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Despues de la batalla de los 5 ejercitos (14)

en Grandes Relatos

22.2.

            Durante la marcha desde el fortín del paso a KAMAL – AL – FUTURA  la pequeña fuerza al mando del legado se encolumnó de dos en fondo, las estrictas ordenes de Hilderghart  fueron de no forzar los caballos, y mantenerse atentos y en silencio. Tarsia  demostró su gran capacidad para manejar a los perros-lobos y la jauría del fortín se puso bajo su dominio. La pequeña montaraz sujetó desde su montura con una larga cuerda al macho alfa de la jauría e inmediatamente la misma se encolumnó detrás de su líder. Tarsia trotó al frente de la columna junto con el grupo de los pastores y llevando la jauría como vanguardia la columna -costeando el cañón del Río que Hierve - se encaminó al puente-fuerte.

            A media mañana la columna sobrepasó la posición que había tomado el grupo de “el oso” que estaba montando los tronadores sobre el risco y se detuvo en la puerta del fuerte orientada en el rumbo de las tierras altas. El ataque invasor era en esos momentos terrible, las puertas eran golpeadas por el ariete de la torre de ataque que intentaba romperlas y una lluvia de proyectiles de las catapultas atacantes caía sobre torres y construcciones del fuerte.

            Tal como se dijo, los defensores saludaron la llegada de las tropas, dentro de su cansancio de una noche y un día de combate con cuernos y campanas. La puerta se abrió y  el legado después de ordenar que los irregulares retrocedieran a proteger al grupo de artilleros ingresó al fuerte al frente de las dos centurias de legionarios. La gente de Barandhir comienza su ataque. La legión se prepara para marchar protegiendo la retirada de los exhaustos defensores del fuerte. Hildergarth desde una de las aspilleras de la muralla al ver el efecto devastador de los “tronadores”, ordena a la segunda centuria preparase para una salida. Los legionarios se ordenan en formación de combate. Las puertas de abren y un centenar de legionarios cargan entre alaridos, gritos y sonido de cuernos de combate  contra los orcos que huyen.  La salida es corta, a no más de cien pasos del puente y sin bien algunas bajas se provocan entre los atacantes, el objeto principal de la salida - que era obtener un respiro para realizar la evacuación en una forma más o menos segura -  es un éxito.

            Concluidos los rápidos preparativos de la evacuación, nuevamente el grupo de los irregulares,  encabezado por Tarsia y su jauría se pone al frente de la columna que emprende la retirada hacia las tierras altas por el mágico camino de los lores del imperio anterior.

            En el crepúsculo, las vanguardias de la columna alcanzan la última posta reten de la línea, donde una nerviosa guarnición aguardaba sobre las armas.

            El legado y los hombres y mujeres bajo su mando han obtenido más de la mitad de su objetivo. La invasión se encuentra detenida en el puente y  se  consiguió el tiempo necesario para que en las tierras altas se formara el ejército que enfrentará – en un combate en regla – a la invasión.-

            Queda ahora la segunda parte de la misión de los defensores del Río que hierve retrasar el avance por la planicie de las hordas invasoras.

            Durante la noche la totalidad de la columna acampó en la posta. Al amanecer, se despacharon correos informando sobre lo acontecido y los carros con heridos emprendieron la marcha hacia las tierras altas custodiados por los sobrevivientes del fuerte.

           

VENTITRES

23.1.

De madrugada, y antes de la salida del sol y de los correos hacia la Ciudad, Hildergarth tiene una larga reunión con los líderes de los irregulares. Tanto los pastores como la gente de “el oso” no están acostumbrados a la disciplina militar y menos a recibir ordenes de alguien que no sea de su tribu o su clan. Allí el legado demostró que su habilidad no solo era de liderar tropas en combate, sino también la diplomacia.

            En esta reunión se acordó que todos se pondrían a las órdenes del legado y la forma de combatir a los invasores.

            La pequeña guarnición de la posta-reten (Con gran alegría) recibe la orden de retirarse hasta la posta siguiente, dejando en poder de los irregulares la caballada para que toda la columna  esté montada.

            La posta reten no era un fuerte, ni siquiera un fortín y carecía de cualquier defensa minimamente suficiente para resistir un ataque de orco, sin embargo estaba edificada sobre una pequeña loma (no mas de 20 codos sobre el nivel del camino real)  y su mangrullo – con esta elevación-  permitía que alguien con buena visón detectara movimientos a casi una legua de distancia sobre la pradera. Alli se destacó a uno de los leñadores – Fillas -  que al decir de sus compañeros, tenia la vista del águila de las montañas. En la base de la posta, orientada al puente de donde debía venir la invasión, se instalaron dos tronadores, La estrategia era bastante simple. Cuando los invasores se acercaran a tiro de tronador, se efectuarían dos o tres descargas tratando de causar el mayor daño posible, hecho lo cual los artilleros se retirarían al galope. Todos acordaron que en modo alguno estas preciosas armas podían caer en manos de Jasinor.

