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Despues de la batalla de los 5 ejercitos (9)

en Grandes Series

DESPUÉS DE LA BATALLA DE LOS CINCO EJERCITOS

(Capítulos 16 Y 17)

Esta es una historia de mediados de la segunda edad, donde todavía en la tierra habitaban numerosos Elfos, los reinos de los Hombres recién nacían y las fuerzas del Mal asechaban. En antiguos pergaminos, escritos en el idioma común, con partes borrosas escritas en runas élficas se cuenta la historia de la defensa de los pasos del Río Hirviente y las andanzas de algunos de los Jefes Guerreros de los reinos de los hombres, de los que aun se nombran en las canciones y de algunas de sus mujeres, recordadas por su belleza y valentía.

DIECISEIS

Pasada la media tarde, Drina y Tarsia que seguían los rastros de la legión, vieron que mas allá del horizonte se levantaba una inmensa columna de humo negro que la falta de viento mantenía recta hacia el cielo sin nubes. El humo provenía de algún lugar hacia la izquierda del rumbo de marcha de la legión y si bien ninguna de las dos conocía en detalle la conformación de la frontera, era evidente que no provenía del paso al que se dirigían. Ellas también comprendieron que el ataque orco había comenzado en algún otro lugar de la frontera.-

Drina, observo que en algún lugar de la última legua recorrida, sobre la rastrillada de la legión se notaban claramente las huellas de un número considerable de pies humanos que se incorporaban al mismo camino. Por la cantidad de las mismas la hábil rastreadora calculó que se trataría unas 30 o 40 personas y varios asnos – seguramente de transporte – era un grupo organizado, avanzando en columna de dos en fondo cerrando la marcha los animales de carga.

Aquí están los que vimos anoche.

Deben ser refuerzos para la legión, arriesgo Tarsia

No creo, viste lo que nos dijeron en la posta, todos los hombres deben marchar a la Ciudad. Además estas no son huellas de botas, sino de sandalias.

¿Entonces?, tal vez infiltrados que atacarán a la legión por la espalda.

No me parece… son huellas humanas, no de orcos, además son pocos y marchan sin esconderse, tal vez algún grupo que equivocó el camino…

Unos minutos después divisaron la columna.

Eran no más de 30 hombres, desde lejos se advertía que no eran ni legionarios ni guerreros feudales, mas bien parecían pastores o labriegos, no portaban armaduras y solo algunos estaban armados con hachas o espadas y todos con arcos élficos de mas de tres codos de largo, que no eran habituales en las fuerzas del reino y aun entre los hombres. Estos arcos, que ya no se ven estas épocas porque nadie tiene el secreto de su fabricación que se perdió con los últimos artesanos elfos del bosque, requerían una gran fuerza para su tensionado y manejados por un arquero diestro tienen un alcance del doble que los arcos comunes, pudiendo derribar a un buey a 200 pasos, tal la fuerza y velocidad de su disparo.

No había estandartes, escudos o banderas ni nada que identificara a la tropa.

Con cuidado - alertó Drina - al galope y vamos al frente de la columna a ver quienes son.

Ambas desenvainaron las espadas y ante la sorpresa de los últimos miembros de la columna (Los que llevaban los asnos cargados de fardos a la brida), se alejaron unos pasos de la huella principal y al galope tendido superaron el cuerpo de la columna. Esta se detuvo, los hombres – superada la sorpresa – y viendo que se trataba de solo dos mujeres volvieron a guardar sus armas. El galope se detuvo unos 20 pasos delante de la columna. De esta se adelanto un mocetón, al parecer el jefe, era un hombre joven de no mas de 25 años, de gran altura y complexión, vestido con una simple túnica de algodón y armado con una inmensa hacha de hierro, del tipo de las hachas de combate de los enanos, llevaba a la espalda un gran morral, como todos los miembros de la columna.

Salud y larga vida a los guerreros de la llanura, gritó Drina desde su caracoleante caballo.

Salud a la élfo guerrera, contestó Gruner, que reconoció la espada que esgrimía Drina,

Somos súbditos de la Dama Rimael y vamos a la frontera a combatir a los orcos, ¿y ustedes?

No somos súbditos de nadie, somos hombres del bosque, de la estirpe de Beorn y vamos a buscar y matar a los orcos que destruyeron nuestras casas cumpliendo con el juramento de venganza hecho ante el túmulo de nuestros parientes.

¿Saben lo que está pasando?

Solo sabemos que la tribu Jarsinor el tuerto esta marchando y vamos hacia ellos para matar a Jarsinor.

Drina dedujo que gentes que usaban arcos élficos no podrían ser aliados de Sauron y por lo tanto envainó su espada, se apeo del caballo y tomándolo de la brida se dirigió al encuentro de la columna seguida por Tarsia que miraba desconfiada a los extraños, con la mano sobre la empuñadura de su espada.

