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Despues de la batalla de los 5 ejercitos (6)

en Grandes Series

ONCE

Drina y su compañera siguieron toda la tarde el rastro de la legión que había abandonado el camino real para dirigirse al fortín del paso, pero sin forzar a sus monturas, sabían que la distancia a recorrer era larga y lo peor que podía pasar en medio de la planicie es perder un caballo. Al anochecer se hizo dificultoso seguir el rastro, pese a que lo habían dejado más de 200 caballos, ya que la luna recién estaba en cuarto creciente, fuera del camino real no había ninguna posta – reten y menos aún población alguna.

Decidieron acampar y esperar el amanecer.

La planicie rasa, sin edificaciones, árboles o formaciones rocosas, no presentaba un lugar más o menos confortable para pasar la noche. Con las últimas luces del día y un poco a la luz de la luna y las estrellas, Drina divisó a unos cientos de pasos del sendero algo que parecía una casa, totalmente a oscuras. Sin decir palabras, ya que ambas se entendían con simples miradas o pequeños gestos hacia allí se dirigieron.-

Era una casa de granjeros, rodeada de un cerco de cañas, con un pequeño jardín-quinta, un establo y nada mas se pudiera ver. No había animales, perros o gallinas, tampoco había signos de destrucción. Era obvio que los ocupantes habían huido hacia la Ciudad. La puerta estaba cerrada y clavada pero era precaria y de madera, no resistió un par de golpes propinados por Drina.

Mientas Drina exploraba la casa, Tarsia hacia lo mismo con el establo o granero. Sin luz alguna, solo alcanzó a divisar que era pequeño, que en un rincón había un pequeño montículo de paja o trigo y nada más. Eso si… un gran y absoluto silencio, solo el chirrido de las cigarras y de los grillos, al abrir la puerta espantó a algunos animales voladores (¿Palomas, murciélagos? – no se distinguían) pero los caballos que la seguían no mostraron signos de alarma, esto era muy buena señal.-

Drina con el pedernal logro encender una de las pequeñas antorchas que llevaba en el morral, con la débil luz distinguió colgando de una viga del techo de paja una lámpara de aceite, encendida esta pudo apreciar el interior. Era sin duda una casa de granjeros, evidentemente muy humildes, solo había unos rústicos muebles de madera (una mesa un par de bancos, algunos estantes colgando de las paredes y en un rincón una cama cubierta con cueros de oveja o cabra, un pequeño fogón de piedra y algunos pocos objetos mas). Se notaba que sus habitantes habían abandonado la vivienda apresuradamente y llevando cuanto objeto pudieran cargar.-

La prudencia aconsejaba no dejar ver la luz desde el exterior. En una noche cerrada como esta una pequeña luz podía divisarse desde muy lejos en una tierra plana y tener sorpresas nocturnas no estaba en los planes de Drina después de cabalgar desde el amanecer.

Cerró cuidadosamente la puerta y llevando la lámpara tapada con su capa fue al establo a ayudar a Tarsia con los caballos. Con la luz de la lámpara pudieron ver que el establo o granero también era pequeño, con lugar para tres bueyes o vacas, algunas herramientas de labranza en un rincón, un par de toneles vacíos, un montón de heno.

Lugar mas que suficiente para su caballos, los que fueron desensillados, cepillados y acomodados en el cobertizo, con suculentos montones de heno a su disposición y abundante agua en los bebederos, que ambas acarrearon desde el pozo en la casi total oscuridad de la noche.

Resuelta esta parte importantísima de la cuestión, con la lámpara tapada con las capas volvieron a la cabaña.

Me muero de hambre y sueño

Yo también

La cabaña era calurosa, solo tenia una pequeña ventana que daba al jardín y orientada hacia la senda y la puerta en el lado opuesto. Ambas fueron cerradas con postigones y trancas para evitar – como se dijo – que cualquier luz fuera vista desde el exterior y principalmente desde la senda. Por lo tanto el fresco de la noche no se hacía sentir.