            Aprovechando la confusión del ataque artillero, las tropas montadas atacarían los flancos de la invasión sin entrar en combate cuerpo a cuerpo por un corto período de tiempo y se retirarían  al galope, quemando el campo.

            Durante la mañana los hombres y mujeres, junto con sus perros y caballos, se mantuvieron a la sobra de los árboles del pequeño bosquecillo de la posta y los edificios de la misma. Hildergarth sabía que una de las ventajas que podía disponer era que sus gentes estuvieran descansadas, bien comidas, con agua abundante (El pozo de la posta era generoso) y  tranquilas frente a los invasores que venían marchando bajo el abrasador sol del verano, después de haber tenido que soportar varios días de combate y con las raciones disminuidas por la quema del campamento por la incursión de la legión.

            Drina y Tarsia, descansaban junto al grupo de “el oso”, una noche entera y toda una mañana de total inactividad habían logrado que ambas recuperaran fuerzas y Tarsia se acercó, como al descuido a la medio-elfo susurrándole al oído:

-         ¿Y si nos vamos detrás de las caballerizas y te hago saltar de placer con mi lengua?

-         Mmmmm, me gustaría, pero hay mucha gente alrededor y en cualquier momento tenemos que salir a galopar. Ya habrá tiempo.

-         Y cuando haya tiempo, que me vas ha hacer? Insistió Tarzia  volviendo a susurrar al oído de su amante.

-         Te voy ha hacer gritar de placer con mis dedos, después de bañarte desnuda en miel y limpiar tu cuerpo con mi lengua. Fue la respuesta, también en un susurro.

-         Me voy a dar una vuelta antes que te viole, fue el risueño comentario de Tarzia, que después de acariciar a varios de los perros de su jauría se fue corriendo al mangrullo, encaramándose en la pequeña plataforma junto a Fillas, a otear el horizonte.-

Desde el mangrullo se veían claramente las columnas de humo del incendio del fuerte, el recto tramo del camino de los lores del imperio anterior  y el espejismo que el sol del medio día provocaba contra las grandes losas de piedra negra de ese tramo de la calzada. Tarzia comenzó a charlar con el leñador, mientras miraban en todas direcciones, Fillas le contó que tenia 18 años, y algunas otras cosas pero la charla derivó a la forma de vida totalmente distinta de ambos y las ventajas y desventajas de cada una. La libertad y belleza de la vida nómada sobre la pradera de las tribus del desierto y la tranquilidad y la vida reposada del bosque, son dos mundos, dos estilos, dos bellezas y  de pronto:

-         Alli.!!!! Sonó clara la voz de Tarzia señalando en el horizonte tres pequeñas figuras sobre la traza del camino real.-

-         Alerta! Gritó Fiillas, haciendo sonar el corno.

Los hombres y mujeres corrieron a sus puestos, se ensillaron caballos, se apagaron los fuegos, los legionarios y pastores montaron ajustando armaduras y revisando las armas. Los artilleros destaparon los tronadores y se prepararon para cargarlos, Hildergarth, se acercó al mangrullo

-         Que se ve?

-         Solo tres pequeñas figuras a lo lejos, vienen por el camino real y por la velocidad parecieran jinetes al galope y no gente de a pie, aclaró Tarzia

-         Son tres jinetes, afirmó Filllas y vienen  al galope. Y no se ve nada más.

-         Montar!!!, formación de combate!!!, tronó la voz del legado

-         Legado, son nuestros… y vienen reventando caballos, informo Fillas, ya que Tarzia había bajado del mangrullo y corrió a preparar su caballo y alistar a la jauría ante la atenta vigilancia de Drina.

-         Tercera decuria, al galope a interceptar, tronó el Legado y 11 legionarios salieron disparados rumbo a los pequeños puntos en el horizonte.

Todos vieron a menos de media legua como las tres pequeñas figuras se transformaban en tres jinetes al galope y a los legionarios rodearlos y hacer tres círculos con sus lanzas, señal de reconocimiento. El grupo de jinetes retomó el galope rumbo a la posta – reten.-

Cisco Arumak desmontó, venia, como sus acompañantes, lleno de polvo y humo y sus caballos sudados y exhaustos

-         Salud legado. No pensábamos encontrarlos tan cerca.