Los hombres del bosque se reunieron en un gran círculo alrededor de las dos mujeres y de Barandhir, al que todos llamaban "el oso", jefe de la partida.

La Regente ordenó a toda la población que se refugie en la Ciudad, está formado un ejército para enfrentar al tal Jarsinor que está avanzando con 10.000 o 15.000 guerreros y muchas maquinas de guerra. Deberían estar marchando para incorporarse al ejército; como pueden pensar que 30 hombres derroten a semejante fuerza?

Y si todos van para la Ciudad, ¿porque dos mujeres armadas con filos élficos van a la frontera? Repreguntó el leñador-guerrero.

Porque no somos dos viejas miedosas y nos gusta matar orcos a campo abierto.

Y como dos mujeres, aun con espadas mágicas, van a derrotar a 15.000 orcos, ¿los van a conquistar mostrando sus encantos de hembras dignas de una alcoba real, para que caigan rendidos a sus pies? Retrucó con tono sardónico.

Drina comenzó a reír de la ocurrencia y su risa contagió al grupo, roto el hielo. Drina tomo la palabra.

Hablando en serio. A la frontera marchó la legión, unos 200 combatientes montados para hacer frente a los orcos y demorar el avance hasta que se pueda reunir el ejército. Ya a la ciudad marchó mucha gente, entre ellos mi padre – no nos necesitan - y vamos a reunirnos con la legión para molestar a los invasores, y, de paso, mostrarles nuestros "encantos femeninos" (remarcó la frase) para que caigan rendidos a nuestros pies, pero sin cabeza. Terminó Drina desenvainando nuevamente la espada y exhibiéndola al círculo.

Bueno, entonces te vamos a acompañar para verlo, no podemos perdernos un espectáculo tan gratificante como ver dos hermosas hembras descabezando orcos.

Si es así ya hablamos mucho, el ataque ya empezó, ven el humo.

Si ya se ve otro - acotó uno de los hombres señalando a lo lejos - Pero no entiendo, está detrás del anterior?

Serán tus legionarios que están echando a los orcos, debemos apurar o no te van a dejar ninguno para que lo descabeces. Comentó "el oso" jocosamente.-

A un grito de su líder, los hombres se encolumnaron nuevamente y recomenzaron la marcha, Drina y Tarsia, llevando sus caballos de la brida marchaban al frente hablando con Barandhir.

Que llevan en los asnos, ¿comida?, porque somos dos mujeres hambrientas.-

Algo de comida y agua llevamos, pero más importante llevamos lo que va a destruir a Jarsinor y su banda de bestias maléficas; llevamos fuego del cielo.

¿Qué es eso?

Los armeros de los enanos fabricaron unas armas no muy seguras, pero poderosas que se cargan con el polvo negro que los magos usan para hacer las luces del cielo en las fiestas. Con estos tubos se puede matar un caballo a 1000 pasos cuando los cargas con bolas de metal. Estos "tronadores", como le llaman los enanos, pueden causar mucho daño y pensamos que desde esa distancia podemos matar a Jarsinor y su grupo de jefes y descabezar la Tribu. Con eso nuestra venganza estará cumplida y nos podremos volver tranquilamente a reconstruir nuestro pueblo y los orcos nos temerán lo suficiente para no volver a nuestro bosque, como no entran al bosque negro de los Elfos.

Mmmmm, no creo en magia, solo confió en mi espada alegó Tarsia.-

Yo no se, pero me gustaría ver como funciona esa cosa, y si sirve para matar orcos, bienvenida sea, el Legado estará muy agradecido de tu ayuda.-

Y tal vez una guerrera elfo me lo agradezca con un beso.-

Tal vez… si encontramos alguna, yo no soy elfo, si te referías a mi, soy tan humana como tu madre, agregó Drina, mientras comenzaba a caminar un poco más rápido.

Bueno, pero también acepto agradecimientos de guerreras medio-elfo o solo humanas y hasta te diría que de montaraces del sur, agregó "el oso" entre risas mirando a Tarsia; que no se dio por enterada.-

