Vanina comprendió lo que quería.

-¿Me la metes por el culo? ¿No me va a doler?

-No mi amor, no te dolerá. Lo haré despacito, para que te guste mucho… Ponete en cuclillas, sobre la cama.

Mientras Vanina se acomodaba y me miraba intrigada, busqué en el bolsillo del pantalón la vaselina que había traído para esta tan especial ocasión.

Le besé el culo, le pasé la lengua por el ano, se lo unté bien, y comencé a pasarle los dedos, acariciando su centro y el entorno.

-Relajate, no tengas miedo. Te va a gustar…

Introduje un poquito un dedo…

-Si te duele me decís…

-No, por ahora no… Siento una cosa rara, pero no me duele…

El esfínter comenzaba a dilatarse. Introduje dos dedos, apenitas, dándole forma…, y tratando que la crema untara bien el interior inmediato.

-Chupala un poco para que se ponga bien dura… -Antes de ponerme la crema en la cabeza quería sentir un poco más su lengua y sus labios.

Me coloqué contra la cama, mientras seguía acariciándole el ojete y Vanina giró para lamerlo.

-Bueno, ahora ya está. Mirá, ¿ves? Me pongo yo también…

Apoyé la cabeza contra el ano y comencé a apretar, teniéndola firme con la mano, para evitar desvíos.

-¡Huggg…! Me duele… un poquito…

-Ya entró la cabeza. ¿Querés qué te la saque?

-No, no… Seguí, seguí. Quiero sentirla toda.

Ahora que la tenía ensartada era un buen momento para conocer algo de su vida sexual.

-¿Nunca te la dieron por el culo?

-Nooo…, nunca… Esta es la primera vez… -Casi no podía hablar. Era como si tuviera la pija en la garganta.

Si bien no era virgen, Vanina no parecía demasiado experta.

-Pero sin embargo cogés muy bien… Pensé que también lo habías hecho por atrás.

Quería halagarla mientras seguía penetrando. Me sentía como el dentista, que te habla permanentemente para que no sientas como te hurga la muela…

-Huuuggg…, noooo…, ay…, muchas veces nooo…, huggg…

Ya casi estaba llegando al fondo. Sentía los latidos del recto. El escroto rozaba sus carnes.

-¡Ay! ¿Está toda adentro? ¿Falta mucho?

-No, no te preocupés. Falta poco, pero ahora te la muevo un poquito…

Salí unos centímetros para preparar la arremetida final.

-¡NOOO! ¡NO TE SALGÁS! ¡Enterrala toda! ¡Me gusta!

-No salgo, mi amor. Es para que la sientas mejor.

Volví a penetrar despacio. Quería hacerle otras preguntas…

-¿Cogiste muchas veces? ¿Hace mucho que te desvirgaron?

-¡Huyyy…, que lindo! Sólo…, huuugg…, tres o cuatro veces…

-¿Y cuándo te desvirgaron? –Ya estaba listo…

-El…, huuuggg…, año pasado…

-¡VAAAA! –Y la clavé hasta el fondo…

-¡AAAAAHHHHH…! ¡Ayyyy papitooooo… qué lindoooo…!

Ya estaba hecho. ¡Ahora sí podía acabar!

La tomé de la cintura y comencé un lento mete y saca, despacito, para que sintiera bien el deslizamiento del choto por sus entrañas. Ahora sí, Vanina estaba gozando. Movía el culo acompañando mi ritmo. Empujaba hacia atrás cuando penetraba y se corría despacito hacia delante cuando sacaba. Cuidaba muy bien que no saliera la cabeza.

-¡SÍ, SÍ, SIÍÍͅ ASÍÍͅ! ¡Cómo me gusta! ¡Me viene…, me viene… ME VIENEEEE…!

Sentí los huevos, apoyados contra su concha, pastosos, no sabía si por mi traspiración o por sus jugos. La chica seguía acabando, un orgasmo tras otro.

-¡Qué lindo…, qué lindo…! ¡No puedo parar…! ¡Es glorioso!

Se retorcía toda. Sentí temor que en algún movimiento la pija se "escapara". Apreté más fuerte…

-¡Te tiembla, te tiembla…, papito…! ¡Siento como te tiembla…!

-¡Va, va, va… VAAAA! –Me estremecí todo y la enterré salvajemente, clavando mis dedos en sus carnes. ¡La estampida de esperma fue brutal!