Mientras Drina se quitaba la ropa de montar que desde la mañana traía puesta, acomodando en uno de los estantes vacíos de la pared la ropa, las alforjas y armas de ambas, Tarsia desempacó galletas y carne charqueada. No encendieron fuego, por dos razones, la primera y más importante para no delatar su presencia, la segunda, con todo cerrado encender el fogón con estiércol seco (Único combustible a la vista) transformaría la cabaña en un perfecto ahumadero lo que no resultaba para nada apetecible.

Así que en unos pocos minutos todo estuvo dispuesto. Drina desnuda se sentó en un banco frente a la mesa, mientras Tarsia se quitaba – también – la ropa que traía desde la mañana. Así, ambas desnudas y en silencio en pocos momentos devoraron la frugal cena y bebieron toda el agua que quedaba en sus botas. Mañana las llenarían en el pozo.

Tarsia, a dormir que mañana debemos alcanzar a la Legión

Drina, acomodó algunos de los cueros de oveja en el piso de tierra, no le gustaba el jergón del camastro, aunque observo que era bastante ancho, tal vez para una pareja. Tarsia no se opuso, ambas estaban acostumbradas a dormir al raso o sobre la tierra y el piso parecía limpio y liso. En un instante ambas se estiraron sobre las rusticas pieles, Drina redujo el pabilo de la lámpara de aceite a su mínima posibilidad, por lo que la cabaña quedo en una casi total oscuridad, solo el reflejo de la titilante luz en las espadas de ambas que colgaban de un gancho en la pared y en el brillo de los jóvenes y saludables cuerpos desnudos en reposo.

Trasia se durmió inmediatamente, Drina la contemplo unos minutos, sintió la misma sensación que la primera vez que - en las orillas del río – contemplo a su compañera/amante durmiendo y la asaltó nuevamente el deseo de tener una larga sesión de sexo con la belleza que dormía a su lado. Pero no pudo, el cansancio de más de quince horas cabalgando la venció y se durmió profundamente.-

DOCE

En Kamar Al Futura todos los preparativos para la defensa estaban hechos. Se acumularon en las murallas haces de flechas para los arcos y virotes para las ballestas, piedras para las hondas y catapultas, cuencos con aceite mineral. Se quemaron todos los pastizales cercanos de allende el río para tener plena visibilidad en más de 200 pasos, esto impedía a los atacantes la eventual ventaja de avanzar ocultándose en matorrales o pastizales, se prepararon grande toneles con agua repartidos por todo el recinto para apagar eventuales dardos incendiarios, en fin se hizo todo lo que se podía hacer. Pero llegó la noche y nada había pasado. Solo dos correos que había enviado Tunes informado del arribo del primer cuerpo de la legión al fortín del paso, que ya la información sobre la invasión había llegado a la Regente y que se estaba reuniendo el ejercito para hacerle frente, desconociendo que planes existían y si se enviaría al ejercito a reforzar el fuerte o esperaría la invasión en la planicie. Además el legado le informaba al jefe del fuerte que no enviaría refuerzos, sino que intentaría atacar a las formaciones invasoras desde la retaguardia desgastándolas y obligándolas a dividir esfuerzos entre el ataque al fuerte y el ataque de la caballería por la retaguardia.

Estas noticias, sobre todo la posibilidad que el grueso del Ejército esperara la invasión en la planicie no tranquilizaron – para nada – a la gente de Kamar Al Futura. Muy simple esto quería decir que la invasión pasaría el puente, por lo cual la Regente descontaba que las defensas serian arrasadas y ellos también. Pero nada podía hacerse, solo confiar en los dioses y la solidez de las puertas y murallas.-

En la noche cerrada los vigías de las torres alcanzaban a divisar, mas allá del horizonte la luminosidad de lo que suponían un gran campamento. Pero nada más.