DIECISIETE

Cuando cayo la noche en Kamar-al-futura cesaron los ataques, los jefes orcos ordenaron un repliegue de sus desorganizadas fuerzas y entre alaridos los miles de atacantes se dirigieron al campamento – o mas bien a sus restos – para reorganizarse. Los orcos son buenos luchadores nocturnos pero no son criaturas que soporten demasiado bien la luz y el calor solar, una tarde bajo el agobiante sol del verano y las llamas del incendio de pastizales tornó a las salvajes hordas en algo poco manejable en un ataque a una fortaleza amurallada, que requiere de disciplina y organización. En estos casos la fuerza bruta no necesariamente da buenos resultados. Los defensores también después de un día de lucha mostraban los signos del cansancio, pero no estaban en condiciones de simplemente echarse a dormir. Todos sabían que durante la noche podía producirse un nuevo ataque, por lo que por turnos bajaron de las murallas a comer y descansar, velando las armas. La luna en cuarto creciente y los restos de los incendios de pastizales, iluminaban tenuemente la planicie frente a la fortaleza. Recién caída noche, los centinelas de la puerta que cerraba el camino real del rumbo de la ciudad divisaron un nutrido grupo de jinetes que - al paso – se acercaban costeando el cañón desde río abajo. La fuerza expedicionaria que durante la tarde destruyó el campamento atacante, había cruzado el cañón por los vados de la Bruja Negra, peligrosa quebrada del cañón que permitía, cuando la corriente no era muy fuerte, cruzar el río de a uno en fondo. Este paso es tan angosto que no permite el paso de una columna como la atacante, cruzar por allí le llevaría a los 10 o 15 orcos varios días y era absolutamente impracticable para maquinas de guerra, carros y elefantes de combate. Sin embargo constituía un peligro para las defensas de los hombres, por allí podrá infiltrarse un número mas o menos considerable de infantes – como mas de una vez lo hicieran - y atacar el fuerte por la retaguardia.

Las puertas se abrieron y la columna ingresó al fuerte. El centurión a cargo, Crión Serfield, hijo de Termidarok Maestre de Armas de la marca del Este, al que llamaban "el manco", veterano guerrero y antiguo guardia de la frontera y sus casi doscientos hombres tenían orden del legado de descansar durante la noche en el fuerte y replegarse nuevamente al fortín del paso, la estrategia de Hildergart era mantener una fuerza más o menos considerable para que los golpes contra las columnas atacantes fueran efectivos. No pensaba dividir sus gentes, salvo que el puente cayera y debieran atacar a los orcos en su marcha a la ciudad. Allí si, la idea era que actuaran pequeños grupos de hostigamiento permanente. Se despachó un correo hacia el fortín del paso con las novedades y Crión acordó con Famar que luego de algunas horas de descanso la columna parta para unirse a la legión. De cualquier manera tanto los defensores del fuerte cuanto los legionarios entendieron que 190 hombres mas en las almenas, si bien eran una ayuda en nada hacia variar la relación de fuerzas con el enemigo. Poco antes del amanecer los centinelas advirtieron movimientos en la planicie, decenas de orcos se acercaban silenciosamente al puente tratando de no ser advertidos y portando largas escaleras de asalto seguramente con la intención de – mediante un golpe de mano - copar las defensas de la puerta y abrirla al grueso de los atacantes.

Advertida que fue la maniobra, los centinelas también silenciosamente dieron la alarma. Cuando se produjo la alarma, los legionarios ya estaban montados listos para partir, por lo que Crión "el manco" y Famar, acordaron efectuar un ataque de la caballería, sin duda esto - mas allá del daño que podía hacerse a los atacantes – desorientaría al jefe orco, ya que podría significar que el fuerte estaba defendido por el grueso del ejercito del reino y no por una pequeña guarnición, como en verdad lo estaba. En silencio entonces, se abrió la puerta y las catapultas de las torres comenzaron a lanzar odres con aceite mineral encendido, que iluminaron la planicie, todos los defensores se agruparon en las murallas y encendieron antorchas y acompañándose con cuernos y tambores comenzaron un infernal griterío mientras los jinetes cargaron contra los pequeños grupos de escaladores que fueron masacrados rápidamente, pero como era predecible estos no estaban solos, una gran columna de orcos estaba formada para el ataque a unos 2000 pasos detrás y sus espías, al ver la puerta abierta hicieron señas y la columna cargó contra los jinetes, que ampliamente superados en numero volvieron grupas y al galope regresaron al fuerte, cerrándose nuevamente las puertas. La escaramuza duro pocos minutos y le costó a los orcos unos veinte muertos – numero insignificante- y a la legión tres heridos, uno de ellos bastante grave.

Perdido el efecto sorpresa, la columna atacante avanzó contra la puerta, pero los defensores la rechazaron con una lluvia de flechas y virotes. El tramo del puente ante la puerta se llenó de muertos y heridos. Los jefes orcos volvieron entonces a la estrategia clásica, nuevo ataque de las catapultas, y nuevo avance de una torre de asalto.-

Crión "el manco" y sus hombres, escoltando dos carros con los heridos partieron al galope hacia Nan-Tathren, y los defensores de Kamar – al – Futura se prepararon para un nuevo día de lucha. Famar y los suyos sabían que este – seguramente – sería el último.