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Despues de la batalla de los cinco ejércitos (13)

en Grandes Relatos

Después de la batalla de los cinco ejércitos

Esta es una historia de mediados de la segunda edad, donde todavía en la tierra habitaban numerosos Elfos, los reinos de los Hombres recién nacían y las fuerzas del Mal asechaban.

En antiguos pergaminos, escritos en el idioma común, con partes borrosas escritas en runas élficas se cuenta la historia de la defensa de los pasos del Río Hirviente y las andanzas de algunos de los Jefes Guerreros de los reinos de los hombres, de los que aun se nombran en las canciones y de algunas de sus mujeres, recordadas por su belleza y valentía.

CAPITULO 21

21.1.

Al amanecer, bajo el mando del MAESTRE DE ARMAS, el ejército salió de la Ciudad para formarse en el lugar preparado para enfrentar a las hordas del mal que se acercaban. Largas columnas de infantes, precedidas por las formaciones de caballería feudal, marchaban al ritmo de trompas y tambores. Tres cuerpos de la legión, con caballería ligera se desplegaron al galope como vanguardia.

Desde la torre del palacio la Regente ya vestida nuevamente con su armadura de plata y los ojos llenos de lágrimas observaba el despliegue bélico cuando una de sus servidoras se le acercó.

Señora, un veterano que dijo llamarse Rulfo de Riobrand ha pedido insistentemente ser recibido, no quiso decir para que, pero mencionó que debe contarle a la regente lo que sabe sobre una guerrera que lucha en la frontera.-

¿Quien es y de donde viene?

El Maestre de la Ciudad me dijo que es un veterano que luchó varias veces en los ejércitos de su padre como explorador y jefe de marcha de los irregulares y, retirado hace años, esta al mando de un pequeñismo pueblo ubicado a varios días de distancia, en uno de los caminos al Techo del Cielo.

¿Se trata de la guerrera medio – elfo que citan los despachos?

No lo se Señora, pero el Maestre no cree que en la frontera haya muchas mujeres guerreras. Debe ser la misma.

Que lo hagan pasar al patio interior, ya bajo, y que preparen mi caballo y la escolta.

Minutos después la dama Gemayel bajó al patio del palacio donde le aguardaban su yegua enjaezada de combate sostenida por el palafrenero de las caballerizas reales y una centuria de legionarios en formación, sosteniendo de las bridas a sus caballos. Allí aguardaba Rulfo, hablando con uno de los decuriones.-

Al presentarse la Regente, los hombres se cuadraron y se hizo silencio.-

Señora estamos listos, tronó el centurión al mando.

Gracias centurión, salimos enseguida. ¿Quién es Rulfo? Que se acerque.

La regente había cubierto su cabellera con el rojo pañuelo de la Legión, portaba en su cintura una pequeña espada con empuñadura de plata y un ayudante estaba sujetando la espada ceremonial junto con el yelmo de hierro en la montura de su cabalgadura.-

Señora – dijo Rulfo – he venido a ponerme a sus órdenes, como lo hice en su momento con su Padre, al que serví en 16 campañas defendiendo al Reino.

Me dicen que quieres hablarme de una guerrera que lucha ahora en la frontera.-

Si Señora, cuando llegué, algunos de mis amigos veteranos me comentaron que el Maestre de Armas estuvo preguntando sobre una guerrera medio – elfo que había marchado hacia la frontera a unirse a la legión.

Así se le ordenó, ¿Que sabes de ella?

Creo que es Drina, mi hija adoptiva. Ya que en la posta donde tomo el camino real es la posta mas cercana a nuestro pueblo. Pasó por allí unas horas después que mi caravana.

Cuéntame de ella. No hay mujeres guerreras en nuestro reino.

Si las hubo y aun las hay mi Señora, Drina, tuvo por madre a la dama Lynker que fue hija de Troyan - medio elfo de la estirpe de Mahedros y de Dragna, tía de la Regente - y su padre - Tramil – fue Maestre de Guerra de la Marca del Norte, por sus venas corre sangre élfica y de uno de los más valientes guerreros de los ejércitos de su padre, es por lo tanto de noble sangre y pariente de mi señora. No se trata de una espía de las fuerzas del mal ni menos aun de una bruja. Es una guerrera que a los 15 años guió una carga de la Legión en la campaña de la marca del Norte contra la invasión de las fuerzas del mal y si marchó a la frontera seguramente será de gran utilidad al legado Hildergart.-

¿Y quien es la montaraz que la acompaña?