Y llegó el día y nada pasó, solo dos decurias montadas con una jauría de perros que recorrían la costa del río patrullando al galope para evitar posibles infiltraciones de invasores. Los defensores velaban las armas bajo el intenso calor del verano y al pleno sol de medio día, se desató el infierno. Las columnas de Orcos avanzaron sobre el puente con alaridos y gritos y el resonar de los grandes tambores que marcaban el ritmo del paso de los miles de soldados. Al frente de las columnas se veían torres de asalto construidas por troncos y con pesados arietes en su parte baja. Los defensores se prepararon pero la diferencia numérica era de de un defensor por cada dos mil atacantes, la defensa era imposible y en un plazo más o menos corto las defensas deberían ser arrasadas. Kamar al Futura durará los que resistan las puertas. La ventaja de la defensa es que el tramo del puente que da acceso a las puertas exteriores es angosto y no permite el paso de mas de una torre al mismo tiempo o de 5 o seis atacantes, el resto del fuerte esta defendido por el cañón del río, que en ese lugar alcanza casi 300 pasos de ancho y unos 50 de profundidad, salvo por el puente, el cañón era infranqueable ya que no resulta posible tender un puente móvil de semejante largo que pueda soportar el peso de los atacantes y las paredes del cañón escarpadas de ambos lados no permiten que guerreros cargados de armas y corazas las escalen con facilidad, eso sin contar la velocidad y turbulencia del río que corre por el fondo del cañón.-

Cuando el Sol estaba en el cenit, las catapultas de los atacantes comenzaron su lluvia de proyectiles sobre las defensas, los tiros no eran muy precisos, pero la verdadera lluvia de rocas causó destrozos en las almenas y torres y produjo algunas bajas entre los guardianes de las torres.-

Las columnas aun no estaban al alcance de las flechas y ballestas por lo que los defensores se limitaban a ocultarse de la lluvia de proyectiles y contestar con disparos de las catapultas de las torres que si causaban bastantes bajas en los atacantes que estaban al descubierto.

Mas de una hora duró este intercambio de proyectiles, de pronto los atacantes cesaron de enviar rocas y la primera de las torres de asalto avanzó – empujada por cientos de orcos- a gran velocidad rumbo a las puertas enfilando por la embocadura del puente.

Famar ordenó a los arqueros en las almenas que dispararan sus flechas incendiarias para intentar quemar la torre antes que se acerque a las puertas y decenas de flechas encendidas se clavaron en los troncos que comenzaron a despedir humo, pero siendo demasiado gruesos no tomaban fuego. Lo que si se incendió fue el tramo superior de la torre, formado por troncos más finos y ramas gruesas la mayoría de pinos y árboles similares que con el calor del día y de las teas de los defensores rezumaban resina que encendía fácilmente y despedía un humo negro y persistente que se elevaba al cielo en recta columna, no había viento que lo dispersara. Algunos de los atacantes que estaban en la parte superior de la torre fueron alcanzados por las flechas incendiarias y cayeron en llamas dentro de la torre provocando confusión entre los que empujaban la torre, otros cayeron al río quedando destrozados contra las piedras del fondo o arrastrados por la rápida corriente, la torre se detuvo unos momentos que fueron aprovechados por lo honderos del fuerte para arrojarle varias decenas de los pequeños cuencos de aceite mineral que al tomar contacto con los pequeños incendios de las flechas hicieron arder a toda la torre. La primera escaramuza fue un triunfo de los hombres; la torre ardiente fue abandonada por los atacantes que se retiraron fuera del alcance de las flechas.

Sin duda el jefe de los atacantes no era un inexperto ni un apresurado. La torre incendiada bloqueaba el acceso al puente. Podría haber enviado a sus soldados a arrojarla al río, o bien a sus elefantes de combate, pero las posibilidades de éxito eran limitadas, así que optó por lo mas sencillo: dejar que la gran estructura de troncos se quemara, cuando el fuego alcanzó las sogas que unían los troncos, la torre se desarmó y con gran estrépito los troncos que la formaban se dispersaron por el puente y cayeron en llamas al río. Se desató una nueva lluvia de proyectiles de las catapultas atacantes mientras una segunda torre comenzó a avanzar hacia la embocadura del puente.

(Continua)