-         Que nadie abandone su puesto. Manténganse en formación de combate. Tronó nuevamente el Legado, sin esperar el relato de Cisco Arumak.

-         Legado – agregó Cisco -  hicimos lo nuestro en el fuerte, y nos quedamos mas o menos cerca para ver que pasaba, los malditos tardaron poco en atravesar el puente, abrieron las puertas de ambos lados y  ni se detuvieron a quemar como suponíamos y la columna ya viene para acá -  a paso veloz -  por el CAMINO REAL, venían como a tres leguas detrás de nosotros, en un par de horas estarán aquí

-         ¿Fillas, se ve algo?

-         Nada legado.-

-         Ustedes a descansar, cambien de caballos y en un rato sigan para la siguiente posta, con órdenes de que todos se replieguen  hasta la siguiente posta y manden correos al Maestre de Armas con las novedades.

Hildergarth comenzó a ejecutar su plan, la primera centuria se dirigió hacia el interior de la pradera por la izquierda del camino y la segunda a la derecha, con ordenes de desplegarse y esperar el sonido de los tronadores para atacar, golpe corto, y al galope, no mas de media hora de combate y huir al interior de la pradera para reagruparse en la siguiente posta. Los irregulares, protegerán a los artilleros y luego que estos monten y retrocedan a la siguiente posta atacaran la cabeza de la columna, en escaramuza, quemar todo y huir al galope por el camino real. La idea es que los invasores, si intentaban seguir a sus atacantes, tuvieran que dividir fuerzas en varias direcciones debilitando las columnas.-

23.2   

En la posta solo quedaron los irregulares montados y los artilleros cargando los tronadores.  El sol ya había comenzado a bajar rumbo al poniente, a nuestra espalda.

Desde el mangrullo Fillas gritó:

-         ¡Columna a la vista ¡!

Los artilleros cargaron.

El Oso, había marcado con estacas clavadas en el piso a los costados del camino, el alcance de los tronadores.  Para que los disparos fueran efectivos, la columna debía sobrepasar las señales, caso contrario seria un desperdicio de polvo del cielo y del elemento sorpresa.

Desde su privilegiado lugar de observación Fillas estaba realmente sorprendido y – por cierto – acobardado al divisar la formidable columna invasora. Nunca en su vida había visto un despliegue tan impresionante de guerreros (Sean orcos o humanos), miles de combatientes marchaban sobre el camino real, detrás de las avanzadas se alcanzaba a divisar a los terribles olifantes de combate.

  El jefe orco no era un improvisado. Había ordenado que pequeñas patullas se desplegaran al frente y a los costados de la columna principal, estas avanzadas marchaban casi media legua delante del grueso de la formación.-

Desde el mangrullo el legado y Fillas observaban.-

-         Quiero que los valientes jinetes carguen contra las avanzadas y las destruyan, que corten la comunicación con la masa principal de los malditos para dejar al Orco sin ojos, tenemos la ventaja que el Sol nos ayuda, y liquiden a esos malditos tratando de hacer el menor ruido posible.

Tunes dividió su gente en dos grupos, el primero cargaría contra la avanzada central y el segundo contra la de la izquierda.-

 Cuando la avanzadilla invasora llegó a la marca puesta por El Oso (mil pasos) una columna de 100 jinetes cargó contra la misma, mientras que por la izquierda el resto de los jinetes se desplegaba contra la avanzada de la izquierda.

Al frente de esta columna cabalgaba Tarzia con su jauría, con Drina, las mujeres guerreras y un grupo de pastores nómades. La columna se abrió formando una línea, tal como se estila en estos casos.

-         Mantengan la línea, vociferaba Tarzia.

El grupo de orcos, no más de 20, intentó tomar formación de combate, pero la velocidad de la carga impidió que pudiera consolidarse la alineación.  A menos de 100 pasos los guerreros montados dispararon una nube de flechas; no chocaron directamente con los orcos, si no que comenzaron a galopar el circulo alrededor del grupo, lanzando flechas que diezmaron a los atacantes hasta que Drina, esgrimiendo la espada histórica cargó - al grito de “A MUERTE”  - con un alarido espeluznante que causó pavor en propios y enemigos. El círculo se deshizo y con nueva formación de línea los jinetes chocaron con la diezmada patrulla. Tarzia con su jauría repitió la táctica que había aprendido con su clan, separando del grupo a dos orcos, los que fueron enlazados por los pastores y arrastrados al galope 80 pasos para ser luego abandonados a la furia de los perros-lobos. Las mujeres guerreras, impulsadas por los bramidos de la medio-elfo, cargaron contra la formación entonando la canción de guerra de su clan y descabezando a no menos de tres atacantes con mandobles de las pesadas espadas que portaban.  El breve y sangriento combate terminó con todos los orcos muertos, dos pastores heridos y la muerte de dos de los perros y uno de los caballos, perdida importante en este tipo de combates. Drina revoleaba la espada histórica manchada de sangre y como líder natural del grupo – presa de una excitación que asombraba a su gente – ordenó:

-         Al galope, retroceder a la posta.-

En el centro del camino, la situación fue parecida. Luego de una carga frontal  en línea que –literalmente- atravesó la formación orca dejando en el camino varios cadáveres, los jinetes formaron un círculo alrededor de la patrulla hostigándolos con una lluvia de flechas, logrando el objetivo táctico de que se amontonaran en un pequeño tramo del camino de los señores del imperio anterior en una formación de combate también circular, lo que le daba una cierta debilidad cuando se ataca de uno solo de los frentes.

Así las cosas los jinetes volvieron a formal en línea y atacaron la “tortuga” (Como se llama a este tipo de formación, donde los escudos son colocados sobre las cabezas de los soldados para defenderse de las flechas) desde el flanco derecho atravesando nuevamente las débiles defensas de la patrulla invasora, para reagruparse cien pasos mas allá del camino, en línea para un nuevo ataque.

En la escaramuza murieron o quedaron heridos mas de la mitad de los invasores, el  Orco que comandaba el grupo no era un improvisado y ordenó una formación, también el línea para repeler el nuevo ataque que se avecinaba, el pequeño grupo formo una compacta barrera de lanzas y escudos que – sin duda – seria un escollo difícil de superar sin elevadas perdidas para los atacantes. Lo que ni propios ni enemigos tenían previsto es que desde la pradera – del lado contrario – surgió  al galope un grupo de vociferantes mujeres precedidas por una jauría de perros - lobos aullando como demonios guiadas por Drina  y seguidas del resto de la pequeña tropa que atacó la formación por la espalda, tomándola desprevenida, situación aprovechada por el resto de los irregulares para cargar desde su posición, en un corto combate cuerpo a cuerpo la patrulla fue destruida.

Los hombres y mujeres,  extenuados por el esfuerzo, desmontaron para recoger a sus heridos y  cargar a los tres pastores muertos en el ataque.

Drina, Tarzia y el resto de su gente, cubiertos de polvo y sangre (propia y del enemigo) emprendieron la retirada hacia la posta caminando y llevando de la brida a sus caballos al paso, los animales debían estar descansados, ya que la batalla recién empezaba y eran – casi- mas necesarios los guerreros mismos.-

Desde lo alto del mangrullo, Fillas gritó:

-         Vuelve nuestra gente

-         Que pasa con el resto de la columna, se detuvo

-         No legado están avanzando, un grupo bastante grande esta avanzando a paso veloz y la avanzada que no fue atacada está corriendo para unirse a la columna, despacharon dos corredores que ya deben haber llegado con las noticias de los ataques a Jasinor.

Drina, caminaba al frente de la columna, su expresión se había suavizado y gruesas lágrimas corrían por su rostro.-

A cien pasos de la posta Tarzia alcanzó a su amante.

- Te desconocí  mi amor, nunca te había visto así.

- Yo tampoco. En un segundo vi la imagen de mis padres muertos por los orcos y me descontrolé, yo era muy chica.

Drina y su grupo llegó a la posta cuando desde el mangrullo Fillas gritó: “PRIMERA MARCA”. El Legado ordenó: “Dos descargas y todos a caballo a retroceder hasta la próxima posta”

Retumbaron en el silencio de la pradera los “tronadores”, las bolas de hierro trazaron un surco sangriento en la formación atacante que corría hacia la posta dejando un tendal de muertos y heridos.

Una segunda descarga de los “tronadores” cargados con metralla, produjo un efecto desbastador. La avanzada atacante se detuvo. Los defensores de la posta montaron, cargaron sus armas y heridos en los caballos de refresco e iniciaron la huida hacia la posta siguiente, quemando a su paso todo lo que encontraron. Los últimos en abandonar el lugar, Hildegarth  y tres legionarios, incendiaron los barracones y establos y emprendieron la retirada – entre el humo de los incendios - por el camino de los lores del imperio anterior. Desde la pradera se escucharon los cuernos de la legión y las centurias que aguardaban la señal de la artillería cargaron contra los tramos finales de la columna desde ambos lados, mientras incendiaban los pastizales resecos por el calor del verano.

Alto, muy alto volando en grandes círculos tres águilas observaban.

©25/04/12