No lo se señora, no tengo idea, pero si cabalga con Drina, seguramente será una valiente guerrera también.

¿Dices que a los 15 años guió una carga de la Legión? Eso es imposible.

Perdón Señora – se adelantó Hornestäwer el centurión – en esa carga yo era novato en la tercera decuria, tercer cuerpo (regimiento) de la legión y lo recuerdo perfectamente, esa niña se comportó como un legionario veterano, gracias a ella derrotamos a los invasores.-

Rulfo, cuando termine esta desgraciada guerra quiero conocerla, te encargo especialmente que – si ambas sobrevivimos - la traigas a mi presencia.-

Así se será Señora, ya que los dioses y los espíritus de nuestros ancestros las protegerán de todo mal.

Y a ti.

Y dirigiéndose a su escolta:

- Montemos, el honor o la muerte nos aguardan.-

Sonó el corno de bronce, todos montaron y la pequeña columna se dirigió por las casi desiertas calles de la Ciudad hacia la puerta del Norte que conduce al Mágico Camino de los Señores del Imperio Anterior. Rulfo caminando lentamente abandonó palacio y se dirigió al sector de la muralla que el Maestre de la Ciudad había puesto bajo la custodia del grupo de Riobrand.

21.2.

Cuando la Regente llegó al escenario elegido para la batalla, las tropas estaban formadas en los lugares asignados, pero no había señales de las tropas de la frontera ni de los grupos de apoyo establecidos a lo largo de la línea de postas, tampoco había señal alguna de una invasión. El Maestre de armas se acercó al galope. Ambos desmontaron y el Maestre, frente a la Regente y un grupo de señores y centuriones informó:

Señora, aquí hay algo extraño, nuestras fuerzas ya deberían estar aquí y la invasión debería estar a la vista, pero los correos que van y vienen de la frontera informan que todo está tranquilo a lo largo del camino, desde las postas más lejanas informan que solo se ven a lo lejos el humo de los incendios y que los únicos que están regresando son dos carros con heridos que envió de vuelta Hildergart desde el fortín del paso antes de marchar en apoyo de Kamar-al-Futura y una caravana de carros con heridos del fuerte. Allí hasta ayer por la tarde se estaba combatiendo y la invasión estaba detenida. Recién al crepúsculo los defensores abandonaron el fuerte siguiendo sus órdenes, pero los invasores aun no lo habían tomado ni atravesado el puente. A la legión se unieron dos grupos extraños que están combatiendo a la invasión. Hildergarth tiene bajo su mando a los guardianes de la frontera de toda la línea, eso ya lo sabíamos, pero también hay un grupo de jinetes pastores nómadas que incluye mujeres guerreras, cosa muy rara y más raro aún es que portan espadas orcas, un grupo de leñadores con arcos élficos y unas extrañas armas que matan elefantes a 1000 pasos de distancia, y hay noticias que antes de abandonar el fuerte la legión hizo una salida atacando las fuerzas de Jarsinor. Esto no es lógico, deberían estar huyendo y no atacando al invasor allende el Río que Hierve. La primera caravana de los heridos evacuados están a menos de tres horas de distancia y supongo que traerán mayor información, no hay señales de las tropas que están regresando y Hildergath mandó avisar que se va a quedar en el camino hostigando a los invasores cuando estos logren – y remarcó la palabra - pasar el puente, pero lo extraño es que al puente no lo esta defendiendo nadie, no entiendo que pasa. Pero lo que es seguro es que hoy aquí no hay batalla.-

Sin duda que es raro Maestre, pero usted no ha contado con el valor de nuestros hombres. Que una centuria salga a recibir a las caravanas que regresan, que se avise al Maestre de las Casas de Salud que llegan heridos para que esté preparado y que los hombres acampen sobre las armas, no regresaremos a la Ciudad. Que se enciendan hogueras y se pongan centinelas, no hay que confiarse. Los orcos y sus aliados no son torpes, son traicioneros y pueden traernos problemas mayores a los que imaginamos.-