-¡Te siento, te siento! ¡Es leche hervida! ¡Papito… QUÉ LINDOOOO…!

Cuando nos tiramos en la cama, boca arriba, debo confesar que yo no daba más. Vanina no dejaba de besarme y acariciarme. ¡Estaba exultante! Allí me acordé de la bebida.

-Vos que podés, por favor, andá a buscar el whisky. –No sabía si había hecho bien en decirle "podés". No quería que dudara de mi capacidad sexual, pero tampoco quería que me "matara" hoy, en esta primera sesión…

-Ya casi no queda hielo…

-No importa, lo tomamos así. –Y me zampé un buen trago. Tal vez me ayudara a "revivir".

-Me gustó mucho, ¿sabés? ¡Muchísimo!

-¿Te duele?

-Un poquito, pero no importa. ¡Gocé tanto! ¡Tuve cómo diez orgasmos!

-¡No exagerés!

-Es que acababa, acababa, acababa. ¡No podía parar!

-¿Gozaste así alguna vez?

-No, para nada. La verdad, nunca gocé. Nunca.

-¿Y las veces anteriores?

-Fueron estúpidas. Con chicos, a las apuradas, cogíamos, nunca en un hotel, acababan ellos y yo me quedaba con ganas… Pero con vos fue totalmente distinto. Yo me daba cuenta como te retenías para que yo gozara más. ¡Sos divino! –Y me llenó la cara y el cuerpo de besos y caricias. Llegó a la pija y lamía. Yo sabía que no pasaría nada más, conmigo, por lo menos, pero como Vanina estaba tan entusiasmada quise darle otra oportunidad.

-Ponete arriba mío. Hagamos un 69…

Aunque en la película porno había un montón de ellos, ya nos habíamos olvidado de ella y me "inspiraba" por mi cuenta.

-¡Qué lindo! ¡Eso nunca lo hice!

Yo supuse que sería cierto. Para eso es necesario estar cómodo en una cama. Vanina se acomodó y quedó con su magnífica cachucha sobre mi boca. Ví alrededor de su ano unas manchitas de sangre y como se deslizaba por sus muslos parte del semen que yo había dejado dentro suyo. ¡Era morboso pero divino! Me aferré a sus muslos y comencé a chupar. La cantidad de flujo que todavía retenía en su interior era impresionante. ¡Chupaba y chupaba y siempre salía más!

-Uuummm…, así… voy a seguir con las acabadas… -Oía desde lejos la voz de Vanina, en sordina, por la poronga que tenía entre sus labios.

Su comentario me dio más energía. Lamí el clítoris con frenesí. Aunque yo no pueda tener otra eyaculación, estaba dispuesto a que no se olvidara jamás de esta encamada. Seguramente, pensaba mientras la chupaba, encontraría algún muchacho que la pudiera encular muchas más veces que yo, pero esta primera sesión de sexo completo quedaría grabada para siempre en su vagina y en su culo…

-Ay, ay, ayyy…, me viene de nuevo…! –Y derramó nuevo néctar sobre mi boca…

-Bueno…, mi vida, creo que por hoy fue bastante… -Trataba de hablarle mientras concluía con mi "limpieza vaginal".

-¡Pero vos no acabastes! ¡Quiero que me inundés la boca de leche!

-Tesoro…, mi vida…, ¡no puedo más!

-Pero ahora sé cuando te viene. ¡Voy a respirar hondo para poder tragarla toda!

Estábamos sentados y la carita de Vanina era de desolación…

-Mi amorcito, ya tendrás oportunidad. La próxima vez, ¿verdad?

-Bueno, está bien. ¿Mañana entonces?

-Mañana no puedo. El próximo lunes…

-¡Una semana! ¿Qué hago yo durante una semana? ¿Me masturbo, acaso?

-¿Y por qué no? Una buena paja de vez en cuando hace bien…

-¡Pero yo quiero tenerte dentro mío! ¡De mí concha… y de mí culo también! ¡Y también quiero mamarte!

La besé en la boca. Nuestros sabores y olores se mezclaron. Vanina se aferró a mí como si fuera una tabla en manos de un náufrago.

-Verás que habrá un montón de oportunidades…

Nos sonreímos, cómplices, y nos dispusimos a lavarnos y partir. Lo que pasaba en la televisión ya no le importaba a nadie. La próxima semana me encuentro con ella.

-¿Así qué todo esto le ocurrió hace tres días?